Capítulo 39. 🦋
Carson
Graham intentó levantarse, sin embargo, lo detuve apuntándole con la pistola. La escena que tenía frente a mí era desgarradora. Elsie muerta, Val y Jean en el suelo con miedo por la culpa de Graham. Era un cáncer para las mujeres que formaban parte de su vida.
—No te muevas —le ordené.
—Esos hijos de puta...—se rio para no gritar y romper algo. Estaba furioso por verme ahí de pie frente a él, ya que me hacía muerto en una zanja, pero para su mala suerte no lo estaba. Aún me dolía todo y no podía hacer mucho esfuerzo, pero me encontraba de pie para hacerle justicia a mis padres.
—¿Te sorprende verme aquí? ¿Pensabas que estaba muerto?
—¡Deberías estarlo, maldito! —gritó —. Pero ya me doy cuenta de que Ramsay, Henderson y quién sabe quién más están de tu lado —encogí un hombro —. Y además, eres un maldito agente de la SCD al igual que tu padre.
—Hay varios hombres infiltrados en tu organización y aquí en tu casa. Por eso sabía donde estabas a cada momento, por eso pude entrar también porque ya había agentes trabajando para ti —bufó —. Te teníamos rodeado y tú ni cuenta te diste —me burlé.
—Ahora entiendo muchas cosas —negó con la cabeza.
—Ahora vas a pagar todos y cada uno de los crímenes que has cometido. Ya no tienes escapatoria —le dije.
—¿Crees que me vas a meter a prisión?
—No lo creo, estoy seguro. Estás rodeado y no podrás salir de aquí.
—Mátalo —habló Valerie. La miré.
—¿Qué? —Graham la miró con sorpresa.
—Mátalo para que no sea un problema. Él no nos va a dejar en paz, ni siquiera estando en prisión nos va a dejar en paz. Mátalo y podremos ser felices.
—No —musité —. Tiene que pagar lo que te hizo.
—¡Tienes que matarlo! ¡Mátalo antes de que escape! Conoce a muchas personas y le pueden ayudar.
—No sabes lo que dices —la miré extrañado.
—Tú no sabes lo que dices —se limpió las lágrimas, se incorporó y cogió el arma que había caído unos metros lejos de Graham. Antes de que él pudiera reaccionar ella le disparó una vez en el pecho y otra en el hombro.
—Tiene que morir. No nos va a dejar en paz. No seremos felices porque su maldita sombra estará presente en cada paso que demos, en cada sonrisa, en cada día que pasemos juntos. Mark será cómo un fantasma oscuro que va a invadir nuestras vidas. ¿Quieres eso? Yo no. Estoy harta de vivir con miedo, de pensar que en cualquier momento me va a matar. Ya no quiero vivir así —sus ojos se llenaron de lágrimas —. Ya no puedo...—se soltó a llorar.
—Princesa...—miré a Graham. Se retorcía de dolor en el suelo. La sangre empezaba a manchar el suelo debajo de él.
—Yo que tú le haría caso. No los voy a dejar en paz. Podré ir a prisión, pero no dejaré que sean felices —Valerie gritó. Fue un grito desgarrador que penetró las paredes de la habitación.
—¡Basta, basta! ¡Te voy a matar! —cogió el arma con dos manos y disparó una y otra vez. El cuerpo de Graham cayó al suelo provocando un sonido seco —. Basta —soltó el arma. Y me abrazó —. Que termine por favor —la abracé con un brazo —. Ya no puedo.
—Ya terminó todo —le dije. Dejé un beso en su frente —. Todo terminó, princesa.
—Perdón, perdón —sollozaba. Sus hombros temblaban —. Lo siento —soltó el arma, esta cayó cerca de sus pies.
La puerta se abrió y MacKay entró junto a dos de los agentes. Observaron la escena frente a ellos y el cuerpo de Graham en el suelo.
—¿Qué demonios pasó aquí? —Valerie hundió su rostro en mi cuello —. Evan —uno de los agentes le ayudó a Jean a poner de pie. La pequeña hermana de Valerie se encontraba en shock al igual que Val o peor —. Evan —guardé mi arma. Abracé a Valerie con los dos brazos.
—Yo...—Valerie intentó hablar.
—Le tuve que disparar, las tenía amenazadas con la pistola y casi las mata —expliqué. MacKay me miró mal, no me creyó por completo, pero solo nosotros tres sabíamos lo que había sucedido en realidad y nadie diría lo contrario —. Ya sé que estuvo mal, pero...—me detuvo. Se acercó al cuerpo de Graham y se agachó para observarlo.
—¿Cómo voy a explicar esto? —bufó.
—Señor —habló uno de los agentes —. Entraron a los clubes y las bodegas, sacaron a muchas jóvenes de esos lugares —MacKay asintió. Se levantó y me enfrentó.
—Tú me vas a explicar qué sucedió aquí y por qué está muerto —asentí —. No demoren —salieron de la habitación.
—Tenemos que decir la misma historia para que nos crean —les dije.
—Es mi culpa —Valerie se apartó sin soltarme —. No pude evitarlo y lo maté —negué.
—Hiciste lo que tenías que hacer —la miré a los ojos.
—¿Estás molesto conmigo?
—Nunca podría estar enojado contigo.
—Pero era importante detenerlo y llevarlo a prisión —negué.
—Tú tienes razón, él no nos iba a dejar en paz. No importa si iba a prisión. No nos íbamos a deshacer de esa basura.
—Val —la llamó Jean —. No tienes la culpa de nada. Todo terminó —Valerie asintió.
—¿Todo terminó? —los dos asentimos —. Todo terminó —me abrazó y correspondí a su abrazo.
Antes de salir de la habitación y bajar nos pusimos de acuerdo para saber qué decir y que nadie sospechara de lo que en verdad sucedió en esa habitación. Nadie más que nosotros tres sabíamos la verdad y así se iba a quedar. Quedamos en decir lo mismo si nos preguntaban y al fin bajamos y salimos de la casa. Afuera esperaban las patrullas y una ambulancia. Llevamos a Valerie y Jean al hospital para que las revisaran. Ellas no querían ir, pero era parte del protocolo y no podíamos ignorarlo, además de que quería estar seguro de que ellas estuvieran bien, tenían que atender a Valerie por los golpes y las heridas que no terminaban de sanar.
Le avisé a Effie y a Beth, quien no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo con su mejor amiga. Se sorprendió al saber que todo este tiempo estuvo encerrada en su casa y que Graham no la dejó salir ni siquiera para ir al funeral de su padre.
Detuvieron al padre de Graham, pero el hermano de Valerie escapó y ya habían emitido una ficha para ser buscado en todos los países, ya que era peligroso y tenía que declarar muchas cosas.
Me encontraba en el hospital, esperando que Valerie se quedara sola. Beth y Effie estaban con ella. No habían salido de la habitación desde que la ingresaron. Beth lloraba y se lamentaba por no haber hecho nada por su amiga, pero ella no sabía lo que el monstruo de Graham le estaba haciendo. Ella no tenía ni idea del infierno que les hizo vivir.
—La amas mucho, ¿verdad? —preguntó Jean. Llegó a mi lado. Había ido a la cafetería a comprar algo de comer. Ya estaba amaneciendo y no había comido nada.
—Es el amor de mi vida.
—Ella también te ama —desde donde nos encontrábamos podíamos ver a Valerie acostada en la camilla —. Así que por eso te pido que no la dejes sola. Lucha por ella y ayúdale a olvidar todo lo malo que ha sucedido en estos días.
—Lo haré, no te preocupes —le dio un sorbo al vaso —. ¿Te puedo pedir algo?
—Dime.
—Esta noche me quiero quedar con ella. Mañana la dan de alta y quiero ser yo quien la lleve a su casa —me miró unos segundos y sonrió —. Te puedes ir con Effie a tu casa. Dos agentes las van a llevar y se van a quedar afuera vigilando.
—De acuerdo, pero la cuidas.
—Prometido —pasó a mi lado y entró a la habitación.
Me quedé afuera vigilando la habitación. Ahora Valerie corría peligro porque su esposo estaba muerto, al igual que su padre y su suegro había sido detenido. Alguien de sus socios podía buscar venganza en su contra por lo sucedido.
—Yo sabía que esto iba a suceder —Angus se sentó a mi lado.
—¿El qué? —pregunté sin mirarlo.
—Graham iba a terminar muerto.
—¿Cómo lo sabías? —encogió un hombro.
—Fue fácil adivinar. Tú querías justicia y ella venganza. Ella lo iba a terminar matando y tú te ibas a echar la culpa por eso. Porque no puedes permitir que la culpen por algo que evidentemente sí hizo —lo miré con el ceño fruncido.
—Yo nunca dije que eso sucedió —Angus se miraba los pulcros zapatos que usaba.
—No tienes que decirlo, Evan. Y tampoco soy tonto. Nunca hubieras podido matarlo.
—Lo iba a hacer.
—Pero no lo hiciste —me miró —. Y eso cambia mucho las cosas. Valerie tuvo los suficientes ovarios para deshacerse de la basura de Graham y tú la encubriste.
—¿Y eso tiene algo de malo?
—Tu mujer aparenta una dulzura que te puede dar diabetes, pero es de armas tomar —miró hacia la puerta —. Nunca te había visto así de feliz, Evan, así que te pido que no la dejes ir. Ella vale la pena —le sonreí.
—¿Ahora qué va a pasar? —le pregunté.
—Nuestra misión aquí terminó —metió las manos dentro de los bolsillos de su abrigo —. Graham está muerto, su padre y sus cómplices han sido detenidos, el hermano de Valerie está siendo buscado. Yo creo que ya es hora de regresar a Escocia.
—No puedo dejarla sola.
—Tienes que declarar lo que pasó dentro de esa habitación. Ya lo sabes —se deslizó hacia abajo y recargó la cabeza en el respaldo de la silla. Soltó una exhalación y cerró los ojos —. No te puedes saltar el papeleo, Evan.
—Ya sé, pero no quiero dejarla sola.
—No va a estar sola. Se van a quedar dos agentes para cuidarlas día y noche.
A lo lejos vi a MacKay acercarse. Cuando llegó a mi altura me levanté y lo saludé con un abrazo.
—No quiero que las molestes con preguntas estúpidas —le aclaré. Alzó una ceja —. Ya han pasado por mucho y no merecen eso.
—No son preguntas estúpidas, es el protocolo y tenemos que seguirlo. Pero está bien —alzó la mirada —. No las voy a atosigar con preguntas porque con tu declaración será más que suficiente. Tienes que ir conmigo a Escocia para declarar todo lo que sabes del padre de Mark y todo lo que viste en estos años —negué.
—No puedo. No quiero dejarla sola. Tengo que cuidarla.
—Dos agentes las van a cuidar.
—No es suficiente —le dije —. Tengo que ser yo quien cuide de ellas.
—No vas a cuidar de nadie si te despiden —hundió el dedo índice en mi pecho —. Deja de actuar de esta manera y asume las consecuencias de tus actos. Mataste a Graham y tienes que dar muchas explicaciones.
—Él era la basura, ¿y yo tengo que dar explicaciones? —pregunté molesto —. No lo puedo creer —miré a Angus cuando escuché un ronquido. Ya se había dormido en la silla.
—Era una basura, pero era importante que viviera —puse los ojos en blanco —. Sé que te hizo daño y a ella —puso su mano en mi hombro.
—Su hijo está muerto por la golpiza que le dio. ¿Ya la viste? Por poco la mata —expliqué.
—Ya la vi.
—Graham no era importante y que bueno que está muerto —MacKay soltó mi hombro.
—Cómo sea, tienes que ir conmigo. No será mucho tiempo —exhalé.
—No importa lo que diga, no vas a cambiar de opinión, así que está bien, iré contigo —se despidió y tomé asiento al lado de Angus. Quién sabe qué estaba soñando y con quién porque hablaba dormido.
—Mami, cinco minutos más —negué con la cabeza —. Por favor, mami linda —busqué a una enfermera y le pedí una manta para Angus. Él se iba a quedar afuera de la habitación para cuidar de Valerie.
—Carson —Beth, Effie y Jean salieron de la habitación —. Gracias por regresar por mi amiga y sacarla de ese infierno. Y gracias por deshacerte de esa basura —tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.
—Yo solo hice lo que tenía que hacer —le dije.
—Hiciste más que eso —comentó Effie —. Val ya nos dijo todo y ahora entendemos tantas cosas —Beth asintió —. Gracias por todo.
—No fue nada, ella también hizo mucho.
—La pesadilla ha terminado y ustedes pueden estar juntos —le sonreí.
—Jean nos dijo que tú la quieres llevar a la casa —habló Effie.
—Si me lo permiten, sí. Quiero acompañarla y llevarla a su casa —las miré.
—Claro que sí. Les hará bien estar juntos.
—Cuídala, mucho, Carson. Ella te ama cómo no tienes idea —Beth palmeó mi hombro. Me despedí de ellas y se fueron custodiadas por dos agentes a su casa. Entré a la habitación y la miré acostada sobre su hombro de lado. Se miraba cómo un ángel que no rompía un plato, cuando en realidad rompía toda la vajilla. No podía culparla por lo que hizo, se sentía acorralada y estaba cansada de la vida que le dio Graham esos meses.
Ya no había visitas a esa hora en el hospital a esas horas. Ya había amanecido y solo pocas personas caminaban por los pasillos, así que cerré la puerta y me acerqué a la camilla. Valerie despertó y sonrió al verme.
—No te quedes ahí, ven aquí —se hizo a un lado y levantó la frazada para que me acostara a su lado.
—Te puedo lastimar —negó.
—Tú nunca podrías lastimarme, amor. Duerme conmigo —pidió.
—Sabes que no puedo decirte que no —me acosté a su lado y me sentí como si volviera a la vida. Como si al estar a su lado el mundo se detuviera y mi vida funcionara de nuevo —. Te amo —le dije. La tenía cara a cara. Aunque tenía algunos golpes se veía hermosa. Ansíe verla desde aquella noche en la que me creyó muerto y no pude dormir en paz al saber que estaba en las sucias manos de Graham y ahora que estaba muerto me había quitado un peso de encima.
—Dilo de nuevo —su mano se posó en mi mejilla. Su piel se sentía tibia y suave.
—Te amo. Te amo —dejé besos repartidos en sus mejillas, sus labios, su frente y su nariz —. Te amo mucho —sonrió.
—Perdón —se acomodó a mi lado, su cuerpo se encontraba muy cerca del mío y su mejilla se apoyó contra mi pecho —. Perdón por arruinar tus planes. Tú querías arrestar a Mark y que pagara por sus crímenes y yo lo arruiné todo, pero...
—No tienes que disculparte. Hiciste lo que tenías que hacer —dejé un beso en su frente.
—No, no, yo tenía que pensar bien las cosas y dejar que tú lo arrestaras.
—Princesa, las cosas están hechas y ya no hay nada que hacer. Lo hiciste y tomaste la decisión correcta. Tú tenías razón cuando dijiste que Graham no nos iba a dejar en paz, que nunca nos íbamos a liberar de su sombra. Graham conocía a muchas personas con dinero, podía escapar en cualquier momento —asintió.
—Pensé en todo eso mientras me tuvo encerrada en su casa —musitó —. Mark no nos iba a dejar en paz mientras estuviera vivo. Yo... Arruiné todo —se apartó
—No arruinaste nada —la miré a los ojos —. Esto tenía qué pasar —sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¿Ahora qué va a pasar? —preguntó. Se pasó la mano debajo de la nariz.
—Tengo que ser sincero contigo. Tenemos que viajar a Londres.
—¿Me vas a dejar?
—No quiero hacerlo, pero tengo que ir y declarar lo que pasó. Es importante que declare para que no las molesten a ustedes —le expliqué.
—¿Cuándo te vas?
—En unos días —asintió.
—¿Cuánto tiempo?
—Serán unas semanas. No será mucho tiempo.
—Para mí unos días son mucho tiempo. Te creí muerto y no sabes cuánto lloré y sufrí por eso. Pensé que no te iba a ver de nuevo —cogí su muñeca y la llevé a la altura de mi pecho.
—Pero aquí estoy, princesa y nadie nos va a separar —la abracé con delicadeza. No quería hacerle daño con todo el amor que sentía por ella. Ya había pasado demasiado para que ahora mis brazos la lastimaran.
—¿Lo juras? —derramó un par de lágrimas y sentí que se me rompía el corazón.
—Lo juro —sonrió y besé sus labios. Su saliva se mezclaba con lo salado de sus lágrimas, pero para mí fue el beso más dulce de todos. Esa semana fue la más difícil de triste de todas al no saber si ella se encontraba bien, o si todavía estaba con vida. Graham era capaz de hacer lo que sea y casi lo consigue, casi la mata a golpes.
—¿Dónde está Mabel? —preguntó en cuanto nos separamos.
—Ella está bien, la están cuidando cómo la princesa que es —sonrió.
—Pensé lo peor —su voz se cortó —. Los creí muertos y que nunca los iba a ver. Te extrañé tanto.
—Y yo a ti —sollozó —. Después de que regrese, no nos vamos a separar nunca más. Te voy a comprar la casa de tus sueños y vamos a ir a vivir a Londres para que estudies lo que tú quieres y seremos felices los cuatro, tú, Jean, Mabel y yo.
—Nuestra pequeña y feliz familia —asentí —. Cómo debe ser.
—Cómo siempre debió ser, princesa.
Cerró los ojos y no tardó en quedarse dormida gracias a los analgésicos que le habían administrado horas antes. El doctor dijo que todavía no estaba recuperada de los golpes y que tenía que descansar. Valerie merecía toda la paz después de todo lo sucedido en esas semanas. Su vida fue un infierno y ahora ya podía respirar tranquila.
****
Aquella tarde estuve con ella hasta que la dieron de alta. Pagué la cuenta del hospital y le ayudé a cambiarse de ropa para llevarla a su casa. Ella quería descansar y estar tranquila en un lugar donde no tuviera los malos recuerdos del malnacido de Graham.
—¿Qué ha pasado? —le pregunté a mi contacto. Valerie entró al baño antes de salir del hospital.
—He contactado a la familia de Valerie. Sus abuelos van a viajar a Edimburgo para ver a sus nietas —sentí alivio al escuchar esas palabras. Estaba seguro de que Valerie y Jean serían felices al saber que sus abuelos maternos irían a verlas y que estarían con ellas algunas semanas. El padre de Valerie también le quitó eso, la posibilidad de poder crecer con ella porque no le convenía que ellos tuvieran la custodia de ellas para poder quitarles la fortuna que su madre les dejó. Ahora que se iban a ver podrían recuperar un poco del tiempo que se les robó.
—Gracias por todo.
—No hay nada que agradecer, Evan. Nos vemos pronto.
—Nos vemos.
—¿Con quién hablas? —preguntó al salir del baño.
—Con un conocido —la miré —. ¿Estás celosa? —indagué.
—Eres mío, Carson. Solo mío y de nadie más —aseveró.
Me levanté y cogí la pequeña maleta. Cogí su mano y salimos de la habitación.
—Eso lo tenemos más que claro. Soy tuyo y de nadie más —me miró y sonrió.
—¿Y quién es ese conocido?
—Un amigo que me ha hecho algunos favores cómo descubrir lo del testamento y me ayudó con una sorpresa para ti.
—¿Qué sorpresa?
—Si te digo, ya no será sorpresa, pero te aseguro que cuando la veas sabrás que es de mi parte. Solo ten paciencia —bufó y rodó los ojos.
—Paciencia es lo que menos tengo en este momento.
Abandonamos el hospital y conduje a su casa. Para ese momento todo Edimburgo ya sabía que Graham estaba muerto y que era un pedófilo y criminal. A muchos les sorprendió y a otros no tanto, algunos ya sospechaban que Graham no era una perita en dulce y que toda su vida era una farsa. Todos se preguntaban dónde se encontraba Valerie y qué había sido de ella, si también estaba muerta, cómo Graham o si este le hizo algo. La noticia de que el padre de Graham y otros políticos estaban metidos en esa red de pedofilia se regó por todo el Reino Unido. La familia Graham estaba en boca de todos y nadie les perdonaba lo que hicieron. Lo sentía por Rhona porque ella no era igual que sus padres y su hermano. Ahora ella tenía que cargar con el lastre de su madre, pero Valerie ya se había deshecho de todos ellos. Ya no tenía nada que ver con esa familia. En el momento en que Graham murió era una mujer libre.
Al entrar a la casa, fuimos recibidos por Beth, Effie y Jean. Las tres se veían felices por ver a Valerie en su casa, de donde no debió salir nunca.
—¡Llegaron! —avisó Jean.
Cerré la puerta y dejé la maleta al lado. Jean abrazó a Valerie y junto a ella Effie y Beth. Las tres estaban felices por verla, por saber que ya nadie les haría nadie. Ahora estaban seguras y podían vivir en paz.
—Qué bueno que estás bien —le dijo Effie —. No te vamos a dejar de nuevo —se limpió las lágrimas debajo de los ojos.
—Para nuestra buena suerte, Mark ya no representa una molestia —añadió Beth —. Por fin nos hemos librado de esa basura —espetó.
—Te preparamos pizza y macarrones franceses —Valerie miró a Effie con esperanza e ilusión.
—Muchas gracias —me miró —. ¿Vamos? —asentí.
—Ya voy —se alejó junto a Effie y Jean hacia la cocina —. Beth —la llamé antes de que las siguiera. Ella se detuvo y me miró.
—¿Pasa algo?
—¿Te puedo pedir un favor? —se cruzó de hombros y entornó los ojos.
—¿Puedo confiar en ti?
—Sí, sabes que sí, Beth —relajó el ceño.
—¿Puedes cuidar de Valerie? Voy a tener que irme unas semanas y no voy a estar tranquilo hasta saber que no la vas a dejar sola y que alguien estará a su lado en estos momentos.
—¿Tienes que irte? —asentí de mala gana.
—Por desgracia sí. Tengo que ir a declarar lo que sucedió en casa de Graham —frunció los labios.
—Eso no le va a gustar a Val.
—Ella ya lo sabe y tampoco está de acuerdo, pero lo ha aceptado. ¿La vas a cuidar? —asintió.
—Sabes que sí, Carson, no la voy a dejar sola. Siempre voy a estar con ella —le agradecí con una sonrisa.
—Gracias, eres una buena amiga, Beth.
—Ya sé que sí. Soy la mejor —me hizo un guiño y caminé detrás de ella. Me quedé en su casa hasta la noche cuando tuve que despedirme de Valerie, prometiendo que iba a regresar pronto para por fin estar juntos cómo tenía que ser. Ya no podía vivir con ella y no quería hacerlo porque la amaba demasiado cómo para pensar en la idea de continuar sin ella. Era mi vida y esta no estaba completa sin ella.
—Prométeme que nos vamos a ver pronto —tenía los ojos llenos de lágrimas —. Promete que no me vas a olvidar.
—No podría olvidarte aunque quisiera y no lo quiero. Te amo demasiado. Voy a regresar por ti —asintió —. Voy a regresar porque te amo. Quiero todo contigo. Quiero casarme y tener hijos. Quiero envejecer a tu lado, mi amor.
—Yo también quiero eso contigo —nos abrazamos. Quise besarla, pero ella me detuvo poniendo un dedo sobre mis labios.
—No quiero que sea nuestro último beso. Quiero que cuando nos veamos de nuevo sea nuestro beso —asentí —. Quiero que ese beso marque el inicio de una nueva vida. Nuestra nueva vida, ¿sí? —asentí.
—Te amo.
—Lo sé.
Solté sus manos y en ese momento sentí como si me hubieran arrancado un pedazo de mi alma. Todo se sentía más frío, gris y siniestro sin ella. Valerie le daba sentido a mi vida, con ella todo era mejor y ahora mi vida se sentía vacía y ya nada tenía sentido.
Subí a mi auto y salí de la propiedad. La vi una última vez antes de que la verja se cerrara y desapareciera de mi vista.
Ansiaba el momento para verla de nuevo, tenerla entre mis brazos y besarla como un desquiciado. Valerie era el amor de mi vida. Era el amor más puro, sincero y noble. Ella era todo lo que estaba bien en esta vida y por ella haría lo que fuera, hasta mentirle a mi padre en su cara con tal de que nadie sospechara quién mató a Graham en realidad. Me echaría la culpa de todo solo por ella.
🦋🦋
¡Hola!
Solo para informarles que el capítulo que viene es el último del libro 😭. Yo también me siento triste por tener que decirles adiós a Valerie y Carson, sé que nadie los va a reemplazar, pero vamos a tener librito nuevo y podremos leer a Rhona y Kail 😏. Tal vez mañana suba las advertencias de ese libro y la sinopsis.
¿La quieren leer? Díganme aquí, sí o no.
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