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Capítulo 14

Tintineo

Catriel se levantó de su catre. El día anterior seguía pareciendo un sueño para él. No entendía el motivo por el que Kitsune le había dicho que sería un buen líder, si Maylin no sentía nada similar a lo que había sentido por Shen hacia su persona. Avanzó por los pasillos, encontrándose con la fundadora del Clan y a una de las tantas hermanas mayores de Mizuki y Neomi corriendo hacia ella.

—Madre, han llegado —anunciaba jadeando.

—¿Cómo? Si es pleno día...

—Tienen un hechicero con ellos, ha invocado nubes que cubran la luz del sol de manera total —informó tomando aire. Catriel, sintiendo la alarma en las mujeres, las siguió sin molestarse en mantener su disfraz.

A medida que se acercaba a la puerta principal, unos ruidos de pelea se hacían más audibles. Su mente volvió al pasado por un instante. Seres repugnantes que eran decapitados por su arma. Chillidos porcinos ante las heridas mortales. Terror al estar en un lugar infestado por los monstruos. Las dos mujeres que le habían acompañado no estaban a su alcance. Fluidos verdes y rojizos empapaban tanto las paredes como su cuerpo.

Salió afuera con su lanza vibrante de magia. Habían monstruos que conoció en otro lugar, cuyo nombre no recordaba ni quería hacerlo. Un giro y caía una cabeza de orejas largas con piel verde moho. Los gritos aterrados de las mujeres. Saltó para atravesar un pecho esquelético sin mucha carne entre los huesos y la piel. La ropa siendo desgarrada sin compasión. Movimiento de la mano y un montón de agua eliminó a otro monstruo. Gritos de cerdos inundando su alrededor. Las argollas en sus orejas tintineaban ante la amenaza inmediata.

No pudo esquivarlo a tiempo.

A su espalda, un enorme goblin gritaba mostrando sus dientes de tiburón podridos. Su nariz de chancho era respingada. Aquellos ojos dorados no mostraban piedad alguna, sólo deseo de matar.

¡CLIN! Resonó de un lado.

Rodó hacia un costado opuesto para evitar el pisotón. Entró en una Vibración y apareció detrás de otro ser. Con un giro de la lanza lo cortó en dos, dejando caer un cuerpo de piel escamosa y amarronada. Sudaba.

¡CLIN! ¡CLIN!

Trazó un arco con el arma y otro trasgo fue cortado a la mitad. Fluidos viscosos le empapaban. «No pares», se encontró pensando. El mundo bailaba entre ondas de agua que simulaban ser un río. Sus orejas no paraban de resonar. Gruñía como un animal sin notarlo mientras repartía tajos de un lado a otro.

Repentinamente, una explosión de energía vibró por toda su piel. Todos quedaron quietos en su lugar, ni los goblins ni los trasgos se atrevían a mover un músculo. Catriel miró de reojo haca un costado, encontrándose con tres zorros de gran tamaño dando vueltas alrededor de un ser encorvado.

Gruñidos amenazantes sonaban desde ese lugar. La figura encapuchada mantenía sus manos alzadas, apenas moviendo los dedos. Un cántico comenzó a emerger de la garganta del encapuchado. Catriel sintió somnolencia, la misma que sentía cuando Tao Wu estaba cerca.

¡CLIIIN!

El sonido agudo le despertó para ver al Malvado de la confusión e ignorancia. Avanzaba desde más allá del Bosque de los Herederos con sus pesadas zarpas. Los ojos rojos brillando a pesar de ser pleno día. Sus dos bocas parecían sonreír mostrando todos los colmillos. La cola de tigre iba de un lado a otro con cada paso.

Magnolia de agua —gruñó al reconocerlo. Catriel sentía esa sensación de estar flotando de cuando era niño y sus profesores le explicaban conceptos que no le terminaban de cerrar. Sin notarlo, bajó la lanza y todo los bordes de su visión se volvieron borrosos.

«Catriel... ¡Catriel!... ¡CATRIEL!» gritaba una voz en su mente, provocando un dolor de cabeza insoportable. Un quejido se escapó de sus labios. «¡Maldito seas, Catriel!» exclamó la misma voz y un dolor en su brazo le hizo abrir los ojos. «¡Despierta y pelea como un hombre!»

Todo volvía a la normalidad, pero iba demasiado lento. Apoyándose en su arma, procuró recuperar el equilibrio. «Si serás lento. ¡Qué te muevas, pedazo de porquería, antes de ser comida para Tao Wu!», volvió a gritar la voz. Recién entonces el joven notó al horrible ser saltando sobre él. No iba a poder esquivarlo del todo, a pesar de ello, saltó hacia un costado percibiendo arder su pantorrilla. Siseando de dolor vio la marca de las garras superficiales.

Alzó la mirada y se chocó con los ojos del monstruo. Ambos rugieron y Catriel hizo desaparecer su lanza, quedando en iguales condiciones de pelea. Se enzarzaron en un duelo donde ambos rodaban por el suelo, evitando los ataques del otro.

—Quédate quieto, minino de cuarta —bufó Catriel una vez que quedó enganchado en la espalda de Tao Wu. El monstruo se movía como un caballo en plena doma. Catriel tenía que agarrarse de los flancos para mantenerse en el lomo.

Enloqueciendo, el híbrido se lanzó contra un árbol. Catriel, aterrado, agarró la cabeza del ser y la torció bruscamente, sintiendo un crujir escalofriante entre sus dedos. Tao Wu no iba a morir completamente, pero ya no era posible mover ese cuerpo. De golpe, el suelo se acercó demasiado y su pierna quedó atrapada bajo el muerto.

Su mente estaba en blanco, creía que podría descansar un momento, cuando sintió cómo unos pesados pies se acercaban a donde estaba. No tenía más fuerzas para empujar al obstáculo, y su pierna apenas le respondía. Apretando los dientes, hizo el inútil esfuerzo de apartarlo. Los pies se acercaban más. El cuerpo no cedía. Un chillido de puerco le hizo saber qué era su preocupación, un campeón goblin. Girando la cabeza, lo vio: cuerpo musculoso, un hacha en las manos, dientes torcidos y podridos, un atuendo más sofisticado que el simple y común taparrabos.

—¡Diablos! —gruñó empujando más el cuerpo. La sombra del campeón empezó a taparle y sintió aquél frío tan conocido y temido. Sus ojos se abrieron de terror, esperando el golpe. Para su sorpresa, nunca llegó, sino otro ser se interpuso, recibiendo el ataque.

Catriel vio todo con horror. Cerca de él, Zhang, con su barba manchada de sangre y fluidos verdes, le daba una sonrisa roja para luego caer al suelo.

Por todo el lugar resonó un grito. En su espalda, la marca del Clan empezó a brillar como si fuese un pequeño sol. De una patada se sacó el cuerpo de Tao Wu y agarró su lanza a la vez que comenzaba a atacar al goblin junto con Chang.

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