III
—Bueno, entonces creo que podemos empezar esta reunión.
Soobin miró a los hombres, en su mayoría mayores, los cuales lo miraron también, con expresiones serenas pero con la curiosidad quemando como las llamas de una hoguera en sus ojos.
No era normal que se llame al Consejo Real tan rápido, como tal era una estricta llamada que sólo debía darse cuando se necesitaba, es decir, una emergencia.
—Suponiendo que nos llamó para esclarecer todo sobre los títulos de la Reina Jeongyeon, podemos decir…
—No los llamé para discutir eso, tengo bastante claro que una vez se me proclame rey, ella perderá sus títulos de Majestad y Reina Consorte. Los llamé para discutir los títulos de otra persona.
El Consejo guardó silencio, totalmente aturdidos por el hecho de que Soobin hubiera dejado ir esas palabras, como si no esperaran que en realidad fuera para destronar a Yoo Jeongyeon, a su vez, estaban con la nueva incertidumbre de saber a quién Soobin quería arrebatarle sus títulos y convertirlo casi que en un mortal.
— ¿De quién?
Soobin agachó la cabeza unos segundos, pensando en cómo debía ubicar sus palabras sin formar un escándalo.
Su silencio también mantenía tensa a la prensa, debido a que sólo se sabría lo que Soobin quiso hablar con ellos una vez el Consejo abandone el gran palacio, los cuales, celebran una conferencia de manera solemne donde dictan las palabras del rey y la decisión próxima a ser tomada, todo aquello como un acto de transparencia con el reino.
Changbin no se quedaba atrás, estaba pegado a la pantalla, ignorando olímpicamente la charla que tanto Jisung como Yeonjun estaban manejando, una que estaba en su totalidad fuera del tópico que Changbin, como historiador, debía tomar y seguir hasta que se renueven las noticias al respecto. Algo bastante agotador, no podía creer que estaba por tener un acto histórico.
—No, no puede.
Tragó saliva al escuchar la negación del hombre mayor, el cual parecía más bien escandalizado.
—El pueblo ha demostrado que no me quieren en el trono, no entiendo por qué eso me imposibilita de abdicar.
—Abdicar es una buena opción —habló el ministro Ahn —si quieres que el reino entero caiga en la ruina y desgracia.
—Ministro Ahn…
—También lo vimos —interrumpió el ministro —Pero, hoy más que nunca, es lo peor que puede hacer.
Tomó aire, debía ganarse el derecho a abdicar por parte del consejo.
Al abdicar, estaría renunciando no sólo al trono, sino que también al derecho de seguir formando parte de la familia real, lo cual lo convertiría en alguien común y corriente, además de poder abandonar sus labores reales. Pero aquello será una sola fantasía si el Consejo no le da su consentimiento.
—Como nación —comenzó el ministro Ahn —Estamos pasando por el reciente luto por el fallecimiento del Rey Minhyuk.
Soobin asintió, concediendo a ese punto.
—Pero, así y todo el verme para ellos es como ver una cucaracha, esto no va a terminar bien si sigo en el poder.
Todos saben que un pueblo molesto con su gobernante, sea un rey, un presidente o incluso un dictador, con el suficiente valor y organización, pueden sacar del poder no sólo a esa persona sino que también a su familia. El odio del pueblo es un arma que sin dudas acabaría en su cabeza, también podía acabar en la cabeza de toda la familia real, algo que acabará por destruir a la monarquía.
—Si me permite hablar —el ministro Min se levantó de su asiento y se acercó a Soobin —Nos pondremos en el caso de que usted abdica y pierda todos sus títulos reales. Se vuelve un civil y no será proclamado rey.
El ministro Ahn y Soobin miraron al alfa, ambos confundidos por lo que estaba planteando.
— ¿Sabe a quién, por orden, debería ascender al trono y asumir su rol como rey?
La cabeza de Soobin hizo click, recordando a sus hermanos menores.
—El Príncipe Hongjoong.
—El cual es un menor de edad —completó el ministro Min —. Sé que esto ya no será de su importancia, puesto que estará dejando de formar parte de la familia real y a lo que sus deberes refiere. Pero, al ser el Príncipe un menor de edad, entonces asumirá la Reina Jeongyeon, ya que ella sería la Reina Madre y la consorte del Rey Minhyuk.
Soobin guardó silencio, pensando recién en las consecuencias que traería su decisión de abandonar su labor real.
Yoo Jeongyeon nunca fue una persona de su agrado, y sabe que no es realmente responsable, fue bastante problemático convivir con ella siendo su tutora, sabía que no tiene las capacidades de liderazgo, pero sí la suficiente avaricia para cambiar las cosas y condenar al reino entero. Aunque, incluso si abdica y Hongjoong fuera un mayor de edad, era bastante probable que ella hiciera lo mismo.
No confiaba en ella, y tampoco podía condenar así a su hermano.
—Sabemos que está inseguro, todos lo estamos. Es un momento delicado para el pueblo por tres razones: primero, la muerte de su Majestad, segundo, un cambio de gobierno. Y por último, ellos tampoco olvidan lo que le hicieron.
El ministro Ahn tragó saliva, las palabras del ministro Min habían causado que las cosas se mantuvieran en un silencio más bien tenso.
—Ellos saben, que ahora que usted está en el poder las cosas van a cambiar por completo. Están atemorizados porque ahora, el niño al que tanto han intentado destruir, se ha convertido en un adulto que será su gobernante, y que como tal, ya no se dejará pisotear. Ahora está encima de ellos, temen por las consecuencias de sus actos.
Agachó la cabeza, sin saber cómo tomar aquellas palabras, al menos hasta que el ministro volvió a hablar.
—Es válido que usted quiera abdicar, se siente afligido y no cree tener las capacidades. Llore, déjese derrumbar y deje que el dolor se alivie por su cuenta a su tiempo. Entonces, levántese y con la cabeza en alto, y sea el líder que todos aquí sabemos que es usted.
El ministro colocó una mano en su hombro, viéndose por un momento a los ojos y sacando una expresión indescriptible, haciendo que el hombre quite su mirada de inmediato y confundiendo a Soobin. Sin embargo, no dio tiempo a las preguntas.
—La abdicación es un proceso que usted mismo puede autorizar, no siempre necesita el consentimiento del Consejo Real. Es su decisión ahora —habló el ministro —. Y en vista de que todo esto ya se ve resuelto, nosotros también necesitamos plantear un tema con usted, el cual esperamos que tenga una solución.
Los ministros Ahn y Min tomaron asiento, incitando a que Soobin hiciera lo mismo, pero en lugar de hacerlo, se quedó parado en donde se supone debería haberse sentado.
—Los escucho —concedió el pelinegro.
—Es sobre el funeral. Hay una última decisión que sólo usted puede autorizar —aclaró, esta vez otro hombre, el único archiduque del consejo —Es sobre invitar a los líderes de otras naciones.
—La lista está impuesta por las alianzas que ha conformado el reino a lo largo de la historia, pero lo importante para ustedes es que no se invite a alguien en específico, ¿no?
—El Rey Jimin, en realidad —Soobin alzó ambas cejas —Es a quien no queremos que sea invitado. Tras el fallecimiento de la Reina Nayeon, el Rey Jimin ha estado insistiendo que la hemos matado nosotros, por lo que el rey Minhyuk ha intentado llevar la fiesta en paz con un acuerdo, pero…
—Déjenme adivinar, no fue suficiente.
—Hasta hace poco, su Majestad ha estado en conversaciones para hacer lo posible para que eso no siguiera pasando. Pero el asunto quedó inconcluso.
Soobin lo pensó, y es que no tenía idea qué podría pasar, aunque, es cierto que para el momento en el que sea el funeral, ya tendrá el poder suficiente para llevar a cabo aquél trámite.
—Bien, entonces haremos esto —contestó —Lo invitaremos, y después del funeral, hablaré con él Rey Jimin en privado.
Los hombres se miraron entre sí dudando de si aquello era en realidad una buena idea.
—Sea como sea, de todas formas debe esperar a que yo tenga el poder, hasta entonces, todos estos trámites quedaron suspendidos —complementó mientras mantenía su mirada fija en el grupo —. También será el tiempo que necesito para saber qué hacer en caso de que se niegue. Quiero asegurarme de que el acuerdo no perjudique al país, y si eso requiere que cambie condiciones en el acuerdo, lo haré.
Los hombres volvieron a cruzar miradas, entonces un archiduque se levantó de su asiento.
—Confiamos en que usted tomó la mejor decisión, de todas formas es el Rey.
Asintió, concediendo tranquilidad a los hombres, los cuales pronto se veían más relajados y después de despedirse fueron abandonando poco a poco la sala, quedando solamente el ministro Min, quien aún lucía intranquilo.
— ¿Ministro Min?
El hombre se quedó quieto unos segundos, luego tomó aire y se acercó al pelinegro.
— ¿Está seguro que no tiene magia?
Soobin frunció el ceño, sintiendo el vacío en su estómago al escuchar esa pregunta.
—Eso no es importante, ¿no cree?
—Puedo decir que con o sin magia, usted será un buen monarca. Sólo, quiero estar seguro de que en realidad no nos está mintiendo.
— ¿Y por qué les mentiría?
Min Yoongi guardó silencio unos segundos.
—Desde ahora mantenemos una relación política. Pero, aún así usted puede confiar en mí.
Soobin tomó aire, intentando no lucir grosero ni nada a la hora de ejecutar cada acción.
—No hay nada que esconder, ministro —contestó —Pero, sí hay algo que deben anunciar a parte de todo esto.
Yoongi accedió a la petición de su rey, escuchándolo durante unos segundos antes de irse y alcanzar al resto de los hombres que conformaban al Consejo, aún con esa mezcla de confusión y preocupación en su rostro, algo que el archiduque Hwang Hyunjin notó.
— ¿Ocurre algo, Ministro Min?
El hombre simplemente lo miró.
—El Rey… Está escondiendo su magia.
Firmó los documentos luego de dictarlos como era debido y se los entregó al Namjoon, quien llevó dichos papeles al exterior de la sala en la cual se estaba realizando una conferencia tan importante.
Mantenía un semblante tranquilo frente a lo que realmente un millón de cámaras, pero por dentro, sentía que el Ministro Min lo estaba penetrando con la mirada.
Desde ese día, pasaron unos tres, en los cuales se hicieron los preparativos para celebrar de manera solemne y de alguna manera lejos de toda la población que pudiera lastimarlo una vez más. Era una ceremonia pequeña, y más bien, era como una visita al notariado o como si estuviera realizando un documento cualquiera.
El trámite era simple, pero la oda que el mundo haría al simple papel que ha firmado hace unos momentos no es algo simple. Es una parada militar completa, algo que ponía felices a una o dos personas pero que enojaba a muchas más.
Como a Yoo Jeongyeon, por ejemplo.
En esa habitación habían dos personas con las cuales pedía a sus interiores no cruzarse en un buen rato, los cuales tenían su mirada tan fija en él que podía pensar que en cualquier momento irían a atravesarlo.
No era muy normal que el primer ministro y la ex-reina lo estén mirando como si fuera un bicho raro, aunque acostumbraba a que lo miraran así.
Suspiró mientras esperaba a que se oyera el himno de su nación, aquello como señal de que pronto se lo llevarían de ahí y comenzar con sus labores nuevas, en su vida nueva.
Comenzar su vida como rey.
— ¡Viva el Rey Soobin!
Mantuvo su mirada fija en el escritorio, fingiendo no estar enterado de cómo Min Yoongi y Yoo Jeongywon parecían creer que es un alien, escuchando también el himno y esperando paciente por el personal que debería avisarle de que ya debía irse y comenzar sus labores reales.
Quería irse de ese lugar, no estaba cómodo.
Namjoon ingresó nuevamente a la sala y se acercó a su oído para susurrarle que ya era momento de irse, por lo cual se levantó de su asiento y se encaminó a la sala, sin percatarse de que el resto del ministerio, el Consejo Real y los otros nobles ya estaban comenzando a retirarse también.
Algo que tenía impactado a Seo Changbin, quien miraba cada detalle de la transmisión.
Suspiró mientras se levantaba de su escritorio y caminaba hacia la cocina, pensando en cómo se había vuelto tan importante que Soobin hubiera ascendido al trono y permitirse ser proclamado Rey.
Pasó de ser un simple proceso a uno de los días más importantes en la historia de un país.
Tomó una fuente y comenzó a servir helado en él mientras la cabeza se le llenaba de esas cosas, hasta que la puerta se hizo oír con tres golpes.
Guardó silencio, dudando de si atender la puerta o esperar a que uno de sus compañeros abra la puerta, pero aquella duda se iba desvaneciendo cada vez que los golpes se hacían presentes una y otra vez, aún sin ver rastro alguno de sus roomates.
Suspiró cuando escuchó por quinta vez la puerta y entonces se encaminó hacia esta, abriéndola y encontrándose con Jung Hoseok, el padre de Yeonjun. Lucía apurado, de hecho, entró como si fuera su propia casa, mirando por unos segundos antes de voltearse hacia Changbin.
— ¿Dónde está Yeonjun?
Se preocupó un poco, ya que no ha estado muy atento a lo que pasara con sus amigos, así que asumió que en realidad le pudo haber pasado algo a Yeonjun.
—No lo sé, señor Jung.
—Seguramente está en su cuarto —contestó mientras se encaminaba al pasillo que conectaba a la cocina con las habitaciones, dando una rápida mirada y abriendo una puerta como si nada, entrando al cuarto que comenzó a emanar un aroma incluso más dulce de lo que ya es el aroma de un omega.
Suspiró de alivio, el cual pronto pasó a la confusión cuando Yeonjun comenzó a quejarse y a pedirle a su padre que lo deje en paz, incluso su aroma abundante se volvía insoportable y casi nauseabundo.
— ¡No iré, estoy en pleno celo!
—Te dije que vendrías, el avión va a despegar pronto, tenemos que tomar dos vuelos para alcanzar a su Majestad en la frontera. Con o sin celo, así es el verdadero trabajo.
Tragó saliva al oír eso y entonces se acercó al cuarto.
—Uh… ¿Todo bien?
—Claro que no —contestó Yeonjun, con el enojo latente en su voz y en su aroma —. Mi papá quiere llevarme en contra de mi voluntad.
Changbin llevó su mirada del ahora pelinegro al padre de este, que estaba armando una maleta y hurgando entre las cosas del chico para empacar.
—Debemos ir al funeral del Rey Mingyu.
—Minhyuk —corrigió Yeonjun, llevándose un regaño a través de la mirada de su padre, quien luego miró a Changbin.
—Eres historiador. Sabrás lo importante que es para nosotros que alguien haga cobertura de esto.
—No es necesario —contestó Jisung, viendo con total normalidad el suceso y llamando la atención de ambos alfas y el omega—, y Yeonjun no ha sido enviado a cubrir nada, ya que está pasando por su celo.
—Sólo es un aumento en sus feromonas, ¿Ustedes creen que no conozco a mi hijo? Él irá, sé muy bien que está fingiendo.
Yeonjun miró con cierta súplica, causando que tanto el beta como el alfa se miraran, pensando en silencio qué podían hacer al respecto.
— ¿No es peligroso? Digo, ir a una ciudad estando en celo es una cosa, pero, ir a la frontera estando en celo es otra peor…
—Destruyó mi nido incluso —agregó el pelinegro.
—Oh, lo siento —contestó Changbin.
—Les dije que sólo es un aumento de feromonas, ¡Yeonjun está bien, les está mintiendo!
—Díganos tres razones por las cuales Yeonjun miente —Jisung se cruzó de brazos mientras se posaba al lado del omega —, y nosotros lo dejaremos en paz.
El hombre se molestó ante aquél comentario, y sin decir una sola palabra más jaló a Yeonjun de la mano y con la otra tomó la maleta, saliendo del cuarto y con ambos compañeros siguiéndoles detrás.
— ¡Papá!
— ¡Señor Jung usted no puede hacer eso! —trataron de soltar el agarre entre Yeonjun y Hoseok, pero nada podía hacer que el hombre soltara a su hijo. Al menos hasta que se detuvieron en la entrada.
—Ocurre que, ya lo hice —dijo antes de sacar al pelinegro del departamento y cerró la puerta detrás de él.
Changbin abrió la puerta y fue tras los dos, sin embargo, pronto se vio retenido por dos guardias reales, viendo cómo Yeonjun se sentía tan vulnerable y confundido por lo que su padre estaba haciendo.
Su foco se prendió, teniendo una idea fue que comenzó a gritar.
— ¡Eres un maldito lunático, Jung Hoseok!
El hombre detuvo su actuar y se volteó, causando escalofríos en el joven alfa, pero no le importaba con tal de que soltara a su amigo.
— ¿Disculpa? Sólo le estoy enseñando algo de cultura a mi hijo, a que respete a su patria y haga su verdadera labor.
— ¡Eso no es nacionalismo, es demencia!
Pero contrario a lo que quería, Yeonjun fue ingresado al auto y Hoseok se le acercó.
El pelinegro estaba incómodo, su celo se había adelantado y para rematar su padre lo había forzado a viajar por casi dos horas, apretado en el sector económico de un vuelo y sólo para llegar a la frontera, donde todo mundo se le quedaba viendo al presenciar su aroma agridulce, el cual se forzó a endulzar.
Tomó aire y se cruzó de brazos, quería volver a su casa y envolverse en las mantas de su cama mientras comía galletas. No soportaba la cantidad de alfas que se le quedaban viendo y mucho menos el brillo en los ojos del Rey Jimin cuando lo vió y notó que el fuerte aroma dulce provenía de él.
Realmente quería que al menos el viaje valiera la pena, de lo contrario alguien mataría al rey y a su más loco súbdito.
Y ese alguien era Yeonjun.
—Deja de ignorarme, anda hijo ya se te pasará.
Yeonjun mantuvo su mirada en la ventana tal y como lo ha hecho el viaje entero, estaba molesto de por sí, pero voltearse para decirle cómo se sentía a su padre iba a ser algo en realidad que tendrá un efecto contrario.
—Vamos hijo, te va a gustar el viaje…
Suspiró mientras se levantaba de su asiento y se encaminaba al baño.
Llevaban al menos dos días entre vuelo y vuelo, su cuerpo estaba adolorido por lo que significaba el hecho de tener que viajar desde tantas horas y su celo, quería llorar y no tenía cerca ningún objeto de consuelo, como una almohada o una manta suya.
Quería lanzarse del avión.
Se mantuvo ahí unos minutos, hasta que golpearon la puerta y pronto salió del baño, caminando de nuevo a su asiento e ignorando a su padre otra vez.
—Yeonjun, por favor, no te puedes enojar conmigo, no con tu padre.
Cuando aterrizaron bajó, y a diferencia de su país, tuvo que irse en un automóvil distinto al que iba su padre, lo cual fue incluso más incómodo y de alguna forma, le fue generando cierto miedo. No sabía que hubieran tantos alfas en el mundo, o al menos al servicio del rey Jimin.
No era tonto, sabía que estaban ahí por el tratado que tanto quería firmar, pero estaba confundido al ver que su padre se había tomado en serio sus propias amenazas y lo haya arrastrado hasta otro país sólo para probar un punto que sabe muy bien va a salir muy mal.
Tragó saliva antes de cruzarse nuevamente de brazos, sentía la mirada del Rey Jimin muy encima suyo y no se sentía cómodo con ello. Más bien quería esconderse de todos y no salir de su escondite en varios días.
Un hombre los recibió en la entrada del palacio, por su apariencia y facciones pudo reconocerlo, se trataba del secretario real del fallecido Rey, lo vió en los reportajes en los cuales aparecía acompañando al hombre en sucesos como el bautizo de los príncipes, sus dos matrimonios e incluso el histórico momento en el que ascendió al trono.
Aquél alfa llamado Kim Namjoon, era un hombre que realmente había servido a los tres reyes en su vida. Al Rey Jungkook, al Rey Minhyuk, y hoy está viendo los comienzos del Rey Soobin.
Un hombre que por supuesto, ha sido objeto de competencia de su padre.
— ¡Oh, un gusto conocerlo, señor Kim!
Constantemente oía a Hoseok decir que Kim Namjoon era un hombre aprovechado, que sólo utilizó sus contactos como todo amigo de la nobleza y burguesía para haber escalado y poder mantenerse en ese título por tantos años, haciéndolo en menos por ser incluso más joven que él y haberse hecho con un papel tan importante para la corona…
Que le era decepcionante ver a su padre dirigirse tan cordial y amable con él.
No quiere decir que le agradaba que su padre fuera tan hipócrita. Es más, le decepcionó ese mismo detalle de su padre. Lo quiere mucho, es su padre, quien le enseñó muchas cosas y de alguna manera ha sido alguien muy protector con él, pero, fue capaz de crear un mal sentido en la frase "es capaz de darlo todo por su patria".
Porque es capaz de darlo todo por su patria, menos su propia integridad.
Su mente estaba atareada, a la defensiva al estar rodeado de tantos alfas y él en celo, y su padre en esos momentos no era una opción de protección.
—Agradecemos su compañía en este momento. El Rey Soobin no se encuentra disponible en estos momentos, y como tal, me ha pedido que los reciba en su lugar.
Suspiró y entonces se ganó la mirada del hombre, haciéndolo sentirse con el corazón latiendo a mil del creciente miedo y paranoia que llevaba floreciendo desde hace días al haber abandonado de manera violenta su lugar de confort.
Desvió la mirada en silencio, esperando de que la señal fuera clara y de que le sería más cómodo si quitaba su mirada de encima.
Ingresar al palacio fue otra cosa.
Era cierto que estaba estresado, pero en realidad ver el interior del palacio fue una completa experiencia. La gran estructura que recordaría a una iglesia románica fusionada con el arte oriental originario de su región. El dorado con las decoraciones talladas en ébano notó que referían a unas especies de ardillas, animal que se demostró era el representativo del Rey Minhyuk y la iluminación con focos blancos en los candelabros, aquello hacía que no se sintiera tan calurosa la iluminación y ciertos detalles púrpuras reforzarán la idea de la residencia ideal para un ser tan superior como lo era el Rey que asumiera el trono.
Un palacio precioso, digno de ser llamado una joya.
Pronto los guiaron en donde tendrían sus dormitorios, jadeando al ver que debería compartir el espacio con su padre, lo cual le devolvió todo el malestar que la bella vista del palacio le había quitado.
Pronto su aroma se volvió igual de nauseabundo que cuando fue arrastrado de su confort para asistir a un funeral.
Suspiró mientras leía el folleto con los protocolos que ellos deberían seguir, anticipándose a llamar como los peores días de su vida al notar que, no habría segundo alguno en el que pudiera descansar como se es debido, algo que estaba plasmado en su cara y que su padre no parecía querer entender al cuestionar su mal humor, minimizando su sentimiento de paranoia por la cantidad de gente a la que fue expuesta en un momento el cual le gustaba pasarlo a solas. Más saber que le tocaba estar expuesto a quién sabe cuánta gente por los eventos próximos.
Changbin y Jisung siempre respetaron su espacio, y al menos, Changbin al ser un alfa, solía abandonar el departamento unos días para hacerlo sentir seguro, mientras que Jisung se mantenía ahí para atenderlo en caso de necesitar algo.
Sentía las ganas de llorar por la impotencia, de por sí odiaba el sentimiento de vulnerabilidad que le provocaba estar en celo, pero estar así, era peor.
No se lo deseaba a nadie.
— ¿Quieres calmarte? Nadie te hará nada, Yeonjun, debes comportarte —comentó su padre al sentir el horrible olor que estaba emanando de su hijo.
— ¡¿Comportarme?! —explotó y gruñó por la histeria —Destruiste mi nido, invadiste mi espacio y sigues haciéndolo, me hiciste tomar cuantos vuelos quisiste, estuve horas viendo cómo tu rey me estaba mirando de forma indebida, estuve expuesto a mucha gente, debo soportar tu actitud del demonio, ¡¿y soy yo el que debe comportarse, es en serio?!
Se levantó y salió del cuarto, sin importarle en realidad si se perdía, con tal de estar solo iba a estar mejor.
Caminó por cuántos pasillos tuvo delante suyo, intentando ocupar su cabeza en lo que era el interior del palacio y en los filigrana y amatista engarzada entre la hermosa figura de ardillas que iban formando.
Lástima que estaba demasiado molesto como para apreciar eso.
Se cansó luego de un rato, así que pensó en dar la vuelta y volver, pero se detuvo al escuchar a la que pensó y podía ser la voz de la ex-reina Yoo Jeongyeon, y al Rey Soobin. Podía escuchar el enojo plasmado en la voz de la beta, pero el Rey Soobin no se quedaba atrás.
Casi podría decir que no se trata de una mujer beta y un hombre alfa, ambos parecían tan territoriales que se le podía considerar a la mujer una alfa, de no ser porque sabe ese tipo de información que siempre dejan investigar a los periodistas o historiadores.
Tragó saliva al sentir el aroma que despedía el rey, lo hacía sentirse pequeño y caso como si lo estuvieran regañando. Debía irse antes de que el instinto le ganara y termine por comenzar a llorar de forma involuntaria.
Hasta que escuchó una arcada.
Ambos detuvieron la pelea, pero Yeonjun no quería descubrir qué pasaría si se quedaba ahí, así que optó por hacer oídos sordos a ese sonido y volver a retomar el camino al cuarto, el cual ya se había resignado a tener junto a su padre. Sabe que su presencia fue imprevista, no sólo para el Rey Jimin sino que también para el Rey Soobin, no podía culparlos de que algo como estos sucesos hayan ocurrido, al menos lo razonada así tras pensar en que le toca compartir cuarto con su padre.
Se resignaba a la idea en lo que caminaba hacia el lugar, hasta que la sensación de que estaba frente a un núcleo mágico nuevamente hizo presente en su ser
Sabía que Jeongyeon era una persona con magia, su magia era amarilla, y si no mal recuerda, esta se especializa en ser un catalizador mágico. Su matrimonio con el Rey Minhyuk también tenía un simbolismo, haciendo creer a todos el hecho de que haría al Rey y al reino más poderosos.
Pero la sensación no era la misma al estar con alguien de ese poder, era uno más poderoso.
Suspiró mientras negaba con la cabeza, no quería seguir pensando, estaba demasiado cansado para ese tipo de cosas, así que se resignó a volver y prepararse para hacer lo que sea que deba hacer.
De todas formas, no le quedaba mucho tiempo al nefasto viaje.
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