Capítulo 6
Empujón
La expresión de Maylin era extraña. Quien la conociera, vería furia contenida y algo más. Cualquier otro sólo notaría vergüenza. «¿De qué habla ésta demente?», se preguntaba una y otra vez.
La mujer de color fuego le había indicado que la siguiese. Después de bajar por unas escaleras, que Maylin no había visto en un primer momento, llegaron al borde de la roca y el mar de lava.
—Para que te quede claro, mi nombre es Ilona. Poco me importa si eres una duquesa, diosa olímpica o un simple humano. Los que están entre mis filas son iguales ante mis ojos —le dijo mirando los ojos de Maylin. La muchacha masculló alguna palabra que no se entendió. Ilona no hizo caso alguno—. Puedes preguntar lo que quieras a tu Espíritu, algo de simpatía te tiene. Ahora, vuelve a tu cama. Hay cosas que debes ver.
Tras esas palabras, todo se volvió borroso y luego oscuro de nuevo.
Lo primero que vio fue el techo de su habitación. Seguía siendo oscuro, pero ya estaba acostumbrada a no saber si era el alba o plena mañana. Una queja de todo su cuerpo le hizo notar que estaba tirada en el suelo. Parpadeó extrañada, pues ella jamás había sido de moverse durante el descanso. Su mano, gracias al aliento de Neomi, ya estaba bastante bien.
Con quejidos ahogados, se comenzó a vestir con las ropas de entrenamiento. Quizás ese día estaría bien tener alguna clase. 'Si es que mamá no me reta en público' pensó mientras abría la puerta y caminaba a desayunar.
Recién al empezar a comer, se percató que no había rastros de Xia o algún miembro de otro Clan. Encogiendo los hombros, se terminó el desayuno pronto. Dejó todo en la pila de platos sucios y se encaminó al Patio Interno. A lo largo de los pasillos tampoco había rastros de mucha actividad. Las paredes decoradas con estilo oriental tenían un aspecto triste.
Salió al Patio y se encontró con un cielo apenas empezando a clarear por el este. El aire helado de la mañana le hirió las fosas nasales. Movió un poco las manos para mantenerlas en calor. Una vez entrada en calor, agarró su Símbolo. Maylin llevaba mucho tiempo sin practicar el usarlo. Los Símbolos eran unas dagas dobles con magia oral dentro de ellas. Ella había tardado medio año en poder dominar el arte que conllevaban.
—Dédào —dijo. Inmediatamente, la daga vibró como si tuviese vida propia—. Gōngji —susurró y apenas movió la muñeca hacia una diana que había allí. El arma salió disparado hacia el blanco. Todo el cuerpo de la joven comenzo a sudar copiosamente. Cuando la hoja atravesó limpiamente el centro de la diana, Maylin jadeaba. Ella era consciente de que esa reacción no se debía a la entrada en calor. Utilizar un Símbolo era tanto o más complicado que mantener el equilibrio sin ver. La concentración y la energía empleados en la hoja eran fundamentales.
—Vaya, sigues siendo buena a pesar de no venir por meses —dijo Neomi apareciendo por la puerta que daba al recinto sin techo. Maylin sonrió de medio lado entre jadeos—. Y luego dices que la vaga es Mizu. Chang Húlí te dijo las consecuencias de no venir a entrenar.
—Me doy cuenta que mi mamá tiene razón —jadeó—. Huíbào —la cuchilla regresó a su mano—. Apenas he empezado.
Neomi sonrió de oreja a oreja. Sus orejas negras de zorro se alzaron orgullosas entre su cabello.
—Por algo la querida Chang es sabia. A todo esto, ¿por qué no estás junto con Shen aquí?
Maylin por un instante casi había olvidado la escena con su pretendiente antes de irse a dormir. Se encogió de hombros y volvió a repetir la palabra "dédào". Inspiró para comenzar a pronunciar la segunda palabra, gōngji, hasta que sintió una especie de tensión en el ambiente. A su lado, Neomi se incomodó notoriamente. Las orejas se le movían de un lado para otro y se esforzaba por sonreír despreocupada.
Sintiéndose incómoda, susurró la palabra y dio un giro acompañando el lanzamiento. Una gota de sudor le bajaba por la sien. El Símbolo se desestabilizó y terminó clavado en la tierra. Le ardía la cara y sus puños estaban apretados. Risitas de enamorados se hicieron escuchar. Maylin sentía cómo su curiosidad se desperezaba.
—Oye, May... —comenzó a tartamudear, agarrando el brazo de ella—. ¿Cuándo le dirás a Shen lo que piensas sobre casarte con él? —siguió intentando decir Neomi. Los pulmones de Maylin iban a estallar ante la repentina falta de fuerzas. Separó los labios para contestar en el momento que vio a Lian, una miembro de su Clan, junto a Shen. No era para ella extraño que su pretendiente estuviese con otra fémina, sino la expresión de él: lujuria y adoración.
—No me voy a casar con él —se descubrió diciendo. No supo quién estuvo más sorprendido. No podía creer lo que ella misma había dicho sin pensar. Shen justo se había vuelto y la miraba con los ojos desorbitados. Concentrándose en el arma, la tomó con la mano e ignoró cómo Shen se acercaba a ella a paso apresurado. Neomi mostraba sus dientes amenazante, él avanzó a pesar de ello.
Maylin sentía cómo le fallaban las rodillas y los ojos le bizqueaban.
«Me voy a caer».
Cerró los ojos y esperó un golpe que no llegó. Un brazo le sujetaba por el estómago y, con suma delicadeza, le hacía enderezarse. Sin abrir los ojos, se acomodó contra una pared viviente que irradiaba calor, su mano no liberaba al Símbolo en ningún momento.
—Te ordené que la dejes en paz —gruñó repentinamente Shen.
—¿Para qué? Si tu interés no es ella —contestó una voz masculina.
—Tiene razón Catriel —dijo la voz de Zhang, el padre de Maylin—. Odio admitirlo, pero él está en lo cierto.
Maylin sintió que alguien más le agarraba. Se dejó hacer. Reconoció el acogedor abrazo de su madre. No puso resistencia y fue conducida hasta un asiento no muy lejos de allí. Percibió que le dejaban algo en la mano. Separando los párpados, vio que le habían dado un poco de alimento que ingirió apenas sabiendo qué era exactamente. Inmediatamente sintió que le volvían sus energías, aunque fuese una simple ayuda.
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