Capitulo 5 La condesa Momo
El viaje a la montaña sur estaba cada vez más cerca.
Izuku sentía como el aire se hacía más ligero y cálido a medida que disminuían de altura.
Pero Katsuki se mantuvo burlándose del pecoso desde hace un rato.
—¡Pfff! ¡JAJAJAJAJAJA! ¡NO ME JODAS! ¡¿ENSERIO TE ENAMORASTE DEL BASTARDO! —rio sosteniéndose el estómago, mientras Izuku lo miraba con un puchero.
—Ja ja sí, muy gracioso —exclamó molesto mientras aún escuchaba la risa del rubio a su lado
—¡PERO-¡ ¡PUFFF JAJAJAJA! —Entonces por fin sus carcajadas terminaron —. Pero ya, en serio, ¿Por qué?
El peliverde suspiró.
—Bueno él es bastante guapo y amable, es callado, algo aburrido, pero siempre sabía que decir cuando lo necesitabas.
—Admite que ese bastardo es un aburrido sin remedio ¿eso es tu tipo? —cuestionó con una sonrisa socarrona, el pecoso rodo los ojos sin notar la angustia reflejada en los rubies.
—No, pero las demás cualidades eran excelentes.
Izuku se mantuvo callado, recordando como una vez, sentado en el jardín leyendo, el príncipe se le acercó con una rosa roja en su mano.
El pecoso la tomo con delicadeza, rozando sus delicadas manos con las frías manos del príncipe. Este le susurro ‘’úsala como separador’’ y se mantuvo de pie a su lado, el peliverde estaba conmovido y un sonrojo junto a una sonrisa apareció en su rostro, aspirando el fresco aroma de la rosa. Después de agradecer por ella, el príncipe se mantuvo de pie a su lado observándolo mientras leía. El sonido de las aves cantando y de los árboles meciéndose fueron arrullando lentamente al príncipe que se sentó a su lado recargándose en su hombro durmiéndose de inmediato.
Izuku no podía con su emoción y su corazón desbocado, olfateo despacio el cabello blanquecino y rojo de su príncipe recordándole al suave arrollo.
Rato después el príncipe despertó encontrándose al pecoso dormido y dejándolo completamente solo.
Cuando le conto a su amiga Momo sobre eso, ella sonrió y lo escuchó mientras tomaban té con galletas, recuerda lo callada que estuvo la chica mientras él contaba su historia y lo que le dijo cuando terminó ‘’eso es bueno zuzu’’ y después él se marchó a casa con las mejillas sonrosadas y el corazón saliéndose de su pecho.
Katsuki observaba al pecoso en silencio mientras este estaba perdido en sus pensamientos, saco algo de su pantalón y lo puso frente al rostro pensativo de su acompañante que despertó de su trance.
—Es muy bonita ¿de dónde la sacaste? —preguntó, sosteniendo en sus manos la esmeralda brillante en el broche de oro.
—De la cueva...
Izuku se la devolvió enseguida con una expresión de sorpresa.
—Te dije que no nos lleváramos nada, el dragón podría devorarnos, aunque seas su amigo.
—Y yo te dije que no había problema —Jalo de su muñeca y deposito el broche en sus manos —. Quédatelo, hay muchas más en la cueva.
El rubio avanzó más mientras el peliverde miraba su espalda desde atrás, rogaba que lo que decía Katsuki fuera de verdad. Con cuidado abrió el broche y tomo algunos de sus cabellos que cubrían su pecoso rostro, sujetándolos con el broche.
—Gracias Katsuki ¿Qué tal se ve? —preguntó con una sonrisa tímida.
El rubio se giró para mirarlo y se quedó quieto varios segundos observándolo, el peliverde dio un pequeño giro para tener una mejor visión y un pequeño rubor apareció en sus cachetitos llenos de pecas. Katsuki salió de su trance, sacudiendo su cabeza y caminando más veloz.
—Se ve bien —Fue lo único que dijo antes de que el pecoso siguiera su paso.
‘’Te ves hermoso’’
Es lo que en realidad le hubiera gustado decir.
__________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
—¡Por fin! —gritó lanzándose a la esponjosa cama y enterrando su cara en la almohada —. Necesitaba una cama... La cueva era muy dura.
Katsuki lo veía con atención mientras dejaba sus cosas en la otra cama y fingía no escucharlo.
‘’Así que una cama...’’ Pensó el rubio mientras el pecoso saltaba en la cama feliz.
—¡Las almohadas son de plumas! —chilló feliz el chico mientras saltaba en la cama.
Katsuki solo se lanzó a la cama y quedo profundamente dormido boca abajo. El pecoso observo al rubio dormir tranquilamente y decidió hacer lo mismo.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Estaba sentado en la cama con los ojos cerrados y una sonrisa genuina.
—Promete que no abrirás los ojos —Izuku asintió y el príncipe sonrió —. De acuerdo.
Escucho sus pasos por la habitación y luego sintió como el príncipe se acercaba a su cara.
—Bien, puedes abrir los ojos —y así lo hizo, se sonrojo al ver el atractivo rostro de Shoto tan cerca del suyo y el bicolor le sonrió suavemente —. Este es tu regalo.
Miro hacia abajo encontrando un libro en sus muslos de tapa verde gruesa, sonrió grande mirando incrédulo al príncipe.
—¿Me lo regalas? —preguntó emocionado.
El príncipe asintió y el peliverde abrazo el libro con fuerza.
—¡Es mi favorito de tu biblioteca! ¿Tu padre no se molestará?
—No —negó —. No le gusta así que, puedes quedártelo.
Izuku abrazo al príncipe que lo envolvió en sus brazos.
—Luego me cuentas el final.
Izuku asintió y se acomodó comenzando a leer mientras el príncipe se recostaba en la cama y se quedaba dormido.
La condesa entro poco después.
—Oh se quedó dormido —dijo la pelinegra al entrar a la habitación —¿Qué tienes en tus manos?
—¡El libro del príncipe dragón! —Le mostro la portada donde solo había un título dorado con el nombre de la historia y había un pequeño dibujo de unas alas a cada lado del título —. Es maravilloso Momo-chan.
La chica sonrió y se sentó a su lado.
—¿De qué trata?
—Sobre un príncipe que un día paseando por el risco con su hermano que estaba por caer al risco, pero el príncipe, sin importarle que le sucediera, lo empujo al otro lado cayendo en su lugar, el río lo arrastro y lo ahogo entre las rocas.
La condesa hizo una mueca.
—Eso no es muy maravilloso izuku... —dijo triste —. El pobre príncipe...
—¡Descuida! El príncipe subió hasta las nubes y los dioses por su buena acción lo premiaron devolviéndole la vida y dejándole una recompensa por salvar la vida de su hermano y arriesgarse a morir —contó Izuku, moviendo sus manos frenéticamente dándole más drama a su historia.
—¡Ooh! —exclamó la condesa con brillos en los ojos, tapando su boca —¿Y que paso después?
Izuku sonrió.
—Despertó en un jardín hermoso y volvió a casa con sus padres que se alegraron al verlo. Poco tiempo después descubrió cuál fue su regalo divino.
—¿Y cuál era? —Momo se sentó mejor en la cama, prestando atención.
—Tenía el don de Domar a los Dragones ¡Incluso tenía unas bellas alas doradas! Y por fin fue verdaderamente feliz al encontrar a su alma gemela.
—¿Y vivieron felices para siempre?
—No lo sé, aún no termino el libro, pero apuesto que sí.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Izuku despertó con una sonrisa y se acomodó mejor en la suave cama, pero no tan suave como la de su recuerdo que pertenecía a la condesa. Abrió sus ojitos verdes, encontrándose con la mirada rojiza de Katsuki.
Abrió completamente los ojos viendo como el rubio encima de él lo miraba fijamente.
—Eres muy extraño ¿Quién sonríe mientras duerme?
El pecoso se sonrojo por la posición en la que se encontraban. Sus piernas abiertas y el rubio entre ellas con la frente pegada a la suya, sus caderas rozándose y sus pies descansando en la cintura del rubio.
—Tu eres el extraño… —murmuro algo inquieto por la posición —¿Quién se sube encima de las personas que duermen?
—Los esposos —dijo Katsuki con una sonrisa ladina, Izuku estaba a punto de preguntar a que se refería cuando lo entendió. Su cara se puso roja y empezó a removerse, intentando ocultarse de la penetrante mirada rojiza —. Te has puesto rojo.
El pecoso cerro los ojos siguiendo con su intento por ocultarse de Katsuki quien no lo dejaba escapar.
—¿Puedes soltarme? —pregunto ya demasiado nervioso como para verlo a los ojos, Katsuki no apartaba la mirada de su persona, pero se quitó de encima, lento y tortuosamente. El peliverde apenas estuvo liberado se paró de prisa saltando hasta el baño.
—¡Yo me baño primero!- grito jalando su mochila y cerrando la puerta de un portazo ante la atónita mirada de Bakugo.
Se desvistió poco a poco observando su pálido cuerpo en el espejo frente a la bañera. Si hubiera tenido oportunidad con Shoto ¿A él le gustaría su cuerpo? ¿Disfrutaría tocarlo? Sacudió su cabeza eliminando sus pensamientos y con cuidado saco el broche de esmeralda de sus rizos, depositándolo a un lado del lavamanos de mármol rosa y sacudiendo la poca tierra de su cabeza.
Fue inevitable no preguntarse de nuevo si el príncipe lo aceptaría, su delgado cuerpo pálido y sus mejillas regordetas llenas de pecas, sus muslos no tan grandes y su cintura pequeña al igual que sus caderas. Su cuerpo no se comparaba con el de la condesa que poseía grandes senos, cintura estrecha y caderas pronunciadas, cara delgada y cabello hermoso. No, en definitiva, su cuerpo no se comparaba con el de ella. Su rostro tampoco, la condesa era tan hermosa y él era tan poco hermoso. Con desánimos siguió observando su cuerpo en el espejo mientras terminaba de desvestirse.
Salto a la bañera tan pronto estuvo desnudo y comenzó a tallarse. No era fan del agua fría, pero por el momento estaría bien, se preguntó cuál sería la reacción de Momo al verlo, se preguntaba si Shoto estaría en su mansión durmiendo en cualquier lugar como era costumbre, se preguntaba que pensarían cuando vieran a Katsuki.
Salió del baño escurriendo agua y secando sus verdosos rizos mojados, tirando por accidente el broche dorado al piso y pateándolo con su pie debajo del buro, no se dio cuenta por estar pensando en el príncipe.
Recordó de nuevo en cómo aquellas manos tomaban las suyas con tanta delicadeza, como era su aroma a fragancia costosa y las flores tan bonitas que solía colocar en su cabello verdoso, Momo se sentaba a su lado mientras tomaban el té y él les leía un párrafo de su libro favorito ‘’El príncipe dragón’’ y ambos escuchaban atentos su relato, jamás continuaba el libro sin ellos y ahora que se sentía traicionado de alguna forma ni siquiera quería leerlo más a pesar de ser su favorito.
Salió de la habitación notando la obvia ausencia de Katsuki, lo busco un rato por la habitación y no encontró nada de sus pertenencias, solo una nota en su cama.
‘’Ve tu solo con tus amigos, tengo algo que hacer. Nos vemos en la cueva en 3 días’’
Guardo la nota y comenzó a empacar sus cosas y con un mapa en su libro comenzó a guiarse por el sendero rocoso.
Sería un largo viaje sin Katsuki.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Izuku se quería morir.
Hace una hora aproximadamente cayo por un río que lo condujo a una cascada que lo arrastro por varios minutos, hasta que fue arrastrado por las aguas hasta una pequeña aldea a las orillas del río. Camino temblando del frío, lleno de lodo y muerto de hambre y por si fuera poco, no había lugares para comer, solo le quedaba cazar el mismo su comida y él no sabía cazar. Pensó que el pescado sería suficiente pero tampoco sabía pescar, por lo que tuvo que meterse al río y caer una y otra vez al agua hasta que por fin consiguió un misero pez pequeño que cocino en una fogata improvisada cerca de la aldea donde todos lo miraban raro por cómo se comportaba.
—Maldito seas Katsuki —peleo contra el aire.
Abrió su mochila para sacar su capa cuando noto una tela roja y pelaje blanco ¡La capa de Katsuki! Seguro la había olvidado. Se la puso y se cobijó con ella para estar más cómodo entre el césped y la tierra, se acurruco y se quedó dormido con el aroma al rubio que desprendía la capa.
A la mañana siguiente logro encontrar unas manzanas y eso fue lo que comió, en todo el camino no se quitó la capa.
A lo lejos vio la enorme mansión de su amiga Momo y corrió hasta ella.
La enorme mansión blanca e imponente se fue quedando cada vez más cerca y un guardia abrió la puerta para él, reconociéndolo como amigo de la condesa. Se quito los zapatos y camino por los pasillos tan enormes y largos como los recordaba y la alfombre roja suave acariciándole los pies desnudos. En una enorme puerta dorada y grande de cristal se podía ver el jardín donde se encontraba la condesa bebiendo té en la soledad de una mesita con un parasol amarillo como su elegante vestido de seda, sus cabellos negros sueltos brillaban en su espalda mientras acariciaba la bonita taza de cerámica cara en sus largos y finos dedos.
Se aventuro a avanzar y cuando estuvo a su lado carraspeo llamando su atención. La pelinegra lo miro sorprendida antes de que una enorme sonrisa apareciera en sus labios.
—Izuku que bueno verte —le dijo levantándose para darle un abrazo, el pecoso correspondió enterrando su cara en el hombro de la más alta, disfrutando su aroma y la calidez que le transmitía —¿A qué debo el honor de tu visita?
Se sentó a su lado en la mesita, y la pelinegra le sirvió té en una taza, pasándosela.
—Bueno, quería hablar contigo…
La chica sonrió y asintió.
—¿Sobre tu libro? Cuéntame qué paso con el príncipe y su novia.
Izuku asintió con una sonrisa pequeña.
—Bueno... El príncipe busco por todos los reinos hasta que encontró una hermosa mujer de cabellos largos y rubios como una cascada de oro... la mujer era amable y gentil que le dio pan y un lugar donde dormir... El dragón se dio cuenta que era el amor de su vida.
La condesa sonrió mientras tomaba su té.
—¿Y qué paso después?
—El príncipe encontró una forma de hablar con los dioses, cuando él estaba convertido podía escucharlos y ellos le dijeron que todo dragón tiene un alma gemela para quien junta y protege su tesoro… cuando el día llegue le dijeron ellos “Tú entregaras tu corazón junto al tesoro y podrás encontrar la felicidad.”
—Qué bonito —susurro Momo.
—Pero —continúo el pecoso —, debes cuidar de tu alma gemela... porque al perderla el más grande de los sufrimientos vendrá... y tu perecerás junto al amor de tu vida, pues es imposible vivir sin esa persona luego de encontrarla... tú le perteneces y esa persona te pertenece... es un acuerdo de pertenecía mutua que elige el destino pactado por un lazo de amor... uno que los dioses bendicen...
Izuku estaba sumido en su relato, contándole a su amiga.
—Luego la muchacha se despidió de él cuando este se marchó, tenía que encontrar la forma de enamorar a su amor... un amor que sintió apenas la vio en su forma dragón y del cual ella no se enteró más sintió la conexión inexplicable.
—Guau... —murmuro la condesa —¿Cómo termina la historia?
—No lo sé —admitió —, aún no la termino.
—Cuando la termines ven a contarme el final.
—Claro… por cierto, también quería hablar de otra cosa…
—¿Sobre el príncipe Shoto? —preguntó con voz juguetona.
—Si... yo bueno... no sé por dónde empezar...
Momo le alentó con su mano que podía continuar y le dio unas cuantas galletas.
—Sabes siempre te conté sobre mis sentimientos por Shoto porque... somos amigos y confió en ti, pero por más que los quiera no puedo evitar sentirme traicionado.
La pelinegra hizo una mueca confundida llevando su mano a su mentón.
—¿Por qué dices esto zuzu?
—¿Estas comprometida con Shoto? —al ver la cara de sorpresa y tristeza de la chica y como su parasol caía al suelo la pregunta quedo confirmada —¿Por qué no me lo dijeron? ¿Por qué no me dijiste tú? —en sus ojos verdes las lágrimas comenzaron a desbordarse por sus ojos.
—Yo... no quería hacerte daño...
—Me estás haciendo daño justo ahora —su voz sonó rota, pero firme. Las lágrimas no dejaban de salir de sus esmeraldas y podía notar como también amenazaban con salir de la pelinegra.
—Lo siento mucho zuzu... Es que tú te veías tan feliz hablando de él que... no notaste que yo también sufría... ¿Qué sentirías si alguien se enamora de tu prometido? De esa persona que ha estado a tu lado toda la vida y siempre ha estado ahí —se limpió las lágrimas con sus dedos —. Yo no quería verte triste porque eres mi único amigo... Pensé que con el tiempo tal vez encontrarías a esa persona que sería todo para ti como Shoto lo es para mí, y que cuando ese día llegase todos podríamos ser felices y olvidarnos de esto... de olvidar que nos hicimos daño.
—¿Por qué Shoto jamás me lo dijo? —su voz era cada vez más rota tragándose el enorme nudo en su garganta.
—No lo sé, nunca le pedí que te lo ocultara, pensé que era tímido o justo como yo, no quería lastimarte...
Limpiando sus lágrimas con su brazo se levantó de la mesa y camino de regreso a la salida, antes de abrir la puerta Momo lo detuvo.
—Espero que puedas perdonarme Izuku... Yo quiero ser tu amiga por siempre… —se aferró con fuerza a su brazo e izuku acaricio su cabeza peinando sus cabellos.
—Te perdono Momo... no sé lo que se siente que alguien más este enamorado de tu prometido —y lágrimas saliendo de sus ojos sonrió —Gracias... por explicarme todo... prometo volver otro día, necesito estar solo un tiempo.
La condesa asintió y limpio sus lágrimas que caían sin cesar, mientras veía a su único amigo marchar de su hogar.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
El camino fue silencioso sin Katsuki, llevaba dos días caminando y durmiendo en el bosque, escalar la cascada para llagar a la montaña del centro fue más complicado que bajarla, pero al final lo logró. Estaba triste, pero se consolaba con el hecho de ver a Kacchan y al dragón pronto.
Atravesó la cascada mojándose en el proceso y escuchando el eco de la cueva. Recordaba vagamente el camino hasta el tesoro del dragón, pero antes de llegar, un aliento caliente le voló los cabellos haciéndolo reír.
—Eres tú... —le dijo a la bestia cuando lo tuvo en frente —. Lamento no haberme despedido, Kacchan no me dio permiso.
El dragón lo vio a los ojos y el pecoso recargo su frente en el enorme hocico del dragón, acurrucándose en él. La bestia lo observaba con atención sin perderse un solo detalle del pecoso, cuando este se separó, el dragón avanzo por delante de él, mostrándole el camino hasta una parte de la cueva donde desde lejos se observaba el brillo del oro reflejados en las paredes de la cueva.
Sonrió en agradecimiento cuando la criatura tapo sus ojos de nuevo, cuando se alejó mantuvo los ojos cerrados por respeto a la criatura, y sonrió divertido cuando este con sus inmensas alas lo empujo adelante tropezando con una montaña de monedas y cosas de oro que cayeron sobre el enterrándolo, unas manos lo tomaron de la cintura y lo sacaron de los escombros topándose con los ojos rojos de Katsuki.
—Hola Kacchan —saludo con una sonrisa —¿Cómo te fue?
—Deja de destrozar el lugar y entonces estaré bien.
—Pero fue el dragón el que- —y cuando volteo hacía atrás el dragón se había esfumado —. Estaba aquí hace un rato...
—Si bueno, ya se fue ¿Qué paso con tus amigos?
El rostro pecoso se volvió triste y negó con la cabeza.
—Nada interesante...
El rubio levanto una ceja, pero lo ignoro, aún con una mano en su cintura lo arrastro hasta otro lado de la cueva donde izuku sonrió grande.
—¡Una cama! ¿de dónde la saco? —preguntó emocionado al ver la enorme cama, la cabecera y el marco eran de oro incrustados con esmeraldas y rubies. Se lanzó a la cama sintiendo la suavidad de esta —. ¡Es un colchón y almohadas de las plumas más suaves! ¡Esto es el paraíso!
Mientras el pecoso se acurrucaba en la cama, el rubio lo miraba desde una esquina con algo que izuku no supo descifrar.
—¿Te gusta? —preguntó bajito.
—¡Me encanta! ¿Cuándo ha traído esto? —pregunto refiriéndose al dragón.
—Cuando llegue más temprano ya estaba aquí... Creo que le gusto por el oro y las piedras.
Izuku se acostó cobijándose con las suaves mantas de seda con un sonrojo en su rostro, estaba demasiado cómodo que no noto cuando el rubio dejo un poco de carne asada y arroz en un plato de plata a su lado.
—Fui a cazar hace un rato y encontré arroz en una aldea cercana.
—¡Gracias! Estos últimos tres días me la he pasado comiendo solo pescado.
Devoro su comida con un enorme sonrojo de satisfacción mientras Katsuki observaba su cabello.
—¿Dónde está el broche?
Casi se atraganta con la comida y tragó grueso.
—Creo... creo que lo perdí... Perdón dragoncito... —murmuro al aire y Katsuki suspiro pesado.
—Ya que importa ¿Y mi capa?
Entonces, Izuku sonrió.
—Aquí esta —y sacando varias prendas de su mochila saco la enorme capa rojiza —. Me la quite cuando la nieve se derritió, siento habérmela llevado por accidente.
—No fue un accidente, la deje ahí para que no murieras de frío en algún arbusto, si no mi madre me mataría.
—Gracias kacchan... Dale esto al dragón de mi parte.
El pecoso se acercó depositando un pequeño beso en la mejilla del rubio que quedó congelado a su lado con las orejas rojas.
Holo y adiós xd
ʕっ•ᴥ•ʔっ
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro