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2. El hombre de piedra

Irina volvió a chillar y agachó la cabeza para evitar darse con una rama. Las ramas la dejaron colgando a un par de metros del suelo y empezaron a crecer, envolverla y apretarla cada vez más. Ella se agitaba e intentaba resistirse, pero lo único que lograba era que la apretasen más.

Elena se quedó en shock durante unos segundos por la sorpresa. Daniel se sobresaltó y casi se calló de espaldas al oír los gritos, sin entender lo que pasaba.

-¿Qué está pasando?-preguntó sorprendido, haciendo que Elena saliera de su shock.

-Pues...no sé...unas...unas plantas la han atrap-¡CUIDADO!-gritó.

Daniel contubo un grito cuando notó que la tierra empezaba a enrollarse en sus tobillos.

-¿¡Qué demonios...!? ¡UA!-empezó a gritar antes de perder el equilibrio y caer de culo. La tierra empezó a subir por sus brazos. Retrocedió entrando en un estado de pánico comprensible: él no veía nada de lo que sucedía, tan solo lo notaba en la piel... creía que eran serpientes, y estas le daban pánico. Retrocedió hasta que chocó contra el tronco de un árbol con la espalda. La corteza del árbol empezó a crecer y rodearle el cuerpo.

-¡DANIEL, USA TUS PODERES!-gritó Irina retorciéndose mientras miraba lo que ocurría en el suelo. Intentó usar sus poderes, pero ella necesitaba hacer gestos y las ramas la inmovilizaban.

-¿¡Estás loca!? ¡Estamos en un bosque! ¡No tengo tanto control!-contestó Daniel mientras forcejeaba.

Mientras, Elena retrocedió un paso, sorprendida. Luego se alejó del árbol que tenía detrás.

Observó las copas de los árboles y vió una sombra que parecía de un hombre. Notó agua fluyendo bajo tierra. Su instinto le dijo que pasaba algo y se giró, extendiendo los brazos. Una cortina de agua se levantó delante de ella, deteniendo un ataque.

-¿Quién eres, por qué nos atacas?-gritó antes de sentirse estúpida. ¡Estaban en Alemania! Las probabilidades de que el atacante supiera español eran una entre un millón.

-No...puedo...respirar-dijo Irina con la voz entrecortada. Elena la miró con el rabillo del ojo, empezaba a ponerse morada. Entonces notó un movimiento detrás suya y, antes de que pudiera reaccionar, alguien la sujetó con fuerza.

Ella se revolvió, al final soltó un grito como los de los karatecas y le dio una patada en la entrepierna.

El hombre dio un grito y la soltó, Elena se alejó de él.

Lo observó rápidamente. Tenía el pelo oscuro (cosa que la sorprendió, pues creía que todos los alemanes eran pálidos, rubios y con los ojos azules), era alto y, cuando levantó la mirada, Elena descubrió unos ojos verdes brillantes que parecían concentrar toda la naturaleza en ellos. Instantes después se volvieron de un tono verde claro más normal.

-A la mierda-dijo Elena. Puso los brazos en jarras,-¡seguro que ni siquiera sabes lo que estoy diciendo! Pero, ¿se puede saber por qué demonios nos atacas? ¡Ni que hubiésemos profanado algo! ¡No hemos hecho más que andar por el bosque!

El hombre se la quedó mirando.

-Spanier- comentó.

-¿Eso es inglés amorfo?-preguntó Elena-¿¡me tomas el pelo!?

-Es alemán-contestó el hombre.

-¿Ha... hablas mi idioma?-dijo Elena sorprendida.

-¿Tanto se nota?-contestó él, sarcástico,-¿qué significa "amorfo"?

-¡Oh! Esto...- Elena se había quedado sin palabras, y no sabía  cómo explicar el significado de la palabra.

-Eh, Elena- le llamó Daniel,-creo que Irina tiene problemas, no la oigo moverse.

Ella miró en su dirección, descubriendo que se había desmallado, posiblemente por falta de oxígeno.

-¡Suéltala!-ordenó. El hombre simplemente negó con la cabeza,-¿¡por qué no!?

-No me fío de ella.

-Me da igual, suéltala.

-No.

-¿¡Pero por qué no!?

"Ella iba andando delante. Ella os guió hasta aquí y eso no me gusta, este sitio está bien escondido", pensó. En cambio, solo dijo:

-una de las joyas de su pelo es negra.

-Son abalorios, ¿y qué problema tienes contra el negro?

-Malas experiencias. Y tenía un símbolo.

-Si no la sueltas se ahogará-argumentó Daniel.- Y ya que la sueltas a ella, también puedes liberarme a mí.

El alemán se resignó, y con un gesto hizo que las plantas se desataran e Irina callera. Su cuerpo, trenza incluida, quedó flotando a unos milímetros del suelo. Luego, la gruesa corteza que cubría a Daniel se abrió y él se levantó rapidamente. Tanteó el suelo hasta encontrar su bastón, lo cogió y trató de acercarse a Irina y comprobar si estaba bien.

-¿Qué hacéis aquí?-preguntó el hombre.

-Esto sonará acosador, pero... te estábamos buscando-contestó Elena, antes de darse cuenta de lo mucho que se parecía a lo que le habían dicho a ella.

-Eso no contesta mi pregunta.

-Una serie de mensajes nos reunieron y nos llevaron hasta ti. No sé quién quiere que nos reunamos, pero no parece una broma pesada.

-¿Habéis venido de España hasta aquí para buscarme, pudiendo ser un mensaje falso?

-Supongo que nuestras vidas son un muermo.

-¡Otra palabra desconocida! ¿No puedes hablar más normal?

-¡Esto es hablar normal!

-Amorfo es sin forma-explicó Daniel, un poco harto,-y muermo es aburrido.

-Gracias-dijo el hombre-. Tenéis suerte, a mí no me ha llegado ningún mensaje y no vais a dar más vueltas sin sentido.

Mientras ellos dos hablaban, Irina se despertó.

-Mis pulmones, ugh-se quejó,-¿qué ha pasado? ¿Ese tipo tenía "plantaquinesis"  o algo?

-¿Plantapinesis es una palabra que existe?-preguntó el alemán. Elena negó con la cabeza,-controlo el elemento de la tierra, y las plantas forman parte de la tierra. ¡Y dejad de hablar tan raro, que mi cerebro no da para tanto!

-¿Ahora habla español?-preguntó Irina, sorprendida.

-Antes también-dijo Daniel.

-Me siento estúpida-gruñó Elena.-Es decir, ¿por qué demonios hemos hecho esto? Suponemos que alguien quería reunirnos, vale, pero ¿quién? Y, ¿por qué? Me siento como una marioneta y eso no me gusta.

-Podemos descubrirlo y así puedes pegarle-sugirió Irina. Elena pareció contemplar la posibilidad.

El alemán murmuró algo y luego dijo:

-Oh, verdammt! Ya va siendo hora de que socialice con el mundo. Y si vamos a España, mejor. Llevo tiempo queriendo ir...aunque sea con unos completos desconocidos.

~*~

-¿Y tienes tacto en los brazos?-preguntó Irina. El alemán (que se había presentado como Burke) la miró, molesto,-es decir, ¡son de piedra!

-Sí que tengo tacto. Y no me preg...

-¡Ala! ¿Y cómo te los pusieron? ¿Cómo los mueves? ¿Te duele si te dan un golpe?

Burke murmuró algo antes de contestarla que eran mágicos y que, aunque tuviese tacto, no tenía nervios y por tanto no le dolía.

-Pero si no tienes nervios tampoco deberías tener tacto, vamos, digo yo...-opinó Daniel.

-Mist! ¡Dejad de haced preguntas sobre mis brazos, me siento incómodo! ¡Son mágicos, no sé como funcionan!

-Vale, vale, no te pongas así...-dijo Irina mientras tomaba nota mental de lo que decía Burke.

En ese momento llegaban al límite del bosque. Fuera, había un par de furgonetas y un par de personas hablando apoyadas en ellas. En el brazo llevaban una tira negra con un símbolo blanco brillante.

"No, no, no. Ahora no. Es demasiado pronto", pensó uno de los cuatro.

-Quietos-dijo Burke, agarrando a Daniel del brazo para que se detuviese.

-¿Qué pasa?-preguntó él.

-Esos...eh...-empezó a decir Burke.

-¿Tipos? ¿Esa gente?-sugirió Elena con una sonrisita.

-Me quedo lo de tipos. Bajo sus chaquetas hay bultos...

-¿Crees que son armas?-preguntó Irina,  nerviosa.

"Pronto... es demasiado pronto, ¡necesito más tiempo! "

-Posiblemente. Esa tira del brazo...la forma de ponérsela me recuerda a los nazis.

-Ah, no. Eso sí que no-se quejó Irina.-Para empezar, no sé si realmente la llevaban así o es cosa de las pelis. Y segundo, en demasiadas historias los malos son los nazis, ¡me niego a que en la mía también lo sean!

"Demasiado pronto..."

-Yo no he dicho que sean nazis-rebatió Burke frunciendo el ceño - tan solo es que así es como parece que llevan sus símbolos grupos... bueno, malos.

-Eso ha sonado raro-dijo Elena,-el caso, sean o no nazis, lo de las armas...

Uno de los que estaban apollados en la furgoneta sacó un walky talkie y habló a través de él.

"Que trasto más antiguo, eso ya solo lo usan los policías...¿acaso no tienen teléfonos o algo así?" Eso pensaba Irina, que era la que más se estaba fijando en ellos.

La voz de la otra persona que hablaba por el walkie talkie quedó distorsionada, pero Elena palideció.

-¿Qué pasa?-preguntó Irina frunciendo el ceño.

-Esa voz...-murmuró Elena. Luego se puso el pelo detrás del hombro y añadió con más seguridad,-Burke tiene razón, hay que irse... y rápido.

Entonces se dio la vuelta y salió corriendo. Irina miró a los chicos y luego a Elena, que ya se alejaba, antes de seguir a esta última.

-¡Chicas, esperad!-dijo Burke, tratando de evitar gritar. Luego murmuró algo en alemán antes de decir en español,-la Selva es muy grande, se van a perder... y luego está lo de la guerra...

-¿De qué guerra hablas?-preguntó Daniel, extrañado. Si hubiese alguna guerra, se sabría, aparte de que aquel no parecía para nada un ambiente bélico.

-Ya te contaré, vamos Daniel,-contestó Burke. Le agarró de la muñeca para que no se perdiera y hechó a correr tras las chicas.

"¿Es que soy el único con problemas para recordar nombres? "Se preguntó mentalmente Daniel mientras trataba de seguirle el ritmo a Burke y se internaban en el bosque tras Elena e Irina.



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