Capítulo 10. 🦋
Valerie
Mi respiración era irregular, inestable y rápida. No sabía mucho de lo que estaba pasando, solo que íbamos en una camioneta hacia algún lugar y que este se encontraba lejos de donde nos habían interceptado. O eso pensaba yo porque estaba aterrada con la idea de que esto fuera un secuestro y que si las cosas salían mal podía terminar muerta. ¿Mark daría un solo centavo por mí? Lo hizo con mi padre, pero para su beneficio y en esta ocasión le resultaba más provechoso deshacerse de mí para ser el viudo solitario y roto que había perdido a su esposa a pocas semanas de casarse.
Los hombres que me secuestraron no decían nada, se había tejido un silencio sepulcral dentro del vehículo, solo el leve sonido del motor cuando el conductor arrancaba, mi respiración salir y empañar mis ojos mientras intentaba ver más allá de la tela oscura que cubría mi cabeza. Apenas podía ver lo que había más allá de mi nariz. De repente el cielo rugió fuertemente, lo que provocó una sacudida en los vidrios de la camioneta, mi corazón se detuvo una milésima de segundo y continuó con su latir efusivo, sentía que si recibía una sorpresa más este no iba a resistir y se iba a detener.
No quería hablar, no quería hacer preguntas para que ellos no se enojaran y me hicieran algo, pero tenía que aclararles que si llamaban a mi padre para un rescate lo más probable es que terminara muerta dentro de una zanja porque él no haría nada por mí, si fue capaz de venderme a Mark, ¿qué más me podía esperar de él? Nada bueno.
—Quiero ir al baño —dije quedito, con miedo de ser reprimida con un golpe o una grosería que me hiciera callar —. En serio, en serio quiero ir al baño —repetí.
—Cuando lleguemos podrá ir al baño —respondió uno de los hombres que se encontraban a mi lado. No pude distinguir si era el de mi derecha o el que se encontraba a mi izquierda.
—No creo que aguante mucho —musité. Apreté los labios al no recibir ni una respuesta.
—Ya vamos a llegar, señorita. No se desespere.
Dígale eso a mi vejiga.
No dije nada más porque tampoco había mucho que decir en este caso. Los ojos se me llenaron de lágrimas al recordar la dolorosa expresión en el rostro de Ems, sus ojos cristalinos, cómo pataleaba para intentar salir del auto, su grito desgarrador que aún retumbaba en mis oídos. Apreté los labios con fuerza y me negué a llorar para no hacer ruido, pero el dolor se acentuaba en mi pecho, ardía y dolía con intensidad.
A los pocos minutos la camioneta se detuvo, las llantas se barrieron con la grava y las puertas se abrieron juntas. Empecé a respirar con más fuerza, impaciente y con miedo. No sabía lo que me esperaba al llegar aquí, lo que iban a hacer conmigo. Sentí una mano tirar de mi brazo derecho y la misma persona me guio para que bajara con cuidado, primero un pie y después el otro. Me condujo por un caminillo de grava y cruzamos una puerta, no veía claramente lo que había frente a mí, pero cuando esta se cerró pude comprobar que estábamos dentro de una instalación, dentro se sentía menos frío y más acogedor.
Sin soltar mi brazo aquel hombre me llevó con él, de nuevo una puerta se cerró detrás de mí y me obligó a sentarme en una silla. Me desató las manos y me quitó la bolsa de la cabeza, las luces de aquella habitación eran tenues, lo que permitió que mis ojos se acostumbraran pronto a la iluminación. Enfoqué al hombre frente a mí, era delgado y un poco canoso, tenía cara de que no había dormido muy bien y que lo estaba pasando muy mal. Su expresión era dura y seria. Estaba sentando en una esquina de la mesa, esta era cuadrada y solo constaba de dos sillas, la que tenía frente a mí y en la que yo estaba sentada.
—Valerie Balfour —dijo mi nombre con un tonito divertido que me hizo dudar de todo lo que estaba pasando —. Es un gusto conocerte al fin —se puso de pie y se sentó en la silla frente a mí, fue en ese momento que me di cuenta que había una carpeta negra sobre la mesa —. ¿Tienes alguna idea de porqué estás aquí? —mi expresión se endureció.
—Que pregunta más estúpida —escupí —. Si supiera que hago aquí no estaría temblando de los pies a la cabeza —soltó una risita que me confundió mucho más.
¿Qué demonios está pasando aquí?
—No sé cómo explicártelo sin que quieras salir corriendo y por supuesto me creas —subí las manos a la mesa —. Es complicado.
—¿Esto no es un secuestro? —pregunté y el hombre negó —. Porque parece un secuestro —le aclaré por si aún no lo había notado.
—No queríamos hacer esto, llegar a estas instancias era lo que menos deseábamos , pero tampoco había otra manera para traerte aquí. De no ser así no ibas a aceptar escucharnos —la puerta se abrió y un hombre entró con una taza que dejó frente a mí, le miré extrañada y este desapareció detrás de la puerta.
—¿Qué es eso, veneno? —el hombre se rio sutilmente —. No voy a beber eso —aclaré.
—No es veneno, ¿por qué querría envenenarte? —me crucé de brazos.
—No sé, usted dígame. Me trajo aquí a la fuerza, dice que esto no es un secuestro, pero parece uno y ahora me da té. No es la hora del té —de nuevo se rio. ¿Qué le parecía tan gracioso? ¿Era yo acaso?
—Estás casada con Mark Graham —jaló la carpeta frente a él.
—Ya lo sé, no tiene que recordármelo —mascullé.
—Por eso precisamente es que estás aquí, Valerie, por ser la esposa de Mark Graham.
Ya sabía yo que ser la esposa de esa escoria no me iba a traer cosas buenas, ahora estaba secuestrada y probablemente me iban a descuartizar.
—¿Por ser su esposa estoy aquí? —asintió. Juntó las puntas de sus dedos, unas con las otras —. No puede ser —un nudo se formó en mi garganta.
—Hemos estado investigando a tu esposo desde hace algunos años, a él junto a su padre, tu padre y hermano y otras personas a su alrededor —cuando mencionó a mi padre me espabile.
—¿Dijo que ha estado investigando a mi padre? —pregunté confundida —. ¿Por qué?
Su dedo índice y medio abrieron la carpeta que permaneció cerrada todo este tiempo, la parte de arriba golpeó la mesa con un sonido seco. Empezó a sacar algunos papeles que fue dejando frente a mí.
—Estamos convencidos que tanto tu padre y tu hermano están involucrados con Graham...—Graham, él dijo su apellido cómo lo hizo Carson aquella noche —, en negocios ilegales —levanté la mirada de los papeles al hombre frente a mí, ni siquiera reparó en que lo estaba mirando, continuó dejando papeles sobre la mesa.
—¿Qué tipo de negocios según usted? —cogí uno de los papeles que más me llamó la atención, era una fotografía de mi padre saliendo de un bar llamado Edén. El hombre me entregó más fotos de Mark, mi padre y Andrew. Mark junto a mi padre y algunos hombres que no parecían justamente políticos o empresarios, parecían más bien criminales sacados de alguna película de mafia. Mi padre rodeado de niñas que no debían tener ni siquiera veinte años, Andrew jugando cartas o juegos de mesa. Todas fueron tomadas a la distancia, asegurándose que ninguno de los implicados se diera cuenta de que estaban siendo vigilados. Ahora me sentía en una de esas series de misterio que tanto nos gustaban a Beth y a mí.
—Trata de blancas —estoy segura que todo el color se me fue del rostro, apoyé la espalda contra el respaldar de la silla y negué frenéticamente.
—No, no y no —lo señalé —. Lo que usted está diciendo es muy grave. Está hablando de comprar y vender personas, ¡personas! —hice énfasis —. No es cualquier cosa, es lo peor que una persona puede hacer; traficar con más personas —su expresión era seria, imperturbable. En ese momento me di cuenta que decía la verdad, que no mentía y fue cómo si todo mi mundo se viniera abajo. La imagen de mi padre estaba dañada de una manera que sería muy difícil poder confiar en él, si de por sí nuestra relación era la peor, ahora no sé cómo lo iba a ver a los ojos —. Dígame que no es cierto —no me miró, lo que hizo fue entregarme otra fotografía, en ella había varias jovencitas semidesnudas, con tan solo la ropa interior protegiendo sus intimidades, flacas, sucias y golpeadas.
—Hace un año rescatamos a estas niñas del lugar donde las tenía secuestradas —otra fotografía de aquel lugar y otra más de mi padre saliendo de ese lugar —. Esto fue antes de que clausuráramos este sitio —explicó —. Tu hermano haciendo tratos con criminales al igual que tu padre —más y más fotos de ellos dos con hombres a los que jamás había visto en mi vida, pero en una de ellas apareció el padre de Mark.
—¿El padre de Mark también está involucrado? —asintió —. ¿Y Mark? ¿Por qué no aparece aquí?
—Es mucho más inteligente que ellos tres. Desde que descubrimos lo que están haciendo han desaparecido del radar —fruncí el ceño. Realmente estaba muy confundida —. Los hemos estado investigando desde hace cinco años, no teníamos nada en concreto. Todo esto —señaló los documentos —, son de hace un año. Cómo te dije han desaparecido del radar desde que cerramos ese lugar, no tenemos nada.
—No entiendo nada, no sé qué hago aquí, qué quiere de mí —cogí la taza con manos temblorosas y la acerqué a mis labios, pero dudé en beber.
—Ya te dije que no tiene veneno, no nos sirves muerta —eso tampoco ayudaba a calmar mis miedos. Alejé la taza y se puso de pie, metió la mano derecha al bolsillo de su pantalón y la otra la descansó sobre el respaldar de la silla —. Tu padre, tu hermano y tu esposo están involucrados en negocios ilícitos, Valerie, podrían ir a parar a prisión.
—Mark es el primer ministro de Escocia —le recordé por si no le había quedado claro —. ¿Cree que podrá hacer algo en su contra?
—Con las pruebas suficientes ningún juez dudará en refundirlo en prisión.
—Es que usted no entiende.
—La que no entiende eres tú, niñita.
—¡Mark es cómo un Dios! —me puse de pie alterada, con las manos sobre la mesa —. Es el maldito primer ministro —le recordé por si lo había olvidado.
—Y nosotros somos la ley —zanjó. Se quitó el chaleco y alcancé a ver las siglas SCD en la parte superior izquierda de su uniforme. Esto estaba siendo demasiado para mí, no sabía cómo manejar toda esta información que se me estaba dando así de golpe.
—No puede ser —esta vez cogí la taza, las manos me temblaban mucho más y sentía que me iba a dar un infarto ahí sentada —. Esto no está pasando —el hombre me observó desde arriba, con la mirada fría y seria.
—Sé que esto puede ser muy difícil para ti.
—No creo que la palabra difícil sea la correcta —me ignoró.
—Pero tienes que saber con quién vives y compartes la cama —tenía un punto a su favor —. Tu esposo es un mafioso, tu padre y tu hermano no se quedan atrás —la barbilla me tembló, pero no le di importancia a ese sentimiento que se había apoderado de mi pecho —. Y tienen que pagar por todo lo que han hecho.
—¿Y por qué no los han detenido? Se supone que tienen pruebas en su contra, ¿no es así? —le miré, desafiante. No iba a apartar la mirada de sus ojos.
—No tenemos las pruebas suficientes. Cómo te dije Mark ha sido más inteligente que todos ellos y no podemos relacionarlo con la trata de blancas, ni con los clubes en donde venden a esas niñas —un escalofrío me recorrió la piel. Le di un pequeño sorbo al té que ya estaba frío.
—¿Y yo que tengo que ver con todo esto? —indagué. Dejé la taza sobre la mesa haciéndola a un lado con la punta de los dedos. Tenía el estómago revuelto con toda esta información.
—Aquí es donde entras tú —sacó la mano del bolsillo y la puso al lado de la otra sobre el respaldar de la silla —. Necesitamos tu ayuda para atrapar a Graham.
Me reí de lo que dijo, no podía creer que estuviera diciendo esto precisamente a mí.
—Es broma, ¿no? Está bromeando conmigo —su expresión se endureció. Si de por sí parecía un hombre de muy poco humor, con este gesto quedó demostrado que él no bromeaba —. ¿Yo qué voy a hacer? ¿Jugar a ser la esposa perfecta, pero trabajar al mismo tiempo con la SCD?
—Esa es la idea —negué con la cabeza. La puerta se abrió de nuevo y el mismo hombre entró, se acercó al agente y le dijo algo al oído que no logré entender por más que puse atención —. Dile que espere —le dijo él. El hombre salió dejándonos solos de nuevo.
—¿Por eso han hecho todo esto? ¿Para que coopere con ustedes?
—No había otra manera.
—Creo que sí la había —me miró con los ojos un poco entornados.
—¿Si nos hubiéramos acercado a ti diciéndote todo esto nos ibas a creer? Suena un poco loco, ¿no crees?
—Si lo vemos de ese modo sí, pero esta no era la manera. Armar todo el espectáculo del secuestro y todo eso para decirme en lo que están metidos mi padre y hermano —me crucé de brazos.
—Y tu esposo.
—No lo repita. Ya sé que es mi maldito esposo —dije con los dientes apretados —. No me lo tiene que recordar cada día —una diminuta sonrisa surcó sus labios.
—Tú eres la única persona que está lo suficientemente cerca de Graham y tu padre cómo para sacar información. Hemos metido personas a su círculo, pero no hemos obtenido nada —aquella declaración me dejó estupefacta.
—¿Está diciendo que en este momento hay alguien de la SCD trabajando con Mark y mi padre? —inquirí.
—Solo con Graham, es quien más nos interesa. Él es el cabecilla de esta organización y por ende quien da las órdenes, el que hace las compras, quien recibe todo el dinero —explicó.
—Esto parece una película —murmuré.
—Pero no lo es —contestó él desde su lugar —. Si tú nos ayudas esto será más fácil para todos.
—Para mí. Usted no conoce a Mark, es un monstruo. Si yo acepto ayudar y él se entera me va a matar y no lo digo en broma. Mark sería capaz de matarme —parece que lo que le dije no le afectó ni un poquito.
—Eso no va a pasar si somos cuidadosos...
—Usted mismo lo dijo, Mark es muy inteligente —me negué una vez más. Pero parecía que él estaba más empeñado en convencerme de lo que yo estaba empeñada en decir que no —. No puedo, lo siento, no puedo ayudarles en nada. Mi vida estaría en peligro si lo hago.
—No te va a pasar nada si decides ayudar. Hay un agente que va a estar contigo todo el tiempo y te va a ayudar a ti —en ese momento pensé de inmediato en Ramsay o Henderson, o en cualquiera de los hombres que trabajaban para Mark.
—¿Qué? —ignoró mi pregunta.
—Mark es inteligente, pero no es el más inteligente de todos.
Quería convencerme y yo quería salir de este lugar lo antes posible, antes de que Mark supiera que supuestamente me habían secuestrado.
—En este momento Graham cree que estás secuestrada, no por nosotros, obvio —hasta parece que pudo leer mi expresión de preocupación —. Él no sospecha lo que está pasando realmente.
—Quiero irme, quiero regresar a mi casa y olvidar esto. Le juro que no le diré a nadie, ni siquiera a Beth, pero déjeme ir por favor —empezaba a tener frío y miedo también.
—No te puedes ir hasta que escuches todo lo que tenemos que decir. Es importante que conozcas todas las versiones de esto y solo así te podrás ir.
—¿Qué más necesito saber? Creo que todo está aquí —señalé los documentos regados en la mesa.
—No, no todo está aquí. Una persona quiere narrarte lo que pasó con Graham y cómo este arruinó su vida en un segundo. Cómo todos estos años ha estado buscando justicia para él y su familia —tragué saliva. Sus palabras eran tristes, cargadas de melancolía.
—Yo...—levantó un dedo y procedió a salir de la habitación. Mis ojos repasaron los recortes de periódicos a los que no les había prestado atención, pero que ahora la tenían por completo. En uno de ellos estaba la noticia de una familia que falleció hace años —. La familia Blackwood falleció en un trágico accidente, el hijo menor fue trasladado al hospital, pero no resistió la operación y los impactos de bala así que falleció a las pocas horas del atentado. Evander Blackwood —musité. En el recorte aparecían tres imágenes con las fotos de la familia, el padre, la madre y el hijo. El señor era parte de la SCD, pero no fue eso lo que provocó un estremecimiento en mi pecho, fue la foto del hijo, esa mirada, la nariz, los labios. Me recordaba mucho a alguien, pero mi cabeza estaba atiborrada de tanta información que no podía relacionarlo con nadie.
Dejé caer la espalda contra el respaldar de la silla sin soltar aquel recorte. En ese momento la puerta se abrió de nuevo, pensé que era el mismo agente que se había ido minutos atrás, pero me quedé sin aliento cuando la persona que entró no era aquel hombre sino Carson.
Carson
Llegué a la casa donde tenían a Valerie. Detuve el auto en el que Graham me mandó a buscar a su esposa y apagué el motor. Bajé del auto y caminé en dirección a la puerta donde dos agentes esperaban a cada lado, unas gotas mojaron mi cabello y hombros, me apresuré en entrar y quitarme la gabardina que llevaba encima.
—¿Dónde está? —le pregunté al agente que custodiaba la puerta.
—Está adentro con MacKay, me dio órdenes de no dejarte pasar.
—Dile que estoy aquí —no se movió ni un centímetro —. Avísale que ya llegué —insistí. No le quedó más que entrar y avisarle a MacKay que había llegado. Él me necesitaba para convencer a Valerie, sin mí no podría hacerlo y no estaba seguro de cómo iba a reaccionar ella cuando supiera toda la verdad. Tal vez me odiaba por ocultarle información importante de mi vida.
—Dice que lo esperes —dijo el agente.
Caminé hacia la chimenea que se encontraba encendida, los leños crepitaban y desprendían pequeñas partículas luminosas que se elevaban y se apagaban en pocos segundos. MacKay tardó unos minutos en salir.
—¿Cómo está ella? —MacKay se acercó —. Más te vale que esté bien —giré en redondo. No había ningún tipo de expresión en su rostro, lo que me hacía cuestionarme si ese hombre podía llegar a tener sentimientos por alguien, si no era solo un robot con el corazón de hojalata.
—Ella está bien, no tendrías porqué dudar de mí. Sabes que jamás le haría daño —se cruzó de brazos y me miró con esa expresión severa —. Piensa bien lo que le vas a decir porque de ti depende que todo esto se vaya al carajo o que nos ayude para acabar con Graham —dijo serio.
—Ya sé lo que tengo que hacer, no me lo tienes que repetir a cada rato —se descruzó de brazos y ejerció presión con dos dedos en la frente.
—Es nuestra única oportunidad, Evan, si ella dice que no estamos jodidos.
—Lo tengo muy claro, padre —era la primera vez en años que le decía padre, aunque él y yo estábamos conscientes de que no era mi padre de sangre lo era de corazón.
—Suerte con ella —di un paso para entrar a aquella habitación, pero lo que dijo me dejó plantado en mi lugar —. Ahora entiendo porque estás enamorado de ella —giré la cabeza —. No me mires así, lo sé desde hace tiempo.
Negué con la cabeza y continué con mi camino hacia aquella habitación. Me detuve unos segundos antes de coger la manija y empujar. No sabía cómo se iba a tomar Valerie todo esto, saber que detrás de este plan estaba yo y que todos estos años le oculté información importante sobre mi vida. Dudé un poco, pero al final entré y cerré la puerta.
La mirada de Valerie junto a su expresión me dijo que estaba sorprendida por mi presencia en aquella habitación. Sus labios formaron una fina línea y sus cejas se hundieron.
—¿Carson? —preguntó. Esperé a sentarme frente a ella. Había papeles y fotografías regadas sobre la mesa —. ¿Qué haces aquí? —no sabía qué responder.
—Veo que ya te mostraron los documentos —entre sus dedos sostenía un recorte de aquella trágica noche donde perdí a mis padres.
—No me has respondido —se quedó pensando y fue cómo si todo hubiera hecho click dentro de ella. Abrió los ojos de par en par, bajó la mirada hacia el recorte que sostenía entre sus elegantes dedos y me volvió a mirar —. Ese hombre dijo que una persona me iba a contar cómo Mark arruinó su vida en un segundo. Tú eres esa persona, tú eres ese niño —dejó el recorte sobre la mesa golpeando con fuerza —. Tu verdadero nombre no es Carson Hutcherson, es Evander Blackwood —me miró de manera severa. Nunca me había mirado así y lo sentía cómo una puñalada en el corazón.
—Déjame explicarte —le pedí.
—Me mentiste —dijo dolida.
—No te mentí, solo te oculté algunas cosas —se rio de manera irónica.
—¡Es lo mismo! Te presentaste con otro nombre, fingiste ser alguien que no eres. ¡Me mentiste!
—Tenía que hacerlo —señalé el recorte sobre la mesa frente a ella —. Él le hizo eso a mi familia, él los mató —dije.
—Me mentiste a mí, Carson...Evander, cómo te llames.
—No lo entiendes. Si me dejaras explicarte.
—¡No necesito que me expliques nada! —no pude prevenir su siguiente movimiento porque cogió la taza y la arrojó contra mí, fui más rápido y me hice a un lado, de no ser así me hubiera roto la cerámica en la frente. Valerie se cubrió la boca con ambas manos —. Lo siento, yo...
—No te preocupes —de nuevo se puso seria.
—No quería hacerlo, pero lo tienes bien merecido. No puedo creer que todo este tiempo me hubieras mentido.
—No era mi intención meterte en esto, pero no había otra solución. Cómo el agente MacKay te dijo no tenemos pruebas en contra de Mark, nada que lo relacione con la trata de blancas, no hay firmas, ni papeles, así que no tenemos nada para meterlo a prisión —le dije sereno —. Yo no quería esto, créeme.
—¿Cómo sé que dices la verdad y que todo lo que pasó no fue una mentira para que cayera ante tus pies? —su imaginación estaba fuera de lugar.
—No fue así. Lo digo en serio —frunció el ceño —. Valerie.
—No te creo —soltó —. Lo siento, pero no te creo. Todo lo que pasó entre nosotros solo fue parte del plan.
—¡No! —empujé la silla hacia atrás y me puse de pie —. ¿Cómo me puedes estar diciendo esto?
—¡Me mentiste! —insistió poniéndose de pie también.
—¡Tenía que hacerlo! No podía llegar y decirte: "Hola, mi nombre es Carson Hutcherson, pero en realidad me llamó Evan Blackwood. Tu futuro esposo mató a mis padres y me disparó, ahora quiero que te unas a mí para acabar con él". ¿Ibas a creerme?
—¡Probablemente!
—¡Y aun así dudas que todo lo que dijimos MacKay y yo sea verdad! Crees que es mentira y que solo estamos jugando contigo, ¿sí o no?
—¡No! —expresó molesta.
—¡Lo haces! ¡Lo estás haciendo ahora mismo!
—¡Pero no me grites! —se sentó de golpe nuevamente en la silla, con los brazos cruzados sobre su pecho y ese gesto de niña mimada y berrinchuda enmarcado en su bonito rostro.
—Lo siento —me disculpé regresando a mi lugar —. Pero lo de la taza no fue muy amable de tu parte —observé los restos de la taza esparcidos en el suelo —. Pudiste abrirme una zanja en la frente —Valerie se rio, pero apretó los labios.
—Ya te pedí disculpas.
—No lo hiciste.
—¡Sí lo hice!
—Está bien —levanté las manos. No iba a empezar una discusión por esto.
—Lo siento —murmuró. Estaba a la defensiva y era entendible, todo esto era demasiado para ella —. Sigo pensando que me usaste, que solo jugaste conmigo. ¿Hasta dónde pensabas llegar conmigo? ¿Me ibas a enamorar y después llevarme a tu cama? ¿Cuándo iba a terminar todo esto? Dime.
—Princesa...—levantó un dedo y negó lentamente con la cabeza.
—No permito que me digas princesa.
—Valerie...
—Me usaste, Carson, me utilizaste para llegar a Mark —su voz se desvaneció tras la última palabra —. Todo fue mentira para ti.
—¿Para ti no? —indagué.
—No lo fue.
—Eres una mujer casada y yo solo soy un guardaespaldas.
—No, eres un agente de la SCD, no eres un guardaespaldas. Hasta en eso mentiste.
—Tenía que hacerlo.
—¿A mí? —preguntó indignada.
—Nadie podía saberlo —comenté.
—¿Ni siquiera yo? —negué —. Y ahora lo sé todo.
—No sabes todo —musité.
—¿Qué pasó esa noche? —indagó.
—Mi papá trabajaba para la SCD. Estaba investigando al padre de Mark, sus nexos con algunos mafiosos de la ciudad y sus alrededores. Había cosas que no cuadraban con él, para empezar el dinero, las propiedades, los lujos. Tenía mucho más de lo que podía pagar con su sueldo. No sé si sabes, pero fue alcalde —Valerie asintió —. Se involucró tanto en el caso que se le olvidó a quien estaba investigando. Un día salimos a cenar, pero nos interceptaron y mataron a mis padres frente a mis ojos, ¿sabes quién los mató? —Valerie me miraba atentamente —. Mark —apretó los labios —. Su padre puso el arma en sus manos y él les disparó, no había miedo o dudas en su mirada, no lo dudó ni un segundo, sabía lo que estaba haciendo. A mí también me disparó—quise llevar mis dedos a aquella cicatriz, pero me contuve —. MacKay aprovechó eso para hacerme pasar por muerto, me mandó con su hermana y fue ella quien me cuidó hasta tener la mayoría de edad, regresé para hacerle justicia a mis padres.
—Todo este tiempo has estado trabajando para el hombre que mató a tus padres. ¿Cómo puedes verlo a la cara sin querer matarlo?
—La idea de que un día va a pagar por lo que hizo es lo único que me mantiene sereno para no matarlo —respondí. Debajo de la mesa mi pierna se movía de un lado al otro —. ¿Recuerdas que te dije que un día ibas a ser libre? —asintió —. Te lo dije porque sé que un día Mark ya no será un problema para ti, pero para eso debes ayudarnos. Eres la única persona de la que Mark no sospecharía —negó —. Valerie.
—No puedo, Carson, no me pidas esto —se puso de pie —. Necesito tomar aire fresco —pidió. Me puse de pie y le abrí la puerta, salí detrás de ella y le hice una seña al agente que cuidaba la puerta, diciéndole que ella necesitaba salir. Afuera ya estaba lloviendo así que solo salió al pórtico. MacKay se acercó a mí.
—¿Todo bien?
—No, no quiere colaborar —le dije. Ambos mirábamos hacia afuera.
—Lo hará, ya verás que sí. Solo tienes que ser sincero con ella.
—Le dije toda la verdad —le miré. MacKay puso una mano en mi hombro.
—No me refiero a esa verdad, sino a la otra verdad, la que te niegas a aceptar y la que tienes frente a ti —Valerie apoyó los codos en la barandilla mientras el cielo descargaba toda su furia sobre nosotros —. Hijo, dile lo que sientes.
—No va a servir de nada —murmuré. Mis ojos no se despegaban de su bonita figura —. Ella cree que la usé para llegar a Mark, para que acepte ayudarnos.
—Pero no fue así cómo pasaron las cosas.
—Ya lo sé, pero ya la conociste, es necia —MacKay sonrió.
—Y así te gusta —dijo y se alejó. Miré a MacKay de reojo mientras entraba a la cocina y de nuevo mis ojos se centraron en Valerie. Di un paso y otro más hasta llegar a su lado, adopté la misma postura que ella y observé cómo la lluvia golpeaba contra el techo del auto y las camionetas.
—Lamento no decirte la verdad antes, pero debes entender que no podía hacerlo.
—Lamento que no hayas podido decírmelo antes —musitó —. Pero no es justo lo que me estás pidiendo.
—Tal vez no puedas con todo esto —entornó los ojos con furia.
—Tal vez le diga todo a Mark, ¿no te parece? —masculló.
—No lo harías, jamás podrías traicionarme de esta manera —dije seguro —. Odias a Mark más que a nadie en este mundo.
—¡Tú me engañaste, me dijiste mentiras para llevarme a la cama y soy yo la que debe guardar tu secreto! —se exaltó.
—¡No te mentí en nada! —resoplé. Me estrujé el rostro con las manos —. Dios. ¿Por qué eres tan necia? —me agarró del brazo, me movió de lugar y se plantó frente a mí.
—Creí que lo que teníamos era real, Carson —sus ojos se llenaron de lágrimas —. Pensé que tú no eras cómo mi padre y Mark que solo me usan para su conveniencia. Pero me usaste, jugaste conmigo y mis sentimientos.
—Nunca he jugado contigo, Princesa, jamás podría hacerlo.
—No mientas —dijo con los dientes apretados.
—No miento.
—¡Mientes! ¡Me usaste!
—¡Jamás! —respondí molesto —. Jamás lo haría.
—¿Quién me asegura que dices la verdad? Eres un perfecto mentiroso. Nada me asegura que lo que sale de tu boca sea verdad.
—¿Por qué no me crees? —pregunté. Una extraña sensación empezó a crecer en medio de mi garganta.
—¡Porque ni siquiera te llamas Carson! ¡Eres un mentiroso! —agarré su cintura con ambas manos, su pecho se pegó al mío con posesión —. ¡Suéltame, no me toques! —empuñó las manos y golpeó mi pecho repetidas veces intentando apartarse —. ¡Suéltame tonto!
—¡No lo haré!
—¡No me grites! —rebatió.
—¡Te voy a gritar porque tú lo haces! No me dejas explicarte nada.
—¿Y qué me vas a explicar? —alzó una ceja. Mis brazos se cerraron alrededor de su cintura —. ¿Me vas a explicar cómo te divertías cada vez que me hacías sentir que te importo? —ella estaba molesta, pero yo no, solo quería que me escuchara.
—Escúchame —le pedí.
—No —me empujó con las manos haciendo un esfuerzo en vano porque no me iba a apartar —. Suéltame.
—Necesito que me escuches, Princesa.
—¡No te quiero escuchar!
—En serio necesito que me escuches y sepas la verdad —apreté la mandíbula.
—¿¡Y qué más vas a decir!? —perdí la paciencia y lo solté, le dije la verdad en medio de un grito que descargaba todo lo que sentía por ella —. ¡Habla, no te quedes callado!
—¡Te amo, joder! ¡Nunca podría jugar contigo porque te amo! —sus ojos se abrieron lentamente —. Escúchame, jamás podría jugar contigo porque te amo más que a mi vida, Princesa.
🦋🦋
¿Qué tal el capítulo?
Carson por fin se confesó con Valerie, pero ella sigue creyendo que solo la usó :(
Reacciones del capítulo aquí.
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