[46]
Taehyung dormía en las piernas de Jimin, usando su almohada para cubrirse los oídos. El bullicio a su alrededor llevaba rato interrumpiendo su sueño, pero su cansancio era más fuerte. Jimin lo observaba con una mezcla de envidia y ternura. Ojalá él también pudiera desconectarse de la realidad tan fácilmente.
— ¡No funciona! —exclamó Jihyo, frustrada.
— Deja de culparte, nadie sabe dónde se fue.
Los profesores, algunos alumnos de último año y varios retratos estaban desesperados, buscando a la Señorita Poppy. Ella era la guardiana del cuadro que protegía la entrada a la sala común de Gryffindor. Sin su presencia, nadie podía entrar ni salir del dormitorio. Lo más inquietante era que nadie tenía idea de dónde estaba. Ni siquiera los otros retratos del catillo la habían visto.
Los estudiantes que se habían quedado dentro del dormitorio no podían salir, y los que estaban afuera, no podían entrar. A pesar del alboroto, Taehyung seguía profundamente dormido, demasiado agotado como para preocuparse por lo que ocurría. Jimin, sin embargo, no podía relajarse. Miró a su alrededor, viendo a algunos estudiantes rendidos, tumbados en el suelo tratando de acomodarse lo mejor posible. Otros, más inquietos, paseaban de un lado a otro, murmurando sobre qué hacer con los regalos de San Valentín que se les había pedido entrar de forma anónima a cambio de dinero.
Era comprensible que el ánimo estuviera por los suelos. Eran las doce y media de la noche, y tanto Jimin como Taehyung acababan de terminar un duro entrenamiento de Quidditch. Jimin acarició suavemente el cabello pelirrojo de su amigo, con una sonrisa ligera al ver que este no tenía ninguna preocupación en el mundo en ese momento.
— Ya es San Valentín...
Por suerte, Hoseok se había encargado de guardar los regalos de todos.
En ese instante, el profesor SeoJoon llego.
— Bueno, no podemos dejar a los estudiantes aquí —dijo SeoJoon, lanzando una mirada comprensiva a los agotados alumnos—. Por favor, levántense. Vamos a llevarlos al Gran Comedor para que descansen.
Sun-hee, añadió rápidamente:
— Jihyo, acompáñalos. Y cuando lleguemos, quiero verlos a todos metidos en sus futones, durmiendo —dijo, recalcando lo último con una mirada seria.
Jimin sonrió ante el intento de los profesores de mantener el control, aunque internamente se sentía aliviado de que por fin podrían descansar. Miró a su lado y notó que Taehyung seguía profundamente dormido. Con una sonrisa traviesa, Jimin se inclinó un poco hacia su amigo y susurró:
— Si no te despiertas ahora, no te dare de los chocolates que hice para ti.
Taehyung, medio dormido, apenas murmuró algo ininteligible, moviéndose un poco en su lugar. Jimin soltó una suave risa y le dio unas palmaditas en la cabeza.
— Tae, en serio, ya nos tenemos que ir —insistió Jimin, aunque no parecía que su amigo tuviera planes de moverse.
Taehyung frunció su nariz con adorabilidad, haciendo que Jimin rodara los ojos. Estaba a punto de levantarlo otra vez cuando, de la nada, el pelirrojo volvió a dormirse profundamente, esta vez reposando su cabeza en el cuello de Jimin y abrazándolo como si fuera una almohada gigante.
— Si, si, pesado, descansa, yo ahorita te llevo cargando — dijo y suspiro cuando el pelirrojo no respondió.
Jimin se dio cuenta que eran los únicos que seguían frente a la puerta, por eso se apresuró a intentar despertar a Taehyung y alcanzar al grupo, sin embargo, sintió unas manos en sus hombros, haciendo que se sobresalte y voltease sorprendido, sin embargo, el pelirrojo ni se inmuto.
— ¿Jungkook?
— Hola, Jim —saludó Jungkook agitando su mano en un saludo.
Jimin, aún algo confundido, le devolvió el saludo.
— ¿No regresó a su pintura? —preguntó Jungkook, refiriéndose a la Señorita Poppy
— No, pero... ¿qué haces aquí? —preguntó Jimin, alzando una ceja— Deberías estar durmiendo. Si te ven por aquí, te quitarán puntos.
Jungkook se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada.
— Ay, te preocupas mucho. Ven, hay que irnos.
— ¿Irnos? Tenemos que ir al Gran Comedor, pasaremos la noche ahí.
— No, tonto. Vamos a mi dormitorio.
Jimin puso los ojos en blanco.
— Te recuerdo que tienes una mini casa en medio del castillo solo para ti y tus hermanos.
— ¡Siii! — carcajeo Jungkook — ¿Y no es genial tener un amigo rico? Vámonos, seguro a Yoongi le gustará verte por ahí.
— ¿Yoongi hyung no sabe que estás aquí? —preguntó Jimin, desconcertado.
— Nope —respondió Jungkook, sacudiendo la cabeza— Vine aquí de curioso. Así que vamos antes de que nos vea alguien. Dormirán más cómodos que en el comedor.
Jimin lo pensó por un segundo y no pudo negar que una cama de verdad sonaba muchísimo más tentadora que los futones del Gran Comedor. Además, estaba cansado... muy cansado.
Le dio unos golpecitos a Taehyung, que seguía profundamente dormido sobre su hombro, pero no hubo respuesta. Jungkook, notando la situación, se agachó frente a ellos, echando un vistazo a su amigo pelirrojo y quitándole un mechón de cabello rebelde del rostro.
—¿Está tan cansado? —preguntó en voz baja.
— Sí, está entrenando para ser guardián, ya no golpeador — explicó Jimin.
Jungkook soltó una risita.
— Le queda mejor golpear cosas —bromeó, haciendo reír a Jimin— Hazte a un lado.
Jimin, un poco confundido, obedeció y se movió hacia la derecha. Jungkook se acercó al cuerpo dormido de Taehyung, lo tomó por la cintura con una facilidad asombrosa y lo levantó como si no pesara nada, de manera instintiva, las piernas de Taehyung se enroscaron alrededor de la cintura de Jungkook, mientras sus brazos se aferraban suavemente al cuello del castaño, descansando su cabeza en su hombro. Jungkook lo sostuvo fácilmente por los muslos, asegurándose de que Taehyung siguiera durmiendo plácidamente en su hombro, sin siquiera inmutarse.
— Ya levántate — dijo Jungkook, con una sonrisa satisfecha, ignorando por completo la sorpresa de su amigo.
Jimin se levantó de inmediato, sacudiéndose el pijama que el profesor SeoJoon les había dado para la noche y comenzó a caminar siguiendo a Jungkook.
— Si Tae se entera de esto...
— Ya qué —dijo Jungkook con una sonrisa — Ya lo hice. Además, le he hecho cosas peores, así que sobrevivirá.
Ambos caminaron en silencio por los pasillos del castillo, asegurándose de no ser vistos mientras se dirigían a los dormitorios privado de los Min.
Volvió a sonreír para sí mismo, notando el sutil cuidado con el que Jungkook llevaba a Taehyung. Quizás su amigo no se daba cuenta, pero Jimin sí lo había notado.
Mientras caminaban por los pasillos oscuros, Jimin intentaba mantenerse despierto, aunque el peso del cansancio lo estaba venciendo. Jungkook, por su parte, sostenía a Taehyung sin problema alguno, pero una sonrisa traviesa se formó en sus labios.
— Tae se va a arrepentir de todo lo que está durmiendo hoy —comentó Jungkook, bajando un poco la voz para no despertar a su amigo.
Jimin lo miró de reojo, algo intrigado.
— ¿Por qué lo dices?
— Porque tiene el cabello alborotado — rió suavemente.
El sonido de la risa de Jungkook era bajo, pero hizo que Taehyung se removiera en sus brazos. Las vibraciones de su risa sacudieron ligeramente el cuerpo de Taehyung, y el pelirrojo, aún dormido, se aferró más fuerte al cuello de Jungkook. Sus piernas se apretaron un poco más alrededor de su cintura, y su rostro se hundió más en el hombro del castaño.
Jungkook levantó una ceja, sorprendido, pero con una sonrisa juguetona en los labios.
Taehyung, sin estar completamente consciente, olfateó suavemente el aroma que lo rodeaba. Su nariz se arrugó un poco mientras su cerebro procesaba el olor. De pronto, empezó a darse cuenta de que algo no estaba bien. Ese perfume no era el que Jimin solía usar. Poco a poco, los engranajes en su mente adormilada comenzaron a moverse, y abrió los ojos lentamente.
Cuando finalmente despertó por completo, se dio cuenta de dónde estaba. Frente a él, la puerta de las mini casas de los Min. Miró hacia abajo y se encontró con la sonrisa de Jungkook. Sorprendido, exclamó:
— ¡Ay, por Dios!
Taehyung comenzó a removerse nerviosamente en los brazos de Jungkook, intentando bajarse.
— ¡Bájame! —gritó, agitado.
Jungkook no dejó de sonreír mientras lo sostenía con facilidad.
— ¿Dormiste bien, rojito? —preguntó con una risa traviesa, usando el apodo que solía fastidiarlo.
— ¡Deja de llamarme así! —gruñó Taehyung, todavía intentando escapar— ¡Y deja de tocarme el trasero, pervertido!
Jungkook soltó una carcajada, haciendo que su pecho vibrara nuevamente, lo cual provocó que Taehyung se moviera aún más. Jimin soltó un bufido divertido.
—Te estoy sosteniendo porque te mueves como una lombriz. Si te suelto ahora, te caes de cabeza, y luego ¿quién me va a echar la culpa? —respondió Jungkook, divertido.
— ¡No soy una lombriz! —gritó Taehyung, enrojeciendo aún más. Luego señaló el suelo—. ¡Suéltame ahora, Min Jungkook!
Jungkook se encogió de hombros con aire inocente, como si Taehyung estuviera haciendo un berrinche innecesario.
— Está bien, está bien. Exageradooo.
Con una sorprendente delicadeza, Jungkook bajó a Taehyung, asegurándose de que sus pies tocaran el suelo sin problemas. Taehyung se quedó quieto un momento, parpadeando, completamente desconcertado por la suavidad con la que Jungkook lo había soltado. Casi podía sentir todavía el calor de las manos del castaño alrededor de sus muslos, y su corazón latía un poco más rápido de lo habitual.
Jimin, que había estado observando todo, soltó una risita cuando Taehyung fue hasta a él para ocultarse detrás de él y aferrarse a su brazo.
Justo cuando todos estaban recuperándose de la situación, la puerta de las mini casas se abrió, revelando a Yoongi, quien levantó una ceja al ver la escena.
— ¿Y ustedes? —preguntó, mirando a Jungkook de arriba abajo— Jungkook, que te he dicho sobre molestar a Tae.
— ¡No lo molesto! —respondió Jungkook, poniendo los ojos en blanco — ¡Me aseguro que duerman en un mejor lugar. Gryffindor no puede abrir su sala común, asi que los traje aquí para que no duerman en la sala común y pasen frio y hambre.
— Que generoso — dijo Yoongi con sarcasmo y luego fijo su vista en los dos chicos y se puse a un lado — pasen, tenemos una habitación extra.
Jungkook fue el primero en entrar, seguido de los dos Gryffindors. Taehyung aún se aferraba al brazo de su rubio amigo, mientras seguía refunfuñando entre dientes. Jimin paso al lado de Yoongi, quien al momento de verlo le sonrió cálidamente provocando un revoltijo de emociones en su estómago.
El ambiente en la casa estaba tranquilo, y el frío de la noche no se sentía dentro de las paredes cálidas de la mini casa de los Min. Jungkook subio las escaleras con cuidado para no hacer demasiado ruido. Una vez en el segundo piso, Jungkook abrió la puerta de una de las habitaciones, y con una sonrisa traviesa se asomó al balcón que daba al vestíbulo.
— Oigan, vengan acá, chicos — dijo, gesticulando para que subieran.
Taehyung lo miró con escepticismo desde abajo, aferrado todavía al brazo de Jimin.
—Me da miedo tu amabilidad, Min — dijo y luego le saco la lengua infantilmente porque sabía que el castaño lo hacía genuinamente y sin malicia, pero queria molestarlo.
Jungkook bufo.
— ¿Prefieres que no sea amable?
Sin previo aviso, bajó las escaleras con pasos firmes. Antes de que Taehyung pudiera protestar, Jungkook se agachó ligeramente, deslizó un brazo alrededor de sus piernas y lo levantó de manera que la mitad del cuerpo de Taehyung quedó colgando sobre su hombro, como si fuera un saco de papas.
— ¡Ay! ¡Jungkook! ¡Jimin! —gritó Taehyung, agitando los brazos y pataleando—. ¡Bájame!
— Tranquilo, lombriz —dijo Jungkook entre risas, ajustando su agarre en los muslos de Taehyung para que no se cayera mientras subía de nuevo las escaleras.
Taehyung seguía quejándose, pero cada vez que intentaba moverse, Jungkook lo sujetaba con más firmeza, lo que solo provocaba que el pelirrojo gruñera de frustración. Mientras ascendían, las risas llenaban el pasillo, y Jimin trató de seguirlos, divertido por la escena.
— ¡Shhh! —exclamó Yoongi — Hagan silencio, Jennie y Gyu están dormidos.
— ¡Pero mira lo que hace! ¡Ya bájame y no me toques el trasero!
Jimin se disponía a seguir subiendo las escaleras cuando, de repente, sintió una mano suave deteniéndolo por el brazo. Se sobresaltó y giró la cabeza, solo para encontrarse con Yoongi, quien lo miraba con una expresión tranquila pero preocupada. La sorpresa hizo que Jimin parpadeara un par de veces antes de sonreír tímidamente.
—¿Qué pasa, hyung? —preguntó Jimin en un susurro, curioso.
Yoongi, sin decir una palabra, deslizó su mano por el brazo de Jimin hasta llegar a su hombro, donde sus dedos se posaron suavemente. El toque hizo que Jimin se quedara quieto.
— Estás sangrando — dijo Yoongi, señalando una pequeña mancha de sangre que se extendía en la tela — ¿Te paso algo?
Jimin abrió los ojos con sorpresa y levantó el brazo para ver su hombro. Al verlo, se acordó de la caída que había sufrido durante la práctica de escoba más temprano. Le dolió en su momento, pero lo dejo pasar.
— Oh... no pensé que fuera tan grave — murmuró.
Yoongi soltó un suspiro leve y, antes de que Jimin pudiera reaccionar, levantó una mano y le dio un suave golpecito en la frente.
— ¿Por qué eres tan distraído, uh? —dijo, con una mezcla de regaño y cariño en su tono— Deberías haberle dicho a la profesora Luna.
Jimin se rió ligeramente, sintiendo cómo su corazón latía un poco más rápido por el inesperado gesto de Yoongi.
— Lo siento —se disculpó, mirándolo a los ojos— Pero de verdad pense que no era nada, no me dolió mucho, solo era un rasguño, no sentí que sangraba hasta ahora.
Yoongi negó con la cabeza, aunque en su rostro se formó una pequeña sonrisa. Tomó el brazo de Jimin de nuevo y lo guió hacia la cocina de la casa.
— Te voy a curar antes de que empeore —murmuró Yoongi suavemente, su mano cálida aún posada en el brazo de Jimin.
— ¿Y Tae...? —preguntó Jimin, lanzando una rápida mirada hacia el segundo piso, donde sus amigos habían desaparecido. Curiosamente, las quejas de Taehyung también se habían desvanecido.
— Déjalos un momento a solas —dijo Yoongi, con una sonrisa traviesa en los ojos, y Jimin sintió cómo su rostro se calentaba al comprender el mensaje implícito.
Sin agregar más, Yoongi guió a Jimin hacia la cocina, el ambiente cálido envolviéndolos. Mientras Jimin se sentaba en una de las sillas, Yoongi abrió un cajón y sacó un pequeño botiquín. Cuando regresó hacia él, ambos se miraron en silencio por un segundo que se sintió más largo.
— ¿Podrías... quitarte la parte de arriba del pijama? —preguntó Yoongi en un tono bajo y suave.
La petición hizo que Jimin se tensara, y un leve temblor recorrió sus manos. Asintió, algo nervioso, antes de empezar a desabotonar lentamente la prenda, sintiendo cómo la respiración se le aceleraba. Yoongi observaba con una calma paciente, pero había un destello de ternura en sus ojos que parecía aliviar a Jimin.
Cuando terminó de quitarse el pijama, Yoongi se acercó y, con delicadeza, tomó una gasa para limpiar la pequeña herida. Sus dedos, fríos y firmes, tocaban apenas la piel de Jimin, lo suficiente como para que un escalofrío recorriera su espalda. Yoongi enfocó su atención en cada detalle de la herida, asegurándose de que no quedara nada sin atender, y, mientras lo hacía, sus dedos rozaban la piel con un cuidado que Jimin no estaba seguro de que fuera totalmente necesario, pero no se quejaba.
— No puedo creer que te hayas hecho esto solo por caerte de la escoba... Te tienes que cuidar más, Jimin.
El rubio rió suavemente, tratando de disimular los nervios que sentía. Cuando Yoongi terminó, Jimin se apresuró a ponerse la camisa de nuevo, sintiendo aún el calor en sus mejillas.
—Gracias, Hyung—susurró, ajustándose el cuello de la prenda.
Yoongi sonrió de lado, y luego se acercó a la cocina, sacando una pequeña tetera y un par de tazas.
—¿Te apetece un té, leche, café...? —ofreció, mientras comenzaba a preparar el agua.
— Un té estaría bien —contestó Jimin, con una sonrisa.
Yoongi se sentó frente a él cuando el té estuvo listo, las tazas humeantes llenando el aire con un suave aroma a hierbas. Tomaron unos sorbos en silencio, ambos disfrutando de la calma de la noche. Finalmente, Jimin, quien no soportaba el silencio por mucho tiempo, rompió la quietud.
—¿Y ya imaginaste cuál será la última prueba?
Yoongi dejó su taza sobre la mesa con un suspiro dramático.
—Por favor, Jimin —le replicó, arrastrando las palabras—, pregúntame algo que no tenga que ver con eso.
Jimin miró la taza de té que estaba entre sus manos, sus dedos jugando con el borde como si buscara la mejor manera de decir lo que tenía en mente.
—Es solo que... estoy algo preocupado.
—No deberías estarlo ahora. Hablemos de otras cosas.
—Pero...
— ¿Te importa tanto?
— ¿A ti no?
—Me importa no tener que morir, eso sí —admitió finalmente, manteniendo la vista fija en su taza—. Pero, en realidad... no es que quiera participar. Es más presión de mis padres. Ellos esperan que esté en todas estas competencias, que gane, que mantenga el prestigio del apellido Min. —Hizo una pausa, y una ligera amargura apareció en su tono—. A veces siento que no tengo mucha opción.
El silencio que se formó fue pesado, pero Jimin no apartó la vista de Yoongi. Se dio cuenta de cuánto estaba costándole admitir aquello, de lo mucho que se había guardado y la manera en que esa carga le afectaba.
—Hyung... —murmuró Jimin, con voz suave.
Yoongi parpadeó, como si el susurro de Jimin lo hubiera sacado de sus pensamientos oscuros.
—No quiero terminar como ellos, Jiminie —confesó finalmente, y por un segundo, la vulnerabilidad en su expresión fue tan clara que a Jimin le dolió. Yoongi se llevó una mano al cabello, revolviéndolo con frustración— No quiero ser como ellos... tan fríos y duros incluso con sus propios hijos. No quiero su apellido si solo significa eso.
Sin pensarlo, Jimin estiró una mano y la posó suavemente sobre la de Yoongi. Al sentir el contacto, Yoongi alzó la vista con sorpresa y algo de confusión, como si no esperara aquel gesto.
—Pero tú no eres ellos, hyung —le dijo Jimin, con una convicción firme en sus ojos, mirándolo como si las palabras que iba a decir fueran más que solo ánimo—. No eres el apellido de tu familia. Eres Yoongi, solo Yoongi, y Yoongi es... una gran persona.
Yoongi lo miró, y sus ojos se suavizaron, como si el peso de las palabras de Jimin empezara a calmar algo en su interior.
—¿De verdad lo crees?
—Claro que lo creo —respondió Jimin, sin dudar— Tu familia no define quién eres.
Yoongi entrelazó sus dedos con los de Jimin de manera espontánea, como si necesitara anclarse a algo más seguro que sus propios pensamientos. El rubio miro sus manos unidas y sintió un cosquilleo en su interior.
—Gracias, Jimin —murmuró, mirándolo fijamente, casi sin parpadea.
Jimin sonrió, apretando suavemente la mano de Yoongi.
—No hay de qué.
El rostro de Yoongi se suavizó, como si las palabras de Jimin hubieran tocado algo profundo dentro de él. La calidez de la mano de Jimin sobre la suya lo hizo sentirse extrañamente expuesto y, al mismo tiempo, aliviado. Observó a Jimin, sus ojos brillantes y su expresión sincera, y por un momento, algo se removió en su interior, algo que siempre había mantenido bajo control y que ahora parecía salir a la superficie, inesperado, pero... no desagradable.
Mientras veía a Jimin sonreír con esa dulzura que parecía iluminar toda la habitación, Yoongi sintió una conexión especial, una chispa que nunca antes había sentido con nadie. Y en ese instante, comprendió que, por primera vez, no le molestaba dejar que ese sentimiento creciera, no si se trataba de Jimin.
La noche transcurrió en murmullos y risas contenidas. Sabían que debían dormir para las clases del día siguiente, pero en aquel instante, el mundo más allá de la cocina parecía dejar de existir. Hablaban de todo y de nada, cada frase entrelazada con una complicidad nueva, como si se entendieran en una frecuencia exclusiva para ellos. La risa de Jimin era suave, y sus ojos parecían brillar con esa intensidad particular que capturaba a Yoongi, como si solo ellos dos existieran.
Mientras tanto, desde la puerta, Jungkook había bajado por fin, y los observaba en silencio, con una sonrisa tranquila. No necesitaba estar cerca para notar el vínculo que se estaba forjando entre su hermano y Jimin, y en el fondo, esperaba que Yoongi tomara la oportunidad de escuchar a su corazón. Al fin y al cabo, él lo estaba haciendo.
Dejándolos a solas en su pequeña burbuja, Jungkook se alejó con una pequeña sonrisa.
Un rato después, Jimin comenzó a cabecear de sueño, apoyando la cabeza sobre la mesa con los ojos a medio cerrar, hasta que terminó dormido. Yoongi lo observó en silencio, con una ternura que nunca pensó experimentar. El rostro de Jimin tenía una paz absoluta, su respiración lenta y sus labios apenas entreabiertos. Con delicadeza, Yoongi levantó una mano y apartó un mechón rubio que caía sobre su frente. Sus dedos rozaron suavemente su piel, y en ese instante, un suspiro escapó de sus labios, uno que llevaba consigo el peso de una emoción que había estado conteniendo.
No era solo el deber de llevarlo con su amigo para que descansara bien. Era más que eso. Era el deseo profundo de protegerlo, de asegurarse de que estuviera bien, de mantenerlo cerca de él. Quería cuidarlo, de una manera que nunca había sentido antes, de una manera que lo hacía vulnerable y le despertaba anhelos que no había previsto. Una parte de él deseaba inclinarse un poco más, cerrar el espacio entre ambos y...
Suspiró y cerró los ojos con frustración, tratando de ordenar sus pensamientos. Sabía que este sentimiento era distinto a cualquier otro. Era genuino, sincero, y la intensidad lo asustaba, pero al mismo tiempo, no lo cambiaría por nada. No cuando era Jimin quien lo hacía sentir así. Quizás luego habría tiempo para entenderlo mejor; pero por ahora, en ese instante, quería que el tiempo se detuviera.
Con una última mirada hacia el rostro tranquilo de Jimin, Yoongi supo que algo había cambiado dentro de él.
Las clases de astronomía habían terminado abruptamente cuando el profesor oyó el eco del gran reloj indicando el cambio de hora. Al instante, con una voz potente, gritó:
—¡No se olviden de la tarea sobre el mapa astral!
Pero pocos le prestaron atención. Era el momento que todos esperaban: el intercambio de regalos, chocolates y cartas de admiradores secretos. Los estudiantes salieron como torbellinos de la sala, susurrando y riendo, cada uno ansioso por descubrir qué pequeños obsequios había recibido a lo largo del día.
Jimin y Taehyung, sin ser vistos, subieron con rapidez por las escaleras de la torre de astronomía, un rincón lo suficientemente escondido como para evitar las miradas curiosas. Al llegar, abrieron la puerta de un salón vacío donde ya los esperaban sus amigos, quienes habían decidido hacer un recuento de los regalos. Los ojos de Jimin brillaron con anticipación mientras dejaba caer su pequeña colección de dulces en la mesa central, siguiendo el ejemplo de los demás.
—Bueno, no me puedo quejar. Recibí más dulces de los que esperaba —dijo Jimin con una sonrisa, mirando a Taehyung— Aunque la mayoría son de los profesores...
Taehyung le dio una palmadita en el hombro, divertido.
—Lo importante es que te quieren. Yo también recibí unos cuantos —dijo, mostrando su pequeño puñado de chocolates envueltos en papel de colores— Aunque Jin...
Al otro lado de la mesa, Seokjin observaba con una expresión entre divertida y apenada la montaña de chocolates y cartas que había acumulado durante el día. Cartas adornadas con corazones, pequeñas bolsas de galletas y chocolates envueltos con esmero lo rodeaban como un pequeño altar de admiración. Yoongi le seguía, ambos habían ganado el tonto juego.
Al lado, Namjoon sonreía, sacudiendo la cabeza mientras se metía un chocolate en la boca.
—Eres todo un imán, Seokjin —dijo Namjoon, mirándolo de reojo mientras seguía disfrutando del dulce.
Seokjin, con un leve rubor en las mejillas, chasqueó la lengua, fingiendo desinterés.
—No es para tanto... ni siquiera sé de quién son la mayoría. Y de los otros... bueno, ¿qué se supone que les diga? Pero, Nam, no pienso leer ninguna carta, y seguro Tae se come la mitad de mis dulces de todos modos.
—¿Por qué estas dando tantas explicaciones? —bromeó Taehyung, alzando una ceja—. Digo, no es que sean novios o algo así
El salón se quedó en silencio un segundo. La mirada de Seokjin se endureció, mientras Namjoon fruncía ligeramente el ceño. Todos miraron a Taehyung, quien solo murmuró un "¿Qué?" confuso, Jimin negaba con la cabeza antes de irse hacia Hoseok, que estaba ocupado sacando un pie de mandarina que había horneado especialmente para Yoongi.
Namjoon se levantó lentamente, miró a Taehyung y bufó.
—No es de tu incumbencia.
—¿Por? Es mi hermano —respondió Taehyung, recostándose en la silla con una sonrisa burlona— Necesitas mi aprobación si quieres salir con él.
—¿Y quién dice que quiero?
—¿Ah, no? —preguntó Seokjin, volviendo la cabeza hacia Namjoon con el ceño fruncido, sus ojos entrecerrados.
Namjoon vaciló un momento, antes de soltar un suspiro.
—Hablamos después, Seokjin.
—Son tan raros —interrumpió Taehyung, rodando los ojos y dejándose caer en su asiento nuevamente, aunque el brillo curioso en su mirada lo delataba.
En ese momento, Jungkook apareció en el salón con un par de cartas arrugadas en una mano y un chocolate a medio comer en la otra, observando con una sonrisa resignada a sus amigos... aunque la sonrisa se desvaneció al instante cuando vio la impresionante colección de regalos de Seokjin y luego los de su hermano.
—Me caen tan mal —murmuró, fingiendo indignación.
Taehyung soltó una carcajada, claramente disfrutando de la frustración de Jungkook. Este, sin pensarlo, le lanzó uno de sus chocolates, el cual Taehyung atrapó con destreza y una sonrisa de satisfacción.
—¿Cuántos tienes? —preguntó Jungkook, levantando una ceja mientras observaba la pequeña torre de dulces de Taehyung— Parece que te dieron veinte o algo...
—Fueron veinticuatro en total —respondió Yoongi con desinterés. Al decirlo, alzó la vista justo cuando Jimin se acercaba para entregarle un trozo de su tan esperado pie de mandarina—. Veinticinco ahora.
—¡Jimiiiin! —se quejó Jungkook.
— Min.
Los hermanos voltearon a ver al pelirrojo, pero este solo miraba a Jungkook, por lo que Yoongi siguió admirando el regalo del bonito rubio a su lado.
Mientras todos seguían hablando, Namjoon se inclinó un poco más hacia Seokjin, sobresaltándolo, y le susurró al oído:
—De todas formas, creo que al menos uno de esos regalos es mío. ¿Crees que puedas adivinar cuál?
Seokjin le lanzó una mirada, sus labios curvándose en una pequeña sonrisa mientras trataba de contener una risa.
—Oh, creo que tengo una idea... aunque tendrás que decirme en secreto si estoy en lo correcto —respondió en voz baja, mirándolo de reojo con una chispa de picardía.
Namjoon sonrió antes de apoyarse en la mesa.
Taehyung, sacó unos chocolates y jugo de plátano con leche de su bolsa colocándolos frente a Jungkook con un leve resoplido, como si se tratara de un gran sacrificio.
—Toma, esto es para ti. No es gran cosa. Solo tenía unos extra —murmuró, desviando la mirada.
Jungkook sonrió mientras tomaba el jugo y, como si fuera un verdadero regalo, lo recibió con una expresión de sorpresa.
En un movimiento rápido, Jungkook le extendió una pequeña caja de chocolates envueltos de manera sencilla. Eran muggles, algo que Seokjin le había mencionado que a Taehyung le gustaban desde siempre. Taehyung levantó las cejas, sorprendido, y miró los chocolates por un instante antes de tomarlos, tratando de esconder una pequeña sonrisa.
—¿Muggles? —preguntó con tono casual, aunque claramente impresionado.
—Sí, los conseguí para ti —contestó Jungkook con un tono suave, encogiéndose de hombros — Tambien te traje otra cosita...
Justo en ese momento, la puerta del salón se abrió de golpe, y un grupo de diminutos duendecillos entraron dando saltitos y lanzando pétalos de rosas encantados que flotaban en el aire. Hoseok se rio a carcajadas cuando vio que estaban en pañales, alas y flechas. Los duendecillos, quienes habían sido contratados por el profesor Hwang para animar la celebración de San Valentín, venían con una misión clara y su alegría contagiosa llenó el ambiente.
—¿Quién de ustedes es el joven Taehyung? —preguntó el duende principal con voz aguda, alzando una ceja como si intentara adivinar quién era.
Jimin, aguantando la risa, señaló a Taehyung con un dedo mientras sus ojos brillaban con travesura.
—Es él, el de ahí —dijo SeokJin, sonriendo divertido.
Taehyung intentó darle un golpe suave a Jimin en el hombro, aunque no logró disimular su nerviosismo. Sin embargo, los duendes ya se habían congregado frente a él, alineándose con solemnidad antes de aclararse la garganta.
Entonces, uno de los duendecillos sacó un pergamino y comenzó a recitar un poema que hizo que la atmósfera cambiará, volviéndose más intensa y cálida:
"Oh, Taehyung, joven de mirada sincera,
que ocultas tu risa tras una barrera,
con ojos que brillan, como estrellas de enero,
y un corazón noble, valiente y sincero.
Taehyung se quería morir.
Tus manos dan fuerza y calma en la noche,
como luz suave que el frío derroche.
Pues quien te tiene en su vida y su suerte,
guarda contigo un amor que no muere, ni pierde.
"Oh, Taehyung, de fuego y pasión en tu pelo,
tan rojo y vivo como el cielo en desvelo.
Eres chispa y llama, misterio que arde,
que aún en la noche, al corazón le esparce.
"Ojalá fueses mío..."
La última línea resonó en la sala, y de inmediato se desató el caos. Taehyung abrió los ojos como platos y retrocedió un paso, incrédulo. Hoseok, quien había contenido una risa desde el primer verso, soltó una carcajada y golpeó la rodilla de Yoongi, quien solo sonrió divertido, disfrutando del espectáculo mientras seguía comiendo.
Los duendecillos terminaron con una reverencia teatral y esperaron, sus caritas llenas de emoción. Taehyung, con la boca entreabierta, miró rápidamente a Jungkook, su expresión entre asombro y confusión.
Jungkook, por su parte, levantó las manos y negó, riéndose ante el brillo de emoción en los ojos de Taehyung.
—Hey, yo no escribí el poema, Solo pedí que te dieran una sorpresa.
—¿En serio? —Taehyung, con las mejillas sonrojadas, miró acusadoramente a Jungkook, quien había empezado a disimular una sonrisa— Ya sabía que algo así no podría salir de tu mente
— Nah, no soy de recitar poemas cursis.
Unos de los duendecillos, sintiéndose ignorado, se subió en la mesa y anunció a todo pulmón:
—¡Solo decimos lo que vemos! Y lo que veo es que aquí hay alguien con corazón encendido —dijo, lanzando una mirada cómplice hacia Jungkook.
Jimin, al borde de la risa, le dio una pequeña palmada a Taehyung en el hombro.
— ¿Estas bien?
Taehyung trató de no sonreír, pero era imposible ocultar cómo sus mejillas se teñían de un suave tono rosado.
Suspiró y se apartó, murmurando un "necesito aire" antes de girarse y caminar rápidamente hacia la puerta. Sin dudarlo, Jungkook lo siguió, sus pasos resonando detrás de él mientras ambos ascendían las escaleras hacia el balcón de astronomía. El aire fresco de la noche envolvió a Taehyung cuando llegó al balcón, y la vista del cielo despejado, lleno de estrellas titilantes, parecía calmarlo un poco. Jungkook lo alcanzó, y por un momento se quedaron en silencio, ambos contemplando el cielo.
Pero para Jungkook, esta escena tenía una sensación de familiaridad, un deja vu que le hacía recordar la noche donde también había compartido este mismo espacio con Taehyung. Recordaba con claridad la mezcla de emociones, la misma atracción que ahora se hacía más intensa.
El aire en el balcón de astronomía era frío, pero nada comparado con la mirada que Jungkook le lanzaba a Taehyung.
—¿Huyes porque te gusto o...?
Taehyung soltó una risa amarga, cruzando los brazos para ocultar el temblor de sus manos.
— Necesito espacio, donde no estes tu alrededor para que mi cabeza pueda estar en paz. Deja de intentar jugar conmigo. Ya no es divertido.
—No intento nada —replicó Jungkook, dando un paso hacia él, sus ojos oscuros y fijos en los del pelirrojo — ¿Por qué piensas que juego contigo? Si hago esto, es porque quiero que me veas de la misma forma en que yo te veo. Pensé que ya lo había dejado claro. Intento, maldita sea, que al menos una vez, dejes de hacerme sentir como si en verdad me odiaras.
—Estás confundido —murmuró Taehyung, desviando la mirada.
—Joder, que no lo estoy —replicó Jungkook con exasperación—. ¿Quieres que te lo diga explícitamente?
— No, no, no necesito oír más de esas cosas que... que me vuelven loco, maldición.
— Pense que estábamos bien.
— Lo estamos, Jungkook, solo...
— ¿Qué?
—¡Me siento raro! —gritó Taehyung, con el corazón a punto de salirse del pecho—. ¡No es tan fácil, Jungkook! No es como si pudiera fingir que nada de lo que haces no me importa, y tú... tú estás ahí, siempre estás ahí, ¡y yo no sé cómo manejarlo!
Jungkook lo miró con una mezcla de rabia y algo más profundo, algo que Taehyung nunca había visto en sus ojos. El silencio entre ellos era ensordecedor, y las palabras que querían decirse parecían atoradas en sus gargantas.
—¿Quieres que desaparezca, Taehyung? —preguntó Jungkook en voz baja—. Porque puedo hacerlo. Pero dímelo ahora. Si prefieres que me aleje, dímelo y no te molesto más.
Taehyung sintió cómo un nudo en su pecho se hacía más y más grande. No podía decirle eso. No podía imaginar que Jungkook ahora lo ignorara. Antes podría ser una buena oferta, pero ahora, incluso si él mismo no entendía por qué, queria que Jungkook se quedara con él. Apretó los labios, sin saber qué responder, con la respiración agitada y los ojos llenos de una mezcla de emociones que no lograba descifrar.
Y entonces, en un impulso que ni él mismo entendió, avanzó, acercándose a Jungkook.
—Eres un idiota —susurró, con un temblor en la voz—. Eres un completo idiota, y no sé por qué... no sé por qué me importa tanto lo que pienses. Me haces sentir cosas que no entiendo, y me frustra, me enloquece no saber por qué.
—¿Te gusto, Taehyung?
El pelirrojo temía por esa pregunta.
Se preguntaba eso desde hace poco tiempo, y la respuesta le asustaba porque no queria admitir lo que le pasaba a su corazón cada que Jungkook volvía a él con algo nuevo.
Antes de que pudiera procesarlo, levantó las manos y, en un movimiento tembloroso, sujetó el rostro de Jungkook entre ellas. Jungkook entrecerró los ojos, sin apartarse ni un milímetro, dejando que Taehyung tomara la iniciativa.
Y fue entonces cuando, en un arrebato, Taehyung lo besó. Fue un toque apenas fugaz, torpe, inseguro, como si estuviera probando un terreno desconocido.
Sintió las manos de Jungkook en su cintura y, en cuanto se dio cuenta de lo que acababa de hacer, un terror lo embargó. Retrocedió, soltándolo de inmediato y llevándose una mano a la boca, con los ojos muy abiertos.
—Yo... perdón... no sé qué... —balbuceó, sin atreverse a mirarlo—. Esto... Yo mejor me voy.
Se dio la vuelta, sintiendo que el mundo le daba vueltas, pero Jungkook reaccionó en un segundo y le sujetó el brazo, girándolo hacia él con firmeza.
—¿En serio, Taehyung? —preguntó Jungkook, con una sonrisa desafiante en sus labios, sus ojos intensos y brillantes— ¿Crees que voy a dejarte ir así, después de hacer eso?
Antes de que Taehyung pudiera decir nada, Jungkook lo tomó de la nuca y lo atrajo hacia él, esta vez con un beso mucho más profundo, cargado de toda la frustración, el deseo y el cariño que había contenido durante tanto tiempo. El contacto era tan intenso que parecía que el mundo a su alrededor se desmoronaba, y Taehyung, atrapado en el momento, no pudo hacer más que corresponder.
Cuando finalmente se separaron, ambos estaban jadeando, con el pecho subiendo y bajando de la intensidad del momento. Jungkook lo miró con una sonrisa arrogante, sus ojos brillando con una mezcla de satisfacción y ternura.
—¿Querías huir después de hacer eso, Kim? — susurró, sus dedos todavía en la nuca de Taehyung, acariciándole suavemente — Pues ya estamos a mano, no me puedes reclamar nada.
Taehyung intentó decir algo, pero las palabras no salían. Se mordió el labio, sintiendo cómo el calor le invadía el rostro, sin saber cómo responder a la seguridad con la que Jungkook lo miraba. Y en el fondo, aunque se negaba a admitirlo, sabía que era exactamente lo que quería.
— Estoy asustado —admitió por fin, con la voz temblorosa — Esto es ridículo...
—¿Asustado de qué? —preguntó en voz baja, con ese tono cálido que desarmaba todas las defensas del pelirrojo— ¿De qué te guste? ¿De sentir algo por mí?
Taehyung tragó con dificultad, intentando que las palabras salieran sin traicionar lo que realmente sentía.
—No es tan simple, Jungkook —respondió en un susurro, la voz quebrándosele un poco—. Me asusta... lo que esto significa. Me asusta que no pueda controlarlo. Que tú... que tú seas tan... tú. Me haces sentir como un idiota.
Jungkook sonrió, pero no era la sonrisa arrogante de antes. Era una sonrisa suave, casi dulce.
—No tienes que tener miedo —le susurró, acercándose lo suficiente como para que Taehyung sintiera el calor de su respiración— Si soy lo que te hace sentir así, quiero serlo... sin importar lo que signifique.
Taehyung no estaba acostumbrado a ser tan vulnerable, y mucho menos con alguien que lo miraba de esa forma, como si cada inseguridad suya no fuera algo de lo que avergonzarse, sino algo digno de cariño.
—Hasta hace unos meses me caías mal. De hecho, aún me caes mal — dijo, haciendo que Jungkook rodara los ojos— Por eso es tan raro esto.
— Lo es para mí tambien, pero no es algo que pueda cambiar de un día a otro. Porque eres tú. ¿Crees que puedes entenderlo, al menos un poco?
—Lo entiendo...
—Bien, entonces —Jungkook lo abrazó, y Taehyung se quedó estático—. ¿Puedo proponerte algo?
—Si es alguna cosa tonta... o alguna idiotez tuya... porque eres un idiota, aún lo pienso.
—Un idiota que gusta de ti, sí —respondió Jungkook, y Taehyung intentó apartarlo avergonzado, pero el otro solo lo abrazó con más fuerza—. ¿Entonces me escucharás?
— Habla.
— Mantén tu corazón para mí.
— ¿Uh?
— Quiero que mantengas tu corazón abierto solo para mí, permite que sea el único que haga que sientas estas cosas.
— ¿Y luego qué...?
Jungkook lo soltó y lo miró a los ojos, con una sonrisa sincera.
— Luego serás mío, y yo seré tuyo. No quiero que temas lo que sientes por mí; deja que fluya lo que sea que haya entre los dos. Solo no te cierres conmigo, no me cierres tu corazón y no lo abras para alguien más. ¿Puedes hacer eso, rojito?
Taehyung lo miró, aún sin saber cómo responder. Pero, en lo profundo, una parte de él ya tenía la respuesta. Asintió apenas, sintiendo el peso de sus miedos desvanecerse mientras Jungkook le acariciaba la mejilla con una suavidad inesperada.
—No hagas que me arrepienta, o te mataré.
Jungkook esbozó una sonrisa, acercándose un poco más.
—Sé que lo harías, rojito. Te gusto, eso es suficiente por ahora.
Taehyung apartó la mirada rápidamente, deseando que Jungkook no notara el leve rubor que teñía sus mejillas.
—Oye... ¿puedo besarte?
El pelirrojo se sobresaltó, su rostro enrojeciendo aún más. Intentó decir algo coherente, pero lo único que logró fue un leve balbuceo mientras negaba con la cabeza.
—Aún no —murmuró, intentando recomponerse—. Déjame procesarlo, ¿sí?
Jungkook se encogió de hombros, sonriendo con indulgencia.
—El tiempo que quieras, lindo.
— ¡Que estoy procesándolo, deja los apodos tiernos!
Jungkook soltó una carcajada, alzando las manos en señal de rendición.
—Como tú digas, rojito.
Hola mis pimpollos, feliz halloween💕🎃
¿Irán/ fueron a algún lado? ¿Una fiesta? El año pasado yo si fui, pero este año lamentablemente tengo que estudiar para mi examen de derecho romano TT
Aqui les traigo una actualización, más que todo enfocada en el Taekook.
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