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V

Se preguntaba si acaso fue su culpa haber hecho lo que hizo hace días, si acaso fue alguien tan cruel en su vida pasada como para tener una cantidad de problemas considerablemente grande en tan poco tiempo o si acaso su padre era tan malo en hacer gestiones internacionales que ahora sus problemas fueron heredados, porque no podía creer que ahora estuviera parado a un costado de su trono, esperando a que el rey Jimin junto a su acompañante ingresen a la sala y dejar que comience una conferencia con muchos temas incómodos.

Bueno, en parte es su culpa al no haber pensado en que incluso era posible que esto ya habría ocurrido antes. Park Jimin no es conocido por ser alguien amable o siquiera de buenos modales o con algo de cordialidad a pesar de contar con una costosa y rigurosa educación digna de un príncipe heredero, al menos eso es lo que lo volvía el punto fuerte del debate, ya que no era el primero en la línea de sucesión en su reino, según lo investigado, el rey Jimin habría ascendido al trono solo porque su padre lo habría favorecido para no dejar que el reino cayera en las manos de una mujer.

El caso fue celebrado por todo los rincones del reino, incluso cuando se sabe que Jimin carece de la inteligencia y sentido de liderazgo que siempre requiere un gobernador.

Frunció sus labios cuando esa parte de la historia estaba en su mente, llegando a él ese pensamiento de siempre cuando ve que la opinión de la gente está en el medio: tal vez su reino piensa que es igual de incapaz que él, a pesar de que es una mentira muy rencorosa. Aquello lo hacía pensar en que tal vez ocurría lo mismo con el rey de magia naranja, una tonta neblina que lo hizo tener un sentimiento básico del ser humano, sentir empatía por él.

Pero, si fuera una verdadera mentira, ¿cómo podía justificar o dar razonamiento al actuar tan malogrado de Jimin?, ¿acaso debía echarse la culpa de una falta de respeto grave únicamente porque lo invitó?, ¿qué se supone que debe hacer ahora que el rey Jimin cometió una gran ofensa en contra de su fallecido padre y el dolor que todos en su reino están pasando?

Está bien, es su culpa, aún así quiere creer que tal vez fue un simple desliz.

—No quiero ser imprudente, mucho menos ahora por todo lo que estaba haciendo por mí. Pero, creo que es mejor decirle que tenga cuidado, es de poca confianza que el rey Jimin accediera a algo con usted o algo que tenga que ver con su reino si no es porque quiere algo… Algo me dice que ese tratado es más como una dominancia sobre su reino, y con lo ambicioso que es, no es inesperado que quiera hacer de todo para que usted firme ese tratado. Incluso me temo que pueda buscar intimidarlo con algo.

Jung Yeonjun tenía mucha razón.

—El Rey Jimin y sus acompañantes, el barón Jung y su hijo.

Alzó la mirada con una expresión neutral, observando la entrada del rey extranjero con una fragancia fresca y un aura arrogante, mientras que tres pasos más atrás, entró con prepotencia el secretario y barón Jung, mientras, intentaba acostumbrar su nariz al aroma intenso del hombre. Entonces una última fragancia dulce y un toque amargo. El panorama cambiaba ahora que Jung Yeonjun había ingresado a la sala con cierta vergüenza reflejada en su manera de caminar con la cabeza agachada.

Se preocupó por él, todavía con el recuerdo de haberlo visto tan incómodo en su oficina, quería hacer uso de sus feromonas, pero temía que aquello fuera contraproducente y termine provocando un malestar en el omega del joven.

— ¡Ah, Choi Soobin! —su atención se desvió al rey, recuperando esa expresión de neutralidad, a pesar de que ya estaba comenzando a sentirse irritado ante la presencia del alfa —. No sabes cuánto he esperado por este momento.

Alzó una ceja ante el comentario fuera de lugar, luego aclaró su garganta y entonces Jimin se tranquilizó un poco, sin dejar esa sonrisa entre sus dientes.

—Seré breve —Jimin asintió, mientras que Hoseok llamó la atención de su hijo al tocarlo con su codo, igual de contento y satisfecho que su monarca —. Me han informado que usted y su acompañante han tomado de forma deliberada la opción de no asistir al cortejo fúnebre, sin motivo alguno.

La sonrisa de Jimin se tensó, cruzando rápidas y confundidas miradas con su secretario real.

—Me gustaría saber qué razón los hizo tomar esta decisión —los alfas volvieron a mirarse y el aroma fresco del monarca extranjero se volvió agrio, molestando más a Soobin.

—Oh, así que fue por eso que me llamó —ahí Yeonjun explotó.

— ¿Y acaso debía llamarlo para otra cosa? —Los tres alfas lo miraron con cierta sorpresa y a pesar de sentirse intimidado, decidió continuar —. Digo, porque tengo entendido que a usted lo invitaron para dar el pésame a la familia real y asistir al funeral del Rey Minhyuk, ¿o acaso me equivoco?

—Hoseok, haz que se calle —murmuró Jimin con molestia y el padre estaba a punto de acatar su orden, sin contar con que Soobin intervino.

—El joven Jung tiene un punto muy válido —la escena que estaba a punto de darse fue detenida, dejando que el resto se enfoque de nuevo en el joven soberano —. En primer lugar, fueron invitados a asistir hoy a la ceremonia pública del cortejo funerario, por lo que se ha evidenciado y dejado en claro en todo el mundo que ustedes dos han cometido una ofensa. En segundo lugar, se le permitió que usted viniera con su secretario, una situación que se había tratado con pinzas, solo para terminar descubriendo que a parte de volver a incumplir, también tomaron la horrenda decisión de traer a alguien en un estado tan vulnerable como el celo.

—Y en contra de su voluntad —Hoseok volteó hacia su hijo, queriendo sacarlo de la sala para que no siguiera hablando al respecto — ¿Qué? No me mires así, te deberías comportar.

—Bueno, Soobin… En mi defensa, la adición de Jung Yeonjun fue algo muy imprevisto, cuando supe de esto ya estaba en la frontera, a ese momento ya era algo irrevocable por el mismo estado en celo del chico.

—Usted en realidad no dijo una sola palabra al respecto —Jimin carraspeó al escuchar la queja en un intento fallido de intimidar al omega de Yeonjun, sin saber que se estaba intimidando a sí mismo —, es más, hasta parecía conforme con la idea.

—¡Ba-basta, Yeonjun! Te estás pasando de la raya.

Soobin se mantuvo en silencio, viendo al otro monarca y a su secretario perder la compostura ante las quejas del joven omega, el cual no tenía ningún atisbo de vergüenza o culpabilidad respecto a lo que decía. En eso volvió a interrumpir, a pesar de que estaba un poco confundido por la actitud que manejaba el omega, siendo que lo había tomado por alguien más sumiso, reservado y tranquilo.

Aunque, bueno, la situación de hace un rato era algo que dejaría a cualquiera en un sentimiento de pequeñez y de vulnerabilidad, o por el otro lado, si tuviera un poco más de libertad, estar directamente relacionado con alguien como Park Jimin o incluso con alguien com Jung Hoseok, supone que sería algo normal salir de sus propios parámetros y siempre terminarían sacando lo peor de él. Bueno, ¿cómo no? Para tener las posiciones que tienen, son demasiado ignorantes, demasiado reprobables.

—Siguen no han respondido a mi pregunta, señores —Las expresiones de Jimin estaba comenzando a amargarse por Soobin, eso se estaba comenzando a notar en la ligera acidez de las feromonas que despedía, lo cual se notaba más al ser el único aroma perceptible —, ese es mi enojo. Ustedes han cometido una falta muy grave. En primer lugar, si no tenían intenciones de asistir al cortejo fúnebre por el cual habían sido invitados, ¿por qué aceptaron?

Ni Hoseok ni Jimin emitieron palabra, hasta el omega pudo ver el triángulo que se forma en la boca de su padre a modo de mueca. Estaba más que claro que ambos se quedaron sin argumentos para defenderse, porque si decían algo, solo podrían confesar sus verdaderas intenciones, demostrar que en realidad no sentían ni una pizca de luto por nadie.

Y ver a Jimin en vergüenza no es una opción, es una declaración a la guerra e inminente invitación a la desgracia social.

Meramente asistieron con la idea de hablar sobre el tratado que tanto anhelan firmar, y Yeonjun también podía afirmar que lo hicieron para molestar a la dolida familia Choi -en especial al rey- con su mera y su presencia tan egocéntrica. Algo que no sería de extrañar, en su propio lugar de trabajo se corre el rumor de que el rey Jimin siempre ha tenido un sentido de inferioridad sobre el rey Minhyuk.

En caso de ser verdad, ese sentimiento ha de estar intensificado al ver lo joven que es el rey Soobin y la altura con la que le miraba.

—Si es por ese tratado, entonces puedo entender que hayan sentido tanta urgencia en venir y convencerme de firmarlo ahora —Jimin alzó sus cejas, pero, luego estaba sonriendo.

—Ah, parece que nos vamos entendiendo —Soobin los miró fijamente, sabiendo lo que podía hacer ahora que Jimin había dejado caer esa pequeña fachada de falsa humildad -y mal actuada, por cierto-.

—Pero están perdiendo el tiempo aquí —las sonrisas desaparecieron al ver la impasible expresión del joven monarca, quien se les acercó con la intención de hacer el evento más parecido a un cara a cara, lástima que Jimin fuera tan bajito —, porque no pienso firmar ningún tratado con ustedes.

— ¡¿Qué?!

—Seguro tuviste algo que ver con esto —acusó Hoseok a Yeonjun, quien le rodó los ojos en respuesta.

—El joven Jung no tiene nada que ver en este asunto, yo vi ese tratado porque se iba a celebrar una reunión con mi padre para firmarla, y yo he encontrado que ese tratado no es bueno para mi reino. Por mi propia cuenta, he decidido no firmar nada con ustedes, ni aquí, ni en su reino.

Jimin se quejó, exasperado, estuvo de viaje tres días solo para recibir la noticia que tanto se les había estado advirtiendo. Con las mejillas rojas de la indignación y exasperación, decidió acercarse más a Soobin, intentando ser desafiante, la cólera estaba rodeando la punta de su lengua, y las feromonas estaban causando estragos en Yeonjun.

—Escúchame bien, eres un rey sin magia, ¿en serio crees que tienes poder sobre esta situación? —Soobin dejó escapar un suspiro y acarició el puente de su nariz, intentando pensar en una respuesta sin llegar a caer igual de bajo que Park Jimin —. Solo eres un mocoso malcriado, ¡¿crees que alguien de verdad te va a tomar en serio, eh?!

Se mantuvo en silencio unos segundos, luego dejó salir una ligera y corta risa.

—Tal vez no me aprecien mucho en estos momentos, pero sé de lo que soy capaz —Jimin apretó sus puños, su graciosa expresión de furia estaba plantada en su cara y Soobin demostraba que estaba en calma —. Con o sin magia, puedo demostrarte que soy más poderoso que un simple rey —un gruñido escapó de Jimin al ver la relajada sonrisa de Soobin —. Soy un Emperador.

Jimin quería gritar, aquella sensación de frustración plasmada en su cuerpo fue la gota que rebalsó el vaso, no iba a permitir que lo siguieran humillando de esa forma.

Claro, si no fuera porque la puerta principal de la sala se abrió, dejando ver al secretario real de Soobin y a Beomgyu.

—Señor, el Ministro Min ha solicitado una reunión de emergencia.

Soobin los miró por unos segundos y asintió, luego dando la orden a padre e hijo que se retiraran de la sala, listo para dar sus últimas palabras en esta reunión.

—Vuelvan a su reino, no creo que les sea de utilidad seguir aquí, mi postura sobre el tratado sigue siendo la misma.

Le dedicó una última mirada al joven omega, a quien le sonrió un poco antes de pedirle a los tres que se retiraran de la sala, dejándolo a solas unos momentos antes de que tuviera que abandonar esa sala y fuera guiado a otra sala del palacio, en la cual sabía que estaba el ministro Min esperando por él.

Suspiró, ni en la ceremonia pública de su padre pudo parar.


—Entonces, ¿eso es lo que le aflige, ministro?

El hombre asintió, y Soobin miró por la ventana unos segundos, sonriendo con cierta ironía.

—Le dije que los títulos de la ex-reina no son un problema, un título tal como reina viuda no existe, nunca se ha creado por la idea de que tanto el futuro rey como su consorte son capaces de manejar el reino. Y en caso de que ella se mantenga en la corte, será porque proviene de una familia con títulos nobiliarios. Su título como reina fue revocado el día que firmé mi ascenso al trono.

—Sin embargo, es de suma importancia mantenerla a raya, su ignorancia respecto a las gestiones…

Soobin alzó una mano, deteniendo la queja del ministro.

— ¿Acaso sugiere que la saque del palacio o algo por el estilo? —Yoongi se quedó callado —. Es el funeral de mi padre, aunque Yoo Jeongyeon no sea una persona de mi agrado sigue siendo la esposa de mi padre, la madre de sus hijos, ¿tiene idea del daño que eso puede provocar en sus altezas?

—Pero, señor…

—Sus títulos han sido revocados, su única unión con la familia real son sus hijos, más allá de eso ella simplemente es una persona más en este reino. Su única obligación aquí es criar a sus altezas, luego de eso no hay más.

La sala se mantuvo en silencio, entonces Soobin suspiró mientras negaba con la cabeza.

—No quiero que el tema vuelva a tocar, mucho menos cuando la muerte de mi padre es tan reciente, ahora, ¿cuál es el otro tema que quería discutir conmigo?

Min miró al joven monarca, quien parecía tener el brillo de la impaciencia en sus ojos, tal y como su padre lo hubiera mirado por ofender a su esposa.

Aunque sabe que no lo hace por ella, lo hace por los príncipes.

—Bien, señor. El otro tema que quería tocar con usted es respecto a su magia.

Soobin alzó una ceja, confundido por el tema.

— ¿Mi magia?

—Sí, como verá. Es de suma importancia que la magia dorada siga siendo parte simbólica de la familia real, sin embargo, puedo entender que usted haya preferido esconder su magia para mantenerse lejos de los problemas por no ser un rey…

—Ministro Min, ¿usted ha estudiado en el extranjero o ha sido criado fuera del reino?

—No, señor. He estado toda mi vida aquí, solo he abandonado el país para ir de luna de miel o pocos viajes.

—Y si permaneció aquí toda su vida, ¿cómo puede desconocer que yo no poseo magia alguna?

—Señor, si me deja comentar, tengo el don de la magia roja.

—Una magia tan inexacta cuando se trata de alguien que no la ha desarrollado bien. Usted no parece entenderlo, pero se lo diré nuevamente, por su bien —se acercó de forma peligrosa al ministro con una mirada igual de filosa que un cuchillo, quien parecía estar más intimidado que antes —. Yo no tengo magia, nunca la tuve y no la tendré. Mi cuerpo no está desarrollado para tener magia.

Min Yoongi tomó aire, con su mirada fija en los ojos del monarca, una osadía por mirar a quien se supone que es superior, pero no podía evitarlo, no cuando ese brillo extraño volvía a hacerse presente.

¿Por qué era un brillo que podía verlo él y nadie más?

—Mi magia es un tema que no se toca, porque no existe, ¿entendido, Ministro?

El fulgor de aquél brillo se hizo más presente, casi tiñendo las iris del monarca, desmintiendo las palabras del mismo en frente de su intimidado ministro, el cual sólo agachó la cabeza, en señal de aceptarlo.

—Voy a suponer que no queda ningún tema por discutir, y haré que mi memoria olvide que esta junta tuvo lugar —Soobin se levantó de su asiento y su ministro hizo lo mismo —. No quiero enterarme de que otra vez está hablando estos temas insulsos, no tienen cavidad a una preocupación suya, o mía.

—Sí, señor.

Soobin pulsó un botón, el cual llevó a que la puerta de la sala fuera abierta, dejando ver a Kai y a Beomgyu ingresar.

—Ministro Min.

—Su…

— 《Señor》 —advirtió Beomgyu, causando que Min Yoongi lo mire con rapidez.

—Señor.

El ministro se reverenció y al salir fue seguido por Beomgyu, quien lo estaría guiando hasta la salida. Dejando a Kai y a Soobin a solas.

—Señor, el rey Jimin y el secretario Jung ya han abandonado el palacio.

—Perfecto. Por favor prepara…

—Siento interrumpirlo, Señor. Pero, es de importancia dar aviso de que han dejado al hijo del secretario. El omega que está en celo.

El joven monarca guardó silencio, sin encarar aún a su fiel sirviente, intentando encontrar una solución, hasta que una idea llegó a su mente.

—Llévame con el joven Jung.

Yeonjun, por su parte, estaba tratando de resolver otro problema.

Su permiso fue denegado por su gerente, y estaba en mayores aprietos al haber sido llevado a la otra parte del continente para nada. Y ahora estaba contactando con Jisung para saber si podía encontrar una forma de salvar su puesto de trabajo.

—Sí, diles lo que le estoy diciendo. No tenía planeado el viaje, estuve en contra todo el tiempo. Fue para nada, ¡El rey Jimin estuvo de acuerdo! Me duele el cuerpo, el celo ha sido demasiado estresante por culpa de esto —Guardó silencio, escuchando que estaban golpeando la puerta —Sí, diles que cuando llegue al reino les enviaré unos exámenes médicos.

De repente la puerta volvió a ser golpeada, así que suspiró.

—Gracias Han, te debo mil. Debo colgar, te hablo en un rato.

Cortó la llamada cuando escuchó que la puerta era golpeada por tercera vez y mientras suspiraba sus manos se envolvieron en majestuosas franjas rojas, listo para atacar en caso de que se trate de su padre o en el peor caso, del rey Jimin.

Abrió la puerta con cuidado, y su magia manifestación de la magia desapareció cuando se dio cuenta que se trataba del sirviente que lo ha estado atendiendo y del joven monarca.

—Uhm, Hola.

—El Rey Soobin necesita hablar con usted, joven.

—Claro —contestó mientras abría la puerta del todo y permitía que ambos ingresen al cuarto.

Avanzaron lo suficiente para ingresar, más no dieron otro paso en la habitación.

—He venido a informarle de forma personal que el rey Jimin y su padre, el barón Jung, han abandonado el palacio, por lo que se me ha informado, ellos se llevaron todo su equipaje, lo que significa que no tienen intenciones de retornar.

Yeonjun guardó silencio unos segundos, absorto en intentar procesar las palabras, solo comenzando a tener una idea absurda en su cabeza.

Su pasaporte.

—S-se… ¿Se llevaron todo?

—Me habían ordenado guardar todo, no han dejado nada aquí —contestó el sirviente y Yeonjun se sintió pálido.

Varado, sin tener dinero o sus documentos para irse de un reino el cual desconoce por completo y en celo, por supuesto que estaba en la peor situación posible.

Llevó su mano a la frente, comenzando a sentirse afligido por la situación.

—Mi-mi padre tenía mi pasaporte.

— ¿Su pasaporte?

— ¡Sí —exclamó, el joven monarca miró a su sirviente, casi dando la orden en silencio, entonces el chico se retiró —. Lo escondió para que no pudiera devolver o detenerme de no continuar el viaje, ¡me acaba de dejar varado!

—Kai fue a revisar al cuarto que ocupó el secretario Jung —contestó Soobin —. Sin embargo, no prometo que se encuentre el documento —Yeonjun lo miró un segundo —. Lo que sí puedo hacer, es proponerle otras opciones para su retorno, pero solo podrá dejar el reino el día subsiguiente debido al luto nacional.

Yeonjun guardó silencio, viendo que el joven monarca no se movía del lugar en el que estaba, demostrando que no tenía otra intención más que ser de ayuda.

Un rato después, el monarca estaba abandonando la habitación por un fuerte mareo que ha estado persiguiendo su bienestar desde el día anterior, pero con la satisfacción de que Yeonjun habría aceptado su solución.

—Este es el nuevo palacio, señor.

Se adentró, mirando lo perfecto de la simetría y las preciosas flores de plata que decoraban en los muros que eran decorados con ópalos de fuego y cianitas rodeándolo, dando la forma de unas hermosas flores.

—Esto luce mucho de nuestro gusto, ¿no crees, Soobin?

Se volteó, encontrándose con una radiante sonrisa por parte de Jung Yeonjun.

—Me encanta, sí.

Sonrió de vuelta, sintiendo su brazo ser envuelto por los de Yeonjun, ganando un poco más de cercanía entre los dos.

Al menos la cosa era así, hasta como si hubiera recibido una suave brisa, un tintineo en su oído se hizo presente, uno parecido al llamado por su nombre.

— ¿Escuchaste eso? —se volteó hacia lo que creía que era la dirección del sonido, siendo observado por Yeonjun con una clara expresión de confusión

《Soobin》

Frunció el ceño, luego miró a Yeonjun.

—Supongo que es un animal o algo, ¿por qué no te adelantas?

—Sí te pierdes no es mi culpa.

Se rió con suavidad al ver la picardía que el omega derrochaba al haberle recitado esas palabras, es así que tomó su mano para darle unas pequeñas caricias, sin dejar de sonreírle.

—Aceptaré la responsabilidad.

Entonces, Yeonjun le devolvió la sonrisa, no sin antes haber quitado una pelusa de su traje, luego viendo como seguía el recorrido del nuevo palacio sin él. En eso el llamado se hizo presente otra vez.

Se dio la vuelta y caminó unos pasos antes de que el llamado se hiciera ligeramente más potente, caminando mientras, sin darse cuenta, el largo pasillo que estaba recorriendo se volvía cada vez más oscuro.

— ¿Hola?

Se adentró unos pasos más, y el llamado se hizo presente una vez más, reconociendo la voz al instante.

— ¿Papá…? ¡Ah!

Tan pronto como llamó a su padre, algo golpeó en su cuello, se sentía tan filoso y doloroso que ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar, de la nada estaba en el sueño, sintiendo el ardor del contacto de su piel recién dañada con el aire frío.

Tocó la parte afectada, viendo sangre en su mano, entendiendo que la herida se estaría tratando de un horrible corte en su cuello.

Abrió los ojos y se sentó en la cama, agitado por la pesadilla de la cual se acababa de despertar.

Tocó la parte de su cuello, sintiendo así la cicatriz de esa herida, la cual todavía se conservaba intacta.

Los golpes en la puerta lo exaltaron un poco, pero no lo suficiente para que pierda la compostura.

—Soobin —escuchó la llamada del otro lado de la puerta, reconocía la voz de Beomgyu.

—Pa-pasa —autorizó mientras intentaba bajar la guardia, en eso entró Beomgyu junto a Kai, quien portaba una bandeja, ahí se encontraba su desayuno, sin embargo, no los miró por mucho, un fuerte dolor en su cabeza se hizo presente, tal parecía que su despertar fue demasiado violento. Aunque no le sorprendería que fuera por otras razones.

— ¿Te encuentras bien? Luces muy pálido.

—Me duele un poco la cabeza —murmuró y le indicó a Kai que deje la bandeja en la mesa que se encontraba en el cuarto, acomodada de cierta forma en la que Soobin podía disfrutar de sus comidas en la comodidad de la soledad —. Gracias, uh, ¿pueden traer alguna pastilla para el dolor de cabeza?

—Sí, señor —Kai se reverencio y abandonó la habitación, dejando a Beomgyu haciéndole compañía en el cuarto.

Beomgyu lo miró con cierta preocupación, ya que notaba que aún estaba algo abrumado y desconcertado, no de una forma en la que suele sentirse una persona cuando despierta.

Parecía que Soobin había visto algo.

—El cortejo será en unas horas, Soobin —se sentó en la cama, llamando la atención de su amigo y su rey.

—Lo sé.

—Eso te tiene afligido, ¿no?

Suspiró, sin saber qué decirle a su amigo.

Era algo demasiado complejo como para decirlo en palabras, iba mucho más allá del dolor naciente en su pecho, el miedo de estar en la posición que tiene, en el hecho de que tal vez demore mucho más en sanar lo que nunca pudo ni podrá.

Aunque es un sentido, no es del todo lo que le aflige.

Es algo más allá de todo eso.

—Supongo que sí.

Luego de un rato, Kai volvió junta dos sirvientes más, los cuales le brindaron su traje para la ocasión, un traje que podía usar para las ceremonias, pero que no será igual para su coronación.

Se supone que eso debe crearlo él.

Estaba ahí, viéndose fijamente en el espejo y sin continuar con la preparación de su imagen, estático en el punto fijo del cristal el cual apuntaba a su cuello.

Aún no perdía esa cicatriz.

Desvió su mirada cuando las yemas de sus dedos rozaron la pequeña protuberancia, sintiéndose incapaz de pensar en otra cosa que no fuera  lo débil que estaba en su recuerdo. Tan vulnerable que recién pudo reaccionar cuando se miró por el espejo por primera vez desde ese día, tomando el peso por primera vez de donde estaba, de la institución en la cual había nacido, la cual ahora estaba liderando.

Escuchó suaves golpes en su puerta, dado el silencio después de eso sabía que se trataba de un sirviente suyo.

—Adelante —se puso la camisa en lo que la puerta era abierta, dejando ver a Beomgyu.

Lo miró a través del reflejo mientras seguía con la camisa, viendo la preocupación en la cara del más joven.

— ¿Ocurre algo?

—Mi padre dice que hubo una reunión en el gabinete, y que pronto estará lista la caja, por lo que si quieres ver lo de Hongjoong, tendrá que ser algo muy corto.

— ¿Junta de gabinete? —se preguntó y suspiró.

Si era lo que creía, en tal caso ya tendría un ministro destituido de sus cargos públicos, toda una crisis política en menos de un mes.

—Bien, iré a revisar eso antes del funeral.

Beomgyu se reverenció poco antes de salir, entonces un nuevo mareo inundó su cabeza en el malestar del revoltijo.

Aquello no era normal.

Tomó asiento unos segundos, intentando controlar los síntomas en su cuerpo. En un suspiro volvió a sus recuerdos efímeros del sueño.

Jung Yeonjun estaba a su lado, le hablaba con tanta confianza y complicidad que no pensaría que se trataba de un completo extraño.

Cuando estuvo listo, se encaminó a su oficina, pensando en lo que tal vez quiso decir el sueño, a pesar de que era demasiado para procesar en un momento pequeño, ya que una vez ingresaba a la oficina, se obligaba a pensar en los asuntos que requieran su atención.

Quedó paralizado cuando volvió a ver el cuadro de su padre, todavía intentando comprender todo, sabiendo que la historia iba más allá de lo él podría procesar en un momento tan corto.

Tomó aire, comenzando a hacerse la misma pregunta que Beomgyu le ha hecho toda la mañana.

Pero ni él mismo podía responderse.

Tal vez sí estaba más afligido de lo normal.

—Dile a Namjoon que lleve la caja al estudio que está en mi habitación. Revisaré las cosas ahí.

Beomgyu, por su parte, había decidido no asistir al funeral.

En cambio, estaba investigará un poco, recurriendo a quien le brindaría la mayor información posible.

Ese era Lee Minho, el antiguo secretario del ahora Rey.

Caminó por los pasillos, pasando por la mayor parte de los pabellones y preguntando a sus pares, encontrando por fin al joven hablando con uno de los sirvientes.

—Lee Minho —el hombre se volteó ante el llamado, confundido al ver que se trataba de él —. Lamento interrumpir, pero necesito charlar con usted.

Minho se mantuvo callado un segundo, pero luego accedió.

El joven sirviente volvió a sus labores previas, mientras que Minho comenzó a caminar a la par que el asistente del Rey.

Se encontraron solos en un pasillo, pero en realidad no empezaron a hablar hasta que Beomgyu se acercó a su propia oficina, donde estaban pegados a la ventana que daba con el jardín real.

— ¿De qué quería hablar conmigo?

—Usted ha sido el secretario y asistente de Soobin desde que inició sus estudios en la universidad.

—Así es.

Beomgyu asintió, luego miró por el jardín unos segundos.

—Soobin y yo no logramos trabajar juntos desde antes, me gustaría saber un poco de cómo puedo ayudarlo.

— ¿Necesita consejos con nuestro soberano?

—Necesito saber cómo puedo ayudar en las aflicciones de Soobin, no de nuestro soberano.

Minho frunció el ceño, algo confundido por lo dicho.

— ¿A qué se refiere, entonces?

—Soobin está pasando por un proceso muy duro, perdió a su padre, me gustaría saber como ayudar para que pueda manejar las situaciones que vengan de ahora en más como Choi Soobin. No como el monarca que interpreta.

—Ah, ya entiendo a lo que se refiere. Sin embargo, me temo que Soobin me ha pedido mantener silencio, lo cual implica que no le puedo contar nada más, ni a usted, ni a nadie más.

—Pero…

—Entiendo su preocupación, pero también debe entender que si lo quiso así es porque hay una razón —Beomgyu mantuvo silencio, con el ceño ligeramente fruncido, hasta que las campanadas se hicieron oír —. El funeral ya acabó, deberíamos volver a nuestras funciones, a la familia real se le avecina un día pesado.

El alfa caminó hasta la puerta de la oficina, sin embargo, se detuvo cuando estaba por abrir la puerta.

—Sí quiere mi opinión. Es difícil que Soobin hable de lo que le pueda afligir, creció en un entorno donde siempre debía mostrar fortaleza y madurez. Como un fruto Rey. Tal vez sí le demuestra que su amistad con él es por la historia que tienen y no porque quiere que su soberano esté bien, él se abrirá a usted.

Y dicho aquello, abandonó la oficina.

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