Capítulo 1. 🦋
"Parece maleducada porque es
sincera. Y no estamos acostumbrados
a la sinceridad".
Valerie
Siempre supe que mi padre era un machito y misógino, también sabía que no me quería cómo tanto juraba amarme por ser mi padre, pero el día que actuó a mis espaldas y entregó mi mano a Mark Graham para casarme con él, a sabiendas que le odiaba con toda mi alma, solo pude confirmar que mi padre me odiaba tanto que no me quería en su casa y anhelaba tenerme lejos para no verme la cara. Ese día mi corazón se rompió, siendo él el primer hombre que me había destruido de esta manera tan cruel y sádica. Nunca en la vida le iba a perdonar el que me hubiera obligado a comprometerme con Graham, estando yo en contra, cómo si viviéramos en el siglo pasado donde se compraban a las mujeres como si fueran vacas. No estábamos en el maldito siglo pasado y yo me rehusaba a casarme con ese imbécil al que detestaba tanto que rogaba al cielo que sucediera un milagro para no tener que casarme con él.
Pero a cómo estaban las cosas la boda era más que segura. Ya me había entregado el anillo, un mes atrás cuando mi padre le confirmó que yo estaba disponible para casarme con él con la condición de que Graham pagara todas las deudas que mi despreciable padre acumuló con el paso de los años. Entre él y mi idiota hermano llevaron a esta familia a la quiebra y ahora yo tenía que pagar los platos rotos y no era justo porque yo nunca hice nada en contra de ellos.
Mark Graham (o el imbécil al que más odio, cómo yo le digo) era un imbécil, sí, el más imbécil de todos, después del imbécil y vicioso de mi hermano Andrew. Tenía treinta y tres años en ese momento, pero ya le conocía de años atrás cuando su padre y mi padre empezaron a hacer negocios juntos. Yo era muy joven, aun así, me daba cuenta de que Mark me miraba de una manera que no debía mirarme, era guapo y mucho, cabello rubio, ojos color avellana, alto y de buen cuerpo. Un hombre agradable, simpático y siempre tenía las palabras correctas en todo momento, no obstante, detrás de cámaras era el ser más despreciable que he conocido en toda mi vida (después de mi padre, claro está). Ocupaba el cargo de primer ministro de Escocia, un cargo muy importante para un hombre como él que no venía de una familia de políticos, siendo el único de todos ellos que logró ocupar un puesto tan importante en la ciudad.
¿Sino venía de una familia de políticos cómo es que llegó a ese puesto? Bueno, tenía dinero, su padre era un multimillonario e importante hombre de negocios, por ende, Mark era bien conocido en todo Escocia, se ganó el respeto de los ciudadanos con esa labia que solo él poseía, porque Mark era muy astuto para convencer a las personas (menos a mí), tenía el poder de encantar con esa hermosa y fingida sonrisa. Fue así cómo se convirtió en primer ministro y ahora necesitaba una esposa obediente que le ayudara a mantener su buena imagen ante los demás, y la estúpida elegida para ser su esposa fui yo.
Más que elegida se me obligó a casarme con él, porque de ser por mí nunca hubiera aceptado casarme tan joven, mucho menos con ese patán, mujeriego, arrogante e imbécil de Mark Graham. ¡Ah! Le odiaba tanto, ni siquiera estábamos casados y ya me quería divorciar de él.
—¿Qué tanto dicen? —Jean se encontraba detrás de mí. Queríamos escuchar lo que hablaban mi padre y Mark.
—No escucho. De seguro están hablando de la boda —musité. Por más que pegaba la oreja a la puerta no lograba entender lo que decían, hablaban muy bajito. Siempre fue así desde que mi padre me comprometió con ese bastardo sin corazón.
Solté un suspiro apoyando la espalda contra la pared al lado de la puerta. Jean cogió mi mano, dejando un delicado apretón.
—Todo va a estar bien, Val, vas a ver que sí —le sonreí porque no podía hacer otra cosa que fingir una sonrisa cuando por dentro me estaban matando en vida. Mi padre me condenó a una vida de sufrimiento y tristeza. ¿No hubiera sido mejor echarme a la calle? Lo que me estaba haciendo jamás se lo iba a perdonar.
Escuchamos pasos acercarse, casi nos echamos a correr pensando que eran mi padre y Mark, pero en su lugar Effie salió de la cocina, deteniéndose de golpe al vernos de chismosas al lado de la puerta.
—Te puedo explicar —Effie se acercó a nosotras cogiendo a Jean del brazo, pero antes de poder hacer algo la puerta se abrió de golpe. Mark y mi padre salieron del despacho. Me hice a un lado cuando Mark dio un paso fuera abotonándose el saco.
No podía negar que era guapo, sin embargo, no le amaba, no sentía nada por él más que un profundo odio y coraje por aceptar el trato de mi desconsiderado padre.
—Val —quiso darme un beso en la mejilla, pero di un paso atrás y sus facciones cambiaron. No le gustaba que le desobedeciera e hiciera este tipo de escenas, no toleraba que le llevara la contraria, quería una esposa sumisa que cumpliera con todas sus reglas.
—Valerie —espetó mi padre —. Effie, llévate a Jean a su habitación —mi nana obedeció sin rechistar y junto a Jean subieron las escaleras —. No debes portarte así con tu futuro esposo —mi padre me agarró del brazo con mucha fuerza, tanta que me lastimaba.
—Déjala —Mark puso una mano en el brazo de mi malvado padre —. Ahorita está molesta, pero después se va a comportar cómo la esposa de Mark Graham —dijo serio. Al contrario de lo que muchos podrían pensar no me quedé callada, pensaba hacerlo, pero cuando Mark dijo eso sentí que la rabia empezó a subirme a la cabeza.
—Nunca en mi vida te voy a dar el gusto de verme sumisa o arrodillada ante ti —escupí —. No me quiero casar contigo —una bofetada por parte de mi padre me hizo callar de golpe. Me llevé ambas manos a la zona adolorida, el cabello me cubrió el rostro, pero lo aparté y empuñé las manos.
—Malagradecida —escupió el hombre que para mí desgracia era mi progenitor.
—¿Malagradecida? —inquirí burlesca —. ¿Soy una malagradecida porque no me quiero casar con un hombre al que odio y que tú me impusiste a toda costa? —di un paso atrás.
—Yo solo me estoy asegurando que más adelante no te falte nada, que tengas un buen esposo —dijo, molesto.
—¡Pues gracias por encontrarme al peor de los esposos! —le grité, molesta —. ¡Por si no lo sabes yo no quiero un esposo! Estoy bien así, gracias.
Mark se mantenía en su lugar sin decir nada, solo mirando la nefasta escena que tenía frente a él. Más le convenía no decir nada porque le iba a igual a mi padre.
—¡Eres una tonta, Valerie!
—Sí, soy una tonta por creer que por una vez en su maldita vida iba a tener compasión por mí. Me está condenando a un matrimonio sin amor, ¿se da cuenta? —quería llorar, sin embargo, no les iba a dar el gusto a ninguno de los dos —. ¡Lo odio! ¡Los odio a los dos! —los señalé a los dos —. Ojalá hubiera sido usted quien se muriera y no mamá.
No esperé que alguno de los dos dijera algo, di la vuelta y subí las escaleras con las lágrimas empañando mis ojos.
—¡Valerie, ven acá! —ignoré los gritos de mi padre y subí rápidamente para encerrarme en mi habitación. Me llevé la mano a la zona donde me golpeó, el dolor se hizo presente en mi mejilla y chillé más que nada de coraje, porque aún esperaba que a pesar de mis ruegos el desalmado de mi padre tuviera un poquito de compasión por mí. Anhelaba que su duro corazón se ablandara y me diera la oportunidad de ser libre cómo tanto quería y no me obligara a casarme con Mark, el individuo al que más detestaba en este mundo.
No me quería casar con él, no sería feliz a su lado. Le haría la vida imposible hasta que se hartara de mí y él solito me devolviera a mi casa porque estaba harto de mí.
—¿Val? —escuché unos golpecitos en la puerta. De inmediato supe que era Jean y que estaba preocupada por mí. Los gritos de mi padre se escuchaban por toda la casa cuando se ponía a vociferar de ese modo.
—Voy —me limpié debajo de los ojos, esperando que no se notara que había estado llorando. Bajé de la cama y abrí la puerta, encontrándome del otro lado a Jean, quien me miró con las cejas hundidas.
—¿Estás bien? ¿Qué pasó? —dio un paso dentro de la habitación y cerré la puerta conteniendo las ganas de soltarme a llorar de nuevo y desahogarme con ella.
—Todo bien, Jean —fingí una gran sonrisa que adornó mis labios con melancolía. Tal vez podía decir que me encontraba bien, sin embargo, mi voz rota me delataba ante mi pequeña hermana.
—No pudiste convencer a papá, ¿verdad? —apoyé la espalda contra la puerta y solté una larga y sonora exhalación que me estaba quemando el pecho.
—No podré hacerlo cambiar de opinión, menos ahora que la boda se acerca —Jean se sentó en la orilla de mi cama. Mi hermana señaló el lugar vacío a su lado y tomé asiento junto a ella.
—Te voy a extrañar mucho cuando te vayas —suspiró.
—Vas a poder visitarme las veces que quieras, voy a estar a unos cuanto minutos —tomé sus manos con cuidado y las guardé entre las mías para darles calor.
—No sé si Mark quiera verme ahí todos los días —musitó —. Sabes que tiene su carácter —desvió la mirada. No le pude llevar la contraria porque ambas conocíamos a Mark y sabíamos más que nadie el mal carácter que tenía y lo vil que podía llegar a ser.
—Pues no sé cómo le voy a hacer, pero no te voy a dejar de ver por un capricho de ese tonto —sonrió.
Su cabello castaño caía en sus mejillas, así que con dos dedos los aparté para ponerlos detrás de su oreja. Jean al igual que Alec eran parecidos a mi difunta madre y yo, era la viva imagen de mi desgraciado padre al que cada día detestaba un poco más. Me sentía culpable por sentir esto por él, sin embargo, fue él mismo quien se ganó todo mi odio desde el día que empezó a tomar decisiones por mí, cuando yo no estaba de acuerdo con ninguna de ellas y, aun así, lo hacía porque según él "todo era por mi bien", cuando solo estaba pensando en sus intereses y los de Mark, porque a él también le iba a beneficiar este matrimonio.
—Val —habló Jean —. Eres todo lo que tengo en esta vida, nunca me faltes —le sonreí y la abracé por los hombros.
—Jamás en la vida. Siempre me vas a tener contigo para cuidarte siempre —dejé un beso en su frente y correspondió a mi abrazo, apretándome con sus pequeños y delgados brazos.
Carson
—¡Hutch! —escuché mi nombre ser vociferado por mi jefe. Quien se acercaba a grandes zancadas para salir de la casa de los Balfour —. Vámonos — salió de la mansión y subió al auto, que abrí segundos antes de que llegara a mi lado.
Por el mal genio que traía pude adivinar que no le había ido tan bien con la rebelde y maleducada de su prometida, la señorita Valerie Balfour. Siempre lo retaba y le respondía, lo ponía en su lugar y le decía un par de verdades que se tenía más que merecidas, sin embargo, y al ser este un desconsiderado no se quedaba callado y más de una vez le gritó casi llegando a los golpes.
Pobre chica. Si supiera con la clase de monstruo que se va a casar.
Y tal vez sí lo sabía, mas no le quedaba otra opción, ya que prácticamente su padre la había vendido a Graham con tal de que este salvara los hoteles que el viejo Balfour y su mimado y nefasto hijo habían llevado a la quiebra. Ahora era la mayor de las hijas quien se tenía que sacrificar por los imbéciles de su padre y su hermano.
—¿Todo bien, señor? —le pregunté a mi jefe. Acomodé el espejo retrovisor con una mano, fijándome en la calle. Detrás venía una de las camionetas con más hombres. Graham podía ser un imbécil, sin embargo, era muy inteligente de su parte traer guardaespaldas que le cuidaran el trasero, ya que sabía lo que estaba haciendo mal y que más de uno lo quería ver muerto.
—Esa chiquilla tonta —apretó el puño y golpeó el asiento con furia —. Es grosera y tonta. Voy a sacar a su maldita familia de la miseria y ella me reta como si fuera yo uno más del montón —negué con la cabeza dándole la razón, aunque no la tenía. Claro que era un imbécil con todas las letras. Era nefasto e insoportable, lo toleraba solo porque era mi trabajo, porque de ser diferente desde cuándo le hubiera dado una golpiza que lo hubiera mandado al hospital.
—¿Qué va a hacer al respecto? —indagué.
—Ahorita está a salvo en su casa, en las cuatro paredes de su habitación. Pero el día que sea mi esposa sabrá lo que es un hombre en verdad —miré al frente asiendo las manos al volante.
—La boda será en unos días —asintió con la cabeza. Se acomodó en el asiento relajando los hombros, se quitó un botón de la camisa y soltó un bufido.
—Ya quiero que esta mierda termine. Estoy cansado de escuchar a la planeadora de bodas y que Valerie no ponga de su maldita parte —apretó los puños.
Mark Graham era una bomba de tiempo a punto de explotar y a su paso se iba a llevar a la pobre de Valerie Balfour, quien no tenía la culpa de estar comprometida con un monstruo cómo lo era su nefasto prometido.
Al llegar a su casa detuve el auto fuera de la propiedad, una hermosa mansión en uno de los barrios más costosos de todo Edimburgo, el complejo era de dos pisos, con un enorme jardín cubierto por rosas rojas y otras más pequeñas de distintos colores. Bajé del auto y abrí la puerta para que Graham saliera, cuando estuvo fuera entró a la casa y yo me quedé afuera vigilando el lugar, ya que para eso había sido contratado y le servía al imbécil ese.
Algunas horas después salí de trabajar y llegué a mi pequeño departamento, que si bien no se comparaba con la hermosa mansión de Graham era acogedor y no tan frío, tal vez no había lujos, sin embargo, ahí tenía lo más importante de toda mi vida y que ni todo el dinero que poseía Graham podía comprar: Mabel. Mi pequeña Yorkshire terrier.
—Hola, Mabel —cerré la puerta detrás de mí y Mabel bajó del sofá para correr hacia mí. Empezó a ladrar y saltar para que la cogiera en brazos, así que dejé la mochila a un lado, la cargué y me besó algunas veces en la mejilla y la barbilla.
Fuimos al sofá y la puse sobre mis piernas. Se acurrucó en mis brazos respirando agitadamente. Mi móvil empezó a timbrar y lo cogí del mueble al lado del sofá. Cuando miré la pantalla el nombre de mi jefe parpadeaba una y otra vez, así que no dudé en responder.
—Hutcherson —habló serio.
—Jefe, ¿pasa algo? —le pregunté.
—Queremos saber cómo van las cosas con respecto a Graham. ¿Ya tienes algo en su contra? —indagó.
—No jefe, el tipo es muy cauteloso y todavía no me tiene la suficiente confianza para decirme todo lo que hace —escuché un bufido del otro lado de la línea.
—No vas a tener más opción que...—antes de que terminara su oración lo detuve en seco.
—No vamos a usar a su prometida para llegar a Graham —mascullé —. Creo que eso sería muy bajo de nuestra parte.
—En este momento no importa si nos rebajamos a su maldito nivel —espetó —. Quiero a ese infeliz tras las rejas, Hutch y tú eres el único hombre que ha podido llegar hasta él sin que sepa en verdad quién eres —resoplé.
—Haré lo que sea con tal de meterlo a prisión y usar a su prometida será la última opción, señor.
—Haz lo que tengas que hacer, Hutch, pero que sea ahora —colgó. Por su tono de voz pude adivinar que más que molesto se encontraba a punto de querer romper todo —. ¿Quieres cenar, Mabel? —de inmediato se separó y movió la colita de un lado al otro, de arriba abajo.
Me puse de pie con Mabel en brazos, la llevé a la mesa de la cocina. No quise pensar en las advertencias de mi jefe, porque no quería meter a Valerie en todo esto, ella era inocente de todo lo que estaba haciendo Mark y no tenía por qué involucrarse en toda esta mierda. Haría lo que fuera con tal de meterlo a prisión. Pedirle ayuda a Valerie Balfour no estaba en mis planes y si no podía obtener nada entonces la buscaría y le rogaría que lo hiciera, antes de eso no.
🦋🦋
¡Hola! Por fin he regresado a Wattpad después de algunos meses lejos 😥. Me tuve que ir porque he estado corrigiendo un libro para su publicación en físico y demandaba todo mi tiempo, pero ya estoy aquí. Ahora que he regresado también vuelven las actualizaciones, no solo de este libro, también de los que tengo en proceso.
Espero que este libro les guste, la trama y los personajes, porque habrá mucho drama 😏 y de todo. Los primeros capítulos serán cortitos, pero más adelante van a ser bastante largos. En la imagen de arriba podemos conocer a Mabel, la fiel amiga de Carson.
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