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[50]


2 años y medio después.

4to año en Hogwarts.



El eco de los pasos resonaba en la habitación vacía, pero Taehyung apenas lo notó. Su atención estaba completamente capturada por Jungkook, quien lo empujó suavemente contra la pared más cercana, dejando que el peso de sus cuerpos se encontrara.

Cerecita... —murmuró Jungkook, su aliento cálido rozando los labios de Taehyung.

Deja de llamarme...

Jungkook no lo dejó terminar antes de volver a besarlo con intensidad.

Las manos del castaño se deslizaron con suavidad hacia las mejillas de Taehyung, mientras sus labios exploraban cada rincón, dejando un rastro de fuego que el pelirrojo podía sentir hasta en el pecho. Taehyung no pudo evitar gemir suavemente, dejando que una de sus manos se enredara en el cabello oscuro de Jungkook, mientras la otra tiraba con fuerza de la corbata para asegurarse de que no se alejara ni un milímetro.

El momento era perfecto, demasiado perfecto, hasta que un sonido seco rompió la atmósfera.

Ambos se congelaron. Taehyung abrió los ojos de golpe, su corazón deteniéndose por un instante cuando vio la figura familiar de Min Yoongi en la puerta. El mayor estaba apoyado con desinterés en el marco, mordiendo una paleta de limón, sus ojos entrecerrados con una mueca de asco.

— Hey.

El color subió al rostro de Taehyung de inmediato. Con un empujón que Jungkook no vio venir, el castaño fue a dar al sofá cercano, tropezando torpemente mientras Taehyung intentaba arreglar su cabello y la corbata con movimientos rápidos.

—¡Maldito seas, Yoongi! —exclamó Taehyung, lleno de vergüenza.

Jungkook, todavía intentando recomponerse, levantó la mirada hacia su hermano, su confusión rápidamente transformándose en irritación.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Jungkook, frunciendo el ceño mientras se acercaba a Yoongi.

— Jimin me mandó a buscarlos. Pero parece que están muy ocupados intercambiando saliva. ¿Les digo a los demás que no pueden porque tienen asuntos más importantes? —Sonrió apenas, con un destello de burla iluminando sus ojos oscuros.

Taehyung suspiró, acomodando negó con suavidad

—No dirás nada, Yoon, ya nos vamos.

— Pero se veían muy a gusto, mejor los dejo y asigno a otros jugadores este año... —respondió Yoongi con sarcasmo.

— Joder, ya nos vamos, mierda... —soltó Jungkook acomodando su corbata

— ¿Con esa boca besas a Taehyung? —Yoongi lo miró con desaprobación mientras negaba, aunque la sonrisa que amenazaba con asomarse lo traicionaba.

Jungkook chaqueo la lengua, luego se inclinó ligeramente y puso ojos de cachorro arrepentido.

—Vamos "hyung" no digas nada.

Yoongi suspiró, sabiendo que el honorifico lo había dicho con segundas intenciones. Lo barrio con la mirada evaluando la escena mientras mordía la paleta.

—Como si fuera secreto que ustedes dos se besan en cualquier rincón oscuro que encuentran. —Rodó los ojos antes de añadir—. Sólo asegúrense de no hacerlo en la sala. Me gusta ese sofá, cuiden lo que hacen ahí.

Con eso, giró sobre sus talones y salió de la habitación, pero la voz de Taehyung lo detuvo.

— ¡Oye, no hacemos nada de eso!

— Ajá, adiós.

Alzo su mano sin verlo, cerrando la puerta tras de sí con un golpe ligero.

Hubo un momento de silencio incómodo antes de que Taehyung hablara, todavía mirando la puerta cerrada.

—¿Crees que es gracioso?

Jungkook soltó una risita suave, acercándose a Taehyung.

—Probablemente.

Taehyung se volteó hacia él con el ceño fruncido, pero antes de que pudiera decir algo más, Jungkook colocó una mano en su cintura y otra en su mejilla.

—Hey... —susurró, sus ojos oscuros mirándolo con una calidez que hacía que Taehyung olvidara el momento anterior— ¿Qué te preocupa? Parece que todos ya lo saben... o al menos los chicos sí.

Taehyung suspiró, relajándose en el toque de Jungkook.

—Sigues siendo un imbécil, ¿sabes?

— Sí, sí, claro que lo soy. —Jungkook sonrió ampliamente antes de inclinarse y robarle un beso rápido.

El pelirrojo chasqueó la lengua, pero no pudo evitar sonreír ligeramente.

Salieron de la habitación, comenzado una mini competencia.

Jungkook, siempre un paso más cerca de Taehyung de lo que era necesario, aprovechaba cada oportunidad para rozar su mano o empujarle juguetonamente. Taehyung fingía molestarse, pero no podía evitar que una pequeña sonrisa asomara en sus labios cada vez que sentía la cercanía del castaño.

— Ya muévete antes de que en verdad nos reemplacen y te juro que, si me quitan el puesto de buscador, es tu culpa.

— ¿Mi culpa? —Jungkook rio entre dientes mientras entrelazaba sus dedos con los de Taehyung, tirando de él para que apurara el paso— Si Jimin te lo quita cada año, no es culpa mía.

Taehyung le lanzó una mirada incrédula, entrecerrando los ojos — Este año podría tener una oportunidad. Además, sí me gusta ser golpeador, solo quiero jugar Quidditch.

— Ajá, bueno, te haré pedazos en el primer torneo del año, amor.

— Sueñas, Min.

Ninguno de los dos podía precisar exactamente cómo habían llegado a ese punto, pero ambos sabían que no querían dejarlo ir.

Todo había comenzado en segundo año, cuando acordaron ser solo amigos. Taehyung no se sentía listo para algo más serio, y Jungkook, con una madurez sorprendente, lo aceptó sin presionarlo.

Sin embargo, la tensión siempre estuvo ahí, como un hilo invisible que los mantenía unidos. Durante meses, se llevaron bien junto con su grupo de amigos, hasta que, en tercer año, en el cumpleaños de Jungkook, el alcohol les dio el valor que la sobriedad les negaba. El beso en la habitación de Jungkook fue todo menos planeado, pero ninguno se arrepintió. Por la mañana, el silencio surgió, y aunque intentaron ignorarlo, el recuerdo seguía ardiendo en ambos y por ello se ignoraron durante días, aunque seguían conviviendo como grupo.

La tensión llegó a su punto máximo cuando Taehyung empezó a frecuentar a Mingyu, un chico de Ravenclaw que le daba lecciones de herbología y parecía tener un interés nada disimulado por el pelirrojo. En el primer partido de Quidditch de la temporada, Jungkook, llevado por una mezcla de celos y mala puntería, envió a Mingyu a la enfermería con una bludger mal calculada. La suspensión del equipo fue solo el comienzo. Esa noche, detrás de la cabaña de Chanyeol, cerca del bosque prohibido Taehyung lo enfrento.

Ambos se gritaron, golpearon e inculparon y luego se besaron, siendo encontrados poco después por el profesor de astronomía y Choi, que los suspendió a ambos, les bajaron 50 puntos y los obligaron a hacer trabajo junto a Chanyeol en el bosque prohibido, ya que les "encantaba" dar muestras de afecto ahí.

Luego de eso, empezaron a fingir amistad frente a todos, pero en su privacidad se besaban cuando se les daba la oportunidad. Por supuesto ambos hablaron de eso, y quedaron que simplemente dejarían que las cosas fluyeran entre ellos, pero eso sí, siempre con exclusividad, ambos eran del otro sin tener algún tipo de formalidad y les gustaba eso, les parecía divertido, besarse un tiempo, estar en su burbuja, hablar de su día, preocupaciones y aspiraciones de mañana.

Ya pensarían en algo cuando las cosas comenzaran a irse a otro lado.

A Jungkook le gustaba Taehyung, y aunque el pelirrojo intentaba convencer a su cabeza de que todo era pasajero, su corazón lo traicionaba. Sentía algo profundo por el castaño, algo que se reflejaba incluso en los detalles más pequeños, como ahora, mientras escuchaba a Jungkook hablar sobre las tareas pendientes del día.

Al llegar al campo, un ladrido rompió la conversación. Taehyung se agachó con ternura para recibir a su pequeña mascota, un Pomerania que lo saludó emocionado con lametones en la cara y pequeños besos en sus labios. Jungkook, al verlo, frunció el ceño y apartó la mirada con una mueca de asco.

—Por favor dime que no besas a tu perro y luego a mí —espetó.

—¿Qué tiene? —preguntó el pelirrojo como si nada.

Jungkook chasqueó la lengua y comenzó a limpiarse los labios con exageración.

—Es repugnante, Tae. En serio, hay un límite.

Antes de que Taehyung pudiera replicar, la voz de Jimin llegó hasta ellos.

— ¿Por qué te demoraron tanto? —preguntó mientras se acercaba junto a Nick siguiéndole el paso.

Taehyung se enderezó, dejando que su pomerania brincara a su alrededor, y recibió a Jimin con un abrazo cálido y un beso rápido en la coronilla.

—Me fui con Jungkook. Luego te cuento —susurró en su oído con aire travieso.

Jimin se separó con una risita y le golpeó el hombro con suavidad.

—Tontos calenturientos.

—Oye, ¿quién dice que hacemos eso? Aish... ¿de dónde aprendiste esas cosas?

Ambos rieron mientras caminaban juntos hacia donde los demás los esperaban. A lo lejos, Yoongi los observaba en silencio. Suspiro, con pasos medidos, se acercó a Jimin y le extendió su escoba.

El rubio dio un pequeño respingo al notar su presencia, pero rápidamente tomó la escoba y le dedicó una sonrisa incomoda.

—Gracias. — dijo, y luego se giró para retomar su conversación animada con Nick, el capitán del equipo.

Hoseok, que había estado observando la escena, se acercó a Yoongi y pasó un brazo por sus hombros, chasqueando la lengua con aire pensativo.

—¿Sigue con lo mismo?

Yoongi suspiró, desviando la mirada.

—Sí —admitió—. Pero son cosas mías, nada más.

—No lo son del todo. Yo también sentí que algo cambió. Tal vez se le pegó algo del profesor Choi.

Yoongi negó con la cabeza.

—Se llevan bien, no creo que sea eso.

Hoseok ladeó la cabeza, dubitativo.

—Tal vez... no sé. Antes Jimin parecía orbitar a tu alrededor, pero ahora... es diferente, no sé cómo explicarlo.

—Crecimos, supongo —murmuró Yoongi, encogiéndose de hombros.

— Que tú ya tengas dieciocho no te hace maduro de repente —replicó Hoseok, dándole una palmada en el hombro. Quizás aplicó más fuerza de la necesaria, porque Yoongi se quejó.

Antes de que pudiera protestar, ambos observaron cómo Jungkook corría tras Jimin y Taehyung. Con un movimiento rápido, el menor levanto al rubio del suelo y lo cargó sobre su hombro como si no pesara nada.

—¡Bájame, tonto! —gritaba Jimin entre risas, pataleando sin mucho éxito —¡Ayuda! ¡Tae!

Pero nadie acudió en su ayuda. Taehyung ya se había unido a las risas, y Namjoon y Seokjin miraban la escena divertidos desde un costado mientras el Pomerania corría a su alrededor

Yoongi chasqueó la lengua con frustración. Jimin parecía estar bien con todos, incluso fortaleciendo lazos con su hermano, pero con él... con él parecía que habían retrocedido.

Lo sentía.

Ya no acudía a él con dudas sobre sus tareas, esas noches en la sala común donde Jimin le pedía ayuda mientras hacía pucheros habían desaparecido. Tampoco tenían sus sesiones privadas de estudio, esas que a veces terminaban con risas por lo ridículo que sonaban los nombres de algunos hechizos. Peor aún, Jimin parecía evitar estar a solas con él. Y lo que más dolía... en el verano, las cartas que solían enviarse mutuamente con frecuencia —al punto de agotar a sus pobres lechuzas— se volvieron escasas. A veces, las pocas cartas que llegaban lo hacían dos semanas tarde, como si Jimin hubiera olvidado que existía.

Ese verano, Yoongi había pasado más tiempo de lo que le gustaría admitir envidiando a Jungkook. Su hermano recibía cartas de Taehyung casi todos los días. Cada vez que Jennie llegaba con la correspondencia, Jungkook saltaba a recoger la suya con una sonrisa de oreja a oreja, Yoongi no podía evitar mirar con amargura su propia mesa con cartas de todos, menos de Jimin

Apretó la mandíbula y volvió la mirada al campo. Allí estaban otra vez, todos juntos. Jungkook cargaba a Taehyung y a Jimin al mismo tiempo, dándoles vueltas mientras ambos pataleaban y gritaban, mezclando carcajadas con gritos de protesta.

Bufó, cruzándose de brazos.

Por un demonio, se suponía que el favorito de Jimin era él.

Pero ahora... ahora el rubio ya no le sonreía así de genuino. No de esa forma tan brillante que hacía que su pecho se sintiera cálido por dentro.

Suspiró, dejando que sus pensamientos se hundieran un poco más. A su lado, Hoseok le dio un suave empujón en el hombro, ni muy fuerte ni muy suave, justo con la intensidad que se necesita para despertar a alguien que está pensando demasiado.

—Oye, no te pongas así. Habla con él.

—Es más fácil decirlo que hacerlo —murmuró Yoongi, sin apartar la mirada de Jimin. El rubio seguía riendo a carcajadas mientras se liberaba finalmente de Jungkook y corría hacia Seokjin.

—Si no haces nada, te vas a seguir comiendo la cabeza con teorías tontas —insistió.

Yoongi no respondió. Solo miró a Jimin lanzar una pelota mágica que el Pomerania atrapo. Pero la paz no duró mucho.

Taehyung y Jungkook, que ya habían subido a sus escobas, descendieron rápidamente, el ultimo tomando a Jimin de la cintura con la misma facilidad con la que alguien levanta una pluma.

—Voy a tirarle un bugger —anunció con una seriedad que hizo reir a Hoseok.

—No puedes, es tu hermano — tomó a Yoongi del brazo, obligándolo a caminar — Y eres buscador.

—¿Y?

—¡Y no puedes estar celoso de tu hermano, Yoon!

—¡No estoy—!

Se detuvo a mitad de la frase.

Ah, sí. Lo estaba.

Y mucho.

—Ahg, joder... —gruñó, pasándose una mano por el rostro.

—Sin groserías, camina —dijo Hoseok, dándole un empujón con el hombro— La temporada de quidditch está cerca y necesitamos al segundo mejor buscador en su mejor forma

— Le gane a Jimin una vez.

— Aja, tú lo dijiste, una.


Yoongi solo gruñó en respuesta, pero caminó, tal vez solo estaba exagerando y Jimin no estaba raro con él.

Jimin corría a toda velocidad, con los latidos de su corazón resonando en sus oídos como un tambor. El bosque era oscuro, las ramas parecían extenderse para atraparlo. Sentía una presencia detrás, algo que lo perseguía, que lo acechaba. Cuando finalmente se reunió el valor para mirar atrás, vio una sombra que crecía y se abalanzaba hacia él...

Y despertó de golpe, con un jadeo.

—¡Jimin! —la voz preocupada de Taehyung rompió el eco de su respiración agitada mientras lo sacudía ligeramente por los hombros.

El rubio llevó una mano temblorosa a su frente, sintiendo cómo las gotas de sudor se mezclaban con el calor que abrasaba su piel. El cuarto le daba vueltas, y le costaba enfocar su vista en el rostro de su amigo.

—¿Qué... qué pasó?

Taehyung tenía el ceño fruncido, claramente preocupado.

—Te desmayaste en pleno vuelo. Por poco y caes de la escoba —dijo, su tono suave contrastando con la dureza de su mirada—. Te trajimos corriendo aquí, pero empezaste a arder en fiebre apenas llegamos. El profesor Choi esta viniendo.

—¿Le dijeron?

Aunque ya había pasado un tiempo desde que el profesor Choi asumiera su tutela, aún le resultaba extraño pensar en él como alguien cercano. Claro, Choi se preocupaba por él —de una manera rígida y poco expresiva—, pero eso no hacía más fácil la idea de depender de él.

—No, fue Yoongi quien le avisó —respondió Taehyung, apartándole un mechón de cabello sudoroso de la frente—. Nadie más se atreve a hablar con Choi por mucho rato. Aunque sea tu padrino, da un poco de miedo.

— Me va a dar una de esas pociones horribles que huelen a muerte y saben peor.

—Pero funcionan —replicó Taehyung, sonriendo con ternura.

—Sí, pero no entiendo por qué me pasan estas cosas... —murmuró Jimin, tocándose las mejillas calientes—. Choi decia que era porque soy un flacucho que no come lo suficiente.

Taehyung lo miro e hizo una mueca. Desde la competencia la escuela comenzó a recobrar normalidad, pero una sensación extraña se apodero de él.

— ¿Alguna otra cosa rara?

Jimin negó con la cabeza, aunque sus labios se apretaron un momento, como si dudara.

—Solo el mismo sueño. Desde que empezó el verano. Siempre estoy corriendo, pero cuando miro atrás... despierto.

—Deberías contarle eso a Choi. Yoongi dijo que no tarda en venir, salió corriendo. Los demás fueron a buscar algo de comer.

— No tenía que hacerlo...

—Bueno, es Yoongi. Ya sabes cómo es contigo.

Jimin desvió la mirada al escuchar lo último, un ligero rubor apareciendo en sus mejillas.

— Ah... — respondió tratando de sonar indiferente, pero su voz traicionó la sorpresa.

— Sabes, Yoongi no es tonto. Creo que ya notó que te quieres alejar de él —comentó Taehyung, con tono serio.

El rubio dejó caer la cabeza hacia atrás, suspirando profundamente.

—Tae, ya te lo dije. Estoy intentando superarlo. No puedo seguir viviendo enamorado de uno de mis amigos. Cuando se me pase, todo volverá a ser como antes.

— Llevas dos años sintiendo cosas por él. Eso no desaparece de la noche a la mañana. ¿Por qué mejor no se lo dices?

—Ay, no, no, no. —Jimin negó con la cabeza de inmediato, sintiendo el dolor habitual al pensar en ello—. Ya sé cuál sería su respuesta, y no quiero arruinarlo todo. Si lo sabe, las cosas se van a poner incómodas y... no, no puedo.

Justo en ese momento, un ruido en la puerta captó su atención. Ambos giraron hacia la entrada, donde el profesor Choi apareció con su puerta imponente, cargando una bandeja con frascos de colores que no prometían nada agradable, atrás de él, Yoongi le seguía el paso.

— Bebe.

El rubio dejó escapar un suspiro resignado mientras Taehyung le daba unas palmaditas en el hombro para darle ánimos, aunque sin mucho éxito. Jimin tomó el frasco con una expresión entre asco y aceptación. Mientras lo bebía, el profesor Choi observaba en silencio, como si estudiara cada uno de sus movimientos.

—Ahg, sabe como la mier... —Jimin empezó a quejarse, pero se detuvo al ver la mirada fulminante de Choi.

—Cuidado con lo que digas, Park. —El rubio tosió y se disculpó en un murmullo.

Choi chasqueo la lengua y toco su frente —Ya no tienes fiebre, ¿y ahora por qué te desmayaste? Te mandé desayunado a la práctica.

—No lo sé, me sentí mal y, bueno...

Jimin miró a Taehyung, quien le hizo un gesto débil con la mirada para que hablara.

—Soñé... creo que soñé con él. Lo hago desde el verano, es el mismo sueño siempre... —Jimin cerró los ojos un momento, como si intentara apartar las imágenes que le asaltaban la mente, pero no lo logró.

—¿Y por qué nunca...? —Choi no terminó la pregunta, pero su rostro se oscureció al instante. Hubo una pausa tensa, y luego suspiró pesadamente. Volteó hacia Taehyung y Yoongi, que estaban escuchando en silencio. —No quiero que se despeguen de él ni un momento. Hablaré con SeoJoon.

— Pero no creo que sea algo más, tal vez solo sea el miedo que a veces siento, y...

—Jimin, él sigue ahí afuera. Y si estás soñando con él, es porque quiere atormentarte incluso en tus sueños.

Las palabras del profesor fueron tan directas que hicieron que Jimin apretara los labios y mirara hacia el suelo, sintiendo que el peso de la situación era más pesado de lo que había anticipado.

—Quédate con tus amigos y no salgas del castillo sin estar acompañado. Si pasa algo más, tienes que decirme. Y come.

Jimin asintió.

El profesor le lanzó una última mirada y luego se dio la vuelta, haciendo que su gran capa se moviera con el viento al salir. Taehyung pensó que Hoseok se hubiera reído a carcajadas al ver eso.

—Ow, si se preocupa por ti... —Taehyung bromeó, intentando aligerar el ambiente con su típico tono juguetón.

El pelirrojo observó a Yoongi de pie al otro lado de la habitación, manteniendo su distancia. Taehyung miró de nuevo a Jimin, luego volvió la vista hacia Yoongi.

—Ah, bueno... —dijo Taehyung, frotándose la nuca con una sonrisa un tanto forzada—. Yo iré a comer algo y te lo traeré Jim

Tehyung le lanzó a Jimin una mirada que parecía decir "suerte con eso" antes de encaminarse hacia la puerta y cuando se cerró, el eco dejó un vacío en el aire que Jimin sintió como un golpe en el pecho. Los latidos de su corazón se hicieron más pesados, y el silencio que quedó entre él y Yoongi era una tortura. Yoongi seguía junto a la mesa, sus ojos oscuros fijos en él, sin mover un músculo, como si estuviera esperando algo, alguna señal, pero Jimin no podía dársela.

— ¿Ya estas mejor?

El rubio hizo un ruido de afirmación, sin levantar la vista.

— Le dire a Nick que te deje descansar mañana, no puedes...

— No hace falta — dijo y se levantó, listo para ir a la puerta, pero en ese Yoongi tomo su mano, deteniéndolo — ¿Qué?

— No seas terco.

Jimin no contesto, solo aparto su mano — Gracias por preocuparte, Yoongi, pero estare bien.

— ¿Cuánto tiempo más vas a seguir así? — preguntó Yoongi esta vez de forma brusca.

Jimin casi no reaccionó. Sus dedos temblorosos ajustaron el dobladillo de su camisa, una excusa para no levantar la mirada. Si lo hacía, todo se derrumbaría, y él lo sabía.

— ¿Así cómo? —respondió finalmente, con un tono seco y distante que ni él mismo creía.

Yoongi soltó una risa seca, llena de incredulidad. Dio un paso hacia él, y la proximidad hizo que el aire se volviera denso, irrespirable. Estar tan cerca de Yoongi hacía que su piel se erizara, que su cuerpo lo traicionara.

— Raro. No pareces el mismo Jimin, al menos no conmigo —las palabras de Yoongi eran directas, pero no frías. Estaban impregnadas de frustración —. Llevas semanas así, Jimin. Apenas me miras y hablas conmigo. No lo entiendo. ¿Es por tus sueños? Pudiste hablarlo conmigo.

Quería gritar, quería decirle la verdad, pero al mismo tiempo, lo que realmente deseaba lo aterrorizaba.

— No es por eso, solo que es mejor así —susurró.

—¿Mejor? ¿Para quién? ¿Para ti? — Yoongi frunció el ceño, dando otro paso hacia él. Su proximidad era un desafío, una provocación que hacía que todo en el cuerpo de Jimin se tensara aún más—. Porque a mí esto no me parece mejor en lo absoluto. No tiene ningún sentido tu distancia, estoy intentando entenderlo.

— No lo hagas, Yoongi, estoy bien. Solo quiero espacio —respondió, finalmente levantando la mirada.

— ¿Con todos o solo conmigo? Y Jimin, por la luna, ¿Desde cuándo tú y yo necesitamos espacio? Siempre hemos estado bien juntos, ¿hice algo mal?

—No hiciste nada mal, solo que tú...

Se interrumpió. No podía acabar la frase porque las palabras que no se atrevía a decir eran las únicas que lo definirían completamente. "me consumes", pensó. "no puedo dejar de pensar en ti de una manera que no debería"

—¿Yo qué, Jimin? —insistió Yoongi, con un tono suave, casi suplicante, pero con una fuerza que hacía que el corazón de Jimin palpitara aún más rápido—. Dilo.

Jimin negó con la cabeza, apretando los ojos, intentando contener las lágrimas que luchaban por salir. Tú no entiendes, nunca entenderás, se repitió. Porque ¿cómo podría Yoongi entender que lo que Jimin quería era lo único que no debía querer?

Yoongi, al verlo tan vulnerable, suavizó su expresión. El desafío y la frustración se desvanecieron, reemplazados por algo más, algo que no había mostrado antes. Su mano se alzó, lenta pero decidida, y tocó suavemente la muñeca de Jimin, tirando de él hacia adelante, hacia un lugar del que Jimin sabía que no podría escapar.

—No me alejes, Jimin —susurró Yoongi, su voz baja, cargada de una ternura que Jimin no esperaba—. No tienes que hacerlo solo. Estoy aquí. Siempre estaré aquí.

Jimin sintió que su resistencia se rompía, que cada barrera que había construido comenzaba a desmoronarse ante el contacto de Yoongi. Sus labios temblaron, pero no dijo nada. No podía. Si decía algo, el fuego que ardía dentro de él lo consumiría por completo.

—Es difícil, Yoongi —logró decir finalmente, su voz cargada de una vulnerabilidad que nunca antes había mostrado— Es muy difícil estar cerca de ti y pretender que todo conmigo está bien.

Yoongi lo atrajo hacia un abrazo protector. Jimin sintió cómo su corazón se aceleraba, pero no se resistió; en lugar de eso, correspondió al abrazo con fuerza. Hacía tanto que no se sentía seguro en los brazos de su amigo.

—No lo hagas, no conmigo —murmuró Yoongi en su oído, su voz grave y baja, mientras acariciaba su espalda con una calma.

Jimin se quedó quieto, cerrando los ojos por un momento mientras intentaba procesar las palabras de Yoongi. Sentía una mezcla de emociones: alivio, confusión y algo más profundo que no quería nombrar. De repente, habló sin pensar.

—Soñé con Jennie. Solo una vez, pero... ella estaba con él.

Yoongi no aflojó el abrazo, solo continuó trazando círculos suaves en la espalda de Jimin. Parecía estar considerando las palabras, pero cuando habló, lo hizo con la misma calma de siempre.

—Ella también.

Jimin se separó ligeramente, lo suficiente como para mirarlo a los ojos, con el ceño fruncido.

—¿Jennie también...?

—Sí. Solo lo saben Jungkook y yo, pero sus sueños son casi diarios. Ella todavía cree que, si va con él, se detendrá... ya sabes cómo es ella. Por eso pensamos que en algún momento tendremos que decírselo a SeoJoon.

— Si el Ministerio se entera, tu familia estará arruinada —dijo Jimin, su voz apenas un susurro.

Yoongi soltó una risa seca, sin rastro de humor.

—Créeme, encontrarían la manera de salir de eso y por eso que queremos confiar en SeoJoon. Él no involucrará al Ministerio, pero...

—La verdad siempre sale a la luz.

Yoongi asintió en silencio. Después de unos momentos, se separó finalmente de Jimin, aunque no se alejó demasiado. Sus ojos recorrieron el rostro de Jimin con una especie de fascinación silenciosa. En esos dos años, Jimin había dejado crecer su cabello, un cambio que todos habían notado, pero a Yoongi le parecía especialmente encantador. Su cabello dorado que caía en suaves ondas sobre su frente y sus mejillas, aún sonrojadas por la fiebre reciente, le daban una apariencia angelical que Yoongi no podía ignorar.

Yoongi lo miró por un momento más, sintiendo una extraña calidez en su pecho. Es hermoso, pensó, y se permitió un segundo más antes de apartar esos pensamientos con rapidez. Estaba hablando de su amigo. Pero no podía negar que estos últimos meses había algo que había cambiado en la forma en que lo veía.

—Vuelve a confiar en mí como antes. No sé qué cambió entre nosotros, pero entiendo que estés asustado. Solo que... alejándote de mí no es la solución, Jimin. Y me duele.

Jimin parpadeó ante la sinceridad de Yoongi. Sabía que su amigo siempre había sido directo para decir las cosas. Estaba siendo tan abierto, tan vulnerable como él mismo. Algo en su interior se rompió.

—Perdón.

—No tienes que disculparte —dijo Yoongi mientras levantaba una mano y rozaba con delicadeza la mejilla de Jimin—. Solo... no te alejes más, ¿de acuerdo?

Jimin asintió lentamente, incapaz de apartar la mirada de los ojos de Yoongi. El simple toque de su mano, el calor que transmitía, lo llenaba de una mezcla de emociones.

No puedo alejarme de él, pensó. Amaba a Yoongi, lo sabía en lo más profundo de su ser, y aunque nunca pudiera decirlo, aceptaba que ese amor lo acompañaba. Aprendería a vivir con ello, en silencio, mientras pudiera seguir a su lado.

—Si me necesitas —dijo Yoongi, bajando la mano y volviendo a tomar la de Jimin entre las suyas—, siempre estaré aquí. Y los chicos también, pero no ignores mi presencia. No preguntare más, pero no te alejes.

Jimin asintió una vez más, dejando que el silencio entre ellos hablara por ambos. Sabía que, aunque sus sentimientos no pudieran ser correspondidos de la manera en que él deseaba, el vínculo que compartían era suficiente.

Y por ahora, eso le bastaba.

Desde la entrada de la habitación, Seokjin y Jungkook observaban en silencio la escena. Seokjin mantenía los brazos cruzados, mientras que Jungkook resopló.

—Es obvio que se gustan —murmuró Jungkook, sin apartar la vista de los dos amigos.

Seokjin lo miró de reojo, frunciendo el ceño ligeramente.

—¿A Yoongi le gusta Jimin?

—¿No es obvio?

Seokjin volvió la mirada hacia el par en el centro de la habitación. Observó la forma en que Yoongi miraba a Jimin, la ternura en su rostro, y por un momento, se permitió pensar que Jungkook podría tener razón.

—¿Te lo ha dicho? —preguntó finalmente.

—No... pero es claro —respondió Jungkook con un tono despreocupado.

Seokjin dejó escapar un suspiro y, tras un último vistazo a Yoongi y Jimin, tomó a Jungkook del brazo.

—Mejor los dejamos solos —dijo mientras lo guiaba hacia el pasillo—. No debemos malinterpretar el cariño de Yoongi por otra cosa.

Jungkook resopló, con una sonrisa burlona en los labios.

—Mi hermano es tonto —dijo en voz baja—. Es muy inteligente para algunas cosas, pero muy bruto para otras.

Seokjin sonrió de lado, pero no dejó de caminar hacia el comedor.

—Hasta que él no lo acepte, no intervengas, Jungkook.

Jungkook levantó las manos en un gesto de inocencia.

—¿Quién dice que lo haré?

Seokjin lo miró con una ceja levantada.

—Taehyung quiere intervenir, y tú haces lo que sea que él te diga.

—¡Eso no es cierto! —protestó Jungkook, indignado.

—Niegalo, pero te aviso, no intervengas en eso. Déjalos. Si vemos que las cosas se complican, entonces sí —dijo Seokjin con firmeza.

Jungkook chasqueó la lengua, siguiendo a su cuñado-no cuñado hacia el gran comedor.

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