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[41]

Jimin caminó con rapidez hacia el aula de Artes Oscuras, aún sintiendo el peso de la conversación con el profesor Choi. Para su alivio, cuando entró al salón, el profesor de Artes Oscuras, un mago alto y de aspecto severo llamado Profesor Hwang, simplemente lo miró de reojo y, en lugar de descontar puntos, le indicó con un gesto que entrara sin hacer ruido.

El aula de Artes Oscuras era la más grande y perfecta para este tipo de lecciones, con amplias paredes de piedra, ventanas altas que apenas dejaban pasar la luz, y estanterías llenas de libros antiguos y misteriosos objetos mágicos. Hoy, el salón estaba dividido solo entre Gryffindors y Slytherins, lo que hacía que Taehyung estuviera en un rincón, malhumorado. Jimin se acercó a él, sabiendo lo que le esperaba.

—No sé por qué casi no tenemos clase con otras casas —murmuró Taehyung con los brazos cruzados.

— Te molesta ver a Jungkook —dijo Jimin, tratando de contener una sonrisa.

Taehyung resopló y chasqueó la lengua al verse descubierto, pero no pudo evitar sonreír de vuelta.

El profesor Hwang, notando que todos estaban atentos, comenzó a hablar con su voz grave y autoritaria:

—Hoy vamos a estudiar los Tres Hechizos Imperdonables. —El salón quedó en completo silencio—. No obstante, en esta clase los llamaremos los Tres Hechizos Prohibidos, y no los usaremos de la misma manera que los magos oscuros lo harían. Es importante que sepan cómo funcionan, no para utilizarlos sin sentido, sino para defenderse si alguna vez se encuentran en una situación donde alguien los use contra ustedes.

El profesor sacó una varita larga y delgada, de color negro azabache, y la apuntó hacia una serpiente que había aparecido en una caja de cristal al frente de la clase.

—El primer hechizo es el Animo Domine. Este hechizo somete la voluntad de su objetivo, controlando completamente sus acciones. —Hwang agitó su varita, y la serpiente comenzó a moverse como si fuera una extensión del brazo del profesor. La criatura se deslizó, obedeciendo cada comando, hasta que el profesor terminó el hechizo con un movimiento rápido.

Mientras el profesor continuaba, Taehyung inclinó su cabeza hacia Jimin y susurró:

— Me muero de sueño... los que participaron como carnada de sirenas deberían descansar por hoy y mañana... y la siguiente semana también...

Jimin soltó una risa ahogada, pero la diversión fue interrumpida rápidamente.

—Señor Park, señor Kim, si prefieren charlar, estaré encantado de restarle veinte puntos a Gryffindor por su falta de atención —intervino el profesor Hwang con un tono cortante.

Ambos chicos se enderezaron inmediatamente, y Jimin le lanzó una mirada a Taehyung, tratando de contener su risa. Pero no pasó desapercibido el hecho de que Yoongi, que estaba unos metros más adelante, volteó a mirarlo con una pequeña sonrisa, disfrutando del pequeño momento.

—Disculpe, profesor —dijo Jimin, aún con un rastro de sonrisa en su rostro.

Hwang los observó un momento más antes de continuar con la explicación.

—El segundo hechizo —continuó— es el Dolorus Pectus. Este conjuro causa un dolor insoportable, capaz de quebrar incluso la voluntad más fuerte. Pero recuerden, jamás deben usarlo contra otro ser humano. —El profesor hizo un pequeño gesto, y la serpiente se retorció visiblemente de dolor antes de que Hwang finalizara el hechizo.

Taehyung susurró a Jimin, más serio esta vez:

—Son hechizos que usaron en la última guerra contra los magos oscuros... Mi padre nos cuenta esas historias siempre, fueron tiempos oscuros.

—Puedo verlo... —dijo Jimin, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.

—Por último —dijo Hwang—, existe un tercer hechizo, uno que no usaremos aquí. Es el Mortem Finalis, un conjuro que no deja vuelta atrás. La muerte es su único resultado, y está absolutamente prohibido en nuestro mundo.

Hubo un murmullo entre los estudiantes cuando el profesor mencionó el tercer hechizo, algunos comenzaron a ver a Jimin, pero Hwang no permitió que la tensión se prolongara.

—Ya, ya, tranquilícense... formaremos parejas para practicar duelos. Tienen que aprender a defenderse, la oscuridad sigue por aquí...

Con un rápido movimiento de su varita, el profesor Hwang reorganizó a los estudiantes. En un parpadeo, todos quedaron emparejados, pero Jimin, para su sorpresa, se quedó solo. Miró a su alrededor, viendo cómo Taehyung se llevaba una mano a la cara al darse cuenta de que le había tocado enfrentar a Jungkook.

—¿Por qué yo...? —murmuró Taehyung mientras miraba el techo, esperando que un poltergeist lo asustara y se lo llevara.

—No te preocupes, te la dejaré fácil —replicó Jungkook.

—Piérdete. —respondió Taehyung, rodando los ojos.

Antes de que Jimin pudiera procesar lo que estaba sucediendo, el profesor Hwang lo miró fijamente.

—Parece que te quedarás sin pareja, Park —dijo Hwang, con una sonrisa afilada que no alcanzaba sus ojos—. No hay problema, serás mi oponente en esta lección.

—Ah, claro, profesor —respondió Jimin, tragando saliva mientras se posicionaba a su lado.

Hwang levantó la varita y señaló a las parejas que se habían formado.

—Entonces... ¿por qué no empezamos con los de atrás? —dijo, esta vez con un tono divertido—. Vengan, parece que tienen muchas ganas de pelear.

Jimin escondió su sonrisa detrás de su mano al ver que Taehyung le lanzaba una mirada acusadora a Jungkook, acompañada de un frustrado "es tu culpa", mientras caminaban hacia el centro del salón. Todos los estudiantes observaron cómo Taehyung y Jungkook se preparaban. Mientras tanto, Hwang se giró hacia Jimin con una ceja levantada.

—¿Se llevan tan mal? ¿Debería preocuparme y mejor cambiarlos? —preguntó el profesor, casi divertido.

—Bueno, no se van a matar, así que no se preocupe —respondió Jimin con una sonrisa nerviosa.

—Bien, empiecen... uno, dos... —dijo Hwang, dando una palmada para marcar el inicio.

Taehyung fue el primero en actuar, sin perder tiempo.

—¡Expulso! —gritó, su varita brillando con un destello rojo.

El hechizo salió disparado hacia Jungkook con una velocidad impresionante. Pero Jungkook, preparado y siempre competitivo, levantó su varita rápidamente.

—¡Protego! —respondió, creando un escudo invisible que desvió el ataque.

El impacto hizo que el aire a su alrededor vibrara, pero ninguno de los dos bajó la guardia. Taehyung, decidido a no dar tregua, apretó los dientes y lanzó otro hechizo sin darle a Jungkook tiempo para recuperarse.

—¡Incarcerous! —gritó, y de la punta de su varita salió una serie de cuerdas mágicas que se dirigieron a toda velocidad hacia el castaño.

"está loco" pensó Jungkook quien rodó por el suelo, esquivando las cuerdas que se enroscaron alrededor de un escritorio cercano, haciendo que los estudiantes que estaban cerca saltaran del susto. Sin perder un segundo, Jungkook levantó su varita y contraatacó.

—¡Expulso! —vociferó, enviando un rayo de luz azul directamente hacia Taehyung.

—¡Copión! —masculló Taehyung mientras levantaba su varita para defenderse. —¡Protego! —gritó de nuevo, y la luz azul se estrelló contra su barrera mágica, dispersándose en mil chispas.

El intercambio era cada vez más rápido y feroz, con ambos lanzando hechizos con una precisión y ferocidad que impresionaba a todos. Cada vez que uno de ellos lanzaba un hechizo, el otro lo bloqueaba o esquivaba por apenas un milímetro. El sonido de los hechizos llenaba el salón con ecos que rebotaban en las paredes de piedra.

—¡Confundus! —lanzó Jungkook, intentando desorientar a Taehyung.

—¡Expelliarmus! —gritó Taehyung casi al mismo tiempo.

Los hechizos chocaron en el aire, creando una explosión de luz que obligó a ambos a retroceder. Taehyung sintió el calor del impacto, pero no dejó que eso lo detuviera. Con un rápido movimiento, giró su varita y lanzó otro hechizo.

Jimin observaba fascinado, pero su atención se desvió un momento cuando Hwang comenzó a hablar en voz baja.

—Kim Taehyung... —murmuró el profesor—. No tiene malas calificaciones, pero tampoco extraordinarias. Sin embargo, es sorprendente en combate. Tiene una agilidad natural y una memoria increíble para los hechizos. Será una buena pieza para el Ministerio si algún día decide unirse a la caza de magos oscuros.

Jimin miró a su amigo maravillado, viendo en él una habilidad que quizás nunca había notado con tanta claridad.

—¡Serpensortia! —gritó Jungkook, y de su varita salió una serpiente que se lanzó hacia Taehyung con colmillos expuestos.

Fue uno de los primeros hechizos que su padre le enseño.

Taehyung, sorprendido y claramente disgustado por la serpiente, retrocedió rápidamente, con una expresión de horror en su rostro.

Le daban miedo, ¿y?

—¡Relashio! —gritó, y un chorro de chispas salió de su varita, golpeando a la serpiente y haciéndola desaparecer en una nube de humo.

Antes de que Jungkook pudiera aprovechar la distracción, Taehyung levantó su varita de nuevo, con los ojos chispeando de emoción.

—¡Petrificus Totalus! —gritó, enviando un rayo de luz hacia el castaño, que apenas logró girarse para evitarlo.

—¡Hey! ¡Recuerden lo que les dije! —exclamó Hwang, intentando calmar un poco la intensidad del duelo.

Taehyung, sin perder tiempo, apuntó de nuevo a Jungkook.

—¡Depulso! —lanzó Taehyung, intentando empujar a Jungkook hacia atrás con un hechizo de fuerza.

Pero Jungkook no era fácil de derrotar. Con un rápido giro, bloqueó el hechizo y lanzó uno propio.

—¡Incendio! —gritó, y una ráfaga de fuego salió de su varita, dirigiéndose hacia Taehyung.

Jimin frunció el ceño. Eso era muy peligroso.

Taehyung retrocedió rápidamente.

—¡Aqua Eructo! —gritó, y un chorro de agua emergió de su varita, apagando el fuego en el aire y llenando el salón con vapor.

—¡BIEN, YA FUE SUFICIENTE...!

Pero antes de que Hwang pudiera terminar, Taehyung, concentrado en la batalla, lanzó otro hechizo.

—¡Expelliarmus! —gritó, sin escuchar realmente la orden.

Jungkook apenas pudo bloquear el hechizo a tiempo, pero la fuerza del impacto lo hizo tambalearse hacia atrás. Antes de que pudiera recuperar el equilibrio, Taehyung sonrió de lado, con una idea brillante cruzando por su mente. Alzó su varita apuntando directamente al chico frente a él.

—¡Stupefy! —gritó con toda su fuerza.

El murmullo entre los estudiantes se intensificó al escuchar el hechizo.

—Pero ese hechizo deberían verlo hasta en tercer año... —comentó el profesor, sorprendido.

Esta vez, el hechizo fue demasiado rápido y poderoso para que Jungkook lo esquivara o bloqueara. El rayo de luz roja lo golpeó en el estómago, haciéndolo volar y luego arrojándolo al suelo con un golpe sordo.

El salón quedó en silencio mientras Jungkook gruñía en el suelo, intentando recuperarse del impacto. Taehyung respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando rápidamente mientras bajaba su varita. Había ganado, aunque podía escuchar el regaño que su mellizo si se enterara que hizo un hechizo sin siquiera practicarlo correctamente.

—Maravilloso, señor Kim —gritó el profesor Hwang y los demás estudiantes le siguieron con aplausos —. Y usted también, joven Jeon, fue una buena pelea.

—Usó... usó un encantamiento que aún no nos habían enseñado... tramposo —dijo Jungkook.

—Bueno, no puede culparlo por ser tan talentoso —dijo Hwang con una sonrisa—. No fue contra las reglas.

Taehyung se acercó lentamente, con una sonrisita de victoria y sin ningún rastro de resentimiento en su expresión. Se inclinó, tendiéndole una mano a Jungkook para ayudarlo a levantarse.

—Fue muy fácil, muchas gracias.

Jungkook estaba listo para responderle a su infantil provocación, pero sus palabras se quedaron atrapadas en su garganta cuando sus ojos se encontraron con la sonrisa cuadrada de Taehyung. Había algo en la forma en que la luz del salón parecía reflejarse en sus ojos, haciéndolos brillar con una calidez casi hipnótica. El sudor perlaba su frente, pero eso no hacía más que acentuar la suavidad de sus facciones, creando un contraste fascinante entre la fuerza que acababa de demostrar y la delicadeza de su apariencia. Por un instante, Jungkook quedó atrapado en esa mezcla de belleza y poder, como si estuviera viendo algo irreal, casi mágico.

Taehyung se inclinó un poco más, arqueando una ceja mientras observaba a Jungkook que seguía en el suelo.

—¿No vas a aceptar mi mano? Entonces me voy, grosero. —dijo, pero no se movió. Luego, con una sonrisa burlona, añadió—: Estás pareciendo más tonto de lo normal. Mira que estoy siendo amable y no te lo mereces, idiota.

Jungkook chasqueó la lengua, fastidiado consigo mismo por quedarse embobado por un segundo, y apartó la mirada con un ligero rubor en las mejillas. Finalmente, aceptó la mano que Taehyung le tendía y se levantó, sacudiéndose el polvo de la ropa. Mientras lo hacía, no podía evitar pensar que era absurdo que alguien con una cara tan...ugh, tuviera una personalidad que le colmaba la paciencia cada vez que hablaban.

—Taehyung... —Jungkook se enderezó —. Me gustaría hablar contigo.

El pelirrojo lo miró por un momento, evaluándolo. Luego suspiró, haciendo una mueca que denotaba que preferiría cualquier cosa antes que una conversación seria.

—Como quieras, lo haremos más tarde, Min. —dijo con un tono resignado, usando su apellido como un toque de formalidad juguetona. Se dio la vuelta para ir a hablar con Jimin, pero antes de que pudiera avanzar, el profesor Hwang lo llamó.

—Señor Kim, un momento, por favor —dijo Hwang, su voz sonando más suave de lo habitual.

— ¿Sí?

—Quería hablar contigo sobre tu desempeño hoy —comenzó Hwang—. Muchacho, tiene un talento natural para el combate mágico, ¿lo sabias?

Taehyung negó suavemente, realmente nunca lo había pensado.

— Eres algo que no se ve todos los días. Me gustaría ofrecerte clases extra para perfeccionar tus habilidades. Creo que podrías aspirar a un puesto en el Ministerio, tal vez como cazador de magos oscuros, si sigues por este camino.

— ¿de veras?

— Por supuesto, tienes talento, no dejare que lo desperdicies.

Taehyung apenas podía contener su emoción. ¡Clases extra! ¿Para ser un cazador de magos oscuros? La idea le hizo sonreír de oreja a oreja. Nunca había pensado con seriedad que sería de él en un futuro, pero la idea que le estaba dando el profesor sonaba bien. Ya queria ver la cara de SeokJin cuando le cuente, y ni hablar de lo orgullosos que estarán sus padres cuando sepan que podrían tener al primer cazador de la familia.

—Lo consideraré, profesor. Gracias, muchas gracias — dijo mientras hacia una reverencia.

El profesor le dio unos golpes en su hombro — Veo futuro en ti, habla conmigo después si te interesa.

Taehyung asistió varias veces y se fue con emoción hacia donde estaba su rubio amigo.

—Bien, porque no continuamos... ¿conmigo?

El profesor Hwang sonrió, desenvainando su varita con un movimiento ágil y apuntando directamente a Jimin.

— Eres uno de los campeones de Hogwarts, así que vamos a tener un duelo interesante.

Jimin tragó saliva, camino hasta estar frente a su profesor, sintiendo la presión de las miradas de sus compañeros sobre él. Recordó las sesiones privadas con Yoongi, repasando mentalmente los hechizos que había practicado con tanta dedicación y tambien los que había aprendido por su cuenta.

—¡levicorpus! —gritó Hwang, y un rayo de luz roja salió disparado de su varita.

Jimin reaccionó rápidamente, ese encantamiento que haría que quede colgando boca abajo por los tobillos. Qué vergüenza.

—¡Protego! —respondió, levantando un escudo mágico justo a tiempo para desviar el ataque. El impacto resonó en la habitación, pero Jimin no bajó la guardia.

El profesor Hwang avanzó con rapidez, lanzando otro hechizo.

—¡Expelliarmus! —gritó Hwang, tratando de desarmar a Jimin.

Pero Jimin estaba listo, recordando las lecciones de Yoongi.

—¡Expelliarmus! —respondió Jimin, y los dos rayos de luz chocaron en el aire, creando un destello brillante que cegó momentáneamente a ambos.

El duelo continuó con una velocidad vertiginosa. Jimin intentaba recordar todo lo que había aprendido, cada movimiento, cada hechizo que Yoongi le había enseñado.

—¡Incarcerous! —gritó Hwang, enviando cuerdas mágicas hacia Jimin.

Jimin saltó hacia un lado, esquivando las cuerdas y contrarrestando con rapidez.

—¡Expulso! —vociferó Jimin, enviando una ráfaga de fuerza hacia el profesor, quien la desvió con un movimiento de su varita.

Pero entonces, en medio del enfrentamiento, Jimin tropezó ligeramente y su varita se le escapó de las manos, cayendo al suelo con un sonido sordo. El tiempo pareció detenerse mientras veía cómo la varita se alejaba de su alcance. Hwang, demasiado concentrado en el duelo, no se percató del incidente y lanzó otro hechizo.

—¡Petrificus Totalus! —gritó Hwang, sin notar que Jimin estaba desarmado.

Jimin, sin tiempo para recuperar su varita, reaccionó instintivamente. Sintió la magia bullir en su interior y, sin pensarlo, alzó la mano.

—¡Protego! —gritó Jimin, y para sorpresa de todos, incluido él mismo, un escudo mágico surgió de sus manos desnudas, deteniendo el hechizo del profesor en seco.

El salón quedó en un silencio absoluto. Los estudiantes miraban a Jimin con incredulidad, y Hwang se quedó quieto, sorprendido por lo que acababa de presenciar.

Jimin miró sus manos, notando un pequeño destello de luz que lo asustó. Alzó la vista para encontrarse con sus compañeros, quienes lo observaban con incredulidad, y algo más que no entendía del todo: miedo. Antes de que pudiera procesarlo, Taehyung se acercó rápidamente a él, levantándolo mientras le sacudía el polvo que se había quedado en la parte trasera de su túnica.

—Esto... esto es algo inusual —murmuró Hwang, bajando su varita lentamente—. Vamos a detenernos aquí... Volvamos al libro.

Las quejas comenzaron a surgir entre los estudiantes, pero Jimin apenas las escuchaba. Su mente estaba en otra parte, tratando de entender lo que acababa de suceder.

—Ven, vámonos... —susurró Taehyung mientras lo jalaba hacia los últimos asientos del salón—. Muévete, Jim.

Los estudiantes regresaron a sus asientos, pero las miradas seguían fijas en Jimin, quien aún no podía creer lo que acababa de hacer. El profesor Hwang lo observaba desde su lugar, claramente intrigado, pero sin decir una palabra más. El ambiente en el aula había cambiado, y Jimin sentía que algo profundo había despertado en su interior.

—Tae... —murmuró Jimin, buscando una respuesta en su amigo.

—Después hablamos —le respondió Taehyung, girando para mirarlo con una pequeña sonrisa—. Saca tu pergamino, los exámenes son después de Navidad.

—Ah... sí...

Jimin obedeció, aunque su mente seguía vagando en lo que acababa de ocurrir. Algo raro había pasado, y mientras sacaba su tinta y pluma, no podía evitar pensar en lo que eso significaría para él.

SeokJin no podía creerlo.

Había llegado de la clase de vuelo, esperando que sus dos pequeños Gryffindors le comentaran que hicieron en su clase de Defensa Contra las Artes Oscuras para asi prepararse cuando le tocara a él. En cambio, lo primero que escuchó fue a Taehyung, con los ojos brillando de emoción, le había contado que el profesor Hwang le había ofrecido clases privadas porque veía en él un talento nunca antes visto en la familia Kim.

SeokJin sonrió, orgulloso de su mellizo, pero al mismo tiempo sabía lo que eso significaba: darle una pizca de reconocimiento a Taehyung era como alimentar a un dragón con un ego ya inflado. Pero nada podría haberlo preparado para lo que escuchó después: Jimin, aparentemente, había hecho magia sin su varita.

Sin la va-ri-ta.

Todo el dolor muscular que SeokJin sentía después de las agotadoras lecciones de vuelo se desvaneció al instante. Incluso Namjoon, que llevaba quejándose de un golpe en la frente durante toda la mañana, pareció olvidar su dolor en cuanto Jimin comenzó a contar su relato.

—Las clases con los Gryffindors son aterradoras —murmuró SeokJin para sí mismo—. ¿Qué les enseñan a esos chicos, y por qué nunca es algo normal?

—SeokJin, me duele —se quejó Namjoon cuando su mellizo le dio otro manotazo en el muslo, incapaz de contener su sorpresa.

—Perdón, perdón, ¿pero estás escuchando lo que dicen?

Namjoon suspiró, rodando los ojos y un poco adolorido.

—No sé por qué es tan serio... ¿No somos magos? Hacemos magia.

Taehyung recostó apoyando sus manos en el césped y asistió.

— Sí, pero, es complicado... Dile tú.

—¿Yo? —Namjoon parpadeó, desconcertado.

—Sí, yo no presté tanta atención a las historias de papá —admitió Taehyung, encogiéndose de hombros.

Jimin miró a sus dos amigos sin comprender del todo de qué hablaban.

—Jimin —lo llamó Namjoon — Nosotros no hacemos encantamientos sin la varita, no es común. Hacemos magia, sí, pero hay muchas maneras de hacerlo, y la mayoría requiere una varita. Cuando somos niños y nuestra magia se está manifestando, es posible que hagamos cosas sin varita, pero eso es más por impulso y emociones. Una vez que tenemos la varita que nos escogió, nuestra magia se canaliza a través de ella.

Jimin miró sus manos.

—Tal vez aún no controlo mi magia.

Namjoon negó con la cabeza.

—No lo creo. Dijiste que conjuraste el encantamiento, lo dijiste en voz alta y clara. Jimin, los magos como nosotros no hacemos encantamientos sin la varita. Hay cosas como la telequinesis, pero ahí se usa la mente y se requiere de gran concentración, aparte es un curso avanzado que ni siquiera Yoongi ha dominado, es muy complejo.

El rubio frunció el ceño, aún confundido.

—Dijiste que los magos como nosotros no lo hacen... ¿Qué magos sí, entonces?

Namjoon suspiró otra vez mientras acomodaba sus gafas.

—Los tenebrosos, Jimin.

—¿Eh?

— Ahí va el punto del porque es... algo escalofriante que hayas hecho eso porque bueno, no todos los magos oscuros hacen eso. El único mago que logró hacer algo así fue... ya sabes quién.

—¿Seo—?

—Shh, no lo menciones —lo calló SeokJin rápidamente.

—¿Qué tiene? Su nombre no lo matara, él sí —dijo Taehyung, apoyando su cabeza en los muslos del rubio —. Ya no lo asusten.

— Tiene razón, no es como si lo invocáramos si repetimos su nombre tres veces — dijo el Ravenclaw — Jimin, probablemente fue una descarga de adrenalina lo que paso.

— ¿Y si no?

— SeokJin, estas más asustado que Jimin.

— Bueno, me preocupo por él — le replicó a su hermano quien solo se acurruco mas haciendo que Jimin le acariciara sus rojos cabellos.

— Mientras menos pensemos en eso mejor, no lo agobiemos cuando se acercan los exámenes y también navidad... y luego la última prueba.

Jimin chasqueo la lengua.

— descalificaron a Akane, estaré solo.

— No sabemos cómo será la última prueba, solo asegúrate de dar lo mejor de ti y salir a salvo.

— O sea, no mueras.

— Kim Namjoon, cierra la boca.

Namjoon sonrió en medio de su queja porque Seokjin le acababa de dar un manotazo en la pierna. Los dos parecían llevarse mucho mejor que cuando se conocieron. De hecho, como casi todas las clases eran entre Ravenclaw y Hufflepuff, estaban siempre juntos. Estudiaban, comían y hacían los trabajos en equipo, aunque Hoseok casi siempre los acompañaba.

—¿Habrá algo especial para Navidad? —preguntó Jimin.

—Aquí en Hogwarts no —respondió Namjoon.

—¿No?

— Bueno, volvemos a casa dos días y luego regresamos para los exámenes —explicó, encogiéndose de hombros – Algunos se quedan en el catillo por diferentes razones.

—Oh.

Bajó la mirada, acomodando los mechones rebeldes de su amigo, quien al parecer se quedó dormido. Él no tenía una casa a la que volver.

—Bueno, deberíamos empezar a organizarnos para los exámenes, ¿no creen? —intervino Seokjin, cambiando rápidamente el tema—. Tal vez podríamos hacer grupos de estudio para no dejar todo al último.

— Que aburrido, mejor hagamos amigos secretos para navidad, a los muggles les gusta mucho ese juego  — dijo Taehyung.

— No suena mal, llamare a Hoseok — SeokJin miró a su hermano asentir y hizo lo que hacen todos los hermanos, fastidiar — También a Yoongi... y Jungkook

— Ya no juego. 

SeokJin carcajeó mientras golpeaba el muslo de Namjoon otra vez, pero este ya no le dijo nada.

— Nunca más te cuento algo.

— Solo te dio un piquito, tranquilizate — dijo SeokJin y Namjoon lo volteo a mirar con los ojos en grande —¿Qué? 

— ¿Jungkook te beso? — pregunto Namjoon con gran sorpresa.

— Uhg, que no fue un beso ¡fue un roce! y lo hizo por molestar — Taehyung palmeó la pierna de Jimin — Jim, tú lo viste, dile que fue un roce. 

Jimin, quien había estado callado asistió — Sí, lo fue.

Taehyung miró hacia arriba, encontrando el bonito rostro de su amigo — ¿estas bien, Jim?

Asintió. Estaba absorto en sus pensamientos, con el eco de las palabras de Namjoon resonando en su mente.

Hoseok comía una tarta de frambuesa, moviendo sus pies de arriba a abajo con aire distraído, mientras el profesor SeoJoon lo miraba, arqueando una ceja con curiosidad.

—¿Se encuentra bien, joven Hoseok? —preguntó SeoJoon, observando cómo el chico devoraba la tarta con entusiasmo.

El pelirrojo sonrió, asintiendo con energía, sus mejillas ligeramente manchadas por las migajas.

—Perfectamente, profesor. Solo... más hambriento de lo normal —respondió, dejando la tarta a un lado con una mirada algo melancólica.

SeoJoon inclinó la cabeza, intrigado.

—¿Y su hermana?

Hoseok soltó una pequeña risa antes de responder sin filtro.

—En celo.

Sun-hee, lo miró con los ojos muy abiertos, una mezcla de sorpresa y horror en su expresión.

—Aún no me acostumbro a esas conversaciones tan... casuales —murmuró ella.

SeoJoon soltó una carcajada profunda, dándole un apretón en el hombro a la mujer.

—Es parte de ellos, Sun-hee. Hay que aprender a fluir con ello —dijo antes de dirigir su atención nuevamente a Hoseok—. Aunque, debo admitir, lo siento diferente hoy.

Hoseok asintió, mordiéndose el labio.

—Se acerca el mío también. Creo que eso me está afectando... Quiero cosas más dulces —agregó con una sonrisa culpable, dejando a un lado lo que quedaba de su tarta—. Disculpe, profesor SeoJoon.

—No tienes que disculparte, Hoseok. Es parte de tu preciosa naturaleza —respondió SeoJoon con una sonrisa comprensiva—. Sin embargo, le pediré que disminuya un poco su aroma. A mi olfato, parece que se ha echado encima todo el perfume de su hermana.

Hoseok se olfateó a sí mismo y luego aspiró el aire a su alrededor, frunciendo la nariz.

—Bueno, al menos aquí no me querrán... embarazar —soltó de repente, provocando un suspiro largo de Sun-hee, que ya parecía acostumbrada a sus ocurrencias.

SeoJoon soltó una risa fuerte y contagiosa.

—Quizás sea algo a considerar en el futuro, Hoseok. Usted y su hermana son los primeros magos de su especie en siglos. Sería maravilloso que su linaje continúe.

Hoseok hizo una mueca, claramente incómodo. No le agradaba mucho la idea de tener a alguien dentro suyo, incluso había hablado de eso con su padre, asi que le dejo toda la responsabilidad a su hermana.

—Lo pensaré... mucho... mucho —respondió, desviando la mirada.

SeoJoon asistió y decidió cambiar de tema.

—Dime, ¿cómo va todo con Jimin?

—Va bien. Le está yendo muy bien en las clases, profesor —dijo con una sonrisa amplia.

SeoJoon asintió, complacido.

—Me alegra oír eso.

—Aunque... —continuó Hoseok, bajando el tono.

SeoJoon lo miró con atención.

—¿Pasó algo?

—Bueno, supongo... Los chicos me contaron que Jimin hizo magia... sin usar su varita —dijo Hoseok con seriedad, observando la reacción del profesor.

SeoJoon levantó la vista, su expresión tornándose más seria. Sun-hee, quien había estado escuchando en silencio, se levantó de su asiento con preocupación.

—¿A qué te refieres? —preguntó la profesora.

—En la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, hicieron un duelo. Jimin pronunció un encantamiento... pero no usó su varita. Todos quedamos sorprendidos. Le dijimos que probablemente fue un golpe de suerte o algo así, pero él sigue preocupado —explicó Hoseok.

SeoJoon se quedó en silencio por un momento, asimilando la información. Finalmente, asintió lentamente.

—Entiendo... Joven Hoseok, le pediré que siga cuidando de Jimin. Es un gran favor el que le pedimos a ti y a tu hermana, y les estoy profundamente agradecido —dijo SeoJoon con sinceridad en su voz.

—No se preocupe, profesor. Jimin es mi amigo. Lo haría aunque no me lo pidiera —respondió Hoseok con una sonrisa cálida.

—¿Lo conoces desde pequeño, verdad? —intervino Sun-hee, observando a Hoseok con curiosidad.

—Sí, en el orfanato. Recuerdo que solíamos jugar mucho. Aunque... a Jimin no le gusta hablar del orfanato —dijo Hoseok, su sonrisa disminuyendo un poco.

El padre de los pequeños Jeon había contactado con el profesor SeoJoon hacía mucho tiempo, asegurando que sus dos hijos poseían magia. Su esposa, antes de fallecer, le había contado historias que sus propios padres le compartían, sobre cómo su familia alguna vez estuvo llena de magos y brujas, pero con el tiempo, esa magia había desaparecido. Aun así, la esperanza de que la magia regresara a su linaje nunca se desvaneció.

Con esa creencia en mente, el señor Jeon decidió buscar ayuda, y qué mejor opción que acudir al gran director de Hogwarts, SeoJoon, para que le aconsejara sobre el futuro de sus hijos.

SeoJoon le prometió enviarles la carta de aceptación cuando cumplieran los quince años y estuvieran listos para asistir a la escuela de magia. Además, se comprometió a ayudar a los niños a aprender lo básico sobre la magia, su historia y algunos pequeños encantamientos. Sin embargo, había una petición.

—¿Dejar a mis hijos en un orfanato? ¿Por qué haría eso? —preguntó el señor Jeon, con incredulidad y una expresión de preocupación evidente—. Si Shin-He estuviese viva, me mataría si se enterara de que dejé a nuestros hijos solos.

SeoJoon sonrió con serenidad, tratando de calmarlo mientras le ofrecía una taza de té y un caramelo de frambuesa.

—¿Conoce a Park Jimin? —preguntó SeoJoon, mientras el hombre tomaba asiento.

—Por supuesto —respondió el señor Jeon—. Sus padres son famosos por haber derrotado a... usted sabe quién.

—Así es —suspiró SeoJoon—. Jimin está en un orfanato en este momento.

El señor Jeon frunció el ceño, visiblemente confundido.

—¿Qué hace en un lugar como ese? ¿No sería mejor traerlo aquí, donde estaría más protegido?

SeoJoon negó con la cabeza, su mirada tornándose más grave.

—Fueron tiempos inciertos. No sabíamos si la oscuridad había sido completamente erradicada. Mantenerlo oculto en nuestro mundo no era una opción; los magos tenebrosos lo buscaban para vengar a su amo —relató SeoJoon—. Cuando cumplió seis años, quise traerlo de vuelta. Incluso Chanyeol se ofreció a cuidarlo, pero el Ministerio de Magia nos lo negó. Aún no había pasado suficiente tiempo desde la guerra, y era más seguro que permaneciera oculto hasta que las cosas se estabilizaran.

El señor Jeon asintió lentamente, comprendiendo las dificultades de esa decisión, aunque aún con ciertas reservas.

—Entiendo... pero, ¿qué tiene que ver eso con mis hijos?

SeoJoon respiró hondo antes de continuar.

—Quiero que cuiden de Jimin. Solo serían unos meses. Después de ese tiempo, puede llevarse a sus hijos de vuelta, pero en ese período me gustaría que le hablaran sobre la magia. Que lo ayuden a recordar que las historias que su madre le contaba no eran solo cuentos, sino verdades.

El señor Jeon se quedó en silencio, mirando a sus hijos pelirrojos, que jugaban despreocupadamente con el elfo doméstico que había traído el té.

—No me quiero separar de ellos... —susurró, casi para sí mismo.

—Es su decisión —respondió SeoJoon con respeto, inclinándose ligeramente en una reverencia—. Pero le pido que lo considere. Le prometo que, cuando sus hijos estudien aquí, cuidaré de ellos como si fueran míos. Me aseguraré de que reciban la mejor educación, y cumpliré con el sueño de su difunta esposa de construir la casa que ella deseaba.

El señor Jeon miró el suelo, luchando con sus sentimientos. Finalmente, levantó la vista y asintió con vacilación.

—Si acepto... ¿estarán bien? ¿Verdad? Si solo serán unos meses, tal vez pueda considerarlo.

—Le aseguro que estarán bien. Es una promesa —dijo SeoJoon con firmeza, observando cómo el hombre trataba de reconciliarse con la decisión.

Hoseok se levantó con un pequeño brinco y caminó hacia donde había dejado su bufanda.

—Tengo recuerdos de cuando jugábamos y hablábamos con papá por el reloj grande —rio al recordar un momento particular—. Hubo una vez que Jimin, me preguntó si podía ver espíritus. Creí que estábamos en una misión importante. Y bueno... lo era, después de todo.

SeoJoon sonrió con ternura.

—Tienes un corazón muy noble, igual que tu padre, Hoseok.

El pelirrojo escondió el rubor de sus mejillas en su bufanda.

—¿Crees que Jimin te recuerda? —preguntó el profesor.

Hoseok se encogió de hombros, intentando parecer despreocupado.

—No lo sé. A veces creo que sí, pero otras veces... siento que no tiene idea.

—Estoy seguro de que lo recuerda, Hoseok. Solo que no lo sabe de manera consciente. Quizás algún día podamos decírselo.

—Sería bueno que lo supiera. A veces me pregunto si esas memorias le harían bien para que no solo recuerde ese lugar con tristeza —dijo Hoseok en voz baja, perdiéndose por un momento en sus pensamientos.

SeoJoon le dio una palmada suave en el hombro.

—Todo a su tiempo, joven Hoseok. Jimin es más feliz ahora, eso es lo que me tranquiliza.

El pelirrojo asintió con una pequeña sonrisa

—Sí, lo es —murmuró.












Hola! ¿Cómo les va? Aqui un nuevo cap

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