Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1

Catania la Súcubo

Llevaba dos semanas de viaje. Había tomado el camino que tardaba un poco más, pues no quería aparecer de malhumor. Leónidas, su montura, mantenía un paso tranquilo. En circunstancias diferentes, Maylin se fijaría en los paisajes a su alrededor. Todo lo que les rodeaba tenía un aspecto como salido de un cuento de hadas.

La joven iba tan centrada en sí misma que no percibió un ruido. El qilin, un poco más atento, levantó sus orejas en alerta. A pesar de ello, la jinete le hizo continuar. El animal, viendo que no le quedaba otra, avanzó con cautela por el sendero.

Otra vez se oyó el mismo sonido. Ésta vez, Leónidas se detuvo y agachó la cabeza temeroso. Maylin, prestando atención a la extraña reacción, también comenzó a observar su entorno. Sus ojos y oídos estaban tan atentos como los de Leónidas. El corazón se le empezó a acelerar repentinamente. Todo su cuerpo reaccionó como si se prendiera una hoguera dentro de ella. Se mordió el labio para controlarse un poco.

¡FUS!

Más ramas se agitaron, aunque no había ni un poco de viento. El cuerpo entero de Maylin se tensó. Nerviosa, rogó que no fuesen unos malditos goblins. Aquello, en realidad, era improbable, pues aún había mucha luz para ellos. Temblando como gelatina, desenfundó algunas dagas que llevaba entre sus ropas.

—Vaya, vaya —dijo una voz femenina. Maylin giró la cabeza en todas las direcciones buscando a la dueña—. ¿Quién diría que encontraría comida por aquí?

Otro sonido entre las hojas a la derecha. Sin mirar mucho, Maylin lanzó las dagas hacia allí. Una risita le hizo suponer que no le había dado al blanco. En efecto, cuando apareció una mujer frente a ella, no vio ni una gota de sangre.

—Niña, no está bien lanzar dagas a desconocidos —dijo la mujer entre risitas—. Vamos a darte un castigo por ello —continuó y el cuerpo de Maylin se sintió frustrado—. Deberías saber que no se enoja a un yraa, menos si éste tiene hambre.

La palabra yraa quedó resonando en la mente de la joven. Mordiendo su labio hasta que el dolor le despejó la razón, se obligó a enfrentar a la desconocida. Leónidas, debajo de ella, estaba más quieto que una estatua.

—A mí me parece que te sobra confianza —dijo Maylin desmontando. No planeaba atacar a la extraña, pero estaba más que convencida de salir corriendo sola. De todas formas, nunca le había terminado de agradar Leónidas—. ¿Atacar a una mujer armada hasta los dientes en un bosque? Sé más creativa, monstruo.

—No estás mejor que yo. Somos iguales —habló la mujer de pelo rubio mientras empezaba a caminar al rededor de la otra—. Confiadas, orgullosas, caprichosas... Tenemos mucho en común. Una pena que deba matarte para cumplir mi sueño —continuó chasqueando la lengua y fingiendo pesar al decirlo. Las manos de Maylin apretaron más las dagas.

—No sé de qué hablas. Yo soy alguien respetable, tú no —escupió.

—Oh. Qué extraño entonces. Si tú eres mejor que yo, ¿por qué no eres una de las tantas magnolias? —dijo mostrando sus dientes al mencionar la pregunta.

—Hay alguien igual de bueno que yo como candidato —contestó tensa. La carcajada de la Aria fue más que audible. Maylin apretó aún más las armas.

—Escucha cariño, yo soy tu rival, Catania la Súcubo. No hay ser que se resista a mí, pero los Dragones son otra historia —dijo secándose una lágrima que se le había escapado con la risa. La mente de la Húlú quedó en blanco ante la información—. Ahora que sabes contra qué compites, dame el placer de aniquilarte.

Ni bien terminó de decir aquello, alas de murciélago con huesos afilados salieron de su espalda. Maylin lanzó rápidamente la segunda daga hacia la cabeza de Catania. El objetivo del arma se movió rápido hacia un costado. Sin poder creer lo que estaba pasando, sintió como Leónidas se ponía de pie y comenzaba a correr hacia la dirección opuesta. Luego de un movimiento de hojas del suelo, Catania estaba sobre Leónidas. Un parpadeo de Maylin y se encontró con el qilin moribundo y al yraa llena de sangre.

Se sintió palidecer. Levantó el filo de la última daga que tenía. Temblaba y se sentía sudar más que antes. Maylin se lamentó el no haber llevado su Símbolo. Una parte de ella se sintió culpable por la muerte de Leónidas. La rubia Aria se volvió hacia ella y sonrió con todos sus dientes rojos. Tragando grueso, Maylin tanteó su pantalón en busca de una última arma arrojadiza que tenía.

—Te propongo algo —dijo repentinamente Catania. Maylin se esforzó por no mover ni sus párpados ante la sorpresa—. Tú mueres y yo me convierto en una magnolia hoy. Descuida, con que te suicides es suficiente —continuó Catania.

Maylin sintió cómo su cuerpo se tensaba. Sus dedos ya le dolían por la fuerza con la que sujetaba sus armas.

—No me subestimes, soy la hija y heredera del líder del Clan Húlújīng —gruñó Maylin—. Soy la mejor luchadora del Clan, jamás he perdido una pelea.

Catania soltó una carcajada ante ello. Con horror, Maylin vio como los dientes de la Aria se volvían aun más afilados que los de un tigre.

—Bien, un plato fuerte. Disfrutaré de comer tu carne junto a la del bicho raro —dijo y saltó hacia ella. Maylin lo observó todo en cámara lenta. Tenía tiempo de más... Una cruel mentira de su mente, pero aprovecharía esa adrenalina. Apenas viendo hacia donde apuntaba, lanzó ambas dagas. Ni bien las armas salieron de sus dedos, se lanzó hacia un costado de un salto. Cuando cayó en el suelo, ya no sintió que todo fuese lento.

El grito de dolor de Catania llegó a sus oídos. No se atrevió a mirar, como pudo se puso de pie y comenzó a correr en dirección a su hogar. Al pasar por el costado de su atacante, un golpe en su espalda le hizo comer tierra y ver las estrellas.

Rodando para poder respirar, sintió cómo caía sobre ella un cuerpo. Abrió los ojos y un escalofrío le recorrió la espalda. Los ojos de Catania se veían despiadados. Tenía la expresión que Maylin llamaba "demencia asesina". Ella dijo algo que Maylin no comprendió, su mente estaba enfocada en los dientes que se iban a encajar en su cuerpo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro