IX
Al abrir los ojos, Yeonjun se encontró en un lugar etéreo y misterioso, donde el cielo y el suelo se mezclaban en tonos blancos opacos, envueltos en una neblina que difuminaba los contornos y creaba una sensación de irrealidad. A sus pies, rosas sin florecer emergían tímidamente del agua cristalina que cubría el suelo, reflejando su figura de manera borrosa. Aunque el líquido era transparente, la opacidad del cielo confería un aura enigmática a su reflejo, sumergiéndolo en un vacío atemporal y surrealista.
A medida que avanzaba, la neblina parecía moverse con él, como si fuera una entidad viva que respondía a su presencia, intensificando la sensación de estar atrapado en un sueño del que no podía despertar. El paisaje onírico, iluminado por el leve brillo de las rosas, estaba impregnado de una inquietante mezcla de belleza, serenidad, y una creciente sensación de soledad y desorientación. El aire fresco, con un ligero aroma a flores, contrastaba con la atmósfera inexplicable del lugar, haciendo que Yeonjun sintiera que estaba en una pintura, un mundo creado por una mente artística que jugaba con su percepción de la realidad.
Yeonjun respiró hondo, tratando de calmar sus pensamientos y encontrar algún sentido en aquel entorno surrealista. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que se encontraba allí, ni cómo había llegado a ese lugar.
—Lo encontraste.
Una voz hizo que el chico se volteara, así encontró a un niño, parecía tener unos seis o cinco años, y su ligera sonrisa traía un sentimiento extraño en Yeonjun. Era extraño, como si conociera esa sonrisa y al niño de algún lado.
Su vestimenta era la ideal para un niño al llevar pantalones cortos marrones, una camisa blanca de mangas largas y un suéter azul; su cabello cortado y negro lucía sedoso y bien cuidado, más sus medias y zapatos lucían mojados. Aunque a él parecía no importarle, más bien, lucía contento.
Yeonjun pensó que tal vez el niño estaba feliz de estar con alguien, o incluso aliviado.
— ¿Te enseño un truco?
El joven omega se levantó, entonces miró por los alrededores, al ver que solo eran ellos dos, decidió cuidarlo en lo que ambos estuvieran ahí. Se agachó de nuevo, sintiendo como su rodilla tocaba el agua, entonces Yeonjun le sonrió y asintió.
El niño, feliz de ver a alguien que era valiente de conocer sus trucos, llevó su mano a uno de los capullos, entonces el capullo floreció, Yeonjun quedó impresionado al ver que la rosa abría sus pétalos de forma ferviente, así mostraba un precioso color azul. Vibrante y casi irreal.
Yeonjun quedó intrigado por la rosa, mientras que el pequeño se puso a reír, aquella risilla mostraba su gracia, la fina diversión que él estaba teniendo al ver lo fácil que fue impresionar al omega.
—También puedes hacerlo.
— ¿Qué? —Yeonjun miró la rosa, luego al niño, cada vez más impresionado con lo que estaba pasando en este lugar — ¿E-enserio?
El niño asintió, entonces le señaló el largo rosal, con sus capullos, como si estos lo llamaran para que Yeonjun les dé la chance de florecer.
Yeonjun tragó saliva, y rozó uno de los capullos con la punta de sus dedos, la ligera luz que emanaba no lo cegó, más bien lo dejó impactado, presenciaba cómo la rosa florecía con unos bellos pétalos rojos, preciosa y brillante.
— ¿Jugamos? —el omega se volteó para ver al pequeño, quien sonrió — Atrápame si puedes.
Yeonjun no tuvo tiempo para reaccionar, porque en un abrir y cerrar de ojos el niño estaba corriendo lejos de él, lo cual causó que desapareciera de su vista cuando se levantó.
Se preocupó, no quería que un niño se lastimara en un lugar tan misterioso como este por su culpa, corrió hacia la dirección a la cual él fue, mirando hacia todos los lados con tal de encontrar un rastro de él, pero fue en vano.
— ¿Pequeño? —lo llamó, pero no habían señales de que siquiera estuvieran cerca como para que haya escuchado su llamado, así que siguió avanzando, esta vez de manera más lenta, con tal de divisar con mejor detalle lo que pueda ver y servirle como rastro, no obstante todo lucía igual, hasta se cuestionó por un momento si estaba avanzando o este lugar estaba dejándolo estancado en el mismo punto.
Empezó a llamarlo, pidiendo que no se escondiera, no sabe muy bien cuánto tiempo estuvo buscando al niño, no era posible que alguien tan distintivo pudiera perderse así como así, ¿acaso este lugar era así de grande? Ni siquiera las granjas o los montes son tan extensos. Sentía que en cualquier momento perdería la cabeza, su vista estaba cubierta de lo mismo, cada vez su sentido de la orientación se perdía más.
En dado momento, la desesperación comenzó a golpear en su pecho, no había rastro del niño, ni siquiera habían huellas de él, el suelo estaba lleno de agua, era imposible que los pasos se marcaran.
Fue entonces cuando su mano acarició una rosa que recordó lo que el niño le enseñó, recordando que bajo su pequeño toque los capullos se transformaban en perfectas rosas azules, así que decidió continuar, con nuevos bríos de encontrar las rosas azules.
Yeonjun daba paso tras paso, mirando los extensos rosales sin florecer, pero ninguno tenía sus pétalos azules en ellos.
Al menos fue así hasta que un doliente rosal apareció en su vista.
Eran pocas rosas, pero sus tallos eran normales, formadas con el tejido de una planta. Lo curioso es que muchas de esas rosas están marchitas, otras aún estaban vivas, pero enfermas.
Aturdido por la desoladora imagen, terminó siguiendo estas deprimentes rosas, notando que los pétalos de las rosas marchitas eran de zafiro, pero a su vez parecía mantener la suavidad de un pétalo real en el corazón de la flor, como si la parte dañada se tornara en esa piedra en lugar de planta muerta, las rosas más muertas dejaban caer los pétalos convertidas por completo en zafiro al suelo, perdiéndose en el agua que parecía tornarse turbia con cada paso que se adentraba.
Pronto encontró otro rosal con la misma condición, este rosal se hizo más extenso y a unos pasos después se abría un sendero, pero al dar un paso dentro, sintió que estaba pasando por encima de los tallos y hojas de las rosas que perecieron, había una sustancia extraña que iba cubriendo las rosas, con cada paso que daba la sustancia era cada vez más abundante sobre las rosas, lo cual dejaba las pobres flores asfixiadas, los pétalos iban perdiendo su suavidad hasta que se habrían convertido por completo en zafiro, con sus tallos frágiles y la viscosidad dorada apenas dejaban sobresalir los maltratados pero preciosos pétalos.
Se detuvo cuando finalmente llegó al lugar donde todas estas rosas hacían un espacio más grande, pero sus ojos no podían enfocarse en la masacre hacia las rosas, porque su vista fue capturada por el resultado de su búsqueda por el niño.
Un árbol gigantesco, su grueso tronco y las protuberantes raíces que sobresalían de la tierra eran de oro, el árbol era majestuoso, aunque parecía haberse secado. Yeonjun no pudo fijarse en el agua turbia que yacía cubriendo algunas partes de las raíces, pero aún el árbol conservaba unas cuantas hojas, las cuales eran zafiros también, como los pétalos de las rosas marchitas.
Pero, lo que realmente robó su mirada fueron las ramas del árbol que se comenzaban a trenzar hacia un costado, el cual culmina al rodear el cuello de un hombre.
Dio unos pasos cautelosos, sintiendo cómo el terror se apoderaba de cada fibra de su ser. El entorno, oscuro y lleno de una inquietante serenidad, parecía envolverse en un manto de misterio. Las rosas a su alrededor, muertas y dolorosas, parecían susurrar secretos antiguos al viento que apenas las rozaba. La brisa suave, cargada de una fragancia embriagadora, llevó hasta él un cabello negro que se movía al compás de aquel viento ligero. Al alzar la vista, su corazón se detuvo al reconocer al hombre que colgaba frente a él. Choi Soobin.
El contraste entre su piel pálida, que parecía desprovista de vida, y su cabello oscuro, creaba una imagen espectral. Aunque desde la distancia no pudo discernir claramente sus facciones, algo en su postura, en la forma en que su cuerpo se curvaba ligeramente hacia adelante, le resultó inquietantemente familiar. Las piernas de Soobin, extendidas pero ligeramente dobladas, sugerían que había luchado contra las ramas del árbol que lo retenían, como si hubiera intentado liberarse durante un tiempo considerable. Sin embargo, la realidad era innegable: las gruesas ramas que se enroscaban alrededor de su cuello lo mantenían suspendido, impidiendo que cayera al suelo, donde el agua turbia esperaba bajo sus pies como una trampa letal. A pesar de su aspecto fantasmal, Yeonjun sabía en lo más profundo que Soobin aún estaba vivo, pero no como alguien consciente de su situación. Parecía estar atrapado en una especie de letargo, un hechizo que lo mantenía suspendido entre la vida y la muerte.
Lo que más perturbaba a Yeonjun era la sustancia azul que se filtraba lentamente desde el cuerpo de Soobin. No era sangre, pero algo en su textura y en la forma en que se deslizaba por su piel hacía que pareciera a la esencia vital, algo que estaba siendo drenado de él. Este fluido se deslizaba desde su torso hasta uno de sus brazos, goteando lentamente, con una cadencia casi hipnótica, desde los dedos del joven rey hasta el suelo de agua debajo. Yeonjun no podía determinar el origen de aquel líquido, pero intuía que provenía de su cuello, donde las ramas se apretaban con fuerza letal.
Fue en ese momento cuando el horror lo abrumó por completo. Su respiración se volvió errática y, con un jadeo, se encontró de repente despierto, de regreso en su habitación del palacio.
Se sentó de golpe, desorientado y con el corazón martillando en su pecho. Las paredes familiares del cuarto parecían opresivas, casi irreales, mientras intentaba aferrarse a la realidad. Miró sus manos temblorosas, medio esperando ver rastros de aquel líquido azul, pero estaban limpias. El sudor frío que cubría su piel no hacía más que aumentar su sensación de pánico, como si aún estuviera atrapado en ese oscuro sueño. Su mente, enredada en el miedo y la confusión, apenas podía procesar lo que acababa de experimentar.
El sonido de la puerta golpeando le hizo dar un respingo, y cuando Kai entró en la habitación, la preocupación en su rostro era palpable.
— ¡Santos cielos! ¿Se encuentra bien? —preguntó Kai mientras se acercaba rápidamente, su tono cargado de urgencia mientras extendía una mano para tocar la frente de Yeonjun, comprobando si tenía fiebre o si algo más grave estaba ocurriendo.
Yeonjun intentó calmar su respiración, pero las preguntas sin respuesta giraban en su cabeza como un torbellino. ¿Por qué, de todas las personas, Soobin estaba atrapado en ese lugar? ¿Qué significaba ese niño con esa extraña forma de hablar y cuya presencia parecía crucial, pero su rostro se desvanecía cada vez más de su memoria? ¿Qué era aquel lugar lleno de rosas, que de algún modo parecía tan hermoso como aterrador?
El sueño permanecía vívido en su mente, cada detalle impregnado de un sentido de urgencia y desasosiego. Las imágenes, aunque comenzaban a desdibujarse, seguían perturbando sus pensamientos, y las preguntas sin respuesta solo aumentaban su inquietud. Mientras Kai lo observaba con preocupación, Yeonjun se dio cuenta de que no sería fácil deshacerse de los ecos de ese sueño perturbador, tampoco podía quitarse la imagen de ese dorado árbol aferrado al cuello del rey Soobin.
Llevó una de sus manos a sus ojos para secar las lágrimas de las cuales se acababa de dar cuenta que estaban corriendo por sus mejillas, luego se dedicó a controlar sus emociones y dio un suspiro cuando estuvo más tranquilo, luego miró a Kai.
—Estoy… Estoy bien, solo tuve un sueño demasiado perturbante. Más que una pesadilla común.
Bueno, eso no era mentira, ese sueño se sintió como si de verdad el rey hubiera fallecido.
Pensó en preguntar sobre el estado del rey, pero dado a que es extranjero y que ya de por sí ambos reinos tienen una relación bastante delicada, creyó que no era buena idea si preguntaba, tal vez sería considerado como una manera el rey Jimin hubiera planificado algo y Yeonjun estaba consciente de ello, o si él hubiera planeado por sí mismo acabar con el joven monarca.
No quería tener cargos o sospechas de ser alguien maligno, ni siquiera quería involucrarse más de lo debido.
La actitud de Yeonjun en realidad no pasó desapercibida para Soobin, así que el monarca optó por hacer de las suyas.
—Adelante —Su voz resonó en el cuarto cuando escuchó los suaves golpes en las puertas, fue entonces que, al alzar la mirada, se encontró a Minho ingresar junto a Yeonjun —. Ah, que bien. Justo a quienes necesitaba, tomen asiento.
Yeonjun tragó saliva, dudoso y algo asustado de lo que la ligera sonrisa del alfa quisiera decir.
— ¿De qué…? ¿De qué quería hablar, señor? —el omega permaneció con esa pequeña sensación de nerviosismo, aún cuando Minho tomó asiento a su lado.
—Estuve pensando un poco en la petición que hiciste la otra vez, por lo que me di cuenta sobre tu persona —explicó y dejó sus manos en su escritorio, tratando de mostrar sus intenciones pacifistas —. Puedo ver que eres una persona bastante precavida y que no te gusta confiar demasiado en tus circunstancias.
El omega se mantuvo en silencio, asintiendo con lentitud ante lo que Soobin decía.
—Gracias a eso, decidí que lo mejor sería que tuvieras a alguien que te pueda ayudar a resolver dudas y peticiones menores. Es más, como se trata de una persona muy importante para dos reinos, pensé que lo mejor era dejarte a alguien de mi confianza, y que estoy seguro que será de mucha ayuda para ti, y ese es Minho.
Yeonjun se mantuvo en silencio, sin saber qué contestar a esas palabras.
Le parecía algo absurdo y desproporcionado, solo había hecho una pregunta respecto a la biblioteca, la cual era precisamente para no estar bajo el vigilio de nadie, ni siquiera de Soobin, porque aquello era con total propósito de avanzar con aquella investigación no es un tiempo que pueda usar para una lectura o una investigación más recreativa y personal.
—Entonces, esta junta tiene el fin de decirme que de ahora en adelante estaré acompañado de un chaperón, ¿no?
El omega pudo ver en cámara lenta cómo es que Soobin parecía entrar en un pequeño pánico y a negar con la cabeza.
— ¡No, no! —el monarca se detuvo en seco y aclaró su garganta, queriendo volver a su postura estoica, cuando lo hizo, volvió a dirigirse al omega —Escucha, no estoy tratando de meterte un chaperón para invadir tu espacio ni nada por el estilo. Solo quería que estuvieras más cómodo, eso es todo.
— ¿Y qué lo hace creer que tener a una persona sobre mis espaldas todo el tiempo me hará sentir más cómodo?
—A-ahm, pues…
—En realidad —intervino Minho —, han habido algunos reportes de que alguien estaría irrumpiendo en el palacio. Por precaución, tanto la familia real como los empleados omegas deben llevar chaperones.
Yeonjun se cruzó de brazos mientras estaba frunciendo el ceño mientras escuchaba con atención a Minho, luego se vlte de vuelta hacia Soobin.
— ¿Y eso ero lo que le costaba decirme?
Soobin se mantuvo en silencio por unos segundos. No podía creer que el joven Jung habría caído tan fácil en la excusa dada por Minho, y ahora todo se hizo más fácil para no ofender a Yeonjun, solo había que dar una explicación más que válida para aceptar a Minho como chaperón.
—No me gusta llamar al pánico. Si les digo a todos que alguien pudo entrar, se causará un caos gigantesco, por parte baja hay un o dos omegas por sala; se supone que el palacio es el lugar más seguro del reino, si esto se llega a saber sería un total escándalo. Además, estamos bajo mi cuidado, es mi deber y suma responsabilidad que estés seguro.
El joven alfa pudo ver cómo las facciones del omega se relajaban al comprender el peso de la excusa que se le había dado. La verdad, no había pensado en qué decir con tal de no ofenderlo al decirle que es para asegurarse de que esté siendo vigilado porque su actitud le pareció sospechosa y con ligeros atisbos de alguna amenaza.
Yeonjun suspiró, su actitud volviéndose algo confusa cuando de vez en cuando estaba mirando hacia la puerta, ¿acaso hacía eso muy seguido?
— Entonces ya lo comprendo —Yeonjun respondió, finalmente rompiendo una de las reglas, ya que estaba prohibido mirar a Soobin hacia sus ojos, tomando aire antes de continuar —. Si es lo que usted considera que es la mejor opción, entonces la tomaré.
—Oh, perfecto —gracias a la respuesta, Soobin ahora pudo relajar su postura también —. Sé que no es lo ideal, pero prometo que será de forma temporal, no tardaremos mucho en reforzar la seguridad y seguir con el sistema como si nada.
—Aunque… Quería saber, ¿él se quedará conmigo todo el día?
—Hasta las ocho en punto, que es cuando acaba el turno de Minho.
Ah, ahora entonces tenía una mejor perspectiva.
Con aquello dicho, el omega se levantó y se retiró luego de hacer una reverencia. Fue ahí cuando la sonrisa de Soobin se borró, haciendo que Minho alzara una ceja.
— ¿Todo bien?
— ¿Allanamiento? —el joven asistente pronto se rio en voz baja ante la severidad de Soobin — ¿Qué se supone que haga cuando le digan que nunca hubo ningún tipo de allanamiento?
—Bien, no vuelvo a cubrirte.
Minho rodó los ojos después de que Soobin le sacara la lengua.
—Ya solo ve, y hazme saber todo lo que consideres pertinente.
—Bien, bien —el asistente alzó sus manos mientras se levantaba y se dirigía a la puerta —. Te diré si se enamora de ti —dijo no sin antes sacarle la lengua a Soobin y luego retirarse, sacando una corta carcajada en el joven monarca, aunque este aró en seco y volver a ese semblante carente de emociones y evitar atraer una atención indeseada, en especial la de Yeonjun, quien parecía estarr perdiendo la paciencia.
Bueno, Minho también. Cuando se convirtió en el secretario de Soobin, no se le pasó ni por las moscas que ahora se terminaría convirtiendo en el niñero de un aristócrata extranjero. Al menos se le ofreció un buen aumento por este trabajo, esperaba que valiera la pena.
Soobin, por su parte, finalmente pudo dar un suspiro de alivio, aunque una queja lo interrumpió, lo cual lo hizo llevar sus manos y presionar su abdomen, pretendiendo que aquello podría darle un poco de alivio, era extraño que ese dolor haya aparecido después de haber resuelto la situación con Yeonjun.
Tomó un poco de aire antes de volver a su postura original, aunque aún estaba sintiendo esa dolorosa punzada en su abdomen.
Intentó seguir con normalidad, a pesar de que se le dificultaba un poco. Pensó en que tal vez era buena idea descansar un poco, así que optó por guardar los documentos que estaba viendo en la caja dorada y la cerró con seguro. Luego, con un poco de pesar, llamó a Kai para pedirle algunas medicinas que puedan alivianar su dolor.
Aunque tal vez esta noche pueda aliviarlo sin necesidad de medicina.
Sus ojos aún se mantenían fijos en los resultados de las investigaciones y sus confirmaciones.
Empezaba a creer que no debió revisar estos documentos ahora, sentía cómo el humor de su semana se fue abajo, en especial sabiendo que ahora debe hacer cumplir su labor de mediador.
Resopló mientras dejaba los documentos en su escritorio. Ya había tomado una decisión, ahora debía informar su decisión ante la corte real, aunque sabía que gracias a ello se echaría a todos en su contra.
La puerta fue golpeada con suavidad cuando tenía los documentos, por lo que los guardó en un archivador. No quería que Jeongyeon los viera en caso de ser ella, aunque se terminó llevando la sorpresa de que en realidad se trataba de Namjoon.
— ¿Ocurre algo? —Preguntó el joven, no era usual que el hombre ingresara sin esperar por alguna autorización de su parte.
—Minho quería que supieras lo tarde que vas a esa visita de la niña.
Soobin alzó sus cejas y se volteó para ver el reloj colgado en la pared. Es cierto, estaba muy atrasado para ver a su ahijada y ni siquiera se ha cambiado a algo más apropiado para la ocasión. Se levantó y se fue de la oficina mientras le pedía a Namjoon sellarla con magia roja.
No decía su fé en alto, no cuando tenía muchas quejas con la misma respecto a ciertos aspectos sociales y cómo está tan modificada con tal de esparcir odio a grupos tan minoritarios que ya de por sí lo tienen muy difícil por los estigmas. Sin embargo, algo que podía agradecer es la oportunidad de haber bautizado a su ahijada.
Cuando ya estaba vestido, fue guiado ahasta la entrada del palacio y de forma directa subió al automovil que lo llevaría al hogar de su pequeña ahijada.
Mientras admiraba el camino por la ventanilla, no ha podido parar de pensar en todo lo ocurrido desde el derrumbe. Tampoco puede dejar de pensar en todo lo que estä pasando. Cuando menos se lo esperaba, estaba teniendo un torbellino en su cabeza.
Pensar en su ahijada lo llevaba de momentos a eso, e incluso iba más allá y pensaba en que toda esta situación es algo que se pudo haber evitado si su padre hubiera sido capaz de marcar claros límites y hubiera hecho una mejor supervisión antes de dejar este mundo. Todo esto se hubiera evitado, todo un terror para los padres y un absoluto susto innecesario para la peqeña.
Estaba demasiado frustrado, pero sabía que aquello solo lo podía pensar con la cabeza fría y no dejarse hundir en el resentimiento. Actuar cegado en la rabia solo podrá traer calamidades a quienes tanto quiere y a su reino.
El auto se detuvo, pero lo que llamó su atención no fue precisamente que lo padres de su ahijada no estaban esperando por él, n cambio, fue la cantidad casi masiva de cámaras, periodistas, incluso algunos paparazzis.
Miró a Namjoon, con la confusión y su ceño fruncido, tratando de retener un ataque de cólera, ¿cómo es que está todo este tipo de equipos y de todos los medios modernos? Se supone que era el único evento donde no estaría siendo observado ni tratado con la solemnidad que tiene por ser un soberano.
Mas no pudo hacer sus preguntas, porque en cuanto abrió la boca, Namjoon estaba bajando del auto, una clara señal de que no quería ser cuestionado. Solo pudo suspirar antes de poner su mejor cara para cuando la puerta del auto esté abierta y el vidrio polarizado no pueda cubrir su disgusto.
El continuo flash pronto lo tuvieron caminando entre guardias a su alrededor al prácticamente haber sido cegado por esta, al menos así podrá evitar chocar con algo. La prensa se volvió un completo problema, por lo que fue un completo alivio cuando por fin ingresaron al hogar de su ahijada, ya que las persianas estaban cerradas, haciendo incapaz a la prensa de capturar lo que ocurriera dentro.
Soobin aún intentaba suponer quién había filtrado esta pequeña parada suya.
— ¡Señor Soobin! —cuando ingresó al lugar y la puerta cerrada, de inmediato escuchó la dulce y aniñada voz de su adorada ahijada, sus ojo se iluminaron en felicidad cuando la pequeña ingresaba a la sala corriendo y Soobin se agachó, ambos teniendo un lindo momento y abrazarse. Estaba tan feliz y aliviado al ver que estaba sana y tan energética como cualquier niño de su edad.
Su corazón se acongojó cuando la pequeña se acurrucó en su pecho, esta vez con la alegría de estar en una situación normal, sin estar preocupados de que moverse podría hacerle daño a ella. Algo que lo reconfortaba era saber que al menos podrá seguir brindando ese calor reconfortante a la pequeña.
Namjoon, un poco apartado de lo que eran los padres de la niña mirando y comentando cómo es que su hija fue bendecida al tener un ángel guardián como Soobin y este le daba unos regalos muy ambicionados por los niños de esta época. Era una escena dulce, pero no estaba pensando mucho en lo que pasaba.
Hubo un momento donde la sala se quedó en silencio cuando la pequeña tomó una corona que era de plástico gris con gemas de fantasía color azul. Namjoon observaba con una mirada filosa, el atisbo de la anticipación e impotencia cuando la pequeña puso la coronita en la cabeza del monarca.
— ¡Yo lo declaro, el rey de la magia azul!
— ¡Yunah! No digas eso… —la pequeña hizo un puchero cuando su madre la regañó, comprensiblemente asustada de que toda la vibra tan alegre del encuentro se viera forzada a mermar porque su hija hubiera ofendido al joven monarca. No quería que se viera como si estuvieran metiendo opiniones políticas a su pequeño y mucho menos queriendo ofender al joven monarca.
Había ciertas cosas que, por básico protocolo, que en realidad no pueden ser dichas en frente del rey si no quieres que tú y tus familiares caigan en desgracia, uno de esos temas es la magia azul.
Sin escatimar mucho en los detalles, la gente de magia azul es considerada una paria social, antes de eso eran ejecutados sin derecho a redención por ser considerados en abominaciones y que son borregos muy alejados de un pastor como para siquiera ser perdonados por ese “pecado”.
Llamar a Soobin “el rey de la magia azul” es como poco, una ofensa.
Además, para asumir el trono es casi un requisito ser poseedor de la magia dorada, un completo opuesto.
Los padres de Yunah contuvieron la respiración, preocupados por la reacción de Soobin, al menos hasta que sonrió.
—Es un título que llevaré con honor.
Es cierto, Soobin sabe de primera buenas lo que es ser denigrado por una cualidad que él no escogió, si no que nació con ella, aunque sea mejor dicho si ella. Él podía representar que la magia no los convertía en alguien, si no que eran las acciones lo que convertía en el ser que son, y podía ver que Soobin concordaba con este punto de vista.
La pequeña Yunah chilló y saltó de alegría, luego se lanzó para abrazar a Soobin, feliz de escuchar aquella respuesta.
El secretario suspiró, ya no prestando atención a la escena que se desarrollaba frente a él. No quería pensar mucho en lo que Soobin dijo y solo quiso asumir que había dicho aquello con tal de complacer y sacar no solo una sonrisa en Yunah sino que también calmar el miedo a los padres de ella.
Optó por seguir al margen de la situación, al menos hasta que su celular se hizo oír. Dudó si contestar, ya que Soobin quería pasar la tarde entera para dedicar su atención en la pequeña.
No, estaban atravesando una crisis política y tensiones con el reino vecino, cualquier cosa podría acabar en una guerra, civil o mundial. Cualquier cosa puede mandar el reino al traste.
Se apartó de la familia y de Soobin a la sala continua, contestando a la llamada de Minho.
— ¿Qué ocurre?
Guardó silencio, escuchando las palabras del joven alfa, pronto sintiendo cómo su corazón dar un vuelco y sin esperar más colgó la llamada antes de ir de vuelta a la sala donde el rey y la familia estaba reunida, luego arrastró a Soobin a la otra sala, luciendo completamente afligido.
— ¿Qué está pasando? Creí haber dicho que esta…
—Minho llamó —interrumpió Namjoon, haciendo que Soobin guarde silencio y su mente comience a correr con una infinidad de posibilidades.
Había dejado a Minho a cargo de cualquier cosa que pudiera ocurrir en el palacio, por lo que sabía que cualquier cosa pudo haber pasado.
—Se trata de Yeonjun.
Demonios. Tendrá suerte si el día acaba en una declaración de guerra.
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