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Capítulo 25. 🦋

Valerie

La noche de la cena de recaudación había llegado y, aunque pensé que estaría nerviosa, no lo estaba. Me encontraba tranquila y emocionada por lo que estaba a nada de suceder. Con todo el dinero recaudado ayudaríamos a esos niños que necesitaban tanto y a quienes se les había negado esa ayuda. Después de esto me haría cargo de todos los pendientes que tenía cómo la esposa de Mark Graham.

Ser la señora Graham no solo implicaba tener un apellido reconocido, también tenía obligaciones con las que debía cumplir, pero ahora mi prioridad era salvar al orfanato y conseguirle un hogar a la mayoría de esos niños. Estaba consciente de que sería complicado, pero con la ayuda de Beth podíamos conseguir lo que sea y con el apellido de Mark sería más fácil. Después de todo, llevar el apellido de Mark me sería útil para algo.

—Te ves muy bonita esta noche — comentó Mark, entrando a la habitación. Se acomodaba las mancuernillas en los puños de la camisa.

Siempre dije que Mark era muy guapo y atractivo, sin embargo, todo eso quedaba de lado cuando lo conocías más y te dabas cuenta de que era una horrible persona.

—Gracias —lo miré a través del espejo y a penas le sonreí. Terminaba de ponerme los pendientes que usaría esa noche —. Tú también te ves bien —se acercó por detrás y apoyó las manos en mis hombros desnudos. Aquella noche decidí ponerme un lindo vestido negro con gruesos tirantes y un escote disimulado.

—Esta noche solo seamos esposos —deslizó su mano derecha por mi cuello hasta llegar a mi garganta. Me tensé en el momento que sus dedos se cerraron alrededor y sentí un horrible escalofrío, comerme la piel. Recordé aquella noche donde metió mi cabeza en la tina y cómo casi me ahoga de no ser porque se controló.

—Será complicado con todo el odio que sentimos por el otro —me mordí la lengua por decir aquellas palabras.

Tenía que hacerle caso a Carson y no provocarlo. Tenía que evitar responderle de esa manera tan agresiva para que no me fuera a lastimar cómo lo había hecho últimamente. Mark me hacía enojar a niveles insuperables. Nadie me hacía enojar cómo Mark y sentía más rabia por todo lo que sabía de él y lo que hacía cuando no era el honorable primer ministro de Edimburgo.

—Nunca te quedas callada —dibujó una media sonrisa en los labios. Tomó mi garganta y mi cuello, se estiró para acercar sus labios a mis labios —. Y eso me gusta de ti —abrí los ojos de par en par. Su voz era tranquila y muy baja. Como si estuviera sedado o algo así.

—Nunca me habías dicho algo tan lindo —musité. Sus labios se encontraban a solo un suspiro de mis labios.

—Esta noche estoy de buen humor —se apartó y lo agradecí con el alma. No quería que pusiera sus sucias manos sobre mí o que me besara de nuevo porque prometí que solo Carson me haría el amor y me besaría todas las veces que él quisiera hacerlo.

—Eso es raro en ti —me puse de pie y caminé hacia el closet para sacar las zapatillas de tacón que usaría con el vestido. Mark en su lugar terminaba de acomodarse las mancuernillas y procedía a ponerse la pajarilla alrededor del cuello. Me senté en la orilla de la cama para ponerme las zapatillas. Mark se acercó y me ayudó a ponérmelas, algo que nunca había hecho por mí.

—¿Es raro que esté de buen humor? —levantó la mirada hacia mí.

—Es raro porque parece que te molesta mi presencia a tu lado. Que respire cerca de ti —le confesé. Terminó de abrocharme las zapatillas y se irguió.

—No me molesta tu presencia, Valerie. Si no, ¿por qué me habría casado contigo? —alzó una ceja.

Iba a decirle que solo se casó conmigo por aparentar ser alguien que no era, porque le convenía que lo vieran casado con Valerie Balfour, la niña ejemplar, la chica buena que nunca había tenido novio porque se estaba reservando para su prometido. Quería decirle que me necesitaba para que pensaran que era un buen hombre y un marido ejemplar, sin embargo, me contuve de decirle algo y solo me encogí de hombros antes de que soltara todas y cada una de las palabras que tenía en la punta de la lengua.

—No sé, ¿por qué no me lo dices tú?

Fue muy tonto de mi parte creer que me iba a responder y me iba a decir por qué se casó conmigo. En lugar de responderme dio la vuelta y se puso el saco. En ese momento entendí que no me iba a responder, así que me puse de pie, agarré mi abrigo, mi bolso y me miré una última vez al espejo. El color rojo resaltaba en mis labios y me puse una gargantilla que le perteneció a mi madre. Sus joyas fueron lo único que tenía de ella, las pude esconder de Andrew para que no las malbaratara para obtener dinero.

No esperé a Mark, así que salí antes de la habitación y bajé las escaleras. Afuera de la puerta se encontraba Carson, con un traje diferente al que solía usar todos los días. Este era negro y por la calidad de la tela parecía de marca. También se puso una pajarilla y parecía no estar muy feliz con usarla. Llevaba el cabello bien peinado, lo que me permitía ver su rostro perfectamente.

—Buenas noches, señora Graham —dijo cuando me vio bajar los escalones. Hizo un asentimiento con la cabeza y le sonreí.

—Buenas noches, Carson —le dije.

Terminé de bajar y pasé a su lado para salir de la casa. Carson me siguió y me abrió la puerta para subir al auto. En la camioneta de atrás esperaban Henderson y Ramsay junto con dos de los guardaespaldas de Mark. Era un paranoico con la seguridad. Tal vez tenía miedo de que alguno de sus enemigos viniera por él y lo matara. Después de todo era un cobarde.

—Te ves hermosa —murmuró antes de cerrar la puerta. Le sonreí y desvié la mirada.

Mark no tardó en llegar y le ordenó a Carson que ya podía subir al auto. Este esperó unos segundos antes de arrancar para que Henderson subiera a su lado. Cuando Henderson subió al lado de Carson arrancó y salimos de la propiedad.

Mi celular empezó a timbrar de repente, así que lo saqué y me di cuenta de que era Beth. Seguramente se estaba preguntando donde estaba y por qué no había llegado cuando se suponía que ya tenía que estar con ella para recibir a los invitados.

¿Dónde estás? —preguntó, desesperada —. Los invitados están a punto de llegar.

—Lo sé, ya voy para allá. Llegó en quince minutos —Beth resopló.

Quince minutos, Valerie, ni un minuto más.

—No tardo —dije tranquila. Colgué y guardé el celular en mi bolso.

—¿Era Beth? —preguntó Mark.

—Sí, era ella. Dice que los invitados están a punto de llegar —me deslicé hacia delante —. Carson —su mirada se encontró con la mía a través del espejo retrovisor —. ¿Puedes meterte por un atajo para llegar más rápido? —Carson asintió con la cabeza.

Henderson le avisó a Ramsay que íbamos a tomar un atajo para llegar más rápido a la cena de recaudación.

No quería llegar tarde y quedar mal con los invitados que muy amablemente habían accedido a donar de su dinero para el orfanato. Si quería que nos apoyaran para futuros proyectos, no podía llegar tarde cuando entre Beth y yo éramos las anfitrionas a esa cena tan importante para nosotras.

—No es para tanto. No importa que lleguemos unos minutos tarde —comentó Mark a mi lado. Puse los ojos en blanco y me contuve de meterle un buen golpe por andar diciendo estupideces.

—Sabes que no me gusta llegar tarde —le recordé. Carson hizo caso omiso a los comentarios tontos de Mark. En su lugar pisó el acelerador y se metió por un atajo para llegar lo antes posible y no quedar mal con Beth. Mi amiga siempre estuvo ahí conmigo y ahora no podía dejarla sola cuando más me necesitaba. Este proyecto era de las dos y ambas teníamos que estar juntas cuando la cena empezara.

Minutos más tarde llegamos al recinto donde se llevaría a cabo la cena. Todo estaba perfectamente decorado para la ocasión y había luces por todas partes para llamar la atención de los invitados. El padre de Beth ayudó mucho con esto también y siempre le iba a estar agradecida por todo el apoyo que tuve de él y su familia. Ya no esperaba que mi padre hiciera algo por mí, había entendido que no le importaba y que nunca haría nada bueno por mí o por Jean.

—Deja el auto en un lugar seguro y después entran para que vigilen —les ordenó Mark a Carson y Henderson antes de bajar del auto.

Me ayudó, tomando mi mano y conduciéndome por el pasillo hacia la entrada principal. Me quitó el abrigo y se lo entregó a un hombre que los recogía y los guardaba en un armario con un número para reconocerlos al salir.

Al entrar fui recibida por Beth, ella esperaba a un lado de la puerta con su padre a un lado, acompañándola siempre. Al verme sonrió y me abrazó con efusividad.

—Qué bueno que ya estás aquí —correspondí a su abrazo —. Pensé que no llegabas —nos separamos y puse mis manos en sus brazos.

—No te iba a dejar sola en esto. También es importante para mí —me regaló una bonita sonrisa. Me hice a un lado para saludar al padre de Beth —. Señor, Vaughan —se portó cómo un caballero y dejó un beso en el dorso de mi mano.

—Buenas noches, Valerie —me sonrió —. Mark —se saludaron con un apretón de manos.

—Señor, Vaughan —hizo un asentimiento con la cabeza.

—¿Nos permiten? —Beth me tomó de la mano y me llevó con ella hacia una de las mesas.

—¿Pasa algo? —le pregunté.

—Estoy nerviosa —confesó, mirándome a la cara —. Es eso. Planeamos esta cena tanto tiempo y ahora no quiero que nada salga mal —tomé sus manos entre las mías, haciéndole saber que no la iba a dejar sola y estaría con ella a su lado.

—Todo va a salir bien, no debes temer —se mordió el labio.

—¿Eso crees?

—Estoy más que segura —le sonreí.

—Ay, Val, no sé qué haría sin ti —musitó.

—Somos las mejores amigas, Bethsy, eso nunca lo dudes —me agradeció con una sonrisa sincera.

Beth soltó una exhalación, un poco más tranquila.

—Vamos, tenemos una cena de recaudación que dirigir —apreté sus manos y regresamos a la entrada donde ya no se encontraban el señor Vaughan ni Mark. Eché un vistazo rápido y los vi frente a la barra pidiendo una bebida —. ¿Estás lista? —le pregunté.

—Más que lista.

En ese momento, Carson entró junto a Henderson y detrás de ellos Ramsay junto a los otros guardaespaldas de Mark. Tenía tanto miedo de que le hicieran algo que lo protegían a donde sea que este fuera. Por las noches también tenía hombres que le cuidaban el trasero mientras él dormía cómodamente en su cama.

—Carson se ve muy guapo —me dio un codazo en las costillas. Quise disimular que no lo veía, pero la verdad y siendo sincera había estado babeando por él desde que lo vi al subir al auto.

La miré y sentía que mis mejillas ardían.

—No lo niegues. Es muy guapo —me mordí el labio.

—Sí, la verdad es que sí —soltó un chillido cargado de emoción y casi se pone a brincar en su lugar.

—Ay, qué bonito, Val —le hice una seña llevando el dedo índice a mis labios para que no dijera nada. Alguien la podía escuchar e ir a decirle a Mark y todo se iba a ir por el caño —. Tu vida sería diferente si te hubieras casado con alguien cómo Carson —le di la razón por que la tenía.

A mi padre no le hubiera gustado que estuviera con alguien cómo Carson, iba a decir que no tenía dinero y que no estaba a mi altura. Me hubiera puesto muchos peros y jamás dejaría que fuera feliz con él. Si me hubieran dado a elegir entre Mark y Carson obviamente hubiera elegido a Carson por sobre todos los hombres.

—Ya lo sé, pero las cosas se dieron así y tengo que soportar a Mark —exhalé con agonía.

Mi vida era tan miserable que mi mejor amiga podía notar lo mal que lo estaba pasando al lado de Mark. Así que no dudó en hacerme sentir bien en ese momento.

—Perdón por recordarte a ese bastardo —escupió —. No debí hacerlo, menos esta noche —musitó.

—No te preocupes, Bethsy. Estoy bien —le sonreí.

—Sabes que lo que sea me puedes decir, ¿verdad? —asentí. Me dio un abrazo rápido y nos acercamos a la puerta para recibir a los primeros invitados que estaban entrando.

Mientras los invitados iban llegando se les ofrecía una copa con vino o champán para empezar la velada. Había desde políticos, empresarios, el jefe de la policía en Edimburgo, actrices a las que conocía la madre de Beth y muchas personas con mucho dinero que podían despilfarrar en una cena de recaudación. Lo que pagaron por la cena era cómo quitarle un pelo a un gato, no les iba a afectar en su economía. De por sí gastaban en otros lujos, no pasaba nada si lo hacían para una buena causa cómo era el orfanato.

Cuando todos los invitados llegaron se les indicó pasar a una sala donde pusimos muchas fotos con los niños del orfanato, mostrando cómo vivían en ese lugar y lo mal que lo estaban pasando. Tenían que saber que su dinero se iba a usar para una noble causa. Queríamos recaudar lo más que se pudiera, ayuda en especie también era bien recibida.

En un momento de la noche se sirvieron aperitivos antes de que empezara la cena. Fue en ese instante que las hermanas Hamilton se acercaron a Beth y a mí. Juntas dábamos la información que nos pedían del orfanato y los niños.

—Hola Beth. Hola Val —nos saludaron a ambas.

Las hermanas Hamilton eran muy conocidas en Escocia. La mayor era actriz y la más pequeña, una famosa modelo que había desfilado para marcas muy famosas de ropa, lencería, perfumes y zapatos.

—Hola —las saludamos Beth y yo al mismo tiempo.

—Nos gustaría saber si podemos asistir un día de estos al orfanato y visitar a esos niños —detrás de nosotras se encontraba una fotografía con todos los niños, niñas y las encargadas del orfanato. Eran una gran y hermosa familia que necesitaba mucho apoyo.

—Claro que sí, los niños estarían encantados de recibir visitas —les dijo Beth.

—Les hará bien que alguien ajeno a nosotros los visite. Ellos necesitan mucho amor —comenté yo.

—Podemos llevarles ropa y juguetes.

—Cobertores y comida —añadió la otra hermana.

—Sí, les servirá de mucho —les dije.

—Le mando mensaje a tu mamá —se dirigió a Beth —. Para acordar el día y la hora.

—Sería un gusto —le dijo Beth.

Se despidieron de nosotras y continuaron con el recorrido de las fotografías y la información del orfanato.

Beth y yo nos miramos y sonreímos por todo lo bueno que estaba sucediendo. No esperábamos que más personas se sumaran a esta noble causa.

La señora Arya Mitchell se acercó también. No estaba con su esposo que de seguro se encontraba platicando con algún político importante.

—Beth. Valerie —hizo un asentimiento con la cabeza.

Arya Mitchell era una mujer hermosa, con el cabello rubio, un porte elegante y muy refinado. Poseía una belleza excepcional y natural. Ella también estaba muy involucrada en las causas nobles. Apoyaba a diferentes instituciones, recaudaba dinero para las personas más necesitadas y era un amor de persona.

—Señora, Mitchell —dijimos ambas. Siempre coordinadas y eso nos hizo sonreír.

—Qué bonita causa tienen en sus manos —dijo —. Es muy hermoso lo que están haciendo por esos niños. Pensé que las cosas habían cambiado —lo que dijo me llamó la atención.

—Ellos no tienen a nadie que los ayude. Es lo menos que podemos hacer —le dije.

—Me llamó la atención esta pequeña —Señaló la foto de Caris. Mi pequeña mantenía una hermosa sonrisa en los labios.

—Su nombre es Caris —le dijo Beth —. A penas tiene seis años —Arya miró a Beth y después la foto de Caris.

—¿Cuál es su historia? —indagó. Sostenía una copa con champán en las manos.

—La dejaron abandonada cuando apenas era una bebé —comenté.

—¿Su madre no regresó por ella?

—No, no regresó por ella —musité.

—Es tan linda —le dimos la razón por que la tenía.

—Es una niña hermosa, no solo por fuera. Lo es por dentro también —noté una capa de dolor en su mirada y por más que intentaba fingir que no pasaba nada lo hacía muy mal. Al menos a mí no me engañaba y creo que a Beth tampoco.

—¿Pasa algo? —le pregunté.

—Quiero conocerla —nos miró a mí y Beth —. No solo a ella, a todos los niños —sonrió con melancolía —. Quiero llevarles cosas, ¿se puede?

—Sí, claro que sí. Toda ayuda es bien recibida —le dio un sorbito a su copa.

—Entonces anoten mi número y mañana me mandan mensaje para que me digan que día puedo ir.

—Ahorita regreso —Beth corrió en busca de su celular para anotar el número de Arya.

—No se va a arrepentir de ir, se lo aseguro. Esos niños son un amor y todos son tan agradecidos —sonrió.

—Le voy a comentar a mi esposo y te aseguro que va a aportar su granito de arena. Él también tiene un gran corazón.

Y era cierto. El esposo de Arya era un buen hombre. Ambos siempre fueron grandes personas. No entendía por qué no tenían hijos para darles todo ese amor que tenían en sus corazones.

Tal vez no podían tener hijos, por eso nunca la vi embarazada.

—Me gustaría unirme a este proyecto —levantó su mirada hacia mí —. Solo si tú y Beth quieren. Tengo muchos contactos que les pueden ayudar con comida, muebles, electrodomésticos y electrónica.

Yo sentía que el corazón se me iba a salir del pecho. No podía con tantas emociones juntas.

—Sería un honor que forme parte de este proyecto —sonrió.

Beth no tardó en llegar. Arya le dio su número y lo anotó en su lista de contactos.

—Estamos en contacto —dijo. Se alejó mientras le echaba un vistazo a la fotografía de Caris.

—Esto es una locura —comentó Beth.

—Lo es, pero es una gran locura —sonrió —. Voy al baño —musité para que nadie me escuchara —. No tardo.

Recogí el vestido con mis manos para no arrastrarlo y caminé hacia el baño que quedaba escondido en un pasillo lejos de la multitud que había allá afuera.

Antes de entrar al baño sentí un tirón en mi muñeca. Giré con brusquedad, encontrándome con la dulce mirada de Carson.

—Carson —musité. Tenía miedo de que alguien nos viera.

—Solo quiero decirte lo hermosa que te ves esta noche —le sonreí.

Mi corazón siempre se aceleraba cuando lo tenía cerca y cuando me decía estas palabras tan bonitas lo quería un poco más. 

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