Lugares
Mi pelo volvió a ser nueva y completamente rojo.
Me costó todas las vacaciones de navidad y unas semanas después pero al fin me había decidido a seguir portando este color que tan vivo y llamativo me hacía sentir, como si fuera una flor sonriente.
En cuanto a algún cambio fuera de la rutina, todo había continuado de forma tranquila. Las navidades pasaron, estuve cenando en casa de mi madre por año nuevo y el semestre retomó el relevo donde lo había dejado tras los primeros exámenes –en los que debía admitir que me había visto bastante ágil– y ahora ya entrábamos sobre la aún tierra helada de febrero.
¿La novedad? Ya no estábamos en Corea.
Fue pura sorpresa, como un regalo para todos aquellos que nos habíamos estado esforzando en nuestros estudios. Un día estábamos acostados en nuestras camas viendo la tele o leyendo cualquier chorrada en Internet y a la mañana siguiente nuestros pies se introducían en terreno europeo.
No sé exactamente cómo aquel proyecto surgió o llegó a los oídos del profesorado pero, por lo que habían explicado, habría una conferencia científica en Barcelona para principios de febrero y nuestro profesor de física, osea Jimin, se había ofrecido a llevarnos y pasar en aquella ciudad unos días para asistir a la charla y "despejarnos en el retorno a clases". Así lo habían comentado y nadie se opuso a la idea.
Por ello, hacía apenas una o dos horas que pudimos caminar por las calles de Barcelona y respirar esas partículas saladas que se mantenían estáticas en el aire, como si estuvieran congeladas. Y con razón, porque la temperatura máxima aquí era de 15ºC en aquel mes.
Al rededor de unas treinta personas tomamos un autobús en el aeropuerto para dirigirnos a lo que sería nuestro alojamiento por cinco días y cuatro noches. Incluso si la entrada a la Casa Barcelo Camp Nou Hostel se encontraba en una calle cualquiera en los órganos de la ciudad, el interior no tenía nada que ver.
Antes de viajar, los profesores al cargo se encargaron de organizar la distribución de habitaciones, la provisión de alimentos y el sustento para el turismo. Nos dejaron que eligiéramos entre nosotros con quién queríamos compartir cuarto, podían ser grupos mixtos de hasta dieciséis personas. Imaginad, ¡más de diez personas en una sola habitación! Por eso mismo Taehyung, Bambam, Chaerin y yo dormiríamos en una habitación para cuatro con un baño propio, mientras que el resto de actividades –cocina, lavandería y ocio– lo repartiríamos en el resto de instalaciones que poseía el hostal.
Al entrar vimos la cocina, el patio comunitario con sillones de mimbre y cogines de colores y la sala de lavado antes de acceder a un cuarto no especialmente grande donde había dos literas a los lados, una gran ventana al final y la puerta del aseo a mano izquierda. Hubiera sido perfecto tener un armario empotrado en alguna pared donde guardar nuestras cosas pero, en su lugar, cerca de la recepción habían instalados unos casilleros con el numero de litera que te tocaba para guardar las maletas y bolsas.
Desde el primer momento supe que aquel hecho me traería la ruina. Cómo por atracción magnética, mis ojos cayeron en una máquina dispensadora de refrescos y snacks típicos de la zona que me moría por probar, y el trayecto de la habitación a las taquillas era la excusa perfecta para gastar los billetes europeos que nos entregaron en ellos.
—¿Cómo dormiremos?— cuestionó Taehyung.
Los cuatro integrantes que estaríamos en la habitación 013 nos encontrábamos igual de curiosos y expectantes por cómo se desarrollaría la excursión. A mi lado, Chaerin agarraba el mango de una maleta gris donde había pegados sellos y dibujos de los distintos países del mundo donde tuvo que viajar por el trabajo de sus progenitores. Sus ojos me miraron. Supongo que en ese momento debía lucir como un niño pequeño tan emocionado que ella soltó una pequeña risita y se adentro en la habitación.
—Jungkook y yo nos quedaremos con una de las literas y, vosotros, con la otra, ¿Está bien?— se sentó en uno de los colchones, observando la vereda a través del ventanal.
Si el aspecto físico de los transeúntes era diferente al nuestro, su idioma y costumbres lo eran aún más. Los españoles veían el contacto físico como algo rutinario. Se saludaban con dos besos, apretones de manos o abrazos casuales. En Corea todo aquello era impensable al menos que fueras muy cercano con tus amigos o lo hicieras con tu pareja. Parecían pertenecer a un mundo extraño, pero más libre. Me encantaba.
La primera noche nos pilló desprevenidos y tuvimos que levantarnos a pedir unas cobijas en recepción de lo fuerte que agitaba el frío incluso en el interior. Como era previsible, de aquel primer viaje por el hostal rescaté una bolsa de Doritos de la máquina dispensadora.
Ya al amanecer los profesores que vinieron en el viaje nos levantaron temprano para hacer un recorrido por la ciudad antes del comienzo de la conferencia. Nos dejaron tomar una ducha rápida mientras otros cuartos se preparaban el desayuno en la cocina o hacían algún que otro trabajo que les había mandado su docente a cargo en el jardín. Claramente, los abrigos y chaquetas hicieron falta durante todo el paseo recorriendo las calles españolas grafiteadas con aerosoles y adornadas con farolas y bancos por doquier.
A pesar de que hacía frío, ver a Jimin con un gorro de lana y un gran abrigo cubriéndole hasta la barbilla me calentó por dentro. Había pasado a la siguiente etapa que todo enamorado sufre después de la negación rotunda: el latido silencioso. Eso quería decir que todo el amor y cariño que profanaran mis ojos se quedaría como un secreto del que Jimin nunca sabría. Una tortura complaciente, vamos.
Dándole miradas de reojo al rubio de vez en cuando y acompañando las risas de Taehyung y Bambam cuando las gafas del docente se empañaban al soltar el vaho entre sus labios, visitamos varios lugares. El Parque Güell me hizo saber que el arte no se encuentra solo en lienzos o esculturas, sino también en edificios, plantas o pequeños azulejos que, adheridos a una forma recubierta de cemento, pueden dar vida tanto a animales como las lagartijas, como a castillos que parecen mágicos. Quedé encantado y con menos espacio en la galería de mi teléfono.
A eso de las 12 a.m. tomamos rumbo al MWC Barcelona. Me hubiera parecido el edificio más increíble si minutos atrás la Sagrada Familia no se hubiera quedado grabada en mi retina para toda la vida. Entramos en el rascacielos donde nos informaron que iba a dar lugar la charla. No hubo problemas en tomar asiento puesto que nos concentraron en un amplio lugar preparado especialmente para esa clase de eventos y el hecho de que fuéramos más de treinta personas no impuso demasiado problema. Pero a pesar de que había asientos de sobra, Chaerin se sentó al lado de Taehyung, un tanto alejada de mí.
Si en el avión no nos quedó más remedio que compartir asientos y hacer ver como que nada había cambiado, ella aún seguía molesta por mis mentiras. Y que Jimin eligiera el asiento justo a mi lado también debió de desagradarle. Lo noté en sus ojos. La mecha que corría un riesgo atroz de prenderse hasta hacerla saltar y derrumbar todo lo que estuviera a su alcance. Era consciente de que la situación la mantenía en la cuerda floja, pero no es mentira cuando digo que me hubiera gustado que aquel día Jimin se hubiera olvidado de nuestra clase y no hubiese aparecido por mi departamento.
Era un pensamiento cruel de mi parte, porque eso significaba que mi decisión habría sido seguir mintiendo a mi mejor amiga hasta encontrar un punto intermedio y confesarle todo. Aunque, por más que deseara cualquiera cosa, no existía el retorno en el tiempo y sólo me quedaba arrepentirme y rogarle a Chaerin por que me perdonara algún día.
—Hey, ¿Todo bien?— la voz susurrante del rubio me devolvió al presente cuando el evento estaba a punto de comenzar.
La iluminación en la sala disminuyó levemente con un foco central que apuntaba al escenario en el final del lugar y un equipo de personas se encontraba preparando la presentación en el ordenador para asegurar todo. Giré mi rostro disimuladamente, mirándolo de costado.
—Sí, todo bien.
—¿Estás seguro?— asentí, e inconscientemente me ladeé para observar a Chaerin de reojo, percatándome de que ella también nos miraba hasta que fijó su vista al frente—. ¿Aún no habéis podido arreglar las cosas?
Me maldije a mi mismo por lo transparente y abierto que era todo mi ser con él.
—No, no todavía— me relamí los labios—. ¿Tú que harías en mi lugar?
—Bueno, no sé todos los detalles de porqué estáis así, pero está claro que hay algo escondido que uno sabe y el otro solo puede suponer —lo miré confundido. Cada día tenía más claro que su manera de plantear las cosas se salía del límite de lo normal—. Me refiero a que tienes que hablar con ella y explicarle tú versión para que no malinterprete nada. —Continuó y me regaló una leve sonrisa antes de que un hombre en el escenario pidiera nuestra atención.
Le di vueltas a sus palabras durante toda la conferencia. No me enteré de mucho de lo que aquel hombre exponía sobre teorías de la relatividad y las fuerzas, pero debió de ser interesante para aquellos que sí entendían del asunto porque Jimin salió encantado, esperando por volver a la segunda parte al día siguiente.
Cuando todos decidimos almorzar en un restaurante típico de Cataluña, mi amiga se ofreció voluntaria a habar aquel idioma y organizar las cosas para que todos pudiéramos comer y beber.
—Gracias. —Le dije, recibiendo el refresco que había pedido.
—No hay de que. —Me miró en silencio, para darse la vuelta y dirigirse a otras mesas, sirviendo a los ruidosos y alegres estudiantes.
La vi caminar con prisa de una mesa a otra, sonriendo y preguntando quién había ordenado cada plato. Su acento en castellano me produjo una sensación burbujeante en el estomago, porque era admirable ver a una persona que había trabajado muy duro en aprender algo hacer uso de sus conocimientos. Me encantó compartir con ella un pedazo de la carne con verduras que había pedido y recibir una cucharada de su estofado que me calentó el paladar al igual que el cuerpo entero. Incluso si ver a Chaerin ser amable y servicial con todo el mundo me hacía pensar que todo estaba bien, una parte de mí sabía que no estaba disfrutando estar allí.
—Déjame ayudarte a recoger los platos. —Antes de que pudiera negarse, ya me encontraba levantándome de mi asiento.
Observé como su labio inferior era oprimido por sus dientes y entonces se perdía por el local para entregar las vasijas usadas. En el momento en el que su pequeña figura corporal regresó a mi campo de visión llevando una mirada triste que le hacía observar el suelo, corrí hasta su lado y la estreché entre mis brazos.
—Jungkook, ¿Qué...?
—Siento haberte ocultado cosas. Tenía miedo, mucho miedo de que tu relación con Jimin cambiara porque obviamente es nuestro profesor y el hecho de que también sea la persona a la que amé cuando era un niño era difícil para mí y no supe manejar las cosas como un adulto racional, entonces la cagué y no quería estropear las cosas entre nosotros, pero ya era demasiado tarde para-
—Hey, hey, respira, Rayo McQueen— sus palabras vinieron seguidas de una risita que me hizo recuperar la esperanza.
—Lo que quiero decir es: siento no haber sido sincero contigo desde el principio, Chae.
Sus ojos castaños me observaron fijamente.
—Sé que lo sientes, Kookie —murmuró—, tan solo quiero que me prometas que nunca más volverás a mentirme.
—No lo haré. Nunca.
Sus brazos me rodearon con fuerza antes de que su cabeza se pegara a mi pecho, haciendo de ese gesto el punto y aparte que nuestra relación había necesitado des hacía unas semanas. Le correspondí el gesto, no pensando en nada pero sintiendo todo. De todo se aprende, incluso de las peores cosas se extrae siempre una lección. Yo me di cuenta de que romper la confianza de alguien a quien le importas es igual que derruir un pilar que va a sostener un edificio que no tiene equilibrio apenas; algo totalmente estúpido.
Terminamos la conversación y regresamos con los demás que habían estado ajenos a la escena a unos metros de distancia. Tal vez no debí, pero lo primero que hice al entrar fue buscar a Jimin con la mirada y sentir mi mundo revolverse cuando me sonrió orgullso al percatarse de la situación. Era imposible. Totalmente impensable que alguien tan apuesto y perfecto como Park Jimin terminara queriendo a alguien como yo, y tenía más que claro que nuestra situación como alumno y profesor tan solo añadía una capa de hormigón más a la gruesa puerta que yo debería atravesar para poder estar al mismo nivel que él.
Era todo tan desesperante.
Sin embargo, no permití que el revuelo de sentimientos me abrumada y seguí actuando con normalidad los siguientes días. Hicimos turismo en grupo, visitamos lugares que a algún arquitecto aburrido debió de ocurrírsele y decidió exponer el proyecto, porque a veces el aburrimiento puede ser el detonante de un millón y medio de ingenios. También tuvimos que redactar informes sobre la conferencia que más tarde les entregaríamos a nuestros profesores. Y, ya en el tercer día de de cinco, los estudiantes de otras clases comenzaron a agruparse en diversas habitaciones para jugar los típicos juegos que todos alguna vez hemos hecho cuando vamos de fiesta o a algún sitio con varias personas.
—Convénceme de no darme la vuelta en este mismo momento— inquieto por si algún profesor pasaba por allí y nos pillaba, Taehyung no dejaba de quejarse mientras nos deslizábamos entre los corredores hacia las habitaciones de mayor número de integrantes.
Un chico que había conocido junto a Chaerin en una de las fiestas el año anterior nos invitó a unirnos a las actividades nocturnas que habían planeado. No sabía exactamente cómo pero, por lo que había escuchado, tenían alcohol y una gran cantidad de snacks. Yo claramente venía por la comida.
—Vamos, Taehyung, tan solo jugaremos un rato antes de irnos a dormir, lo prometo— Chaerin intervino y llamó a la puerta.
Ni medio minuto había pasado cuando ya estábamos todos dentro, conformando un gran círculo al rededor de la bebida y las bolsas de snacks.
—Bien, ¿Qué queréis jugar primero?— habló una chica rubia.
A mi lado, Caín Miller, un alumno de intercambio al que conocía tan solo de vista, sonrió ampliamente.
—¿Qué pensáis de "verdad o reto"?— sugirió aquel clásico que no pasaba de moda—. Y quien no quiera responder o hacer el reto, tendrá que beber un shot.
—Me gusta, hagamos eso. —Opiné.
—Comienzo yo— habiendo permanecido en silencio hasta el momento, Chaerin habló. Sus ojos recorrieron cada una de las caras de los presentes hasta que las comisuras de sus labios se alzaron, eligiendo a su víctima—. Bambam, ¿Verdad o reto?
—¿Reto...? No, verdad— todos soltamos una pequeña risa por lo indeciso e inocente que lucía.
—Dinos el regalo de navidad más raro que hayas recibido.
El castaño no tuvo que pensarlo demasiado antes de responder:
—Ropa interior de Bob esponja.
—Espera, ¿Qué?— otra vez risas.
—Sí, lo peor es que por ese entonces creía en el milagro de la navidad y me pasé los años siguientes llamando "pervertido" a Papá Noel.
Casi sin poder contenernos, la habitación se llenó de un estallido de carcajadas.
—¡Bajad la voz o nos oirán los profesores!— alguien dijo.
El juego continuó tranquilo por los próximos minutos. Los presentes elegían víctimas y hacían preguntas que aseguraban las risas. Yo por ejemplo tuve que bailar con una de las chicas una coreografía infantil que nos tomamos como algo personal y entonces dimos todo de nosotros para hacer los pasos bien. Cuando las botellas ya habían disminuido considerablemente y las bolsas de snacks estaban casi vacías, alguien llamó a la puerta.
—Sera Hea-sun, me había dicho que tal vez se pasaría— Caín abandonó el círculo en dirección a la entrada.
Lo que nadie esperaba era que tras el llamado en la puerta se encontrara un profesor. Más específico, Jimin, al que Caín no le quedó más remedio que dejar entrar si no quería un suspenso.
—Saben que el hostal tiene un toque de queda a las 11 p.m. y que se supone que deberían estar en sus cuartos, ¿Verdad?
—¡Sr. Park! ¿Qué le trae por aquí?— un chico pelirrojo trató de ocultar el motivo por el que había una pila de botellas en el centro de la sala, recibiendo una mala mirada del profesor—. Por favor, no nos regañe, tan solo pasábamos el rato.
—¿Con ron y Lay's?— se acomodó los lentes—, hay mejores formas de divertirse.
—Lo sabemos, pero no pudiendo ir a ningún lado y teniendo que estar en silencio, las opciones se reducen— intervino la muchacha con la que bailé, visiblemente apenada.
En el momento en el que vimos a Jimin entrar todos dimos por sentado que el juego se terminaría y tendríamos que regresar a nuestros respectivos cuartos, tal vez con una penalización en nuestras notas. El silencio de la habitación llegó a su fin cuando el rubio soltó un suspiro y se frotó la nuca con cansancio.
—Mientras no hagan mucho ruido y estén con la supervisión de algún responsable, supongo que podrían seguir un rato más— caminó hacia el círculo de personas, más concretamente hacia donde estábamos Taehyung y yo, y se sentó en medio.
De un momento para otro, una oleada de halagos al docente y sonrisas inundó el lugar, alterando por completo al recién llegado que nos miró con pánico, pidiéndonos que guardamos silencio.
—Bien, ¿Por donde íbamos?— dijo Seug-gi, una chica morena y de pelo corto.
—Su-rin iba a hacer twerking mientras hace el pino— respondió un muchacho que se llamaba Seok-nim pero era conocido como Jack.
El juego siguió desarrollándose sin problema. La única diferencia era que ahora mi corazón se aceleraba cada vez que la rodilla de Jimin rozaba contra la mía o me regalaba una sonrisa alegre. Fue él mismo quien, a tan solo unos turnos después de que hubiera llegado, le tocaba responder una pregunta.
—¿Está usted casado o tiene pareja, Sr. Park?— Seug-gi le preguntó en un tono coqueto que consiguió revolverme el estómago.
—¿Qué pasaría si no quisiera responder?— preguntó.
—Tendría que tomarse un shot de vodka, ya no nos queda ron.
Sin que nos hubiésemos dado cuenta, todos guardamos silencio esperando por una respuesta o una reacción del docente. Intenté no verme afectado, aunque sentía que en los siguientes segundos podrían decidirse muchas cosas. Si Jimin respondía que sí, yo no tendría nada que hacer. Si su respuesta era que no, nada aseguraba que se fijará en mí ni mucho menos. Si, por el contrario, él decidía beber, entonces tomaría la decisión de no verle más con esos ojos, porque aquello podría significar muchas cosas y yo ya no tenía el corazón para estar jugando.
—No, no tengo pareja— en ese mismo momento, pareció como si todo el aire contenido en mis pulmones se expulsara al exterior.
—Wow, que tensión de pronto— Jack se río para después sonreí—. Sigamos, ¿A quién le toca?
—A ti. Jack, ¿Verdad o reto?— pidió Caín.
—Reto.
—Te reto a que beses a Jungkook... con lengua— sus labios se curvaron en una amplia sonrisa cuando la inminente sorpresa en el rostro de Jack salió a flote.
Por si aún no se sabía, Jack era la otra persona gay en el grupo a parte de mí.
—Si Jungkook no tiene ningún problema, claro— añadió el creador del reto.
Y al decir eso, reparé en varias cosas que hasta ese momento había dejado pasar. Como si pequeñas piedras que en solitario eran insignificantes, al agruparse en un mismo saco llegaran a crear un peso importante.
La mirada de Chaerin fue una de ellas. Me conocía, y yo nunca tenía problema en acceder a aquel tipo de peticiones. Pero si me negaba, sospecharía de mis sentimientos por el rubio y aquello detonaría en otra discusión, lo sabía. Taehyung por otro lado me miraba fijamente, sin expresión, parecía haberse desconectado del juego en cuanto el reto salió a la luz. Jack y el resto esperaban por una respuesta que tardaría un poco en llegar porque, vamos, comparando las distintas formas en las que aquellos pares de ojos se posaban en mí, los de Jimin me estaban atravesando como estacas.
No lo miraba, pero podía notar la sutil pero penetrante intensidad a mi izquierda que disimulaba tranquilidad tomando de uno de los snacks. O tal vez no disimulaba nada y en verdad no le importaba en absoluto que me besara con otro hombre frente a él. Con aquella idea, mi corazón se contraía tan solo de pensarlo.
De cualquier forma, me encontraba bajo presión y sabía que debía hablar pronto.
—Por mí está bien. —Tan solo era un juego, ¿No?
La tensión disminuyó, o más bien aumentó solo que nadie parecía notarlo cuando todos empezaron a animar a Jack a que tomara la iniciativa.
—Esperad, esperad —rogó —. No es que no quiera, pero no puedo hacerlo.
—¿Qué? ¡Venga, vamos, no seas aguafiestas! Jungkook ya ha dicho que sí, ¿Qué problema hay?— preguntó Caín.
—No es nada personal contigo, Jk— Jack llamaba así—, pero ahora tengo novio, no puedo ir besando a otros, lo siento.
Siendo sincero, me sentí plenamente aliviado cuando dijo aquello y el resto lo molestó por un rato más hasta que dejaron pasar el tema y siguieron jugando. Lástima que dos rondas después el alcohol se había acabado y Jimin nos mandó ya a cada uno a su habitación correspondiente. Se aseguró de que recogiéramos y nos amenazó con quedarse rondando por el pasillo por si se nos ocurría salir. Habiendo hecho una parada en la máquina expendedora antes de regresar a la 013, Jimin nos acompañó hasta la puerta.
—Buenas noches— nos dijo, y aunque su tono de voz sonó como normalmente, noté como sus ojos brillaban cansados tras las gafas.
—Buenas noches, hermano.
—Hasta mañana. —Le respondieron Taehyung y Bambam antes de entrar al cuarto.
Nos quedamos los dos solos puesto que Chaerin se había adelantado y ya estaba acostada en la litera.
Terminé mirándolo, sabiendo que si la forma en la que lo hacía estaba mal, yo no podría evitar cumplir condena por seguir haciéndolo. Había preguntas en mi cabeza de las que solo él tenía las respuesta. ¿Qué habría pasado si terminaba cumpliendo el reto con Jack? ¿Cómo me habrían mirado esos ojos avellanas después de besarme con otro? ¿Estarían decepcionados? ¿Asqueados? ¿O tan solo se mostrarían indiferentes como aquella vez en la que se me partió el corazón?
Creí que había cambiado, pero en realidad seguía siendo la misma persona que sin importar el daño, seguía dejándose caer en los brazos equivocados. Repitiendo un nombre que nunca pronunciaría el mío. Buscando un "nosotros" donde solo cabía lugar a un "tú y tu", porque tenía la sensación de que el "yo" nunca entraría en aquella ecuación. No si se trataba de mí.
—Buenas noches, Jungkook.
—Buenas noches.
Y todo aquello era una mierda.
Gracias por leer! Nos vemos pronto :)
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