capitulo siete
Corre tan rápido que el pecho le duele y la cabeza le zumba. Dentro del ascensor, cae de rodillas y espera que llegue al primer piso, porque quiere salir y encontrarse con el aire frío. Llora y, al mismo tiempo, mantiene una expresión de terror. Se abraza a sí mismo, temblando e intentando respirar. Minutos después, el ascensor llega al primer piso y sale corriendo, perdido en su propia mente.
Malin, quién ha usado un segundo ascensor, está a punto de atraparlo antes de que salga afuera cuando una mano lo detiene, jalándolo con fuerza.
—Male —susurra, aliviado y asustado—. Suéltame, tengo que ir tras él.
—Llueve, Malin —advierte y Malin abre la boca, mirando tras la puerta principal—. Iré yo, quédate aquí.
—No, te harás daño. Iré yo.
Male no lo suelta y lo observa con ojos firmes.
—No, iré yo —insiste, empujándolo antes de salir afuera.
Malin ahoga un grito, observando a su hermano correr bajo la lluvia. Otros también lo miran, cubriéndose la boca con la mano, sorprendidos de tal acto.
Male corre lo más rápido que puede, sintiendo que su piel se corta y le provoca heridas. A un metro de distancia encuentra al humano bajo un edificio y se detiene junto a él. El humano se está abrazando a sí mismo, llorando y temblando mientras observa sus brazos desnudos cubiertos de sangre, al igual que su rostro. Male se acerca despacio, con cuidado.
—Esperaremos que la lluvia pase.
—¿Lluvia? —pregunta Taehyung, consternado—. ¡La lluvia no hace esto!
—Este no es el planeta tierra, humano —aclara, intentando no sonar demasiado duro—. También estoy herido, ¿lo notas?
Taehyung se conmueve un poco, notando que el alienígena supura un líquido negro y espeso de cortes largos, aunque menos profundos que los suyos en los brazos y el rostro. Al menos cree que no es casi nada cuando mira hacia abajo, notando las huellas del alienígena en el suelo, huellas de sangre negra. Ellos no usan calzado, no como él, que lo exigió desde el primer momento en que le dieron de vestir la túnica.
—¿Qué es lo que cae del cielo? —exhala, tembloroso.
—Diamantes.
El humano abre la boca y vuelve a cerrarla, pensando, mirando a su alrededor, especialmente esa anormal lluvia que llena el suelo de destellos, de pequeñas piedras en las que no se había puesto a reparar antes.
—Es por eso que nadie sale —suelta el humano con obviedad, dejándose caer al suelo—. Dijeron que era por el frío, no por esto... Qué planeta más raro.
—Makibi tiene sus cosas buenas.
—Si... como por ejemplo un sol que emite luz y no calor.
—¿Cómo debería de interpretar eso?
Taehyung menea la cabeza.
—Olvídalo. —Mira a Male e intenta dispersar sus pensamientos invasivos—. Creí que todos ustedes eran hermanos. Me refiero a que todos son similares, pero si Malin dijo que solo pueden tener un hijo, eso quiere decir que no son directamente como hermanos.
Male se alza de hombros, ajustándose su broche.
—Aun así, nos llamamos hermanos.
—Ya...
Minutos más tarde, la lluvia cesa y Male se acerca al humano.
—Debemos volver al centro.
—No quiero volver ahí.
—El príncipe vendrá por usted y... odiaría que Malin se meta en problemas por esto.
—¿Cómo te llamas?
—Male.
Taehyung rueda los ojos y sonríe perezosamente, quizás porque ha estado perdiendo sangre los últimos minutos de su vida.
—Incluso sus nombres son similares.
—No se ve muy bien, vamos.
Extiende su mano pálida y ligeramente ennegrecida por su sangre, pero Taehyung no tiene muchas fuerzas para levantarse por su cuenta y acepta la ayuda, sin importar que se manche con aquella viscosidad tan extraña.
Caminan lento, quizás un poco para los lados, pero llegan, que es lo importante. Malin se preocupa en primera instancia por Taehyung, revisando sus heridas y chillando en voz baja por lo que le hará el príncipe cuando vea el estado de su lactante.
—Estará bien —intenta tranquilizarlo Male.
Alguien ahoga un grito y Malin observa como hacen una reverencia hacia la entrada del edificio. Casi chilla con más fuerza cuando ve al príncipe entrando, luciendo tan enojado que él mismo retrocede y hace una reverencia más profunda, seguido de Male.
—¿Qué es esto? ¿Qué ha sucedido? —pregunta, tomando las manos de Taehyung, revisando sus brazos desnudos cubiertos de sangre. Se vuelve hacia sus dos súbditos, hinchando su pecho—. Malin, respóndeme.
—Fue un accidente, mi príncipe —responde en un hilo de voz, sus manos cruzadas atrás de su espalda, temblando ligeramente.
—Señor, si me lo permite... —intenta intervenir su hermano.
—Male, estás herido —observa el príncipe, avanzando hacia su segundo al mando, interrumpiéndolo e ignorando a Malin—. ¿Cómo ha pasado? —se pregunta, poniendo sus manos sobre los brazos de Male, cubriéndolo con un brillo hasta que, poco a poco, las heridas dejan de echar sangre, o lo que sea que supura de ellas.
—Me temo que he hablado de más con su lactante. Es mi culpa —dice Malin y Male hubiera deseado que no dijera nada.
—Explícate —ordena Jungkook, volviéndose hacia él, manteniendo una postura firme bajo su traje.
Antes de que hable, Taehyung se interpone.
—No es culpa de ninguno de ellos. Salí... —Toma aire, sintiéndose mareado—. Salí corriendo y no los escuché. Es mi culpa, por favor no se enoje con ellos.
Se sacude con violentamente y la piel se le pone pálida, fría.
—No está bien —dice Malin, sin evitar preocuparse.
—Hablaremos luego —informa el príncipe, mirando a Malin. Da media vuelta, esperando que Taehyung lo siga aún en su condición.
El menor se gira hacia Male.
—Llamarse hermanos cuando se aman de una manera tan apasionada, es una aberración —comenta y Malin frunce el ceño, mirando a Male y luego a Taehyung—. En mi planeta se llaman novios, o compañeros de vida a aquellos que amamos con fuerza y con lujuria.
Male, que siempre tiene un semblante duro, le cambia el gesto y el color de su rostro varía para su sorpresa.
—¿A qué se refiere? —curiosea con impaciencia Malin.
—Taehyung —llama el príncipe, su voz retumbando casi por todo el lugar.
El susodicho lo sigue, tambaleándose un poco.
Male mira a Malin, acercándose con discreción.
—Al parecer tenemos un término incorrecto para nuestra relación —aclara, sonriéndole poquito y acariciando con dulzura su mejilla—. Compañeros de vida me parece que suena mejor, en todo caso.
Taehyung intenta seguirle los pasos al príncipe y, cuando sube al vehículo, cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás.
—¿Qué es lo que te ha dicho Malin para que salieras así en la lluvia?
—Entendí que pasaré el resto de mi vida alimentando a tus embriones. —El príncipe suspira y Taehyung abre los ojos, mirándolo cansino. —Así como curaste a Male, ¿no puedes curarme a mí, amo Jungkook?
El príncipe no responde y Taehyung teme que esté demasiado molesto, tanto como para joderlo más de lo que está, por lo que baja la cabeza y se deja llevar por la inconsciencia.
Jungkook lo toma en sus brazos cuando descienden del vehículo, llevándolo a su habitación. Cuando el agua está lista deja el cuerpo del humano allí y toca dulcemente su mejilla, mirando con fascinación su rostro fatigado y ensangrentado. Taehyung despierta poco a poco, gimiendo y jadeando por el ardor que le causa el agua, no solo en sus brazos, sino en su espalda y sus piernas.
Jungkook se aleja un momento, llevándose la mano a un costado del traje para, sorpresa de Taehyung, retirárselo. Su cuerpo voluminoso y de piel tersa como su rostro le parece a Taehyung de ensueño, sin embargo, no tiene fuerzas para profundizar sus pensamientos. El príncipe entra a la bañera, importándole poco que el agua cristalina de antes se haya convertido en un mar de sangre, abraza al humano desde atrás y, con la misma soltura con que curó a Male, lo hace con su esclavo.
Poco a poco Taehyung comienza a recuperar sus sentidos, sintiendo un hormigueo en las puntas de los dedos de sus pies y de sus manos, hasta extenderse como tentáculos por todo su cuerpo.
—Creí... —Echa la cabeza hacia atrás, sintiendo el cuerpo de Jungkook sostenerlo con una amabilidad embriagadora—. Creí que iba a dejarme morir.
—Conozco los límites de tu cuerpo, Taehyung. No iba a dejarte morir. —Hace una pausa, pasando su mano por los cabellos desordenados del humano—. Espero te haya servido para no hacer una barbaridad como esa otra vez.
—Hubiera sido bueno que me dijeran que caía diamantes en lugar de agua, amo Jungkook.
—Y eso no te hubiera detenido. Necesitabas esto.
Taehyung exhala lento, tomando la mano de Jungkook, midiéndola con la suya antes de llevarla a su pecho.
—¿Por qué tienes que tener tantos hijos, amo Jungkook? —se queja en un suspiro después de un largo silencio.
—Me temo que, hasta que mi padre no muera, tendré que asegurar mi linaje —informa, buscando por sí solo más contacto del humano, acariciando alrededor de las tetillas para estimular un poquito —. Nosotros envejecemos lento y ser el príncipe no es exactamente un seguro de vida. Mis hermanos se rebelan contra a mí, así como yo me he rebelado contra ellos para asegurar mi lugar aquí. Solamente cuando se sube al poder como emperador, es cuando dejas de preocuparte por nada. Y pasará cientos de años antes de que eso pase.
—Cientos de... —se interrumpe, sintiendo los dedos cálidos y grandes del príncipe buscando su miembro—. ¿Por qué?
Jungkook no le responde, en cambio se levanta, sacando a Taehyung de la bañera y llevándolo a su cama. Taehyung se da cuenta de que no es su habitación, sino la del príncipe, y se excita de ver los colores blanco y dorado brillando en todo su alrededor. Cuando lo dejan en la cama y le abren las piernas, Taehyung entiende lo que pasará, asombrándole de que no tiene interés en detenerlo, sino de ayudarlo.
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