dos
¿Cómo es que la vida le había cambiado tanto en apenas tres días? JungKook; quien era alguien con poca batería social, ahora vivía con otro ser más pegado a él constantemente; literalmente, y no sabía qué era más cansado, aguantar la energía del hada todas las horas o la situación anterior de no saber de donde provenían los misterios de su hogar.
Tae le acompañaba cada día a la universidad, siempre estaba revoloteando a su alrededor, durmiéndose encima de su cabeza u hombro, a veces jugueteaba intentándole quitar la pluma con la que escribía; o también de repente desaparecía para darse un paseo por el precioso jardín del edificio.
Obviamente también le acompañaba al cine a trabajar; y esas horas eran terriblemente tediosas para el de cabellos turquesas. JungKook no le solía prestar atención y eso le agotaba, no tenía con quien hablar, pero tampoco quería quedarse solo en el departamento.
Por suerte era domingo, no había universidad y tampoco trabajo.
-- ¡Buenos días, JungKook-ah! -- Exclamó TaeHyung entrando en la habitación del nombrado con el tamaño de un humano. El azabache le había pedido que cada vez que llegase la hora de dormir, se fuera a la otra habitación que tenía libre; más aún mientras pareciera una persona normal, ya que le era extraño dormir con él mientras se encontrase así.
Lo que posiblemente el joven no supiera es que el hadita siempre aprovechaba cuando se quedaba dormido para volar y colarse por la ventana de su habitación, y así poder dormir con él, aunque fuera pequeñito.
¿Desde cuando él le haría caso a un humano? Obviamente no iba a empezar ahora a sus ciento veinte años.
-- Mosquito... quiero dormir más... -- Se quejó el pelinegro arrugando su nariz al sentir la claridad adueñarse de su habitación por culpa del de piel canela, quien estaba abriendo las persianas del lugar con una sonrisa de oreja a oreja.
Con incomodidad JungKook se giró, quedando boca abajo en el colchón; era domingo, y siempre este día los pasaba durmiendo todo el día ¿En serio ese hada se lo iba a impedir? -- Pero JungKook-ah ¡hoy hace un maravillosísimo día! -- Exclamó correteando hacia la cama, para tirarse abruptamente encima de esta hasta subirse en la espalda ajena. -- El sol brilla ¿no te apetece ir a jugar al bosque? --
-- ¿A dónde? ¿Me has visto cara de cervatillo? --
-- En realidad te pareces más a un conejito... -- Aseguró el mayor, soltando después una suave risa al imaginar al joven con orejas; en su imaginación se veía de lo más tierno. -- Vamos, vamos, si no te levantas te haré desaparecer tu laptop de la univers- --
Antes de poder terminar la amenaza Jeon giró su cuerpo, haciendo que el de TaeHyung también lo hiciera. El de cabellos turquesas se sorprendió al estar de repente tumbado boca arriba, con sus muñecas siendo apresadas con las fuertes manos del humano. Por alguna razón, a pesar de no conocer demasiado al chico, no le tenía miedo.
Los meses que estuvo allí sin que él supiera pudo comprobar que JungKook era un chico bueno, poco sociable, torpe; y que no sería capaz de hacerle daño a una mosca. -- No juegues con eso, hadita, mis cosas de la universidad no pueden desaparecer bajo ningún concepto ¿Entendido? -- Explicó con su ceño fruncido para parecer más intimidante; pero TaeHyung no podía parar de jugar ni un solo instante.
Con su dedo índice apuntó hacia la cabeza contraria; y en menos de dos segundos ya había allí una corona de flores amarillas decorando sus cabellos. -- Hice que despertases del todo. -- Celebró con una sonrisa rectangular que removía sentimientos dentro del cuerpo del universitario.
A él nunca un chico le había atraído, claro que había conocido a muchos que eran guapos y atractivos; pero jamás se había planteado algún tipo de atracción hacia ellos. Todo había cambiado al ver a TaeHyung con uno de sus propios pijamas y ese rostro angelical; aunque poco tuviera de ángel.
Con intención de no sonrojarse por seguir mirando aquel bello rostro, le soltó, saliendo inmediatamente de la habitación entre suspiros, quitándose la corona y tirándolo en el sofá por el camino. Convivir con ese bichito estaba siendo difícil, y lo peor es que no había manera de echarle porque volvería a entrar.
Ni cinco segundos había podido estar Jeon solo, que pronto ya tuvo de nuevo al hadita en su forma original de pie en su hombro, abrazada a su cuello. -- Tengo hambre, JungKook-ah. --
-- ¿Hambre? Pensé que las hadas no os alimentabais o si era así hacíais la fotosíntesis, estos días no me pediste nada de comida ¿Qué se supone que coméis? -- Preguntó mientras iba directo a la cocina.
-- No te pedí nada porque comemos mucho menos que los humanos, pero al cambiar de forma o usar hechizos gastamos más energía. Normalmente nos alimentamos una vez cada dos semanas, pero contigo ya medio hambre... vivir con JungKook es super divertido, hago muchas cosas. --
>> Eso es porque no te estás quieto... << pensó el joven rodando los ojos. -- Entonces ¿Qué es lo que quieres? No sé si tendré algo que te pueda gustar... --
-- A nosotros nos gusta mucho todos los productos naturales, frutas, verduras... --
Por suerte la dieta del chico se basaba en ese tipo de alimentos; solo había una objeción. -- Hoy es domingo, y hago la compra los lunes... queda muy poca cosa... -- Murmuró rebuscando en la alacena también por si había algo para desayunar aunque fuera; luego podrían ir a comprar.
Fue en ese momento que el de cabellos turquesas vio un tarro que se llevó toda su atención. -- ¡Oh, por las santas camelias! ¿Eso es miel? ¡Quiero miel! -- Exclamó señalando el bote; y bueno, con tal de que el hada parase de gritarle cerca de la oreja, JungKook se lo dio sin un pero.
Fue de esa manera como acabaron sentados en la mesa del comedor junto al gran ventanal por donde entraba el sol de lleno, el humano desayunando un bowl de frutas y el hada cucharadas de miel; robándole de vez en cuando algún trozo de rica fruta al contrario.
-- No sé como te puedes tomar la miel de esa manera... --
-- ¿ah? ¿No os gusta a ustedes tomarla así? Para las hadas la miel es un alimento riquísimo, nos encanta, pero pocas veces la tomamos porque odiamos robársela a las abejas; les tenemos respeto. -- Explicó, metiéndose otra cucharada en la boca. -- Es taaaan deliciosa. --
Solo de pensar lo dulce que debía de saber cucharada tras cucharada de miel, el joven arrugó la nariz negando con su cabeza. -- Nosotros la usamos como condimento o extra para otro alimento, pero no creo que haya alguien que coma solamente eso. Supongo que tendremos que ir al supermercado después... podemos ir a por otro bote si quieres. --
-- ¿De verdad? -- Preguntó, recibiendo inmediatamente un asentimiento de cabeza por parte ajena, lo que le hizo volver a tener una enorme sonrisa plasmada. -- ¡¡Bieeen!! -- Gritó con los brazos estirados.
En ese momento Kook pudo ver un montón de destellos brillar apenas un segundo alrededor de toda su cocina; pronto todos estos convirtiéndose en muchas flores. -- ¡TaeHyung! Debes de controlar tus impulsos. -- Pidió viendo todo el desastre de colores por todo el suelo, encimera y mesa.
-- Es la emoción, amargado humano. -- Se quejó el de piel canela, levantándose de su asiento para robarle un trozo de fresa al contrario antes de salir correteando por el pasillo; sabía que si se quedaba ahí un segundo más, el azabache le iba a mandar a limpiar; y se negaba a ser él el que tirase sus flores.
-- ¿Qué voy a hacer con él?... -- Murmuró para si mismo viendo todo el panorama en el entorno.
TaeHyung iba andando con una gran sonrisa junto al humano que había molestado durante tanto tiempo, este mismo le había obligado a ponerse ropas de su armario; él no entendía por qué no podía ir con su túnica de siempre, según Jeon la gente no iba a poder parar de mirarle.
Por eso llevaba un suéter color vainilla un par de tallas más grandes de la propia y unos pantalones de mezclillas holgados. El caso es que tampoco le daba mucho importancia a su vestuario, como hada cumplía dos características claves: saber que siempre se encontrará hermoso con lo que sea y además; ser demasiado curioso.
Así que se encontraba demasiado emocionado por algo tan común como ir al supermercado.
-- Mira qué de fruta... -- Murmuró con sus ojos brillantes al ver tantos colores ¡aquello era todo un manjar! Con intención de arrastrar al azabache se abrazo a su brazo mientras señalaba los diferentes estands. -- ¿Podemos llevarnos fruta? --
-- Sí, para mi son imprescindibles ¿hay algo que te guste en especial? -- Inquirió el joven, él atrapando enseguida una bolsa de manzanas y una cesta de fresas, siendo esta la excusa perfecta para separarse un poco del de piel canela.
Nunca había sido alguien demasiado sociable, por lo que el contacto físico no era algo con lo que estaba especialmente familiarizado. Sabía, o quería creer en el poco tiempo que llevaba conociendo a ese ser, que no iba con malas intenciones; pero aún así le hacía sentir un tanto incómodo... además, eran dos hombres, dos hombres en Corea. No era lo más común.
-- ¿Puedo echar un vistazo? --
-- Sí, claro, pero no te vayas muy lejos; si te pierdes si que vamos a tener un problema. --
Kim asintió con su cabecita antes de dar vueltecitas alrededor de los estands con fruta, había tanta variedad que le era complicado escoger algo en concreto... se veía todo tan brillante y de colores tan llamativos... -- Cerezas. -- Leyó en un cartel, y entonces le decidió.
Una vez más se dirigió hacia JungKook, quien estaba en el mismo sitio de antes pesando la fruta que había escogido. -- JungKook-ah, quiero cerezas, nunca antes las he probado. -- Pidió señalando con su dedo índice hacia donde se encontraban.
-- Bien ¿por qué no las has tomado? Podrías haberlas traído simplemente. --
-- No sé; quería que las escogieras tú para que las podamos comer los dos. -- Dijo para sonreírle suavemente, dejando de apuntar el lugar para llevar su mano hacia el cabello oscuro ajeno. -- Aún tienes pétalos de mis flores. -- Rió quitando estos.
Jeon volvió a quitar con suavidad la mano contraria de encima suyo. -- Eres un mosquito desastroso. -- Fue lo que dijo con tranquilidad antes de ir directo a por las cerezas.
-- No se puede ser agradable contigo, humano tonto. -- Se quejó en un lloriqueó yendo detrás de la amplia espalda del chico.
Las mejillas de dicho joven se encontraban apenas un poco pigmentadas por su rubor natural; de verdad que cada vez que tenía el rostro de TaeHyung cerca le era imposible mantenerse tranquilo. Las facciones de ese chico parecían haber hechas a consciencia en un lienzo y un pincel mágico; que bueno, seguramente no era algo muy alejado de la realidad, vete tú a saber como nacían las hadas.
Definitivamente el peliazul no se parecía a los demás jóvenes de su universidad, no tenían nada que ver.
Dejando salir un suspiro tomó la primera cesta de cerezas que le pareció de buen ver y al girar sobre sus talones para pesarlas, chocó abruptamente con el contrario; dándole con su mentón en la frente al mismo. -- Ouch, ouch, ouch... ¡JungKookie, me hiciste daño! Eres bien torpe. -- Se quejó, inmediatamente pellizcando las mejillas del susodicho con el ceño fruncido.
-- Eres tú el que vas pegado a mi como niño pequeño. --
-- Porque me dijiste que no me perdiera. -- Contraatacó sin dejar de pellizcar, con sus labios fruncidos ¿Qué le pasaba al humano que había adoptado? ¿Por qué tenía tan mal genio? Antes de que el azabache volviera a hacerlo por su cuenta, apartó sus manos del rostro ajeno, pasando a estar cruzado de brazos. -- Venga, haz la compra, me quedaré tan calladito como quieres, Jeon frustrado con la vida Gguk. -- Se quejó de forma infantil.
-- A ver si es verdad... -- Susurró el nombrado, pasando por alto el tonto apodo que había usado para dirigirse hacia a él. Odiaba discutir, e imaginaba que recriminarle algo al hada iba a durar bastantes minutos de "debate" intenso... porque así parecía ser él; demasiado intenso.
Como el peliturquesa prometió, se mantuvo callado andando detrás de los pasos del humano. Fueron unos minutos largos los cuales JungKook pudo disfrutar aunque fuera solo del suave bullicio de la gente hablando y la lejana musiquita que sonaba en los altavoces del supermercado.
Siendo bastante diferente a su experiencia, Tae miraba todo el rato la cabeza ajena; queriendo que le cayese ahora mismo un rayo desde el mismísimo cielo... pero no desearía en realidad algo como eso porque él mismo sabía cuán poderosa era la naturaleza. >> Me aburro mucho... << Es lo único que podía pensar en círculos, viendo cada una de las cosas que el más joven atrapaba para dejarlas en la cesta de la compra.
Entre ese sentimiento de aburrimiento y desesperación por seguir comportándose correctamente; fue que la luz al final del túnel se vio ¡ya estaban en la cola! Solo les quedaba esperar a que les cobrasen.
Y en eso se encontraron rápidamente, ambos chicos en silencio estaban metiendo los mandados en las bolsas reciclables que Tae le había pedido con la mirada al azabache usar. A decir verdad él no era alguien demasiado interesado en la naturaleza y lo que estaba pasando en el mundo; pero por la mirada que el hada le había echado, sabía que era mejor tomar estas, además, así las tendría para la próxima vez.
Estaba JungKook pagando a la trabajadora de la caja cuando en la de al lado, apenas unos cuatro metros separados de ellos, una madre estaba gritándole a su hijo pequeño, "pequeño", parecía ser un chico el cual estaba entrando en la adolescencia.
Por lo que ella exclamaba, le había dado su cartera; y por lo que fuera, él ya no la tenía. El chico juraba que eso no había pasado en ningún momento, él no había perdido la cartera de su madre; pero ella seguía gritando como si todo el mundo no estuviera mirándole, tan así fue que la señora acabó yéndose del establecimiento, dejando toda la compra allí sin pagar, sumado a su hijo en un llanto desconsolado.
El preadolescente no sabía siquiera donde meterse, era un chico tímido e introvertido, y su madre lo había dejado en evidencia delante de demasiadas personas, dejándole allí sin algún tipo de miramientos.
-- Tae, vámon- -- Estuvo a punto de decir JungKook cuando terminó de pagar lo suyo; fue entonces cuando se dio cuenta de que el de piel canela hacía segundos que no se encontraba a su lado, sino allí junto al otro joven. >> mierda. << pensó en seguida, estaba convencido de que el hada era capaz de mofarse del chico y divertirse molestándole.
Pero eso al parecer solo parece que pasaría en su imaginación.
Cuando tomó las bolsas con rapidez para detener la conversación entre ambos chicos se fijó en el rostro de Kim. Tenía ambas manos ocupadas en apartar las lágrimas del avergonzado y triste muchacho, que no sabía si apartar al bonito desconocido y salir corriendo; o quedarse unos segundos más allí disfrutando de las pequeñas caricias que por primera vez estaba recibiendo.
-- Vamos fuera, necesitas aire... -- habló a media voz el hada, dirigiéndose al más pequeño. -- JungKook ¿Puedes comprar agua? --
El nombrado se sorprendió ante el pedido, sintiéndose anonadado realmente cuando vio al mayor totalmente preocupado ¿Qué es lo que le afectaba tanto de ver a un adolescente desconocido llorar? -- Bien... pero lleva esto fuera contigo, no pudo entrar de nuevo con las bolsas. --
Así fue como Jeon tuvo que esperar de nuevo la cola con una botella en sus manos, después saliendo del sitio para encontrarse con los otros dos en la entrada del estacionamiento, sentados en la parada de bus. TaeHyung estaba hablando, mientras el menor asentía sorbiendo su nariz, aún soltando lágrimas. -- Toma, esto es tuyo... -- Dijo, extendiendo el agua.
-- G-gracias... -- Agradeció el chico con manos temblorosas; el joven de cabellos fantasía era de lo más dulce; pero ese otro le había dado un poco de miedo inevitablemente.
-- Se llama HyunKi ¿Cierto? -- Habló el mayor, enseguida el nombrado asintiendo con su cabeza mientras bebía agua. -- Su madre le dijo que fuera a su casa de cualquier manera, pero no con ella, así que le sugerí tomar un bus. --
Jeon asintió sin saber qué decir, no es como si fuera demasiado bueno dando ánimos, pero parecía que al contrario se le daba bastante bien. Para suerte del adolescente los horarios de los buses eran dinámicos, nunca tardaban más de siete minutos en llegar el siguiente.
Tae se preocupó en hablar un poco con él, sacándole sonrisas tímidas y monosílabos para responder; así hasta que el transporte público se hizo presente. -- ¡Ten un bonito día! -- Animó el mayor, no teniendo vergüenza en besar la frente contraria, tal y como lo había hecho días atrás con el humano con el que convivía.
Los dos azabaches abrieron sus ojos con sorpresa, el más bajo en seguida adquiriendo un sonrojo en todo su rostro. Un chico guapo bastante y mayor que él le había dado un beso, en la frente, pero un beso. Con prisa HyunSik hizo una reverencia y apretando su botellita se metió en el bus.
El hada movió su mano de lado a lado con una sonrisa despidiéndose de él a través de la ventana.
Más pronto que tarde, los dos jóvenes que ahora vivían juntos ya estaban de camino a su edificio, ambos cargando con las bolsas. Tae ya parecía más contento que en el supermercado; y realmente por primera vez era la curiosidad quien estaba comiendo el cuerpo del JungKook y no el de él.
El universitario miraba de reojo al sonriente hada, terminando por preguntar. -- ¿Por qué aquel beso? -- Inquirió con una voz suave.
-- Ya sabes, lo comprobaste, las hadas tenemos hechizos diferentes. Ese chico necesitaba tranquilidad, así que le ayudé a encontrarse un poquito mejor y rebajar su ansiedad. No sé si alguna vez lo viviste, pero que tu familia te trate de esa forma... que no les importe hacerte sentir así de miserable es... se siente feo. -- Contó, andando de manera infantil al estar jugando a no pisar las rayas de diferente color del suelo.
Por alguna razón el azabache sintió que aquello no era un simple pensamiento, sonaba demasiado personal, como si en realidad fuera una anécdota del mayor. -- TaeHyung, ¿Alguna v- --
Antes de que la pregunta pudiera ser recitada, el nombrado sabiendo perfectamente cuál sería la duda ajena, le interrumpió correteando un poco hasta ponerse frente a él, interponiéndose en su camino y acercando su rostro al otro. -- ¿Qué pasa Gguk? ¿Te pusiste celoso porque el besito no iba para ti? ¡Puedo darte otro si quieres! Pero HyunSik lo necesitaba ahora. --
Automáticamente la vergüenza invadió el cuerpo de Jeon, dejándose ver en sus mejillas y orejas. -- ¿Recuerdas el tarro de miel? Espero que lo hayas disfrutado, lo voy a tirar por la ventana. -- Se quejó acelerando el paso.
No supo qué escuchó con más claridad, si la risita del mayor o su propio corazón por culpa de sentirse avergonzado, tal y como se le estaba haciendo costumbre por su culpa.-- JungKookie~ ¡Ven aquí! No andes tan rápido. -- Llamó en medio de una pequeña carcajada; alegrándose de poder haber hecho que el ambiente no se volviera pesado entre ellos.
¡Hola, angelitos! Espero que hayáis disfrutado del capítulo, gracias por leer este minific, votar y comentar; son cosa que agradezco mucho mucho. <3 Os quiero, cuidadse mucho ¿Si?
Kissuu~~ 040222.
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