Capitulo 4 Un atajo
Izuku sinceramente estaba fascinado y agotado.
Llevan un día entero caminado y él no podía estar más emocionado.
Por el contrario, el rubio parecía un detective listo para atacar.
-¿Por qué quieres ir al pueblo sur y norte? ¿No te basta el pueblo donde vives?
-Ya dije que quiero ver a unos amigos.
El de ojos escarlata iba a decir algo cuando se quedó completamente estático, luego, una sonrisa comenzó a aparecer de pronto en sus labios.
Izuku sintió miedo.
-Oh... te gusta el príncipe Todoroki -. El peliverde dio un pequeño saltito al verse descubierto -. Mala suerte, él está comprometido y no le gustan los varones.
Sus pasos se detuvieron y volteo para encarar al rubio que lo miraba divertido. Como una especie de gato juguetón, casi podía ver la delgada cola rubia y peluda moviéndose traviesa detrás de su espalda y sus orejas y cabeza ladeadas divertidas.
-¿Enserio?... yo sabía que no tenía oportunidad con él, pero tampoco pensé que fuera tan poca... -. Si izuku fuera un gato; sus orejas estarían abajo y su esponjosa cola se movería suavemente entre sus muslos.
-Sí, unos conocidos mencionaron que se planea casar con una noble, una tal Momo.
Sus ojos se abrieron sorprendidos.
-¿Con... c-con Momo-chan? -. Entonces cuando vio a Katsuki asentir, sus piernas flaquearon y callo lentamente al suelo-. Ellos no me dijeron nada... ella me escucho hablar como idiota sobre él y no me dijo nada -. Entonces sus sollozos se convirtieron en llanto ante la atónita mirada de katsuki.
-Hey no... -. No pudo terminar pues el pecoso lloro más fuerte -. ¡AGGH! Que molesto eres... -se quejó el rubio.
El pecoso tallaba sus ojitos con sus manos, mientras sus mejillas se ponían rosadas al igual que su nariz, quería hacerse bolita y esconderse de la mirada de todos. Su llanto se convirtió en tenues sollozos cuando una mano se atravesó en su visión.
-Ven conmigo -dijo Katsuki, cuando tomo su mano este lo jalo y se escondieron detrás de unos arbustos mojados por las lluvias recientes.
Izuku estaba a punto de preguntar qué pasaba cuando katsuki le tapó la boca con la palma de su mano, susurrando un ''silencio'', llevándolo hasta detrás de un árbol.
-Sube con cuidado -. Lo empujo a la rama más cercana -. Si mueres mi madre me mata y yo te matare a ti ¿entendiste?
Asintió y comenzó a subir sin entender que es lo que pasaba o por que podía morir, hasta que miro a su derecha y un enorme risco fue lo que encontró.
-¡Ay maldición! -gritó espantando a algunas aves que descansaban por ahí -. ¿A dónde vamos?
-Un atajo -. Fue lo único que le dijo.
El peliverde asintió, aferrándose fuerte del árbol.
Cuando Katsuki llego a su lado, lo empujo a la izquierda donde aterrizo en una especie de roca que lo empujo aún hoyo. Su cuerpo se deslizo como si se tratara de un tobogán, rozándose con varias ramas y piedras en el camino oscuro. Sus gritos resonaban por todo el lugar y cubría su cara lo más que podía evitando los raspones.
De pronto una luz se percibió al final del túnel y cuanto más se acercaba más cegadora era la luz dorada, cayo disparado a una montaña de monedas de oro y joyas preciosas que volaron al chocar contra ellas. Se sacudió la cabeza tirando monedas y escombros de sus rizos verdes. Tan pronto se repuso de la caída, recorrió el lugar con los ojos.
Una especie de cueva con montones de montañas y cúmulos de monedas y lingotes de oro, joyas llenas de perlas relucientes y miles de cubiertos de plata, anillos con diamantes y coronas resplandecían a pesar de la oscuridad de la cueva. Sus esmeraldas ansiosas recorrieron todo el lugar, observando candelabros de plata tirados en el suelo y esmeraldas regadas por todos lados.
-Asombroso... -. Fue lo que salió de sus labios al terminar de escanear su campo de visión, una mano trato de apoyarse y entonces cayo, rodando hasta el final del montículo, derrumbándolo y enterrando su cuerpo en oro y joyas, escucho una voz llamarlo y cuando alzó su mano, intentando sacarse todas las cosas de encima, unos brazos lo jalaron hasta quedar desenterrado.
-No puedes ni aterrizar bien -le gruño Katsuki.
-Katsuki ¿Qué lugar es este? -pregunto ahora que estaba de pie.
-Es obvio que una cueva imbécil.
-Lo sé, pero en las cuevas no hay joyas katsuki, solo moho y agua estancada. Bueno las cuevas que tienen esas cosas son las de los... -. Y se quedó callado cuando comprendió.
El rubio sonrió burlón como ya era costumbre.
-Si, Dragones -afirmó con una risa ronca.
Se quedo estático por momentos analizando la información.
-¡DRA-DR-DRAGONES! -grito con los ojos llenos de terror.
Y como buen Izuku...
Entro en pánico.
Comenzó a correr por todos lados con las manos en la cabeza, aterrado, mientras Katsuki se sentaba cómodamente en un trono de oro como si fuera su casa.
-¡DE VEMOS IRNOS YAA! -. Le grito al cenizo, pero este ni se inmuto -. ¡¿QUE NO ENTIENEDES?!
-Tranquilo, bola de pelos, he venido muchas veces antes -respondió con calma, tomando una copa de plata y zafiros en sus manos -, conozco este lugar como la palma de mi mano.
-¡¿Y EL DRAGON?! -. Izuku ya ni siquiera sabía por qué estaba gritando.
Ah si... estaba en la cueva de un dragón.
Donde guardaba su tesoro.
Y mataba a cualquiera que intentara robarlo.
-Está bien, no nos hará daño, él ya me conoce.
-¿Cómo es eso siquiera posible? -. Junto sus manos en su cara, tratando de calmarse.
-Larga historia.
-¿Y dónde está? -preguntó cruzándose de brazos, necesitaba pruebas y no solo palabras.
-No lo sé... tú dime -. Y volvió a reír burlón, el pecoso estaba a punto de preguntar a que se refería cuando Katsuki señaló un lugar en la cueva, se giró para ver, pero no encontró nada, miro al otro lado y tampoco, volvió a mirar donde el rubio había señalado, pero no vio nada inusual.
-Katsuki por qué no hay... -. Cuando volvió a girar al frente, unos penetrantes y enormes ojos rojos lo recibieron.
Sus ojos se abrieron sorprendidos. Los penetrantes ojos rojos brillaban cual rubís y de sus fosas nasales salía vapor golpeando sus rizos desordenados, tan solo su cabeza era más grande que todo su cuerpo y el de katsuki juntos. Sus piernas flaquearon y su corazón latió fuerte. No sintió miedo como lo imagino, era un sentimiento inexplicable ver a una criatura tan asombrosa de tan cerca. Sus enormes ojos rojos cristalinos le permitían verse reflejado y un poco de la cueva, no logro ver a katsuki, seguro estaba detrás del dragón o por ahí. Su mano no pudo evitar moverse con delicadeza hasta el hocico del dragón que gruño en advertencia, dio un pequeño brinquito y su mano se movió más despacio, cuando el pecoso cerro los ojos llenos de temor, sintió las escamas rojas de la criatura en su mano y acaricio suavemente.
Sentía que esos enormes ojos reflejaban su alma, no podía dejar de verlos, se sentían tan familiares. Junto su frente con la del dragón, sintiendo la calidez de las rojas escamas, el dragón lo veía con atención a pesar de que el peliverde cerrara sus ojos.
-Eres tan magnifico... -susurró, un cumplido que solo él y el dragón escucharon -. Katsuki tiene suerte de haberte encontrado primero.
Mientras aún tenía los ojos cerrados, el dragón se alejó tapando la mirada esmeralda de izuku con su ala, una clara señal de que permanezca así un rato más. Aun cuando el ala se fue de su rostro, él mantuvo los ojos cerrados escuchando como el dragón se alejaba lentamente. Cuando ya no lo escuchó, unas manos tomaron sus hombros y entonces se permitió abrir los ojos encontrándose con katsuki.
-¿Qué tal he nerd?
-Maravilloso -. Fue lo único que dijo.
El rubio bufo divertido y le hizo señas para seguirlo.
Katsuki lo guío hasta un pasadizo enorme, de más de 130 metros de alto estaba seguro, el dragón de casi 110 metros cabía perfectamente en el lugar y le enseño un pequeño hueco.
-Entra ahí, es cálido y hay agua potable.
Izuku asintió y con cuidado entró, descubriendo un hermoso estanque con aguas tan trasparentes que se veía el interior, lleno de rocas brillosas de colores. Sonrió con brillos en los ojos. Pececitos de colores nadaban tranquilamente, lejos de la cascada que daba al exterior de la cueva, viendo el cielo nocturno y estrellado, reflejándose en las aguas trasparentes dándole un efecto mágico al lugar.
-¡Esto es asombroso! -. Le grito al cenizo cuando lo vio y este asintió.
-Lo sé, vengo aquí seguido, para mi suerte, el dueño no me ha devorado.
El pecoso rio y apunto a las aguas.
-Ve -. Fue la única respuesta de Katsuki antes de que el peliverde corriera quitándose los zapatos y la mochila, lanzándolos por ahí aventándose al agua.
Fue hasta donde pudo, nadando suavemente y estiró su mano recogiendo una de las piedritas tiradas entre las rocas de un hermoso tono celeste, cuando la tuvo, nado de vuelva a la superficie tomando una enorme bocanada de aire cuando salió, salpicando agua por todos lados.
-Que hermoso -miro al rubio que se quitaba sus botas también y tiraba su capa al suelo -. ¡Ven Kacchan, juguemos juntos!
El rubio lo vio sorprendido, pero asintió.
El cenizo salto perfectamente y cuando salió le aventó agua en la cara al pecoso. Pronto comenzaron a jugar tirándose agua por todos lados y pateándose con fuerza.
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Una hora después, ambos estaban sentados en la orilla preparando una fogata para secar su ropa y comer algo.
-¿Por qué tu amigo dragón no nos ayuda a asar el pollo? Estoy seguro que nos ayudaría -dijo el pecoso a forma de broma, pero el rubio lo miro mal -. Solo bromeo.
-Yo no pediría algo así, además, él de seguro ya está dormido.
-¿Puedo verlo otra vez? -. Los ojos verdes del más bajito brillaron en emoción.
-No -negó mientras las hojas secas por fin prendían fuego.
-Heeee ¿Por qué no? -se quejó el pecoso con un puchero.
-Porque no y punto.
Con un suspiro se resignó a preparar la sopa en una pequeña cubeta que traía colgada a su cinturón y revolvió los pocos vegetales que tenía y el pollo.
-Por cierto... -hablo el rubio sacándolo de su trance -. ¿Qué fue eso de Kacchan? -preguntó con el ceño fruncido.
Izuku se sonrojo y trago grueso.
-Mmm bueno... solo lo pensé... solo te vi y se me ocurrió -su sonrojo se fue cuando los ojos de Katsuki se desviaron de su cuerpo desnudo cubierto por la capa roja del rubio -. Lo siento no te llamare así si no quieres.
-Esta bien, me da igual.
El pecoso volvió a sonreír y comenzó a servir la sopa en dos cuencos de madera.
-Tomare agua del estanque... espero que tu amigo no se moleste -dijo mientras abría su cantimplora.
-Puedes tomar lo que quieras... para eso es... -. Sus ojos se desviaron a la pequeña entrada por donde llegaron al estanque -. Incluso puedes llevarte algo de haya fuera, monedas, joyas, lo que quieras.
-Pero según sé, los tesoros de los dragones macho son para sus parejas -dijo mientras llenaba las dos cantimploras con agua.
-Sí, llévate lo que quieras, no le molestara, yo me llevo cosas a veces.
-No quiero llevarme nada, Kacchan -dijo con voz suave y aunque el rubio trato de verse rudo, no logro ocultar la consternación en sus ojos.
-¿No es suficiente? -preguntó con voz temblorosa, intentando sonar rudo.
-¿Qué cosa? -su voz seguía tímida por estar desnudo frente a él solo usando una capa como prenda.
-El tesoro ¿no es suficiente? Hay más de donde vino eso
El pecoso estaba muy confundido por actitud de su acompañante.
-No sé a qué te refieres
-¿El tesoro no es suficiente? ¿Necesitas más? Puedo-, bueno, él puede conseguir más de donde vino eso.
El peliverde por fin entendió a que se refería.
-No Katsuki, el tesoro es bueno, pero no es mío. No puedo llevarme nada -. El rubio bufo.
-Bueno.
Cuando su ropa estuvo seca se la puso y le dio su capa al rubio cenizo. Ambos se acostaron lado a lado y de espaldas, poco a poco fue cayendo en brazos de Morfeo hasta quedar profundamente dormido.
No llegó a sentir como después de dormirse era puesto con cuidado sobre una cálida y suave capa, tampoco sintió como era envuelto con delicadeza por unas enormes y calientitas alas escamosas, que lo protegieron del torrencial frio de la cueva y del agua que goteaba del techo.
Entre sueños se acurruco en las alas protectoras, dormitando, usando parte de su cuello como almohada con una sonrisa, sintiendo la cálida respiración de la bestia en sus cabellos como una especie de caricia.
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A la mañana siguiente, despertó envuelto como un bebé en la capa roja del rubio, y usando como almohada el esponjoso pelaje blanco de lobo cocido a la capa. Se acurruco más intentando mantenerse caliente cuando, sin aviso, le lanzaron una capa diferente a la suya, se despertó de golpe tallando sus ojitos verdes y bostezando como si de un gatito se tratara. Se estiro y acomodo para ver al rubio frente a él que lo miraba con el ceño fruncido viéndolo fijamente.
-Hola... -dijo con voz adormilada y parpadeando lentamente.
-Encontré eso, póntelo, está comenzando a nevar afuera -. Y dicho eso se fue recogiendo sus cosas -. Rápido, hay una pequeña aldea de paso, desayunaremos ahí.
El pecoso asintió, poniéndose la capa y los zapatos para mantenerse caliente, apenas se levantó el rubio se puso su capa y le paso su mochila.
-Vámonos.
-E-espera -. Izuku agarró la capa de Katsuki con sus manos, deteniendo su paso -, quiero despedirme del dragón.
El rubio rodo los ojos.
-No, ya vámonos
-Seguro tú sí te despediste -. Con un puchero en sus labios, vio como el ojo del rubio tenía un pequeño tic de enojo.
-No, volveremos cuando regresemos, así que vámonos.
No le quedo de otra más que aceptar y ponerse en marcha a la aldea.
Katsuki lo guio hasta detrás de la cascada, donde un gran agujero se notaba. Avanzaron por el largo pasillo y el más bajo se aferró al brazo fornido del rubio, buscando protección. Después de unos minutos, salieron detrás de otra cascada y avanzaron por las encima de las rocas hasta llegar al césped cubierto de un poco de nieve.
-Ya tengo hambre y toda la nieve se mete en mi ropa -se quejó.
-No seas llorón.
La caminata hasta la aldea fue silenciosa pero no incomoda, y pronto la aldea se abrió paso ante sus ojos. Solo había algunas 20 casitas y las personas se paseaban por las calles con enormes sombreros de paja en forma de cono que los protegía del frio. Izuku sonrió cuando vio un puesto y arrastró a Katsuki hasta el lugar.
La mujer le sonrió al verlo llegar y le ofreció los sombreros más grandes que Katsuki compro, aunque Izuku se negara, pronto el peliverde saltaba completamente feliz con su enorme sombrero sosteniendo la nieve.
-Pareces un crio.
-Y tu pareces un can rabioso.
Katsuki gruño y el pecoso rio probando su punto y sostuvo su sombrero con sus manos cuando ya era muy pesado inclinándolo para tirar un poco de nieve.
Entraron en una casita pequeña que los sentó en una mesa con té de menta y comida. Izuku degusto su comida como si no hubiera un mañana y Katsuki lo miro con desagrado y risa.
-Katsuki -lo llamó después de un rato, el rubio solo contesto con un ''¿mmm?'' -. Dijiste que la cueva del dragón era un atajo, pero tardamos lo mismo que hubiéramos tardado si fuéramos por el otro camino... entonces ¿Por qué...?
-Por que estabas triste y eso era un fastidió -un pequeño sonrojo apareció en sus mejillas -, creí que te gustaría verlo.
El pecoso se sonrojo y su sonrisa se ensancho, su corazón latió desbocado y sus manos cosquillearon viendo la fuerte espalda del más alto. Cerro los ojitos, tímido, y chillo bajito para que el rubio no lo escuchara.
Aun así, corrió hasta su lado y le dio un pequeño beso en la mejilla sonrojando más a ambos.
-Gracias....
Su viaje continúo al poco rato y se encaminaron a la siguiente parada.
La montaña sur donde estaba su amiga Momo, y luego viajarían a la montaña norte a ver al príncipe.
Una condesa que le debe explicaciones.
Un príncipe que le debía aún más explicaciones.
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Hola soy yo xd
Espero que el capítulo sea lo suficientemente largo para compensarlo el anterior.
Crio: niño pequeño o bebé
Can: perro
Ese es el gorro que compraron y los sacos que usaba la gente del pueblo.
Si más que decir me despido.
ʕっ•ᴥ•ʔっ
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