Capítulo 37. 🦋
Valerie
En el preciso instante que escuché su voz giré para verlo y quise salir corriendo. Se encontraba frente a la puerta detrás de Ramsay y Henderson. Mark dio un paso dentro, al mismo tiempo que Ramsay sacaba la pistola de su espalda y le disparaba a Carson en una pierna. El disparo me hizo apretar los ojos con fuerza, pegué un brinquito y me encogí en mi lugar. El miedo me recorrió de arriba abajo.
Cuando abrí los ojos Mark ya se encontraba dentro del departamento de Carson, Henderson cerró la puerta mientras Mark observaba el lugar de hito en hito. Miraba cada esquina con asco, como si aquello fuera poca cosa para él, que merecía más que pisar ese suelo y caminar cerca de esos muebles.
—Así que aquí vienes cuando te escapas de la casa —llevaba las manos metidas dentro de los bolsillos de su pantalón. Cuando llegó frente a mí estaba temblando de los pies a la cabeza. Miré por encima de su hombro y Carson se encontraba en el suelo desangrándose, frente a él se encontraba Henderson, cuidando que no fuera a hacer nada estúpido.
—Yo...—antes de decir una palabra más me rompió el labio con una bofetada doble. La mejilla me ardió, pero el dolor del golpe no se comparaba con el que recibí al caer el suelo de culo. Mark se agachó y me cogió del cabello como aquella vez en la habitación. Me obligó a mirarlo a la cara apretando más el puño y levantando mi cabeza.
—¿Qué me vas a decir? ¿Qué tienes una explicación para esto? —no podía mover la cabeza —. ¡Responde! —me encogí por el miedo —. Maldita zorra.
—¡Suéltala! —gritó Carson desde la puerta —. No pongas tus sucias manos sobre ella —Mark miró por encima de su hombro y me miró de nuevo.
—Sabía que tenías un amante, pero no me pasó por la cabeza que te estuvieras revolcando con mi maldito guardaespaldas —presionó más su agarre —. Evander Blackwood —la boca se me secó cuando dijo el verdadero nombre de Carson —. El maldito niño al que le disparé en el pecho hace muchos años.
—¡Suéltala! —bramó Carson. Henderson lo obligó a ponerse de rodillas.
—Quién lo iba a decir —chasqueó la lengua —. Estás vivo. Todo este tiempo has estado frente a mí solo para vengarte por lo que le hice a tus padres.
—No hables de ellos —miré a Carson.
—¡Cierra la puta boca! —le gritó Mark —. Y tú —una sonrisa siniestra se dibujó en sus labios —. Tú vas a ver de lo que soy capaz. Te voy a encerrar en esa puta habitación y no verás a tu hermana de nuevo. No vas a poner un pie afuera hasta el día que te mueras solo para ir al cementerio. Te vas a arrepentir por haberme hecho esto, pero antes de que dejes este sucio departamento vas a ver morir a tu amante.
—¡No! —grité. Al mismo tiempo Ramsay soltó el primer golpe que fue a dar al estómago de Carson —. Déjalo por favor. No le hagas nada y haré lo que me pidas. Por favor —le supliqué con lágrimas en los ojos —. Por favor.
—Tus súplicas no me sirven de nada, zorra —me arrojó contra el suelo, me pegué en la mejilla, pero me incorporé de inmediato al ver que Henderson golpeaba a puño limpio a Carson que aguantaba los golpes cómo el hombre que era.
—¡Ya basta, basta! —grité. Mabel empezó a ladrar dentro de la habitación al escuchar los golpes y los gritos.
Mark soltó el primer golpe en mi vientre y de inmediato sentí el dolor apoderarse de mí. Me golpeó en la mejilla con el puño y una patada en mis piernas.
—No lo hagas —le supliqué con lágrimas en los ojos.
—¡Qué cierres la puta boca! —Carson cayó apoyándose con las palmas abiertas en el suelo. La sangre le chorreaba de la boca y la nariz.
—Déjala —murmuró Carson con las pocas fuerzas que aún le quedaban.
—Mark...—la vista se me nubló en el momento que me pateó en el estómago. El dolor se profundizó más fuerte, se impregnó en mi carne. Otra patada y esta vez sentí algo caliente en medio de mis piernas —. Estoy embarazada —se detuvo un momento.
—¿Quién me asegura que ese bastardo es mío?
—¡Es tuyo! Es tu hijo —me llevé una mano al vientre —. Es tuyo, lo juro —Mark me golpeó una última vez, pero el golpe fue tan fuerte que me dejó inconsciente. Lo último que escuché fueron los ladridos de Mabel.
No sé cuanto tiempo estuve inconsciente, pero cuando desperté me encontraba tirada en el suelo manchada de sangre. Mabel ya no ladraba y eso me llegó a preocupar. Sin embargo, Carson se encontraba en el mismo lugar y Henderson frente a él. Estaba todo golpeado, sangrando y débil. Mi corazón se apachurró en el momento que lo escuché jadear de dolor. La sangre manchaba el suelo, tenía la ropa sucia y apenas se movía.
—¿Qué le hiciste? —le pregunté a Mark. El bastardo estaba sentado en el sillón tomando whisky, como si nada malo estuviera pasando, como si fuera lo más normal de este mundo.
—Todavía no está muerto, si es lo que piensas. Pero no tarda en pasar a mejor vida, ¿o será muerte? —negó con la cabeza —. Pronto te vas a reunir con tus padres —le dijo a Carson.
Carson se movió solo para verme y cerró los ojos por interminables segundos. Mis ojos se llenaron de lágrimas al verlo en este estado. Se estaba muriendo y a Mark poco le importaba.
—No le hagas nada, déjalo ir y me quedo contigo toda la vida. Te juro que haré lo que me pidas, pero deja que se vaya.
—Valerie, no —dijo Carson. Apenas lo hizo porque no podía ni hablar.
—Te lo juro. Haré lo que me pidas y te daré los hijos que tú quieras, pero déjalo ir.
—¿Tanto lo amas? —preguntó Mark y me miró —. ¿Lo amas tanto que te vas a sacrificar por él? —asentí. Las lágrimas no tardaron en mojar mis mejillas.
—Lo amo —confesé —. Lo amo y por él haría lo que fuera, hasta quedarme contigo de por vida.
Carson se levantó con las pocas energías que le quedaban. Estaba todo golpeado del rostro y su pierna sangraba por la herida de la bala. No lo reconocía por los golpes que Henderson y Ramsay le propinaron. Su cuerpo cayó al suelo, boca abajo y ya no se levantó.
—Está bien —Mark se puso de pie y se acercó a mí. Me cogió del brazo, obligándome a levantarme y me arrastró con él hacia afuera del departamento.
—¿Lo harás? ¿Lo juras? —soltó una risa y me empujó fuera.
—Ya saben qué hacer —les dijo a Ramsay y Henderson —. Mátenlo y desháganse del cuerpo.
—¡No, no, no! —me quise zafar de su agarre.
—Y maten a ese maldito perro —masculló. Bajamos las escaleras. Me resistía a ir con él, pero me encontraba débil y estaba perdiendo mucha sangre. Le gritaba y maldecía al mismo tiempo que me llevaba hacia el auto —. ¡Cállate! —gritó desquiciado. Me empujó y caí al suelo. El golpe solo empeoró mi situación. El dolor se profundizó en mi vientre y la sangre empezó a correr de nuevo.
Tomó aire repetidas veces y después de unos minutos me cogió del brazo para entrar al auto.
Lo último que escuché antes de abandonar el lugar fue un disparo y el ladrido de Mabel que se detuvo de repente.
—¿Qué has hecho maldito monstruo? ¿Qué has hecho? —cerró la puerta y el chofer arrancó. Me pegué a la puerta para estar lo más lejos de él —. ¡Eres un bastardo! ¡Eres un sucio enfermo y te odio, te voy a odiar toda la vida! —intentó acercarse, sin embargo, usé mis piernas cómo escudo para que no acercara —. ¡Déjame, no me toques! ¡No me toques! —lo pateé repetidas veces —. Mataste a tu hijo, era tu hijo.
—¡Deja de decir que era mi hijo! Te revolcabas con ese traidor, así que podía ser su hijo.
—No, era tuyo. Era tu hijo —me alejé lo más que pude de él. Me daba asco tenerlo cerca.
—Te sugiero que cierres la boca antes de que yo te la cierre a golpes —se sobó la sien.
No dije nada en lo que duró el viaje del departamento a la casa de Mark. Solo podía pensar en que Carson estaba muerto, él lo mató y no tuvo que apretar el gatillo para quitarle la vida. El amor de mi vida estaba muerto y no me pude despedir de él. Lo mataron como si no fuera nadie, como si no valiera nada y mi corazón estaba roto.
Nunca le iba a perdonar a Mark lo que hizo, mató a su hijo y a Carson. Cuando tuviera la oportunidad lo iba a matar a él también. Le iba a quitar la vida con mis manos. Mi rostro sería lo último que vería antes de dejar de respirar.
—Llegamos —abrí los ojos y me jaló fuera del auto. Abrió la puerta y Elsie apareció en el lobby. Al verme abrió los ojos y se llevó las manos a la boca.
—Señora. ¿Qué le pasó?
—Esto es lo que le pasa a las personas que me traicionan —le dijo Mark. Me obligó a subir a la habitación.
—Tienes que llevarme al hospital —le dije. Ya me sentía mareada y el vientre me dolía.
—¿Crees que soy estúpido? Ya te dije que no vas a salir de aquí —cruzamos el pasillo y llegamos a la habitación.
—Me siento mal, por favor —me empujó, pero me sentía tan mal que no me pude sostener y caí al suelo.
—¡Señora! —Elsie gritó al verme caer al suelo —. ¡Está muy mal! ¡Tiene que llevarla al hospital! —intentaba abrir los ojos.
—Esa zorra no va a poner un pie fuera de esta casa —masculló Mark. Elsie se agachó y sostuvo mi cabeza.
—¡Señor, por favor! Se va a morir si no la atienden —Mark bufó y maldijo.
—Está bien, ¡llámale al doctor! —escuché cómo sus pasos se alejaban de la habitación.
—Señora, no se duerma —Elsie dejó mi cabeza en el suelo. Sacó su celular y le llamó al doctor —. No se duerma por favor. Valerie...—resistí lo más que pude, pero al final los golpes y el dolor me debilitaron a tal grado que me desmayé.
Ya no podía seguir de pie cuando lo único que quería era morirme y estar al lado de Carson. El único hombre al que amé de verdad y que me amó con toda su alma ahora estaba muerto y yo quería estarlo también para estar a su lado. Ya no quería vivir porque sabía lo que me esperaba cuando despertara, Mark iba a cumplir todas y cada una de sus promesas y me haría pagar por lo que le hice. Haría de mi vida un infierno y yo no quería pasar por eso.
****
Desperté poco a poco. El cuerpo me dolía horrores. Recordé cada palabra que Mark dijo y cada golpe que me dio mientras me maldecía y escupía en mi nombre una y otra vez.
—Lo siento, señor —frente a mí se encontraba el doctor.
—¿Sí estaba embarazada? —preguntó Mark. El hombre de traje asintió con la cabeza —. ¿Cuántos meses tenía?
—Pocas semanas, calculo que unas dos apenas. Pero perdió el producto —cerré los ojos en el momento que Mark me miró —. Tiene que estar en reposo y nada de alterarla. No sabemos cómo va a reaccionar cuando despierte y se entere de que perdió a su bebé.
Mark bufó.
—Está bien, doctor ella va a estar bien cuidada. Se lo aseguro —el hombre abandonó la habitación. En cuanto nos quedamos solos abrí los ojos. Mark se encontraba sentado en la orilla del colchón.
—Te lo dije y no me creíste. Te dije que era tu hijo.
—¿¡Y yo cómo iba a saber!? —gritó.
—Debiste escucharme antes de soltar el primer golpe. Tenías que creerme, pero preferiste golpear e insultarme cómo siempre lo haces —sentí una punzada.
—Las cosas ya están hechas y no hay vuelta atrás —un nudo se formó en mi garganta.
—Sí, ya no puedes hacer nada —le dije. Mark se levantó y giró a verme.
—Te vas a quedar aquí hasta que se me pegue la puta gana. Te has ganado cada golpe y cada gota de sangre —escupió —. No vas a salir de esta casa en lo que te resta de vida —se alejó y cerró la puerta.
—¡Mark! —quise bajar de la cama, pero los pies se me enredaron en los cobertores y caí al suelo —. ¡Ah! —grité de dolor.
—¡Señora! —a los pocos minutos apareció Elsie en la habitación y me ayudó a levantarme del suelo —. Tiene que descansar, no puede salir.
—Él lo mató —le dije a la vez que me metía bajo los cobertores —. Carson está muerto —Elsie me miró —. Lo mató —los ojos se me llenaron de lágrimas —. Murió.
—Lo siento tanto, pero algo así podía pasar —musitó.
—¿Cómo lo supo? ¿Cómo se enteró de que yo estaba en su departamento y que él era Evan?
—¿Quién es Evan? —preguntó. Acomodó el cobertor a la altura de mis piernas.
—Carson —le dije.
—No sé si estoy equivocada, pero uno de los hombres de Mark ayudaba a Carson y creo que él le dijo todo —encogió el hombro.
—¿Cómo?
—Estaba halando con alguien por teléfono mientras el doctor la revisaba. El señor le dijo a esa persona que gracias a él supo todo y que si no hubiera sido por él, ustedes seguirían viéndole la cara de idiota. Alguien traicionó a Carson —pasé saliva.
Había muchos sospechosos y de quien desconfiar. Ahora ya no sabía qué pensar o en quién confiar, todos aquí tenían motivos para traicionar, mentir y ocultar secretos.
—Elsie, tú no harías eso, ¿verdad? —Elsie negó.
—Nunca —cogió mis manos —. Nunca la voy a traicionar —soltó mi mano y rozó mi ceja con los dedos. Me dolía esa zona, el labio, la mejilla y el vientre. Mark no se quedó con las ganas de molerme a golpes y una vez más descargó su coraje contra mí —. Yo haré lo que me pida —negué.
—No te voy a arriesgar, ya escuchaste lo que dijo Mark cuando llegamos. Si se entera de que me has estado ayudando no sé lo que te hará —apretó más mi mano.
—Pero...
—No, Elsie, no te voy a arriesgar ni a ti ni a nadie. No vale la pena enfrentar a Mark. Carson está muerto —musité —. Ahora solo me queda la esperanza de que su padre nos saque de aquí —bajé la voz. Elsie asintió —. No hablemos de este tema, por favor. No quiero que nadie sepa lo que está ocurriendo.
—¿Qué va a pasar con Beth y su hermana? —se sentó en la orilla del colchón.
—Espero que este infierno termine ya —cerré los ojos.
Solté su mano de Elsie y la llevé a mi vientre.
—Las cosas pasan porque así tienen que pasar —negué —. Ese bebé no iba a nacer teniendo un padre cómo el señor Graham —la miré a los ojos —. ¿Se imagina el infierno que eso hubiera sido? —apreté los labios —. Todo sucede por algo, Valerie, el tiempo acomoda las cosas a su manera —asentí.
—Gracias por todo, Elsie —le sonreí —. Gracias por tu ayuda —negó —. Eres una buena persona y te aseguro que cuando esto termine tú también saldrás de este horrible lugar.
—No te preocupes por mí, yo voy a estar bien. Te voy a preparar un caldo para que comas y después te ayudo para que te des una ducha, ¿de acuerdo? —asentí —. Descansa un poco.
Elsie me dejó sola en la habitación. Quise dormir un poco, pero cada vez que cerraba los ojos tenía la imagen de Carson muerto en el suelo. No vi su cuerpo, pero estaba segura de que lo estaba. Ellos lo mataron por órdenes de Mark y eso me hacía sentir tan culpable. No podía dormir en paz sabiendo que estaba muerto por mi culpa. Lloraba a mares intentando dormir, el dolor y las heridas no me dejaban descansar. Además de que tenía miedo de que al estar dormida Mark entrara a la habitación y terminara con lo que empezó horas atrás. Él me quería ver muerta, ahora ya no tenía motivos para mantenerme con vida y lo mejor sería deshacerse de mí. Estaba segura de que en cualquier momento lo haría, me iba a matar con sus manos.
Elsie me llevó de comer a la cama y se aseguró de que me tomara las medicinas que recetó el doctor. Me ayudó a ducharme y me dio vergüenza que me viera llena de golpes y moratones. No dijo nada y tampoco tenía que decirlo, ya que su mirada decía más que mil palabras. Cualquier persona hubiera sentido lástima por mí, al verme en ese estado.
—¿Mark está en la casa? —le pregunté a Elsie.
—Salió hace rato —dijo.
Me ayudaba a ponerme ropa limpia.
—No dormiste, ¿verdad? —la miré —. Necesitas descansar. No te hace bien estar despierta.
—No puedo dormir, no quiero que Mark llegue y me mate mientras duermo. No me podré defender —me metí bajo los cobertores.
—Yo te voy a cuidar de él —aseguró —. No te va a poner un dedo encima mientras yo te cuide —acarició mi cabello.
—No te puedo pedir eso.
—No es ningún trabajo —acomodó los cobertores a la altura de mis pies —. Duerme y cuando la cena esté lista te la traigo —dio la vuelta para salir de la habitación.
—Elsie —la llamé antes de que saliera —. Tienes un lugar ganado en el cielo —solo me sonrió y me dejó sola de nuevo.
Esta vez sí me quedé dormida por los medicamentos. Ya no podía mantener los ojos abiertos por más que forcé a mi cuerpo a mantenerse despierto y alerta. El cansancio pudo más que yo y terminé durmiendo un par de horas. Desperté de golpe en el momento que escuché gritos provenir de la parte de abajo. Salí de la habitación sin hacer ruido por si Mark andaba por ahí.
—¡Te odio! ¡Eres el peor ser humano que existe en este mundo! ¿Cómo pudiste?
—¿Jean? —esa era la voz de Jean.
¿Qué hacía Jean en la casa de Mark? ¿Qué estaba pasando?
—¡Cierra la boca, mocosa metiche! No quieres que te haga lo mismo que a tu hermana —escupió Mark. Me acerqué a las escaleras. Jean se encontraba discutiendo con Mark y su ropa estaba manchada de sangre.
—¿Qué le hiciste? —llamé su atención. Al verme, Jean corrió hacia mí —. ¿¡Qué le hiciste!? —exigí saber.
—Val —Jean llegó a mí. La examiné para saber que estaba bien, que ese bastardo no le hizo nada —. ¿Qué te hizo? —preguntó mi hermana.
—¿Estás bien? —sus ojos se llenaron de lágrimas tras mi pregunta.
—¿Qué te hizo? —indagó.
—Jean, responde.
—Lo mató, Val —su barbilla tembló —. Mark mató a papá —sentí un gran dolor en el pecho, como si me hubieran enterrado una daga en el corazón —. Lo mató frente a mí, lo vi todo —arrastré la mirada hacia Mark, él también tenía sangre en la ropa.
—¿De quién es la sangre?
—Es de papá —respondió —. Lo mató. Papá está muerto.
—Y ustedes también lo van a estar si no cierran la boca —subió las escaleras. Me tomó del brazo mientras Jean le pedía que me soltara.
—¡Suéltala! —gritó —. ¡Suéltala, malnacido! —Jean cogió a Mark del brazo y este en un intento para zafarse de ella la empujó arrojándola al suelo.
—¡No vuelvas a poner tus asquerosas manos en ella! —me le planté de frente y le solté una bofetada en la mejilla. Elsie apareció en el pasillo —. Nunca, en tu asquerosa vida la vuelves a tocar —escupí. No sé de donde salió esa fuerza que me ayudó a enfrentarlo. Elsie ayudó a Jean y cuando Mark me iba a golpear de nuevo, Ramsay lo llamó desde abajo.
—¿Qué? —respondió de manera hostil.
—Está hecho —Ramsay me echó una mirada de reojo, mientras que yo lo fulminaba con la mía. Me producía una rabia verlo ahí de pie sabiendo que entre él y Henderson mataron a Carson.
—Dile a tu matón que salga de la casa. No lo quiero ver —le dije a Mark.
—Tú no me das órdenes —masculló.
—¡Lárgate antes de que yo también te mate cómo lo hiciste con Carson! —le grité a Ramsay —. ¡Vete, lárgate maldito asesino! —Ramsay no se movió de su lugar. No lo haría hasta que Mark le dijera qué hacer. Él solo seguía órdenes de mi estúpido esposo.
Al final, Mark bajó con Ramsay y los dos desaparecieron de mi vista. Estaba alterada cuando entré a la habitación, no me podía calmar. Estaba nerviosa.
—¿Qué está pasando? —preguntó Jean en cuanto entramos a la habitación. Elsie cerró la puerta con seguro y se quedó pegada a esta.
—Primero dime qué sucedió, ¿por qué Mark mató a papá? —nos sentamos en el colchón. Jean tenía los ojos rojos e hinchados, por tanto, llorar.
—Mark llegó muy alterado a la casa —empezó a explicar —. Yo me encontraba en la sala viendo una película cuando entró y se dirigió al despacho de papá. Los primeros minutos no se escuchaba nada, pero después empezaron los reclamos y los gritos. Mark le decía a papá que le había robado y que necesitaba que le devolviera todo el dinero que tomó. Le exigía que pasara el dinero a su cuenta si no...—tragó saliva. Cogí sus manos —. Le dijo que si no lo hacía le iría peor y lo dejaría en la calle. Papá negaba todo, decía que él no tenía nada —fruncí el ceño —. Pero yo sí sé quién le robó ese dinero, fue Andrew —se mordió el labio.
—¿Qué? —parpadeé.
—Andrew le robó ese dinero a Mark ahora que estuvo en la casa. Fue él y por su culpa papá está muerto —empezó a llorar —. Papá murió, Val estamos solas —sollozó.
—Siempre hemos estado solas, Jean, pero nos tenemos una a la otra y yo nunca te voy a dejar —le dije para tranquilizarla —. Dime qué más pasó.
—Cómo papá negaba todo, Mark se enojó y lo golpeó. Al escuchar el ruido decidí entrar al despacho y fue en ese preciso momento que Mark sacó su arma y le disparó a papá. Quise ayudarlo y llamar a la ambulancia, pero me obligó a venir con él.
—Effie, ¿cómo está?
—Ella está bien, Mark no le hizo nada. Se quedó en la casa —cogí el control remoto de la televisión y la encendí en el canal de las noticias. En algún momento tenían que decir algo de papá — ¿Y a ti qué te pasó? Fue Mark, ¿verdad? —asentí con pesar —. ¿Por qué?
—Descubrió que lo he estado engañando con Carson, me descubrió en su departamento, lo mandó matar y a mí me hizo esto —Jean negó con la cabeza.
—Es un monstruo. No sé cómo papá te pudo obligar a casarte con él.
—Le convenía que me casara con él.
—Y mira cómo terminó —musitó Jean. Exhaló. Elsie se acercó.
—Te voy a traer ropa limpia, ¿sí? Y algo de cenar —apoyó las manos en los hombros de Jean.
—Mil gracias, Elsie —sonrió y salió para buscar ropa limpia para Jean.
—Esto es una pesadilla —murmuró Jean —. ¿En qué momento nuestra vida se arruinó de esta manera? Ojalá que esto fuera solo una pesadilla.
—Pero no lo es. Para nuestra desgracia es nuestra triste y cruel realidad, pero te aseguro que va a terminar pronto. Mark va a salir de nuestras vidas y nos vamos a ir de aquí, ¿sí?
—¿Cómo? —preguntó —. ¿Cómo lo vamos a hacer si la única persona que nos podía ayudar está muerta? No confío en nadie, Val, en nadie. Carson era el único en quien confiaba y ya no está —musitó.
De nuevo sentí este dolor en el pecho. La culpa de que por mí había terminado así. Eso fue lo que le dijo Ramsay a Mark hace rato, que ya se habían hecho cargo de Carson y quién sabe donde habrían dejado su cuerpo, si es que aún quedaba algo de él.
—Todo es mi culpa. Todo esto es culpa mía y de nadie más —Jean negó con la cabeza.
—No es tu culpa, es culpa de nuestro padre por hacer negocios con ese enfermo. Ni tú ni yo tenemos la culpa de las malas decisiones que tomó nuestro padre. Solo somos unas víctimas y ahora tenemos que pagar las consecuencias —los ojos me ardieron —. ¿Qué vamos a hacer, Val?
—No sé, me siento perdida y creo que no podremos salir de aquí.
—Todos se van a dar cuenta de que no estás, Beth, en el orfanato. Se acerca la boda de Rhona. Eres la dama de honor —negué con la cabeza.
—Mark es un perfecto mentiroso, Jean, va a inventar lo que sea y todos le van a creer, siempre le creen a él —musité.
—No sé cómo le vamos a hacer, pero te aseguro que vamos a salir de aquí y todo esto va a terminar —asentí.
Yo también esperaba que las cosas salieran bien y que el padre de Carson pudiera obtener esa orden de aprehensión para Mark, que lo detuvieran y nos sacaran de aquí. Quería irme de este lugar cuanto antes e intentar sanar las heridas que aún tenía abiertas y sangraban.
—Dicen que la esperanza es lo último que muere —dijo Jean. Me limpié las mejillas con el puño del pijama.
—¿Eso piensas tú? —encogió un hombro.
—No sé, pero quiero aferrarme a algo y es lo único que tengo ahora, Val.
—Te juro que vamos a salir de aquí, no sé como, pero saldremos de aquí —me abrazó.
—Te quiero mucho, Val.
—Y yo te quiero a ti, Jean. Te quiero mucho.
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¿Qué tal el capítulo? ¿Les gustó?
Este capítulo estuvo fuerte y aún quedan muchas dudas que serán resueltas en los próximos capítulos. Todas sus dudas se van a resolver, se los aseguro. Solo les puedo decir que el siguiente capítulo estará cardiaco, aquí vamos a ver quienes son aliados, quienes son traidores y el final se acerca, así que prepárense porque yo llevo meses planeando el final de este libro.
Besos y abrazos.
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