Capítulo 2. 🦋
Valerie
Me encontraba desesperada y aterrada, no quería que ese día llegara, no quería convertirme en la esposa de Mark cuando apenas le conocía y eso no tenía nada que ver tampoco, era el hecho de que lo odiaba con todo mi corazón, no lo soportaba y no toleraba cuando lo tenía cerca. Mi padre me imponía pasar con él algunos minutos al día para así intentar llevarme bien con él y no importaba lo que dijera nunca lo iba a tolerar, su sola presencia me producían arcadas.
Se encontraba sentado en la silla de mi padre, un hermoso sillón de piel negro con adornos de leones a cada lado en la parte de abajo, lujoso y antiguo, era el favorito de mi padre y no permitía que nadie se sentara sobre él, solo dejaba que Mark lo hiciera y solo porque le convenía, porque había inyectado una gran cantidad de dinero en los hoteles para que mi familia no se fuera a la quiebra. A pesar de que estaba ayudando a mi padre no podía evitar sentirme cómo un objeto al que le estaban poniendo precio, mi padre me había vendido al mejor postor y este resultaba ser el mismísimo diablo, porque Mark no era la blanca paloma que fingía ser, era más un bastardo sin corazón que era capaz de hacer lo que sea con tal de conseguir lo que se proponía.
—Llevas minutos mirándome así —se acomodó en el sillón —. ¿No piensas decir nada?
—¿Qué quieres que diga? —murmuré —. Tú y yo no tenemos nada en común. Ni siquiera te conozco —sentía un nudo en la garganta que se quería desatar.
—No me conoces porque así lo quieres —levantó la barbilla —. Desde que te conozco te portas muy mezquina conmigo, eres seria y me evitas a toda costa.
—Por algo lo hago, ¿no crees? Sabes que no te soporto y, aun así, aceptaste los sucios tratos con mi padre —escupí —. Te detesto y quisiste casarte conmigo —me encontraba sentada frente a él, con un pie detrás del otro y las manos sobre mis rodillas —. ¿Por qué? —indagué —. ¿Por qué sabiendo que te odio continuas con esta farsa? —tragué saliva.
—Todo es un negocio, Valerie. Yo salvo la empresa de tu padre y tú me ayudas a tener una buena reputación ante la sociedad —su tono de voz era altivo, así como la postura que siempre tenía ante todos.
Entonces entendí que para él también era un negocio, yo solo era un objeto para todos, para mi propio padre y para Mark, de quien no podía esperar nada bueno. ¿Cómo iba a ser mi vida a su lado? No esperaba nada bueno de Mark, mi vida a su lado sería un maldito infierno en la tierra.
—¿Eso esperas de mí, Mark? Solo esperas que sea una buena esposa...
—Y que te sepas comportar —terminó.
—¿Cómo sabes que voy a cumplir con lo que me pides? No me agradas, Mark, no me agradas ni un poquito —fui sincera con él.
—Sé que te sabrás comportar —comentó —. No quieres saber lo vil que puedo llegar a ser contigo si no te comportas y no haces las cosas bien —tragué saliva con dificultad.
Mark se puso de pie acomodándose el saco y se arrodilló frente a mí. Acercó sus manos a mis rodillas, sin embargo, lo aparté despacio. No soportaba que me tocara, no me gustaba que se tomara este tipo de confianzas conmigo.
—No me puedes obligar a comportarme —le dije mirándolo a los ojos.
—¿Quieres ver cómo te puedo obligar? —me reí. Mark se puso de pie y procedió a sentarse a mi lado en el sofá. Cogió mi barbilla enterrando sus dedos en mis mejillas, obligándome a mirarlo a la cara —. Si no te comportas voy a destruir a tu familia. Por lo que están pasando en este momento no se va a comparar con lo que les puedo hacer —ladeó la cabeza. Ejercía presión en mis mejillas y a pesar del dolor que me provocaba no quise demostrarle que me lastimaba —. Puedo meter a tu padre y hermano a prisión, tú y la pequeña Jean se van a quedar en la calle. ¿Eso quieres?
—No te metas con mi hermana —me solté de su agarre, cogió mi muñeca enredando sus dedos alrededor —. No hables de ella con tu sucia boca —el lado derecho de su boca se elevó en una siniestra sonrisa que me provocó miedo.
—¿Quieres ver lo que esta sucia boca puede hacer? —su pregunta me ofendió en demasía, casi le doy una bofetada, sin embargo, estrelló su boca contra mis labios, besándome a la fuerza.
—¿Qué haces? —me separé unos centímetros. De nuevo atacó mis labios metiendo su lengua descarada dentro de mi boca, era húmeda y se sentía tibia, tenía el sutil toque al whisky. Su mano se enredó en los cabellos de mi nuca, con la otra agarró mi cintura con fuerza. Fue inevitable no soltar un jadeo que provino de mi garganta cuando su beso salvaje se fue apagando y en su lugar una bonita sensación mojaba mis labios. No era brusco y me besaba cómo un animal, lo hacía más con cuidado y delicadeza. No pude evitar llevar mis manos a su pecho y coger el cuello de su camisa. Jamás en la vida alguien me había besado de esta manera. Es más, nadie me había besado nunca y pensar que este era mi primer beso me revolvía el estómago de buena manera.
Siempre fui una chica bien portada, más que nada lo hacía por mi padre, ya que siempre fue estricto y sobreprotector, solo porque ya me había comprometido con Mark desde que tenía la mayoría de edad. Lo hizo porque este se empeñó en querer una esposa con un reconocido apellido y ahora que tenía ese puesto tan importante en la política necesitaba que todos lo miraran con buenos ojos ya que todos decían que era frío y sin sentimientos (y no podían estar menos equivocados). Así que nunca tuve un novio y mucho menos besé a alguien, mi padre me tenía bien vigilada y no me permitía salir, me impuso estudiar una carrera que yo no quería y tal vez estaba mal decirlo, sin embargo, me iba a librar de estudiar abogacía en el momento que me casara, a menos que Mark permitiera que continuara con mis estudios, pero lo dudaba mucho, no se caracterizaba por ser una buena persona.
Ay Dios.
Sus labios abandonaron los míos lentamente, chupó mi labio inferior y lo soltó despacio, provocando que mi cuerpo se sintiera frío, necesitaba tenerlo cerca y me odiaba por sentirme así cuando tan solo segundos atrás lo quería matar.
—Eso y más puede hacer mi sucia boca —murmuró sobre mis labios cogiendo mi barbilla con dos dedos. Abrí los ojos lentamente.
—Bastardo —mascullé. Sonrió perverso y me soltó —. Infeliz.
—Niña consentida y mimada —atacó. Se alejó unos centímetros dejando una distancia considerada entre nosotros.
—Nefasto —escupí. Me crucé de brazos.
—Puedes continuar insultándome otro día —habló —. Quiero saber una cosa —me limpié los labios con furia y le miré mal mientras él se acomodaba en el sofá a mi lado, apoyando el brazo izquierdo en el respaldo y el brazo derecho en el reposabrazos.
—¿Qué quieres saber? —me crucé de brazos de nuevo.
—Sé que tu amiga Beth ha organizado tu despedida de soltera.
—Sí, ¿y? —alzó una ceja.
—Quiero que te portes bien, Valerie, no me hagas quedar mal —entorné los ojos y resoplé —. Solo te pido eso.
—Eres un imbécil —mascullé.
—Solo te pido eso, Valerie, no más.
—Y yo te pido que me dejes en paz —me puse de pie, sin embargo, cogió mi muñeca y me obligó a sentarme a su lado —. No quería una despedida de soltera —mentí —. Y no deberías preocuparte porque pueda hacerte quedar mal ante la sociedad, tú solito lo haces cada día con tu nefasta actitud —me puse de pie y lo enfrenté.
—No me gusta tu actitud, Valerie —frunció el ceño.
—Tú me gustas menos, Mark y me tengo que casar contigo —fingí una gran sonrisa que le hizo enojar —. Si me permites debo aprobar algunos detalles de nuestra hermosa boda —ironicé.
—Me alegra que estés poniendo de tu parte para que la boda sea perfecta —también se burló, cómo lo hice yo primero.
—¿Cómo no hacerlo? Nos vamos a casar y todo debe salir perfecto —suspiré —. Será la boda más hermosa que se haya visto en esta ciudad —no podía burlarme más de mi propia desgracia —. Espero te guste mi vestido —suspiré. Aunque por dentro me estaba muriendo en vida.
—Serás la novia más hermosa, Valerie —le sonreí con falsedad y le di la espalda.
—Pórtate bien mañana, querida —antes de abrir la puerta levanté la mano y le mostré el dedo medio lo que provocó que se riera sonoramente.
Cerré la puerta detrás de mí y dejé salir un largo suspiro que me estaba quemando el pecho, me pasé los dedos bajo los ojos y me contuve de llorar, no valía la pena hacerlo cuando estaba condenaba a casarme con Mark, eso nadie lo podía cambiar.
Di un paso, sin embargo, me detuve en seco cuando vi que Carson, el guardaespaldas de Mark se acercaba. Siempre que venía andaba de un lado al otro vigilando que nada malo fuera a pasar (mejor dicho, que nadie quisiera matar a Mark). Ya había sufrido un atentado así que estaba paranoico y pensaba que todo el mundo le quería hacer daño.
—Señorita Balfour —musitó. Esta vez no le respondí, ni siquiera me atreví a mirarlo ya que me encontraba sentimental y con cualquier gesto me echaría a llorar cómo magdalena. Subí las escaleras rápidamente y me encerré en mi habitación.
En ese momento hubiera deseado haber nacido en otra familia, no tener "dinero", ni ser la hija del que se hacía llamar mi padre. Cerré los ojos con fuerza y le pedí al universo que todo esto terminara ya, no quería casarme, no quería dejar sola a mi hermana y quería, por una vez en mi vida poder hacer lo que tanto anhelaba y que nadie me obligara a nada de lo que yo no quería hacer.
Mi móvil empezó a timbrar, abrí los ojos y me acerqué al mueble y cogí el aparato. Miré la pantalla y era Beth quien me llamaba, así que no dudé en responder.
—Val, ¿cómo estás? —preguntó.
—Hola, Beth —me senté en la orilla de la cama —. Acabo de tener una pequeña discusión con Mark —solté un largo suspiro. Me dejé caer en el colchón y cerré los ojos de nuevo.
—¿Mark está en tu casa?
—Ajá. Creo que sigue aquí, siempre tiene que hablar con mi padre de algo —musité —. Tampoco me importa —mascullé.
—Es un imbécil —le di la razón.
—El más grande imbécil de todos —nos reímos.
—No hay que hablar de él. Mejor dime, ¿ya estás lista para tu despedida de soltera? —abrí los ojos de golpe.
—Sabes que no quiero una despedida de soltera, pero ya que no te puedo convencer de lo contrario entonces tendré que ir —Beth chilló, emocionada.
—¡Sí! Te juro que no te vas a arrepentir, lo vamos a pasar de maravilla. Ya tengo todo planeado para esa noche.
—Gracias, Bethsy. No sé qué haría sin ti —sentía la voz rota.
—Para eso estamos las amigas —sonreí, aunque no me estaba mirando —. Quiero que esa noche te veas espectacular, de todos modos, voy a ir a verte a tu casa. Ya sabes que doy buenos consejos —me reí porque eso no era para nada cierto. Beth era la peor dando consejos, aunque siempre lo hacía con toda la intención de ayudar.
—Sabes que no, Bethsy, aun así, agradezco todo lo que haces por mí.
—Te adoro, Neni y haría lo que fuera por ti —mi corazón se me apachurró cuando dijo estas palabras.
—Y yo te adoro a ti, Bethsy —colgamos al mismo tiempo y dejé el móvil a un lado sobre la cama.
Quería llorar y llorar hasta quedarme sin lágrimas y lo pude hacer, sin embargo, contuve el aliento y solté un suspiro. Tenía que hacerme a la idea de que este era mi destino y que no lo podía cambiar, ya no podía hacer nada para zafarme de esta terrible condena que estaba tan solo unos días de suceder. Lo único que me quedaba hacer era afrontar la realidad, si yo iba a pasar un infierno me llevaría a Mark conmigo, le haría pagar tanto a él cómo a mi padre el atreverse a decidir por mí y obligarme a casarme con un hombre al que claramente detestaba con todas mis fuerzas.
Me puse de pie y me miré al espejo de arriba abajo, me limpié debajo de los ojos y fingí una sonrisa.
—No te vas a rendir, Val, nunca lo has hecho y no lo harás ahora —sentía un nudo en la garganta, sin embargo, me lo tragué.
De ahora en adelante ya no iba a llorar por todo, ya no le iba a rogar a mi padre que no me vendiera cómo mercancía cara, tampoco le iba a suplicar a Mark que dejara todo esto de lado cuando a él le convenía más nuestro matrimonio. Con mi presencia a su lado dejarían de decir que Mark Graham era frívolo, distante y un tanto cruel con las palabras. Tal vez las cosas podían ir bien si yo ponía de mi parte y lo haría, ya no nadaría contracorriente, ahora me dejaría llevar por la marea.
Carson
Graham estaba ansioso y desesperado para que la boda se llevara a cabo. Esperó tantos años para que este momento llegara y ahora que la boda con la hija de Balfour estaba a nada de suceder no podía esperar más para condenar a la pobre Valerie a una vida de sufrimiento y penas. Ella no tenía la culpa de lo enfermos que estaban su padre y su prometido, sin embargo, tenía que pagar las consecuencias de las malas decisiones de terceros.
La vi subir las escaleras reteniendo el llanto, se notaba que había discutido con Graham, cómo cada vez que ellos se encontraban, por eso la señorita Balfour evitaba estar a solas con el monstruo de su prometido, eran pocas las ocasiones en las que ellos hablaban y cuando lo hacían siempre pasaba esto, ella terminaba llorando y enojada, mientras que él disfrutaba hacerla rabiar, demostrando quien tenía el poder en esta "relación".
Anduve por ahí mientras Graham platicaba de quien sabe qué tema con el viejo Balfour. Nunca permitía que alguien más estuviera presente cuando se reunían, lo que me hacía sospechar más de los negocios que tenían juntos, no me creía el cuento de que Graham le daría dinero a Balfour para que no se fuera a la quiebra, ese cuento no me lo tragaba. Era bien sabido que los Graham y los Balfour eran socios desde hace muchos años y que cada uno hizo su fortuna gracias a sus negocios particulares y los que compartían juntos.
Al final Graham salió de la oficina y regresamos a su casa, que era más una fortaleza que él mismo se había encargado de construir desde abajo. Pensé que al estar dentro sería más fácil enterarme de lo que hacía, sin embargo, el hombre era más inteligente de lo que parecía. Estar dentro no me garantizaba enterarme de nada de lo que platicaba con sus "socios". El hijo de puta era muy escurridizo y si estaba haciendo algo ilegal no tenía forma de saberlo.
—¿Cómo van las cosas con la señorita Balfour? —le pregunté.
No me importaba su jodida vida, tenía que fingir que sí ya que era su "guardaespaldas" y cuidarlo era mi prioridad. Aunque por dentro lo quería muerto, yo más que nadie en este vida quería que Mark Graham dejara de respirar.
—Es una salvaje —musitó. Cerré la puerta del auto y caminé un paso detrás de él. Ambos entramos a la casa —. Balfour me aseguró que estaría lista para este día —llevó las manos detrás de la espalda —. Me dijo que Valerie no sería un problema y sería la esposa perfecta.
"No es una jodida muñeca de papel".
Qué ganas de soltarle un golpe y dejarlo noqueado en el suelo. Maldito animal.
—¿Y no es así? —indagué. Graham se detuvo de golpe, me paré en seco detrás de él y giró sobre sus talones para encararme.
—No, es una pequeña rebelde —una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios. Su mano derecha ascendió a sus labios y pasó el pulgar sobre estos, como si estuviera recordando algo —. Pero yo sé cómo hacer que se porte bien —dijo esto con una convicción que me hizo estremecer en mi lugar.
Me sonrió y continuó con su camino. Sentía pena por aquella mujer que sería la esposa de este imbécil. Nadie merecía vivir con alguien cómo él, ni mucho menos ser vendida cómo si fuera mercancía. Valerie merecía más que esta vida de miseria y dolor.
Mi vida tampoco fue perfecta, me quedé huérfano muy joven, perdí a mis padres al mismo tiempo, fui a parar a una casa hogar ya que nadie se hizo responsable de mí, ni siquiera los hermanos de mi padre, mucho menos la familia de mamá. Me quedé solo en este mundo y tuve que armarme de valor para salir adelante con mis propios medios. Cuando salí de la casa hogar terminé trabajando para un importante hombre de negocios que me llevó a su casa y me trató cómo a su hijo cuando él ya tenía una familia, así fue cómo terminé siendo parte de la SCD.
Terminé mi turno en la casa de Graham y regresé a mi departamento, el cual se encontraba en un barrio cualquiera de Edimburgo. Antes de llegar al departamento pasé a comprar algunas cosas que necesitaba para la cena y también para mi uso personal. Además de comprarle a Mabel comida ya que casi no tenía croquetas y premios.
Al llegar me deshice de la estorbosa ropa que Graham me obligaba a usar, la dejé en el cesto de la ropa sucia y me puse algo más cómodo para andar en el departamento. Preparé la cena y se la serví a Mabel quien tenía la costumbre de cenar conmigo. Me hubiera gustado darle más tiempo de calidad, sin embargo, pasaba la mayor parte del tiempo en la casa de Graham así que la encargada de cuidarla por las tardes y sacarla a pasear era mi adorable vecina quien también tenía dos mascotas. Así que Mabel no se aburría y no estaba sola tanto tiempo.
Me di una ducha y me acosté en la cama mirando el techo. Mabel a mi lado se quedó profundamente dormida mientras que yo me atormentaba con mis propios recuerdos que no me dejaban en paz. Cerraba los ojos y los recuerdos de aquellos momentos se hacían presentes. Había noches que las pasaba en vela donde solo quería dormir y callar todas las voces que rogaban y suplicaban en mi cabeza.
Miré por el reloj que yacía en el mueble al lado de la cama y pasaban de las doce de la noche. El mes de julio se caracterizaba por días largos y noches cortas, a las diez se estaba metiendo el sol y salía poco después de las cuatro de la mañana, lo que provocaba que mi insomnio se hiciera presente. El móvil empezó a timbrar y lo cogí de inmediato. El nombre de Angus parpadeaba insistentemente. Abrí el mensaje que me había mandado.
"¿Te puedo llamar?"
"Sí"
Le respondí y a los pocos segundos me estaba llamando.
—¿Tampoco puedes dormir? —preguntó.
—Sabes que no —miré hacia la ventana —. Tú menos.
—La secuelas de vivir tantas guerras —soltó un suspiro —. ¿Cómo vas con la misión? —indagó.
—Mal. No tengo nada en contra de ese bastardo —mascullé. Pasaba mi mano por el lomo de Mabel, intentando aminorar la rabia que crecía dentro de mí —. Sabes que es muy cauteloso. El jefe propuso algo, sin embargo...
—¿Qué pasa? —del otro lado de la línea se escuchaban los autos yendo de un lado al otro.
—Implica meter a su futura esposa en esta mierda y no quiero eso —Angus se quedó pensando —. Sabes que sería lo último que quiero hacer.
—Sí, lo sé —dijo con voz queda —. ¿Y qué piensas hacer entonces?
—No sé —me rasqué la frente con frustración.
—Si no te queda más opción vas a tener que hacer lo que el jefe te dice —comentó —. ¿Lo harás?
—Ella no tiene la culpa de nada —me defendí.
—No te pregunté eso, Evan. ¿Lo harás? —insistió —. ¿Vas a involucrar a esa mujer? Será la más allegada a ese sujeto, así que...—con esa frase lo dijo todo y lo comprendí de inmediato.
—Sí, lo sé. —mascullé, tensando la mandíbula.
—Me equivoco ¿o estás molesto? —destensé la mandíbula.
—Te equivocas —Angus soltó una risotada, con eso me dijo que estaba equivocado y que sí estaba molesto, aunque no lo quería reconocer.
—Te conozco mejor de lo que te conoces, Evan. Te preocupa esa mujer y lo que le pueda pasar estando al lado de Graham, ¿no es así?
—Ella no tiene la culpa de nada, además —me rasqué cerca de la clavícula.
—Además ¿qué? —cuestionó.
—Nadie merece que la vendan de esa manera cómo lo hizo su padre —espeté —. No es mercancía cara que puede ofrecer al mejor postor.
—No lo es. Pero a las princesas cómo ellas se les trata cómo mercancía cara —murmuró.
—Princesa —repetí en un murmullo.
—Evan, no vayas a cometer el error de acercarte a ella más de lo debido. Que sea por el trabajo.
—Ya te dije que no la quiero meter en esta porquería —apreté el puño.
—Aunque no la metas en tu mierda, no te acerques a esa princesa —espetó —. Ella no es para ti, Evan, tú eres un soldado y ella...—lo interrumpí.
—Ella es una princesa —terminé por él —. Eso lo tengo claro, Angus, no soy idiota.
—No, no lo eres. Ten eso presente. Termina ese puto trabajo y sal de ahí, cuando Graham sepa quién eres no dudará en matarte él mismo con sus manos.
—En prisión no podrá hacer nada.
—Eso crees tú, Evan. ¿Cuántas veces no hemos visto lo mismo a lo largo de los años? En cuanto atrapes a Graham huye de ese lugar y cámbiate de nombre, aunque eso no garantiza que Graham no te va a encontrar —se quedó pensando.
—Gracias por los buenos ánimos —musité.
—Tal vez el jefe te pueda ayudar a desaparecer de la faz de la tierra.
—No serviría de nada, Angus, pero gracias por la sugerencia.
—De nada, estoy disponible de lunes a viernes, de diez de la mañana a seis de la tarde. Cobro por adelantado —rodé los ojos.
—Muérete.
—Muérete tú primero, Carson —solté una exhalación —. Te dejo, me imagino que allá es tarde —miré el reloj de nuevo.
—Son las doce con treinta y cinco minutos —miré de nuevo el techo —. ¿Qué horas son allá?
—Son las ocho con treinta y cinco minutos. Tengo cosas que hacer —se quejó —. Cuando pueda te llamo —asentí.
—Nos vemos luego, Angus.
—Hasta pronto, Hutcherson —colgó de inmediato y con la misma dejé el móvil sobre el colchón a mi lado derecho. Le eché una mirada de reojo a Mabel quien dormía plácidamente a mi lado echa bolita, cogí la manta y cubrí su pequeño cuerpecito, soltó un suspiro y continuó durmiendo.
Me quedé pensando en lo que dijo Angus y tal vez tenía razón en algo, no debía mirar más allá a Valerie Balfour, se iba a convertir en la esposa de mi enemigo y aunque eso no la convertía en mi adversaria tampoco garantizaba nada bueno. El odio que Valerie sentía por Graham me podría ayudar para destruirlo y eso implicaba decirle a ella quien era yo en verdad y no sabía si quería que eso se supiera, al menos todavía no.
Giré sobre mi hombro para mirar hacia la puerta de la habitación, cerré los ojos y bostecé. Mirar dormir a Mabel me daba paz, la que tanto necesitaba día a día, saber que la pequeña dormía en el calor de las cobijas me hacía sentir bien y tranquilo. Solo ella podía evitar que me volviera loco.
🦋🦋
¡Hola!
Aquí les dejo otro capítulo de esta historia. Ya vamos conociendo la vida de los personajes, poco a poco vamos a ir descubriendo más. No sé si vaya a narrar pronto desde el punto de vista de Mark, la verdad me da miedo, ya que puede llegar a ser misógino, machista y un imbécil. No quiero que piensen que soy o pienso como él, así que por ahora solo vamos a ver lo que los demás lo ven y lo perciben.
Desde ya les digo que mi personaje favorito es Carson, es tan adorable y la manera en la que cuida de Mabel me derrite, espero también les guste a ustedes.
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