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VII

—Se lo dije.

Yoongi mantuvo su mirada en sus manos, sintiéndose como un niño regañado por su madre.

— ¿Cuál es la obsesión que tiene usted con la supuesta magia que tengo?

—Señor, sabe que tengo magia roja, es entendible que usted quiera esconder la suya pero…

— ¡Pero nada! —Soobin apretó su puño, intentando guiar su atención al dolor que estaba generando en sus manos por enterrar sus uñas y no las consecuencias en todo su cuerpo por no darse el lujo de descansar —. Tenía un solo trabajo, ¿cómo puede haber fallado de una forma tan miserable al pueblo que lo escogió? Entiendo sus preocupaciones, pero Jeongyeon no tiene voz ni voto en lo que respecta a mi gobierno. ¡Tampoco debió tocar una estupidez tal como mi inexistente magia, en especial cuando había una crisis!

La habitación permaneció en silencio un momento, al menos hasta que Soobin pidió a Namjoon que trajera los documentos que habían preparado con anterioridad.

—Fallaste a tu pueblo y también a tu rey —Yoongi alzó la mirada, encontrando la furia teñida en los ojos del joven alfa, quien al cabo de su frase estaba recibiendo los documentos y entregándolos al ministro en sus manos —, por lo que quedas destituido.

Yoongi abrió los ojos de par en par, se esperaba una amonestación, aunque no estaba de acuerdo al pensar que hizo las cosas mal, no esperaba que Soobin fuera tan extremista de haber tomado una decisión tan drástica, aunque podía ver por dónde iban las cosas.

Había un secreto de la familia real que sin darse cuenta pasó a llevar con su actuar.

—Lo entiendo, señor. Lamento haberles fallado.

A Yoongi no le quedó de otra que agachar la cabeza y aceptar su castigo; tal vez viendo su carrera política morir en esos instantes, ahora sabiendo que no estaba frente al rey Minhyuk, quien seguramente lo habría sobornado para guardar el silencio.

Destituido por inoperancias, o mejor dicho, destituido por haber dicho lo que no debía decir.

Y Yeonjun estaba pasando de ello de forma deliberada, no quería saber nada del otro reino, por mucho que el aura de misterio que envuelve al monarca del reino vecino lo tenga intrigado.

Para su fortuna, no tuvo que oír de ellos por un buen tiempo, y su trato de silencio terminó por apaciguar las aguas su padre, quien le demostró estar arrepentido de haberlo dejado varado en un reino que desconocía.

Sobre todo cuando su madre estaba haciendo presión en su esposo para que se disculpara con él, ya que ella tampoco estuvo de acuerdo con la idea desde un principio

Y ahora que estaba en la comodidad de su cuarto, nada podía impedirle a Yeonjun relajarse y dejar de lado un poco su trabajo.

Pero Soobin no podía decir lo mismo, aún estando convaleciente estaba decidido a hacer su trabajo, como ahora, que había llamado al nuevo primer ministro, tratando de establecer los límites.

O mejor dicho, su primera ministra.

—Señor, la ministra Ahn ha llegado —anunció Namjoon, entonces Soobin se paró de su asiento, aunque con cierta dificultad.

—Bien, haz que pase.

—Sí, señor —la puerta se cerró, dejando a Soobin solo en la sala, al menos hasta que la puerta se abrió de nuevo y los sonidos de los tacones se hicieron oír. Pronto tuvo a la ministra enfrente suya.

—Rey Soobin —la mujer, a pesar de ser mucho mayor que él, se reverencia ante él, y Soobin concede el signo de respeto.

—Ministra Ahn.

Ambos estrecharon las manos y pronto estaban tomando asiento, algo que el cuerpo de Soobin estaba agradeciendo.

—Ministra Ahn, sé que no es una manera convencional de comenzar su período como primera Ministra, pero quiero que sepa que estoy a completa disposición para iniciar un gobierno con usted.

La mujer sonrió.

—Opino lo mismo, señor. Es un gran honor para mí ser la primera ministra en su reinado.

Soobin sonrió con ligereza mientras que escuchaba a la ministra hablar de sus intereses políticos y sus planes, sabiendo que había obtenido algo mejor que los planes de Yoongi. Las propuestas de Ahn Heeyeon eran estupendas para lo que podría ser un buen comienzo de su gobierno.

Sobre todo ahora que estos envolvían la idea de integrar una mejor conducta social respecto a las magias, y un poco más ayudará tener la idea de abolir ciertas leyes.

La ministra Ahn tenía planes simples, no eran muy complicados y tenían una fórmula no tan arriesgada pero que tendrán un gran impacto, hablando netamente de los cambios sociales que causarán a raíz de opciones que estaban aún bajo la autorización de Soobin, sobre todo, estaba más relajado al ver que ella tenía magia naranja. Ella entiende su postura de la magia y tampoco tiene intenciones de poner sus narices donde no le incumbe.

Cuando la reunión acabó, el Consejo Real estaba en el palacio, esperando para hablar con sus dos líderes.

Los ministros estaban escandalizados al ver que Ahn Heeyeon estaba ahí, con una sonrisa ladeada y los nobles tragaron duro, otros jugaron con sus dedos. Estaban intranquilos al ver que los cambios de Soobin fueron drásticos y lo consideraron sin escrúpulos al ver que su nuevo representante del pueblo se trataba de una mujer omega.

—Debido a sus inoperancias en la tragedia del complejo departamental, he optado por dejar que la ministra Ahn abriera una investigación para encontrar las fallas que provocaron el derrumbe, ya que considero que ella será más imparcial al momento de encontrar falencias y no desviará sus labores —Anunció Soobin, entonces el archiduque Hwang se levantó.

—Señor, el Ministro Min ya estaba en labores de ello.

— ¿En descubrir las fallas o en no dejar que Jeongyeon tome decisiones a pesar de no estar habilitada para ello?

La sala se quedó en silencio, causando que el alfa suspire, el archiduque asintiendo.

—Sí me lo permite, rey Soobin, me gustaría seguir la investigación del ministro Min y guiarla a una solución para encontrar una forma de brindar apoyo a las familias que quedaron damnificadas por el derrumbe y ofrecer consuelo para las familias que han perdido a sus seres queridos. Me gustaría redimirme de mi inutilidad en esta tragedia —propuso el archiduque, ganándose el asentimiento por parte de Soobin.

—Bien. En tanto al resto de ustedes, serán escogidos por el archiduque Hwang y la ministra Ahn para ayudar en las investigaciones. Ellos van a liderar la investigación, y si hay alguna falla por parte de ustedes, ellos tienen la obligación de hacérmelo saber, ¿entendido?

Los hombres del consejo se miraron entre sí, aturdidos por la repentina actitud arisca y dominante de Soobin.

— ¿Y usted, señor? —preguntó el duque Yang.

—Me enfocaré en lo que es dar una solución rápida al intentar razonar con el reino, ¿o ya se olvidaron de las protestas que se están llevando a cabo?

Uno de los ministros miró a sus compañeros pero la ministra Ahn se le adelantó.

—Señor, las protestas no son en contra suya. Eran para obtener alguna noticia de usted —la sala permaneció en silencio cuando la mujer dijo eso, así que prosiguió —. La gente que estuvo en el derrumbe y unos cuantos periodistas fueron testigos de cómo usted intentó salvar a una niña e intentaba evacuar a la gente para que se pudiera salvar, a pesar de que el protocolo era protegerlo a usted. Aquello llamó la atención de los medios internacionales y eso logró que los padres de la niña comenzaran a dar una luz positiva sobre su imagen.

—Pero eso no podría haber ocasionado una reacción tan grande —contestó Soobin —. El reino es demasiado grande como para que verme salvando a una niña haya provocado tanto revuelo.

—Aquí viene lo interesante, señor —la ministra sonrió, entendiendo la confusión de Soobin —al igual que los padres de la niña, varias personas comenzaron a dar su testimonio en distintas situaciones donde usted los habría ayudado, sus compañeros de la universidad hablaron en favor de usted, y la gente de los otros estados han demostrado tener una mejor disposición a tenerlo en el trono ahora que conocen su postura de no haber dejado pasar esta situación. Tal vez hay detractores, sin embargo, la mayoría del reino está más dispuesto a tenerlo en el trono.

Soobin se quedó callado, pensando en lo que la ministra le había dicho.

¿Era cierto todo eso?

—Señor, tarde o temprano  se le devuelve todo lo que han hecho a las personas. Esto es solo una prueba de que usted realmente está hecho para gobernar, no importa lo que el resto diga, sino, lo que su destino dicta.

La junta de la Corte Real se mantenía hablando entre ellos, incluso la ministra Ahn estaba integrada en ello.

Soobin no prestaba mayor atención a las discusiones, no lograba entenderlas de todas formas.

Intentó pretender que estaba interesado en lo que se discutía, al menos hasta que una de las puertas se abrieron un poco, dejando ver a una linda niña de unos cinco o siete años asomarse de forma tímida, como si estuviera buscando a su padre. No lograba encontrar el parecido con ninguno de los presentes, era distinta a los que él creía a los posibles padres. Pero, tampoco lograba reconocer siquiera cómo se podía llamar, la niña se mantenía callada, buscando con la mirada al adulto indicado en la sala designada para la discusión del Consejo Real.

Cruzaron miradas, entonces la niña de cabello negro, largo y decorado de forma tierna con una diadema azul pastel y unas lindas flores de tela, se fue de la escena, dejando que una risa infantil retumbara en sus oídos, sintiéndolo como pequeños y agradables tintineos.

Soobin decidió no seguir pretendiendo estar interesado en la discusión, estando más interesado en seguir a la pequeña.

Salió de la sala, mirando a sus alrededores con tal de encontrar el rastro de la pequeña, al menos hasta que vio parte del vestido que compartía color con su diadema terminaba de esconderse en el límite de su vista por la muralla.

Sus pasos fueron sigilosos, aunque no buscaba asustar a la niña. Cuando llegó a la esquina, vio a la niña correr hacia otra esquina, riendo y dejando como último avistamiento ese precioso cabello y la poca tela que podía mostrar de su vestido.

Aceleró un poco su paso hasta llegar a la esquina, viendo cómo el palacio conocía su límite y se volvía una habitación oscura, también vacía.

Se preocupó por la niña, tal vez se pudo haber perdido ahí, así que decidió caminar dentro del cuarto, con cierto miedo. Nunca le gustó el saber que existían cuartos tan oscuros en el palacio, incluso cuando se supone que la luz del sol llegaba a esos lados, parecían que estaba por anochecer en un día nublado, frío y lluvioso. Un atardecer tan descolorido que solo los candelabros, velas y ahora focos podían brindar un poco de luz y calor.

— ¿Hola?

Avanzó unos pasos, sintiendo el eco de su voz rebotar al punto de que lo hizo creer que estaba solo por unos segundos, y que tal vez la niña había tomado otro camino y él se había desviado, entonces se volteó para volver en sus pasos, viendo que el resto del palacio, la parte iluminada y lujosa de ébano, pintura blanca y bordes de oro se habían desvanecido, solo había un completo vacío negro.

— ¿Qué…?

Retrocedió unos pasos antes de que se sintiera desorientado y cayera por haberse tropezado con sus propios tobillos, solo así sabiendo que en el oscuro cuarto tenía un suelo.

Se quedó en silencio, no había un solo ruido, entonces, unas cadenas apresaron su cuello, jalando al joven hacia la profundidad.

Gritó por el susto, pero estaba más enfocado en intentar salvarse de ser ahorcado por las cadenas, siendo sus dedos aplastados entre la piel de su cuello y el frío del oro con tal de que su aire no se acabe y su cuello más apresado. Intentó maniobrar para quitarse la cadena de oro, pero, en lugar de poder quitarla, logró que la cadena lo arrastre un poco más y aparecieron dos esposas de zafiro en sus muñecas, siendo estas ligadas a la cadena de oro.

— ¿Te duelen?

Seguía forcejeando, deteniéndose cuando escuchó la voz de una niña, alzando la mirada y viendo por primera vez el rostro de la niña, unos preciosos ojos oscuros y brillosos, su cabello negro, liso y largo decorado con la diadema azul y flores de tela. Un hermoso vestido azul pastel y un chaleco de lana blando, zapatos negros y unas tiernas medias blancas.

La tierna niña lo miraba sin expresión alguna, serena e inocente. Parada a unos pasos pasos de donde estaba Soobin, ambos mirándose fijamente.

—Lucen dolorosas.

Soobin se quedó en silencio unos segundos más, suspirando cuando vio que la cadena no lo jalaría de nuevo.

—U-un poco.

— ¿Y las vas a tener por siempre?

—Tal vez…

La niña lo miró por unos segundos, el brillo de sus ojos y su mirada expresando algo parecido a la comprensión, pero, también la decepción en un suspiro, dándose la vuelta para comenzar su regreso a quién sabe dónde.

— ¡N-no, espera!

La niña se detuvo y se volteó al adulto.

—Bueno, pero, quiero que te quites esas cosas.

—No puedo.

— ¿O no quieres?

Soobin se quedó callado al oír aquello, ya que no es algo que un niño común diría. Es una frase demasiado compleja de entender para ellos.

—No eres malo, no tienes razones para tener unas esposas, ¿verdad?

— ¿Me consideras bueno?

La niña asintió, haciendo que Soobin intentara jalar la cadena, sin lograr nada de lo que necesitaba. Sacando un jadeo de frustración.

—Tú… ¿Conoces la vida sin esas cosas?

— ¿Tal vez? No, no lo sé —respondió con un poco de miedo. La niña inclinó su cabeza, entonces se le acercó, poniendo sus pequeñas y delicadas manos en las esposas de zafiro.

— ¿Y quieres conocerla? Piénsalo bien, porque si te arrepientes de lo que digas, me iré.

Un ruido estruendoso despertó a todos, llamando la atención de Jeongyeon y dos de sus hijos hacia la oficina del rey, donde se originaban los ruidos tan hostiles con los objetos que estaban ahí.

Nadie de la familia real podía adivinar lo que estaba pasando, era como un ataque casi sin precedentes, al menos hasta que Chaehyun escuchó un grito casi de guerra con la voz de Soobin.

Su madre gruñó y Daeul, su tercer hermano mayor suspiró quejumbroso, algo que la pequeña no entendía. ¿Por qué nadie estaba viendo si el nuevo rey, su hermano mayor, estaba siendo atacado o en peligro?

—A dormir, niños. Mañana tenemos un día difícil por esta cosa —Daeul asintió y se fue, Chae fue detrás de él, pero una vez se retiraron de la sala, Chaehyun no continuó el camino a su cuarto. En lugar de eso, se escondió en un rincón, viendo si los adultos hacían algo respecto a los gritos y estruendos de su hermano mayor, frustrada al ver cómo esperaron a que la oficina quedara en silencio para que su madre, los sirvientes y los guardias se retiraron a continuar su rutina nocturna como si lo que pasó hace unos segundos no fuera algo para preocuparse.

Cuando acabó el ruido y los adultos se retiraron, tomó la decisión de ir por su cuenta y descubrir lo que estaba pasando con su hermano, decidida a usar su magia incluso si era necesario.

La niña de nueve años corrió descalza hacia las puertas de la oficina, intentando no ser oída y por consiguiente regañada, probablemente por no haber obedecido a su madre y haberse quedado despierta a pesar de la orden.

Abrió la puerta, viendo desde primera vista el desastre que había dentro de la oficina.

Cosas tiradas, paredes rasgadas por los muebles que fueron lanzados, papeles tirados y lo más notorio. El camino de amatistas fue destruido y el cuadro de su padre estaba desaparecido. La niña se adentra en el cuarto, encontrando restos de zafiro esparcidas con un extraño orden, y al ver dónde terminaba, se dio cuenta que su hermano mayor estaba al final de lo que era ese rastro, luciendo herido y jadeando, la mano de Soobin estaba posada en su cuello, lo cual era aterrador.

Nadie quiso ver a su hermano, nadie quiso ver que su hermano estaba herido y que necesitaba ayuda.

— ¿Soobin…?

El joven alfa alzó la mirada, dándose cuenta de que su hermana estaba ahí, causando su nerviosismo, ya que el lugar era extremadamente peligroso para ella.

—Chae-Chaehyun, vete.

La niña negó con la cabeza y un involuntario puchero en los labios de la niña, la cual tomó la mano libre de su hermano mayor, sus ojitos tornándose rosados y sacando un jadeo en la niña.

— ¡Tienes una herida en el cuello! —La pequeña toma la otra mano, viendo que la herida en el cuello estaba precisamente donde Soobin tenía hasta hace poco su cicatriz.

—Chae, por favor, no… —La niña se niega a soltarlo, de forma habilidosa apretando una de sus falanges para dejar la mano de Soobin quieta, sacando de él un quejido por la molestia, aunque ella se detuvo al ver que su mano también estaba herida, más bien en la muñeca.

—Te voy a curar, lucen dolorosas —comentó la niña mientras que sus manos mostraban las preciosas franjas rosadas de la niña, Soobin sintiendo el alivio de Chaehyun cuidando de sus heridas.

Se quedaron en silencio mientras que Chaehyun curaba las heridas de Soobin, lo que demoraba un poco al ser la magia rosada de una niña.

—El cuadro de papá… ¿Tú lo destruiste? —Soobin alzó la mirada a su hermana, comenzando a sentir ese vacío en el estómago, como si hubiera sido atrapado al hacer algo malo, aunque, en realidad fue así, había hecho destrozos en una sala del palacio al punto en el que se hirió a sí mismo.

No dijo nada, no sabía cómo explicarle las cosas a alguien con la cual ya no sabe ni cree saber tratar con ella.

Estando en la universidad, perdió mucho tiempo de sus hermanos, a pesar de tampoco haber sido cercano a ellos antes de eso.

— ¿Te daba miedo? —volvió a preguntar la niña, sin obtener respuesta de su hermano, pero, con tan solo ver la expresión de su rostro, asumió una respuesta muy acertada.

No por nada dicen que es tan lista como el rey.

—Uhm, a mi también me daba miedo, Oppa —Soobin sonrió con cierto desánimo —. Es como si nos estuviera observando desde el cuadro.

El joven alfa bajó su mirada, observando los descalzos pies de su hermana y levantándose de inmediato.

—Debes ir a dormir, ya es tarde, ¿sí?

La niña miró alrededor, todo lo que había era un desastre tras otro, tal y cómo si hubiera pasado un huracán.

《Huracán Soobin, suena un poco gracioso.》

—No, te voy a ayudar para limpiar —replicó con una sonrisa mientras tomaba la mano de su hermano, quien solo pudo sonreír y tomar en brazos a su hermana menor —. Hay mucho que hacer.

—Tienes razón, pero, de eso me encargo yo. Tú debes dormir, es tarde y mañana vas a tener muchas actividades increíbles con tus hermanos.

La niña ladeó la cabeza mientras pensaba en lo dicho por su hermano mayor, levantando luego la mirada con una sonrisa, la cual tenía un rayito de esperanza.

— ¿Jugarás con nosotros mañana?

—Mm, me temo que no. Tendré que trabajar —contestó mientras caminaba, haciendo que su hermana hiciera un puchero, algo desilusionada —. Me gustaría jugar con ustedes, en especial porque me lo estás pidiendo.

Acarició el cabello de su hermana, haciendo que Chaehyun recueste su cabeza en el hombro de su hermano mayor.

—Te extrañaba, Oppa.

—Y yo a ti, Chae.

Soobin siempre se ha sentido apartado de sus hermanos, más allá de lo que pudo haber pasado con su padre o su disgusto con Jeongyeon. Tal vez en un principio sintió que no era bueno para interactuar con sus hermanos, al menos hasta que Chaehyun nació.

A pesar de todo, Chaehyun siempre tuvo una preferencia de dar sus primeros avances con su hermano, su querida Condesa Alegría, siempre la llamó así por lo especial que era ella de poder hacerlo sonreír y aliviar sus momentos de tristeza.

Tal vez estaba mal, pero, se sentía seguro de decir que amaba a su hermana menor, tal vez peor al decir que la quería como si fuera su propia hija. Sentía que debía protegerla, sobre todo ahora que su padre había fallecido.

—Condesa Alegría.

— ¿Mm?

Soobin la recostó en su cama y la arropó, acariciando su cabello cuando una vez ella se acurrucada.

—Te quiero mucho.

—Y yo a ti, Oppa.

Después de desearle las buenas noches y un beso en la frente fue de regreso a la oficina, viendo otra vez el desastre que ocasionó.

Será una larga noche.

—Hemos aterrizado, joven Jung.

Yeonjun se mantuvo en silencio, pero luego le agradeció al hombre que lo ha estado atendiendo en todo el viaje y miró su celular cuando el hombre lo dejó, al menos hasta que entró de nuevo, está vez con un panfleto.

—Esta es una lista de los protocolos a seguir ahora que convivirá con el secretario real y el rey Soobin.

— ¿Protocolos? —se dedicó a leer el panfleto, viendo que no eran protocolos tan estrictos como los que -en teoría- debía seguir para demostrar respeto al rey Jimin y su papá, sin embargo, nunca los llevaba a cabo, el rey Jimin no era de su agrado y su padre, bueno, es su padre.

Los protocolos del rey Soobin eran bastante éticos, no muy difíciles de seguir y más bien, hasta parecía que solo debía hablarle como si fuera su jefe o el director ejecutivo de una empresa, no muy fuera de lo común.

Al menos hasta que vio que no se podía referir al rey como tal.

— ¿Por qué no le puedo decir al rey…?

—Los turistas y embajadores tuvieron la misma duda. El rey Soobin ha expresado que quiere ser tratado de esa forma una vez sea coronado.

Yeonjun frunció el ceño en una mueca de confusión, extrañado por aquello. No se le pasó por la cabeza esa duda cuando estuvo ahí en el funeral, tal vez hasta si hablaba un poco más podría haberlo ofendido.

—Aunque bueno, no puede esperarse menos de alguien tan irresponsable como él —Yeonjun se volteó a verlo, confundido por oír aquello.

— ¿Perdón?

—Sí, ¿sabía que abandonó sus estudios? Aún me sorprende que haber tomado en brazos a una niña fuera poner…

—Tengo entendido que abandonó sus estudios universitarios porque tuvo que ascender al trono —rebatió —. Además, haber tomado en brazos a esa niña se volvió un símbolo de esperanza porque Soobin ha demostrado que, a pesar de los maltratos que gente como tú le brindan, él sigue velando por el bienestar de su reino. Eso lo sé yo, que soy un extranjero en tus tierras —el beta guardó silencio, viendo a Yeonjun levantarse de su asiento con cierta molestia en el rostro —. ¿No es irresponsable lo que estás diciendo? Solo te pregunté por qué no puedo dar un trato más alto que su alteza al rey, no te pregunté por su vida privada.

—Yo…

—Aún me sigo preguntando cómo es que ese pobre hombre se sigue manteniendo con la idea de amarlos y cuidarlos para que sean tan malagradecidos.

Se puso su saco, la puerta siendo abierta por una asistente de vuelo y saliendo por ella, siendo fotografiado al instante por un montón de periodistas y siendo grabado por otros, mientras que el secretario real yacía enfrente de todos, parado y esperando por Yeonjun.

《¿Dónde está el rey Soobin?》

Bajó las escaleras de metal y se acercó a Namjoon, dando una reverencia al hombre y este sonriendo con cierta cortesía, aunque podía presenciar la incomodidad.

No podía culparlo, puede estar seguro que en algún momento el rey le contaría de su desventura, puede que incluso haya sido el motivo por el cual el príncipe Hongjoong fue enviado a estudiar en el extranjero.

No quería darse demasiada importancia, la incomodidad de Namjoon puede deberse a otras cosas.

—El Rey Soobin estaba algo ocupado, pero lo recibirá como es debido en el palacio.

—No tengo problema con ello, señor.

Fue encaminado al auto que lo transportaría al palacio y Yeonjun se dedicó a mirar el paisaje moderno pasar con rapidez, al menos hasta que los periodistas volvieron a hacerse presente junto a una baranda que los separaba de la carretera donde estaba transitando el auto y preguntarse cómo es que su llegada estaba causando una total conmoción.

No es como que van a verlo tan poco en sus tierras, hasta parecía exagerado. Aunque lo exagerado deja de serlo al recordar que el rey Soobin pudo haber desatado una guerra por las ofensas del rey Jimin. Ni siquiera sabe si sus palabras tuvieron algo que ver, él en parte estaba intrigado por eso.

El auto se detuvo con su puerta quedando frente a la entrada al interior del palacio, donde el joven monarca estaba parado junto a dos hombres más. Podía reconocer a uno de ellos como el omega que lo atendió cuando fue el incidente de su celo.

Huengin Kai, algo así era su nombre, un omega muy servicial y cordial. Le causa cierta sorpresa verlo ahí.

Así como todos lo estaban de verlo.

—Le doy la más cordial bienvenida a mi reino, joven Jung.

Miró a Soobin, sin ir directo a la mirada del contrario, aquello era una falta de respeto, ya que puede suponer que es mirar al rey como un igual, cuando Soobin es como un dios encarnado en humano que va a gobernar el reino hasta que su cuerpo ceda y su heredero se convierta en ese dios.

Un ciclo de divinidad sin fin.

—Rey Soobin —se reverenció ante el rey, quedándose quieto unos segundos hasta que le fue indicado que podía volver a su postura original —, Es un honor ser recibido en su reino.

Divisó la ligera sonrisa de Soobin, causando que pierda un poco esa ligera tensión que estaba en sus hombros sin darse cuenta, y bueno, eso lo agradeció. Tal y como siempre agradece que esta vez estaba solo y sin la perjudicial presencia del rey Jimin o su padre. Ahora podía tomar las riendas y hacer las cosas a su modo.

—Puedo suponer que tuvo un viaje agotador, por lo que antes de darle un tour por el lugar, me encantaría que pueda tomar un descanso.

Namjoon miró con confusión y cierta sorpresa a Soobin, quien no parecía estar inseguro de su decisión.

Yeonjun no lo dudó y aceptó como el rey lo necesitaba, de todas formas tenía razón y tuvo un viaje demasiado agotador. Recordar que estaba ahí le era agotador en cierta manera.

Horas más tardes, Soobin lucía como si se hubiera dado un baño, algo atrasado y apenado por la reciente demora, era primera vez que le ocurría algo de esa magnitud, algo que realmente había sorprendido a Yeonjun.

En sus plenos veinte ya ha llegado tarde a muchos lados -en su mayoría por contratiempos-. ¿Cómo es posible que esta sea la primera vez que llega tarde a algo?

Ahora se arrepentía de no haber prestado atención por estar pensado en lo que ahora fue el tour, porque cuando alzó la mirada, no tenía idea de dónde estaba parado y no quería demostrarse como grosero al haber ignorado lo que con esmero el monarca estaba indicando, temía ser considerado como su padre o el rey Jimin.

— ¿Joven Jung?

Reaccionó cuando la voz de Soobin retumbó en su cabeza, causando que sacuda su cabeza y se de cuenta que se quedó quieto, mirando un peculiar cuadro familiar del rey Minhyuk y sus hijos.

Es tan peculiar el hecho de que Yeonjun se haya quedado mirando ese cuadro en específico, porque rápidamente pudo percatarse que el cuadro carecía de dos personas las cuales pertenecen a la poderosa familia real Choi.

El príncipe más joven, Haemin. Y el en aquél entonces príncipe heredero. El mismísimo Choi Soobin estaba ausente en el cuadro familiar.

Y por supuesto, su boca no pudo callar la duda.

— ¿Por qué no está aquí?

Soobin alzó una ceja, ciertamente confundido por ver que Yeonjun no quitaba su mirada del cuadro, al menos hasta que pareció percatarse de sus propias palabras y tapar su boca, casi una reacción automática al ponerse nervioso al punto de que sus mejillas se tornaron rojizas, llegando al extremo de tornar sus orejas rojas.

—Lo-lo siento, no debí preguntar algo así.

Aunque, contrario al regaño que Yeonjun estaba esperando por haber estropeado el simple recorrido que el rey Soobin quiso hacer por él, en realidad vio como una ladeada y sensata sonrisa se formó en los labios del joven monarca, mientras daba unos pasos hasta quedar a su lado.

—Debe ser curioso para usted ver este cuadro, ¿no?

—Se-señor, yo…

—Lo entiendo, está acostumbrado a ver que soy el hermano mayor y que detrás de mí hay cuatro hermanos menores. Pero, le puedo explicar lo que pasó aquí —Yeonjun mordió su labio, al menos hasta que vio a Soobin apuntar a la bebé que la esposa del rey Minhyuk cargaba —. Aquí la princesa Chaehyun era la menor, el cuadro fue hecho dos semanas después de su nacimiento, ya que fue en el bautizo de ella. Para ese entonces, el príncipe Haemin aún no nacía.

—Oh.

—Yo estuve ausente porque estaba de intercambio. No conocí en persona a la princesa Chaehyun hasta que ella ya tenía cuatro meses.

— ¿Tanto tiempo?

El rey asintió, dejando a Yeonjun con una duda en su cabeza.

No creyó que fuera a encontrarse como un cuadro donde el rey Minhyuk presumirá a su familia, sin su primer hijo. Hasta lo sentía cruel. Era entendible el hecho de que Soobin no pudiera presentarse porque estaba estudiando en el extranjero pero, ¿no podía esperar a que Soobin volviera para hacer ese retrato familiar?

—Lo he notado algo distraído. He de suponer que sigue cansado, así que le enseñaré un último lugar para dar por terminado el recorrido y coordinar un horario para la investigación.

El joven Jung miró al rey, apenado por darse cuenta de que el contrario ya se había dado cuenta de su falta de atención en el recorrido.

En su defensa, no creyó que su mente fuera a ser tan ruidosa.

Pronto se encaminaron al lugar, el cual tenía dos grandes puertas protegidas por guardias, los cuales se reverenciaban cuando Soobin se hizo visible. Los guardias abrieron las puertas, dejando ver una de las partes más importantes e imponentes del palacio entero.

Nunca creyó que vería una biblioteca tan frondosa por la gran cantidad de libros y archivos, era tan espaciosa que incluso triplicará el espacio de su departamento, el cual es grande, de por sí.

—Este es el lugar en el que estaremos pasando la mayor parte de estos dos años, pero quiero hacerle saber que es libre de usar la biblioteca el tiempo que guste. Puedo entender que a veces la lectura se haga interesante.

Entonces, su percepción mágica volvió a sentir ese poder.

Se volteó, tratando de verificar que proviniera de uno de los guardias, sería tranquilizador saber que proviene de uno de ellos.

— ¿Te parece comenzar la próxima semana? Así tendrá tiempo para acomodarse.

Su atención volvió al joven monarca, asintiendo a las palabras del rey sin más.

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