I
La vida transcurre de una manera casi inigualable.
Un día naces, y el otro es un misterio. Aquello le sentaba como un balde lleno de agua fría y hielo a Choi Soobin.
Su vida ha sido caótica desde el inicio. En vez de demostrar y darle esperanza a los súbditos cuando nació, demostrando los hermosos ojos dorados que notaban el color de su magia como signo de pertenecer a la familia real, en realidad sus grandes y brillantes ojos de bebé no mostraron nada a nadie; eso causó mucho revuelo y descontento en el pueblo.
Su niñez no fue la etapa más tranquila. Se vio teñida por un profundo dolor al presenciar la pérdida de su madre, la reina madre. Sin olvidar la constante presión que sus tutores pusieron en él a pesar de ser tan chiquito.
Pero estaba bien, incluso cuando vio que su padre pudo encontrar el amor nuevamente y contraer segundas nupcias con Yoo Jeongyeon. Una mujer que no le terminaba de agradar, pero, la toleraba por su padre.
Aunque aquello no importaba mucho, más bien su enfoque estaba en formar un plan de gobernar sin la magia dorada de la familia real y yendo más allá con ese sutil pero profundo interés.
Su pueblo no le tenía mucha fe, a pesar de contar ya con bastante peso en la balanza como para decir que podría ser un buen soberano ya que nadie parecía estar impresionado o incluso interesado. El tiempo y el mundo están en constante cambio, y él no podía hacer nada al respecto.
Fue por eso que entre muchas decisiones optaron por enviarlo a un reino aliado para que pudiera entender un poco mejor las relaciones públicas entre un reino y su monarca para poder tomar mejores decisiones una vez ascendiera al trono.
Pero precisamente fue eso lo que detuvo todo.
—Interrumpimos la programación actual... —su alteza volteó su mirada para ver la televisión, aquella la cual estaba mostrando un canal de su reino para hacer ruido en el cuarto, entonces notó algo extraño en la interrupción.
Su secretario entró sin golpear la puerta, lucía apurado pero no podía mirar directamente a su alteza, quien reconocía la fachada que se sabe tendría el canal en caso de que ese protocolo real se estuviera llevando a cabo.
—Señor —Soobin alzó su mano en señal de que guarde silencio, entonces su pecho dolió cuando el presentador apareció con una expresión de luto y dolor.
—Hace unos segundos, la familia real ha anunciado la muerte del Rey Minhyuk. La familia real publicó un anuncio en donde se refiere a la muerte del Rey como una inesperada pero tranquila —En aquellos momentos, todo el mundo ensordeció para Soobin, miró a su secretario, quien agachó la mirada y se arrodilló para demostrar dos actos dolorosos pero importantes.
Condolencias, y ser el primero en arrodillarse ante él.
Soobin se puso de pie, entonces escuchó que se estaría buscando a la Reina consorte para que diera un discurso, y su mente sólo pudo recordar una palabra.
—Gunju.
Su secretario alzó la mirada, abrumado por haberlo oído.
— ¿E-está...?
— ¿Acaso crees que digo cosas sin sentido? ¡He dicho Gunju y sabes muy bien lo que significa, ve y haz tu trabajo! —exclamó con una notoria dureza, haciendo que su secretario se levante, pero lo detuvo una última vez —También, impide que la Reina Consorte hable, el que se debe dirigir al reino de ahora en adelante soy yo, no ella —ordenó y Minho asintió, finalmente retirándose de la sala en la cual Soobin también estaba.
Empezó a escuchar el himno de su patria y no quiso devolver su mirada a la televisión, porque sabía que la imagen de su padre estaba presente, y ahora, no sabía qué le deparaba ahora.
Normalmente la muerte de su padre lo hubiera devastado, y era así, pero en esos momentos su mente sólo estaba enfocada en proteger las salas importantes del Rey, primordialmente para evitar que alguien se apodere del poder de información del reino en su ausencia.
Tomó aire y comenzó a decirse mantras para mentalizarse y poder suplir en lo que quedaría de su vida de ahora en adelante. Le tocaba vivir un momento duro y esta vez sumado con el peso de una corona mucho más pesada de la que pudo usar hasta ese día.
Suspiró luego de unos minutos, entonces la televisión anunció que se había activado el protocolo "Gunju", entonces miró a la televisión, la cual mostraba cómo guardia real estaba reforzando la custodia de la puerta principal y podía ver a la gente, cómo se veía la sorpresa, el dolor y la confusión en sus rostros.
El protocolo "Gunju" tiene como tal la palabra "Monarca" y ese es un protocolo que no suele ser activado cada que alguien asciende al trono, y no se utiliza en sí para cuando el monarca del momento fallece.
Se utiliza mayormente para custodiar las salas importantes del palacio: la oficina del Rey, la sala donde ahora reposa la corona, los aposentos del monarca y la sala más importante que es la sala del trono. Todo con tal de evitar un acto de traición por parte de cualquiera que aproveche tan delicado momento como aquél para invadirlo.
Soobin no se encontraba en su país cuando su padre falleció, y entonces usó la palabra para impedir que intenten ganar ventaja por su ausencia y que un país entero caiga por un tubo.
Luego de unos minutos, volvió a aparecer Minho, esta vez para avisarle que ya era hora de volver a su nación.
Miró por última vez el televisor antes de apagarlo, tomó sus pertenencias menores y se fue hacia el avión que lo llevaría de regreso.
Pidió que todos guardaran silencio cuando la servidumbre apareció en su campo de vista, no quería que ninguno lo llamara como debían. No podía asumirlo aún, no le importaba realmente si lo consideraban como la orden de demostrar luto y respeto por el fallecido Rey. Solamente no quería oír que lo llamen como deberían de ahora hasta el día en el que también muera, o más allá.
—Parece que es verdad esta vez —comentó Changbin y entonces captó la atención de Jisung.
— ¿Qué cosa?
—La muerte del Rey, están hablando que se activó un protocolo por parte de su hijo mayor —contestó, con su mirada fija en la televisión.
— ¿Y eso en qué nos afecta? Literalmente, ellos son de un reino vecino, a nosotros no nos debería importar —Interrumpió Yeonjun.
—No, no lo entiendes —rebatió Changbin —Estamos hablando del rey que se quedó viudo, luego se casó y tuvo más hijos.
—Sigo sin entender cuál es el chiste en eso.
—Qué al hijo mayor del rey lo enviaron a otro país a estudiar, y si activó un protocolo quiere decir que no confía en la consorte del rey.
Yeonjun guardó silencio, intentando entender lo interesante de la situación.
— ¿Y? No seas morboso, que se coman vivos si quieren.
— ¿No es el hijo de la reina Nayeon? El que activó el protocolo —preguntó Jisung, ciertamente interesado en el tema.
—Exacto, hay rumores que dicen...
—Que dejaste la morbosidad y volviste a tus cabales, Changbin —Interrumpió el chico de cabello azul mientras apagaba la televisión —Puede que se les haya muerto el rey, pero, eso no detiene nuestras vidas.
— ¡Amigo! —se quejó el castaño mientras volvía a encender la televisión —Si no te gusta el tema pues ignora.
Jisung miró el titular de las noticias.
—Creí que la reina Nayeon era de nuestro país —murmuró — ¿Creen que ahora se mejoren las relaciones entre ese reino y el nuestro? Si se llegan a tensar más vamos a terminar en guerra.
—No lo creo —contestó —Nadie le tiene fe al chico. Y si te soy sincero, yo tampoco.
—Yo creo que sí estará a la altura —apoyó Jisung, y Yeonjun rodó los ojos.
—Lo van a cuestionar por el protocolo, es tan desconocido que incluso podrían acusarlo de secuestrar a la familia real —Jisung hizo una mueca.
—Es simple —Interrumpió Yeonjun —seguramente está resguardando algo para evitar un golpe de estado en su ausencia, de hecho... —apuntó a la televisión, en la cual el reportero anunciaba que la reina consorte ya no se pronunciará por voluntad del chico —No tiene tanto misterio, no le gusta su madrastra y ya.
Dicho aquello, finalmente se retiró de la sala y preparó un largo mensaje de texto a su hermana, la cual estaba de intercambio en aquella desdichada nación, principalmente para saber si ella estaba bien.
De fondo escuchando el caos que se desataba en la familia real que se oía tan ajena para él, sólo se veía relacionado a aquél país por su hermana, más no había algo que le llame la atención de ahí, ni siquiera daba paso a sentirse extraño por saber de sobras que el nuevo rey era un año más joven que él.
Entonces, sin mayor necesidad de darle espacio a ese reino en su vida, no le fue dificultoso decidirse a olvidar el tema de una manera tan fácil que bien siquiera dió el chance a alucinar con cualquier cosa.
Pero, de todas formas no importaba, porque Choi Soobin ni siquiera lo conocía o sabía de su existencia, no había manera de que se conozcan aunque coincidan en el mismo lugar.
Era un aristócrata, hijo de un barón que a su vez es el secretario del rey y que se esperaba de él tener un título igual de imponente que el de su padre al ser el próximo en dirigir y ser la cabeza de la familia Jung.
Lo pensó un poco, y es que se volvería la cabeza de la familia cuando su padre muera, así como el nuevo rey debe asumir su deber como la cabeza de un reino entero ahora que su padre falleció. Suspiró cuando pensó en ello y finalmente el tema dio paso a que sintiera un poco de lástima por ese chico.
La sola idea de perder a su papá le abrumaba, lo hacía sentirse decaído y si hubiera estado con su padre presente se habría echado a llorar como un niño pequeño para luego pedirle que no se muera. No iba a cambiar el hecho de que en cualquier momento su padre moriría, pero al menos habría recibido el consuelo, y si no, estaba su madre para consolarlo y hacerlo sentir mejor con algunas palabras o un tierno dulce preparado por ella.
En cambio, Yeonjun puede suponer muy bien que ese no era el caso del nuevo rey. Si era verdad que su madre murió hace ya un tiempo y que no le agradaba su madrastra, entonces el chico habría perdido a su único consuelo que le quedaba en lo que era su inmenso hogar.
Hizo una mueca, incluso si no lo estaba viendo, si no le estaba prestando atención o incluso si lo odiaba, parecía ser el único que veía a un joven que perdió al único pilar que le quedaba en el mundo.
Todos decían que el rey había muerto, pero no veía a nadie que dijera que un chico perdió a su padre.
Y eso, era lamentable.
Ese chico nació siendo expuesto al mundo exterior, Yeonjun sabe bien que ese es el primer rey que no tiene magia, todos saben que cuando abrió sus ojos no había ningún otro color más que los brillosos y oscuros ojos de un recién nacido. Todos lo condenaron a la ridiculez y humillación, no les importó si le dolía, si su madre murió y que en poco tiempo su padre contrajo nupcias con una mujer que seguramente no lo trataba bien, y por supuesto que lo harán todo potenciado en que nadie apoyaría a su nuevo rey. Estaban expectantes ante cualquier desliz del muchacho, morbosos por la idea de tumbarlo antes de siquiera ser coronado.
No era de rezar por gente que no sean sus cercanos, pero al pensar en toda la situación que una sola persona estaba pasando, dentro suyo pidió que hubiera alguien que se dignara para darle una guía correcta y que ayudara al nuevo rey en el rocoso camino que le había tocado.
Larga vida al rey.
El personal miraba con preocupación a Soobin, quien no había comido nada ni bebido una sola gota de té o algo que le diera fuerzas, en cambio, estaba sentado, mirando fijamente el papel que le fue otorgado a pedido con un montón de palabras que quería entregar a su pueblo, todo con las intenciones de otorgar paz y algo de consuelo.
Pero no se sentía bien.
Estaba asustado, tenía su cabeza siendo demasiado ruidosa y las miradas del personal puestas en él, estaba seguro que si le hubiera sido posible, también lo estarían viendo por la ventanilla que estaba a su lado.
Quería llorar, respiraba agitado a pesar de no haber movido un sólo músculo en horas, su pecho dolía y no quería aterrizar, no quería afrontar tan duramente la muerte de su padre.
Se supone que su padre iba abdicar en su favor, que lo tendría a su lado para aconsejarle cómo debería gobernar bien, se suponía que ambos iban a estar ahí...
Su padre estaba sano cuando se fue, en cada carta y llamada que compartieron se le notaba saludable, ¿cómo fue que llegó a pasar?
Su corazón estaba destrozado, había perdido a su padre de un momento a otro y ni siquiera pudo despedirse o acompañarlo hasta su último suspiro, sentía que era su culpa.
Escuchó pasos, entonces notó que alguien se había posado a su lado.
—Hemos arribado —Soobin suspiró ante las palabras de Minho y asintió.
Tardaron unos minutos antes de aterrizar, y de todas formas, cuando lo hizo abrieron la puerta del avión y permitieron que ingresara una persona que ha visto siempre al lado y dos pasos más atrás de su padre, su secretario real: Kim Namjoon.
Miró desde su sitio al hombre y entonces Minho apareció en escena.
—Se... Ñor.
Ambos cruzaron miradas y entonces el más joven frunció el ceño.
— ¿Namjoon?
Minho suspiró.
—Señor, debido a su ascenso al trono, debe rodearse de gente que lo ayude a manejar de forma formidable el reino.
Soobin alzó una ceja.
—El secretario del rey Minhyuk es mi superior, y debido a su posición usted debe estar con él, hasta entonces, yo llego hasta aquí.
El pelinegro miró a Namjoon, quien se reverenció y entonces tomó aire.
—Ya es hora de bajar del avión su...
—No aún. No lo digas. —ordenó y se puso de pie, entonces, dos empleados se acercaron y lo ayudaron a sujetarse, debido a que cuando se levantó tuvo un fuerte mareo, producto de las horas sin haber ingerido una sola cosa.
Namjoon frunció el ceño mirando a Minho, como si lo estuviera regañando.
— ¿Acaso comió o bebió algo?
—Intentamos de todo, pero Soobin no ha querido ingerir nada.
Ambos miraron al chico una vez más, entonces Kim entendió que se debía a su luto por su padre.
—Muy bien, hora de irnos, Alteza.
Minho se reverenció y bajó del avión, luego Soobin se encaminó a la puerta y miró el exterior, pero entonces avanzó como si sólo siguiera siendo el príncipe que alguna vez fue.
Salió del avión y lo primero que pasó fue que le tomaron fotos como si fuera un animal de un zoológico, lo cual siempre la pasaba, pero protocolarmente se debían reverenciar y respetar su luto al tomar una sola foto de él una vez hubiera bajado por completo del avión.
No le tomó importancia, por supuesto tenía su cabeza llena de otras cosas, pero, no era una gran señal que la gente no le tuviera respeto.
Lo dejó pasar porque entiende que a ellos también les duele haber perdido al Choi Minhyuk.
Yeonjun frunció el ceño, viendo por la televisión cómo es que el chico caminaba guiado hasta un auto y este se subió, para luego perderle el enfoque, dedujo que la cámara no podía ser movida, ya que no siguió el rastro del auto.
—Y lo gracioso es que a ti no te interesaba lo que pasara con ese rey —miró con molestia a Changbin, quien rió un poco por la cara.
—No me interesa el rey, pero, me llama la atención que la prensa no tenga el mínimo respeto hacia su rey.
Changbin miró hacia la televisión, y notó a lo que Yeonjun se refería, estaban llamando aún al chico como el príncipe, lanzando murmullos para nada agradables, refiriéndose a la era del chico como la peor que tendrán en su vida y muchas otras cosas terribles que en otros tiempos, hubieran sido motivos de ejecución y deshonra sobre la familia de quienes abrieron la boca.
Soobin sabía que sus súbditos lo odiaban y lo despreciaban sólo porque creía que no tenía magia, y si la tuviera, también lo odiarían.
Suspiró y agachó la mirada a sus manos, llevando entre ellas el discurso que preparó pero que tenía miedo de decir en voz alta, creía que sus palabras no serán suficiente para todo el país y el mundo que lo escuchará, entonces miró a su lado, viendo a Namjoon.
—Namjoon.
El hombre lo miró de forma casi inmediata, notando la expresión de tristeza y miedo que expresaba Soobin.
Cuando se le dio a conocer a Soobin que sería el próximo rey, el niño lucía confundido con la noticia. Namjoon estuvo ahí, recientemente había ocurrido el fallecimiento de su madre por lo que estaba triste, y con el paso de los días se le había visto tan desorientado y asustado que el rey tuvo que detener sus asuntos por una semana entera para intentar calmar a su pequeño hijo.
Conocía tan bien al chico que cuando se cruzaron en el avión, de inmediato acató la orden de no llamarlo por sus honorarios protocolares. Sabía que ahora estaba asustado y tal como si hubiera retrocedido en el tiempo, veía a un niño asustado por el futuro y preguntándose si habrá alguien que pudiera consolarlo.
— ¿Sí?
El chico le entregó el papel.
— ¿Qué haré si el país entero me sigue odiando? —Namjoon revisó las palabras del chico plasmadas en tinta y papel, y las leyó mientras escuchaba la pregunta del chico.
—Bueno, yo dudo que te odien. Sobre todo si vas a decir estas palabras —contestó mientras terminaba su lectura y le devolvía el papel al chico —Lo harás bien, Soobin. Te lo digo porque sé de lo que hablo, he visto a dos reyes gobernar de manera extraordinaria el reino, y tu paso por el trono no será insignificante. Te conozco desde que naciste, tienes un gran sentido de liderazgo.
Soobin mantuvo su mirada en su ahora secretario y sonrió levemente, agradecido por las palabras.
—Papá te envió conmigo ¿no?
—Creyó que sería buena idea si yo te ayudaba en estos tiempos, siempre tuvo esa idea de que te acompañe si él no lograba hacerlo.
Guardaron silencio, uno reconfortante, a pesar del mal momento.
—Gracias —habló el chico, y entonces Namjoon lo abrazó.
—No agradezcas, eres como un hijo para mí, Soobin. Incluso si tu padre no me lo hubiera pedido, yo habría estado ahí para guiarte y cuidarte.
El chico correspondió al abrazo con delicadeza, la misma que siempre lo ha destacado y sintiéndose apoyado por primera vez en lo que ocurría.
Al menos, había alguien que rezaba por él.
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