VIII
Hay días en los que Soobin se siente incapaz de levantarse de la cama y comenzar con su día, solo quiere decirle a los empleados que se encargan de despertarlo que ese día no estaba dispuesto a levantarse y que lo dejaran solo por ese día.
Sus manos aferradas a las sedosas sábanas mientras que su mirada se mantenía fija en el techo o a veces sus párpados cerrados por la impericia al no sostener el peso y dar paso a que el hombre pueda dejar su mirada fija en el liso techo blanco de su cuarto. Reconocía esos síntomas porque su cuerpo lo pedía desde que estaba en pleno florecimiento de su adolescencia, esa ingrata sensación de que era mejor quedarse ahí.
Ese día su mente estaba en ese ánimo. Soobin sentía que su cuerpo le estaba exigiendo quedarse así, quieto, que no se levante ni se siente en el fino colchón de muelles, no porque sea el lugar más cómodo donde pudiera dormir, para nada. Sino que su cuerpo sentía el dolor más grande de su vida sin razón aparente.
Puede ser abrumador, pero ya está acostumbrado, lleva así desde que estaba en la adolescencia y todos pueden pensar que es algo normal, a pesar de que el motivo no sea querer estar en su lugar de descanso por lo cómodo que puede llegar a ser. De todas formas, nadie apoyaría su decisión silenciosa de quedarse en el mismo lugar, en pijama y en forma de no querer hacer nada ese día, ya que su cabeza estaba enfocada en recordarle lo patético de su vida al despertarse para hacer las mismas labores desde el día en el que regresó al palacio, consumiendo su tiempo del día en pasarla encerrado y leyendo documentos, firmando otros y escuchando a los ministros del consejo por haber designado como a su jefe representativo a una mujer omega. Ya casi dos meses desde aquél suceso y nadie es capaz de soportar su ego siendo destruido por la autoridad dada a Ahn Heeyeon.
Recordaba lo ingenuo que era cuando niño, al haberse creído por un momento todas las cosas ‘fantásticas’ que su padre le contaba respecto a ser un rey. No le decía lo que oía de la gente común, ese arrogante “el rey puede ordenar lo que quiera a todos”, más bien, lo animó diciendo cosas banales, aprovechándose de que en esos tiempos nadie quiso decirle lo pesado que es estar parado por unas horas o escuchando las noticias por voz de uno de sus empleados que lee el periódico para luego pasar más horas sentado en una oficina tan pequeña para que fuera capaz de sostenerse por su cuenta, haciendo un papeleo casi infinito con tal de supervisar que unos políticos no quieran derrocarlo y no tener ningún tipo de guerra con nadie, dejando de lado que tienes cuatro hijos porque están al cuidado de tu esposa.
Bueno, no sabe cómo, pero realmente creyó cuando era niño que ser rey podría llegar a ser divertido, está demás decir lo arrepentido que estaba de pensar eso y cómo le gustaría volver en el tiempo para hacerle saber la verdad a su inocente yo anterior.
A pesar de que hubieran más cosas de las que se arrepiente y le gustaría prevenir a su yo del pasado que sucedan.
Su cuerpo se sentía pesado, a pesar de que las mantas no eran espesas por su material ni nada por el estilo. Es más, estaban en verano, así que las mantas en la cama eran delgadas por la calor que pueda emanar en la noche e incluso eran un poco estorbosas al aumentar su temperatura, pero de nuevo, todo su cuerpo era demasiado pesado para él como para quitarse las mantas y sábanas de encima, sentía que no podía moverse, incluso si eso era lo que quisiera.
Estaba estancado, más al recordar que en la noche tampoco fue mejor.
No pudo conciliar el sueño, llevaba semanas con ese decrépito hábito en donde dormir era un dulce que se encontraba fuera de su alcance y solo era capaz de conseguir cuando el sol estaba a unas dos horas de emerger, luego, era despertado con fuertes dolores de cabeza al no descansar como debería y ya está comenzando a pasarle la cuenta. Sin olvidar que dentro de su somnolienta mente, habitan los remanentes de sus últimos sueños, destacando por su frecuencia aquellos en los que él mismo sabe que es un fantasma, a pesar de que no cree en esas cosas, es poco usual.
Su cabeza daba vueltas antes de doler, no estaba interesado en hacer que su cuerpo vuelva a pasar por ese innecesario dolor, era incómodo que todos empezarán su día y él tenga que hacerlo porque era el único que tenía acceso a todos los documentos necesarios, ya que sin esos documentos o autorizaciones eran incapaces de proceder, ceremonias a las cuales no eran necesarias su presencia y discursos vacíos, porque no importaba cuánto amara a su propio reino, no sentía nada al momento de decir nada en público, el dolor por ser él quien deba decir las cosas en lugar de su padre ya se desvaneció, estaba resignado a que esa es su responsabilidad. Pero, ¿no podía tener un día de descanso? No pidió nacer en una familia arraigada a la política, nadie pide nacer en la familia donde está, tampoco pidió ser el primero en nacer, no pidió esa posición y estaba seguro que en algún momento aquello sería contraproducente, si no lo es ya.
Suspiró con pesar, sabiendo que esto no es culpa de nadie más que la suya, pues tuvo la oportunidad de evadir todo esto, tal vez soportando el escrutinio por ser un cobarde y no asumir su labor por la cual fue preparado desde que era un infante, incluso aceptaba ser expulsado del reino para refugiarse en la familia de su madre, su abuela no habría dudado en darle un techo y ayudado a sobrellevar todo eso, tal vez se hubiera convertido en alguien común y corriente, aunque sabe que tampoco habría sido capaz de afrontar el hecho de que haciendo eso dejaba el reino al mando de un niño de quince años junto a su madre maniática.
—Señor, es hora de despertar.
Abrió los ojos, su mirada adolorida fija en el techo y con el peso de su pecho presionando a tal punto que sus pulmones no eran muy capaces de sostener bien el aire.
Podría deber sus malestares a una consecuencia de quedar atrapado en el derrumbe, pero, lleva así desde que era un adolescente, preguntándose si de verdad merecía estar preparándose para un día convertirse en el dios que dirija el reino a la gloria, otros se preguntaba si acaso valía la pena ser incapaz de pedir en voz alta que las cosas se detengan porque no le ve el sentido a nada de lo que está haciendo.
Podría decir que está acostumbrado a que se le nieguen las cosas, que ese día no estaba bien como para salir de la cama, pero, aún si estuviera al borde de la muerte, estaba consciente de que ya no habría escape a lo que escogió y que debería aferrarse a lo que estaba viviendo.
Su cuerpo pesaba, pero aún así hizo los esfuerzos por moverse y para indicarle a Kai que preparara la tina, ya que necesitaba darse un baño.
Desayuno en su cuarto con periódico en ambas manos para leer y enterarse de lo que estaba ocurriendo fuera de las vetustas murallas que sostienen el palacio, tratando de comenzar su día.
Una vez tomó su baño, ya estaba cubriendo la cicatriz de su cuello con un suéter de cuello largo y un delgado traje de tela.
Dio un suspiro, intentando que los mareos no hagan de las suyas.
Salió de su cuarto y en el camino a su oficina provisional fue seguido por Minho y Namjoon, uno cargando con la pesada caja dorada y otro dispuesto a recibir cualquier orden del joven monarca.
Aunque ese día su cuerpo estuviera indispuesto y su humor no era el mejor, estaba dispuesto a levantarse y hacer sus labores como toda una persona funcional, ya que ese día comenzaría con la dichosa investigación de Jung Yeonjun y había optado por supervisar él mismo el proceso.
Luego de unas largas horas le pidió a Namjoon traer información de Hongjoong y a Minho le pidió que trajera unos papeles respecto al complejo departamental que ahora estaba derrumbado, así ambos abandonando la oficina.
Se levantó y estaba dispuesto a hacer algo que llevaba haciendo desde hace semanas, pero, al ver que la hora de iniciar la investigación comenzaba, decidió que era mejor posponerlo a la noche.
No es como si hubiera notado una diferencia significativa en su vida por hacer ese silencioso ritual, si lo realizaba más tarde no sería un problema; hasta sería relajante.
Tomó asiento y llamó a Kai, a quien le pidió dar aviso a Jung Yeonjun de que debía prepararse para reunirse sin contratiempos en la biblioteca del palacio.
Luego de eso, Namjoon y Minho volvieron, ambos portando lo que Soobin había solicitado, y antes de ir a la oficina revisó los documentos.
Tras haber hecho las revisiones, guardó los documentos en una carpeta que pronto estaba en las manos de Minho, luego él mismo se fue encaminando a la biblioteca.
Ahora le tocaría hacer algo nuevo en su rutina, a la misma hora, durante tres horas y por dos años, sin bromear.
Como las negociaciones de paz se han vuelto un problema porque Soobin sabía leer y comprender lo que estaba leyendo, también porque Park Jimin es grosero e irrespetuoso, prefirió llevar las cosas a su modo y sugirió una idea bastante extravagante.
No es un visionario ni nada por el estilo pero fue capaz de convencer a Jimin de acceder a un acuerdo que si se manejaba con poco cuidado, puede ser utilizado en contra suya.
Soobin convenció al rey vecino de enviar a alguien de su completa confianza para investigar respecto a todo lo que sus reinos tienen y poder discutir con datos claros sobre qué puede aportar cada reino al contrario.
Por supuesto, Soobin no es tonto, ya que además de haber escogido a Beomgyu para que fuera a ese reino, sino que también optó por él mismo brindar la información para la investigación que sería llevada a cabo en su reino.
Dicho esto, no es un plan a prueba de idiotas, sin embargo, tiene el poder de enviar información que no sea verdad o sensacionalista, algo que haga creer a Jimin que podrá dominar su reino y animarlo a ello en las negociaciones posteriores. Es entonces cuando podrá hacer más fácil el trabajo de detenerlo, o mejor, él mismo terminaría por dominar el reino de Park.
Beomgyu es bueno para recolectar información que nadie más puede tener sin que se den cuenta, por eso mismo lo escogió para ir allá.
Y bueno, de alguna manera tendrá que controlar a Yeonjun, a quién no conoce en lo absoluto, solo han sido pequeños encuentros donde las cosas fueron muy extrañas o complejas que no les permitía pensar un poco más allá de una solución para acabar con esa situación. Yeonjun, alguien a quien sin darse cuenta salvó de su propio hermano y que ahora estarían ambos atrapados en la biblioteca por tres horas de aquí a dos años.
Trabajar en el extranjero nunca fue una posibilidad tangible para él, menos en estas circunstancias.
Hace semanas habría sido mandado a llamar por el rey Jimin cuando estaba haciendo un nuevo reportaje, así que tuvo que dejar su trabajo de lado, temiendo que Jimin y su padre pudieran querer cometer alguna estupidez y querían envolverlo en el problema como chivo expiatorio.
Y es muy probable que esa fueron sus intenciones desde el principio, dejar la paz entre dos reinos en sus manos y enviarlo a un reino ajeno con tal de reunir información de forma limpia es muy sospechoso. No podía evitar pensar en que también había un historial donde fue incapaz de volver a su ciudad natal solo porque un rey se negó a hacer un tratado, cosa en la cual nunca tuvo influencia.
Ese día que lo llamaron, Jimin pareció decir algo entre las palabras de “tener una buena relación con el rey de la gran Cora del Este” lo cual es una vil mentira que está acabando con su reputación, sacando burlas de sus otros compañeros de trabajo y lo peor de sus jefes cuando en realidad solo fue un gesto de lástima por el rey Soobin al ver su desesperación por ser abandonado en otro lugar que nunca había conocido.
Esta situación lo estaba agotando y ni siquiera había comenzado.
Casi no habían razones para aceptar ir por dos años al reino vecino y arriesgarse a que esto no funcione, puesto que no tiene ni idea de la información que ellos necesiten, o la información que Jimin quiera sea verdad siquiera. Por todos los santos, ni siquiera estaba seguro de que esto fuera a funcionar, sabe bien que Jimin solo aceptó para enviar información alterada y así provocar la caída del reino vecino, todo sea con tal de obligar a Soobin a ceder su reino a un hombre que solo pide eso por ambición.
Changbin ya le ha contado lo suficiente para saber que el reino de Soobin es bastante grande como para caer por algo tan mundano, tienen todo un protocolo para cuando el rey sienta su posición en peligro, el cual hace que las salas importantes del palacio sean protegidas con siete capas de magia y así sea imposible acceder a ellas, pero el único que puede acceder, es Soobin o el rey regente.
Esa información solo sirvió para reafirmar su conclusión de que esto era una mala idea, pero las cosas cambiaron un poco cuando se estaba por ir de la oficina de Jimin, argumentando que no iba a arriesgar un trabajo que tanto le costó tener como el puesto que tiene como periodista de un canal privado.
—Oh, pero, sabes que si haces esto, cuando vuelvas serás remunerado con un mejor trabajo… Quién sabe, ¿presentador de noticias? El puesto principal, en el canal de la monarquía, ese canal solo pueden acceder las personas que hayan sido aprobadas por mí.
Yeonjun se mantuvo silencioso, era el trabajo que haría a su compañero omega retorcerse de envidia, que a todos los alfas del canal les provocaría tener rabia como los perros salvajes.
Es el trabajo deseado por cualquiera.
—Una sola carta de recomendación, Yeonjun. Dos años a cambio de ese pequeño documento que te llevará a la cima —esta vez habló su padre, y los miró, sintiéndose en gran conflicto.
—Yo… La verdad es que quiero-
—Jun, hijo mío, ¿de verdad crees que todas las personas exitosas lo lograron por su propio esfuerzo? En este mundo necesitas tener conexiones para avanzar. ¿Qué mejor conexión que el mismísimo rey? Sé que siempre has tenido la esperanza de crecer por tu cuenta. Pero, tan solo toma el ejemplo del compañero omega que tienes, él logró avanzar sólo porque se hizo compañero de los alfas poderosos, tú podrás lograr eso y más sin necesidad de arriesgar tu integridad como omega. Solo necesitas hacer un documento con dos años de preparación, y lograrás alcanzar la cima —Hoseok sonrió al ver la expresión afligida de su hijo —. Además, date cuenta que es como hacer un reportaje en el extranjero, solo que sin televisar tus reportajes.
Yeonjun guardó silencio, viendo la sonrisa del rey Jimin y de su padre, luego suspiró.
Su padre tenía razón.
Así que ahí estaba, en el reino de Soobin, viendo el reloj con cierto nerviosismo, preguntándose qué es lo que debía investigar en realidad y esperando por la presencia del joven monarca.
—Siento haber tardado —Yeonjun miró y se levantó, haciendo una reverencia al rey Soobin, quien solo sonrió con gentileza ante el gesto de Yeonjun —. Veo que ya estás preparado para iniciar la investigación, así que te empezaré a dar la pauta. Por favor, toma asiento.
Yeonjun acató la orden con la cabeza algo agachada, sintiéndose algo nervioso por la presencia de Soobin. No han tenido buena oportunidad de hablar más allá del recorrido y, por supuesto, su abandono en el reino.
—Bien, seguramente te has de preguntar sobre lo que debes investigar exactamente, sin embargo, eso es algo que yo debo indicarte a ti.
Yeonjun alzó la cabeza, confundido y curioso como un zorro al oír esas palabras.
— ¿Indicarme… Lo que debo investigar? —Soobin asintió con la cabeza —Pero- espere. ¿No se supone que debo yo escoger eso?
—Lo pensé, pero sería algo riesgoso. No es por ofender, pero hay cosas que no pueden salir al público, es contraproducente que lleguen a las manos de un reino ajeno —Yeonjun alzó las cejas, entendiendo la postura del monarca —. Así que, todo lo que se hable en este momento del día, será exclusivamente para la investigación, no vamos a tocar temas personales ni de lo que pueda estar ocurriendo fuera del palacio, solo lo que se estará investigando. ¿Entendido?
Yeonjun tragó saliva, sintiendo la dominancia del rey al darle la orden, pero asintiendo con lentitud.
—Sí, entendido.
Soobin, a pesar de tener un aura tan dominante en realidad lucía vestido con un suéter de cuello largo color crema y un traje oscuro que hacía resaltar más la prenda que cubría el cuello, aquella dominancia parecía solo existir cuando Soobin daba una orden o cuando estaba haciendo sus labores como rey. Teniendo un semblante muy serio.
Ahora, el mismísimo rey Soobin lucía como un conejo, de esos rubios. Lo cual le brindaba mucha tranquilidad, incluso un destello de inocencia y comprensión irradiaban, sofocado un poco el color que distinguía en las pupilas de Soobin.
Soobin le entregó las primeras referencias para comenzar con su investigación, el cual abarcaba la historia del reino, tanto en religión como en geografía.
Y obvio, eso era lo primordial para entender otros aspectos del reino más grande del continente.
Después de la investigación, Soobin estaba de vuelta en su oficina, leyendo los otros documentos, pero su mente no estaba en ello. Gruñó cuando tuvo que leer el mismo párrafo del documento que estaba leyendo, luego su cabeza dolió, así que devolvió el documento a la caja dorada.
Tomó el teléfono de su escritorio y mandó a llamar a Minho.
No pasó mucho tiempo antes de que su más fiel sirviente y asistente atravesara la puerta de la oficina, haciendo una reverencia antes de acercarse más a su monarca.
— ¿Qué puedo hacer por usted, señor?
—Necesito que verifiques la información de los informes que pedí esta tarde, en especial los de la primera ministra —Luego miró hacia la ventana —. También quiero que organices una reunión con los padres de ella. Necesito saber cómo están.
—Como usted ordene, señor. —Soobin miró a Minho, quien volvió a reverenciarse y luego se retiró de la oficina, dejando a Soobin en soledad con sus pensamientos.
Estaba abrumado de haber leído esos resultados catastróficos.
No lo entendía. ¿Cómo pudo llegar a tener un proyecto tan importante esa cantidad de fallos?
Tomó un poco de aire antes de intentarlo una vez más, tomando el documento de la caja dorada y comenzando a leerlo, no tan seguro de poder ser capaz y terminarlo, aunque sabe que debe hacerlo para el final del día, este asunto necesitaba avanzar con rapidez y suma prioridad.
Miró las letras pero, se veía incapaz de conjugar las palabras o encontrar el sentido y comprensión en las frases y párrafos, no cuando tenía otras metidas en la cabeza. Sentía demasiada rabia y horror en contra de Jeongyeon, incluso no podía parar de preguntarse si acaso todo esto fue planeado por ella, si acaso todo esto fue una cruel estrategia. Otra pregunta le martillaba la cabeza como si esta fuera una campana nueva, y los monjes estaban tan emocionados por estrenarla que no se podían detener. ¿Qué se supone que hará en caso de que todo lo que sabe se confirme?
¿Acaso su padre sabía todo esto desde el principio? ¿Él habría hecho justicia?
No podía evitar que el miedo se hiciera presente, el complacer a todos nunca fue algo natural en él, lo hace sentirse conflictuado. ¿Acaso debía dejar todo esto pasar? Tal vez la corte se ponga de su lado si lo hace, pero, ¿vale la pena? ¿Qué pasaría si el mundo se enterara?
Llevó sus manos a su cabeza y jaló sus cabellos, no podía dejar de estresarse, sabe que es su deber ganarse un sector al tomar una decisión, porque en esta situación será imposible ganarse a los dos sectores.
La puerta fue tocada, él solo suspiró, ya bastante cansado.
—Pase —concedió y el documento pronto estaba conociendo la oscuridad en el interior de la caja, fue entonces que cuando su nariz fue capaz de sentir levemente las feromonas de Jung Yeonjun, lo cual lo hizo alzar la mirada de inmediato, hasta que miró el reloj colgado en la ahora casi desnuda muralla, debido a que prefería solo dejar lo esencial en la oficina improvisada.
Yeonjun se reverenció para luego adentrarse en la oficina cuando Soobin lo autorizó para ello, luego quedó de frente al rey, con la única diferencia de que el escritorio donde la caja y más documentos reposaban los mantenía separados, aunque los documentos no eran ninguna preocupación o interés de Yeonjun. Más bien, con suerte estaba interesado en lo inmensa que luce esta oficina a comparación de la anterior, su enfoque era interactuar con el joven rey que yacía sentado, curioso por la presencia del joven periodista.
La mirada indescifrable de Soobin se posó por los ojos con ese destello rojizo que baña a un ritmo tan relajante como los latidos de un corazón, Soobin podía dudar, ¿será que acaso Yeonjun se habrá perdido como la última vez?
—Ah, Jung Yeonjun, ¿ocurre algo? —El omega mordió su labio inferior y tomó aire, denotando cuán nervioso se sentía en esos momentos por hablar con el joven monarca.
—Quería saber si… —El omega tomó una pausa antes de continuar —Si es posible que me permita el acceso a la biblioteca en cualquier horario —Soobin alzó una ceja antes, haciendo que Yeonjun se adelantara —. Sé que puede ser una petición inusual pero unos libros llamaron mi atención que tratan sobre la teoría cromática de la magia y, bueno, soy una rata de biblioteca, me gustaría poder leerlos y estudiarlos. Si quiere puede tomar medidas para tener seguridad de que no haré nada fuera de lo normal, puedo usar sellos si…
—Estoy seguro de que nunca usaste sellos —Yeonjun se quedó callado cuando Soobin lo interrumpió —. Y tampoco voy a dejar que lo hagas bajo ningún concepto, no pienso en dejar que los uses en mi reino. Aparece en el capítulo ocho del tomo tres del autor Kang Tae Oh. Seguro es uno de los libros que te interesan.
—Tomo cuatro también. He de confesar.
Soobin dejó ir una suave risilla, haciendo que Yeonjun bajara la cabeza.
—El tomo diez de Jang Dongwoo y el tomo nueve de Lee Seunghyub son buenas referencias de la teoría cromática. Aunque no fueron muy buenos abarcando el tema de los sellos. Podría recomendarte entonces que empieces a estudiar también respecto a ese tema, Kang Tae Oh tiene el tomo doce completamente dedicado a ese tema, incluso comenta haber estudiado las hipótesis de Yang Hyuk y Nam Do-Hyuk al respecto.
—O-oh…
Soobin sonrió con ligereza, luego se puso de pie, rodeó el escritorio y se acercó a Yeonjun.
—La biblioteca está encantada —Anunció Soobin, sin dejar de sonreír, pero habiendo algo en su mirada que hizo a Yeonjun abrir sus ojos en grande, ignorando por momentos que siente una muy leve fragancia mezclada en suaves feromonas de alfa y un rico perfume, no podía deducir una marca en específico, el aroma podía fundirse muy bien con las feromonas.
Tanta cercanía, y solo podía importarle el brillo en los ojos de Soobin, incluso cuando no puede mirarlo a los ojos por ser considerado casi una deidad.
—Incluso si quisieras, la biblioteca misma, o cualquier parte del palacio, te reconocerá como una amenaza si intentas volverte una, tu núcleo será sellado y solo se podrá liberar si el rey regente lo permite —completó el rey, luego se acercó a la puerta para abrirla y hacerse a un lado, invitando a Yeonjun ara seguirlo sin decirlo de forma clara —. Eres libre de leer cuantos libros quieras, a las horas que quieras e incluso si quieres que sea fuera de la biblioteca. Con las condiciones de que no te lleves los libros fuera del palacio, y por supuesto, que cumplas con tu labor en lo que respecta a la investigación.
Yeonjun se acercó a Soobin y a la puerta, luego asintió con una nerviosa sonrisa.
—Lo entiendo, señor. Muchas gracias —Yeonjun debía admitir que no sabía de algo como eso. Corea del Este parecía realmente preocupada por los cuidados y protección de la información. El joven omega se retiró, no viendo que después de unos segundos, Soobin lo estaba alcanzando, daba pasos largos y rápidos. Así fue hasta que lo alcanzó —. U-uh…
—Sepas que, interesarte en libros no te hace una rata de biblioteca, en especial cuando se trata de adquirir conocimientos. Es lindo saber que hay gente interesada en conocer la infinidad que puede ofrecer un rasgo tan común como la tierra pero tan vasto y desconocido como el mar, la magia es… Maravillosa de estudiar.
—Ah. Lo es —Yeonjun sonrió, haciendo que Soobin hiciera lo mismo.
—Aunque, a mí también me llamaron rata de biblioteca en la universidad. —Yeonjun asintió, no puede negar que, saber algo así de Soobin se le hizo adorable, y Soobin no pudo evitar pensar en lo bien que se sintió poder contar algo de esa forma por primera vez, al menos algo tan llano como un inocente apodo que sus compañeros de la universidad le dijeron.
Hablar con Yeonjun lo hizo sentir bien. Aunque sus preocupaciones seguían presentes en su cabeza, haber tenido esa charla respecto a tomos de magia. Ni siquiera era un tema tan importante en este mundo, la magia corría por sus cuerpos como la sangre en las venas desde el inicio de los tiempos, ¿cómo puede ser que algo tan tonto pudo darle un respiro en medio del tumulto de pensamientos que recorría su cabeza? Era interesante, quería saber si acaso esto fue una coincidencia, o si de verdad era la mera esencia de un joven como Yeonjun, o si tal vez le hacía falta una charla tan ligera como una solicitud para entrar a una biblioteca.
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