Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

9. Mercenarios

El perro -si es que podemos llamarlo así- estaba aumentando de tamaño. Su color negro se estaba volviendo dorado y le estaba saliendo una gran melena cobriza. Sus ojos ahora eran del mismo tono morado ultravioleta que le había desvelado su verdadera identidad a Irina, unos ojos grandes y felinos. Su hocico se acható y se volvió felino, sus orejas se alzaron y cogieron forma triangular. Dos bultos salieron en su espalda, su cola empezó a crecer y ponerse dura. Los bultos crecieron, se separaron y extendieron, cogiendo forma de alas de murciélago. La cola cambió de color, ahora era roja, dura, acabada en un aguijón. Los colmillos le crecieron hasta dimensiones terroríficas; todo ello en cuestión de segundos. Al final, era un enorme león dorado de melena cobriza, grandes alas de murciélago y en vez de cola un aguijón de escorpión.

-¡Cuidado!-le gritó Irina a Burke. El monstruoso león le dio un zarpazo que él paró con los brazos, pero eso no le evitó el salir volando y chocarse contra un árbol.

-¿¡Qué es eso!?-preguntó Daniel, asustado, al oír el golpe.

-¡Una mantícora!-chilló Irina.

-¿Qué es una mantícora?-preguntó Burke.

-¡ESO!-le gritó Elena, que se había acercado corriendo, mientras levantaba un pequeño muro de agua delante de Burke y de ella, evitando que el aguijón les golpease.

Irina le dijo a Daniel que tenía una idea, pero necesitaba el máximo control sobre su poder. Daniel accedió a pesar de no estar seguro de si en esa situación sería capaz de concentrarse lo suficiente. Se quitó uno de los guantes e Irina le colocó la mano para que apuntara bien (cosa que Daniel consideró innecesaria) y él dejó escapar una enorme llamarada, tal era su tamaño que ambos empezaron a sudar y el agua que Elena había invocado se evaporó. Irina tuvo que usar toda su concentración para usar el aire y concentrar la llamarada, que la mantícora esquivó de milagro; lo cual no quiere decir que se librara de varias quemaduras graves. Rugió al notar el fuego en una de las patas y cayó al suelo. Elena ayudó a Burke a levantarse mientras él le aseguraba que estaba bien.

-Vámonos, rápido-dijo nerviosa.

Daniel fue hacia ellos, poniéndose el guante. Irina no se movió y, aunque no hacía ruido al andar porque no pisaba el suelo, Daniel lo notó tras avanzar unos cuantos pasos.

-¿Qué pasa, no vienes? Puede atacar en cualquier momento-le dijo.

-Es que...-contestó Irina, pensativa,-tengo la sensación de que falta algo...

-Premio para la señorita-dijo una voz masculina tras ella y, antes de que les diera tiempo a reaccionar, alguien la agarró de la trenza y tiró de ella hacia atrás con fuerza. Irina chilló, un tirón así de pelo es muy doloroso, le dio la sensación de que la quería arrancar el pelo. La inercia la empujó hacia la persona que tiraba de ella sin dificultad.

"Los mellizos, como no" pensó, tendría que haberlo adivinado al igual que adivinó lo de la mantícora.

El que la sujetaba era un hombre alto, de treinta y pocos, pelo blanco brillante muy revuelto, como si se acabara de levantar y ojos color morado brillante como los de la mantícora. También tenía la piel pálida y los labios de un color similar al resto de la cara, de forma que casi ni se distinguían. Su mirada era firme a pesar de su sonrisa guasona. Tiró de la trenza de Irina hacia abajo, haciéndola mirar ligeramente hacia arriba y apretar los dientes para no chillar de nuevo. Le puso un cuchillo al cuello.

-Encantado de conocerte. Irina, ¿verdad? Me han hablado de ti. Yo soy Max, encantado-le dijo el hombre que la retenía.

Burke apretó los puños, haciendo que sus dedos hicieran un leve crujido al que estaba tan acostumbrado que casi ni oía. Estaba dispuesto a hacer algo, sabía que no dañaría a Irina si lo hacía...

-Ni se te ocurra-dijo alguien tras ellos. Burke y Elena se giraron y Daniel simplemente se quedó en el sitio, calculando más o menos a qué distancia estaba cada uno.

Tras ellos estaba una chica muy parecida a Max: alta, pálida, su misma edad y mismo color de ojos y pelo. Este último lo llevaba largo recogido en unas cinco pequeñas trencitas y el resto de pelo normal, todo ello recogido en una coleta alta.

-Si intentas atacar a mi hermano, te arrepentirás-volvió a decir.

-Oye, Lydia, pegar a un ciego no me parece muy bien que digamos-le dijo Max ignorando a los demás. A Irina casi le daba miedo que empezase a mover las manos al hablar y le clavara el cuchillo sin darse cuenta. Sería una forma muy penosa de morir.

-No creo que al ciego le importe pegarte a ti-le contestó la chica, Lydia, con los brazos en jarras.

-Oye, que no soy ciego ni sordo, para que lo sepáis-dijo Daniel.

-Bien visto-le contestó Max a su hermana encogiéndose de hombros. Por un momento, la hoja lisa del cuchillo se pegó a la barbilla de Irina, que contuvo la respiración hasta que volvió a bajarlo.

-¿Hola? ¿Podrías tener un poco de cuidado con ese cuchillo?-le preguntó a Max.

-¿Desde cuándo se tiene cuidado con los cuchillos?-contestó él.

-¡Pero podrías tenerlo! ¿Y es necesario que me agarres del pelo?-rebatió ella.

-Vale, esto ha pasado a la situación más rara de mi vida-murmuró Burke.

-¿Más que el viaje subterráneo?-le preguntó Elena, irónica.

-Más que el viaje subterráneo-dijeron Daniel y Burke a la vez.

Lydia fulminó a Max con la mirada. "¡Pon un poco de orden!" parecía decir. Él debió entenderlo, porque le dio otro tirón a Irina y le pegó el cuchillo al cuello, amenazando con cortarle al menor movimiento. Ella hasta tenía miedo de respirar.

-¡Silencio!-dijo con voz autoritaria. Elena se calló un comentario sarcástico al recordar la situación de su amiga,-ni un movimiento o la rajo.

Lydia asintió casi imperceptiblemente con la cabeza y se acercó a la mantícora. Puso la mano a unos milímetros de su pata herida.

-¡Pero qué le habéis hecho, si no quería mataros!-exclamó, entre enfadada y preocupada. Movió la mano, como si la acariciara sin tocarla, y la pata se curó.

-Yo creo que ha intentado matarnos, ¿tú qué dices, Burke?-preguntó Elena.

-Que intentaba matarnos-contestó él. Lydia les fulminó con la mirada.

-¿Das la señal de una vez?-le preguntó Max a su hermana. Ella asintió. Elena empezó a retroceder hacia la valla, detrás de la cual estaba el espectáculo de delfines. Max apoyó el cuchillo al cuello de Irina, sin llegar a cortarla. Ella iba a tragar saliva, pero le entró miedo de que al hacerlo se le pegase más el cuchillo y se cortase, pues bastaba un milímetro para hacerlo.

-Si... si hacéis algo...-dijo Elena tratando de parecer firme, pero se notaba su inseguridad, -chillaré.

-¿Eso es una amenaza?-preguntó Max, incrédulo. Justo entonces empezó a sonar la música del espectáculo y la voz del presentador. "Bienvenidos al zoo Aquarium de Madrid, ahora les presentamos a nuestros delfines..." Elena murmuró una queja, pero luego volvió a hablar alzando más la voz.

-¡No me retes!

-¡Max, idiota!-le dijo su hermana-¡la gente! Vosotros tres, moveos.

Ninguno se movió del sitio a pesar de la dura mirada de Lydia. Ella movió la mano y de pronto los tres notaron una presión en el tórax, como si un gigante invisible les agarrase con fuerza. Elena clavó los pies al suelo y los chicos trataron de resistirse cuando Lydia movió la mano hacia ella y la misma fuerza que les sujetaba empezó a tirar de ellos. Elena trataba de resistirse más, pero por mucho que se esforzase no lograba hacer nada más que relentizar el movimiento, así que decidió cumplir su amenaza y chilló con todas sus fuerzas, hasta que sintió que si no paraba se quedaría sin cuerdas vocales.

Su grito lo oyeron sobre todo las últimas filas, que armaron un buen revuelo. Los delfines también se pusieron nerviosos y uno de los cuidadores lo oyó también. «¿Qué pasa ahí fuera?», preguntó preocupado. «No lo sé», contestó su compañera. Un niño pequeño de la última fila miró entre los palitos de la valla a tiempo de ver como un león monstruoso e impresionante, una chica extraña, tres personas peleando contra el aire y un chico que agarraba a otra chica, desaparecían.

~*~

Max le había apoyado a Irina el cuchillo a un lado del cuello y lo hizo girar, dejando caer una gota de sangre. Irina apretó los dientes.

-¡Silencio!-dijo, esta vez su voz era tan autoritaria y dura como la de su hermana, casi más. Elena paró de gritar, en parte por la sorpresa y en parte porque ya no le quedaba aire para chillar más. Un momento de distracción que la hizo ir catapultada un paso más atrás que Lydia, que era hacia donde tiraba aquella fuerza invisible. Estaban a la sombra, así que Max hizo una de sus ilusiones. En ese momento, eran invisibles para el resto del mundo. Volvió a tirarle del pelo a Irina y habló, de nuevo con aquel tono de voz que ninguno se esperaba.

-Vamos.

Lydia iba guiando, atravesaron los árboles siempre por la sombra. Burke, Elena y Daniel iban arrastrados por aquella fuerza invisible. Daniel sospechaba que Lydia era una Lady Sith o como se dijera en femenino.

-Aquí está bien, Max-dijo al fin cuando llegaron a lo alto de una colina. Él cerró los ojos unos instantes y la ilusión de que eran invisibles desapareció, así como su cambio de actitud.

Lydia miró al cielo; su pelo empezó a moverse por un viento inexistente y sus pupilas empezaron a volverse del mismo color morado ultravioleta brillante que sus iris. Extendió los brazos y el cielo empezó a nublarse; con el pelo blanco y los ojos ahora totalmente morados, parecía una versión pálida de Tormenta.

Todo el cielo estaba ya gris tormentoso y Lydia volvió a la normalidad y se cayó al suelo. Se levantó al momento, con una mano sobre la frente y respirando lentamente. En ese momento empezó a llover con furia; Lydia se giró y extendió la mano, tres rayos cayeron casi al instante.

Irina aprovechó que Lydia parecía débil y le ordenó mentalmente al aire que se alejase de la cara de Max, quitándole el oxígeno. Casi le daba igual que tuviese la punta del cuchillo al lado de su cuello, se había hartado de ser la rehén.

Él empezó a toser y en seguida cayó al suelo semiinconsciente por falta de oxígeno. Soltó a Irina, pero no el cuchillo; al caer le hizo accidentalmente unos cortes en el brazo y la pierna derecha, haciendo que ella también cayera soltando un grito. Daniel se acercó con rapidez al oír caer a Max.

-¡Vamos, levanta, aléjate de él!-le dijo tirando de ella.

-¡No es tan fácil!-se quejó Irina, ella también necesitaba las piernas para mantenerse en pie aunque flotara. Burke hizo que la tierra atrapase a Max para ayudarles, luego se giró con rapidez y atrapó de la misma manera a Lydia por los pies.

Elena extendió los brazos. Mala idea por parte de Lydia, la lluvia torrencial. Las gotas se pararon en el aire como si fuese Ahora me ves 2. Movió las manos, creando una bola enorme de agua, y se la lanzó a la mantícora cuando les iba a atacar.

-¿Sangra mucho?-le preguntó Daniel a Irina. Habían logrado llegar junto a Burke.

-La pierna sí-contestó ella. El corte del brazo era superficial, el de la pierna más profundo.

-Déjame a mí-dijo Daniel quitándose el guante.

-¿Has hecho esto antes?-preguntó Irina.

-Para todo hay una primera vez.

Irina notó un calor cada vez más fuerte en la herida, hasta que Daniel quitó la mano; la tenía llena de sangre. La herida y un poco de la piel a su alrededor estaban de un tono más oscuro, como quemadas, pero al menos no sangraba. Daniel preguntó si había funcionado, a lo que Irina contestó que sí. Dejó que fuese la lluvia la que limpiara su mano.

Mientras, Burke logró inmovilizar a Max casi totalmente y decidió centrarse en Lydia, que estaba logrando soltarse. En ese mismo momento, Elena estaba teniendo dificultades con la mantícora . Daniel ayudó a Irina a levantarse y ella se apoyó en él, luego extendió la mano y un viento gélido salió de ella, dificultando más el avance del monstruo. Elena se dio cuenta de que la escarcha empezaba a cubrirle los bigotes y se le ocurrió algo.

-¡A por las patas, Irina!-le gritó y bajó el agua para golpearle. La quimera aprovechó que al fin veía y saltó hacia ella. Elena chilló sin poder evitarlo, pero de pronto el monstruo calló al suelo, con un enorme trozo de hielo en las patas. Rugió e iba a echarle veneno a la cara, Elena le lanzó agua a la boca a la vez que el monstruo le lanzaba su veneno, así que él acabó tragándoselo.

-A ver si así nos dejas un rato en paz-le dijo Elena con los brazos cruzados.

Mientras, Lydia había logrado liberarse. Con un grito de furia abrió los brazos, rompiendo la mezcla de tierra y ramas que intentaban apresarla. Alzó las manos y las movió con rapidez hacia delante, haciendo que las ramas levitaran y fuesen hacia ellos. Por alguna razón Burke no podía controlarlas, así que levantó con rapidez un muro de tierra en el que se quedaron atascadas todas menos una, que le dio en el brazo. El golpe fue tal, para su sorpresa, que le hizo retroceder un paso. Lydia se dio cuenta de que debía parar la lluvia, pues era de donde Elena sacaba su poder. Alzó la mirada al cielo y sus ojos se volvieron morados, al igual que antes, pero esa vez no pasó nada.

-¿¡Por qué no funciona!?-gritó frustrada.

-Al igual que tú has controlado el poder de Burke, ahora yo controlo la lluvia. El agua es mi elemento, has cometido un gran error-contestó Elena con voz profunda, casi arcaica. Empezó a llover con más intensidad todavía, hasta el punto de que Irina se arrepintió de haberse puesto una blusa blanca. La ropa y el pelo se les pegaban a la piel, y el viento tampoco amainaba. Irina se pegó más a Daniel, en parte para no caerse y en parte porque le había sorprendido la respuesta de Elena... y su voz.

Elena apretó el puño y se creó una enorme esfera de agua. Luego lo bajó y el agua cayó sobre Lydia, tirándola hacia atrás. En el suelo, ella empezó a toser y escupir agua sin parar. Elena se giró hacia Max, que ya estaba medio tirado en el suelo e inmovilizado casi totalmente; pero seguía intentando resistir. Elena alzó la mano, dispuesta a atacar; con la oscuridad que había por culpa de la tormenta nadie se dio cuenta de que sus ojos se habían vuelto de un azul tan claro, que casi era blanco brillante.

-¡Detente!-le dijo Burke agarrándola del hombro. Ella no reaccionó, así que le agarró de los brazos y la giró.

-¡Déjame!-ordenó ella con la misma voz de antes, pero sonaba un poco más a su voz de antes.

-¡No hasta que te detengas! ¡Ya es suficiente, Elena! ¿Es que no lo ves?-no estaba seguro de que fuese buena idea, aun así la sacudió durante unos segundos-¡vuelve a ser tú, no esta... esta extraña!

Elena parpadeó un par de veces, confusa. A cada parpadeo, sus ojos eran un poco más como antes. Miró a su alrededor, extrañada.

-¿Qué... qué ha pasado?-preguntó, solo recordaba hasta que había vencido a la quimera junto con Irina. Burke suspiró, más tranquilo.

-Luego te lo cuento. Ahora, vámonos.

Elena seguía confundida, al menos la tormenta disminuyó hasta ser una simple lluvia. Empezaron a alejarse del sitio, dejando atrás a una mantícora medio congelada, Max inmovilizado y Lydia... ¿dónde estaba Lydia?

Irina y Daniel iban más atrás. Ella se apoyaba en Daniel para andar por culpa del dolor de la pierna, cosa que él no entendía (¡pero si ella flotaba!), pero decidió no preguntar. De pronto, notó un dolor punzante en la pierna: alguien le había metido el dedo en la herida. Chilló y casi se cayó al suelo, cosa que Daniel evitó de puro milagro. Al estar medio caída, alguien le agarró del brazo, un poco más abajo del hombro.

-Nadie se escapa de nosotros y se va de rositas. No tan facilmente.









[2769 palabras. Espero que os guste el capítulo ;3]








Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro