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Taehyung caminaba por los pasillos del castillo, mientras equilibraba una caja de pines en una mano y una pila de folletos en la otra. El aire olía a canela y a pino, y los ecos distantes de los villancicos cantados por las armaduras encantadas llenaban el ambiente. Los enormes ventanales dejaban pasar la luz suave del amanecer, tiñendo los muros de piedra con tonos dorados, mientras afuera, la nieve cubría los jardines de Hogwarts en un manto blanco y brillante. A lo largo del pasillo, guirnaldas de acebo y muérdago colgaban con gracia, y los árboles decorados con esferas doradas y luces mágicas iluminaban las esquinas.
A su lado, Seokjin avanzaba con una expresión de cansancio.
—Buenos días, Taehyung —saludó un fantasma que flotaba tranquilamente, envuelto en una suave neblina plateada.
—¡Buenos días, Lord Violet! —respondió Taehyung con una sonrisa.
—Buenos días, Seokjin.
—Hola. — murmuró Seokjin sin mucho ánimo, estirando una mano para frotarse el puente de la nariz.
El fantasma rió, un eco etéreo que resonó por las paredes, antes de desaparecer entre las decoraciones navideñas que colgaban del techo.
— Tienes cara de muerto —dijo Taehyung, entregando un pin con el logo de su club a un estudiante que pasaba—. Es por los derechos de los elfos domésticos. Si no les damos visibilidad, nadie lo hará.
Seokjin le lanzó una mirada somnolienta y entregó un folleto a otro estudiante que lo tomó sin entender del todo. —Sí, sí, Tae —bostezó ampliamente— Soy el primero en apoyarte en esto, pero son las 7 de la mañana.
— Vamos a tener un club bastante grande.
Seokjin esbozó una pequeña sonrisa, que rápidamente se desvaneció cuando un grupo de Slytherins pasó de largo sin siquiera mirarlos. —Supongo no están tan interesados...
—La mayoría de ellos ni siquiera me dirigió la palabra. Tal vez sea mejor dejar de insistir —respondió Taehyung con un suspiro, mirando cómo los pines en su caja.
—¿Has pensado en escribir algo en el periódico escolar? Quizás eso genere más interés.
—Lo pensaré.
Seokjin dejó de repartir folletos un segundo y lo miró de reojo, como si estuviera evaluando algo. — ¿Estudiaste?
—¿Uh? —preguntó Taehyung, con esa expresión inocente.
—No te hagas el tonto. Sé que reprobaste Herbología, y tendrás que dar el examen antes de que podamos irnos a casa.
—Las plantas no me entienden, y yo tampoco las entiendo a ellas.
— Sabes que mamá terminará enterándose. Y ya te imaginarás lo que eso significa.
—Reprobar Herbología no es el fin del mundo.
—No, pero sigue siendo una tontería cuando el resto de tus notas están tan bien.
Taehyung le dio una palmada en la espalda con una sonrisa. — Lograré muchas cosas sin tener que saber cómo cuidar plantas que hablan.
—Sí, no lo dudo —murmuró Seokjin, rodando los ojos con una sonrisa apenas perceptible— Ya, apúrate. Si terminamos esto rápido, podremos regresar y empacar, Jimin nos está esperando.
El pelirrojo dejó escapar una risa ligera mientras entregaba su último pin a un estudiante distraído. —¡Ya quiero pasar la Navidad con Jiminie! Haremos muchas cosas juntos y le enseñaré a...
—Solo asegúrate de no salir después de medianoche —intervino Seokjin con seriedad —. Hablo en serio.
—Tentador, pero nah. —Taehyung sonrió, mirando su caja vacía de pines—. Ya está. ¡Volvamos y envolvamos los regalos!
—Yo lo haré. Tú tienes un examen, y ojalá que hayas estudiado.
—¡Sí lo hice! —exclamó.
Pero la verdad era que se había quedado hasta tarde encantando los pines, asegurándose de que cada uno brillara con un toque de magia navideña. Upsi.
Cuando empezaron a caminar de vuelta hacia los dormitorios, de repente, una voz suave los detuvo.
—Disculpen...
Ambos se giraron, encontrándose con una chica Ravenclaw, de cabello castaño que caía en ondas suaves sobre sus hombros, su sonrisa tímida pero genuina.
—Vi sus pines... son muy creativos —dijo, mientras jugaba nerviosamente con uno de ellos, haciéndolo brillar bajo la luz dorada del pasillo—. Verán, en casa tenemos un elfo doméstico. Lo tratamos bien, pero creo que podría aprender más. ¿Puedo unirme a su club? Tal vez también convenza a algunos amigos.
Los ojos de Taehyung se iluminaron, su sonrisa ensanchándose con emoción.
—¡Por supuesto! —respondió rápidamente, casi tropezando con sus palabras.
—¿Dónde firmo? —preguntó ella, sonriendo con más confianza.
Taehyung lanzó una mirada rápida a Seokjin, quien, sin perder el ritmo, sacó una pluma y un pergamino de su túnica, pasándoselo a su hermano.
—Gracias, hermanito. Ve adelantándote, te alcanzaré en un rato.
—No tardes demasiado —dijo, con una sonrisa suave, mientras dejaba a Taehyung encargado de la nueva integrante.
A mitad de su camino, un ruido familiar lo sobresaltó: un chillido agudo seguido por una ráfaga de viento. Seokjin dio un salto al ver a Duffy, el poltergeist problemático del castillo, luciendo un sombrero de Navidad, pero con una cara terrorífica. Justo cuando iba a reclamarle, lo vio desaparecer entre risas, con una expresión traviesa en el rostro.
—Ugh, casi me saca el alma —murmuró Seokjin, sacudiendo la cabeza mientras retomaba su marcha.
No pasó mucho tiempo antes de que sintiera una mano en su hombro. Dio un pequeño brinco y se volteó rápidamente.
—¡Ah! —exclamó, para luego relajarse al ver la cara sorprendida de Namjoon—. ¡Ah, eres tú, perdón, perdón!
—¿Todo bien? —preguntó Namjoon con una sonrisa divertida.
—Es solo el poltergeist... —respondió Seokjin con una risa nerviosa—. Siempre hace de las suyas antes de las vacaciones. Dice que no le gusta la Navidad.
Namjoon rió suavemente, y un silencio cómodo se instaló entre ellos. Seokjin notó algo extraño en la postura del más alto, como si intentara ocultar algo detrás de su espalda.
—Seokjin... —dijo Namjoon de repente.
—¿Sí? —Seokjin lo miró con curiosidad, esperando que continuara.
—Bueno, no nos vamos a ver hasta después de Navidad y... —dudó un momento antes de sacar algo de detrás de su espalda—. Te traje esto.
Frente a Seokjin apareció un paquete cuidadosamente envuelto, y por un momento, el chico se quedó sin palabras. Un calor agradable se instaló en su pecho mientras tomaba el regalo con cuidado.
—Nam, muchas gracias. No tenías que...
—Es solo un detalle —dijo Namjoon, desviando la mirada con una sonrisa tímida.
Seokjin sonrió ampliamente, sosteniendo el paquete como si fuera algo frágil y precioso. —Yo también tengo algo para ti, pero aún no he terminado de envolver los regalos. Te lo daré cuando subamos al tren.
—¿En serio? No tenías que hacerlo...
—¿Por qué no? Tú me diste algo —respondió Seokjin, encogiéndose de hombros—. Me alegra que hayamos coincidido en eso.
Namjoon se rascó la nuca, incómodo, pero con una sonrisa de lado. —Bueno... espero que te guste.
—Lo abriré en casa —dijo Seokjin con una sonrisa suave, mirando a Namjoon con un brillo especial en los ojos.
—Esperaré el mío entonces —respondió Namjoon, alzando la mano hacia el hombro de Seokjin y sacudiéndolo ligeramente—. Tenías algo blanco... creo que fue Duffy.
—Ah... eso, no sé por qué sigue en el castillo —rió nervioso por la cercanía.
—Es porque él ya vivía aquí cuando los magos fundadores de la escuela decidieron que iban a hacer... —Y ahí empezó el parloteo de Namjoon, quien lo hacía sin querer para demostrar que sabía más que cualquier otro estudiante por devorar todos los libros de la biblioteca—. Se suponía que hicieron un trato, pero con el tiempo...
Ciertamente, Seokjin dejó de escucharlo desde hacía rato, pero no por falta de interés en el tema. La forma en que Namjoon hablaba con tanto entusiasmo, la manera en que movía las manos al explicar algo... todo lo hacía ver jodidamente atractivo. Seokjin lo miraba con una atención que parecía crecer.
—...y es por eso que no quiere irse. Yo creo que solo lo hace para molestar, ¿y tú?
Nada. Seokjin solo lo miraba.
—¿Seokjin?
—¿Eh? Ah, sí, sí, es raro... —respondió rápidamente, pero su tono traicionaba su distracción.
Namjoon le sonrió levemente. —¿Te aburrí? Lo lamento...
—¡Sí! —exclamó Seokjin, maldiciéndose internamente—. ¡Digo, no! ¡Para nada! En serio, siempre es bueno escucharte hablar de... lo que sea. Es... es...atractivo, sí.
—¿Es... atractivo? —preguntó Namjoon, arqueando una ceja.
— ¡Nam! Te veo en el tren, tengo que envolver muchos regalos, ya sabes... muchos. Y nos vamos después del almuerzo, así que... sí.
—Está bien... —dijo Namjoon, un poco confundido, pero luego sonrió y tomó suavemente la mano de Seokjin, haciendo que este quisiera morirse ahí mismo—. Ve con cuidado. Duffy sigue por ahí.
—Sí, sí, ya me voy —Seokjin se soltó del agarre rápidamente, comenzando a caminar hacia atrás—. ¡Hasta luego, Namjoon!
El revenclaw solo agito su mano y sonrió al verlo irse.
Jimin estornudó por tercera vez mientras revolvía las cosas sobre la cama, tratando de organizar tanto su maleta como la de Taehyung. A su nariz congestionada se sumaba la incomodidad de andar en una habitación desordenada y fría.
—Mi nariz —murmuró con fastidio, sacando su varita—. Lumos.
El suave brillo de la varita iluminó el cuarto, y suspiró aliviado. Caminó hacia la cama deshecha de su pelirrojo amigo, recordando que Taehyung le había pedido encontrar un par de calcetines rojos que misteriosamente había perdido. Finalmente, después de unos minutos de búsqueda, los encontró bajo una pila de ropa y sonrió satisfecho, pero su sonrisa se desvaneció al notar algo más. Junto a los calcetines, una elegante caja negra, fina, adornada con letras doradas que tenían algo que le resultaba demasiado familiar: su nombre.
Frunció el ceño, curioso. Sacó con cuidado la caja de debajo de la ropa, depositando los calcetines en la maleta de Taehyung antes de volver a centrarse en el misterioso paquete. Al girarla, notó una pequeña tarjeta adjunta, escrita con una caligrafía impecable que hizo que su corazón comenzara a latir más rápido.
"No soy el mejor con las palabras, pero quería regalarte algo especial. Algo que te recuerde que, aunque no siempre lo diga, te tengo presente. Eres más importante de lo que imaginas, y espero que este regalo te saque una sonrisa, como tú siempre logras hacerlo con los demás. Feliz Navidad, Jimin, no olvides que cuentas conmigo, siempre.
— Min Yoongi."
Un mensaje corto, pero que hizo que sintiera mil cosas.
Listo. Jimin iba a morir.
El calor subió a sus mejillas casi de inmediato, y una sonrisa tonta se apoderó de su rostro mientras releía el mensaje. Algo en esas letras tan perfectas, en el cuidado con que había sido escrito su nombre, le hacía sentir mariposas en el estómago. Guardó la caja en su maleta con delicadeza, como si fuera el objeto más preciado del mundo.
El solo hecho de que Yoongi le hubiera dado algo tan especial, y con ese detalle, lo dejó con la mente en blanco durante unos segundos. Se preguntaba qué había dentro, pero no se atrevía a abrirlo todavía. No ahora. Quería prolongar la emoción.
Con su corazón latiendo rápido, Jimin terminó de empacar lo que quedaba y, sin perder tiempo, salió del dormitorio. Aceleró el paso hacia el comedor, aún con esa sonrisa boba en el rostro, y al llegar, encontró a Seokjin.
—¡Ah, ahí estás! —exclamó Seokjin al verlo, alzando la mano en un saludo.
Jimin, con las mejillas aún enrojecidas, intentó saludarlo, pero justo en ese momento la sensación de un nuevo estornudo lo invadió. Seokjin, con su habitual instinto cuidador, le extendió un pañuelo antes de que pudiera siquiera pedirlo.
—Aquí tienes, Jiminie —dijo con una sonrisa suave, y luego ajustó la bufanda de su amigo para cubrirle mejor el cuello—. Tienes una alergia terrible.
—Gracias, Seokjin... —murmuró Jimin, sonándose la nariz suavemente.
—Es el frío del invierno... o tal vez toda esa agua de la segunda prueba.
—No lo creo, me habría enfermado antes si fuera por el agua —respondió Jimin, frotándose la nariz.
—No te preocupes, cuando estemos en casa, mamá sabrá prepararte algo especial para que te sientas mejor —dijo Seokjin con una palmadita en el hombro y una sonrisa cálida.
Jimin dejó escapar un profundo suspiro, un poco agotado. Se sentó frente a Seokjin, y con una pequeña sonrisa, sacó la caja que había estado guardando con tanto cuidado. Al colocarla sobre la mesa, Seokjin levantó una ceja con curiosidad.
—Yo lo hago por ti.
—Está bien, puedo hacerlo yo —respondió Jimin con una pequeña sonrisa, mirando los diferentes papeles de regalo—. Solo que... no sé cuál le gustará más.
— ¿A quién?
Jimin titubeó un segundo antes de murmurar, —A Yoongi...
Seokjin, al escuchar el nombre, entrecerró los ojos, pero una sonrisa suave apareció en su rostro. —Ah... ya veo, para Yoongi.
El rubio asintió con la cabeza. —Quería regalarle algo, pero no fue fácil. Siento que ya tiene de todo.
Justo en ese momento, Hoseok apareció de la nada, cargando una enorme bolsa llena de paquetes.
—¡Nadie tiene todo en la vida, Jimin! —interrumpió Hoseok con una sonrisa amplia—. Además, lo importante no es lo que le regales, sino el gesto. Aunque, será mejor que se apuren, el tren sale en 15 minutos
—¿¡Qué!? —exclamaron ambos al unísono, los ojos de Jimin se agrandaron al ver el gran reloj en el comedor.
Jimin tomó rápidamente un papel azul marino oscuro, elegante y perfecto, y comenzó a envolver el regalo con una habilidad que solo la urgencia podía dar. Mientras tanto, Seokjin y Hoseok se encargaban de meter los demás obsequios en una gran bolsa, apresurados por el tiempo.
—Listo, vámonos —dijo Seokjin, comenzando a caminar hacia la puerta—. Taehyung ya debe estar ahí con las maletas, y más le vale haber aprobado ese examen.
—Eres su hermano, no su padre, tranquilízate —dijo Hoseok con una sonrisa.
—No conoces a mamá —respondió Seokjin, sin detener el paso.
Llegaron a la salida del castillo donde Chanyeol, organizaba a los estudiantes en filas para que abordaran el tren de regreso a casa. A su lado, Taehyung estaba tranquilamente comiendo unas gomitas muggle que, sin duda, Chanyeol le había regalado.
—¡Tae! —gritó Hoseok, agitando la mano para llamar su atención.
Taehyung sonrió y levantó su mano en señal de saludo, con una gomita en la boca. —¿Terminaron todo?
—Sí, lo dejamos todo aquí, y los recogemos al bajar del tren —respondió Hoseok, abriendo su bolsa—. Pero antes de que nos vayamos, Chanyeol, aquí tienes.
Hoseok sacó un pequeño paquete envuelto con cuidado y se lo extendió a Chanyeol. Justo en ese momento, Seokjin y Jimin también sacaron regalos de sus bolsos y los alzaron con sonrisas.
—¡Feliz Navidad! —gritaron los tres al unísono.
Chanyeol, sorprendido y visiblemente conmovido, aceptó los regalos con una sonrisa cálida. —Son demasiado amables, chicos. A Taehyung ya le di su regalo, así que no se preocupen, ¡y feliz Navidad a ustedes también! —exclamó alegremente—. Ahora vayan subiendo al tren, excepto tú, Jimin. Quédate un momento.
Los demás se despidieron de Chanyeol y comenzaron a subir al tren, pero Jimin se quedó atrás, intrigado.
—¿Qué pasa, Chanyeol hyung? —preguntó, mirándolo con curiosidad.
—Te tengo un presente especial.
Chanyeol sonrió de manera misteriosa y sacó de su abrigo un paquete cuadrado, bien envuelto, que le extendió a Jimin.
— Ábrelo... más tarde, ¿sí?
Jimin tomó el regalo con sorpresa y gratitud en los ojos. —Gracias, Chanyeol-hyung. Lo abriré a la medianoche.
Chanyeol, con su típica actitud relajada, le revolvió el cabello cariñosamente. —Ve subiendo, anda.
Jimin, a punto de dar media vuelta, de repente recordó algo importante. —De hecho, ¿ha visto a Yoongi? No lo he visto a él ni a sus hermanos...
—Los Min se fueron muy temprano por la mañana. Sus carruajes elegantes llegaron antes del amanecer —dijo, provocando que Jimin se quedara perplejo—. Cuidar de esos ponys no debe ser tarea fácil. Pase con ellos dos horas y no los quise ver mas.
Jimin se mordió el labio, asintiendo lentamente mientras procesaba la información.
—¿Por qué preguntas? —preguntó Chanyeol, con una mirada curiosa.
—Quería despedirme... y desearle...- se detuvo - desearles, una feliz Navidad.
Chanyeol asintió, comprensivo, y le dio una palmadita en el hombro. — Los veras después.
—Sí... Gracias, hyung.
—¡Vamos, sube al tren ya, antes de que te dejen! —dijo Chanyeol, dándole un suave empujón con una sonrisa divertida.
Jimin le devolvió la sonrisa y subió al tren. Sus pies lo llevaron hasta el penúltimo vagón, donde encontró a sus amigos ya instalados. Taehyung, al verlo entrar, abrió los brazos de inmediato, como si fuera un cobertor gigante.
—¿Qué te pasa, rallito de sol? —preguntó Taehyung, envolviéndolo sin dudarlo. El apodo absurdo arrancó una sonrisa de los labios de Jimin.
—Yoongi-hyung se fue temprano por la mañana —murmuró Jimin, acurrucándose más en los brazos de Taehyung, pues hacia mucho frio en el vagón. Al escucharlo, los tres chicos sentados al frente alzaron la mirada, curiosos.
—Era de esperarse —comentó Namjoon después de una pausa, volviendo a sumergirse en su libro—. No tienen esos carruajes por nada.
—Whoa... ¿los carruajes con ponys? —preguntó Hoseok, abriendo los ojos con interés.
—Ajá —respondió Namjoon, sin levantar la vista.
—¿De los que vuelan?
—Sí.
—¿Con cuernos?
—Ajá...
—¿Y magia?
Namjoon alzó la vista por encima de su libro con una ceja levantada —No, Hoseok. No son unicornios voladores mágicos.
—Vaya... aún así, ¿en serio son tan ricos? —preguntó Hoseok, soltando una risita.
—Tienen el suficiente dinero —respondió Namjoon sin mucho interés.
—Lo dices porque tú también vives como rey —soltó SeokJin, lanzándole una mirada burlona.
—Nah, no es para tanto —Namjoon intentó disimular, pero una pequeña sonrisa se le escapó—. Aunque, tampoco es que me queje.
Taehyung, aún sosteniendo a Jimin, le dio un pequeño apretón en los cachetes.
—¿Y por eso tienes esa cara? —preguntó con una mezcla de ternura y diversión, ladeando la cabeza.
Jimin asintió, soltando un pequeño suspiro que dejó escapar una nube de vaho en el frío vagón.
—Quería darle un regalo a Yoongi-hyung.
Taehyung hizo un ruidito de desaprobación y volvió a apretarle las mejillas, esta vez más fuerte.
—Pues dáselo cuando volvamos, bobito. El regalo no se va a esfumar.
—No es lo mismo, Tae —protestó Jimin con una mueca, liberando sus mejillas de los dedos invasivos de su amigo—. El chiste de dar un regalo es que sea en Navidad... No después.
— Mientras sea diciembre cuenta como regalo navideño —intervino SeokJin, intentando animarlo.
—¿Ves? —dijo Taehyung, dándole una palmadita en la cabeza— Tienes todo el tiempo del mundo.
Jimin bufó ligeramente, cruzándose de brazos mientras se hundía más en su asiento.
—Supongo.
El tren comenzó a moverse lentamente, el sonido del crujido sobre las vías llenando el ambiente con una calma que contrastaba con el ajetreo del día. El grupo se acomodó en sus asientos, las charlas llenando el aire con una calidez inusual para una mañana invernal. Taehyung sacó una bolsa de dulces y comenzó a repartir, mientras Namjoon seguía inmerso en su libro y Hoseok tarareaba una canción navideña.
—Come más, no puedes estar triste cuando vamos a pasar la Navidad juntos —dijo Taehyung, extendiéndole unas gomitas a Jimin.
—No estoy triste —respondió Jimin, tomando uno de los dulces y dándole una pequeña mordida—. De hecho, estoy emocionado por ver lo que haremos. Gracias por invitarme.
—Ya nos agradeciste suficiente, Jiminie. A nosotros nos hace feliz que vengas a nuestra casa. Eres como de la familia.
Jimin sonrió, sintiendo cómo la calidez de esas palabras lo envolvía más que el propio abrigo que llevaba puesto. Pasar la Navidad con los Kim era un sueño que no había imaginado posible. El tren seguía su curso, cada vez más rápido, mientras las charlas ligeras y risas llenaban el vagón, creando un pequeño refugio de felicidad en medio del frío exterior
Después de un viaje que pareció pasar más rápido de lo esperado, el tren finalmente llegó a la estación. El sonido del vapor y el bullicio de los estudiantes que comenzaban a bajar llenaron el aire, marcando el final de ese trayecto. Jimin y los demás se levantaron, estirándose después de horas de viaje. Bajaron del tren, cada uno agarrando su equipaje.
—Bueno, aquí es donde nos separamos —dijo Seokjin, acomodándose su bufanda de nuevo, esta vez con un toque de nerviosismo. Namjoon, a su lado, lo miró de reojo antes de sonreír tímidamente.
—Nos vemos —añadió Namjoon, despidiéndose con un pequeño gesto que correspondió SeokJin
Hoseok, por su parte, sonrió ampliamente mientras agitaba las manos enérgicamente.
—¡Nos vemos, chicos! Yo voy a buscar a mi hermana y luego iré con mi padre. ¡Que tengan una buena Navidad!
Con una última sonrisa y un gesto de adiós, Hoseok se fue apresurado hacia otro lado de la estación, desapareciendo entre la multitud.
Jimin, Taehyung y Seokjin caminaron juntos, arrastrando sus maletas por la estación hasta que divisaron a los padres de los mellizos. La señora Kim, con su cálida sonrisa y su bufanda perfectamente tejida, corrió hacia ellos con los brazos abiertos. El señor Kim la seguía, con una expresión de orgullo y serenidad.
—¡Mis chicos! —exclamó la señora Kim, abrazando a Taehyung y a Seokjin con fuerza antes de girarse hacia Jimin—. ¡Y Jimin! Estamos muy feliz de que nos acompañes, querido.
Jimin sonrió tímidamente mientras la señora Kim lo envolvía en un abrazo suave, pero reconfortante. El señor Kim le dio una palmada en el hombro, sonriendo.
—Nos alegra tenerte con nosotros, Jimin. Esta será una Navidad especial.
—Gracias por invitarme, señor y señora Kim —respondió Jimin, sintiéndose abrumado por la amabilidad que lo rodeaba. Era como si hubiera entrado en un hogar que no sabía que necesitaba.
Después de unos minutos de charla, acomodaron sus maletas en el maletero de un auto celeste, estacionado a un lado, alejado de las miradas curiosas de los muggles. Parecía un coche normal a simple vista, pero Jimin notó algunos detalles que le hicieron sospechar que no lo era del todo. Una vez que estuvieron todos dentro, el señor Kim tomó el volante, mirando por el espejo retrovisor.
—¿Listos? —preguntó con una sonrisa.
Con un giro suave, el auto comenzó a moverse, pero en lugar de seguir el camino de adoquines, Jimin sintió cómo el coche se elevaba del suelo. Su estómago dio un pequeño vuelco, pero la emoción superaba cualquier nerviosismo. Miró por la ventana y vio cómo las calles y la estación se volvían pequeñas bajo ellos, mientras el coche ascendía lentamente hacia el cielo.
—Vamos a activar el modo de invisibilidad —dijo el señor Kim con calma, pulsando un botón en el tablero. Jimin observó fascinado cómo el coche desaparecía gradualmente de la vista de cualquiera que mirara desde abajo. Los muggles no tendrían idea de lo que ocurría por encima de sus cabezas.
Mientras el auto surcaba el cielo con suavidad, Jimin apoyó la cabeza contra la ventana, observando las nubes que pasaban junto a ellos. El brillo del atardecer teñía el cielo de tonos naranjas y rosados, creando un paisaje que parecía sacado de un sueño.
En ese momento, no pudo evitar reflexionar sobre lo afortunado que era. A pesar de todo lo que había pasado, había encontrado amigos maravillosos que lo habían acogido como uno más de la familia. Los señores Kim, con su cariño y hospitalidad, lo hacían sentir como en casa. Y aunque a veces pensaba en sus padres, en cómo le gustaría pasar estas fiestas con ellos, sabía que lo cuidaban desde el cielo. Sentía en lo más profundo de su corazón que estaban orgullosos de él, de lo que había logrado y de la persona en la que se estaba convirtiendo.
Suspiró suavemente, cerrando los ojos por un momento, dejando que esa sensación de gratitud lo envolviera. Estaba rodeado de personas que lo querían, y eso era todo lo que necesitaba para sentirse feliz.
La mesa estaba perfectamente decorada con un mantel rojo brillante, adornos dorados, y velas que parpadeaban suavemente, proyectando sombras danzantes en las paredes de la acogedora casa. La cena de Navidad en la casa de los Kim era todo lo que Jimin podría haber imaginado y más. Los platos, llenos de comida deliciosa, iban y venían de un lado a otro de la mesa, y el aire estaba cargado con el aroma de las especias navideñas y el sonido de las risas.
La señora Kim observaba a los chicos con una mirada cálida mientras charlaban animadamente entre ellos, sirviéndose más comida. A su lado, el señor Kim dio un sorbo a su bebida, disfrutando del ambiente acogedor y festivo de la noche.
—Cariño, ¿quieres más puré? —preguntó la señora Kim, sosteniendo la cuchara con una sonrisa.
—No, cielo, siento que, si sigo comiendo, estos pantalones no lo soportarán —respondió él, sonriendo con complicidad.
Jimin, sentado en silencio, miraba a los Kim con cierta admiración. Observaba cómo fluía la conversación con naturalidad, como una melodía familiar que lo envolvía en su calidez. No podía evitar sentir una profunda gratitud. Estaba rodeado de una familia que lo acogía con los brazos abiertos, como si fuera uno de los suyos. A pesar de no haber podido estar con sus propios padres en esta Navidad, había encontrado algo igualmente valioso: una familia que lo hacía sentir amado y parte de algo especial.
Cuando la cena estaba llegando a su fin, la señora Kim se levantó con una sonrisa, recogiendo los platos vacíos mientras anunciaba:
—Bueno, chicos, ¿están listos para abrir los regalos? —preguntó con una sonrisa divertida, levantando una ceja.
El señor Kim señaló con la cabeza hacia el gran árbol de Navidad en la sala, donde un montón de regalos envueltos en papeles brillantes esperaban pacientemente.
—Allí están, cortesía de su madre y de mí. Vayan, vayan. —Los animó a levantarse—. Nosotros llevaremos todo a la cocina e iremos a dormir, ustedes diviértanse.
—¡Pero no demasiado! —añadió la señora Kim desde la puerta de la cocina—. Luego se van a dormir, ¿entendido?
—Sí, mamáaaa —respondió Taehyung, alargando la última vocal con un toque dramático, mientras tomaba el brazo de Jimin para arrastrarlo hacia el árbol de Navidad.
Los tres chicos se arrodillaron frente al árbol, inspeccionando los regalos con curiosidad. Taehyung encontró uno envuelto en papel rojo brillante que captó su atención de inmediato. Sonrió emocionado, pero su expresión cambió rápidamente cuando leyó la tarjeta adjunta, sin abrirla.
—"Feliz Navidad, rojito" —leyó Taehyung en voz alta, frunciendo el ceño —" ¿Qué?
El tono burlón y la forma en que "rojito" estaba subrayado en la tarjeta no auguraban nada bueno. Entonces, al voltear la tarjeta, sus ojos se agrandaron con horror al leer el nombre del remitente.
—Min Jungkook.
—¿Jungkook? —preguntó Seokjin, acercándose para arrebatarle la tarjeta de las manos. Tras leerla, soltó una carcajada sonora que hizo eco en la sala.
Jimin, al ver la reacción de Seokjin, no pudo contener una carcajada y rápidamente ocultó su risa detrás de la mano, su mirada iluminada por la diversión. Taehyung lo miró y le dio un manotazo.
— ¡No te rías! —protestó mientras sostenía el regalo con cautela, como si estuviera a punto de explotar en cualquier momento.
—Ábrelo. A ver qué te parece —dijo Jimin, intentando reprimir otra risa.
Taehyung suspiró, resignado, y chasqueó la lengua.
—Bueno, un regalo es un regalo. No se le niega a nadie... —dijo, empezando a rasgar el papel con curiosidad, mientras sus amigos lo observaban expectantes, con amplias sonrisas en sus rostros.
El papel cayó al suelo, revelando una caja de madera, bellamente decorada con detalles tallados. Taehyung la abrió con cautela, y lo primero que vio fueron frascos llenos de dulces, acuarelas, un pequeño lienzo, un tinte de cabello rojo y un pequeño álbum de fotos.
—¿Cómo sabe que me gusta dibujar?
—Todo el mundo lo sabe, te la pasas dibujando en clase —dijo Seokjin mientras abría un regalo de su madre, sabiendo que seguro eran un par de calcetines tejidos.
—Y no lo haces mal, Tae —agregó el rubio.
—¿Y qué con un álbum? —murmuró, desconcertado.
Frunció el ceño mientras sus amigos lo miraban con curiosidad, y empezó a hojear el álbum.
Dentro, había una serie de fotos... y no cualquier tipo de fotos. Cada imagen capturaba a Taehyung en los momentos más inesperados y comprometidos durante su tiempo en el castillo. Una foto mostraba a Taehyung comiéndose una gran porción de pastel de calabaza en el Gran Comedor, con las mejillas llenas como un hámster. Otra lo mostraba despistado en clase, con los ojos medio cerrados, claramente luchando contra el sueño. Luego, había una donde luchaba con una flor carnívora, con una cara de susto épica. Cada foto tenía un pie de foto escrito por Jungkook, todos igual de burlones, como "El gourmet de la calabaza" o "El rey del sueño".
Seokjin estaba doblado de la risa, casi sin aire, y Jimin tenía lágrimas en los ojos mientras intentaba no soltar una carcajada más fuerte. Taehyung, por su parte, se quedó sin palabras, su cara pasando del horror inicial a una mezcla de furia contenida y resignación.
—Este idiota... —murmuró finalmente, apretando el álbum con ambas manos—. ¡Voy a matarlo!
—Pero... fue un regalo... ¿Cómo vas a enojarte por algo hecho con tanto amor? —bromeó Jimin, sonriendo de oreja a oreja.
—¡Amor mis narices! —Taehyung cerró el álbum con fuerza.
—Por lo menos te dejó comida, si no lo quieres...
—No, es mío, déjalo, Seokjin —dijo, y su hermano chasqueó la lengua.
Seokjin, aún riendo, le dio un golpe suave en el hombro.
—Yo iré arriba, tengo un regalo que abrir y lo dejé ahí —dijo Seokjin levantándose y yendo a su habitación entre risas.
—Lo detesto.
—Ya, ya, fue una broma —dijo el rubio mientras iba hacia la parte de atrás del árbol y sacaba el regalo de Yoongi.
Mientras hacía aquello, taehyung ojeo el mensaje de Jungkook, cuidadosamente escrito en la primera página del álbum, decía:
"Feliz Navidad, rojito."
"Sabes, Taehyung, no soy de hacer regalos aburridos, así que espero que te guste este."
"Estas fotos capturan tu 'mejor' versión, justo cuando no te das cuenta. Porque, aunque estés despistado o luchando por sobrevivir en Herbología, sigues siendo el Taehyung más entretenido del castillo.
Lo sé, soy un genio. No tienes que agradecerme."
"Sé que te gusta pintar. La vez pasada le dijiste a Yoongi que ya no tenías acuarelas, así que le pedí a Chanyeol unas. Pensé que te ayudaría a concentrarte en algo 'más productivo' en lugar de hacer garabatos en las clases de la profesora Sun-he, quien, por cierto, ya está considerando desterrarte. Pero bueno, también añadí algunas golosinas, porque sé que eres un devorador de dulces y que, probablemente, no le compartirás a nadie."
"Ah, y sobre el tinte de cabello... Bueno, ya se te notan las raíces. Hazme un favor y úsalo, para que pueda seguir burlándome de ti y tu color de pelo sin sentirme culpable."
"Con cariño (y un toque de malicia, ¿qué más esperabas de mí?),
- Min Jungkook."
P.D.: No te enojes demasiado... o sí, así tengo una excusa para verte cuando me persigas por todo el castillo.
Taehyung se quedó mirando el mensaje en silencio, sus ojos recorriendo cada palabra como si no pudiera creer lo que estaba leyendo. Primero apretó los labios, intentando mantener la compostura, pero luego su expresión cambió cuando un sonrojo intenso cubrió sus mejillas.
— ¡Aish! —exclamó de repente, dándose un manotazo en ambas mejillas, sobresaltando a Jimin, quien lo volteo a mirar con una mezcla de confusión y diversión.
—¿Qué te pasa ahora?
—¡Es que... este idiota...! —Taehyung sacudió el álbum, todavía sonrojado, sin saber si reír, gritar o correr detrás de Jungkook para "agradecerle" personalmente por el "detalle".
— Te gustó el regalo — no pregunto, afirmo — Jungkook se esforzó, aunque sea un poquito, ¿no?
—¡No voy a admitir nada! —Taehyung protestó, todavía enrojecido— No sé si quiere que me guste o...
— Lo intenta —respondió Jimin, con una sonrisa de oreja a oreja—. Y parece que su forma de hacerlo es hacerte rabiar.
Taehyung suspiró, resignado, y luego cerró el álbum con cuidado, abrazándolo, aunque todavía estaba furioso.
—Lo voy a matar... pero después de que use el tinte — suspiro — Y lo peor es que ahora me siento culpable porque yo no le compré nada...
— Aun no entiendo como llego eso ahí – dijo mientras desenvolvía el regalo de Yoongi cuidadosamente.
— Lo teletransporto, es un hechizo un poco complicado, pero eficaz si conoces el lugar a donde quieres que llegue. Él y Yoongi estuvieron aquí la vez pasada.
— Hmm...
Bueno, no podía teletransportar su regalo a la casa de los Min, no conocía la casa por dentro.
— ¿Qué te regalo Yoongi?
— eso quiero saber — respondió, pero se detuvo en seco — ¿Cómo sabes que es de él?
Taehyung rodo los ojos y se señaló — ¿Quién crees que puso el regalo ahí?
— ¿Tú...? – el pelirrojo asintió.
Dos días antes de regresar a casa por Navidad, mientras Taehyung se concentraba en pintar un cuadro para su madre, Yoongi se acercó a él con un gesto casual. Tenía en la mano una caja de chocolates, ofreciéndosela a cambio de un pequeño favor.
— ¿Y quieres que Jimin lo encuentre? —preguntó Taehyung, levantando una ceja.
— Sí, por favor —asintió el pelinegro con seriedad—. Pero necesito que lo ocultes. Quiero que sea una sorpresa.
— Entiendo... —dijo Taehyung, mirándolo de arriba a abajo, analizándolo —. Te debe importar mucho Jimin.
— Es mi amigo, claro que me importa —replicó Yoongi.
— Creo ser tu amigo tambien —Taehyung hizo un gesto exagerado de ofensa —. Sin embargo, no me darás nada, ¿verdad?
El chico señaló con la mirada la caja de chocolates. —Ese es tu regalo. Te daré más para que le des a los demás.
Taehyung soltó una risa y sonrió ampliamente. —Se nota el preferitismo, pero te entiendo. Aunque, sinceramente, hubiera preferido unas acuarelas... ¡Pero te lo agradezco!
Eso captó la atención de Yoongi, quien solo le un apretón en el hombro.
— No te preocupe, sé cómo conseguirte esas acuarelas.
Taehyung lo vio irse mientras él ladeaba la cabeza, confundido.
— Ya veo —dijo Jimin, escuchando el relato —. Él ya sabía que se iba.
— Exacto —confirmó Taehyung, haciendo un gesto para que abriera el regalo—. Ábrelo.
Jimin rompió con cuidado el envoltorio y, debajo de una capa de papel brillante, encontró unos chocolates. Pero lo que realmente capturó su atención fue una esfera de color negro pulido. Era tan perfecta que Jimin podía ver su propio reflejo en ella, y algo en esa esfera lo llamaba, despertando una extraña curiosidad.
— ¿Y qué se supone que es eso? —preguntó Taehyung, frunciendo el ceño mientras la examinaba de cerca.
— No lo sé —respondió Jimin, intrigado.
Con cautela, levantó la esfera entre sus manos, notando la suavidad de su superficie. Apenas la tocó, la esfera reaccionó, emitiendo un suave brillo que se fue intensificando hasta llenar toda la sala con imágenes proyectadas en el aire. Jimin observaba asombrado: risas, aventuras, y momentos que lo llenaban de alegría. La mayoría de las imágenes eran de sus días en Hogwarts, pero también había recuerdos de su niñez, algunos que incluso había olvidado, como aquellos días en el orfanato. Era como si cada recuerdo feliz estuviera siendo devuelto a él, uno por uno, y su corazón comenzó a latir más rápido.
— Es precioso... —susurró Jimin, conmovido por el regalo.
— Lo es... —dijo Taehyung—. ¿Me la prestas?
Jimin, todavía maravillado por la esfera, se la pasó a Taehyung. Pero en el momento en que Taehyung la tocó, la esfera se oscureció al instante, apagando su brillo como si toda la magia hubiera desaparecido.
— ¿Por qué se apagó? —preguntó Taehyung con un ligero puchero.
— No lo sé... —dijo Jimin, tomando nuevamente la esfera en sus manos. Como si estuviera respondiendo a su toque, la luz volvió a encenderse y los recuerdos reaparecieron, brillando de nuevo con intensidad.
— Eso es raro —dijo Taehyung, asombrado— ¿Solo tú puedes verla?
— Al parecer... —respondió Jimin, sintiendo una mezcla de asombro y emoción—. Es como si estuviera hecha solo para mí.
— Yoongi realmente se lució. Me pregunto de dónde sacó esa esfera —dijo, con una sonrisa.
Jimin no podía evitar sonreír. Abrazó la esfera con delicadeza, sintiendo una oleada de afecto por Yoongi. No era solo un regalo; era una ventana a sus recuerdos más felices, algo que podría ver y revivir cada vez que quisiera.
— Es perfecto, Tae. —dijo Jimin, con una expresión de gratitud que brillaba en sus ojos—. Quiero verlo siempre.
— Lo harás, bonito. Solo cuídala bien. Me imagino que, si se rompe, se va toda la magia —Taehyung señaló la caja—. Métela ahí. Cuando volvamos, la ponemos en el dormitorio.
Jimin asintió, visualizando la esfera en su habitación, proyectando esos recuerdos y haciéndolo pensar en Yoongi cada vez que la viera.
Mientras se reían y disfrutaban del resto de los regalos, la esfera resplandecía suavemente en su regazo.
— ¿Seokjin no va a bajar? —preguntó Jimin, mientras guardaba la esfera en su caja.
— Pues, ¿qué le habrá dado Namjoon? —Taehyung soltó una carcajada—. Mejor no pienso en esas cosas.
— ¿Qué cosas? —preguntó Jimin, extrañado.
— Nada, lindo, no me hagas caso —dijo Taehyung, dejándose caer de espaldas sobre el suelo—. Solo quedan los regalos de Jin. ¿Qué hacemos? No tengo sueño.
— Ni yo —respondió Jimin, recostándose junto a él—. Me hubiera gustado darle su regalo a Yoongi.
— Aún puedes hacerlo. —dijo, dando un leve empujón a Jimin con el hombro—. Le encantará cualquier cosa que le des, después de todo, parece que ambos están más que conectados.
Jimin se quedó pensativo por un momento.
— ¿Te imaginas cómo la estará pasando con su familia en Navidad? —preguntó en voz alta, suspirando mientras miraba el techo.
Antes de que pudiera decir algo más, Taehyung le apretó los cachetes con ambas manos.
— ¡Jimiiiin! Te derrites de amor por Yoongi, que harás que me empiece a gustar a mi tambien — bromeó Taehyung, soltando una risita.
Jimin, sin poder evitar reír, le dio un ligero golpe en el brazo.
— ¡Cállate! —dijo, tratando de disimular su sonrojo—. Solo estaba pensando en.... no sé... cómo estará él. Sabes que su familia es, complicada.
Taehyung se incorporó, con los ojos brillando por la broma.
— Sabías que la mansión de Yoongi está en una colina no muy lejos de la mía, ¿no? —dijo, cambiando de tema, pero aún con una sonrisa burlona.
— ¿En serio? —dijo Jimin, sorprendido—. Ya veo...
Taehyung soltó una carcajada y se llevó las manos a la cabeza.
— Si pudiera, iría ahora mismo y le daría un buen golpe en la cabeza a Jungkook —bromeó Taehyung, haciendo que ambos soltaran una carcajada.
— Yo iría a agradecerle a Yoongi por su regalo —dijo Jimin, sonriendo mientras pensaba en la esfera mágica – Y darle el suyo.
— Guardo unas escobas de vuelo en el garaje —añadió Taehyung en un murmullo —Podríamos estar en casa de Yoongi en diez minutos.
— Sí, llegaríamos más rápido...
Ambos se miraron, soltando una carcajada ante la idea descabellada. Pero, al mismo tiempo, la risa se fue apagando lentamente, y los dos se quedaron en silencio.
— ¿Tú también lo pensaste en serio por un momento, verdad? —dijo Taehyung, mirando a Jimin con una expresión de asombro.
— ¿Tú también lo pensaste en serio por un momento, verdad? —dijo Taehyung, mirando a Jimin con una mezcla de asombro y emoción contenida.
Jimin asintió lentamente, su voz salió suave, casi en un susurro.
— Sí...
Ambos se miraron antes de soltar una risa nerviosa. Era esa clase de risa que surge cuando la idea de hacer algo prohibido comienza a ser tentadora.
— ¿Y si...?
Taehyung lo miró, sus ojos brillando con una chispa de picardía. Jimin pudo ver cómo su mente ya estaba trazando un plan.
— No. —Jimin cortó la frase de inmediato, intentando no dejarse llevar.
— ¡Jimin!
— Shh... no hagas ruido —le susurró Jimin, llevándose un dedo a los labios—. Tus padres deben estar dormidos, y Seokjin no nos dejaría salir ni aunque rogáramos.
— Pero... ¿y si nos damos una vueltita por ahí? —insistió Taehyung, alzando las cejas con una sonrisa que revelaba su deseo de aventura.
— No sé, Tae...
— Solo una hora. No es tan tarde.
Jimin lo miró con incredulidad, señalando el reloj de pared.
— Kim Taehyung, van a ser la una. ¡La una!
Taehyung chasqueó la lengua, cruzando los brazos como si ese pequeño detalle no significara nada.
— Pero si me gana la curiosidad... —murmuró Jimin, echando una mirada hacia la puerta principal como si ya estuviera imaginando lo que harían.
Ambos chicos intercambiaron miradas, esa clase de mirada cómplice que no necesita palabras. Una sonrisa lenta se formó en los labios de Taehyung, y Jimin no pudo evitar sonreír también, dejándose llevar por la emoción del momento.
— Volvemos antes de las tres —dijo Taehyung, ya decidido—. Seokjin duerme como un tronco, al igual que papá. Mamá estuvo trabajando todo el día, no se va a despertar.
Jimin se mordió el labio, todavía inseguro. La adrenalina comenzaba a correr por su cuerpo.
— Es que...
— Si nos atrapan, decimos que estábamos... ¡haciendo carreras nocturnas en escobas! —exclamó Taehyung con entusiasmo, como si fuera la mejor idea que había tenido en años.
Jimin no pudo evitar reír ante lo absurdo de la propuesta, pero, al mismo tiempo, empezaba a imaginarse la escena: los dos volando por los alrededores, el viento frío de la madrugada en sus rostros, y la emoción de hacer algo prohibido.
— Supongo que podría funcionar... —admitió, aunque su tono era más juguetón que convencido.
Taehyung sonrió de oreja a oreja, satisfecho con su pequeño triunfo.
Justo cuando estaban a punto de levantarse, un sonido de pasos en la escalera los hizo congelarse en su lugar. Los dos se giraron al mismo tiempo para ver a Seokjin bajando, frotándose los ojos con pereza. Al parecer, el mayor había decidido hacer una última ronda antes de irse a dormir.
— Chicos, ya vamos a dormir —dijo Seokjin con una voz ronca de sueño—. Mañana abro esos regalos, no se preocupen. Es tarde, suban ya.
Los dos Gryffindors se miraron de nuevo, ahora intentando disimular la risa nerviosa que los invadía. Asintieron rápidamente, poniéndose de pie con la mayor naturalidad posible y siguiendo a Seokjin por las escaleras. Este, aún adormilado, no se dio cuenta de lo anormalmente callados que estaban.
Pero en el fondo, Taehyung y Jimin seguirían el juego y se irían a dormir... o al menos, fingirían que lo hacían.
¡Nuevo cap! Lo escribí en mi clase de derecho romano, perdonen los errores <3
Los amo muchito, cuidense mucho
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