Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

29.- Mesa de Té para Tres (1/4)


Para cuando desperté, estaba de vuelta en mi cama en Goerg, en el pueblo de Gerodeg. Los rayos del sol se asomaban por las cortinas y escuchaba ruido desde el pasillo.

—¿Scire?— la llamé.

—Dime, Arturo.

—¿Cuánto tiempo estuve dormido?

—Cinco horas y nueve minutos, Arturo.

Eso explicaba mi hambre.

Me quedé un rato ahí, acostado, pensando en los acontecimientos de esa madrugada.

—¿Fue real?— quise saber.

—¿Qué cosa?

—El asalto a la comisaría, la pelea con Hitrasta y el dragón, la... la muerte de Izarel...

—Me temo que sí, Arturo.

Suspiré.

—¿Hitrasta decía la verdad? ¿En serio murió?

—No tengo pruebas de su muerte, pero no veo razón para que Hitrasta Caristillo mintiera respecto a eso. Sus expresiones y lenguaje paraverbal en el momento de comunicar la muerte de Izarel corresponden con la de una persona que dice la verdad.

Yo ya sabía que había dicho la verdad, solo me estaba sujetando de la ínfima posibilidad de que hubiese mentido, pero no era el caso. Pensé en el pobre Izarel, en sus últimos momentos, quizás amedrentado por encontrarse en un tubo de laboratorio, rodeado de adultos desconocidos que lo sometían a pruebas extrañas, o tal vez simplemente se había pasado todo el tiempo sedado y lo último que recordaba era que un sujeto extraño lo había raptado y lo había subido a una nave desconocida. Por todos los cielos, qué bonito último recuerdo.

Intenté recordar cómo era mi vida a su edad; me entretenía aprendiendo en el colegio, luego llegaba a casa a estudiar, a comer lo que fuera que hubiera hecho mi mamá, a ver series animadas sobre héroes multicolores, a estudiar tranquilo en la comodidad de mi casa.

¿Por qué mi yo de ocho años había tenido tanto, mientras que Izarel había tenido tan poco? ¿Por qué el más afortunado de los dos había sido sacrificado como un animal, mientras que el otro había sido nutrido y cuidado?

Ahora yo continuaría mi vida y él no. En todo este período había descansado, había reído, me había relajado, nada más para cuidarme de estar en óptimas condiciones para el día en que pudiera rescatarlo.

Yo me había relajado mientras Izarel agonizaba.

Pero la vida continuaba, al menos para mí, uno de los responsables, uno de los que se equivocaron y fallaron.

Sin saber siquiera qué sentir sobre mí mismo, decidí levantarme y salir de la habitación. Al ponerme de pie recién me di cuenta de lo cansado que estaba; todos los músculos me dolían y me pedían a gritos que anduviera con cuidado, despacio.

Salí al pasillo y me dirigí a la sala de estar, donde Aversa y Aconte reposaban en un sillón. Miraban cada uno una pantalla holográfica frente a ellos. El sonido viajaba exclusivamente a sus oídos, por lo que apenas se oía un murmullo para alguien que no estuviera en el sillón.

—¿Qué ven?— quise saber.

Aconte levantó la cabeza y me miró con una cara falta de toda expresión; la cara de alguien que no tiene energías para nada.

—Una película tonta.

Sabía que a nadie le serviría que yo me lamentara, así que decidí sentarme con ellos. Aversa activó una tercera pantalla desde su prholo; llegué a la mitad, no entendía la trama, pero no me importaba en lo más mínimo. Era algo sobre una fruta consciente que quería viajar al espacio. Las películas de la red de mundos podían llegar a ser muy raras.

Luego de la película me dio mucha hambre. Fuimos a la cocina, solo para encontrarnos con Otoor y Prípori comiendo el almuerzo. Coni y Jrotta ya habían comido, Marisa y Silvina llegaron después. Mientras comíamos, nos explicamos los unos a los otros lo que había ocurrido en nuestras respectivas tareas durante la misión. Tal y como habíamos visto, el equipo Rayo se encontró con Hitrasta justo cuando comenzaban a sacar a los civiles y tuvieron problemas para protegerse. Para fortuna de todos, Hitrasta no los mató, quizás porque no quería perder tiempo ahí, quizás por un dejo de bondad. La verdad, ya no me importaba; ese desgraciado nunca volvería a ser una persona decente ante mis ojos.

Siguiendo con la experiencia del equipo Rayo, luego de que Silvi y yo los ayudáramos, consiguieron abrirse paso por el subsuelo para dirigir a las víctimas hacia una zona segura y enviarlos hacia Goerg. Mientras nosotros almorzábamos, ellos se recuperaban en el hospital de Gerodeg, ahí mismo.

Prípori se había asegurado de mantener a Vigilia fuera de nuestro alcance desde el momento en que Silvi y yo la llevamos con ella. Aproveché de preguntarle sobre el movimiento que había usado.

—¿Cómo es que usaste toda una torre como bate?— quise saber.

—¡¿Qué?!— exclamó Marisa.

Aconte soltó leche por la nariz.

—No es tan complicado, seguro tú ya te lo has imaginado, estimado alumno— me espetó— controlar un sólido para que mantenga su forma a pesar de los cambios en fuerzas que sufra.

—¡¿Bateaste a Kristina Vigilia con una torre entera?!— saltó Marisa.

—He hecho proezas mucho más impresionantes— alegó ella.

Hubo algunas bromas y más comentarios al respecto, nada muy complejo. No estábamos de humor para nada complicado en ese momento. Nuestras mentes estaban fritas.

Finalmente fue turno de Silvina y mío de relatar nuestra parte de la historia. Les conté sobre nuestro encuentro con Vigilia, la pelea con los policías en la base de la torre, contra Hitrasta en la cima y la persecución del dragón.

—También supimos lo de Izarel— me espetó Otoor— si sirve de consuelo, murió sedado. Ni siquiera alcanzó a pasar mucho tiempo despierto estos días, simplemente lo tenían en animación suspendida.

Suspiré, sin ganas de hablar del tema.

—Gracias, Otoor... creo que debería decírselo a su madre...

—No, no. No— me cortó Prípori— lo haré yo. Tú no te preocupes por eso.

Me giré hacia ella, atónito. Había querido pensar tan poco en ese punto que ni me di cuenta de por qué insistía tanto de repente, pero luego reparé en la remota posibilidad de que la madre del niño respondiera con violencia, algo que yo no sabría manejar, que no estaba en condiciones de manejar.

—Gracias— fue todo lo que pude decir al respecto.

—¿Quisieras...— se aventuró Jrotta— ¿Quisieras que le hiciéramos una tumba?

Se formó una pausa incómoda. En parte quise decir que no, que no quería admitir que se había ido, que aún no había visto su cuerpo, pero ni siquiera sabía si había quedado un cuerpo o dónde lo habrían dejado, y aunque lo tuviéramos ahí mismo en Gerodeg, dudaba mucho tener el estómago para verlo, siquiera acercarme.

No quería que estuviera muerto. Sentía que podía, de alguna manera, deshacerlo. Que estábamos malinterpretando algo, que simplemente había que afrontar el problema de otro punto de vista y volveríamos a verlo, pero sabía muy bien que no era así.

Sacudí mi cabeza para quitarme estos pensamientos. No estaba seguro de qué hubiera querido él, no lo conocía tanto ¿Siquiera creía en alguna religión? ¿En un más allá?

En eso, una mano extraña se cernió sobre la mía. Al girarme, advertí a Coni. Estaba preocupado. Por supuesto que estaría preocupado. Yo no era el único con sentimientos ahí.

—Haremos una tumba. Se lo merece— aseguró Prípori.

Yo asentí con la cabeza, aunque ella lo había dicho con tal autoridad que dudaba que mi opinión valiera. No importaba, así sería mejor. Tenía razón: Izarel se lo merecía.

Se formó otra pausa. Recordé que estábamos contando nuestra versión de la misión.

—También matamos al dragón— indiqué.

—Pero lo hicimos para salvar la misión— alegó Silvina.

—Celebraremos un juicio, uno del equipo— contestó Prípori— tenemos que darle el respeto correspondiente a la muerte, incluso a las de nuestros enemigos. Protegerse de un ataque inminente es una cosa, pero perseguir y matar a un tercero es otra cosa.

Silvina se cruzó de brazos. Yo permanecí en silencio. Me parecía bien, era justo.

—Hablando sobre ese dragón, escuché que entrelazaron sus mentes— apuntó Aversa— ¿Es verdad? ¿Se fusionaron?

La miré, extrañado. Abrí la boca para decir que no, pero entonces recordé ese momento en que el dragón nos mandó a volar contra una ventana y, por alguna razón, no nos separó. Se sintió como si nuestros cuerpos estuvieran pegados, o tal vez, que fueran uno solo.

—Uno de mis informantes me entregó una foto— indicó Prípori.

Justo en ese momento sacó su prholo, del cual proyectó la imagen sobre la mesa para que todos la viéramos. Ahí había un individuo volando encima del dragón. Tenía una forma muy rara, casi grotesca; un torso muy ancho, dos brazos flacos de distinto tamaño, tres piernas y una cabeza con tres ojos. Su piel no era uniforme, sino que de un lado tenía mayormente tonos míos, mientras que del otro lado tenía los tonos azulados de Silvina. Su pelo era una majamama de mechones azules largos y otros cortos de color marrón.

—¡¿Qué es...— quiso preguntar Marisa, pero entonces nos miró a mí y a Silvina— nooo...

—Así que así se ve una fusión— dijo Aconte, con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en la mesa. Ni siquiera miraba la foto.

—¿Cómo que fusión? ¿Qué fue lo que pasó?— quiso saber Coni.

—Eso mismo me pregunto— admití.

—Les he enseñado de sincronía ¿No?— nos recordó Prípori— cuando dos magos se mentes similares y confianza mutua trabajan en armonía, sus extensiones mentales se encuentran y se entrelazan. Esto provoca una conexión entre ambas mentes, una muy estrecha, que aumenta la potencia y alcance de la magia más allá del doble de cualquiera de los magos involucrados.

—¿Más del doble?— repetí.

—¿De dónde sale esa potencia? Si solo hay dos magos— inquirió Jrotta.

—Es un misterio, aún. Es un fenómeno tan raro que muy pocos científicos siquiera lo conocen, muchos menos tienen la capacidad de estudiarlo. Pero al menos, yo sé que es algo muy similar a entrar al estado de ensueño.

—¡¿Eso que hiciste en la emboscada que nos tendió la policía?!— saltó Marisa.

—Eso mismo. Es más, yo también me sincronizo, solo que no con otro mago, sino que con la misma consciencia del universo. Es un proceso un poco más difícil y complejo, pero es prácticamente lo mismo.

—¿Pero por qué nuestros cuerpos se juntaron de esa manera?— quiso saber Silvina— y más extraño aun, nos separamos sin secuelas.

Ella me miró. Nuestros ojos se volvieron a encontrar y recordé, recordamos ambos a aquella consciencia que se había formado.

—Algo nació, cuando nos juntamos— musité— fue como si despertara algo más.

—Un individuo más allá de la combinación de nuestras mentes— explicó Silvina.

—¡¿Qué?!— saltó Jrotta, por alguna razón preocupada.

—Sus cuerpos se juntaron como una consecuencia de sus mentes. Como dije, es un proceso similar al ensueño; el cuerpo pasa a un plano distinto, el plano mágico. Ustedes apenas probaron un poco de ese poder, por eso solo parte de sus cuerpos se sumergieron dentro del plano mágico. Lo que quedó, quedó en este plano material, y como sus mentes estaban juntas, ataban a sus cuerpos a permanecer juntos también.

Tomó el brazo de Coni, que estaba a su lado, y lo entrelazó con el de ella. Le dijo que lo dejara en un ángulo recto, ella hizo lo mismo y luego tiró. Ambos permanecieron juntos a pesar de que visiblemente se veía tensión que los asía hacia lados contrarios.

—Algo así— explicó, y soltó el brazo de Coni— en cuanto a la consciencia... es un poco más complicado. Se sabe menos sobre este fenómeno que la sincronía en general, pero tengo una teoría.

Se puso de pie y proyectó una pizarra holográfica para graficar sus ideas. Dibujó dos átomos y una molécula.

—Saben que cuando se combinan hidrógeno y oxígeno, obtienen agua ¿verdad? Pues el agua tiene propiedades que ni el hidrógeno ni el oxígeno tienen. Añade más agua y tiene propiedades distintas. Añade más moléculas y tendrás agrupaciones con propiedades que nunca te habrías imaginado al observar sus elementos base por separado; una célula puede vivir por su cuenta, pero un millar constituyen un organismo con una consciencia. Ahora miren esto.

Agarró un pastelito de la mesa y se lo arrojó a Aconte en la nuca. Este se levantó justo a tiempo, agarró el pastelito con los dientes y se volvió a acostar en la mesa en un instante.

—Eso fue una interacción; una serie de acciones y reacciones ejercidas por dos cuerpos con distintas consciencias. De ambos nació una nueva propiedad, pero esta interacción nació y murió en un parpadeo; ni siquiera tiene la posibilidad de manifestarse como sí misma, como lo hace nuestra consciencia de un montón de células que trabajan juntas. Sin embargo, esto no quiere decir que todas las interacciones nazcan y mueran, sin ser conscientes de sí mismas ¿Son conscientes si los involucrados, las partes que las componen, entienden que se está dando una interacción única e irrepetible? ¿Qué pasa con un equipo, con una organización grande, con una sociedad completa? ¿Qué es la red de mundos, si no un organismo más complejo del que pueda aspirar cualquiera de sus componentes individuales?

—Es la misma idea de que los seres vivos somos el universo experimentándose a sí mismo— apuntó Aversa.

—¡Exacto!

—¿Entonces la consciencia que sentimos... que fuimos, era literalmente la consciencia de nuestra interacción?— inquirió Silvina.

—Era su relación— explicó Prípori— con todos sus componentes, incluyéndolos a ambos en su totalidad. Ustedes simplemente la hicieron despertar, pero siempre estuvo ahí, desde el momento en que se conocieron.

Me pasé una mano por la cabeza, desconcertado. Miré a Silvina otra vez. Mi gran curiosidad me instaba a experimentar más todo lo relacionado a ese fenómeno, pero mi cuerpo y mi mente agotados me tiraban en el otro sentido. Al final dejé el asunto ahí; ya podríamos estudiarlo más adelante.

Después del desayuno, lavamos y fuimos a descansar un poco más. Prípori nos avisó que celebraríamos a la noche del día siguiente el éxito de nuestra misión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro