Capítulo 35. 🦋
Valerie
—¿Val? —preguntó Jean. Íbamos de camino al orfanato. Quería ver a Caris y los otros niños, que ella misma dijo, se robaron su corazón.
—Dime —la miré.
—¿Está mal si te digo que me gusta cuando papá no está? —jugó con sus dedos.
—¿Por qué lo dices? —levantó la cabeza y me miró.
—Él no quiere que esté contigo, dice que eres una mala influencia —bufé. Lo suponía —. Dice que no tengo que hacer caso a nada de lo que me dices. Además —se mordisqueó el labio —. Tampoco me gusta venir cuando está Mark, no sé —encogió un hombro —. No me da buenas vibras —puse una mano sobre la suya para tranquilizarla.
—¿Te confieso algo? A mí también me gusta cuando ellos no están —nos reímos juntas —. No te preocupes, Jean esto va a terminar pronto.
—¿A qué te refieres con eso? —juntó las cejas.
—Yo sé lo que te digo —aseguré.
No podía decirle lo que en realidad estaba pasando porque sería un golpe muy duro para ella saber a lo que en realidad se dedicaba nuestro padre y lo que hacía junto a Mark. Los dos eran una porquería de persona.
Jean no preguntó nada y yo tampoco le dije más, no quería que estuviera pensando en eso todo el día. Así que no insistí en el tema. Cuando llegamos al orfanato Beth ya se encontraba ahí jugando con los niños.
—Val —me guio hacia la oficina mientras que Jean iba al jardín con los niños.
—¿Qué pasa? —pregunté, asustada.
—En la oficina están Arya y su esposo —ese fue un golpe a mi dura realidad.
—¿Qué? —nos detuvimos en el pasillo desde donde se alcanzaba a ver la oficina, ya que una parte de la pared estaba hecha de vidrio. Dentro se encontraba Arya y su esposo hablando con Evina y Grizela.
La adopción de Caris estaba cada día más cerca y yo no podía estar más feliz por ella, sin embargo, me hubiera gustado que las cosas se dieran diferentes con esa niña. Me hubiese gustado ser yo la madre de Caris y darle todo el amor que tenía para ella.
—Val, lo siento —palmeó mi brazo —. Lo siento tanto.
Llevé mi mano al collar que me regaló Carson y lo apreté con los dedos.
—Lo sé, es solo que me hubiera gustado que todo fuera diferente —la miré —. ¿Me entiendes? —asintió —. Si no hubiera estado casada con Mark te aseguro que hubiera metido los papales de adopción.
—Sí lo sé. Quieres mucho a Caris y ella te quiere a ti —no podía sonreír cuando mi corazón se estaba haciendo añicos —. Solo piensa que va a ser muy feliz y que ellos le van a dar la vida que merece —asentí.
—Es lo que pienso todos los días desde que Arya vino a decir que quería adoptar a Caris —exhalé.
Beth palmeó mi hombro. Nos quedamos esperando afuera para que ellos pudieran hablar en paz sin que se sintieran presionados o que estorbábamos. Tardaron algunos minutos hablando con las hermanas. Ellas se tenían que asegurar que el matrimonio que adoptara a alguno de esos niños fuera el correcto y que el hogar estuviera en buenas condiciones. Caris sería feliz en la casa de los Mitchell, la propiedad era enorme, tenía jardín y piscina, además que contaría con su habitación, no cómo en el orfanato donde tenía que compartir una cama con otra niña. Con los Mitchell cómo sus padres ella tendía una habitación de un bien tamaño para ella solita, toda la ropa que les pidiera y muchos juguetes. Eso era lo único que me consolaba y me hacía sentir menos miserable.
Al salir nos despedimos de Arya y su esposo. Mientras Beth se quedó hablando con las hermanas yo salí con los niños y hablé con Caris. Nos sentamos en una de las bancas que había en el jardín. Quería decirle muchas cosas, pero no agobiarla con tanta información innecesaria.
—Me dijo uno de mis hermanos mayores que esa señora bonita me va a llevar a su casa —la miré.
—¿Cuál de tus hermanos te dijo eso? —pregunté. Levantó el brazo señalando a Antón, uno de los niños mayores con el dedo —. Antón —asintió —. ¿Y qué más te dijo?
—Dijo que ellos me van a dar muchas cosas, ¿eso es cierto?
—Sí, ellos te van a dar todo lo que te mereces —sonrió —. ¿Pero sabes que más te van a dar? —encogió los hombros —. Mucho, mucho amor —la senté en mis piernas. Apoyó su mejilla contra mi pecho.
—Yo quería que fueras mi mamá, Val —un nudo se formó en mi garganta.
—Yo también quería ser tu mamá, Caris, pero te aseguro que Arya y su esposo van a ser buenos padres para ti. Te van a querer mucho y te van a consentir demasiado —la apreté a mi pecho.
—¿Lo juras? —asentí —. ¿Me vas a visitar en mi nueva casa?
—Cada que tú quieras —estaba a nada de soltar una lágrima cuando Jean llegó por Caris para llevarla a jugar con los demás niños. Antón no tardó en acercarse y sentarse a mi lado.
—¿Por qué no pediste su adopción? —preguntó. No entendí su pregunta hasta que lo miré a la cara.
—¿Por qué me preguntas eso?
—Caris te quiere mucho —dijo serio, pero con algo de coraje marcado en la voz.
—Y yo la quiero mucho.
—No parece. Tú la hubieras adoptado, eres la esposa del primer ministro de este maldito lugar —masculló —. Ella hubiera estado mejor contigo.
—Ellos son buenas personas y harán feliz a Caris —intenté razonar con él.
—Pero hubiera estado mejor contigo.
—Lo sé y no voy a discutir contigo por cosas de adultos que no entiendes. Te aseguro que Caris va a estar mejor con ellos que conmigo —lo miré —. Me voy a encargar de que así sea —no me creía.
—Antón, no la culpes a ella por cosas que se salen de sus manos —le dijo Evina —. Mejor ve a ver a tus hermanos —Antón me miró y obedeció a Evina —. Siento lo que te dijo —Evina se sentó a mi lado. Antón llegó con Caris y la cargó en sus brazos.
—No lo culpo, lo entiendo —le dije.
—No debió decirte nada.
—Tal vez, pero en algo tiene razón; quiero a Caris y me hubiera gustado ser su mamá, pero las cosas no se dieron cómo me hubiera gustado.
—Las cosas pasan por algo, Valerie, recuerda eso —asentí.
Iba a doler llegar a este lugar y no ver a mi niña, sin embargo, ella merecía esa bonita familia y más. Caris sería feliz con Arya cómo su madre y Arya sería feliz con una hija cómo Caris, ese era mi único consuelo.
**
Aquella mañana Mark regresaba de aquel viaje de negocios cómo él lo llamaba, aunque yo sabía la verdad de lo que fue a hacer a ese lugar. Y me producía asco y repulsión saber lo que él y mi padre hacían cuando nadie los veía. Eran malas personas y tenían que pagar por todos los crímenes que cometieron a lo largo de los años.
Esa misma noche se llevaría a cabo la cena de compromiso de Rhona con Naekail y no podía evitar sentirme mal por ella. La iban a obligar a casarse con un hombre al que no amaba y que no conocía de nada, porque si bien era sabido que la Graham y los Pollock tenían una buena amistad, Rhona nunca se llevó bien con los hijos de ellos. Naekail era el de en medio, reservado, intelectual, aplicado y se hacía cargo de los negocios de sus padres. Calem, su hermano mayor quien ya se había casado, tenía una niña y ayudaba con los negocios familiares y por último su detestable y mustia hermana menor, Niamh, caprichosa, egoísta y avariciosa. Los tres compartían los rasgos coreanos de su madre, pero sin duda alguna el que más se parecía a ella era Neakail.
No me sentía muy bien tras lo ocurrido con Caris. Ya había empezado su proceso de adopción y no dudaba que Arya y su esposo fueran aptos para ser sus padres. Aún me dolía pensar que si las cosas fueran diferentes y no estuviera casada con el monstruo de Mark podría adoptarla y darle una familia. Pero también estaba segura de que con Arya sería feliz.
Ya había ido a dejar a Jean a la casa de mi padre para que no me dijera nada o a ella. Escuché que un auto entró a la propiedad. Me asomé por la ventana y vi el auto de Mark entrar. A los pocos segundos Elsie entró a la habitación.
—El señor llegó —informó.
—Gracias, Elsie, puedes retirarte —asintió y salió de la habitación cerrando la puerta. Me miré al espejo y acomodé mi falda alisando la tela con las palmas. Unos minutos más tarde la puerta se abrió y mi horrible esposo entró a la habitación.
—Pensé que me ibas a recibir en el lobby —cerró la puerta. Se acercó y lo primero que hice en lugar de saludarlo con un beso en la mejilla fue darle una bofetada que me hizo doler la palma de la mano y los nudillos cuando le di otra con el reverso.
—¡Eres un monstruo! ¿Cómo puedes permitir que obliguen a tu hermana a casarse con un hombre al que no ama? —bramé. Mark giró la cabeza y me miró con esos ojos llenos de maldad —. ¿Le harás lo mismo que a mí? —indagué. Estaba a punto de soltarle otro golpe cuando me golpeó la mejilla con la mano.
El golpe fue tan inesperado que me hizo caer a la cama rebotando sobre el colchón. La mejilla me ardió y quemó. Antes de siquiera pensar en incorporarme ya lo tenía frente a mí agarrando mi cabello, me arrojó al suelo y se inclinó en mi dirección.
—¿Cómo te atreves a golpearme? Maldita perra —escupió. Se quitó el abrigo y se tomó el tiempo para colgarlo sobre el respaldo del sofá. El golpe me dejó aturdida y el cuero cabelludo me ardía cómo el infierno. De nuevo se acercó, subiéndose las mangas de su camisa a la altura de los codos.
—Eres un cerdo...—lo miré desde abajo con tanto odio y rencor
—Eres una estúpida, Valerie. ¿Creías que no me iba a enterar? —no quise darle la satisfacción de verme derrotada y darle la razón —. Lo sé todo.
¿A qué se refería exactamente con que sabía todo? ¿Se refería a mi relación con Carson o a qué?
—Sé que ya sabes de mi amante —tragué en seco. La garganta se me secó en ese instante —. La muy estúpida me lo dijo todo. ¿Para qué fuiste a buscarla? ¿Qué querías saber exactamente? —me agarró del cabello y sentí cómo me arrancaba algunos, desprendiéndolos de mi cuero —. Y no me mientas porque me voy a enojar más.
—Solo quería conocerla, saber quién era tu amante —entornó los ojos. Su agarre se hizo más fuerte.
—¡Te dije que no me mientas! —gritó en mi cara —. No soy idiota, Valerie.
Soltó mi cabello arrogándome contra el suelo. Se me fue encima golpeándome en el estómago, soltando patadas y puñetazos mientras gritaba que lo tenía harto y que lo mejor era deshacerse de mí.
—Ojalá que estuvieras muerta —escupió cuando se cansó. El dolor se hizo presente en pocos segundos —. Te voy a enseñar quien manda aquí —dijo al mismo tiempo que se quitaba el cinturón. Entendí lo que quiso decir a la primera.
—Mark, no —le pedí. Hizo caso omiso a mis súplicas. Me cogió del brazo y me llevó a la cama —. No me hagas esto, por favor —le pedí entre lágrimas y sollozos —. Por favor, por favor. No me hagas esto.
Me dio un aventón hacia el colchón, caí y me arrancó la ropa. Mi vista se nubló cuando las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas.
—Te voy a enseñar quién manda aquí, a quién debes hacerle caso y si me vuelves a desobedecer haré estro una y otra vez. Jamás me voy a cansar de esto, pequeña perra —me jaló de los tobillos, atrayéndome a su cuerpo. Se bajó los pantalones y con solo una embestida ya estaba dentro de mí.
—Mark...—gimoteé —. No lo hagas —me inmovilizó poniendo mis manos a cada lado —. Por favor.
—Ya lo estoy haciendo, esposa mía —cogió mi barbilla, hundiendo sus dedos en mis mejillas —. Y no sabes cómo lo estoy disfrutando.
Giré la cabeza para no verle la cara y contemplar la maldad que emanaba de él, cómo me miraba mientras estaba abusando de mí sin que pudiera hacer nada.
—Te haré mía hasta que me sacie de ti. Hasta que me des un hijo, ¿y sabes qué va a pasar después? —empujó dentro de mí con tanta fuerza que me dolió por dentro. El dolor se profundizó cuando se apoyó a la altura de mi estómago donde me pateó al menos tres veces —. Cuando me des un hijo me voy a deshacer de ti cómo la puta zorra que eres —sonrió.
Me quedé en shock, petrificada y sintiéndome como basura. Cuando terminó salió de mí y me advirtió que me quedara en mi lugar y que no dijera nada. No podía, me sentía tan ultrajada cómo para decir alguna palabra. Me había quedado muda ante su siniestro actuar.
—Aún no tengo suficiente de ti —señaló. Se acercó después de ir al baño —. Ya te dije que esta noche tienes que quedar embarazada —se mofó. Se colocó frente a la cama, me obligó a ponerme de rodillas sobre el colchón y me penetró con fuerza —. Yo pagué mucho dinero por ti, Valerie, para que seas mi esposa y me cumplas en la cama —me agarró de las caderas, me embistió una y otra vez. Una y otra vez con más fuerza que la anterior —. Serás una señora de sociedad ante los demás, pero serás mi puta en la cama. Te voy a follar cada que se me pegue la puta gana hasta que quedes embarazada de mi primogénito. ¿Entendiste? —asentí —. ¡No te escuché!
—¡Sí! —respondí.
—Así me gusta —gruñó. Se asemejaba a una bestia sin control ni raciocinio.
Las lágrimas no parabas de brotar de mis ojos, mojaban mis mejillas y las suaves sabanas debajo de mi cuerpo, el que ahora mismo era ultrajado por mi asqueroso violador.
Se corrió dentro de mí una vez más y cuando terminó me botó como si fuera una basura. Se medio subió los pantalones solo para guardar su pene y me miró con desdén.
—Date un baño y ponte ropa bonita, esta noche es la cena de compromiso de mi hermanita —entró al baño y me solté a llorar con tanto dolor y rabia. Yo que siempre me creí fuerte y valiente ahora me sentía como si no valiera nada. Mark me usó a su antojo, me tomó a la fuerza y esto no lo podría olvidar jamás.
**
—No debió decirle nada —Elsie me ayudaba a vestirme. Me dolía todo el cuerpo que ni siquiera me podía mover sin quejarme. El lado izquierdo me quedó morado por los golpes que me propinó. Mark no era idiota, me golpeó donde nadie pudiera ver lo que me hizo. Debía aceptar que era muy listo.
—No me podía quedar callada —le dije. Elsie negó con la cabeza —. Es una injusticia.
—Injusticia es esto —se refería a los golpes. Los analgésicos que me dio estaban haciendo efecto, pero los moratones eran grandes y visibles.
Me sostuve de la puerta del closet para que me ayudara a subirme el vestido. Todo me dolía a horrores, como si un auto me hubiera pasado encima. Me quejé cuando la tela rozó a la altura de mis costillas y tuve que morderme la lengua.
—Lo siento, lo siento —se disculpó Elsie. Subió el cierre y giré a verla —. Se ve hermosa, tan bonita cómo una princesa —le sonreí.
—¿Me ayudas con mi abrigo? —asintió.
—No debería ir, no está bien de salud.
—Ya dijo el doctor que no tengo ningún hueso roto —le dije. Sacó el abrigo dentro del closet y me ayudó a ponerlo.
—Pero los golpes siguen ahí —deslicé el brazo dentro de la manga del abrigo.
—Ya está pasando el dolor —negó con la cabeza.
—No puedo faltar, Mark me va a matar si no asisto a esa cena.
—Pero si casi la mata —llevé el dedo a mis labios.
—No repitas eso, menos cuando él esté en la casa —le pedí. Asintió.
—De acuerdo. Por favor si se siente mal me llama, ¿sí? —asentí.
Me acompañó escaleras abajo, ya que me movía lento por los golpes en las costillas. Cuando llegamos al lobby Mark se encontraba sentado en uno de los sillones de la sala, bebiendo whisky.
—Estoy lista —musité.
Mark esperó a terminarse el whisky, dejó el vaso encima de la mesita y se levantó. Llevaba puesto un esmoquin negro con una camisa blanca. ¿Cómo podía estar tan tranquilo después de que me dio una paliza?
—Qué bonita se ve mi esposa esta noche —dejó un beso feroz y fugaz sobre mis labios. Forcé una sonrisa para no hacerlo enojar —. Vamos —Elsie soltó mi brazo dejándome ir con Mark. Menos mal que Mark le dio unos días libres a Carson, no hubiera podido verlo a la cara sabiendo que Mark me había golpeado horas antes en la habitación.
Subí al auto delante de Mark, me acomodé en el asiento y cerró la puerta detrás de sí. Le ordenó a Henderson que manejara y este no dudó ni un segundo en arrancar y salir de la propiedad. No tardamos en llegar a la casa de los padres de Mark, ya se encontraba la familia de Neakail cuando entramos.
A la primera persona que vi al entrar fue a su nefasta madre, al verme efectuó una mueca de desagrado que le correspondí porque si ella era despreciable yo lo era más. Detrás de ella apareció Rhona que al verme caminó hacia mí, me abrazó y me quejé cuando sus brazos rodearon mi espalda. Se separó de inmediato.
—¿Estás bien? —puso sus manos en mis hombros. Mark me ayudó con el abrigo.
—Ella está bien, solo exagera cómo tú —le dijo a Rhona. Miré a Mark con ganas de matarlo yo misma, pero recordé lo que me hizo y se me quitaron la ganas, aunque el odio persistía ahí como si fuera una daga que se hundía más y más dentro de mi carne y la pudría a su paso.
—¿Cómo estás tú?
—Nerviosa, no te puedo mentir. Ellos están ahí —señaló. Me estiré y alcancé a ver a Neakail. Era muy alto cómo para no notar su presencia.
—¿Cuánto mide ese hombre? Es cómo un poste —musité y nos reímos. Rhona era muy bonita y cuando sonreía mucho más.
—No sé, ni siquiera me atrevo a verlo a la casa, me intimida —admitió.
—Ven —la llevé junto a mí con los demás que esperaban en la sala. Ahí se encontraban los padres de Mark, los padres de Neakail, su perra hermana y el novio. No recordaba cuando fue la última vez que lo vi, pero no había cambiado mucho. Mantenía ese corte de cabello, el porte y la elegancia las mismas características de su padre y su madre.
—¡Aquí está Valerie! —informó la madre de Neakail. Me acerqué a saludarlos, pero a su hija la ignoré como si fuera peste. Tenía ese gesto en el rostro como si odiara a todo el mundo. O tal vez el mundo la odiaba a ella por eso era tan nefasta.
—Buenas noches, señores Pollock —los saludé. A ella la saludé cómo lo hacen en su país. Me incliné hacia delante y ella hizo el mismo gesto. Ya no dolía tanto, sin embargo, la molestia continuaba ahí y no se iba a ir por algunos días.
Cuando iba a saludar a Naekail él estiró la mano, lo miré y la cogí. Me soltó y bebió de su copa.
—Qué bonita te ves esta noche —dijo su madre.
—Gracias.
—No es para tanto —escupió mi suegra, siempre tirando su veneno en el momento menos indicado.
Cuando su esposo y su hijo vayan a dar a prisión ya la quiero ver arrastrándose cómo la víbora que es.
Mis pensamientos se volvían más turbios, o tal vez eran los analgésicos que me tomé para el dolor. De todos modos pensaba eso de ella, era una maldita y no merecía compasión de nadie. Lo sentía por Rhona, pero para ese momento, cuando detuvieran a su hermano y a su padre ella ya estaría casada con Neakail y deseaba de todo corazón que su vida no fuera cómo la mía y que él sí la tratara bien, cómo lo merecía. Su madre me daba igual, ojalá que se pudriera en el infierno junto a su esposo y su hijo.
—¿Pero qué dices? —habló la señora Pollock —. Es tan bonita cómo su madre.
Le agradecí con una sonrisa.
Me alejé con Rhona a mi lado. Cogí un vaso y bebí un poco de vino. Mark se quedó con su padre y el padre de Neakail, quizá estaban hablando de cómo se iba a realizar la boda y los términos de esta. Tenían que llegar a un acuerdo que les conviniera a los dos.
—Tu prometido no es nada feo —Rhona miró a Neakail y desvió la mirada en cuanto él la miró.
—¿Ah sí? —la miré y puse los ojos en blanco.
—Por Dios, Rhona, es muy guapo —ambos lo miramos. El cabello negro y lacio le caía en la frente, sus ojos rasgados eran solo dos pozos vacíos que carecían de emociones. No se veía molesto o feliz por esta cena. No había nada en esa mirada desinteresada.
—¿Segura que estás bien? —preguntó Rhona a mi lado.
—Lo estoy —me llevé una mano a la zona adolorida —. No seas modesta —le dije —. Es muy guapo y no tiene cara de ser un maldito —me serví más vino y lo bebí de golpe bajo la mirada de mi cuñada.
—No me mientas, Val.
¿Qué ganaba con decirle la verdad, que ella también le reclame a su estúpido hermano y que también la golpeara igual o peor de cómo me golpeó a mí? Tal vez con ella no tenía compasión y la terminaba medio matando. No quería eso para ella, no se lo merecía.
—No miento, Rhona estoy bien —me serví una tercera copa de vino y lo bebí de golpe para apaciguar estas ansias que me comían por dentro.
—¡Vengan todos aquí! —informó mi querida suegra con esa voz nefasta que odiaba escuchar. Lo sentía por Neakail porque ahora tendría que soportarla hasta el resto de su vida, si antes no quería deshacerse de ella.
Rhona y yo regresamos a la sala con los demás. Neakail se encontraba con su familia. Era raro no ver a su hermano mayor en esta cena cuando tenía que estar aquí para ver a su hermano comprometerse con Rhona. Tal vez tenía algo más importante qué hacer cómo cuidar de su esposa y su hija.
—Esta noche es muy significativa para nuestro hijo —informó su madre —. Esta noche va a pedir la mano de Rhona Victoria Graham —decía aquello con una gran sonrisa, como si esto no estuviera mal, como si ellos sí se quisieran comprometer —. Rhona, esta noche no solo te comprometes a casarte con mi hijo, sino que también formas parte de esta familia.
Todos se veían felices con la noticia, menos Niamh, ella parecía estar pasándolo mal y odiaba el tener que estar aquí. Ella lo único que quería era arrancarle la cabeza a alguien.
—Desde este momento y hasta que quieras dejar de ser la esposa de mi hijo te vamos a cuidar y querer cómo a una hija —Rhona estaba casi llorando con las palabras de su suegra.
—No sé qué decir.
—No es necesario que digas nada —habló el señor Pollock —. Eres bienvenida a esta familia —le sonrió.
Neakail se acercó, le entregó la copa con vino a su madre y ella le entregó una cajita forrada de terciopelo azul, la abrió y sacó un enorme anillo de compromiso.
—Rhona, ¿me aceptarías cómo tu esposo y compañero para toda la vida? —Rhona estiró el brazo y le entregó la mano a Neakail para que él le pusiera el anillo en el dedo anular.
Veía a Neakail y no estaba haciendo esto a la fuerza, él quería hacerlo porque lo deseaba, porque nadie lo obligaba a hacerlo. Lo hacía porque quería.
Rhona miró a sus padres antes de responder, ellos la amenazaban con la mirada, si no hacía lo que le estaban ordenando las consecuencias serían peores y estaba segura de que la paliza que me dio Mark se iba a quedar corta con lo que le harían a Rhona si decía que no.
—Acepto —la voz le tembló, pero terminó aceptando. Neakail se acercó y dejó un beso en su mejilla, muy cerca de sus labios. Rhona estaba temblando de los pies a la cabeza. No podía cómo explicarlo, pero ella ya estaba resignada a casarse con un hombre al que no amaba.
Todos aplaudieron y festejaron la próxima boda con el príncipe de Escocia (cómo así le decían en los medios de comunicación) y la princesa de la familia Graham. Yo solo pude pedir que su vida no fuera tan miserable cómo la mía. Le deseaba a Rhona de todo corazón que fuera feliz y que su futuro esposo la amara y respetara cómo ella lo merecía. Porque nadie tenía que pasar por una situación igual que a la mía o la de Rhona. Ni una mujer tenía que ser obligada a contraer matrimonio con un hombre solo por conveniencia o por complacer a su familia.
No sabía que iban a vender la exclusiva a la prensa, así que cuando una reportera y un fotógrafo entraron a la casa me sorprendí al ver que mi horrible suegra había sacado provecho de todo. Entrevistaron a los futuros esposos y a la familia. También a mí y a Mark. Tuve que mentir y fingir que estaba feliz por mi cuñada cuando era todo lo contrario, solo quería que ella fuera feliz con alguien a quien sí amara.
Al final de la noche le tuve que pedir a Mark regresar a la casa porque no me sentía nada bien, el efecto de los analgésicos estaba pasando y el cuerpo me empezaba a doler horrores. Solo quería terminar con esta tortura y dormir para siempre.
Nos disculpamos con la familia del novio y los padres de Mark. Antes de nosotros ya se había ido Niamh, no parecía estar feliz con la noticia de que su hermano se iba a casar con Rhona. Cómo dicen por ahí "Ojo de loca no se equivoca" y estaba segura de que esa mujer sería un problema para Rhona y le haría la vida imposible.
Tenía que advertirle a Rhona que se cuidara de Niamh y de su propia madre, esas dos eran un par de víboras que no la dejarían ser feliz. Hasta que no las sacara de su vida no sería feliz por completo.
Al llegar a la casa bajé del auto y ya no soportaba el dolor de mi cuerpo. Sentía que cada respiración era cómo una daga que se incrustaba en mi carne. Cada paso dolía más que el anterior y cada roce de mi piel con la tela del vestido me ardía cómo el infierno.
—Quiero dormir —le dije a Mark. Me empujó dentro de la casa y me cogió del brazo para subir la escalera —. ¿Qué haces? —chillé.
—Esta noche me vas a cumplir en la cama —me dio otro empujó que dolió más que el anterior —. Lo harás cada noche hasta que me digas que estás embarazada.
—Mark...—tropecé con la tela de mi vestido y caí de rodillas en los escalones —. Espera.
—Cierra la puta boca —me obligó a ponerme de pie y de nuevo me empujó escaleras arriba.
—Mark, no lo hagas —le pedí. Llegamos a la puerta de la habitación, abrió y me empujó dentro.
—¡Te dije que cierres la boca! —cerró la puerta —. Quítate ese vestido y cumple con tus obligaciones cómo mi mujer.
Lo maldije mil veces dentro de mí y juré que me iba a vengar de él. Lo mataría con mis manos y bailaría sobre su tumba feliz y riéndome de él. Mark iba a pagar esta humillación y cada uno de los golpes, cada lágrima y cada golpe los pagaría con sangre. Lo iba a matar. Lo mataría yo misma.
🦋🦋
¡Hola y buenas noches!
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Quién más odia a Mark? Hagan fila aquí, vamos formadas.
No corregí el capítulo, si ven un error no me juzguen, por favor.
Les dije que las cosas se iban a poner peor y esto no es nada, se viene cosas peores. Aquí se van a cuestionar la moral de todos, porque todos son capaces de hacer lo que sea con tal de sobrevivir. Nadie se salva de cometer un error o una locura. Estos últimos capítulos son impactantes, habrá muchas revelaciones, traiciones, venganzas, secretos que salen a la luz y muertes. Prepárense porque el final se aproxima y será doloroso.
¿Teorías? Aquí. Las leo y respondo.
Besos y abrazos.
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