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Capítulo único

"Quiero tenerte muy cerca de mí, ternura."

Ilusionada, no dejaba de sonreír y reírme con dicha frente al espejo, más solo contaba los minutos que faltaban para que mi amado novio viniera por mí en su moto.

Layne y yo éramos pareja hacia tres años, los mejores tres años de mi vida. Gracias a él, conocí la felicidad, mi mundo era solo él.

Laye, además de ser el líder de la mística banda de rock Alice in Chains, era el dulce, tierno, atrevido y apasionado chico rebelde y en ocasiones tímido hombre, que me enamoró perdidamente, hasta ahora y siempre.

Impaciente porque llegará, me acomodé mi largo cabello suelto frente al espejo, cuando me llegó un WhatsApp suyo.

"Ya estoy afuera, mi hermosa."

Irradié por toda la habitación y me coloqué un cintillo de flores en el cabello y corrí a verme con él.

Salí de mi casa y Layne se me quedó viendo intenso, de pie a cabeza y a mí se me aceleró el corazón. Le sonreí tímida y sus ojos brincaron.

—Estás muy preciosa.

—Gracias — mis mejillas se habían enrojecido, las que él contempló con orgullo y cariño.

—Me encanta el vestido, pero ¿No te sentirás incomoda al ir sentada en la moto? — le sonreí.

—Estaré tranquila — sus ojos volvieron a brillar en mí y me sonrió con esa luz, que solo él podía emanar.

—Ok, entonces, ven, que tenemos un largo camino que recorrer.

—Si — le dije más que contenta, entusiasta y me acerqué a él y a su moto.

Me acomodé el vestido para subirme y Layne esbozó su tierna sonrisa.

—¿Quieres ir adelante esta vez? — el corazón se me glorificó de alegría y él se me quedó viendo todo coqueto y seductor — Quiero tenerte muy cerca de mí, ternura.

—... — lo miré embelesada, con la respiración entrecortada.

Tiesa por los nervios, y ansiosa, me subí con cuidado delante suyo, en su moto, coloqué las piernas, una de cada lado y Layne se estremeció al tenerme así junto a él y en su pecho y brazos; me sonrió todo apasionado y yo me derretí por completo al sentirlo, sentir su gran cuerpo tras de mí. Me sentí protegida por él y amé que me tuviese así, junto a él, sentada en su moto.

Layne, apoyó con ternura y gozo su mejilla y barbilla en mi rostro. Dios, me encantaba su chivato; sus labios me derretían de deseos, y con fervor él me abrazó por la cintura.

—Así quería tenerte, ternura — me susurró.

—Oh — solo le pude jadear.

—Tal como lo hicimos anoche — me dijo en susurros y yo le sonreí estremecida. Un calor me recorrió por todo el cuerpo al recordar que lo habíamos hecho en esa misma posición. Layne me acechó vibrante con sus ojos y mi corazón volvió a acelerarse.

—Te amo — me jadeó.

—Y yo te amo a ti, amor mío.

Me atrapó con su mirada y comenzamos a besarnos largamente.

Besándonos, nuestros labios tronaban al compás, y al cabo, nos sonreímos con complicidad y deseos, y luego, Layne encendió la moto.

Mis piernas quedaban colgando en comparación a las suyas, por ser él muy alto, y yo al contrario muy baja. Los dos más que efusivos y contentos, Layne sostuvo el manubrio y se colocó sus infaltables gafas de sol.

—Sostente fuerte, ternura.

—Si.

Me recargué con mimo y cariño en su pecho; me tomé también del manubrio y Layne arrancó la moto y nos fuimos.

Aquel día cumplíamos tres años de relación y queríamos celebrarlo recorriendo todos los lugares mágicos y especiales que visitamos en Seattle y en otras partes de los Estados Unidos.

Amaba sentir la adrenalina de ir a toda velocidad en su moto y en sus brazos. El corazón me latía fuerte y rápido todo el tiempo, y sin dejar de sonreír, Layne me miró, y tierno, volvió a apoyar su mejilla y barbilla junto a mi rostro y me sonrió. Yo le sonreí perdidamente.

Me encantaba sentir su aliento, sus labios y boca muy cerca de mí.

—¿Vas cómoda, ternura?

—Si, mucho.

—Que bien — me miró a través de las gafas — Te amo — me le acerqué a sus labios.

—Y yo a ti, demasiado — le susurré en sus labios y Layne me sonrió tierno y con anhelos.

Llevábamos casi una hora de camino; mi vestido se aireaba con fervor por la velocidad de la moto. Estábamos cerca de la costa y Layne me miró y volvió a apoyarse de mí, me encantaba que colocara su mejilla y barbilla en mi rostro. Me sonrió con ternura y apasionado.

—En un rato más vamos a detenernos y a buscar alguna cabaña para que lo hagamos ¿Tienes ganas? — le sonreí.

—Si. Sabes que siempre quiero — río y sonrió vivaz.

—Esa es mi chica — besó mi mejilla — Vamos.

Al cabo de encontrar una acogedora cabaña, Layne se bajó de la moto y me ayudó a bajarme de ella, sosteniéndome de sus acogedores brazos.

Ambos impacientes por entrar, nos sonreímos con cariño, deseos y complicidad.

Sentado en la cama, soltó un suspiro pleno y yo salí del baño; él se me quedó viendo todo enamorado y yo le sonreí con destellos. Lo deseaba mucho y me le acerqué.

Layne me tomó con cariño de la cintura y me atrajo a sus brazos y a su boca. Yo me dejé atrapar y caí sobre él. Lo miré perdidamente y él corrió suavemente los mechones de cabello de mi rostro. Me observó con amor y destellos.

—Mi niña. Mi tierna Margarita — le sonreí con pudor.

—Mi Layne.

—Sigues siendo la dulce y tierna chica que conocí hace tres años y me has hecho tan feliz — me reí con vergüenza y él acarició mi mejilla.

—¿Te digo una cosa?

—¿Qué?

—Yo me enamoré perdidamente de ti ese mismo día cuando nos conocimos — sus ojos más brincaron y me tomó otra vez por la cintura.

—Ven aquí.

Me jadeó, me atrajo a su boca y empezó a besarme con desesperación. Yo me recargué por completo en su torso, y ambos besándonos, nos desnudamos rápidamente.

Sus ricas y potentes embestidas me hacían gemir una y otra vez y Layne haciéndome así el amor, recargó todo su cuerpo en mí y me embistió lleno de placer y amor. Yo me aferré a sus brazos y ancha espalda y me fascinó sentir todo su peso en mí.

A él le volvía loco sentirse dentro de mí, mi parte intima le hacía perder el control y soltando unos silenciosos gemidos y gruñidos, yo grité y él me observó intenso y con deseos.

—Mi vida — se me escapó jadeante y él acarició mi mejilla.

—Te amo.

Yo le sonreí, y los dos aún sin acabar, nos besamos con desesperación y seguimos haciendo el amor, muy apasionados, en aquella cama.

Recién duchados, Layne se abrochó los pantalones, yo me subí el vestido y él me miró y yo le sonreí.

Se me acercó y yo toqué su pecho con cariño.

—Te amo — me dijo todo tierno.

—Y yo a ti, mi Layne.

Él sostuvo mi rostro con cariño y depositó un tierno beso en mis labios.

Tomados de la mano, salimos de la cabaña, Layne me sentó todo cariñoso en la moto, después se subió él detrás de mí y me sostuvo. Yo le sonreí.

—¿Estás lista, hermosa?

—Si, amor mío.

—Ok. Partimos entonces...

Encendió la moto y nos marchamos a otro lugar.

Entramos a un oscuro y largo túnel, lo que me asustó un poco y me recargué aún más y con mimo en su pecho y Layne sonrió.

—Tranquila, saldremos muy pronto de este túnel.

—Lo sé, pero está muy oscuro. Casi no veo nada.

—Sostente fuerte. No vayas a soltarte.

—Ok.

Le hice caso y me sostuve fuerte del manubrio, y Layne rápido, nos sacó de aquel oscuro túnel.

El viento nos daba suaves golpes en nuestras mejillas y nuestros cabellos se aireaban al ritmo de este.

Layne bajó su mirada en torno a mí y apoyó su mejilla y barbilla en mi rostro y esbozó su tierna sonrisa.

—Te amo — su suave voz me hizo estremecer y le sonreí coqueta.

—Yo te amo más a ti.

—No, yo más a ti.

—Yo más.

Los dos nos reímos y él depositó un dulce y corto beso en mis labios.

Vimos la playa junto a ambos y sonreímos al instante.

—Mira, amor, es la playa que visitamos la primera vez — indiqué con sumo recuerdo y Layne sonrió.

—Así es, mi hermosa. Aquí será nuestro primer destino. Vamos...

Sentados y abrazados los dos en la cálida arena, Layne me tenía cargada en su pecho; miramos con afán el sereno y tranquilo mar; sus pasivas olas reventaban suave en la orilla. Era muy agradable oír las pacificas olas.

No había nadie en aquella playa, éramos los únicos; sentí de pronto una inmensa paz, una dulce armonía y entonces, oí con gozo los latidos de su corazón. Layne bajó la cabeza para mirarme y me sonrió con ternura. Yo lo vi con destellos y le acaricié su rostro y su barba chivato.

—Eres tan lindo y tierno. Eres mi ángel — se me quedó viendo intenso y levantó mi rostro y depositó un largo y romántico beso en mis labios.

Besándonos, jugamos con nuestras lenguas y Layne me recostó suavemente en la arena y siguió y siguió besándome.

Yo lo abrasé, y Layne sobre mí, yo rodeé su ancha espalda con mis brazos y nos besamos largamente, mientras las olas reventaban con suavidad frente a ambos.

Besándonos con desesperación, jugamos con nuestras lenguas, yo acaricié todos sus rizos revueltos y escuchamos con afán el reventar de las olas.

Al cabo de besarnos, Layne siguió sobre mí; yo le sonreí y le acaricié su rostro. Él me miró perdidamente enamorado.

—Eres tan hermosa, Margarita — se me escapó un suspiro y me le quedé viendo sus ojos de cielo con amor.

—Mi Layne — acaricié su barba chivato y él me vio embelesado.

—Te amo tanto — me susurró en mis labios y volvió a besarme todo apasionado, largamente.

Besándonos con desesperación, Layne me rodeó en sus brazos, me aferró a su pecho e hicimos el amor ahí en la arena, frente al sereno mar.

Recargada en su pecho, Layne conducía todo sexy y con actitud la moto y me sostenía con todo cariño y protección.

Mi corazón no dejaba de vibrar con dicha y anhelos al recordar una y otra vez que habíamos vuelto a hacer el amor y sonreí sin parar. Layne me vio sonreír a través de sus gafas de sol y le cuerpo le vibró por completo. Sonrió intenso y me jadeó al oído que me amaba.

Con su moto estacionada en un rincón del muelle, ya se había hecho de noche, y yo otra vez recargada en su pecho, ambos mirábamos con detenimiento las estrellas en el cielo, las que brillaban con fervor y destellos.

Layne bajó un poco la cabeza para mirarme y se le aceleró el corazón. Yo lo miré; contemplé que aquellas estrellas del cielo se reflejaban en sus profundos ojos celestes, y toda derretida por él, me estiré un poco para alcanzar sus labios, y él todo tierno, se agachó y los dos nos dimos un largo beso, en aquel solitario y mágico muelle, frente al mar, donde la noche se hacía más notar. Nuestras lenguas jugaron entre si e hicimos tronar nuestros labios.

Al cabo de besarnos, nuestra respiración estaba entre cortada y nos vimos con detenimiento; contemplé toda enamorada su rostro, sus ojos y boca y Layne suspiró agitado. Su penetrante mirada me acechó y acarició mi mejilla.

Yo lo vi derretida, con mi alma y corazón fuera de control.

—Te amo tanto y jamás me cansaré de decírtelo, niña mía — le acaricié su barbilla.

—Ni yo de oírlo, mi Layne — sus ojos bailaron.

—Mi hermosa...

Acostados en el sofá de otra cabaña, en donde nos quedaríamos por esa noche, estábamos recostados de lado, besándonos con deseos y amor; nuestras lenguas jugaban entre si y Layne sujetando mi mejilla, profundizaba más nuestro beso.

Gemí en sus labios y él me miró intenso, todo seductor. Yo me le quedé viendo perdidamente enamorada y él más vibró por dentro. Sus apasionados y acechantes ojos más me sedujeron y atraparon.

Yo lo amaba y adoraba tanto y no quería que ese apasionado y romántico momento terminará. Anhelaba a Layne con toda la fuerza del mundo y le acaricié su rostro.

—Layne mío. Te amo tanto — él me vio perdidamente enamorado y tomó mi mano junto a su rostro y me la besó.

—Niña mía. Siempre seré tuyo.

Me susurró y yo más me derretí por dentro.

El corazón me latió todo descontrolado y contemplé una vez más sus profundos ojos celestes.

—Mi Layne, te amo.

—Y yo te amo a ti, niña mía.

—Amor mío — le susurré en sus labios y Layne con deseos volvió a besarme largamente.

Besándonos, él sujetó mi mano fuerte y con cariño. No quería apartarse de mí, ni de mis labios y continuó besándome todo apasionado.

A la mañana siguiente.

Dormidos acurrucados y desnudos en la cama, Layne me tenía aferrada a sus brazos y pecho, y solo con las cobijas cubriéndonos, yo dormía cómoda y profundamente en sus brazos y él despertó. Me vio dormida en él y se volvió loco; vibró de anhelos por dentro y con afán y cariño, más me acurrucó a él. Me abrazó y sediento de mí, olió mi cabello y sonrió tierno e intenso.

<< Que rico huele su cabello. >>

—Me tienes tan loco, amor mío. Te amo tanto — me susurró al oído y me abrazó con más deseos y cariño.

—Te amo. Te amo demasiado, mi niña hermosa — me susurró al oído y después besó mi hombro.

Sentí sus caricias y desperté, lo vi a mi lado, con sus acechantes ojos en mí y el corazón me brincó de amor por él, y derretida, Layne no se contuvo más y comenzó a besarme sin parar. Yo abducida por él y por su rico beso, me dejé atrapar y nos besamos con desesperación y amor.

Sentados frente a frente en una cafetería, Layne me miraba con dulzura, muy contento y risueño, y yo perdida en él, le sonreía de igual manera. Él tomó mi mano con cariño.

Viéndonos perdidamente, yo bebí de mi malteada, cuando de pronto, me vinieron unos enormes deseos de vomitar.

Layne me miró atento.

—Cariño ¿Qué te pasa?

—... Tengo nauseas.

—¿Nauseas?

—Si... ¡Ay! Creo que el desayuno me cayó mal.

Él siguió viéndome fijo y yo con muchas nauseas, no pude más y me levanté rápido de la mesa y fui corriendo al baño a vomitar.

Layne sonrió perdidamente enamorado.

Muy débil, todo me daba vueltas y él me vio y corrió a ayudarme. Con cariño me tomó del brazo y me llevó a la mesa.

—Tranquila, ven. Siéntate, para que descanses.

—... Vomité todo el desayuno — acarició mi pálido rostro.

—Está bien. No te preocupes por eso.

—... Me siento horrible — me miró atento.

—Es mejor que nos regresemos a la cabaña para que descanses.

—Pero ¿Y nuestra siguiente parada? — me sonrió.

—Eso puede esperar, peor tu salud no, así que vamos. Nos iremos a la cabaña.

Sentada en su regazo, estaba recargada en su torso y Layne viéndome fijo e intenso, sospechaba lo que me estaba ocurriendo. Sostuvo mi mano con cariño.

Aún con muchas nauseas, todo me daba vueltas y solté un suspiro. Layne sin contenerse más, acarició mi vientre y me amó con locura.

—¡Oh, mi amor! Me siento terrible.

—Solo descansa — movió con más cariño su mano en mi vientre, lo que me derritió por completo — De ahora en adelante, te cuidaré mucho más, amor mío.

—Layne mío.

—Solo quiero que estés bien, que ambos lo estén y yo me encargaré de eso. Estaré contigo.

—Mi amor. Te amo tanto.

—Y yo a ti y más ahora por esto tan maravilloso — lo miré perdidamente enamorada y Layne acariciando mi plano vientre, no nos contuvimos más y nos besamos con todo nuestro amor.

Ya más recuperada, Layne con cariño me sentó en la moto; él se sentó detrás de mí, me tomó con cuidado y afecto para protegerme, lo que me hizo vibrar por él y encendió la moto y nos fuimos por la larga carretera, en donde iniciaríamos una muy linda etapa, una etapa que la comenzamos llenos de ilusión y de amor. Nuestro gran y bonito amor.


FIN.

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