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Capítulo 5

Visiones

Maylin comía en silencio con su mano vendada. Sus amigas le miraban de reojo. Todo el comedor bullía de conversaciones y ruido de gente cenando. Xia estaba callada, con los ojos en cualquier lugar menos Maylin. «Mejor así» pensaba la muchacha llevándose la comida a la boca.

—¿Puedo sentarme con ustedes? —la voz se filtró por sus oídos. Casi siente como su alma sale de su cuerpo. Observó de soslayo al dueño de la voz. Se imaginó un balde de decepción cayendo en su cabeza. Molesta, se concentró en seguir comiendo.

—Supongo que sí, Catriel —tanteó Mizuki, mirando a la hija de los líderes del Clan Húlújīng disimuladamente. Ésta se obligó a no levantar los ojos de su plato ante el ruido ahogado de Xia.

Está para comérselo con los dedos —murmuraba la Espíritu. Maylin no entendía a qué venía ese comentario. Catriel no era precisamente guapo. Poseía piel bronceada, pelo negro muy largo y enmarañado, y además siempre estaba encorvado. Ella jamás le había hablado, Shen le había dicho que era alguien despreciable.

Apuró su comida y fue a dejar su plato para lavar. La última pregunta de la mañana seguía apareciendo por su mente. ¿Realmente amaba a Shen? «Bueno, he estado con él durante años y lo he querido cada vez más».

Maylin... —Ella apenas movió la cabeza—. Escucha, no lamento lo de antes, pero hay algo que quisiera mostrarte.

—Como quieras —gruñó empujando la puerta que daba a las escaleras de su Clan. Recorría sola los pasillos eternamente iluminados por antorchas. Al llegar a la puerta con su nombre, entró y cerró para luego desvestirse—. Tomaré una ducha, puedes mostrarme lo que quieras allí.

Xia negó con la cabeza. Los cuernos seguían viéndose raros en ella.

Debes estar dormida, sino será muy arriesgado.

—Si tú lo dices —contestó con sequedad mientras corría la cortina de la ducha. Durante el baño, su mente dejó de acosarle con las preguntas de la jornada. Al salir envuelta con una toalla, se sorprendió de verlo sentado en su cama. Xia volvía a lanzar centellas por los ojos.

—Maylin, ¿qué te pasa? —preguntó él con los ojos fijos en ella. Maylin tuvo la sensación de que Xia había entrado en su cuerpo y escamas aparecían en su tez.

—Estoy cansada. Viví un encuentro con una Aria luego de semanas de viaje —contestó lo primero que cruzó por su mente—. No creas que una puede salir sin secuelas de un encuentro así —continuó cruzando los brazos. Xia enseñaba los dientes y movía hipnóticamente la cola de un lado a otro.

—Hemos salido durante años, debes de saber la respuesta desde antes —dijo Shen poniéndose de pie. Maylin sintió un retorcijón en el pecho, mas no apartó la mirada.

—Una cosa es ser pretendientes y tratarnos de novios, otra es la propuesta oficial de matrimonio —susurró con la espalda tensa—. Ahora, ¿puedo irme a dormir?

—Claro, bella —contestó él acercándose como si fuese un depredador—. Pero déjame darte un poco de abrigo —pidió mirando de más. Ella hizo acopio de todo su autocontrol para no gruñir como un animal.

—Estoy bien —dijo Maylin. Xia intentaba agarrar el cuello del hombre. Él no dijo nada más, pero la sonrisa que le dio al salir fue tensa. Maylin no sintió tanto asco a la mañana como con el beso que le dio antes de irse.

Ni bien la puerta se cerró detrás de Shen, Maylin le puso traba. Agarró ropas para dormir y lanzó la toalla contra el arcón que tenía. Se acomodó bajo las mantas y cerró los ojos.


Estaba en una caverna. Ella no sabía sus dimensiones, pues goblins, trolls y demás monstruos de las montañas se agrupaban dentro del lugar. Repentinamente, se vio en una saliente en medio de una inmensa cueva con una entrada de luz natural en el techo. En el medio de la mancha de luz, una forma humana con cuernos gigantes dejaba un bulto a sus pies.

—¡Insectos! —rugió. Maylin pudo ver unos dientes mucho más afilados que los de Xia y delgados como agujas. Los monstruos montañeses no tardaron en llegar por túneles laterales con sus risas porcinas, chillidos y gruñidos.

—¿Qué es esto Xia? —preguntó en un susurro. Observó a sus costados y no vio nada más que las paredes de roca. Regresó su atención a la escena del frente cuando los ruidos extraños aumentaron. La sangre se le congeló en las venas cuando vio a una humana atada de manos y pies.

No sabía qué estaba diciendo la mujer con cuernos de cabra, pero la humana se removía cada vez más. Le falló la respiración cuando la primera dijo:

—Si se unen a La Súcubo tendrán mujeres de los Clanes del Bosque de los Herederos —una ovación animal se elevó por las paredes. Una sonrisa se apoderó de la boca de la locutora—. Aquí tienen una ofrenda de ella —dijo. Los monstruos rugieron una vez más y se abalanzaron sobre la mujer, quien gritaba de puro terror.

Maylin agradeció que todo se volviese negro antes de ver algo más. Esperó un momento para despertarse. Cuando empezaba a aburrirse de ver oscuridad completa, divisó una luz a lo lejos. Avanzó hacia ella, sintiendo que la temperatura aumentaba poco a poco. A medida que se acercaba, comenzaba a notar paredes de roca.

Del otro lado del umbral, había cascadas de lava que rodeaban a una pasarela. Maylin se detuvo al borde de ésta, con todo su cuerpo bañado en sudor. Miró hacia abajo y se encontró con un mar de magma y fuego.

—Hasta que vienes, cría —dijo una voz a sus espaldas. Maylin se giró con el puño preparado para atacar—. Ni lo intentes. Golpea a alguien como yo y no te despiertas.

La dueña de la voz era una mujer roja y tan curvilínea como las mujeres de los cómics que leía Neomi. Maylin miró a su acompañante con altivez.

—No te creas tan fuerte, soy la hija...

—De los líderes de una sociedad muy conocida —le interrumpió—. No soy estúpida, sé con quién estoy tratando. No eres la primera mocosa insolente que quiere ser magnolia. Una pena para ti que me haya ofrecido, soy la más exigente de todos los "reclutadores".

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