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16. Huellas en la nieve

Burke dejó a Daniel en el suelo. Lo había agarrado para que no se diese de boca contra él.

Mientras, Elena se había acercado a Irina. Nada más tocó la cosa negra que la sujetaba se quemó la mano.

-Burke, ¿qué tal si despiertas a Daniel?-preguntó sacudiendo la mano. Si había hecho una luz que había espantado a las sombras debería funcionar también con eso, ¿no?

-Es más fácil decirlo que hacerlo-le contestó él-se ha desmayado del agotamiento.

-Jolín...-murmuró ella. Miró a su amiga, que cerraba los ojos con fuerza, como si no ver lo que pasaba fuese a hacer que dejase de pasar.

-Mist, mist, mist, despierta-decía Burke sacudiendo ligeramente a Daniel. Elena pasó el peso de un pie al otro. Tenía que hacer algo.

-Burke, una pregunta.

-¿Sí?

-¿Qué significa mist?

-Pues... eh... No sé decirlo en español.

-Creo que es más que obvio que significa joder. Ahora, ¿podéis ayudarme?-interrumpió Irina. Elena volvió a cambiar el peso de pie y se puso un mechón de pelo detrás de la oreja. "Quizá..." pensó. Tomó aire y puso la mano sobre la masa negra. El agua salió de su mano y empezó a extenderse. Notaba mucho calor en la mano, tanto que quemaba, pero aun así siguió. El agua estaba fría y el contraste fue increíble para Irina. Pero lo más increíble pasó con el agua y la masa negra, que empezaron a humear hasta que la mezcla se cristalizó. Elena apartó la mano y le dio un golpecito con un dedo. La superficie se llenó de grietas y luego se cayeron los cachos. Irina se separó de la pared a trompicones y Elena la sujetó de los brazos. En ese momento se despertó Daniel, se irguió y se llevó la mano a la cabeza.

-A buenas horas mangas verdes- dijeron las chicas a la vez. Se miraron, sorprendidas, para luego reírse.

-¿Qué?-preguntó Burke sin comprender. Eso hizo que se rieran más, liberando la tensión.

-¿A quién se referían con lo del cambiante?-preguntó Daniel colocándose el guante de nuevo.

-Ya lo he dicho medio trillón de veces, no lo sé-mintió Irina- mañana nos largamos de aquí, este sitio da miedo.

~*~

Al día siguiente, tras aquella noche agitada, volvieron a ponerse en camino. Aquel día era increíblemente frío, parecía que el tiempo estaba loco. Tras un rato de seguir el camino Irina empezó a cantar.

-Un elefante se balanceaba...

A Daniel le hizo gracia y se unió a su canto.

-Sobre la tela de una araña...

-¿Qué cantáis?-preguntó Burke.

-¡Dios mío! ¿No sabes la...? Oh, claro, no eres de aquí-contestó Elena. Luego se rió-te vas a hartar rápido.

Luego ella empezó a cantar también. Irina paró un momento y decidió que se apostasen algo a ver a cuantos llegaban, pero lo único que apostaron fue aire. Solo llevaban siete elefantes cuando Burke se cansó de la canción.

Un rato después Elena también se aburrió y paró un rato, pero los otros dos siguieron. Luego Daniel se cansó y paró durante dos elefantes en los que Irina estuvo a punto de callarse también al no querer cantar sola, pero Elena se le unió. Luego se unió Daniel y paró Irina, hasta que al final estaban cantando los tres.

-...fueron a llamar a otro elefante. Cincuenta y seis elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña, como veían que no se caían fueron a llamar a otro elefante... cincuenta y siete elefantes...

-¡Parad de una vez y mirad!-exclamó Burke-¡casas!

-Cincuenta y siete. Nuevo récord-dijo Daniel.

-¿Récord? Yo una vez llegué a sesenta y dos- contestó Irina con aire orgulloso.

-¡Anda calla, que yo una vez llegué a cien!-le contestó Elena con una sonrisa.

-¿Cien?-preguntó ella sorprendida.

-Sip, en una fiesta, con mi prima. Nos apostamos una bolsa de gusanitos contra mi tío y solo paramos porque los demás estaban hasta las narices de nosotros-contestó.

-Vaya pulmones-comentó Daniel.

-¡Y vaya paciencia!-añadió Burke.

Luego se acercaron a aquel pueblo más grande que el anterior. Tras preguntar un par de veces encontraron una pequeña estación de autobuses. «Encima se pone a llover» comentó Irina.

-Eh, señora del tiempo-dijo Elena-el autobús sale en diez minutos. Vamos.

~*~

Aquel viaje en autobús era un soberano rollo. Elena pegó la cara al cristal.

-¡Mirad! ¡Nieve!

-¿Nieve?-preguntó Daniel.

-Nah, es aguanieve- contestó Irina.

-Qué dices, es nieve-replicó Elena.

-¿Qué más da, si no va a cuajar?- dijo Daniel.

-Creía que en España siempre hacía buen tiempo-comentó Burke.

-Venga ya-dijo Elena negando con la cabeza.

-A ver, que España no es un país tropical-empezó a explicar Irina- si quieres tropicalidad te vas a Canarias, pero en aquí lo que hay es clima mediterráneo que es así caluroso y templado en invierno, el cantábrico que es el del norte, básicamente... Lluvia, lluvia y más lluvia, y luego ya el continental mediterráneo, ya sabes, frío en invierno y calor en verano, y mediterráneo porque no hace tanto frío. Por lo tanto, no, en España no siempre hace buen tiempo.

-Vaya, gracias por la clase de geografía-dijo Daniel con sarcasmo.

-¡Que sí está cuajando!-exclamó Elena.

-¡Anda ya!

-¡Calla y míralo tú misma!

Irina se asomó y abrió mucho los ojos. ¡Estaba cuajando!

-¡Wow! ¿Hace cuánto que no nieva?

-Eh... ¿Ocho años?-contestó Daniel.

-Sí, algo así.

Un rato después el autobús hizo una parada en una de esas cafeterías gasolinera que hay en mitad de la nada junto a la carretera. En ese momento los copos de nieve eran enormes. Elena bajó entusiasmada seguida por Daniel y por Burke. Irina bajó la última.

-Maldita sea, vamos a la cafetería rápido-dijo mientras bajaba.

-Oh, ¿por qué estás tan borde?-le dijo Elena quitándose nieve del pelo.

-¡Porque está nevando, hace frío y no me apetece mojarme!-contestó y una bola de nieve le dio en el brazo-¡vale! ¿Quién ha sido?-Entonces se fijó en que el guante de Daniel estaba manchado de nieve y él contenía la risa- ¡tú! ¿Cómo tienes tan buena puntería con los ojos vendados?

-Hablas mucho-le contestó e Irina le lanzó una a él.

Elena se unió a la pelea mientras Burke miraba la nieve como si fuera lo más normal del mundo, aunque los otros tres estuviesen tan emocionados que parecían niños pequeños. Al fin fueron a la cafetería aunque no pudieron comprar nada porque no podían permitirse gastar el poco dinero que les quedaba allí, al menos pudieron ir al baño. Cuando salieron había parado de nevar, pero la nieve seguía allí. Salieron a pesar del frío, pensando que aquello era increíble teniendo en cuenta que llevaba dos días siendo primavera.

Claro que la última vez que nevó también era el primer día de primavera.

Se alejaron un poco de la cafetería, mirando unos pocos árboles que estaban junto a unas rocas. Se subieron allí y siguieron batallando, solo que esa vez se les unió Burke. Llegó un momento en el que Daniel se echó hacia atrás, alejándose un poco y poniéndose junto a un árbol cuando notó que algo tiraba de él hacia atrás. Pegó un grito cuando ese "algo" le levantó por los aires sujetándolo por los pies y lo arrastró más lejos de allí.

Los otros tres se miraron confundidos unos segundos antes de ir tras él.

Cuando al fin lo alcanzaron, se quedaron mudos de asombro.

Daniel había sido atacado por un extraño monstruo con ojos tan pequeños que parecían inexistentes, colmillos pequeños pero que solo con verlos daban escalofríos, patas grandes parecidas a las de las arañas y dos lenguas enormes. Irina puso una mueca.

-Vaya, ¡parece un hueco!

-¿¡Qué!?-preguntó Daniel. Había leído el libro de Miss Peregrine, y esa comparación no le resultó precisamente tranquilizante.

-Sí, es igual que el de la peli.

-¡Los de la peli no son huecos, son aliens! ¡Se supone que a los huecos solo se les vence si les sacas los ojos y  les cortas las lenguas, y en la peli se lo cargan de un flechazo en la cabeza!

-Espero que a este no haya que matarlo igual- dijo Burke poniendo una mueca de asco.

-¿¡Me vais a ayudar o seguimos aquí de cháchara!?-exclamó Daniel. Entonces se pusieron en marcha.

-No tengo ni idea de cómo vencer a esta cosa- dijo Elena.

-Yo tampoco. Improvisemos-contestó Irina.

-¡Sugiero evitar que me coma!-gritó Daniel intentando darle una patada.

Elena movió las manos creando una bola de agua y luego la lanzó a la boca del monstruo, desorientándolo. Irina se acercó para distraerlo mientras hacía aparecer un tornado. No sabía para qué, pero por probar que no quede. Se acercó a su cara (ventajas de estar volando continuamente) y le dio una patada en lo que creía era su ojo. Burke la llamó y señaló a un árbol del que salían ramas a toda velocidad. Ella usó su torbellino para empujarle hacia allí.

El monstruo patilargo perdió el equilibrio y cayó hacia el árbol. Unas ramas puntiagudas se clavaron en una de sus patas y soltó un ruido extraño de dolor que le dio un escalofrío a Elena. Ella se acercó para intentar soltar a Daniel. Cogió una piedra y empezó a golpearle la lengua mientras murmuraba «qué asco». Al fin logró soltar a Daniel mientras los otros dos trataban de distraerle. Ambos se separaron del monstruo llenos de babas pensando que había sido más "fácil" de lo que parecía.

Entonces el monstruo se levantó.

Tras soltar un rugido capaz de congelar de miedo a cualquiera se lanzó contra el primero que vio: Burke. Él esquivó un golpe de una de sus patas de puro milagro y luego intentó inmovilizarle la pata atrapándola. Daniel llamó a Irina, quien se acercó. Su idea era que cogiese la piedra que había usado Elena (que estaba totalmente babeada) para golpear al ser en la cabeza y que se lo cargara o al menos lo dejara fuera de combate. Ella accedió mientras pensaba "¿por qué siempre a ?"

Por suerte Burke lo estaba reteniendo bastante bien y ella se montó en su cuello con relativa facilidad. Al notarlo, el monstruo empezó a sacudirse como un caballo encabritado pero ella aguantó. Cogió la piedra como buenamente pudo y le dio con todas sus fuerzas en el ojo al que le había dado una patada. El monstruo volvió a soltar un rugido y se sacudió más, hasta el punto de que llegó a sujetarle el brazo con su lengua sana.

-¡Qué asco!- gritó intentado soltarse. Entonces fue cuando Burke aprovechó para lanzarle con su magia: una increíble masa hecha de tierra y ,sobre todo, rocas le dio en la cara y el monstruo cayó al suelo. Irina se soltó dando un fuerte tirón y se separó de allí. Por si acaso, Burke lo cubrió con tierra y plantas, envolviendo el cuerpo, no fuera a ser que no lo hubiese matado del todo. Se pararon unos momentos a descansar.

-Qué asco qué asco qué asco- Irina estaba repitiendo eso continuamente.

-Anda calla, a ti no ha intentado comerte- le dijo Daniel. No quería admitirlo pero se sentía un poco inútil tras aquella batalla en la que lo único que había hecho era ser casi devorado. Elena pareció darse cuenta y le dijo que había tenido una buena idea con lo de la piedra. En el fondo, ella también se sentía un poco inútil porque casi todo lo habían hecho Burke e Irina.

-Volvamos-dijo al fin Burke.

Siguieron sus huellas en la nieve que empezaba a derretirse. En el fondo no estaban tan lejos, ¿cómo no se había dado cuenta nadie de la pelea? Llegaron a la cafetería en menos de cinco minutos. Elena abrió mucho los ojos y se acercó corriendo.

-No no no...-murmuró. Luego se quedó quieta, se llevó las manos a la cabeza y exclamó-¡mierda!







~*~

Capítulo dedicado a:

WritingIsMyLife2003 por ser la que más comenta (me encanta leer tus comentarios, los de todo el mundo en realidad) :3 y porque me caes bien y porque tenía tres lectoras y dos ya tenían cap. dedicado y también mereces uno.

Y también a mi amiga Nieve2003 porque eres genial ;) y a pesar de que a mi amiga Sandra le dije que se la leyera desde el primer cap. y a ti hace nada te la has leído antes XD y no , me alegro de que me leas :3

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