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[44]

El viento helado les azotaba el rostro, pero ninguno se quejaba; el frío era refrescante, casi energizante. Volaban a través de la oscuridad de la noche, mientras el mundo dormía bajo sus pies. Las estrellas, como diminutas chispas de luz, iluminaban su camino, haciendo que el paisaje pareciera mágico.

Taehyung estaba visiblemente emocionado, su sonrisa brillante reflejaba el entusiasmo que lo hacía volar aún más rápido. Intentaba ganar una pequeña competencia improvisada con Jimin, acelerando de vez en cuando.

—¡Soy un buscador, Tae, ríndete! —gritó Jimin entre risas, disfrutando la adrenalina del vuelo.

El pelirrojo le sacó la lengua, respondiendo con un gesto infantil.

—¡Te voy a quitar el puesto! —replicó con una carcajada burlona.

—¡Atrévete! —Jimin se acercó peligrosamente, casi rozando el ala de la escoba de Taehyung, antes de que ambos redujeran la velocidad.

El vuelo se volvió más pausado, casi tranquilo, mientras las risas disminuían y la curiosidad de Jimin volvía a dominar sus pensamientos. Giró la cabeza hacia su amigo, sus ojos brillando de anticipación.

—¿Sabes dónde está? —preguntó Jimin, con un tono que no disimulaba su creciente impaciencia—. ¿Estamos cerca?

Taehyung, observó a su alrededor con una sonrisa satisfecha.

—Ya casi, impaciente —respondió.

Jimin asintió distraído, pero la mención de Yoongi hizo que su corazón comenzara a latir aún más rápido. Sentía una mezcla de nervios y emoción que no lograba controlar. Estar tan cerca de la casa de Yoongi lo hacía sentirse como un niño a punto de cometer una travesura.

Continuaron volando en silencio, sus risas ahora solo un eco lejano, mientras el sonido del viento les hacía compañía. Pronto, la imponente silueta de una mansión apareció a lo lejos, oscura y majestuosa, su contorno destacándose contra el cielo estrellado. Taehyung fue el primero en descender, señalando una pequeña loma cerca de la propiedad.

—Ahí está. ¿Lo ves? Esa es la casa... bueno mansión de Yoongi. —Chasqueó la lengua con fingida molestia—. ¿Por qué son tan ricos? Seguro tienen un árbol de oro adentro.

Jimin observó la enorme casa con los ojos muy abiertos. Ya había estado ahí antes, pero le sorprendía lo majestuosa que parecía. A la distancia, la mansión se alzaba como un castillo antiguo, digna de una familia de magos poderosos. Sin embargo, lo que más captó su atención fue una única ventana iluminada en el último piso.

—¿Crees que estará despierto? —preguntó Jimin, en un murmullo apenas audible.

Taehyung sonrió de medio lado.

—Vamos dar una miradita. Si no, nos vamos.

Con destreza, el pelirrojo guió su escoba hacia la ventana iluminada, y Jimin lo siguió sin poder evitar sentir el creciente nerviosismo.

Al llegar, ambos se escondieron detrás de una columna en la terraza exterior. Desde ahí, se asomaron con cautela y observaron lo que sucedía dentro. Yoongi estaba sentado en una silla, hojeando lo que parecía un álbum de fotos. A su lado, Jungkook y Jennie jugaban una partida de damas mágicas, discutiendo sobre quién tenía la mejor estrategia. El más pequeño de los Min, beomgyu, observaba la escena mientras reía y comía galletas.

—¿Ya habrán terminado de abrir sus regalos? —susurró Taehyung, extrañado al ver a todos los hermanos reunidos—. Qué raro, pensé que habría una gran fiesta.

—Se ven que lo están pasando bien —comentó Jimin, observando la escena con una pequeña sonrisa.

—Sí, pero esperaba que estuvieran todos elegantes. Con eso de que tienen más dinero que el que mi padre podría soñar.

Jimin lo miró de reojo, divertido.

—Creo que ellos tienen su propia forma de celebrar la Navidad.

—Sigue siendo raro.

En ese momento, Jennie se levantó bruscamente, lanzó un cojín a su hermano, y salió corriendo mientras beomgyu la seguía entre risas. Taehyung no pudo evitar soltar una carcajada al ver la reacción de Jungkook, que gritaba algo que no alcanzaron a escuchar.

—Dejemos el regalo aquí, tocamos la ventana y nos largamos —sugirió Jimin a lo que su amigo lo miró extrañado.

—¿No vas a saludar? Está despierto.

— ... Me da pena.

—Aish, ¿en serio? Combates dragones y sirenas, ¿y te da miedo saludar a Yoongi?

Jimin chasqueo la lengua.

—Es que... después de lo que pasó con la poción, todo se siente raro.

—¡Eso fue culpa de Hoseok por decirle que te había besuqueado el cuello! —se burló Taehyung, explotando en carcajadas.

—¡Kim Taehyung! —exclamó Jimin, avergonzado.

Taehyung, todavía riéndose, de repente perdió el equilibrio. Intentó sostenerse de una estatua en la terraza, pero sólo consiguió que ambos, él y la escoba, cayeran ruidosamente al suelo. La estatua, por si fuera poco, cayó también.

Jimin, que intentó ayudarlo, acabó cayendo a su lado, golpeándose la cabeza en el proceso. Mientras Taehyung se sobaba el trasero, Jimin se frotaba la cabeza, ambos tirados en el suelo del balcón de los Min, intentando asimilar lo que acababa de pasar.

—Bueno... eso fue sutil —dijo Jimin, entre risas, mirando a su amigo con una mueca.

—Al menos... no rompimos la estatua, ¿verdad? —dijo Taehyung, esperanzado, mientras se inclinaba para revisar los daños.

Pero lo que encontraron fue un desastre. La serpiente estaba decapitada, su cabeza rodó hasta los pies de Jimin. Ambos se quedaron en silencio por un momento, mirando la figura destrozada en el suelo.

—Oh, mierda... —susurró Taehyung, su expresión pasando de divertido a horrorizado en segundos.

Jimin, que miraba la cabeza de la serpiente como si fuera una bomba a punto de explotar, lo observó con pánico en los ojos.

—Sabes, Jimin... tal vez deberíamos dejar el regalo y largarnos de aquí... Podemos decir que fue culpa de mi lechuza, ¿sí? —sugirió Taehyung con una sonrisa nerviosa, comenzando a levantarse rápidamente.

—S-sí, buena idea... —respondió Jimin, pero su cuerpo seguía congelado en el lugar, como si cualquier movimiento pudiera empeorar la situación.

Cuando por fin ambos empezaron a ponerse de pie, la gran ventana de la terraza se abrió de golpe, haciendo que el corazón de Jimin diera un salto mortal en su pecho. Taehyung, que apenas estaba levantándose, casi vuelve a caerse del susto.

—¿Jimin? —la voz de Yoongi, confusa, rompió el silencio.

—¿Taehyung? —se escuchó la voz de Jungkook, igualmente incrédulo.

Jimin cerró los ojos con fuerza. Ay carajo... pensó, sabiendo que no había escapatoria.

Los dos Gryffindors voltearon lentamente, como si estuvieran enfrentando un juicio inminente. Lo que encontraron fue a los dos hermanos Min mirándolos con sorpresa, sus cejas alzadas en confusión. Jungkook, que estaba justo detrás de Yoongi, de pronto soltó un grito ahogado y se tapó la boca, señalando la estatua rota en el suelo.

—Ustedes... —Jungkook apenas podía hablar, su cara entre el horror y la risa contenida.

Yoongi, por su parte, se quedó en silencio, observando la escena. Sus ojos pasaron de los fragmentos de la estatua a Taehyung, luego a Jimin, y finalmente se detuvieron en el regalo que habían dejado caer. Finalmente, soltó un suspiro largo y profundo, cruzando los brazos sobre el pecho.

—¿Qué están haciendo? —preguntó, con una diversión apenas disimulada.

—Nosotros... uh... —Taehyung miró a Jimin buscando ayuda, pero su mente parecía haberse quedado en blanco.

—Queríamos... solo dejar un regalo —dijo Jimin rápidamente, señalando la pequeña caja que había quedado a un lado, como si eso lo justificara todo.

—¿Y la estatua? —preguntó Yoongi, levantando una ceja, mientras su mirada se dirigía a la serpiente decapitada.

—Eh... culpa de la escoba, se puso rebelde —dijo Taehyung rápidamente.

Jungkook finalmente no pudo contenerse más y comenzó a reír, sus carcajadas llenaron el aire mientras se sostenía el estómago.

—¿Saben que mis padres aman esa estatua, verdad? —dijo Yoongi, serio, pero una pequeña sonrisa se asomaba en la comisura de sus labios.

Era mentira, probablemente sus padres ni recordaban que tenían una estatua ahí, pero era graciosa la situación.

—¡Lo vamos a arreglar! ¡Te lo prometo! —exclamó Taehyung, poniéndose de pie rápidamente—. Solo necesitamos un poco de magia... y tal vez un buen hechizo reparador... o varios.

— No podemos usar magia fuera de hogwards.

— ¿upsi?

Yoongi suspiró de nuevo, pero esta vez con una sonrisa más clara.

— Bueno... entren, hace frío y nuestros hermanos se fueron a dormir. También traigan esa cabeza de serpiente.

Jimin soltó una carcajada nerviosa mientras Taehyung recogía la cabeza de la estatua y una bolsa que había traído consigo y él, el regaló

— Gracias... y lo siento —dijo el rubio.

—Solo no vuelvan a volar cerca de mi casa —respondió Yoongi, dándoles una mirada de advertencia antes de abrirles la puerta.

Los dos Gryffindors asintieron rápidamente, siguiendo a los hermanos Min adentro, mientras Jungkook continuaba riéndose de fondo.

Cuando finalmente entraron en la enorme mansión, Jimin y Taehyung intercambiaron una mirada cómplice. La casa de los Min era increíble, como sacada de un cuento. Había luces que chisporroteaban suavemente desde los candelabros suspendidos en el aire, y retratos encantados que seguían a los recién llegados con la mirada.

Taehyung, sin perder la oportunidad, comenzó a observar todo con ojos curiosos. Su boca se abrió apenas, impresionado por el tamaño de la habitación en la que habían aterrizado.

—Jim, su habitación es más grande que mi sala —susurró el pelirrojo.

— Sip, lo es.

Yoongi, que había estado observándolos desde el otro lado del cuarto, cruzó los brazos con una expresión divertida, pero fingiendo seriedad. —Entonces... ¿qué hacían por aquí? Repítanlo.

Antes de que Jimin pudiera abrir la boca, Taehyung habló rápidamente, señalándolo sin piedad. — Te trajo un regalo.

Jimin lo fulminó con la mirada, frunciendo el ceño. ¿En serio, Tae?

Pero antes de que Yoongi pudiera responder, Jungkook, que había estado observando todo desde un rincón, decidió intervenir mientras se acercaba peligrosamente al pelirrojo que solo lo miro con los brazos cruzados.

—¿Y para mí, rojito?

Taehyung giró el rostro hacia Jungkook, La cercanía del menor y el tono juguetón de su voz hicieron que el corazón de Taehyung diera un pequeño brinco. Tragó saliva, intentando ignorar el leve rubor que se extendía por sus mejillas, pero era demasiado tarde; ya podía sentir el calor subiendo a su rostro.

—Eh... no tengo —respondió rápidamente, desviando la mirada como si de repente encontrara muy interesante el suelo de la mansión.

Jungkook sonrió de lado, inclinándose un poco más hacia él, aprovechando la evidente incomodidad de Taehyung. —¿Seguuuuro?

—S-sí, seguro — dijo Taehyung rápidamente, rascándose la nuca como si de repente le hubiera picado, y dando un paso hacia atrás para recuperar algo de espacio.

Qué insoportable podía ser este chico. Pero ese maldito encanto de Jungkook lo dejaba completamente descolocado, y eso era lo que más lo molestaba. ¡Él no era fácil de intimidar!

Min Jungkook era un tonto, y a él no le gustaban los tontos.

—¿Por qué estás rojo? —preguntó Jungkook, acercándose aún más.

—¡No estoy rojo! —exclamó Taehyung, demasiado rápido, lo que solo provocó que Jungkook sonriera aún más ampliamente, claramente sabiendo que había dado en el blanco.

Mientras tanto, Jimin, que había estado observando la interacción entre ambos con diversión, intentado no reírse. Por Taehyung, sabía lo incómodo que podía ser Jungkook cuando se ponía en modo coqueteo. Sin embargo, su pequeña burbuja de entretenimiento se rompió tan rápido como había llegado cuando sintió la mirada de Yoongi sobre él. Su sonrisa se desvaneció al instante, y los nervios volvieron a apoderarse de él.

Yoongi no parecía haber notado la tensión entre Taehyung y Jungkook, o si lo había hecho, lo estaba ignorando. Sus ojos oscuros se fijaron en Jimin con curiosidad.

—¿Y el regalo? —preguntó Yoongi, su tono casual, pero con un toque de interés.

Jimin se quedó paralizado un segundo antes de recordar el pequeño paquete que había traído consigo. Lo sacó torpemente del bolsillo de su chaqueta.

—Es solo... algo pequeño.

Yoongi inclinó la cabeza ligeramente, observando el paquete con interés antes de recibirlo. Al hacerlo, sus dedos rozaron los de Jimin por un breve instante, un toque lo suficientemente sutil como para hacer que el corazón del rubio diera un vuelco dentro de su pecho. El Gryffindor sintió una corriente de calor recorrer su cuerpo, desde la punta de los dedos hasta las orejas.

—Gracias —murmuró Yoongi, su voz suave, pero cargada de una calidez que rara vez mostraba.

Sus labios esbozaron una pequeña sonrisa, apenas perceptible, pero suficiente como para que Jimin sintiera que su mundo entero se desmoronaba y reconstruía al mismo tiempo.

Yoongi parecido mirar atrás de él y luego hizo un gesto con la cabeza, invitándolo a acompañarlo afuera, lejos de la habitación donde Taehyung y Jungkook seguían discutiendo.

Jimin, aún con el corazón latiéndole con fuerza, lo siguió sin dudar, pero lanzó una mirada rápida hacia atrás, viendo cómo Taehyung intentaba explicar desesperadamente por qué la casa de los Min parecía sacada de la mente de "Tim Burton". Jungkook lo miraba, confundido, claramente sin entender la referencia y saber que era un Tim Burton, pero negándolo a capa y espada solo para darle la contraria.

Perdón, Tae, te dejo solo un ratito... pensó Jimin, aunque no pudo evitar una pequeña sonrisa al ver la situación.

Ya afuera, la fresca brisa nocturna les dio la bienvenida. Las estrellas brillaban intensamente sobre ellos. Yoongi cerro el gran ventanal con cuidado y jalo la cortina para evitar que el chismoso de su hermano los espiara una vez su atención se desvié.

Finalmente, se acercó al rubio y abrió el pequeño paquete que este le había entregado. De dentro, sacó un delicado reloj de bolsillo, pequeño, pero con un brillo especial que indicaba que no era un simple objeto muggle.

—Un reloj encantado —murmuró Yoongi, sorprendido—. No muchos conocen este tipo de magia.

— Lo vi en la tienda de objetos encantados. Es un reloj que te ayuda a recordar lo que es importante, incluso cuando estás distraído o abrumado. Es... bueno, pensé que te vendría bien. Tú siempre pareces tan... tranquilo y enfocado, pero... —Hizo una pausa, sintiéndose ridículo de pronto—. Supongo que a veces hasta los más serenos necesitan un recordatorio.

Yoongi miró el reloj. Tenía una aguja especial que señalaba siempre hacia lo que más quería la persona en ese momento. Yoongi lo apreció no solo por la magia en él, sino porque sabía que Jimin lo había elegido pensando cuidadosamente en su utilidad.

Luego, levanto la vista hacia Jimin. En ese instante, algo en sus ojos cambió, algo suave que no había estado allí antes.

—Es... perfecto. Muchas gracias, Jimin-ah —dijo Yoongi, y esta vez su sonrisa fue más genuina, más cálida. Algo se agitó en su interior al observar a Jimin, como si por primera vez estuviera viendo algo más allá del amigable chico que siempre había estado cerca.

Jimin, sintiendo cómo sus mejillas se calentaban por las palabras de Yoongi, solo logró sonreír, perdiéndose en la profundidad de esos ojos oscuros.

— A ti tambien, Yoongi Hyung, me gustó mucho el regalo.

— Solo tuve que conseguir un cabello tuyo para asegurarme que solo este encantado para ti — respondió mientras volvía a guardar el reloj en la caja y lo metía al bolsillo de su gran abrigo.

— ¿en serio? ¿y cuando lo tomaste?

Yoongi se apoyó en el balcón con una mueca divertida, mirando hacia el cielo nocturno. Las luces de las casas que se veían desde su altura iluminaban la noche con un suave resplandor. Era hermoso.

—Es un secreto —respondió, y lo miró de reojo, esa maldita media sonrisa tan suya que hacía que Jimin suspirara.

— ya veo...

Jimin se unió a él, recostándose en el balcón y disfrutando de la vista. El aire fresco y la cercanía de Yoongi lo llenaban de una mezcla de nerviosismo y emoción. Era extraño, pero de alguna manera se sentía correcto estar allí, a su lado, aunque sus corazones aún no estuvieran completamente sincronizados.

—Esto es raro —murmuró Yoongi, sin apartar la vista del cielo.

— ¿eh? ¿por qué?

—Siento que... con lo que pasó en la poción... —Jimin rió ligeramente — Lo digo en serio, Hoseok me conto todo y quería morir.

—Bueno, no es tu culpa que mi lobo ya-no-lobo sea el destinado de tu lobo ya-no-lobo.

Yoongi no pudo evitar reírse por el comentario, y esa pequeña risa fue suficiente para aliviar la tensión entre ellos.

—Perdóname igual, Jimin.

— Ya te disculpaste, hyung. Me voy a molestar si sigues.

—Está bien, está bien —dijo Yoongi, levantando las manos en señal de paz.

Hubo una pausa antes de que Jimin decidiera cambiar de tema. —Por cierto, hyung, ¿tus padres... no están aquí?

Yoongi dejó caer la cabeza sobre su brazo, volviendo a mirar el cielo. —Nah, están en una fiesta en París o algo así donde se reúnen las familias de magos más poderosas. Una completa mierda.

El rubio lo miró con curiosidad. —¿Y cómo te libraste de ir?

— Le dimos a Gyu un caramelo encantado, de esos que venden los gemelos en el Callejón Bromdigon. Vomitó toda la tarde, pero valió la pena, pudimos pasar las fiestas juntos... y Jennie hizo pastel.

Jimin estalló en carcajadas, contagiando a Yoongi. Durante unos segundos, todo fue risas entre ellos, olvidando las tensiones, las dudas, y simplemente disfrutando del momento. Cuando la risa de Jimin se calmó, se encontró mirando a Yoongi con una calidez en el pecho.

Yoongi, por su parte, lo miraba de una manera diferente. Era sutil, pero algo en su mirada parecía más suave, como si algo dentro de él también hubiera cambiado. Quizás era el regalo, o las pequeñas cosas que Jimin hacía, pero Yoongi estaba empezando a notar que tal vez... solo tal vez, había algo en Jimin que lo hacía sentir diferente.

—Me alegra que hayas venido. Me sorprendió, pero lo agradezco.

Jimin, que ya estaba a punto de responder, sintió de pronto algo frío en su nariz. Parpadeó confundido cuando una gota de agua helada cayó en su mejilla, y al tocarla, su expresión se iluminó.

—¿Está lloviendo? —preguntó, mirando al cielo.

Yoongi, divertido, negó con la cabeza. —No, Jimin. Está nevando —levantó su mano al aire y dejó que los pequeños copos blancos cayeran suavemente en su palma. Sonrió al ver la sorpresa en el rostro de Jimin—. Es la primera nevada del año.

Jimin miró hacia arriba, los copos cayendo de manera tranquila, cubriendo todo con una capa blanca. Una sonrisa amplia y auténtica se formó en su rostro mientras estiraba la mano para sentir la nieve. En ese momento, con la luz tenue iluminando su expresión y el brillo de la nieve reflejado en sus ojos, Yoongi no pudo evitar mirarlo y sentir una extraña calidez en su pecho.

Cuando lo vio temblar ligeramente por el frío, reaccionó casi de inmediato. Tomó las manos de Jimin entre las suyas, sintiendo lo frías que estaban. Sin decir nada, sacó sus guantes del bolsillo de su abrigo y comenzó a ponérselos cuidadosamente en las manos del menor.

—Estoy bien —dijo Yoongi antes de que Jimin pudiera protestar—. De los dos, soy el que está más abrigado.

Jimin quiso objetar, pero el gesto de Yoongi lo dejó sin palabras. Sus manos ahora estaban cálidas, y la sensación de tener las de Yoongi sobre las suyas lo hizo sonrojarse. No era un gesto grande, pero el simple hecho de que Yoongi se preocupara por él de esa manera, de forma tan sutil y genuina, hizo que su corazón latiera un poco más rápido.

El silencio entre ambos no era incómodo, sino más bien una pausa tranquila, asi era su relación con Yoongi después, llena de pequeños momentos que no necesitaban ser hablados. La nieve seguía cayendo suavemente, y la vista desde el balcón era hermosa. Sin embargo, lo que realmente llenaba el aire de calidez no era el paisaje invernal, sino la cercanía entre ellos.

Hacía frío, y lo mejor era entrar otra vez, sin embargo, Yoongi no quería volver adentro. No todavía. Quería quedarse un poco más, solo con Jimin, disfrutando de su compañía y de esa extraña sensación que lo envolvía.

—Feliz Navidad, Jimin —dijo Yoongi mientras sus labios se curvaban en una sonrisa pequeña pero sincera.

—Feliz Navidad, Yoongi-hyung —respondió Jimin, sonriéndole de vuelta. Sus miradas se encontraron, y por un segundo, el mundo pareció detenerse.

Yoongi, por primera vez, sintió algo en su pecho que no pudo descubrir.

Por otro lado, observando desde una pequeña franja entre las cortinas de la ventana de Yoongi, Taehyung no pudo evitar fruncir el ceño, con una mezcla de frustración y resignación en su rostro. A su lado, Jungkook también espiaba la escena, con una sonrisa juguetona en los labios.

—Ya deberíamos irnos —murmuró Taehyung, sin apartar la vista de Jimin y Yoongi.

—¿Por qué la prisa? —respondió Jungkook tomando uno de cabellos pelirrojos — Ellos están en su momento romántico, y tú y yo estamos en el nuestro.

— ¿Quién lo dice, baboso? — respondió mientras rodaba los ojos y apartaba la mano del contrario — Tenemos que volver antes de que mis padres lo hagan. No quiero problemas.

Jungkook, sin embargo, seguía sonriendo —Pero está nevando, y es peligroso volar en escoba con este clima.

Taehyung maldijo internamente. Jungkook tenía razón, y eso lo irritaba aún más. Su plan original había sido escapar con Jimin, darle un momento de respiro lejos de Yoongi, y de paso, entregar su propio regalo a Jungkook sin que este lo supiera. Pero ahora, con la nieve cayendo, su plan estaba arruinado.

—¿Por qué no se quedan?

—Ni de broma.

Jungkook suspiró y se encogió de hombros. —Está nevando —le recordó.

—¿Y? Recién empieza. No nos vamos a morir por un poco de nieve.

—Qué pesado eres. Solo quédense hasta las seis. Después, Yoongi y yo podemos llevarlos en carruaje. No es tan difícil manejarlo.

—No.

—¿Cinco?

—No.

—¿Cinco y media?

—Que no, Min —Taehyung dejó escapar un suspiro pesado —. En serio, mi madre me matará si se entera que no pasé la noche en casa... y peor si arrastré a Jimin conmigo.

Jungkook se rió por lo bajo, apoyándose contra el muro cercano a ellos. —¿Y yo soy el chico problema aquí?

—Ay, cállate —respondió Taehyung, sin poder evitar una pequeña sonrisa de lado. Pero en el fondo, sabía que Jungkook tenía razón. No le gustaba admitirlo, pero quedarse un poco más no sonaba tan mal, sobre todo si Jimin quería disfrutar más tiempo con Yoongi.

Era un sacrificio por la felicidad de su amigo.

—No has dicho nada sobre mi regalo —dijo Jungkook de repente, cambiando abruptamente de tema—. ¿Te gustó?

"Sí"

—Ah... bueno, gracias por eso.

—¿Te gustó? —insistió Jungkook, inclinándose ligeramente hacia adelante.

Taehyung suspiró profundamente —Sí, Min, me gustó. Aunque, tu álbum hizo que me dieran ganas de golpearte.

Jungkook soltó una carcajada —¿Por eso viniste aquí? ¿Para vengarte y golpearme?

—No, Jimin quería darle un regalo a Yoongi.

—Hmm, sí, ya lo vi... —murmuró Jungkook, observando la escena que había presenciado hace unos minutos, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios. Sin embargo, su atención volvió rápidamente a Taehyung, quien, algo nervioso, comenzó a revolver en su bolso mágico, buscando algo.

Con un movimiento brusco, sacó un cuadro de un tamaño sorprendentemente grande, teniendo en cuenta que lo había sacado de una bolsa pequeña. Jungkook frunció el ceño, asombrado al ver cómo un objeto tan grande había salido de un espacio tan reducido.

—Toma —dijo Taehyung, entregándole el cuadro de manera algo abrupta — Es para ti.

Jungkook lo miró, claramente sorprendido. Parpadeó un par de veces antes de responder.

—Kim Taehyung... —dijo lentamente, con una mezcla de sorpresa y reproche—. No te di algo solo para que te sientas en la obligación de darme algo a mí también.

Taehyung bufó, rodando los ojos. —No es por eso, lo hago porque quise —respondió, aunque había una pizca de vergüenza en su voz. Desvió la mirada, claramente incómodo con la situación —. Ve si te gusta. Si no, puedes dárselo a alguno de tus hermanos o, no sé, tirarlo a la basura, qué sé yo.

Jungkook, aún sorprendido, bajó la mirada al cuadro. Lentamente lo levantó y lo examinó con más detenimiento. Era un paisaje que mostraba un bosque cubierto de nieve, con un conejito solitario en el centro, con su figura delicada y bonita. Las sombras y luces en la pintura eran sutiles pero poderosas, creando una atmósfera tranquila, casi mágica. El nivel de detalle era impresionante, y se podía notar el tiempo y el esfuerzo que Taehyung había puesto en cada pincelada.

Jungkook no pudo evitar una sonrisa, más suave de lo habitual.

—¿Lo dibujaste tú? —preguntó.

Taehyung, aún cruzado de brazos, asintió brevemente sin hacer contacto visual. —Sí.

Jungkook volvió a examinar el cuadro, notando cada detalle, cada trazo de pintura. Era como si pudiera sentir la dedicación que Taehyung había puesto en él.

—Kim, tienes mucho talento —admitió finalmente, con una pequeña risa—. Sabes hacer algo bien además de molestar todo el tiempo.

—Imbécil... Es mi último trabajo.

—¿Tu último? —repitió Jungkook, impresionado—. Lo pondré en mi habitación, es demasiado bueno para quedarse guardado.

—Como quieras —respondió Taehyung, tratando de parecer indiferente, aunque claramente el comentario lo había conmovido.

—Deberías pintarme a mí —dijo Jungkook de repente. — Soy guapo, sería una buena musa.

—No quiero.

—Qué cruel —respondió, llevándose una mano dramáticamente al pecho— Solo porque soy demasiado atractivo, ¿verdad? No puedes manejar tal cara en un solo lienzo.

Taehyung no pudo evitar soltar una pequeña carcajada al ver a Jungkook señalando su rostro. Era imposible mantener una actitud seria cuando él estaba siendo tan ridículo. Pero, al mismo tiempo, la risa suave de Taehyung revelaba algo más que molestia. Era su manera de decirle que, a pesar de todo, disfrutaba su compañía, aunque sea un poquito.

—Taehyung... Gracias.

Taehyung, aún fingiendo indiferencia, cruzó los brazos y desvió la mirada. —Lo que sea, Min.

—Si no fueras mago, podrías dedicarte a esto —dijo Jungkook, mirando de nuevo el cuadro, aún impresionado por los detalles.

Taehyung dejó escapar un pequeño sonido de aprobación, pero rápidamente bajó la mirada.

—Ahm... sí. De hecho, todavía quiero hacerlo —admitió finalmente, su voz un poco más baja—. Mis padres quieren que tome un puesto en el ministerio, y no me parece una mala idea. Pero también me gustaría estudiar arte en Londres o Francia después de graduarme en Hogwarts. Sé que mi mamá enloquecería si se enterara, pero realmente quiero seguir pintando, aunque aquí no haya un taller de pintura.

Al darse cuenta de cuánto había hablado, Taehyung se detuvo, mordiéndose el labio. No estaba en sus planes compartir tanto, y menos con Jungkook.

—Sería cool —respondió Jungkook, de forma simple —. Si quieres hacerlo, hazlo. Gradúate y toma el primer vuelo a alguna universidad de arte muggle.

Taehyung lo miró, sus ojos buscando alguna señal de burla, pero no la encontró. Jungkook estaba siendo sincero, lo cual lo hizo sentirse extrañamente agradecido. Sus ojos cayeron sobre la pintura que Jungkook sostenía, y dejó escapar un largo suspiro.

—No creo... —murmuró, más para sí mismo.

—Tienes talento, te lo digo yo, que no halago a cualquiera, tonto. Puedes seguir pintando.

—Gracias... —dijo Taehyung, y luego, al darse cuenta de lo que acababa de decir, maldijo mentalmente su impulso.

"Ay demonios, ¿por qué tengo que agradecerle a un tonto Slytherin?"

Pero al ver la expresión tranquila de Jungkook, dejó caer un poco más su guardia.

Ya que.

—Gracias... también por los lienzos y las acuarelas. Son un poco difíciles de conseguir por aquí.

—Te compraré más.

—No. La próxima lo haré yo.

—No me cuesta nada —insistió Jungkook, encogiéndose de hombros—. Mi tatarabuelo también disfrutaba del arte. Tenemos un estudio de música, pintura y baile. Jennie y Yoongi son los que lo utilizan más. Yoongi toca el piano y Jennie el violín.

Los ojos de Taehyung se abrieron ligeramente, sorprendido. —¿Tienen eso aquí?

—La mansión tiene 20 habitaciones en total, creo, no sé, no las cuento —respondió Jungkook, restándole importancia — Nadie usa los lienzos que dejó el viejo, solo los instrumentos.

Taehyung apretó los labios, intentando tragarse su orgullo, pero la idea de ver ese estudio de pintura era demasiado tentadora.

—Este... Jungkook... —comenzó, algo incómodo—. ¿Puedo ir a ver el estudio de pintura?

Jungkook levantó una ceja, claramente divertido.

—¿No querías irte ya?

Taehyung volteó a mirar hacia la gran ventana. Seguro Jimin seguía desbordando amor con Yoongi, los dejaría un ratito en su burbuja de amor antes de llevar a Jimin de vuelta a casa.

—Solo serán cinco minutos —murmuró, desviando la mirada.

—Bien, muévete —dijo mientras empezaba a caminar—. Pero no hagas ruido porque Jen y Gyu están durmiendo.

Taehyung asintió, siguiéndolo en silencio, aunque su mente ya estaba enfocada en lo que podría encontrar en ése estudio.

2 de enero, Hogwarts.

Taehyung hacía volar un pequeño ciervo de papel con su varita, moviéndolo de un lado a otro en el aire de manera perezosa. Su cabeza descansaba en el hombro de Hoseok, que estaba concentrado escribiendo sobre los efectos de una planta, con el ceño ligeramente fruncido mientras escuchaba con una oreja lo que Taehyung le contaba.

—¿Y no los descubrieron? —preguntó Hoseok, sin dejar de mirar el pergamino frente a él.

—Nopi, de milagro. Jimin se quedó dormido en el sillón junto a Yoongi mientras me esperaban. Yo me la pasé dibujando un cuadro mientras el fastidioso de Jungkook se comía todas las galletas. Así se hicieron las seis de la mañana, y al final, Yoongi tuvo que llevarnos en el carruaje de su familia.

Hoseok finalmente levantó la vista de su pergamino y giró la cabeza ligeramente para mirar a Taehyung. —¿Te quedaste toda la noche en la mansión de los Min?

Taehyung asintió, haciendo un puchero exagerado. — La mansión es enorme, tiene como veinte habitaciones. No sé si estaba más impresionado o asustado de perderme en ese lugar.

Hoseok dejó escapar una risa, su cuerpo vibrando levemente, haciendo que la cabeza de Taehyung rebotara en su hombro. — Asi que solo dibujaste.

Taehyung soltó una risa nasal, moviendo el ciervo de papel más rápido con su varita. —Ujum, y al final se quedó en la mansión, aunque pude llevarme algunas pinturas.

Hoseok soltó una carcajada, dejando la pluma sobre el pergamino. — Ahh, yo tambien quisiera ir, le preguntare a Yoongi.

Taehyung asintió lentamente, mirando cómo el ciervo de papel flotaba frente a ellos. — Eres quien más habla con él.

—Y Jimin —añadió Hoseok, volviendo a tomar la pluma.

—Sí, Jimin... —repitió Taehyung, pero de repente frunció el ceño, levantando la cabeza de golpe—. ¿Y Jimin? Dijo que estaría aquí rápido y no aparece.

Hoseok encogió los hombros —Es la última prueba, Tae. Tienen que mentalizar bien a los campeones, supongo.

—Ojalá acabe ya esa maldita competencia... me pone nervioso que algo malo le pase a mi rubiecito. —Taehyung dejó salir un suspiro largo, cruzando los brazos sobre el pecho.

Hoseok sonrió con ternura —No le pasará nada. Para eso está SeoJoon. No va a dejar que algo malo les ocurra a ninguno de ellos. Es bastante estricto cuando se trata de la seguridad de los estudiantes.

—Igual es estresante. Es peligroso y no me gusta. Ya viste lo que le pasó a Akane en la segunda prueba... casi muere. Todo esto es ridículo.

—Sí, pero ya es la última. Solo hay que aguantar un poco más, y todo volverá a la normalidad

—Y nunca se supo quién demonios puso el nombre de Jimin en el cáliz. El maldito que hizo eso siguen por ahí como si nada.

—Es raro, sí —admitió Hoseok, dejando la pluma sobre la mesa y mirándolo con seriedad—. Pero no lo mencionemos en frente de Jimin. Está más estresado desde que regresamos de Navidad.

— Está estresado... y Yoongi también. Solo quiero que estén bien, son mis amigos.

— Lo estarán —dijo Hoseok, con calma y dejo salir un poco su aroma. Sabia que a Taehyung no le haría mucho efecto, pero algo es algo.

El pelirrojo asintió, aunque la inquietud no se disipaba por completo.

— ¿Cuándo es la prueba?

—Justo después de San Valentín —respondió Hoseok.

—Queda casi un mes entonces —murmuró Taehyung, haciendo cálculos mentalmente.

—Parece que la prueba será con varita, y será más que todo defensa, combate y... —Hoseok hizo una pausa y un leve escalofrío recorrió su espalda al imaginar lo que implicaba— Qué miedo.

El ciervo de papel voló una última vez antes de caer suavemente al regazo de Hoseok, mientras ambos se quedaban en silencio por un momento, compartiendo la misma preocupación que flotaba entre ellos.

Taehyung se quedó en silencio por un momento más, mirando a su amigo. Finalmente, con una sonrisa apenas perceptible, se levantó lentamente.

—Hobi... vamos a ver a Jim, la tarea la hacemos mañana.

Hoseok asintió, levantándose también y estirándose con un suspiro. — No te la voy a pasar, te aviso.

— Que malooo – respondió enroscando su brazo con el contrario y saliendo del comedor.













Hola! Aquí una nueva actualización.

Tal vez por mi cumpleaños les dé dos más (cumplo 18 el 12 de octubre TT, no quiero crecer)

En fin, les tengo una pregunta. ¿Quién es su personaje favorito hasta el momento? Contestenme o no actualizo hasta 2025 JAJAJAJA

broma.

Pero si me gustaría leerlos.

Ya casi estamos terminando el arco 1, sigue el 2 y diganle bye bye a Magic.

Los amo mucho, gracias por seguir apoyando Magic. 

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