[49]
El primero en abrir los ojos fue Jimin. El olor del césped húmedo se coló por su nariz, penetrante y familiar, mezclado con el eco ensordecedor de la multitud que gritaba y se agitaba a su alrededor. El estruendo era tal que lo dejó paralizado, como si los ruidos fueran dagas perforándole los oídos y clavándose en su cabeza. Todo se sentía irreal; las voces, las pisadas y los gritos formaban un mar de caos que lo empujaba hacia el borde de la conciencia. La adrenalina aún pulsaba en su cuerpo, pero sus músculos no respondían, atados por el peso del terror y el agotamiento. La sensación de estar atrapado en una pesadilla que no terminaba lo hizo temblar.
De repente, un par de manos fuertes lo tomaron por los hombros y lo giraron boca arriba. La visión del cielo estrellado lo desorientó un instante, y por un segundo, creyó que aún seguía atrapado en ese lugar maldito. Pero la voz grave y ansiosa de SeoJoon lo trajo de vuelta a la realidad.
—¡Jimin! —gritó el profesor, sus ojos reflejando una mezcla de alivio y preocupación.
Jimin parpadeó, intentando enfocar su mirada. A su alrededor, la densa multitud de espectadores se movía como una ola, empujándose unos a otros para acercarse más y entender qué estaba sucediendo. El suelo bajo su cabeza temblaba bajo el peso de decenas de pies que golpeaban al unísono, y el rugido de voces entrelazadas se mezclaba con órdenes y exclamaciones.
Habían regresado al borde del laberinto, un lugar que ahora parecía extraño y ajeno después del horror que acababan de vivir. Las gradas se alzaban por encima de él, iluminadas por antorchas que parpadeaban en la brisa nocturna. Vio formas de personas que se movían frenéticas, y en un instante de lucidez, notó a sus amigos comenzando a recobrar la conciencia. La primera figura que reconoció fue la de Yoongi, quien, con un rostro marcado por el cansancio y la angustia, se arrastró hasta él.
— Jimin...
No esperó ni un segundo más y, al llegar a su lado, Jimin se lanzó hacia él, aferrándose con fuerza a sus prendas. Las manos de Yoongi lo rodearon en un abrazo firme y protector. Jimin sintió cómo los temblores sacudían su propio cuerpo, y, al contacto, un sollozo quebró la tensión contenida en su pecho.
—Ha vuelto —murmuró Jimin, con la voz rota mientras sus dedos se hundían en la tela, buscando anclarlo a la realidad. Sentía que, si soltaba, se derrumbaría por completo—. Seung... él...
SeoJoon, que aún sostenía su muñeca con dedos firmes, cerró los ojos un segundo, entendiendo el peso de esas palabras. La profesora Sun-Hee, en la distancia, levantó la voz para ordenar a todos que los llevaran a la enfermería de inmediato.
—Él volvió, profesor —continuó Jimin, apenas respirando entre palabra y palabra—. Volvió y quería... —Pero antes de que pudiera terminar, un nudo en su garganta lo dejó sin aliento.
—Está bien, Jimin, respira. Estás a salvo ahora.
El caos seguía desatándose a su alrededor. Jennie seguía en el suelo, cubierta de polvo y con el cabello desordenado, las lágrimas empapando su rostro mientras luchaba por contener un llanto histérico. Jungkook, con los labios apretados y los ojos inundados de miedo y desesperación, la abrazaba con fuerza, intentando calmarla, pero ella se retorcía, rechazando el consuelo en su estado de pánico.
Sun-Hee y otros profesores comenzaron a rodearlos, algunos conjurando barreras para mantener a la multitud a raya, otros gritando órdenes para abrir paso a los sanadores de la enfermería. Yoongi no soltaba a Jimin, y el menor tampoco se separaba de él. A cada segundo que pasaba, sentía que el peso de la realidad lo aplastaba más. Lo que había pasado no se desvanecía, las imágenes seguían en su mente.
—Llévenlos a la enfermería —la voz de Sun-Hee cortó el aire con un filo agudo. Varias manos ayudaron a Jimin a ponerse de pie, sus piernas tambaleándose mientras se apoyaba en Yoongi, quien también luchaba por mantenerse erguido.
A su alrededor, los murmullos se intensificaban. "Volvieron... ¿Qué paso?", "Sera que él regreso?", "¿Qué significa esto?" Pero todo eso se desvanecía en el trasfondo, un ruido lejano que ya no importaba.
Jimin se desmayó.
Cuando despertó, lo primero que sintió fue una punzada de desorientación. La luz suave de la enfermería le picaba los ojos, y el sonido tenue de la respiración de sus amigos lo envolvía como un eco lejano. De repente, pegó un brinco al ver la silueta del profesor Choi de pie junto a su cama, con la mirada seria y una expresión que no permitía adivinar qué estaba pensando. Los demás lo observaban con expectación, y antes de que pudiera articular palabra, Taehyung se lanzó sobre él en un abrazo que lo dejó sin aliento.
—¡Jimin! —murmuró Taehyung — Estaba tan preocupado...
El abrazo era cálido, familiar, pero le costaba sostenerlo; su cuerpo todavía se sentía débil y adolorido. Seokjin, consciente de esto, puso una mano en el hombro de su hermano y lo apartó suavemente.
—Ya, déjalo respirar...
Jimin sonrió débilmente y dejó que su mirada vagara por la sala hasta que algo reluciente al costado de su cama llamó su atención. La copa, descansaba ahí, como un recordatorio cruel de lo que habían pasado. Sintió un nudo en la garganta y desvió la vista.
—Ah, sí... —intervino Hoseok, notando hacia dónde miraba Jimin—. Yoongi no la aceptó. Dijo que tú eres el verdadero ganador. También ganaste una gran suma de dinero... Tampoco quiso eso...
—No la quiero —interrumpió Jimin, con voz seca y firme.
Hoseok abrió la boca para responder, pero Taehyung negó con la cabeza. Con un gesto de entendimiento, Hoseok se levantó, tomó la copa y salió de la habitación con Seokjin siguiéndolo de cerca. La sala quedó en silencio por un momento, solo roto por el latido constante en los oídos de Jimin.
—Jennie quiere hablar contigo —dijo Taehyung después de un momento, sus ojos siguiendo la dirección de la mirada del profesor Choi, que parecía no querer irse —. Está más tranquila ahoraa. Nos pidió que te dijéramos por si no querías hablar con ella.
Jimin sintió un dolor sordo en el pecho. Jennie no tenía la culpa de lo que había sucedido, y la idea de que pensara lo contrario lo angustiaba.
—Dile que venga, por favor.
Taehyung asintió con un gesto rápido y salió corriendo de la enfermería, dejando a Jimin solo con el profesor Choi. El silencio que quedó entre ambos era pesado. Jimin no lo miró directamente, pero giró ligeramente la cabeza cuando escuchó a Choi carraspear.
—Dormiste dos días enteros.
El ceño de Jimin se frunció en respuesta. No era de extrañar que se sintiera como si lo hubiese atropellado un camión. Suspiró, dejando que el aire escapara de sus pulmones con dificultad.
—Park, has pasado por una tortura que pocos podrían soportar. Tu padre no se sacrificó por ti para que vivieras en un estado constante de miedo. Tal vez deberías considerar retirarte del colegio, al menos por un tiempo.
Jimin lo miró por primera vez.
— ¿Retirarme? No lo haré. No voy a huir. Si me voy, volverá a hacer lo que hizo hace mucho tiempo, y esta vez podría ser peor.
—No, él está debilitado — aseguro rápidamente — No tiene los aliados que tenía antes ni su gran ejército. Aún no habrá una guerra, eso te lo aseguro.
Jimin dudó un momento antes de preguntar:
—¿Cómo lo sabe?
Choi apretó los labios, como si estuviera considerando si debía compartir más de lo que ya había dicho.
—Porque estuve en sus filas alguna vez, como espía de SeoJoon.
—¿Fue un mago tenebroso...? —murmuró, la pregunta cargada de incredulidad.
— Sí. El odioso de tu padre me delató, pensando que yo era un traidor y casi echando a perder toda la operación —bufó.
—No eres muy fan de mi padre —comentó, en apenas un murmullo.
Choi dejó escapar una risa seca y carente de humor.
—Estudié con él durante siete largos años, soportando su actitud de sabelotodo egocéntrico. Me sigue cayendo mal, sí. Y tú... tienes tanto de él que me molesta a veces.
Jimin se sentó más derecho en la cama, sintiendo que la fatiga daba paso a una curiosidad encendida por las palabras de Choi.
—¿Y mi madre?
El rostro de Choi se tensó, y desvió la mirada, evitando los ojos almendrados de Jimin —Tienes sus ojos.
Jimin parpadeó, sorprendido. Esperaba cualquier respuesta, mas no esa.
—¿Sus ojos...?
—Sí, son idénticos a los de ella. Fue lo primero que noté cuando te presentó ante mí.
El corazón de Jimin latía con fuerza, y la siguiente pregunta salió de sus labios antes de que pudiera detenerla.
—¿Qué tan cercano era a mi madre?
Choi abrió la boca para responder, pero en ese momento, la puerta de la enfermería se abrió y una figura imponente llenó el umbral: SeoJoon.
—Es tu padrino.
Jimin sintió cómo el mundo se desvanecía por un instante. Si hubiera estado bebiendo algo, lo habría escupido de la impresión. Miró a SeoJoon, que lo observaba con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, y luego a Choi, quien parecía murmurar una maldición en voz baja.
—Tu madre lo eligió —agregó SeoJoon, avanzando un paso — Tal vez eso te haga una idea.
—Aunque Park hizo un berrinche de lo peor... —la voz de Choi volvió a sonar, esta vez con un deje de ironía.
SeoJoon dejó escapar una carcajada corta, y su mirada se suavizó mientras se dirigía a Jimin.
—El profesor Choi no ha sido la persona más amable contigo estos últimos meses, lo sé, pero pues confiar en él tanto como yo lo hago.
Jimin miró a Choi, buscando en su rostro algún vestigio de la verdad que acababa de escuchar. El profesor, que siempre había sido tan duro, tan frío, ahora parecía un poco más humano, aunque claramente incómodo. SeoJoon permanecía de pie, observando con una mezcla de orgullo y pena.
—¿Es cierto? ¿Usted es mi padrino?
Choi lo miró directamente a los ojos, algo que rara vez hacía. Había una chispa de dolor en su mirada que Jimin nunca le había visto antes.
—Sí —respondió, la voz grave y ronca como si esa única palabra cargara todo el peso de los años pasados—. Tu madre me pidió que cuidara de ti si algo le pasaba. Y... he intentado hacerlo a mi manera.
La confesión hizo que una ola de emociones contradictorias se estrellara en Jimin. La dureza de Choi durante los meses que llevaba en la escuela, sus comentarios afilados, la manera en la que siempre lo empujaba más allá de sus límites, todo cobró un nuevo significado. Pero también surgieron nuevas preguntas, cada una más confusa que la anterior.
—¿Por qué...? —preguntó, las palabras saliendo antes de poder detenerlas— ¿Por qué fue tan duro conmigo? ... Si se lo prometió a mi madre...
Choi apartó la mirada, y durante un segundo, su mandíbula se tensó como si intentara controlar un torbellino de emociones.
—Porque eres igual a él — soltó, su voz apenas contenida—. Porque cada vez que te veía, veía a tu padre. Su arrogancia, su terquedad, su valentía... todo. Y no pude evitarlo. Te traté como él me trató a mí en su tiempo, porque pensaba que era la única forma de hacerte fuerte. Ahora sé que tengo que prestarte más atención
SeoJoon avanzó, colocando una mano firme en el hombro de Jimin.
—¿Entonces... todo esto fue por ella?
Choi asintió, y por primera vez, Jimin notó un brillo en los ojos de su profesor. Un brillo que podría haber sido una lágrima retenida.
—Ella fue... fue mi mejor amiga. Prometí protegerte porque no pude protegerla a ella. Y he fallado más veces de las que quiero admitir. No quise dejarte participar en la competencia, pero no había mucho por hacer. Deje que robaras cosas de mi almacén, sí, Park, sé que fuiste tú y tu grupito de amigos, pero ahora veo que tendre que estar mas pendiente de ti de lo que me esperaba.
Choi suspiro, y miro a otro lado, estaba de muy, muy mal humor.
SeoJoon intervino alzando su mano.
—Lo que importa ahora es que estás aquí, Jimin. Y que hay más aliados de los que crees.
—Profesor... —empezó, sin saber cómo terminar la frase, pero con la necesidad de decir algo.
Choi respiró hondo, como si entendiera lo que Jimin no podía expresar.
—Haré lo que sea necesario para que estés seguro, Jimin —dijo con firmeza—. Incluso si eso significa enseñarte a ser fuerte. Pero escucha bien: si decides quedarte aquí, será bajo mis condiciones y las de SeoJoon. ¿Entendiste? —Hizo una pausa, inclinándose ligeramente hacia él—. Y esto no debe salir de aquí. Ni una palabra, a nadie.
Jimin parpadeó, y solo pudo asentir.
SeoJoon, que había permanecido en un segundo plano, se acercó un paso.
—Este año te puse en un grave peligro, Jimin —admitió, con un tono que revelaba más culpa de la que esperaba escuchar de él—. Pero haremos todo lo necesario para evitar que vuelva a suceder. Implantaremos nuevas medidas de seguridad en el colegio. El Ministerio se encargará de informar al mundo mágico... aunque no será fácil para nadie.
Jimin asintió de nuevo, sus manos apretadas contra su regazo. Observó cómo Choi suspiraba una última vez antes de girarse hacia la puerta, seguido de SeoJoon. Justo entonces, Jennie y Yoongi aparecieron en el umbral.
Los profesores intercambiaron una mirada antes de permitirles entrar. Jennie avanzó primero, con el rostro pálido y los ojos enrojecidos. Yoongi, en cambio, se mantenía detrás de ella, casi distante, con las manos metidas en los bolsillos.
—Jimin... —comenzó Jennie, pero su voz se quebró antes de terminar la frase.
Para sorpresa de todos, se dejó caer de rodillas frente a la camilla donde Jimin estaba sentado. Sus ojos, llenos de lágrimas, buscaban desesperadamente los de él.
Jimin parpadeó, confundido. Su corazón dio un vuelco al verla así. Bajó rápidamente de la camilla y se arrodilló frente a ella.
—Jennie, por favor, no hagas esto. Levántate...
Pero Jennie negó con la cabeza, sus lágrimas cayendo silenciosamente.
—Mi padre hizo cosas horribles... cosas imperdonables. Por favor, no me odies por eso. No sé cómo voy a vivir con esto... —sollozó, ocultando el rostro entre las manos.
Jimin extendió una mano temblorosa, dudando antes de posar los dedos sobre su hombro.
— No tienes la culpa. No tienes que cargar con sus errores.
Ella levantó la vista hacia él, con los ojos llenos de una mezcla de miedo y dolor. Antes de que pudiera responder, Yoongi dio un paso adelante, colocándose a su lado. Con un movimiento suave, la abrazó por los hombros.
— No sé qué estás pensando ahora, pero siempre serás mi hermana, pequeña tonta. Eso no va a cambiar para mí, ni para Jungkook, ni para Gyu.
Jennie se aferró a él, sus sollozos volviéndose más intensos. Yoongi le acarició la cabeza con ternura, mientras dirigía una mirada fugaz a Jimin. Era como si quisiera decirle algo, pero no encontraba las palabras.
Cuando Jennie finalmente se calmó, se separó de Yoongi y limpió sus lágrimas con torpeza.
—No quise creerlo. Incluso después de todo, me negaba a aceptar la verdad. Pero luego reflexione y todo cobro mucho más sentido de lo que esperaba —Su voz era apenas un susurro— Los Min me adoptaron, es la explicación que le doy, no sé el motivo, pero no les preguntare porque sé que sus planes eran que nadie se enterara de esto.
—¿Crees que ellos sabían que tú...? —preguntó Jimin con cautela.
Yoongi negó con la cabeza antes de que Jennie pudiera responder.
—No. Jungkook lo pensó, pero ellos no harían nada que pusiera en peligro su reputación. Si lo supieran, nunca habrían arriesgado su título con algo tan escandaloso.
Jennie dejó escapar una risa amarga.
—¿Por qué adoptarían a la hija de un asesino, entonces? —murmuró—. No lo saben. Estoy segura de eso. Nunca me dijeron nada... ni lo habrían hecho.
Antes de que alguien pudiera responder, la puerta se abrió de golpe y el resto de sus amigos entraron. Jungkook fue el primero en acercarse a Jennie, arrodillándose a su lado y tomando su mano entre las suyas.
—¿Qué haremos ahora? —preguntó Joo-hyun, cerrando la puerta tras ella.
Sin embargo, sus ojos buscaron a Yoongi de inmediato. Se acercó a él con pasos decididos, sentándose a su lado y tomando su brazo con delicadeza.
Jimin lo notó todo. Cada movimiento, cada gesto. Algo en su pecho se tensó al verla inclinarse hacia Yoongi, pero no dijo nada.
Taehyung, se arrodillo a su lado y le acarició la espalda como si notara su incomodidad.
—Yoongi, tenía mucho miedo... —murmuró Joo-hyun, pero Yoongi se apartó ligeramente, rompiendo el contacto.
—Tenemos cosas de las que hablar —respondió y la chica asistió.
—Empezando por esto —intervino Jungkook, mirando fijamente a Joo-hyun, fulminándola con la mirada — Nadie dirá una palabra sobre lo que pasó con Jennie. Es un secreto que no saldrá de esta sala.
Todos asintieron, y Jennie susurró un débil "gracias".
—Lo segundo —añadió Namjoon, cruzándose de brazos— El profesor SeoJoon ya está al tanto de todo, excepto por... bueno, ya saben. Parece que habrá cambios en el colegio para protegernos.
—Hablaron de retirarte, Jimin —dijo Yoongi, interrumpiendo el murmullo de sus amigos.
Jimin levantó la mirada, su voz temblando un poco al responder.
—Lo dijeron... pero me quedaré. Choi y el profesor SeoJoon se encargarán de mí.
—¿Choi? —preguntó Hoseok, claramente sorprendido.
Jimin apartó la mirada, sintiendo que aún no asimilaba del todo su situación con Choi.
—Sí, bueno... no es tan malo —dijo con un tono que intentaba ser casual, aunque sus dedos jugueteaban nerviosamente.
Namjoon, que estaba apoyado contra la pared con los brazos cruzados, arqueó una ceja.
—Es mejor que más personas estén al pendiente de ti —comentó acercándose.
Jimin asintió, incómodo, y trató de cambiar el tema.
—Por cierto, ¿y YeonJun?
—Se quedó dormido con el chico de Hufflepu... —comenzó a decir, pero Seokjin lo interrumpió con un chasquido.
—Soobin aclaró rápidamente.
—Soobin, él, bueno, están en su sala común —continuó Namjoon, rodando los ojos—. Jennie, me pidió que te dijera que si podían encontrarse después.
Jennie suspiró, pasándose una mano por el cabello.
—Lo imaginaba. Aunque no sé qué tan útil sea hablar con él ahora que ya sabemos quién estaba detrás de todo esto.
— ¿A que te refieres? — dijo Jungkook.
—Yo... bueno, siempre supe que YeonJun estaba siendo controlado por alguien. Él trajo las arañas y escribió ese mensaje en el muro. No es un mal chico, se los prometo.
Hizo una pausa, mirando hacia la derecha, hacia donde estaba Joo-hyun.
— Ya sabemos quién lo controlaba.
El ambiente se volvió gélido. Todas las miradas se posaron en Joo-hyun, quien se removió incómoda en su lugar, como si quisiera encogerse para desaparecer.
— Yo no sé nada —soltó, elevando la voz y sintiéndose tensa mientras miraba alrededor con ojos amplios—. Tampoco estaba consciente. Lo saben.
—No te estoy acusando directamente, Joo-hyun. Pero siempre sospeché de ti.
—¿¡De mí!? —Joo-hyun se señaló a sí misma, la indignación pintada en su rostro—. ¿Por qué perdería mi tiempo jugando al mago tenebroso?
Jennie rodó los ojos con exasperación —No dije que lo hicieras por voluntad propia. Pero dime algo: ¿de verdad no recuerdas nada mientras eras controlada?
— No. — soltó y miro a Yoongi, con las manos apretadas en puños
— Es raro que lo haya hecho tantas veces que no te hayas nado cuenta, al menos algo raro debiste notar, no sé...
— ¡Ya te lo dije! No sé qué pasó, ni siquiera conozco a YeonJun.
—¿Por qué te escogió a ti? —preguntó Seokjin esta vez con la voz cargada de curiosidad y sospecha—. ¿Hay una razón o...?
Joo-hyun bufó, exasperada.
—No lo sé, maldición. ¡Ya les dije que no hice nada conscientemente! —respondió con frustración, pero luego giró hacia Jennie —. Y tú, ¿por qué, si lo sabías, no dijiste nada?
—Porque quería averiguar otras cosas antes de desenmascararte —respondió, con un tono seco —. Ahora sé que estaba equivocada.
—¿En qué cosas? —insistió Joo-hyun, entrecerrando los ojos.
Jennie no respondió de inmediato. En su lugar, se encogió de hombros, fingiendo desinterés.
—No importa ahora — dijo finalmente.
Joo-hyun apretó los labios.
—¿No dirás nada más? —su voz temblaba, no de miedo, sino de rabia contenida—. Para lo que me concierne, luces más sospechosa de lo que aparentas. Así que, por favor, deja de señalarme.
—¿Sospechosa de qué?
—Pues... me señalas a mí y tú... —Joo-hyun comenzó a balbucear, entrecerrando los ojos mientras buscaba las palabras adecuadas—. Tú eres la hija de... bueno...
El rostro de Jennie se tensó, y antes de que pudiera responder, Jungkook intervino.
—¿Qué mierda te pasa? No lo vuelvas a mencionar.
Joo-hyun levantó las manos, como si quisiera defenderse.
—Solo digo que, si ella puede acusarme así, yo también puedo señalar lo obvio, ¿no?
—Eres una... —Jennie avanzó un paso, pero fue interrumpida por una voz calmada que cortó la discusión de raíz.
—Ya basta. Esto es demasiado.
Yoongi no alzó la voz, pero su tono tenía un peso que cayó sobre todos como una roca. Jennie y Joo-hyun se quedaron en silencio, girándose hacia él.
—Estamos en una enfermería —continuó Yoongi —. Jimin necesita descansar. No es el momento ni el lugar para esto.
Joo-hyun abrió la boca, como si fuera a protestar, pero él la miró con una firmeza que la hizo cerrar los labios.
—Yoonie, yo de verdad no hice nada malo. ¿No puedo defenderme acaso? —dijo finalmente, con un tono teñido de frustración.
—Joo-hyun, dije que fue suficiente —repitió Yoongi, poniéndose de pie.
La mencionada apretó la mandíbula, sus ojos llenos de rabia y algo más que no quiso mostrar. Finalmente, dejó escapar un resoplido y tomó su capa de la silla.
—Esto es ridículo —murmuró con desdén, lanzando una mirada furiosa a Jennie antes de salir de la habitación y cerrar la puerta con un portazo que hizo eco en el silencio tenso que quedó.
Hoseok pareció querer decir algo, pero Namjoon levantó una mano, deteniéndolo.
—No. Esto termina aquí —dijo con calma, mientras se pasaba una mano por el cabello como si intentara alisar sus pensamientos—. Jimin necesita descansar, comer y volver a la cama.
El silencio se mantuvo por un momento, hasta que Taehyung, que había estado sentado al lado del rubio jugando con un hilo suelto de su túnica, decidió hablar.
—Yo puedo quedarme a cuidarlo.
Todos giraron hacia él, pero Taehyung, ajeno a las miradas, lo abrazo con un dramatismo que nadie vio venir.
— Mi bonito necesita amor, y yo puedo dárselo —declaró, hundiendo su cara en el hombro de Jimin mientras este lo miraba, entre confundido y divertido.
—¿Qué estás haciendo, Tae? —preguntó Jimin, tratando de contener la risa.
— Asegurándome de que te recuperes rápido —respondió Taehyung, sin soltarlo.
Seokjin suspiró y se acercó, tomándolo suavemente del brazo para apartarlo.
—Por eso el profesor Hwang dice que pareces enamorado de Jimin.
— Es porque somos novios.
El silencio que siguió fue absoluto. Namjoon, Hoseok y SeokJin lo miraron como si acabara de confesar que podía volar. Jimin abrió los ojos como platos, y Jungkook fue el primero en romper el momento.
—Deja de decir tonterías y levántate, Kim —dijo, mientras rodaba los ojos y lo empujaba ligeramente.
Jimin, incapaz de contenerse, dejó escapar una pequeña risa.
—Gracias, Tae, te vere mañana —dijo, dándole una palmada en el hombro.
Taehyung sonrió ampliamente, inclinándose para dejar un beso rápido en la coronilla de Jimin antes de retroceder.
—Recupérate, Jim. Te necesito fuerte para nuestras citas.
El rubio sonrió negando divertido. El pelirrojo le apretó el hombro y con eso, salió de la habitación, pero no sin antes notar que Yoongi seguía en el marco de la ventana, observando todo en silencio. Taehyung le dedicó una sonrisa despreocupada antes de desaparecer por la puerta.
Jimin giró lentamente la mirada hacia Yoongi, quien seguía apoyado contra el marco de la ventana, su silueta bañada por la tenue luz gris de la lluvia. Su corazón latía rápido, pero intentaba mantener la compostura. Se acercó un poco más, observando cómo las gotas resbalaban por los cristales. Por un momento, el sonido de la lluvia fue lo único que rompió el silencio.
—¿Por qué te quedaste? —preguntó Jimin al fin, con la voz baja, casi como si temiera romper el ambiente.
Yoongi se giró ligeramente hacia él, con una expresión tranquila.
—Porque creo que necesitas a alguien ahora mismo —respondió con suavidad—. Y porque no confío en que realmente descanses si te dejo solo.
Jimin dejó escapar una risa nerviosa, mirando sus propias manos.
— Bo creo que tú hayas descansado mucho tampoco.
Yoongi sonrió apenas, cruzándose de brazos.
—Tienes razón. Han sido días de locos.
—Más bien un año de locos —murmuró Jimin, observando la lluvia con una expresión pensativa—. Todo esto... siento que estoy atrapado en algo que no entiendo.
Yoongi lo miró con más atención, inclinando la cabeza.
—No tienes que entenderlo todo ahora, Jimin. A veces solo hay que seguir adelante, un paso a la vez.
El rubio suspiró, apoyando la frente contra el cristal frío.
—Eso intento, pero cada vez siento que hay más cosas que no sabía. Y justo cuando creo que puedo manejarlo...
Dudó un momento, pero luego levantó la mirada hacia Yoongi, como buscando una respuesta que ni siquiera sabía cómo formular.
—¿Ha pasado algo más? —preguntó Yoongi, con un tinte de preocupación.
Jimin tragó saliva, sintiendo el impulso de confiar. Después de todo, era Yoongi. Con él, todo siempre se sentía un poco más seguro.
—El profesor Choi... es mi padrino.
Yoongi parpadeó, claramente sorprendido, pero luego soltó una carcajada corta, inesperada. Jimin lo miró, desconcertado al principio, pero pronto se unió a su risa.
—¿Qué más sigue? —dijo Yoongi, recuperándose entre risas—. Que de verdad tú y Taehyung sean novios...
Jimin dejó de reírse de golpe, pero no perdió la sonrisa traviesa que empezaba a formarse en sus labios.
—¿Y si lo somos?
Yoongi frunció el ceño, enderezándose un poco.
—¿Qué?
—Sí, hyung —respondió Jimin, conteniendo una risa—. Desde hace unas semanas, pero no queríamos decir nada.
Por un instante, el rostro de Yoongi fue una mezcla de incredulidad y algo que Jimin no supo identificar, hasta que el rubio estalló en carcajadas, incapaz de contenerse.
—¡Es broma! Es broma, hyung.
Yoongi entrecerró los ojos, chasqueando la lengua con fingida molestia.
—Deberías haber visto tu cara —añadió Jimin aun con una sonrisa.
—Se me haría rarísimo, para ser honesto. Además, creo que creo que a Jungkook le interesa Taehyung.
—Y a Taehyung tambien —respondió Jimin con una sonrisa suave—. Son algo tiernos.
Yoongi se encogió de hombros — Tienen sus momentos. Aunque pelean tanto que parece un amor masoquista.
Jimin negó con la cabeza mientras reía de nuevo, pero luego su atención se desvió hacia la copa dorada que descansaba sobre la mesa cercana. Su sonrisa se desvaneció lentamente.
—Hoseok dijo que no la querías —comentó Yoongi, notando su mirada—. ¿Por qué? Es tuya, después de todo.
Jimin tardó un momento en responder, sus dedos rozando la tela de su polo.
—No me trae buenos recuerdos ahora... —murmuró. Su mano fue instintivamente hacia su cuello, buscando el collar que siempre llevaba. Pero no estaba —Oh... se fue.
—Lo tengo yo —dijo Yoongi, sacando el rubí de su bolsillo y sosteniéndolo en la palma de su mano—. Por lo menos conserva esto. dicen que los rubís valen una fortuna.
Jimin lo miró, y tomó el collar con cuidado, sus dedos rozando los de Yoongi por un instante que hizo que su corazón latiera con rapidez.
—Gracias, hyung.
Yoongi lo observó por un momento más, como si quisiera decir algo, pero en su lugar simplemente sonrió de lado.
—Jimin...
—¿Sí?
Yoongi se inclinó un poco, su mano apoyándose en el borde de la ventana mientras lo miraba a los ojos.
—Cuida eso. Y cuídate tú también.
El rubio sintió su corazón acelerarse, y antes de poder detenerse, impulsado por una mezcla de emociones que apenas comprendía, se inclinó y dejó un beso suave en la mejilla de Yoongi.
Yoongi se congeló. Literalmente, su cerebro se apagó por completo. La sensación del calor de los labios de Jimin en su piel seguía ahí, como una huella que no iba a desaparecer pronto. Intentó decir algo, cualquier cosa, pero las palabras simplemente no llegaban.
El silencio que siguió fue palpable, pero no incómodo. Yoongi parpadeó, mientras que Jimin retrocedió, fingiendo una calma que claramente no sentía. Sus orejas estaban tan rojas que parecía que iban a explotar.
—E-Es solo para agradecerte... por todo —murmuró Jimin, evitando su mirada — Aunque fue raro...
Yoongi no dijo nada al principio, pero luego sonrió, esa sonrisa genuina y pequeña que siempre hacía que Jimin sintiera algo cálido en el pecho.
—Está bien —respondió Yoongi al fin, su voz tranquila, pero con un leve toque de diversión— Aun debes comer, no lo has hecho en dos días.
Jimin soltó una risa nerviosa, llevándose una mano a la nuca. Ese gesto, tan natural y casi infantil, hizo que el corazón de Yoongi latiera más rápido de lo que quería admitir. Era un sentimiento raro, algo que lo ponía incómodo, pero al mismo tiempo lo hacía sentir vivo.
—¿Dos días? —respondió Jimin, fingiendo sorpresa con una pequeña sonrisa—. No creo que haya sido tanto...
—Fue tanto. —Yoongi lo miró de reojo, permitiéndose una pequeña sonrisa de lado—. Si sigues así, vas a desaparecer.
Jimin se rió otra vez, pero esta vez su risa fue más genuina, más brillante. Algo en ese sonido hizo que Yoongi se sintiera extraño, como si el peso en su pecho se aligerara por un momento.
— No deberías preocuparte tanto por mí, hyung —bromeó Jimin, aunque había algo de timidez en su tono.
El comentario lo dejó en silencio por un momento. Yoongi pensó en todas las veces que se había encontrado observando a Jimin sin darse cuenta, en cómo siempre parecía gravitar hacia él sin razón aparente.
—Supongo que siempre lo he hecho —dijo finalmente, su voz más baja, como si estuviera admitiendo algo que no debería.
Jimin desvió la mirada hacia la ventana, y Yoongi aprovechó ese instante para estudiarlo con más detenimiento. Su perfil era suave, los mechones rubios caían desordenados sobre su frente, y sus ojos tenían esa profundidad melancólica que siempre parecía ocultar algo. Yoongi no sabía qué, pero quería descubrirlo. Quería entenderlo.
Y en ese momento, le vino un recuerdo.
Su única definición de amor había sido la que vio entre Jennie y Seol-ah. Jennie, siempre tan altiva y reservada con los demás, se transformaba completamente cuando estaba con ella. Sus miradas eran cómplices, compartían secretos con una facilidad que Yoongi nunca había comprendido del todo. Y luego estaban esos momentos en que desaparecían juntas, escapándose a algún rincón solitario donde podían ser ellas mismas, sin miedo, sin barreras.
Esa fue su primera lección de lo que significaba amar a alguien: estar ahí, darlo todo, ser un refugio. Nunca había visto ese amor loco y apasionado de las historias que se contaban. Sus padres no eran así, al menos no como Jennie y Seol-ah. Lo que había vivido, lo que había entendido, era que el amor verdadero era puro, constante, silencioso pero inquebrantable. Y ahora... ahora veía a Jimin, y todo en él parecía encajar con esa definición.
¿Qué siento realmente por él?, pensó Yoongi, confuso. Porque, si era así, estaba entrando en un terreno completamente desconocido. Jimin no era un amigo como Hoseok. Con Hoseok había una camaradería fácil, una conexión amigable. Pero con Jimin, había algo más. Algo que lo hacía querer quedarse a su lado, protegerlo, comprenderlo, incluso cuando no sabía cómo.
—Hyung... —La voz de Jimin lo sacó de sus pensamientos.
—¿Hmm? —respondió Yoongi, mirándolo.
—Gracias por quedarte. —Jimin sonrió, y aunque su tono era ligero, había algo en sus ojos que lo hizo sonar más profundo de lo que debería.
Yoongi sintió que su garganta se secaba. ¿Qué se supone que diga a eso? Lo único que sabía era que Jimin lo hacía sentir más humano de lo que se había sentido en mucho tiempo.
—No hay de que —dijo al fin, desviando la mirada hacia la ventana. Pero incluso mientras hablaba, sabía que esas palabras no eran del todo ciertas. Porque, en el fondo, sabía que se quedaba por elección, no por obligación.
Jimin se acercó un poco más, su presencia cálida y reconfortante. Yoongi no estaba acostumbrado a esto, a sentir tanto en tan poco tiempo. Su corazón, siempre tan metódico, parecía haber perdido el ritmo, y todo por un chico que no dejaba de sonreír como si el mundo no pudiera ser tan malo.
—¿Estás bien, hyung? —preguntó Jimin, inclinándose ligeramente para verlo mejor.
Yoongi asintió lentamente, sin confiar en su voz. Solo quería quedarse en ese momento, solo quería entender lo que estaba sintiendo, aunque le llevara tiempo. Y mientras observaba a Jimin otra vez, supo algo con certeza: lo haría. Un paso a la vez, pero lo haría.
Porque, aunque estuviera confundido, sabía que Jimin no era un amigo normal. Y eso, aunque aterrador, también se sentía increíblemente bien.
Cuando las clases retomaron la normalidad, o al menos lo más cercano a ello, algo en el aire parecía distinto. Las noticias habían llegado como un jarro de agua fría: el Ministerio de Magia confirmó los temores de muchos. El Señor Tenebroso había regresado.
La noticia desató el caos. Los rumores se propagaron más rápido que un hechizo mal lanzado, y el miedo empezó a rodear el mundo mágico como una nube oscura. Hogwards no fue la excepción. Las autoridades recogieron testimonios de los estudiantes y maestros que habían presenciado el incidente en el torneo, aunque ciertos detalles se omitieron deliberadamente, como el hecho de que Seung tenía una hija en el colegio, adoptada en secreto por los Min.
Ante la creciente incertidumbre, se planteó la posibilidad de cerrar el colegio por lo que quedaba del año. Pero el director SeoJoon se opuso firmemente, reforzando las medidas de seguridad del castillo. Ahora, las protecciones mágicas eran casi impenetrables, tanto para quienes intentaran entrar como para quienes quisieran salir. Incluso algunos dementores patrullaban las afueras del colegio, una presencia inquietante pero necesaria.
Kenma Kozume le pidió mil veces disculpas a Jimin, y él las tomo, pues sabía que no tenía la culpa. Al final, la segunda parte de torneo fue cancelado, y se declaró un empate entre Slytherin y Gryffindor.
Yoongi y Jimin dividieron el dinero entre todos los concursantes y por primera vez en la historia de Hogwarts, ambas casas compartían un trofeo. La copa, reluciente y majestuosa, fue colocada en el Pasillo de los Logros, justo entre los estandartes de ambas casas. La placa en su base decía:
"Empate - Min Yoongi y Park Jimin"
Los siete chicos miraron el trofeo expuesto, ninguno decia nada, pero sabían que sus dos amigos habían hecho historia.
—"Y como dice un refrán muggle: Siempre espera lo inesperado. Sin duda, nuestro mundo está pasando por tiempos difíciles, pero recordemos que tenemos magos y jóvenes prometedores que protegerán nuestra paz y evitarán que las sombras tenebrosas regresen. Felicitaciones a Park Jimin y Min Yoongi por su logro. Está más que claro que seguirán creciendo. Querido Jimin, no escuches los comentarios envidiosos y maliciosos. Tu querido Hanseok te estará apoyando. ¡Ánimo! Nos leemos el próximo lunes".
Hoseok terminó de leer y, tras una pausa dramática, levantó la vista hacia el trofeo con una sonrisa.
— Bueno, les hicieron una repisa exclusiva. Literalmente hicieron historia.
—No es para tanto —respondió Yoongi con un bostezo largo, claramente agotado—. Me levantaron muy temprano.
—Era para ser los primeros en verlo, y conseguimos un folleto de Hanseok —dijo Hoseok, con una sonrisa traviesa.
—¿Dónde encontraste uno? —preguntó Jimin, curioso.
—Hoseok, si tú eres Mr. Hanseok puedes contarnos —dijo Namjoon, volviendo a mirarlo con una expresión juguetona— ¿Eres tú?
—¡No, tontín! —respondió Hoseok, guardando el folleto en su túnica con rapidez—. Solo me gusta lo que escribe. Escribió cosas buenas sobre nosotros, eso es bueno.
—Es porque eres tú —dijo Seokjin con una sonrisa divertida.
—¡Que no! —Hoseok frunció el ceño, avergonzado.
—Hanseok suena como Hoseok, ¿no? —dijo Taehyung pensativo.
—Ahora que lo dices, tiene sentido —dijo Seokjin, con una expresión seria que rápidamente cambió a una sonrisa.
—Sí, suena igual —añadió Taehyung, divertido—. Hobi, ¿puedes escribir sobre mi club? Nos vendría bien más integrantes.
—¡Que no soy yo! —dijo Hoseok, mientras le daba un pequeño empujón a Taehyung—. Aunque es halagante que piensen que mi ortografía es tan impecable.
—Sí, no es él —confirmó Jungkook con una sonrisa burlona—. Vamos, Yoongi parece que quiere desmayarse del sueño.
Empezaron a caminar lentamente hacia su pequeño refugio cerca de la torre de Astronomía, siempre con cuidado de no ser vistos. Jimin observó a sus amigos y sintió que su corazón se llenaba de calidez. Sabía que, aunque cada uno de ellos tenía sus peculiaridades, todos se habían acostumbrado tanto a estar juntos, creando una amistad que era más que especial.
—Yo creo que si alguien podría ser Hanseok, sería Namjoon o Seokjin. —dijo Jimin, mirando pensativo.
Seokjin soltó una pequeña risa y negó con la cabeza—. No podría salir tantas palabras de mi cabeza, sería agotador pensar en algo nuevo todas las semanas. Yo creo que sería Namjoon.
—Nah, tengo que enfocarme en otras cosas —respondió Namjoon, tomando un libro de su caldero—. Jin, te lo devuelvo, préstame el tercer tomo, por favor.
—¿Qué te pareció? —preguntó.
—Demasiado bueno, por eso necesito el otro libro, por favor —dijo Namjoon, haciendo un mini puchero.
Seokjin no pudo evitar sonreír ante el pequeño gesto de Namjoon.
—Son unos nerds —dijo Hoseok, riendo mientras tomaba a ambos por los hombros—. A ver, ¿qué tanto leen?
— Oye, tu olor se está haciendo más fuerte —comentó Namjoon, olfateando el aire—. ¿Está cerca tu celo?
Hoseok se olfateó a sí mismo, asintiendo ligeramente con una sonrisa tímida.
— Es raro que sepas algo así de mí...
— Es completamente normal, Hobi —dijo Jimin con una sonrisa suave, poniéndose a su lado—. No tienes que preocuparte.
— Sí, pero ya no piensan que huelo a galletas por mi perfume —bromeó Hoseok, dejando caer la cabeza en el hombro de Seokjin, quien lo recibió con una sonrisa cálida.
— A mí me gusta tu olor —dijo Taehyung con sinceridad, acercándose un poco más—. Es agradable.
Justo cuando Taehyung iba a decir algo más, tropezó con algo en el suelo, perdiendo el equilibrio. Sintió cómo su cuerpo se inclinaba hacia adelante, pero antes de que pudiera caer, unos brazos fuertes lo sujetaron firmemente. El contacto fue tan familiar que ni siquiera necesitó mirar para saber de quién se trataba.
— Ten más cuidado —le susurró Jungkook mientras lo estabilizaba.
Taehyung levantó la cabeza rápidamente, con los latidos de su corazón acelerados por la sorpresa. El calor de las manos de Jungkook aún permanecía en sus hombros, y aunque no lo admitiera en voz alta, ese contacto lo hacía sentir seguro.
— Gracias... —murmuró Taehyung, mirando a otro lado, ligeramente avergonzado.
— Y péinate —dijo Jungkook, con una sonrisa burlona, acercándose para revolverle el cabello aún más—. Parece que no sabes lo que es un peine.
— ¡Sí me peiné! —protestó Taehyung, tratando de arreglarse el cabello con los dedos, frunciendo el ceño por la molestia.
Jungkook soltó una pequeña risa y lo miró con una expresión tierna, que Taehyung no alcanzó a ver por estar concentrado en peinarse, pero lo sintió en el ambiente. Había una suavidad en sus ojos, una calidez que no se podía ocultar, y aunque siempre encontraba la manera de provocarlo, había algo más detrás de esos gestos.
— Mmm, no lo parece.
— Piérdete.
Jungkook sonrió ligeramente, no le iba a decir que, si se había perdido, pero en sus bonitos ojos rasgados.
— No te preocupes.
Jungkook en un susurro suave, añadió:
— Te ves bien, incluso con el cabello así.
Taehyung sintió su corazón dar un pequeño vuelco ante ese comentario. Jungkook rara vez lo elogiaba directamente, y cuando lo hacía, siempre había algo en su tono que lo hacía sentir especial, distinto.
Miró hacia otro lado rápidamente, como si intentara ocultar el rubor que se extendía por sus mejillas, y murmuró:
— Ya lo sé, soy guapo.
Jungkook rio en voz baja, disfrutando de la reacción de Taehyung. No podía dejar de sonreír mientras lo veía, y aunque a veces se divertía molestándolo, en el fondo, le gustaba verlo así: genuino, sin filtros, y con ese toque de vulnerabilidad que solo dejaba ver de vez en cuando.
— La próxima vez te dejo caer —bromeó Jungkook, aunque su mano seguía firme sobre el hombro de Taehyung, asegurándose de que no tropezara de nuevo.
— Seguro... —murmuró Taehyung, pero no se apartó, dejando que Jungkook lo guiara mientras entraban al refugio.
Cuando Jungkook finalmente lo soltó, se giró ligeramente hacia Taehyung, dándole una última sonrisa antes de que este entrara primero por la puerta. Jungkook lo siguió, cerrando la puerta detrás de ellos.
— Deberíamos decorar esto, ¿no creen? —sugirió Hoseok, acomodándose al lado de Yoongi, quien ya se había dejado caer en el sofá, casi dormido.
— Antes de que acabe el año —dijo Jimin, sonriendo mientras observaba a sus amigos dispersarse por la pequeña sala.
— Ha sido un año raro —reflexionó Namjoon, mientras hojeaba un libro que había sacado del caldero.
— Pero al menos nos conocimos —añadió Hoseok, mirando a todos con una sonrisa sincera.
Hubo un momento de silencio, donde todos, incluso Yoongi, abrieron los ojos ligeramente para voltear a verlo.
— Eso fue cursi —murmuró Yoongi, medio dormido, arrancando risas suaves de todos.
— Sí, un poco —admitió Jimin.
— Definitivamente —rio Seokjin, negando con la cabeza.
— Demasiado —agregó Taehyung, aunque su sonrisa mostraba que en el fondo lo apreciaba.
— Solo un poco —coincidió Jungkook, cruzándose de brazos.
— Seh, lo fue — dijo Namjoon, sacando su pluma para empezar a hacer la tarea.
Hoseok comenzó a reír, seguido de los demás, y luego suspiró, su mirada suave recorriendo a cada uno de sus amigos.
— Bueno, al menos pasamos todo esto juntos y... —empezó a decir, pero fue interrumpido por Namjoon.
— Hoseok, es demasiado —bromeó Namjoon con una sonrisa. Seokjin, riendo, le dio un suave manotazo en el brazo.
— Déjalo, sé lo que quiere decir —dijo Seokjin, sonriendo con ternura—. A mí también me gustó el grupo que formamos.
El ambiente se llenó de un silencio cómodo. Cada uno de ellos, en el fondo, sabía que Seokjin tenía razón.
— Sí, a mí igual —añadió Jimin en voz baja, rompiendo el silencio, con una sonrisa cálida en los labios mientras miraba a sus amigos.
Fin del primer arco.
2 años después.
600 días antes de...
¡Hola! ¿Cómo están? Por fin Magic ya llegó a su fin... ¡Solo el primer arco! Nos espera muchas mas cositas.
Muchas gracias a las personas que siguen apoyando magic, haré mi mejor esfuerzo.
Los amo!💗
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