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#38

— ¡Chris! —la niña se lanzó a los brazos del rubio y después lo miró con una sonrisa amplia—. Te extrañé~. Estar en Corea sola no fue nada divertido... —hizo un pequeño puchero insatisfecha, pero de inmediato notó que su mejor amigo no le ponía atención por lo que dirigió su mirada a donde el mayor miraba—. ¿Chris?

— Es que... —balbuceó tímidamente—. Hace unos días llegó un nuevo chico al vecindario. —respondió aún sin mirar a la pelirroja—. ¡Se llama Felix! Y es... Muy lindo.

— ¿Lindo? —se alejó de él y se cruzó de brazos—. Pero después puedes pensar en él... Deberías prestarme atención a mí, no nos vimos durante mucho tiempo...

— Tiene pecas... —murmuró.

— Tú también.

— Pero las pecas de Felix son... Hermosas, como las estrellas. —sonrió ampliamente al recordarlas.

Jihyo soltó un pequeño bufido y guardó silencio.

Al abrir la puerta se quedó quieta viendo a ambos rubios en la cama sentados mirando lo que parecían ser unas fotografías. Un poco disgustada saludó con su diestra pero sin decir nada, hasta que su mejor amigo se puso de pie.

— Jihyo, al fin estás aquí. —sonrió—. Él es Felix, el chico del que te hablé.

— Ah, ¿El chico en el que no dejas de pensar? —dijo entre dientes pero eso no pareció importarle a ambos chicos ya que los dos soltaron una risa nerviosa.

— Y Felix... Ella es Jihyo, mi mejor amiga.

El pecoso un poco avergonzado de levantó y se puso frente a la chica que era más alta que él, luego estiró su mano y sonrió levemente, intentando mostrarse amable y sin nervios.

— Es un placer.

La pelirroja lo observó unos segundos antes de sonreír ampliamente y unir sus manos, estrechando éstas rápidamente pero con cuidado.

— ¡Lo mismo digo, Felix!

— Seremos los mejores amigos, ¡Como los tres mosqueteros! —paso un brazo por los hombros de cada uno y los acercó un poco más— ... Bueno, ¡Los dos mosqueteros y la mosquetera!

— ¡Así suena mejor! —dijo Jihyo riendo—. ¿Te gusta el nombre, Felix?

— ¿Huh? —alzó su vista a ella al escuchar su nombre—. Bueno... Me gusta todo lo que Chris dice. —sonrió inocentemente.

Jihyo chasqueo su lengua.

— ¡Por fin...! —subió al auto y se abrochó el cinturón—. Extrañaba estos viajes~. —miró a su alrededor en busca de su mejor amigo pero al no encontrarlo miró a su hermana—. ¿Dónde está Chris?

— Debe estar enfrente, invitó a Felix así que no deben tardar. —respondió la pequeña Hannah con una sonrisa.

— ¿Felix?

En ese momento los dos subieron al auto y saludó de la misma forma en la que el pecoso hizo, pero no dijo nada más, simplemente suspiró profundamente. El padre de Chan arrancó el auto luego de verificar que todos estuvieran dentro y una vez así se pusieron en marcha.

— ¿Estás bien, Lix?

Alcanzó a oír decir a su mejor amigo así que se asomó ligeramente para alcanzar a verlos.

— ¿Mh?

Levantó un poco su cuerpo para poder girarse, apoyando sus manos en el asiento y así ver a ambos chicos.

— Pareces perdido en tus pensamientos, Felix. —llamó la atención de los dos—. Cálmate, traje mi repelente de mosquitos, ¡Estarás a salvo! —sonrió ampliamente.

— Jihyo tiene razón, ¡Todo estará bien!

— Claro.

Los tres sonrieron, pero Felix y Chris lo hicieron el uno para el otro, provocando que Jihyo apretara un poco su agarre al asiento. Volvió a acomodarse en su lugar y cerró sus ojos. Ella llevaba enamorada de Chan hace mucho tiempo, pero se sentía tan celosa de la atención que el pecoso recibía, quería seguir siendo la única.

— ¡Hannah no hagas eso...! —rió al ver que la menor llevaba a su boca la envoltura de un dulce.

— ¡Lucas lo hace, también puedo hacerlo! —respondió en su defensa.

Siguió riendo hasta que a lo lejos vio a su mejor amigo junto a Felix, iba a dejarlo pasar pero en el momento en que Chris se inclinó al menor se puso de pie y rápidamente se acercó a ellos, alcanzando a oír su pequeña conversación.

— Tus pecas... Tus pecas son igual de hermosas que las estrellas.

— ¿No dirás algo de mí? —interrumpió lanzándose encima del mayor.

— ¡Jihyo...! —lo escuchó reír.

Se hizo aún más de noche, la mayoría de estrellas habían desaparecido entre las nubes, y los hermanos de Christopher se habían ido a dormir ya. Los adultos estaban terminando de limpiar la zona donde anteriormente comieron, así que un poco cansados, todos se acostaron juntos dentro de la acampada.

El frío de la mañana era demasiado, y más cuando alguien le había quitado las mantas. Al abrir sus ojos notó que a sus costados ya no estaban sus dos amigos por lo que se sentó en silencio para no despertar al resto. Con cuidado talló sus ojos antes de asomarse un poco desde la abertura, pudiendo observar a ambos rubios sobre una pequeña montaña a unos metros de ella.

— Chris...

Murmuró al verlos hablar, pero cuando se abrazaron y acurrucaron volvió a entrar a la acampada para no observar la escena. Cerró sus ojos al igual que sus puños e intentó contenerse.

— ¿Por qué él? ¿Qué tiene él? —una lágrima recorrió su mejilla derecha—. Llevo años... Él sólo lleva meses, no es justo.

Al sentir un dolor en su pecho rápidamente buscó el pequeño bolso que su madre le había preparado y de éste sacó una cajita color violeta, tomando una pastilla del envase para meterla a su boca y después tragarlo con ayuda de un poco de agua.

— Chris...

Murmuró una vez más.

‹ tomen mucha agua <3 ›

— ¿Una competencia? —dejó caer su cuaderno de dibujos luego de escuchar al mayor—. ¿Cuánto tardarás?

— Aún no lo sé, podrían ser semanas o meses... La competencia tiene varias rondas por día, entonces puede que sea un poco tardado. —rascó su nuca inseguro—. ¡Pero no te preocupes, Felix te hará compañía!

La chica frunció su ceño y se sentó sobre su cama.

— No quiero a Felix, te quiero a ti, tú eres... Mi mejor amigo. —agachó su mirada.

— Felix es un chico genial, él te quiere mucho y sé que tú también a él. —se acercó a la menor para tomar sus manos y así obtener su mirada.

No tan convencida por las palabras ajenas se encogió de hombros, pero luego de unos segundos se abrazó al rubio con fuerza.

— Te quiero a ti... —repitió.

— ¡Tómalo como una oportunidad de ser más cercana a Felix!

— ¡¿Por qué sigues hablando de él?! —alzó su voz pero no se separó de él—. Detente...

Christopher guardó silencio al no saber qué responder ni cómo reaccionar, sólo se limitó a corresponder el abrazo de su mejor amiga con fuerza.

— Cuando regrese, te prometo que iremos a muchos lugares tú y yo. —se separó un poco de ella para hacer contacto visual.

— Y cuando regreses, te diré algo muy importante. —sonrió decidida.

‹ coman mucho <3 ›

Abrió sus ojos lentamente y lo primero que vio fue un ventilador en el techo girando de forma lenta. Miró a su alrededor, no reconocía nada, sus brazos tenían unos tubos delgados raros que no sabía para qué servían. Parpadeó un par de veces y respiró de manera profunda al no poder hacerlo cómo normalmente lo hacía.

— ¿Mamá...?

Murmuró en busca de la mayor, la cual estaba a su izquierda y quien la tomó por la mano.

— Jihyo... —susurró con la voz rota.

— ¿Dónde estoy? —giró su mirada a ella.

— Tu corazón volvió a fallar... Estás en el hospital, pero no te preocupes, todo va a estar bien, pronto nos iremos de aquí. —acarició la mano de su hija—.  Sólo debemos esperar...

— ¿Y la escuela? —frunció su ceño ligeramente, sintiendo sus ojos pesar por la luz—. ¿Y Chris? Mamá, debo salir porque tengo que decirle algo muy importante cuando regrese.

— Tranquila... Él no ha vuelto, pero seguramente podrás salir para cuándo lo haga, así podrás decirle tus sentimientos. —soltó una pequeña risa.

— Eso espero...

Pasaron los días, Jihyo no mejoraba, al contrario, empeoraba cada día más. Tras pasar el tiempo comía menos, respiraba con más dificultad y su corazón fallaba más; Los doctores no sabían qué podían hacer para aunque sea, alargar la vida de la menor.

Por otra parte, la pelirroja no entendía nada, veía a su madre llorar a toda hora. Su cuerpo se sentía débil, demasiado que sólo quería dormir. Sabía de su enfermedad, sabía que le daban máximo quince años de vida; Sin embargo, aún no cumplía esa edad, sentía que no tenía de qué preocuparse.

— ¿Hacías algo?

Cuestionó su madre sentándose junto a ella.

— Practicaba cómo le diría a Chris cómo me siento. —sonrió lo más que pudo—. ¿Puedo decírtelo?

La mayor asintió.
Jihyo respiró profundamente y después suspiró, antes de hablar.

— Christopher, llevo años enamorada de ti, ¿Cómo es que no te das cuenta? ... Tus sonrisas, tus abrazos, tus miradas, todo de ti alegra mi día y mi vida entera. —poco a poco cerró sus ojos al sentirlos pesados, las lágrimas no tardaron en salir—. No tengo mucho tiempo, lo sé... Probablemente no pueda casarme contigo o formar una familia, pero al menos si podrías corresponderme aunque sea cinco minutos, yo sería muy feliz...

Sus manos cayeron, su respiración cesó y su corazón dejó de latir.

— Bienvenida.

Tardó unos segundos en responder, todo a su alrededor era color blanco, eso molestaba su vista. Parpadeó varias veces hasta ajustar su vista a la iluminación, y cuando lo logró hizo contacto visual con el pelinegro a su lado, en el extremo del grande escritorio.

— Me presento, soy el Dios que gobierna aquí en lo que llamamos "Reino." —habló en un tono calmado aunque serio—. Al Reino yo traigo a las personas que querían seguir viviendo pero que lamentablemente no pudo ser así. Es tu caso, ¿No es así?

— ¿Qué...? —murmuró impactada—. ¿Muerta...?

— Park Jihyo, falleciste luego de perder una fuerte batalla contra una enfermedad de corazón. Tu madre y tus amigos están devastados por tu partida, en especial tu madre ya que ella presenció que tú querías seguir viviendo. —en el centro del escritorio apareció un espejo que mostró a la madre de la pelirroja y a un rubio pecoso, ambos llorando.

— Mamá, Felix... —se puso de pie al verlos a través del espejo—. Estoy muerta... Chris, ¡Chris! —un chico pelinegro la sujetó por los hombros y volvió a sentarla aunque siendo sutil.

— Jihyo, escucha. —obtuvo la mirada vacía de la chica—. Nuestro objetivo es darle felicidad a todo aquella persona que es miserable, para ésto, un ángel es asignado a un dueño, el ángel es el encargado de cumplir los deseos que harán feliz a su dueño.

La pelirroja asintió levemente.

— Y hay un guardián, el cual se encarga de proteger a ambos.

— ¿Y yo... Por qué estoy aquí?

— Quiero que seas un ángel, el cual brinde protección y amor a una persona miserable que se encuentra allá afuera. —entrelazó sus propios dedos y apoyó sus manos unidas sobre el escritorio—. Si aceptas, se borrará tu memoria al igual que la de tus conocidos para que crean que jamás exististe.

— ¿Qué...? ¿Me olvidarán? —frunció su ceño.

— Es para protegerlos.

La pelirroja se quedó en silencio, era verdad que no quería morir, ¿Pero vivir como un ángel en ese "Reino" era lo adecuado? Suspiró profundamente, intentando retener las ganas de llorar. Cualquier cosa era mejor a no volver a ver jamás a su enamorado.

— ¿Aceptas?

Asintió.

Dios miró al chico pelinegro detrás de Jihyo, y éste se acercó hasta sentarse junto a la pelirroja, quien asustada lo miró.

— Él es Kim Yugyeom, será tu guardián y el de tu dueño. —ambos hicieron una pequeña reverencia.

— ¿... Mi dueño?

El superior volvió a señalar el espejo sobre el escritorio, mostrando ahora únicamente a un chico rubio sentado en el suelo junto a su cama mientras sollozaba. Jihyo se puso de pie y se alejó un poco de la mesa.

— ¿Felix? —murmuró.

— No sé si en vida lo notaste, pero Lee Felix lleva una vida complicada, no sólo con sus padres, sino que amorosamente también tiene problemas. —aclaró si garganta mirando a la chica.

— ¿Amorosamente...?

Sintió una punzada en su pecho, lo sabía; Sabía que a Felix le gustaba Christopher, pero jamás dijo algo ya que no quería enfrentarlo, además; Conocía al pecoso, lo iba a negar y eso sólo iba a enfadarle más.

— Si estás lista, bebe esto. —acercó dos tazas de té, una para la chica—. Este té borrará tu memoria, el otro formará un lazo entre tú y Yugyeom para que se selle su relación como ángel y guardián, además, te dará las habilidades para que te menifiestes en los espejos y para que concedas deseos. Ten en cuenta que los deseos únicamente podrás concederlos siempre y cuando tu dueño o guardián los pida.

— Entiendo... —se acercó a la mesa y observó las tazas.

Sujetó la primera, la cual sellaria su lazo con el chico a su lado y le daría las habilidades. Lentamente bebió éste, su sabor natural con un pequeño toque de azúcar. Inmediatamente sintió su interior calentarse a pesar de que el líquido estaba frío. En sus dedos sintió una pequeña corriente durante unos segundos, luego todo volvió a la normalidad.

Dejó la taza y tomó la otra, mirando ésta.

— Chris, te olvidaré...

Murmuró insatisfecha. Alzó su vista al espejo que seguía ahí y pudo volver a ver a Felix, no pudo evitar sentirse celosa, no quería que ocurriera de esa forma. Acercó la taza a su boca pero antes de beber de ésta, se escucharon unos pequeños golpes en la puerta; La atención de su Dios y de su ahora guardián fue hasta ésta.

Ambos se pudieron de pie y fueron hasta la puerta, abriéndola también. Al otro lado había un chico castaño. Sin dudar ni un sólo segundo, aprovecho la distracción ajena para vaciar el té de vuelta a la pequeña tetera que seguía sobre la mesa, y luego pegó la taza a su boca, bajando la misma cuando obtuvo nuevamente las miradas ajenas.

— Seungmin, espera un segundo. —se acercó hasta la chica para estar frente a ella—. Muy bien, Jihyo. Ten en cuenta una cosa, hay dos deseos prohibidos, si tu dueño los pide, las consecuencias serán muy grandes.

— ¿Qué deseos prohibidos?

— Revivir a alguien y desear que alguien se enamore del dueño. —finalizó.

Apretó la mandíbula al oír lo que Felix dijo.
"Somos dos malditos gays."
Luego de meses, aún no podía soportarlo.

— Te lo mereces... ¡Te lo mereces! —lanzó la copa que tenía entre sus manos, estrellandola en la pared—. ¡No te mereces a Christopher, no te lo mereces...! ¿Por qué tú...?

Cayó al suelo de rodillas, no soportaba estar lejos del chico al que amaba, y menos lo soportaba al ver que no la recordaba, años de amistad se habían ido a la mierda. No podía creer que de tantas personas, tenía que tocarle Felix, ese chico que se metió en su camino.

— ¿Te vas a declarar? —murmuró viendo al pecoso a través del espejo.

— ¿Hablas con alguien?

Rápidamente se puso de pie al oír la voz de su guardián y negó con la cabeza, sonriendo después.

— No, sólo veía a Felix... Estoy emocionada por empezar a trabajar, quiero hacerlo feliz. —mintió.

— Que bueno que estés emocionada, justamente hoy empiezas. —Yugyeom sonrió—. Por la noche, podrás aparecer en el espejo de pared que Felix tiene junto a la puerta, recuerda que debes presentarte, ¡Y que no debe romper el espejo!

— ¡Entiendo! —rió levemente.

Esperó a que el chico se fuera para borrar su sonrisa, frunciendo de inmediato su ceño. Volvió a aparecer el espejo frente a ella, pudiendo ver al pecoso sentarse en la orilla del puente de Sidney.
Iba a ser su dueño, iba a ser ángel de Lee Felix. A pesar de ser su "amigo", no podía sentirse feliz, al contrario, se sentía peor, más celosa, más insatisfecha.

Gruñó por lo bajo.

— Christopher... Estoy muy agradecido por todo lo que has hecho por mí y cada momento que has compartido conmigo. Eres el mejor chico que pude conocer y del cual... Pude enamorarme. Te amo. —escuchó decir.

En ese momento no pudo soportarlo más, sintió si sangre hervir. Agradeció que aún era ángel oficial, ya que así pudo atravesar el espejo. Por primera vez después de tanto tiempo había salido al mundo, no iba a negar que se sentía raro, pero como no perdió su memoria, aún recordaba la sensación.

Miró la espalda del menor, luego miró el océano frente a ellos.

— Felix.

Dijo antes de empujarlo con fuerza, haciendo que el agarre de Felix deshacerse. Ambos hicieron contacto visual, un último contacto visual.

Tráelo... —insistió una vez más la pelirroja.

— Él se suicidó. —mencionó Changbin.

— ¡Si yo hubiera aparecido un poco antes, habría evitado esto! —miró al pelinegro—. Él...

Ahora dirigió su mirada a su Dios.

— Pudimos evitarlo... Pudimos hacerlo feliz. —suplicó con la mirada—. Él iba a ser feliz conmigo, puede serlo aquí, por favor.

Dios suspiró.

— Jihyo...

La pelirroja se giró a él.

— Ha pasado poco tiempo desde que llegaste, pero ahora eres miembro de la Asamblea real... Has demostrado tomar buenas decisiones y siempre buscas lo mejor para el reino. —suspiró suavemente—. Así que...

— ¿Mmh?

— He traído a Felix.

Lentamente una sonrisa se formó en los labios de Jihyo.

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