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Capítulo 15

En Garde

Maylin se impulsó con lo último de su fuerza hasta la cima. Rodando sobre su hombro, quedó boca arriba. El cielo se veía extraño, nubes demasiado densas se concentraban metros más abajo, mas allí todo se veía despejado. Le faltaba el aire y apenas había comido algo en ese día de viaje. Su cuerpo le decía que faltaba poco para el amanecer.

Disfrutó un momento de la aparente tranquilidad del lugar. Xia había desaparecido por el mismo lugar que ella acababa de trepar. En todo el viaje apenas dijo una palabra. Maylin no sabía qué pensar respecto a ello.

Sintiendo que se acercaba el alba, se incorporó y, con dificultad, continuó caminando. Los pies apenas se le despegaban del suelo. No tenía la energía para pelear, pero ya no podía volver a ser la niña atrapada en un cuerpo de veintidós años cuyo objetivo en la vida era no ser la líder del Clan. «Con razón Shen insistió en ser mi pretendiente y marido» pensó mientras avanzaba. De su bolsillo sacó un trozo de una planta de la que no recordaba su nombre.

La montaña Mondragón estaba recubierto por árboles que fueron capaces de crecer entre rocas. Algunas ardillas correteaban por allí y pájaros pequeños piaban entre las ramas. Maylin se sentía casi a gusto allí.

—Vaya, llegaste temprano.

Detrás de ella, con su piel casi totalmente expuesta, había una mujer con cuernos de toro saliendo a cada lado de su cabeza. Maylin, de haberse encontrado en otra situación, habría pensado de manera totalmente diferente respecto a la Hermana Cuerno que tenía en frente. La atractiva mujer caminó con la elegancia de una gacela. Sus caderas moviéndose exageradamente bien.

—¿Algún problema con ello? —preguntó Maylin tomando el Símbolo. La sonrisa de la Hermana fue leve, pero Maylin sintió frío en su estómago.

—Oh, claro que hay un problema —comenzó a contestar a una escasa distancia de su persona—. Uno donde la solución es acabando contigo —sentenció cambiando drásticamente su expresión. Maylin, sabiendo que el tiempo en aquél lugar era valioso, corrió hacia donde sentía que estarían Catania y Xia.

La euforia de correr le hizo olvidarse de su cansancio. Los árboles pasaban a su lado como manchas apenas visibles. Cuando vio un claro con una figura conocida en el centro, frenó en seco, lo que le hizo casi trastabillar. Maylin no podía terminar de entender lo que sucedía, pero se hizo a un costado justo a tiempo para que su perseguidora fuese como bólido hacia Catania.

—Tzivi... —gruñó la Aria apartando sin delicadeza a la Hermana. Maylin sudó frío. Quien parecía ser Tzivi, fue lanzada hacia donde estaban las otras dos, las cuales no había notado su presencia hasta ese momento, y cayeron las tres al suelo—. Veo que han llegado sin problemas.

—Podría entenderse así —contestó Maylin comenzando a sentir que le fallaban las piernas. Sin saber cómo, aún tenía la planta de antes en la mano que no sujetaba al Símbolo. La devoró en un bocado y el estómago le agradeció aquella comida.

Xia miraba a ambas desde una distancia cercana. De hecho, ella ya había elegido a la futura magnolia, pero si una candidata con una oponente se convertía, la otra también lo haría. Lo último que necesitaban los Dragones era otro par "mellizo" de magnolias, menos si esas dos lo eran.

Catania decía algo y Maylin no podía entender ni una palabra. Su mundo daba vueltas. La yraa debió cansarse de no obtener respuestas a su parloteo, sin embargo, Maylin pudo ver el ataque que iba hacia ella. Pasó su peso a la otra pierna y lanzó una patada en el momento justo. Catania retrocedió unos centímetros sujetándose la barriga con ambas manos.

—Al parecer, la escoria quiere vivir —dijo y sonrió. Maylin no supo cómo pero, volvía a mostrarse como la chica que había sido al enfrentarse por primera vez a Catania: orgullosa y confiada. Elevó su mentón y esperó a que la rubia estuviese lista para continuar.

Lanzando un rugido, todo el cuerpo de Catania cambió de forma. Maylin casi se acobardó al ver la piel de tigre, los colmillos apareciendo y desapareciendo tras los labios, las alas más extendidas que nunca y los ojos brillando como fuego azul. Maylin movió los labios y el Símbolo vibró contra su piel, listo para salir hacia donde ella le dijese.

La Húlú comenzó a caminar en círculos a la par de Catania. Los ojos de ambas estudiándose mutuamente y dispuestas a derribar a la otra. Sin previo aviso, Catania saltó hacia ella incorporándose en las patas traseras.

—¡Gōngji! —exclamó torciendo su muñeca. No tardó en moverse hacia un costado, evitando a una furiosa Catania con el arma clavada en su hombro—. ¡Huíbào! —gritó antes de que la yraa tocase el arma.

Un grito de dolor resonó por todo el claro. Una chispa de furia consumió la mirada de Catania. Los últimos rastros de cordura comenzaron a desaparecer. Maylin sintió que se le oprimía el corazón al ver aquello. «¿Qué es peor que un enemigo astuto? Un enemigo loco».

Después de ese instante, Maylin dejó de ser consciente de sus reacciones, lanzaba el Símbolo cada tanto y, si Catania estaba muy cerca, lo utilizaba para hacer tajos como si fuese un arma común.

Las Hermanas Cuernos observaban todo desde un costado, enojadas con la mujer rubia. Furiosas y hambrientas, abrieron una Vibración para irse de una vez. Incluso los súcubos tenían una tolerancia finita. Si la yraa sobrevivía, no sería por un largo tiempo.

Xia las observó irse y suspiró aliviada. Tzivi, Kumiko y Chiyo no eran la clase de espectadores que se quedan de brazos cruzados si podían evitarlo. Volvió la vista hacia donde peleaban las dos mujeres esforzándose por no morderse las uñas.

Maylin se sentía débil otra vez. Catania parecía tener energía sin fin, o simplemente no había viajado durante todo un día como ella. Saltó, dio un giro esquivando por los pelos un zarpazo y pateó con fuerza el hombro herido de Catania, logrando hacerle gritar nuevamente de dolor.

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