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SERENA


Como era de esperar, otra pesadilla me despertó a mitad de la noche. La casa estaba más oscura de lo que recordaba esa noche y por un breve momento sentí un escalofrío que me recorrió el cuerpo, pero lo relacioné con mi paranoia, así que decidí levantarme de la cama e ir al baño a mojarme la cara con agua fría para despertar por completo.

En cuanto el grifo hizo contacto con mi cara, dejé escapar un grito ahogado y maldije. Cerré el grifo y me sequé con la toalla de mano. Al acabar me miré al espejo, uno viejo y marcado por las gotas de agua, con mis manos apoyadas en el lavabo, la espalda encorvada y el cabello negro cayendo como cascada sobre mis hombros. Estaba hecha un desastre, como de costumbre, con la cara pálida y las ojeras debajo de mis ojos.

—Eres encantadora, Serena, toda una belleza —me burlé de mí misma, usando el mismo tono de adulación que mi exnovio usaba para halagarme cada vez que me veía deshecha por su culpa.

Me aparté un mechón húmedo de la frente y a través de mi reflejo noté la cola de la cicatriz que tenía en la palma de la mano. La cubrí y bajé la cabeza.

En ocasiones sentía que todavía me dolía pese a que los médicos dijeron que la herida estaba cerrada.

Me maldije a mí misma por sobrepensar siempre y salí del baño, entonces percibí un sutil aroma que se me hizo familiar. Mis pensamientos trajeron de regreso la imagen del doctor Kingsley y los recuerdos de la primera sesión.

—Tal vez debería acordar otra cita y ver qué puedo hacer con estas pesadillas —pensé en voz alta de camino a la mesa del comedor, donde el portátil me esperaba.

La mesa y la sala en general estaban mucho más ordenadas de lo que recordaba, por lo que asumí que mis padres habían ordenado mi desastre. Era genial tener padres así de compasivos, que no solo estaban para mí cada vez que los necesitaba o tenía una de mis crisis, sino que también entendieran que pese a mis problemas, necesitaba mi espacio propio.

Fue pura ironía pensar en ello y que, de pronto, escuchara ruido de la habitación de al lado, como si el mundo me recordara que no debía estar sola.

Mis sentidos se pusieron en alerta, los vellos de la nuca se me erizaron y la piel de los brazos se me puso de gallina. Caminé rápido hacia la cocina en busca del bate y luego me dirigí hacia la habitación.

El corazón me latía con fuerza, las manos me temblaban y la garganta se me había secado. Empujé la puerta de a poco, y esta emitió un siniestro rechinido igual que en las pelis de terror. Entonces, antes de que pudiera encender la luz siquiera, vi una silueta negra salir por la ventana.

El grito que dejé escapar se oyó por toda la casa. Estoy segura.

Desesperada, pensando que otra vez se trataba de mi ex, corrí hacia mi habitación y me encerré con llave. La torpeza de mis dedos no me dejó llamar a emergencias tan rápido como deseaba, y una vez que ellos me respondieron, tampoco pude dar una explicación coherente.

Se tardaron veinte minutos en llegar.

—Revisamos los alrededores de la casa y no encontramos nada —explicaron—. ¿Estás segura de que viste entrar a alguien?

—Estoy segura —insistí por tercera vez—. Salió por la ventana, yo lo vi.

Uno de los policías se dirigió a la ventana de la habitación.

—Pues está cerrada por dentro —me dijo en un tono acusatorio.

—Eso es imposible —insistí. Caminé hacia la ventana para comprobar que lo que decía era verdad. Y, en efecto, la ventana estaba cerrada por dentro.

—Además comprobamos que el sistema de seguridad de la casa está activo, en caso de que alguien haya entrado, hubiera sonado la alarma que habría avisado al departamento de policía más cercano —dijo el otro policía.

No necesité mirarlos a la cara para saber qué estaban pensando de mí.

—¿Has bebido o consumido algo estos últimos días? ¿Tienes antecedentes anteriores de...?

Me llevé las manos a la cabeza sin ganas de seguir escuchando. Me estaban tratando como a una persona loca y, con lo de la ventana y el sistema de seguridad, empezaba a creer que tal vez lo era.

Esa noche la pasé sin ningún altercado más allá del de mi salud mental, sin poder dormir. De día me puse a revisar una y otra vez el sistema de seguridad, rutina que repetí la noche siguiente.

Y la siguiente.

Y la siguiente a la siguiente...

Una de las tantas noches, volvió a pasar.

Dormía en mi habitación cuando escuché ruido en la cocina.

Mis pesadillas volvieron y tuve miedo de salir. Corrí a la puerta y la aseguré. Me quedé apoyada en la puerta, con el corazón latiendo tan fuerte que podía escucharlo en mis oídos.

El rostro de mi exnovio apareció en mis pensamientos y sentí un escalofrío recorriéndome la médula. Tenía miedo de que hubiera violado la orden de alejamiento.

—¡Alex, vete a casa! —grité, la garganta casi desgarrada—. ¡Ya llamé a la policía y están en camino!

Silencio absoluto.

Asustada, fui hasta la mesa de noche y cogí mi celular para llamar a los servicios de emergencia. Les dije que un intruso acechaba en mi jardín. Me dijeron que enviarían a una patrulla a investigar la zona, lo que no me dejó tranquila; no después de que la misma policía me hubiera tomado por loca.

Me acerqué de nuevo a la puerta de la habitación y coloqué la oreja contra la madera vieja. No se escuchaba nada, pero estaba segura de que alguien andaba merodeando dentro de mi casa.

—¡Alex, si no te vas, te meterás en un buen lío! —grité de nuevo, desesperada.

No hubo respuestas.

Busqué el destornillador debajo de mi cama y un escalofrío me recorrió. No estaba. Pensé en la posibilidad de que se hubiera caído, pero no quería buscarlo. En lugar de eso, abrí el cajón de la mesa de noche y saqué las llaves de mi auto.

No lo pensé dos veces y salí por la ventana de mi habitación. Di vuelta a la casa y me subí al auto. Manejé a casa de mis padres y allí me quedé durante todo un día. Solo volví después de que la policía me llamó a mi número de celular para decirme que no habían encontrado nada extraño y que, de nuevo, el sistema de seguridad estaba activado.

Les conté a mis padres y ellos se miraron con preocupación. Tampoco me creían, incluso diría que pensaban que estaba mal. Fue ahí que supe que tenía que concertar otra cita con el doctor Kingsley.


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No sé si sentir pena o emperrarme porque nadie le cree a Serena :(
Y si esto les estresa, les va a estresar más lo cínico que puede ser Volker JSJAJ

Pero weno, aquí termina la primera parte de MD, el próximo viernes empieza lo oscuro (?) así que entren en modo zen 

Los loveo y no olviden comer!!! 

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