I. Hālani
Tenerife, España.
Enero, 2021
Calma, la tranquilidad de paz que evocaba en mar en estos momentos era algo que Alessandra de verdad necesitaba después de varios meses de caos. Tenerife fue un destino desconocido para ella desde que se había montado al Jet pero agradecía a Ji-Ho, su guardaespaldas de haberla elegido.
La isla era muy tranquila y su gente era tranquila y tan bonita que amo el lugar desde el primer día, por lo que aprovecharía ese mes de distracción antes de establecerse en Barcelona para empezar con su terapeuta.
En la playa habían pocas personas ya que recién terminaba en confinamiento obligatorio. Ella se encontraba sentada en la cima de unas rocas de un pequeño acantilado un poco alejado de la arena pero que le daba una vista hermosa del mar en su puesta al atardecer; por su trastorno de ansiedad desarrollo un TOC con sus dedos que hacia que los contará uno y otra vez con la punta de los mismos.
Concentrada en el movimiento de sus dedos no se dió cuenta que alguien se había acercando hasta que le hablaron.
—Eh, Hola disculpa ¿Te molesta si te hago compañía?.—el chico castaño y de ojos marrones cálidos y vibrantes le sonrió, ella le devolvió la sonrisa y asintió.
El chico se sentó a una distancia considerable y un silencio cómodo se instaló entre ellos mientras admiraban el atardecer. Después de lo que parecieron horas, cuándo el sol ya se estaba ocultando, el castaño volvió a hablar.
—A veces necesitamos que pasen ciertas cosas, para darnos cuenta de otras. Los cambios también nos hacen evolucionar.
Ella sonrió irónicamente.— 때로는 자신을 다시 찾기 위해 자신을 잃어야 할 때도 있다 .
Murmuró en coreano casi inaudible pero el castaño alcanzó a escuchar.
—¿Hablas coreano?—le pregunto sorprendido mirarla ahora detalladamente.
Sorpresa que ella le devolvió también al ver que no había confundido el idioma con otro asiático.
Asintió la de ojos azules.—Si. ¿Tu hablas el idioma?—curiosa un poco.
El castaño nego.
—No, pero reconozco el coreano de otro idioma asiático.—explico.— ¿Que dijiste?
—A veces hay que perderse para volver a encontrarse.—volvio a repetir pero esta vez en español a lo que el chico asintió comprendiendo las palabras.
—Fernando González.—se presentó el castaño.
La italiana sonrió achinando sus ojos.
—Alessandra Di Angelo.
★★★
Madrid, España
Febrero de 2021
7 meses antes
Ocho de la noche, hora local
Yo iba perdida por esta ciudad
La Luna fue mi guía al metro de Gran Vía
Y sin buscarte me ibas a encontrar
***
La cabellera castaña de la joven italiana se hizo hacia atrás cuando una suave brisa paso por la calle. La joven sonrió bajo su cubre boca y se abrigo más con su abrigo peludo.
La noche estaba preciosa en esa ocasión, en las calles de la Gran Via pasaban tranquilamente personas en su mundo, sin prestar un poco de atención a la bella joven que pasaba por su lado.
Al ritmo de Mikrokosmos de BTS Alessandra caminaba por las calles distraída y en su mundo. Sus ojos azules brillaban intensamente admirando todo a su paso; su estado de ánimo todavía no era el mejor, pero eso no le impedía sonreír ante la bella noche que había en la cuidad.
Había llegado a Madrid hacia no más que unas horas pero había querido salir del hotel y no quedarse encerrada. Tomar un paseo siempre la ayudaba a despejar su mente, la cuál era un torbellino de emociones y recuerdos mezclados.
Tan distraída estaba, que no se dió cuenta que una persona iba por el mismo camino que ella hasta que choca con el.
—Lo siento, lo siento.
Pidió rápidamente una voz masculina con acento que no lograba descifrar de dónde provenía
Alessandra negó con la cabeza, quitándose un audífono del oído.
—Perdoname tu a mi, iba distraída—le sonrió la joven con pena para mirarlo bien.
Ambos de miraron.
Ojos azules contra ojos marrones.
El chico sonrió apenado mientras pensaba. Joder, que hermosa es.
Alessandra se sonrojó un poco pero sonrió igualmente.
—¿Estás bien? ¿No te hice daño?—pregunto el chico de ojos marrones un poco preocupado.
Ella negó tranquilamente.
—No, tranquilo—le respondió un poco perdida, marcando sin querer su acento.
¡Rayos! ¿Que me pasa? Pensó la italiana espabilandose.
—¿Te han dicho lo guapa que eres?—solto sin pensarlo el Español, cuando se dió cuenta que lo que dijo, abrió lo ojos sorprendido.
Alessandra negó soltado una risa nerviosa.
—No, pero gracias.
—¿No eres de España, verdad?
Pregunto el chico al notar su acento al hablar español.
—No, soy de Italia. ¿Tu no eres de Madrid cierto? Tu acento es distinto.—pregunto con curiosidad.
El de ojos marrones negó. —Soy de Sevilla.
—Andaluz entonces—asistió comprendiendo y le sonrió un poco.
El castaño esbozo sonrió pequeña.
—Pablo. —se presentó rápidamente, tendiendole su mano derecha. Recriminandose por no presentarse antes.
—Alessandra. —tomo su mano para estrecharla.
El ahora llamado Pablo, sintió como su corazón se aceleró cuando tocó sus pequeñas manos, suaves y delgadas en comparación con las suyas, no pudo evitar pensar que encajaban perfectamente.
—¿Y que haces en Madrid?—pregunto Alessandra con cautela. No todos los días se le preguntaba eso a su extraño pero algo la impulsaba a seguir hablando con el.
—Estoy aquí con unos amigos, ¿Y tú, que haces tan lejos tu hogar?—le devolvió la pregunta mientras se encogia de hombros.
—En realidad vengo de paso, tengo que hacer unos cosas mientras termino de mudarme.
El sonido del teléfono de Pablo interrumpió la respuesta que hablo iba a dar. El castaño le sonrió en modo de disculpa, a lo que la chica negó con la cabeza, restándole importancia.
Pablo miro su teléfono y suspiró. Era Nico diciéndole que se apurará.
—Me tengo que ir.
Informó con lamentó. Alessandra hizo una mueca pero asintió.
Pablo pensó por unos segundos lo que quería preguntar:
—¿Me pasas tu número?—pregunto con una sonrisa nerviosa. El chico vio como ella arqueaba su ceja.
—¿Sabes que la mayoría pide el IG?
Contesto con burla la italiana. No sé equivoquen, a Alessandra le llamo la atención que se chico pidiera su número en vez de su Instagram, pero le agradaba. Así no se daba cuenta de quién era ella.
—¿Originalidad?—el Sevilla se encogió de hombros.
La joven negó con la cabeza divertida pero tendió su mano para el que le prestará su teléfono, lo que el hizo.
Y ahí bajo el cielo estrellado de Madrid, se despidieron después de darle su número telefónico con el prometiendo llamarla para conocerse más. Cinto minutos en los que ambos siguieron sus caminos.
Cinco minutos en lo que fue suficiente para Alessandra se diera cuenta que le había dado su número mal. Regresando sus pasos mirando rápidamente haber si lo encontraba por ahí.
Pero no, el chico ya se había. Con su número mal escrito por un número. Ella solto una risa incrédula mirando a su alrededor para seguir avanzando.
Más tarde, en su habitación de hotel.
—A que no te imaginas lo que me sucedió.—le comento a su amigó, mientras se quitaba sus botas de tacón.
El castaño desvió su mirada del móvil hacía ella, desde su cama.
—Conociéndote, algo raro.—rio el joven adulto con soltura.
La italiana se tiró al lado del Español, chocando contra el estómago de este haciendo que se quejara.
—Ji-Ho ya tiene los boletos de avión—le informo el castaño, haciendole mimos en el cabello de la adolescente.
Los ojos azules de Alessandra miraron el techo de la habitación.
—Entonces... ¿Barcelona?—sonrio de manera débil, ignorando a su corazón acelerado.
Fernando hizo un ruido de confirmación.—Barcelona.
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