Los gritos resonaban de manera constante, un campo pantanoso se extendía bajo sus pies, un olor pútrido y metálico invadía el aire. Sus generales y soldados estaban junto a él, todos heridos sin poder avanzar más, sus manos temblaban, el sabor del miedo lo invadía.

Junto a sus fuerzas se encontraban distintas razas, todos heridos, aterrorizados, temblando. Frente a todos, un ser de cuerpo grotesco y enorme, sus musculosos brazos eran aberrantes; sus ojos profundos y negros absorbían toda esperanza, su piel rojiza por la sangre de quienes aniquilaba daba un brillo oscuro.

Los únicos que resistían con gran voluntad eran aquellos con dones que los antiguos les entregaron, los magos y hechiceros. Pero incluso ellos estaban teniendo problemas.

"El mundo está acabado..." Un tétrico pensamiento resonaba en lo profundo de su ser, pero un poderoso rugido hizo vibrar el aire, el tiempo incluso se sintió detener, y allí apareció el temor más profundo de su ser. Una enorme silueta paso junto a las fuerzas, lo único que pudo pensar al observarla fue que una bestia había sido desencadenada; allí su pánico creció, si alguien así podía hacer frente a la presión de ese poderoso ser entonces ¿Quién es el verdadero monstruo?

Abrió los ojos, su piel estaba empapada de sudor junto sus sabanas, vio hacia los lados y aun todo estaba oscuro. Palmeo su cara de manera lenta, pudo sentir el sudor frio impregnando su piel y sus leves arrugas; el recuerdo de su juventud cuando recién había sido coronado aun le acosaba.

Luego de que los primeros rayos de luz entraron por las ventanas, algunas sirvientas entraron de manera armoniosa con un saludo profundo y respetuoso. Una vez preparado, salió de la amplia habitación, los pasillos estaban repletos de cuadros de distintos lugares y personas, algunas armaduras cuidaban silenciosas el lugar.

Recorrió lentamente los pasillos hasta la sala del trono, al entrar sus generales soltaron un fuerte saludo.

"¡Larga vida al emperador!" El grito resonó por toda la sala de manera clara, los presentes hicieron una profunda reverencia y el simplemente alzo la mano para que estos se incorporaran, una vez sentado en el trono abrió sus labios para hablar.

- ¿Cómo van nuestros avances en la limpieza de nuestras tierras? -Su voz resonaba seca y cansada.
-Mi señor, de momento todas las zonas controladas han sido limpiadas de magos... -Un hombre fornido hablo de manera firme, su rostro parecía tosco y su cuerpo musculoso parecía estar atrapado en su armadura pesada. -Además que los talleres se han encargado de las mejoras, a este paso... -El emperador levanto la mano haciendo que guardara silencio, con el tiempo se había vuelto más brusco y directo, esto hacía que sus súbditos no pudiesen demostrar sus logros abiertamente.
- ¿Los elfos ya dieron su respuesta? -Paso sus ojos entre todos y los detuvo ante una mujer que tenía una armadura ligera de cuero, su cabello era de color negro, lo cual permitía que sus ojos grises hicieran contraste.
-No todos, 3 de los pueblos élficos dijeron que no aceptarían ser absorbidos, pero no se meterán con nuestras fuerzas... los reinos en cambio aun no responder nuestro mensaje. -Sus palabras se convirtieron en susurro, su voz melodiosa incluso parecía romperse mientras bajaba, el emperador dio un fuerte golpe en su silla murmurando cosas que ninguno entendía.
- ¡Hagan presión! Quiero a esos malditos orejas largas deben saber que yo mando... -Todos guardaron silencio mientras le escuchaban de manera atenta. - ¿Qué ha ocurrido con los problemas en el norte? ¿Ya empezaron los proyectos nuestros enanos? -Observo a uno de sus generales el cual tenía una larga cabellera castaña bien cuidada, su armadura era plateada y dorada.
-Mi señor, el proyecto está avanzando a pasos agigantados, a este paso tendremos las maquinas listas, una vez esto ocurra le daremos la información inmediatamente... -Coloco su mano sobre el pecho de manera respetuosa a lo que el emperador asintió más satisfecho.
-Bien, al menos alguien está avanzando... -Observo de manera fría al resto a lo que luego se incorporó. -Necesito resultados pronto, nuestra expansión se ha ralentizado, así que hagan más esfuerzos; quiero empezar a movilizar nuestras fuerzas a las islas lo más pronto posible... -dio un fuerte golpe con el pie a lo que todos rugieron.

"¡Si, gran emperador!"

Una vez todos salieron de la sala del trono se dejó caer en su asiento, sus dedos temblaron suavemente mientras se acariciaba la sien, una leve gota de sudor frio bajo por su espalda mientras pensaba en sus recuerdos constantes. Un guardia entro y le saludo de manera respetuosa mientras informaba.

-Mi señor, el caballero Julien le pide respetuosamente un momento...- El emperador asintió levemente, se marchó a gran velocidad, pero sin correr y poco después entro un hombre de contextura delgada, su armadura era brillante con los colores del imperio.

Al llegar frente al emperador, se dejó caer de manera respetuosa apoyándose de su rodilla.

-Gran emperador, a sus servicios su caballero víbora... -Al alzar la mirada se notaban similitudes a su general que fue dada de baja, lamentablemente para ella, el emperador no recordaba los nombres de quienes eran inútiles para él.
-Incorpórate... ¿Qué deseas informar? -La voz del emperador se suavizo un poco, el caballero se incorporó rápidamente.
-Mi señor, principalmente disculparme personalmente por lo ocurrido en el norte, mi hermana... cometió una imprudencia al irse de manera tan arriesgada al territorio enemigo... -El caballero bajo la mirada avergonzado, por un momento el emperador casi podía ver al padre del chico, uno de los altos nobles que estaban como apoyo para la expansión del reino.
-No te preocupes, los errores han sido perdonados... -Mintió con voz suave para calmar al caballero el cual asintió respetuosamente.
-Además, deseo pedirle que me permita ir a limpiar los pecados que manchan mi familia e ir a cazar a ese despreciable ser... -Su voz resonó un poco alto a lo cual el emperador levanto las cejas y dentro de sí sonrió.
-Te lo permito, te subiré a capitán, llévate 10 asesinos contigo y movilízate con cuidado, no quiero perder a más buenos hombres... -Controlo su voz para sonar condescendiente, aunque realmente estaba feliz de usar un soldado útil contra una problemática como esa por pura convicción.

Una vez retiro al joven soldado, se movilizo hacia su oficina la cual estaba en el quinto piso del castillo, sus ventanas hacían ver gran parte de su ciudad y la costa; al sentarse en su asiento ojeo distraídamente algunos papeles llenos de información sobre situaciones varias en las ciudades tanto centrales como costeras. Su mirada siguió un camino no marcado hasta una pintura en la pared contraria, donde estaba la antigua reina, su esposa. Un suspiro de pesar abandono su ser mientras se acomodaba en el asiento, una sonrisa suave le respondía desde el otro lado, un cabello largo y negro con unos hermosos ojos rojos.