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27.- Nova


Al día siguiente ya estábamos casi listos; teníamos los energizantes y pociones necesarias, además de unas sustancias que no había visto antes, llamadas "renovadoras"; tenían la capacidad de aclarar una mente estresada después de haber usado mucha magia. Sin embargo, según nos explicó Prípori, deberíamos usarlas solo en caso de emergencia.

—Te despejan la mente por un rato, pero después te devuelven el efecto el doble de fuerte. Al nivel en que están ustedes, los bloqueará por completo. Por eso úsenlas únicamente si las necesitan y si ven una posibilidad de huir o esconderse; no les servirá paralizarse del estrés mental en medio de una batalla de magia.

También había conseguido planos de la central, dijo que lo consiguió con algunos policías que eran encadenados.

—¡¿Hay policías encadenados?!— exclamé.

—Hay encadenados en todas partes— aseguró Prípori— seguramente ya se infiltraron en tu mundo.

—¡Pero vamos a asaltar la central donde ellos trabajan! ¿No hay un conflicto de intereses ahí?

—Así vivimos. Estamos en todos lados, así que es natural que nos enfrentemos los unos con los otros de cuando en cuando.

—¡¿Y no importa?!— salté.

—No es que no importe. Intentaremos evitarnos, obviamente; pero si hubiese que pelear, pelearemos. Todos los miembros de la organización están para ayudarse mutuamente, de ahí el atractivo, pero no por eso van a dejar sus oficios o convicciones en la sociedad normal.

—Vaya.

Me pasé una mano por la cabeza, desconcertado con la facilidad con que se tomaba tal embrollo. Yo no sabría qué hacer si llegara a enfrentarme a personas de mi mismo bando, aunque no las conociera.

—¿Tenemos las máscaras?— inquirió Otoor.

—¡Aquí están!— indicó Silvina, por ahí cerca.

Esta y su padre nos habían ayudado recopilando materiales para la misión. En ese momento Silvina nos llevó un pequeño cofre donde guardábamos las máscaras de humo.

Aconte y Marisa se pusieron un par para probarlas. Ni siquiera se distinguía el contorno de su cara, puesto que el humo artificial modificaba la silueta constantemente. Aunque ya los había visto así en un par de ocasiones, no dejaba de verse raro.

—Genial ¿No?— dijo Marisa, con una voz filtrada. La distorsión del sonido era tan buena que, de no haberla conocido ya, no habría sabido si se trataba de una mujer o un hombre, y eso que la gran mayoría de los vole se oían como mujeres. La voz de Aconte era lo mismo; apenas conseguía identificar su timbre.

A propósito de las máscaras de humo, recordé de algo que Érica me contó una vez sobre el Encadenador; que lo había visto sin yelmo y que su cara se veía exactamente así. Me pareció raro, pero decidí dejarlo para después, cuando me entrevistara con el informante de los encadenados que Prípori me había prometido.

—Muy bien, eso era todo lo que nos faltaba— indicó Prípori— esta noche asaltaremos el cuartel central.

—¿Crees que nos ayude a evitar a Vigilia?— preguntó Marisa.

—No, ella estará allá; tarde o temprano llegará. Pero siempre es mejor atacar de noche. Descansen y coman en moderación. Quiero que hagan tres pruebas a cada máscara de humo y cada comunicador. No puede haber fallas esta noche.

—¡Sí!— contestamos los tres.

Aconte sacó varias máscaras, una a una.

—Hay 7 máscaras y 7 comunicadores— indicó.

Los polímatas activos éramos 6; una de las máscaras era ligeramente distinta, como si perteneciera a un modelo similar. Creo que todos dedujimos al mismo tiempo quién la había puesto ahí. Silvina, algo nerviosa, dio un paso hacia su madre y se plantó frente a ella.

—Mamá, sé que te vas a negar, pero quiero ir a esta misión, incluso más que a las otras.

Prípori miró largo y tendido a Silvina, luego se sujetó la sien con dos dedos.

—¿Por qué, Silvi?— preguntó, con más calma de la que esperaba— ¿Por qué no me haces caso y te quedas aquí?

Silvina tomó aire.

—Maestra, tú me dijiste que no podía ser una polímata a menos que buscara proteger a otros, a entregarme por los demás en vez de probarme a mí misma— le recordó con tono decidido— y después de pensarlo bien, me he dado cuenta que en verdad no me interesan las personas desconocidas. No me compadezco tanto como tú. Sin embargo, sí hay gente que quiero proteger, y esos son tú y los polímatas. Quiero estar ahí por ustedes, quiero ayudarlos si me llegan a necesitar, quiero asegurarme de que vuelvan a casa sanos y salvos ¿Me vas a negar eso?

Prípori se quitó los dedos de la sien y miró a Silvina con una cara intensa, no enojada, solo con mucha emoción, cualquiera que fuera.

—Lo sé, Silvina, pero a diferencia de ti, yo sé que puedo valerme allá. Puedo sobrevivir.

—¿Puedes?— alegó Silvina— ¿Estás completamente segura de que volverás viva y sin secuelas graves? ¿Das por hecho que ninguno de ustedes morirá?

Prípori hizo rodar sus ojos.

—La probabilidad de muerte nunca es cero, pero no es a lo que voy.

—¡Es precisamente a lo que yo voy!— Silvina se controló para evitar subir su tono— cada vez que tú te vas en una de tus misiones, los demás tenemos que cruzar los dedos y esperar a que vuelvas bien. No importa si eres una Magi, sigues siendo mortal, sigues siendo frágil. Tú no tienes más derecho que yo a ayudar a otros. Por eso, mamá, déjame ayudarte. Déjame aumentar las probabilidades de éxito, y de que vuelvas viva.

—Tú no tienes experienc...

—Tengo bastante experiencia; una noche entera. También me enfrenté a esos sujetos de la policía, y hubiéramos corrido mucho menos riesgo si no hubiese sido mi primera vez enfrentándolos, pero tú te empecinas en cuidarme y encerrarme— Silvina negó con la cabeza— en algún momento me llegará un golpe que tú no tendrás manera de evitar. Si yo misma no estoy preparada para recibirlo, me romperé. Lo de la otra noche estuvo a punto de ser uno de esos, pero siempre puede haber más, sobre todo si fallas aquí.

Prípori dio un paso atrás, desconcertada. Abrió la boca para contestarle, pero no pudo decir nada.

Asdate, siempre gentil, se deslizó hacia su esposa y la tomó de una mano.

—Silvi ha expuesto su punto de manera ejemplar— le indicó— en vez de contestarle desde el corazón ¿Por qué no lo meditamos un poco más? Se merece al menos una respuesta a la altura de sus argumentos.

Prípori miró a su esposo, aún confundida, pero terminó asintiendo con la cabeza. Ambos se marcharon de momento.

Los demás miramos a Silvina, extrañados. Esta se mostraba seria, nerviosa, expectante. Miró a sus padres alejarse con detenimiento, como si un mero instante en que los perdiera de vista significara su derrota.

—Bien hecho, Silvi— le espeté.

—¿Crees que te permita ir con nosotros?— quiso saber Marisa.

—Ya no me importa. Aunque me lo impida, tengo un plan B— gruñó con cierto hastío en la voz.

—¿Te vas a escabullir otra vez con nosotros?— intenté adivinar.

—No, no del todo... ya veremos.

Dudaba mucho que Prípori fuera a permitirle salirse con la suya otra vez, fuera lo que fuera que estaba tramando, pero ese ya no era mi problema.

Al poco rato los dos adultos volvieron. Prípori se acercó a su hija.

—Silvi, has demostrado ser una pésima subordinada y has desobedecido mis órdenes demasiadas veces. Dicho eso, aún no te he nombrado como una polímata, por lo que, fuera de nuestra relación de sangre, técnicamente nunca has estado bajo mi mando. Además, durante el asalto de la policía a nuestra base has probado tus habilidades para improvisar, tu poder mágico y más importante de todos, tu habilidad para trabajar en equipo. Dado esto, sumado al poder de nuestro enemigo y a tus argumentos, tu padre y yo hemos decidido darte una segunda oportunidad; vendrás con nosotros durante el asalto al cuartel central, seguirás todas mis órdenes y te retirarás en cuanto yo te dé la orden— entonces puso ambas manos en los hombros de Silvina— si me llegas a desobedecer, aunque sea por un segundo, estarás poniendo nuestras vidas en riesgo. Quiero que entiendas eso.

Esta asintió. Prípori le dio una palmadita en el hombro.

—Entonces, felicidades. Eres la nueva miembro de los polímatas. Después discutiremos tu nombre en clave, dado que aún no estás preparada para uno oficial, pero no podemos llamarte por tu nombre de verdad en territorio enemigo.

Silvina inclinó un poco la cabeza.

—Gracias por la oportunidad, mamá. También a ti, papá. Haré todo lo que pueda para apoyarlos en el campo de batalla.

Ambos padres dieron un último asentimiento de aprobación y se retiraron a continuar los preparativos. Yo me quedé mirando a Silvina, extrañado. Se veía seria, pensativa, sin una pizca de alegría. Si yo hubiera conseguido al fin lo que hubiese estado buscando por tanto tiempo, estoy seguro de que se me escaparía al menos una sonrisa, y eso que yo no era el chico más expresivo del mundo.

—¿Estás bien, Silvi?— le pregunté al fin.

—Sí ¿no deberías estar más contenta?— saltó Marisa.

Esta se giró hacia nosotros, aún inexpresiva.

—Lo siento, estoy contenta, de verdad, pero últimamente he estado... pensando en mi futuro— se giró de nuevo hacia su madre, la cual discutía un detalle de las máscaras con Otoor, demasiado lejos para escucharnos— mi mamá es una de las magas más espectaculares que haya existido en siglos. Desde niña quería ser como ella... pero ya no estoy tan segura.

Ah, una conversación personal, de esas en las que yo no sabía cómo participar. Me sujeté un brazo, inseguro de cómo responder. Abrí la boca aún sin una idea.

—No es que importe— continuó ella misma— Todos tenemos que madurar algún día ¿No? Ahora, mejor pensamos en prepararnos para mañana ¿Qué suelen hacer los polímatas antes de una misión tan importante? Ya no parece que quede mucho que hacer; las máscaras y los comunicadores eran los últimos preparativos.

—Nos falta la reunión en donde repasaremos el plan— apuntó Aconte— entre tanto, lo mejor es dormir. Precisamente estaba pensando en hacerlo. Despiértenme antes de la reunión ¿Sí?

—No le hagas caso— le espetó Marisa— lo mejor es relajarse con algo liviano, como historietas. Yo tengo varias.

—Ah, sí, eso se oye mejor.

Ambas se fueron a la casa para leer las historietas que Marisa había conseguido rescatar del ataque de la policía. Yo me quedé ahí, preguntándome si debía preocuparme de lo que había dicho Silvina. Sin embargo, si Marisa no lo había tomado como algo grave, seguramente no era nada imperativo.

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Fui a ver a Coni y Jrotta. Ambos estaban estudiando en nuestra habitación de la segunda casa que nos habían pasado, dado que éramos demasiados y estábamos hacinados en la primera. Coni y yo compartíamos habitación, Jrotta dormía en otro lado con Otoor.

—¿Cómo están?— les pregunté al entrar.

Ambos levantaron la mirada, Coni me sonrió, Jrotta me saludó con un gesto de la cabeza. Supuse que aún estaba afectada por lo del día anterior. Me fui a sentar con ambos. Coni comentó sobre un festival que tenían ahí en Gerodeg; la "celebración de la comunidad", en donde comían, bailaban y se emborrachaban. Habría música, puestos de comida, pistas de baile, espectáculos y "juegos diversos", como en cualquier buen festival.

—¿Qué tal si vamos los tres?— inquirió.

—¡Sí, vamos!— contesté con emoción.

Estuve a punto de añadir un "e invitemos a Izarel para animarlo", pero reparé en que seguramente necesitaría tratamiento médico y reposo después de todo lo que hubiese pasado como conejillo de indias.

—Yo... lo pensaré. Gracias.

Jrotta sonaba aun más triste y apagada de lo usual. Generalmente no sabía qué hacer cuando había personas en ese estado, pero después de todo lo que habíamos pasado, después de aprender de Lili y de Coni, más o menos me imaginaba la mejor opción: debía estar ahí, con ella; animarla, pero a su ritmo. Ir con cuidado. Ser amable. Jrotta se recuperaría poco a poco a lo largo de un período prolongado, no antes.

Coni y yo nos tomamos de la mano. Creo que él tenía mis mismas preocupaciones y esperanzas.

—¿Cómo crees que se encuentre Izarel?— me preguntó.

—Asustado— contesté— confundido... pero eso está a punto de terminar. Lo rescataremos, al fin.

En eso Jrotta me miró.

—¿Lo traerán aquí para que se recupere?— inquirió— ¿O lo dejarán con su madre?

—Tenemos que traerlo aquí. Aunque sea secuestro, seguramente necesitará atención especializada, algo que su mamá difícilmente pueda o quiera darle.

Coni reprimió una risita.

—¿Ahora también piensas secuestrar a un niño?

Hice un gesto de empujarlo por su broma, pero yo tampoco pude reprimir una sonrisa. Claro que sí. Y luego iríamos todos al festival, ese.

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Nos reunimos todos para establecer el plan de ataque y repasar nuestros implementos. Prípori nos mostró los planos en un holograma de tres dimensiones. La comisaría central se trataba de un campus amplio, con muchos edificios, similar a la universidad. Tenía enormes patios por donde los policías podían desfilar y realizar sus ejercicios militares. Los patios rodeaban a una docena de edificios gruesos, reforzados como un fuerte, los cuales rodeaban otro grupo de edificios de dos pisos, los cuales rodeaban una última torre central, gruesa, de cinco pisos y con un mirador en la zona superior; era una rueda con una torre en el centro y dos círculos concéntricos. Más que un cuartel de policía, se trataba de una central administrativa, donde se reunían los policías importantes y comandaban a sus tropas desde sus escritorios; un edificio lindo para captar la mirada de las cámaras.

Prípori dibujó una esfera debajo de la torre, en medio de la central.

—Según lo que vi y oí en mi infiltración, aquí es donde creo que está el laboratorio.

—La zona mejor defendida de todo el cuartel— se lamentó Aversa.

—Para llegar aquí, nos dividiremos en dos grupos; Silvina, Arturo y yo seremos el grupo Cielo. Entraremos por la puerta principal. Aconte, Otoor, Aversa y Marisa serán el grupo Rayo y entrarán desde la parte de atrás. Los del grupo Cielo causaremos una distracción; ustedes del grupo Rayo deberán adentrarse hacia la torre, buscar el laboratorio y todas las copias de la investigación, y destruirlos.

Otoor levantó la mano.

—Vigilia es malvada, pero inteligente ¿No se dará cuenta que quieres causar una distracción?

—Aunque se dé cuenta, no podrá ignorarme. Yo seguiré por el perímetro del cuartel, destruyendo los edificios alrededor. Arturo, Silvi, deberán encontrar el momento oportuno y escabullirse hacia el círculo interno. En ese momento pasarán a llamarse grupo Mar. Grupo Rayo, deben destruir el laboratorio y rescatar a las víctimas. Tendrán que sacarlas de ahí cuanto antes, así que lárguense bajo tierra hacia el almacén que tenemos preparado.

El holograma disminuyó el tamaño del cuartel de policía para mostrar parte del resto de la ciudad. Cerca del cuartel, un edificio del montón comenzó a brillar; se trataba del almacén que pertenecía a uno de los informantes de Prípori.

—Grupo Mar, su trabajo consiste en buscar cualquier copia de la investigación y eliminarla. Deberán buscar en los edificios del medio y la torre. Yo destruiré el resto. Una de las preguntas que le hice a Vigilia era dónde estaban todas las copias de la investigación. Ella recordó una orden que le dio a Hitrasta, en que lo amenazó con dejarlo en la ruina si se le ocurría ocultar copias de seguridad fuera del cuartel central. Al parecer, no confía del todo en él.

>>>Nos estaremos comunicando constantemente. Si un equipo encuentra problemas serios, puede solicitar ayuda, incluso yo puedo desviarme de mi ruta si necesitan que alguien los salve. Recuerden que yo les quitaré a la mayoría de los policías del camino, pero de todas maneras tendrán que abrirse paso entre sus defensas, no se vayan a descuidar. Intenten moverse constantemente; no se pueden permitir que los encierren en una sala o un piso. Si un equipo termina antes que el otro, deberán ir a ayudar. Una vez que hayamos completado ambos objetivos, nos reuniremos, yo crearé una última distracción para permitirnos huir bajo tierra y nos dirigiremos hacia el almacén. Desde ahí ustedes volverán a Goerg, yo tomaré el sombrero puente y lo llevaré a un lugar seguro donde nadie lo pueda encontrar ¿Alguna pregunta?

A mí no me tomó mucho trabajo formular la mía.

—¿Qué hacemos si nos encontramos con Vigilia?— quise saber.

—Huyen, preferentemente hacia mí— especificó— si los persigue, entonces yo la podré distraer y a ustedes dejarlos más seguros para que realicen sus tareas. Si no los persigue, entonces podrán continuar con lo que estaban haciendo.

Tenía sentido.

—Recuerden que aunque no tengamos nuestros trajes de siempre, seguiremos usando nuestros nombres en clave. Silvi, dado que tú no eres una miembro de la vanguardia aún, te asignaré el nombre de Nova.

Silvina asintió. El nombre era corto y fácil de recordar; ideal para una misión de infiltración.

Prípori esperó para más preguntas, pero ya no había. Todos teníamos el plan memorizado, las dudas despejadas, las ansias altas.

Por fin, esa misma noche Izarel y el resto de la gente cautiva serían libres.

Después de la reunión fuimos a probarnos los equipos y verificar las pociones, comimos una cena moderada y nos fuimos a dormir un par de horas.

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