II. Phases
18:00
Piso de Alessandra Di Angelo
Calle de l'Emancipació
Barrio Les Tres Torres
Sanar era raro, algunos dias estabas bien y lo estas haciendo bien, y otros días duele como si fuera reciente. Era un proceso con un tiempo no definido.
El cuerpo habla con que la mente calla, aquellas palabras fueron de Beatriz Rojas -su psicóloga- quien después de varias secciones le diagnóstico depresión y ansiedad social, aparte de estar en un proceso de duelo; su terapia ha sido un proceso de lágrimas, negación, gritos, ataques de pánico a tal punto que le recetaron medicamentos ansiolíticos. A medida que pasaba el tiempo los avances fueron muy buenos.
Su destino al llegar a España nunca había sido Barcelona pero al conocer a Fer cambio de opinión, por lo que le había pedido a Ji-Ho -su jefe de seguridad/manager- que la vivienda que su madre tenía de cuando ella vivía en Cataluña fuera remodelada.
El brillo de la luz solar descendía a esa hora del día y la frescura de la noche de hacia presente poco a poco, el atardecer era uno de los momentos favoritos y era un ritual que tenía desde pequeña. La luz débil se posaba suavemente sobre su piel.
Suspirando, busco su comodidad en el sillón colgante color blanco y tarareo una canción aleatoria que sonaba desde su audífonos.
Tan concentrada en el sonido de la música que no lo sintió llegar a Fer hasta que tomo asiento a su lado.
—Hola extraña.
La italiana sonrió y coloco su cabeza en el pecho de este quitándose los audífonos.
—Hola extraño —.El español empezó a jugar con el cabello castaño de la adolescente.
—¿Cómo te fue con la doctora Rojas?
La castaña hizo una mueca.
—Bien, creo. ¿Y a ti en el restaurante?
El muchacho hizo un ruido de entendimiento y asintió.
—Fue bien, todos te extrañaron hoy.
Alessandra río.—Yo también los extrañe.
—¿Ya comiste?—le pregunto, el español sabía que Alessandra estaba medicada, lo supo al ver su comportamiento demasiado calmado en ella. Seguro había tomado un calmante después de salir de terapia.
La adolescente negó.
—Ven, te haré algo de comer mientras tú descansas en tu habitación.
El español llevo a la adolescente hasta la habitación para asegurarse que durmiera un poco, mientras se le pasaba el efecto del calmante.
Quería a la italiana y mucho, pero no le gustaba cuando utilizaba esos calmantes. La estaba haciendo muy dócil y ella no era asi.
★★★
20:00 PM
El lugar se encontraba alumbrado por la tenue luz azul de las lámparas Led de la pared.
La habitación de la italiana era grande, con baño, armario y balcon por separado. De color blanco, con una cama sommier King Size de respaldar gris, unas colchas azules pasteles y almohadas blanca y grises y frente ha esta una butaca blanca. Luces led por toda la habitación, dos mesitas de noche a cada lado de la cama, un escritorio con biblioteca, un espejo de cuerpo completo. Un tocador con espejo y bombillas de luces.
El baño privado incluía inodoro, ducha con bañera incluida y una pared de cristal corrediza, un lavamanos con espejo y cajones de madera blanca y una bañera. Los azules era de color blanco, marrón oscuro y claro con diseño de rayas.
El balcón era un poco pequeño, que daba vista a la ciudad. Tenía un sillón colgante con estructura de acero y cojines de color beige
Al lado del baño había una puerta que daba al armario.
Después de varias horas durmiendo, Fer fue a despertar a Alessandra. Quien gruño al sentir un peso encima suyo.
—Quitate mono.—bufo la italiana forcejeando con su amigo.
El veinteañero río y rodó para quedarse de un lado.
—¿Que horas es?—parpadeo la adolescente tratando de espantarse el sueño.
—Las 20:00.
Di Angelo suspiró profundamente y abrió sus ojos completamente, dejando ver sus orbes color azúl.
—Odio tanto ese medicamento—murmuro colocando su cabeza en el cuello del español.
Fernando bufo, haciéndole mimos en la cabeza de la italiana.—No eres la única.
Un silencio cómodo se instaló entre ellos; Alessandra agradecería muchísimo haber conocido a Fernando ese día en esa playa en Tenerife , el joven había llegado en el momento justo de su vida.
—Me contarás que como te fue con la Doctora Rojas.—pregunto el canario acariciando suavemente el cabello de la chica.
Alessandra no respondió de inmediato.
—Hablamos de muchas cosas. Una de las cosas de las que discutimos más fue el volver a la vida pública, solo eso, nada de competencias o de eventos.
La mano de Fernando se detuvo. —Oh.
—Dijo que era un paso que tengo que dar para poder seguir avanzando con mi ansiedad ya que eso está arraigado a mi enfermedad.
En la voz de la italiana se notaba la ironía, lo que hizo reaccionar al veinteañero, quien se sentó rápidamente en la cama.
—Ve el lado positivo, no te arriesgas a que alguno de la prensa te publique en contra de tu voluntad.
La italiana lo pensó por un momento. Una de las razones por las que se había mudado a España fue porque no era tan conocida ahí, por lo que pasaba desapercibida algunas veces, en todos estos meses pudo disfrutar de ese país a su antojo al viajar y conocer muchos lugares y personas, pero no todo lo bueno duraba para siempre, algunos periodistas extranjeros, personas que si la conocían habían tratado de publicarla muchas veces, porque lo que había pagado millones para que fotos no se publicarán y arruinarán la poca paz y estabilidad que había encontrado allí.
Ahora con la sugerencia de su psicóloga, podía disponer de su vida pública un poco, sin agencias de por medio. Solo ella
Alessandra suspiró sentándose igualmente, con sus piernas dobladas.
—¿Sabes que no estaras sola?
Los ojos azules de la adolescente recorrieron el rostro del canario.
—No conoces lo que es ser alguien cercano a la familia Di Angelo, no pasaras desapercibido como antes, no en España, no en otro país.—la preocupación era notable en la voz de la adolescente, lo que hizo reír al González.
Un golpe con una almohada detuvo la risa divertida del ventiañero.
—Sabes a qué me refiero Fer.
El joven canario nego.—No, No lo sé.
—Tu, pasas desapercibido aunque tengas un hermano famoso. Si los medios se enteran sobre nuestra amistad, no podrás escapar. Serás una figura pública por solo tener una relación amistosa con una Di Angelo.
Otra carcajada limpia del canario y con el ceño fruncido le lanzo otra almohada por no tomárselo enserio.
—Cariño, como tu dijiste. Tengo un hermano famoso, por lo que me hace visible a la prensa, sabré como lidiar con los buitres cuando llegue el momento.—el canario sonrió—No te dejare sola estrellita, no en este proceso.
Alessandra lo abrazo con fuerza. Agradecería al universo por darle a un amigo cuando más lo había necesitado.
—Gracias
Fer sonrió, abrazándole devuelta. Después de unos minutos Alessandra se incorporo correctamente.
—¿Ya sabes que hacer para volver al circo mediático?—le pregunto bromeando el canario acostándose devuelta en la cama.
La Italiana empezó a jugar con su cabello asintiendo.
—Si, creo que sí.
Fer arqueo un ceja intrigado.—¿Me decís...?
—Lo he estado pensando desde que llegué. Un LIVE. Es lo más tranquilo y me dará la libertad de hablar de unas cosas —Alessia sonrió segura de si misma
El canario asintió de acuerdo pensativo.
—Ji-Ho puede coordinar todo, pero...—Fer tomo una de las delgadas manos de la menor.—Yo estaré en ese LIVE.
Alessandra rio.—No
—Si. Te ayudaré.
Una guerra de miradas se desató por unos minutos. Cafés contra azules. Alessandra aparto su mirada.
—Bien.—refunfuño por haber perdido.—Pero tu le dirás a tu hermano todo lo que le has estado ocultando.—al terminar de decir eso huyó hacia la cocina.
Fer se puso pálido ante sus palabras.
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