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[40]

Yoongi corría desesperado por todos lados, su mirada saltando de una dirección a otra mientras sus manos temblaban incontrolablemente. Desde el momento que supo de qué se trataba el juego, sabía que este momento llegaría. Por eso había pasado la noche con todos sus hermanos en la enfermería, velando su sueño. Pero al despertar, solo encontró a Jennie, durmiendo profundamente.

"Se los llevaron..."

Jungkook y Beomgyu habían desaparecido.

El pelinegro se dejó caer en el pasto, frustrado, sintiendo una mezcla de impotencia apoderarse de él. Sus hermanos eran lo más preciado en su vida, y ahora, dos de ellos no estaban con él. Al menos tenía el consuelo de que Jennie había quedado a salvo, aún en recuperación y necesitando descanso.

Mientras los pensamientos oscuros cruzaban su mente, sintió una mano tímida en su hombro. Alzando la vista, se encontró con Joo-hyun, quien lo observaba con una mezcla de preocupación y algo más, algo que él no alcanzaba a comprender del todo.

—Yoonie, es un milagro por fin encontrarte solo —dijo la chica, acomodando su largo cabello castaño detrás de la oreja—. No me invitaste al baile.

Ella fue directo al punto.

Yoongi suspiró, ya cansado, no solo física sino emocionalmente. Sabía que la conversación con Joo-hyun era inevitable.

—No tenía intención de ir con nadie, Joo-hyun —respondió con la voz cargada de cansancio—. Y si te preguntas por qué bailé con Jimin, lo hice porque Jennie se fue antes de que lo hiciera.

—Oh, claro, oí que está en la enfermería ¿Le pasó algo malo? —preguntó ella rápidamente

—Está bien, solo tiene una migraña —contestó Yoongi, tratando de sonar despreocupado, pero sin poder ocultar del todo la tensión en su voz.

Joo-hyun se sentó a su lado, cuidando que su largo vestido esmeralda no se ensuciara. Sin embargo, su atención estaba completamente en él. Tomó sus manos entre las suyas, acariciándolas suavemente.

—Estás helado, Yoon —dijo con un tono suave, al notar la frialdad de sus manos. Pero Yoongi retiró las suyas, rompiendo el contacto de forma abrupta — ¿Estás enojado conmigo?

Él negó con la cabeza, viendo la expresión de desconcierto en el rostro de su amiga de la infancia. Habían compartido tantas cosas juntos, pero en ese momento, se sentía abrumado por todo lo que estaba ocurriendo.

—La prueba es sobre salvar a dos personas preciadas para mí, y ya se los llevaron —explicó, su voz temblando ligeramente por la preocupación.

Joo-hyun apretó los labios, su mirada cayendo sobre los guantes negros que llevaba puestos. Algo en su interior se rompió al escuchar esas palabras.

—Entonces creo que no soy tan preciada para ti, Yoonie —murmuró, su voz teñida de tristeza y amargura—. Lo entiendo, seguro se llevaron a tus hermanos, ¿verdad?

—Sí... a Jungkook y Gyu —asintió Yoongi, sin notar del todo la angustia que había dejado su confesión.

Ella sonrió débilmente.

—Pero los traerás a salvo, no tienes de qué preocuparte —dijo con un intento de entusiasmo—. Ya eres un campeón para mí.

Yoongi solo asintió, sin decir nada más. No encontraba las palabras adecuadas para responder, y en el fondo, sabía que Joo-hyun merecía más de lo que él podía darle en ese momento.

El viento frío sopló, levantando ligeramente la capa negra de Joo-hyun, quien la ajustó alrededor de sus hombros para protegerse. Un horrible sentimiento volvió a surgir en su interior, uno que no había sentido desde que Sun-Ah había llegado a sus vidas. Sentía que Yoongi se había alejado de ella más de lo que le gustaría admitir, y no solo porque siempre estaba acompañado de sus hermanos, sino porque ahora andaba siempre con el grupo de Park Jimin.

Park Jimin.

El solo pensar en él la frustraba profundamente. Sabía muy bien el motivo de esa frustración, y era porque ese chico rubio se había ganado la atención completa de Yoongi, justo como Sun-Ah lo había hecho antes de su trágico accidente.

El ceño de Joo-hyun se frunció al recordar a Sun-Ah. Una oleada de tristeza y celos la invadió, pero antes de que pudiera hundirse más en esos pensamientos, unas pisadas acercándose la hicieron salir de su ensimismamiento. Vio a Namjoon, Jimin y Hoseok correr hacia ellos, sus rostros tensos por la preocupación.

Jimin fue el primero en hablar, su voz entrecortada por la ansiedad.

—Se llevaron a Tae y Seokjin...

Yoongi se levantó rápidamente, acercándose a Jimin y tomándolo por los hombros con firmeza.

—No podemos hacer nada ahora, solo traerlos de vuelta. ¿Ya sabes qué hacer, verdad?

—Sí, lo sé —asintió Jimin mientras miraban de reojo a Namjoon—. ¿Y tú?

—También —respondió, esbozando una leve sonrisa para tranquilizarlo.

Joo-hyun, al ver la unión y la complicidad entre ellos, sintió un nudo en el estómago. Ya no era la única persona importante en la vida de Yoongi, y aunque siempre había sabido que él tenía a sus hermanos, ahora había otros que ocupaban un lugar especial en su corazón. Ese pensamiento la llenó de una tristeza silenciosa, pero no dijo nada. En su lugar, simplemente se levantó y ajustó su capa, tratando de mantener la compostura.

—Cuídense —dijo finalmente, su voz apenas un susurro. Yoongi la miró por un segundo, pero ella evitó su mirada, sabiendo que no podría soportar ver la falta de emoción en sus ojos.

— Lo haremos, gracias Joo — respondió él, antes de volverse hacia sus amigos.

Joo-hyun se quedó allí, viendo cómo se alejaban. Aunque su corazón estaba roto, sabía que no podía detener a Yoongi ni hacer que la mirara de la misma manera que ella lo miraba a él. Era su amiga de la infancia, pero él... él ya había encontrado su lugar junto a otros.

— ¿no estará...? — La castaña negó rápidamente mientras su sonrisa temblaba – Imposible, Jimin es un chico...

Aunque en su mundo no se tomaba mucho interés sobre las preferencias de los magos, Joo-hyung sabía que Yoongi no podía sentir algo por Jimin.

Lo había visto enamorado de una chica después de todo

Ella cerró los ojos por un momento, dejando que la brisa fría le despejara la mente antes de finalmente dar la vuelta y alejarse, sabiendo que su amor no correspondido no tenía lugar en las pruebas que estaban por venir.

Ya encontraría otra forma de volver a tener a Yoongi a su lado.

—¡Los campeones ya están aquí! —gritó un vozarrón por todo el estadio, resonando en los muros de piedra y provocando que varios concursantes, incluido Jimin, fruncieran la nariz ante la explosión de sonido que casi les daña los oídos. El eco se mantuvo en el aire unos segundos antes de desvanecerse.

Jimin respiró profundamente, sintiendo cómo la ansiedad crecía dentro de él. Su corazón latía con fuerza, no solo por la presión de la competencia, sino también por lo que estaba en juego: recuperar a sus amigos. Mientras intentaba calmarse, Akane, su compañera que representaba a las mujeres de Gryffindor, se acercó con una sonrisa confiada.

—¿Todo bien, Jimin? —preguntó, con un tono de voz que, aunque suave, estaba cargado de determinación—. ¿Tienes algún plan?

—Sí —respondió Jimin, intentando sonar seguro, aunque sus nervios estaban a flor de piel—. ¿Y tú?

—Todo en orden, solo tengo que salvar a mi hermanito, es lo único preciado para mi —contestó Akane, frotándose las manos con energía—. Solo espero que el agua esté cálida.

Jimin asintió, aún con la ansiedad retumbando en su pecho. Miró hacia su derecha, donde otros competidores se preparaban con una concentración casi palpable. Luego, giró su cabeza hacia la izquierda y vio a Yoongi, que susurraba unas palabras mientras apuntaba su varita hacia sí mismo. Jimin sabía que Yoongi estaba lanzando un hechizo para prepararse, y eso lo tranquilizó un poco.

—¡Estamos listos! —anunció la misma voz que había dado la bienvenida a los campeones—. Todos los campeones están aquí, la segunda prueba comenzará cuando el jurado haga chispas sonoras. Como ya saben todos, disponen de una hora para recuperar lo que se les ha quitado. Así que, sin nada más que decir... ¡jurado, por favor!

Los tres jueces se levantaron lentamente, sus túnicas ondeando ligeramente con el movimiento, y alzaron sus varitas al aire. El público guardó silencio, y el ambiente se llenó de una tensión palpable.

—¡UNO! —contó el primer juez, y Jimin sintió un calor intenso en su pecho. La poción que Namjoon había preparado comenzaba a hacer efecto. Sus músculos se tensaron y su respiración se volvió más profunda, preparándose para la transformación que estaba por venir.

—¡DOS! —gritó el segundo juez, y Jimin cerró los ojos por un momento.

—¡TRES! —exclamó el tercer juez, y en ese instante, una explosión de chispas doradas estalló en el aire, iluminando el cielo grisáceo. El estruendo fue ensordecedor, y en un abrir y cerrar de ojos, todos los campeones se lanzaron hacia el agua.

Jimin sintió cómo su cuerpo se sumergía en el lago oscuro y frío, pero en lugar de la habitual sensación de ahogo, sintió una extraña liberación. Sus pulmones se expandieron y el agua se sintió más cálida contra su piel. Abrió los ojos bajo el agua y vio cómo sus manos, ahora palmeadas, cortaban el líquido con una facilidad inhumana. Sus piernas y brazos llenas de escamas azuladas que reflejaban la luz tenue que se filtraba desde la superficie.

La poción había funcionado a la perfección.

Como solo tenía una hora, Namjoon le había dado una cucharada, así que debía apresurarse

Se deslizó a través del agua con una velocidad y agilidad que jamás había experimentado. El mundo bajo el lago era un lugar extraño y hermoso, lleno de criaturas mágicas y vegetación densa que se movía al ritmo de las corrientes. Pero no había tiempo para admirar el paisaje; su misión era clara, y cada segundo contaba.

Jimin sabía que Tae y Seokjin estaban en algún lugar en lo profundo del lago, quizás atrapados por alguna criatura o encerrados en una caverna mágica. A medida que se adentraba más, las sombras se volvían más densas y la temperatura del agua comenzaba a descender.

Mientras nadaba, Jimin pudo ver a Akane en la distancia, moviéndose con la misma agilidad y gracia que había mostrado antes. Pensó en acercarse a ella para coordinar sus esfuerzos, pero en ese instante, dos sirenas emergieron de las profundidades y la tomaron por los brazos. Una de ellas le tocó el pecho con su mano escamosa, y Akane se desmayó en sus brazos, su cuerpo quedando inerte. Jimin la miró con horror mientras las criaturas la arrastraban hacia el fondo, su silueta desapareciendo en la oscuridad.

Quería ayudarla, pero sabía que ya no podía hacer nada por ella.

De repente, un destello de luz en el fondo del lago llamó su atención. Era una luz dorada, que pulsaba suavemente como si estuviera llamándolo. Sin dudarlo, se dirigió hacia ella, sintiendo que era la clave para encontrar a Tae y Seokjin. La luz provenía de una caverna oculta entre las rocas, con una entrada apenas visible desde la distancia.

Jimin nadó con determinación hacia la caverna. Al entrar, la oscuridad lo envolvió por completo, pero la luz dorada seguía guiándolo. Sabía que el tiempo estaba corriendo y que la competencia no esperaría por él. Sin embargo, en ese momento, solo una cosa importaba: salvar a sus amigos.

Finalmente, llegó a una cámara subterránea donde la luz dorada emanaba de tres figuras flotando en el centro. Tae, Seokjin, y un chico de cabello naranja estaban atrapados dentro de burbujas mágicas, sus rostros serenos como si estuvieran en un sueño profundo. Jimin supo de inmediato que el chico era el hermano de Akane, pero también sabía que ella no volvería para salvarlo.

Jimin se acercó rápidamente, sintiendo cómo su corazón se aceleraba aún más. Extendió las manos hacia las burbujas, y en el instante en que las tocó, sintió una descarga de energía que lo hizo retroceder. Sacó su varita y, con un movimiento decidido, pronunció:

—¡Explodit!

Las burbujas comenzaron a disiparse. El agua burbujeó alrededor de las figuras mientras Jimin luchaba contra el hechizo que las mantenía prisioneras. Finalmente, las burbujas estallaron, y Tae y Seokjin comenzaron a descender lentamente, libres al fin.

Sin perder un segundo, Jimin los tomó de las manos y salió de la cueva, notó a la distancia que un chico de Ravenclaw estaba haciendo lo mismo con su persona.

Al estar cerca de la superficie, Jimin empujó a Tae y Seokjin hacia arriba, asegurándose de que flotaran hacia la superficie antes de girar sobre sí mismo y regresar a la cueva.

Mientras eso pasaba, Taehyung había despertado justo en el momento en que su cabeza emergía del agua, pero el pánico lo invadio. Agitaba sus manos en busca de estabilidad, luchando por mantenerse a flote mientras chorros de agua le entraban por la boca.

Maldición, si tan solo hubiese hecho caso a sus padres cuando quisieron enseñarle a nadar, no estuviese en esa situación.

Jungkook, quien había salido segundos después junto a Seokjin y su hermano, vio la desesperación del pelirrojo y nadó rápidamente hacia él, tomándolo en sus brazos.

—Tranquilo, sostente fuerte a mis hombros —dijo Jungkook con voz firme. El pelirrojo obedeció sin protestar, aferrándose a las ropas húmedas de Jungkook mientras luchaba por respirar. Comenzó a toser, intentando expulsar el agua que había tragado.

—Está bien, respira, despacio... —Jungkook lo sostuvo con fuerza por la cintura al sentir que las olas del lago se volvían más intensas—. Malditas sirenas.

Taehyung soltó un chillido mientras enrollaba sus piernas alrededor de la cadera de Jungkook y sus brazos alrededor del cuello de este mismo, temblando de miedo.

—¿Seokjin? —susurró Taehyung, casi sin aliento.

—Atrás tuyo —respondió Jungkook, señalando con la cabeza.

Taehyung giró la cabeza, y su corazón dio un vuelco al ver a Yoongi y Beomgyu nadando detrás de ellos. Yoongi sostenía a Seokjin con fuerza, sus ojos alternando entre la superficie y la profundidad del lago, en busca de algún rastro de Jimin.

Yoongi había sido el primer concursante en salir del agua, pero la angustia se reflejaba en su rostro cuando sus ojos encontraron a los de Jungkook.

—Jimin no ha regresado... —dijo Yoongi con evidente preocupación.

—¿Jimin? No está... ¡Jimin! —gritó Taehyung, presa del pánico—. ¡Yoongi, ¿Jimin estaba contigo? ¿Dónde está?!

—Nos dividieron según nuestras casas. No pude verlo desde que entré al lago, no sé dónde puede estar... Lo siento.

Taehyung, desesperado, intentó liberarse del agarre de Jungkook, pero este lo sujetó firmemente, evitando que se lanzara de vuelta al agua. Todos comenzaron a nadar hacia la orilla, donde la profesora Luna los esperaba con toallas y una enfermera lista para atender a cualquier herido.

Al llegar, sus corazones se encogieron al ver a Akane, inconsciente y tendida en una camilla. Había sido rescatada justo a tiempo tras ser capturada por las sirenas, pero su estado solo aumentó la preocupación por Jimin.

—¿Por qué Seokjin no reacciona? —preguntó Taehyung con la voz temblorosa mientras Jungkook lo cubría con una toalla.

—Parece que el hechizo que le lanzaron le afectó más que a los demás —respondió la enfermera, observando a Seokjin, quien murmuraba palabras incoherentes mientras tiritaba de frío—. Es un chico apuesto, no me extrañaría que las sirenas quisieran quedárselo. Estará bien en unas horas.

—¿Eh? —Taehyung abrió los ojos con sorpresa— ¿Y por qué no quisieron quedarse conmigo?

—Por molesto —respondió Jungkook.

Maldito.

Antes de que Taehyung pudiera replicar, los vítores de la barra de Ravenclaw resonaron en el aire, celebrando la salida de sus campeones. Poco después, la competidora de Hufflepuff emergió del agua, y los nervios de Taehyung aumentaron aún más.

Yoongi, manteniendo su fachada calmada, tomó una toalla para su hermano menor mientras su mirada volvía al lago. Taehyung se puso a su lado, compartiendo la misma ansiedad silenciosa.

Entre tanto, Jimin nadaba hacia la cueva. Sabía que Akane no regresaría por su hermano, así que decidió que él lo salvaría por ella.

Al regresar, se encontró con el hermano de Akane aún atrapado en la burbuja. Intentó tomar su mano, pero las sirenas aparecieron de nuevo, esta vez con sus tridentes amenazantes.

—Solo ellos —dijo una de las sirenas, su voz resonando con un tono escalofriante en el agua.

—No lo dejaré aquí —respondió Jimin, aunque sus palabras se ahogaron en el agua.

La sirena avanzó, apuntando su tridente directamente hacia él. Jimin cerró los ojos, formulando rápidamente un plan. Con un movimiento decidido, conjuró un hechizo simple pero efectivo.

Un destello cegador iluminó la cueva, y las sirenas se cubrieron los ojos, aturdidas. Aprovechando el momento, Jimin agarró al hermano de Akane y nadó hacia la superficie con todas sus fuerzas, sintiendo la presión del tiempo y la responsabilidad pesando sobre él.

Justo cuando el desánimo empezaba a apoderarse de todos, Jimin emergió del agua, jadeando por el esfuerzo, pero con una expresión triunfal. En sus brazos llevaba al hermano de Akane, que parecía confundido.

—¿Park Jimin? —dijo el chico, frunciendo el ceño—. ¿Por qué me salvaste?

—¿Cómo que por qué...? —replicó Jimin, ligeramente ofendido—. Tu hermana no iba a ir por ti. No podía dejarte allí con esas cosas.

El chico sonrió, asintiendo levemente.

— Park Jimin... por la diosa Luna... —suspiró, aliviado—. Te lo agradezco mucho, pero no era necesario. Seojoon no dejaría que las sirenas me convirtieran en su rey o algo así...

—Pero podrías haber muerto...

—No, no, eso no ocurriría —respondió el chico, sacudiendo la cabeza—. Pero te lo agradezco. Aunque por mi culpa seguro quedes último...

Jimin negó con la cabeza mientras lo sostenía con firmeza.

—Está bien. Supongo que así me libro de la última prueba —bromeó, esbozando una sonrisa cansada.

Finalmente, alcanzaron la orilla, donde un chico de cabello azul tomó al pelinaranja en sus brazos. Jimin, por su parte, se dejó caer agotado sobre Taehyung, que había corrido hacia él lleno de preocupación.

—¡Tontito! Me asustaste hasta la médula —le regañó Taehyung, envolviéndolo en una toalla y luego sacándose la suya para dársela —. Estás helado...

—Perdón... —murmuró Jimin, con la voz apagada sintiendo como su amigo frotaba sus brazos para calentarlo.

—Jimin, muchas gracias por esto. Es mi novio —dijo el chico de cabello azul, inclinándose en una reverencia—. Estaré eternamente agradecido por haberlo salvado. Gracias, en verdad, muchas gracias.

— Ya te dije que no iba a morir, cursi, bobo —murmuró el chico de cabello naranja, todavía entre los brazos de su novio.

—Cállate, idiota —replicó el chico de cabello azul.

Luego de decir esto, se alejó con el pelinaranja entre sus brazos, dándole un pequeño beso en la fría mejilla mientras los dos gryffindors observaba la escena, conmovidos.

Jimin volvió a caer en los brazos de Taehyung, agotado. Sin embargo, a pesar del cansancio, no podía evitar que su mirada se desviara hacia Yoongi, quien lo observaba desde lejos con una expresión de preocupación. Aunque solo fuera por un segundo, el corazón de Jimin dio un pequeño salto al notar la intensidad en los ojos de Yoongi.

—¡Casi me da un ataque cuando no te vi salir del lago! —continuó Taehyung, su tono lleno de reproche, aunque con un matiz de alivio— ¿En qué estabas pensando?

— En que estas temblando del frio y no tienes toalla.

Antes de que Taehyung pudiera responder, la voz amplificada de la profesora Luna se hizo oír desde la plataforma donde se encontraba el jurado.

El profesor Choi se acercó, haciendo que todos los estudiantes bajaran de las gradas y se reunieran alrededor de los campeones. La atmósfera era tensa mientras esperaban los resultados. Jimin se giró para mirar a Yoongi una vez más, notando cómo el chico bajaba la vista con una sonrisa pequeña pero genuina.

El profesor levantó la mano para silenciar a la multitud.

—En cuarto lugar, con un esfuerzo notable, pero un pequeño retraso en completar la prueba, tenemos a la casa Hufflepuff —anunció. Los aplausos llenaron el aire mientras los representantes de Hufflepuff aceptaban su posición con dignidad.

—En tercer lugar, por la astucia demostrada y la eficiencia en la ejecución, la casa Ravenclaw —continuó, generando más aplausos. Jimin miró a los competidores de Ravenclaw, quienes le devolvieron la mirada con una mezcla de orgullo y aceptación.

El profesor Choi hizo una pausa, creando un suspenso que casi se podía cortar con un cuchillo.

—En segundo lugar, por su valentía y por ser el primer campeón en liberar a sus amigos, la casa Gryffindor —dijo, provocando un estallido de vítores y aplausos. Jimin sintió cómo sus compañeros de Gryffindor lo rodeaban, felicitándolo y palmeándole la espalda.

Sin embargo, su mirada volvió a buscar a Yoongi entre la multitud. El mayor le dedicó una sonrisa apenas perceptible, y Jimin sintió una calidez inesperada en su pecho.

—Y en primer lugar, la casa Slytherin, por la habilidad, rapidez y estrategia en la prueba de hoy —concluyó el profesor, mientras los aplausos resonaban con fuerza. Yoongi fue empujado hacia adelante por sus compañeros, Jungkook lo levanto sobre sus hombros en señal de celebración.

Jimin no pudo evitar sonreír mientras observaba la escena. A pesar de que no había ganado, no le importaba. En su mente, había logrado lo más importante: demostrar su valía y, tal vez, captar la atención de alguien especial.

Mientras todos seguían celebrando, Taehyung se inclinó hacia él.

—Oye, ¿por qué sigues mirando a Yoongi? —le susurró con una sonrisa pícara.

—¿Qué? No... no lo estoy haciendo... —Jimin se sonrojó visiblemente, pero no pudo evitar reírse de sí mismo.

—Claro, claro, como tú digas —Taehyung rió—. Deberías ir a felicitarlo, campeón.

Jimin lo pensó por un momento, sintiendo su corazón acelerarse. Al final, decidió que quizás valía la pena arriesgarse.

—Tal vez lo haga... —murmuró, mientras una sonrisa tímida se formaba en su rostro – pero antes, vamos a buscarte algo para calentarte.

Los dos entraron al castillo hablando sobre la última prueba, pero Jimin no podía dejar de pensar en Yoongi, esperando el momento adecuado para acercarse.

Al día siguiente de la prueba, Jimin terminó su desayuno mientras charlaba con Taehyung sobre la clase de defensa contra las artes oscuras que tendrían más tarde. Sin embargo, cuando estaban a punto de dirigirse al aula, Jimin decidió que tenía que hacer algo primero.

—Taehyung, ve adelantándote. Te alcanzaré en la clase —le dijo, dándole un pequeño empujón hacia el pasillo.

—¿A dónde vas? —preguntó Taehyung, levantando una ceja.

—Voy a la enfermería. Quiero ver cómo está Jennie —explicó Jimin.

Taehyung asintió mientras bostezaba y le daba unas palmaditas en su hombro.

—Está bien, no te tardes porque tú eres el de los apuntes —dijo Taehyung, sonriendo antes de irse.

Jimin rodo los ojos mientras se dirigía a la enfermería, sintiendo una mezcla de nerviosismo y responsabilidad. Sabía que Jennie no era su amiga, pero después de lo que había sucedido en la prueba, sintió que debía asegurarse de que estuviera bien. Al entrar, la encontró sentada en la cama, ajustándose la corbata de su uniforme. Su túnica estaba doblada a un lado, lista para ponérsela en cuanto la enfermera le diera el visto bueno para salir.

—¿Jennie? —llamó Jimin con un tono suave.

Jennie levantó la mirada, visiblemente sorprendida al verlo allí. Le dedicó una leve sonrisa.

—Hola, Jimin —respondió, mientras continuaba arreglándose la corbata.

Jimin dio unos pasos hacia ella, deteniéndose a una distancia prudente.

—Solo quería saber cómo estabas. Ayer fue un día... intenso —dijo, buscando las palabras adecuadas.

Jennie soltó una pequeña risa, más un suspiro de resignación que una risa real.

—Sí, lo fue. Yoongi vino ayer por la noche a contármelo todo, te felicito por pasar a la siguiente prueba —dijo mientras se levantaba—. Solo necesitaba descansar. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes después de todo?

Jimin sonrió, un poco nervioso al saber que Yoongi había estado allí antes que él. La sola mención de su nombre lo hizo sentir un calor extraño en el pecho.

—Un poco cansado, pero nada que no se pueda manejar —respondió, tratando de sonar casual—. Me alegra que estés mejor.

Hubo un breve silencio, durante el cual Jimin no estaba seguro de cómo continuar. Jennie, notando su incomodidad, sonrió de nuevo, apreciando el gesto.

—Gracias por pasar, Jimin. Me quedaré a esperar a la enfermera porque insistió en una última revisión —dijo Jennie, sentándose de nuevo en la cama.

—De acuerdo. Cuídate, Jennie.

Jimin le devolvió la sonrisa y se dirigió a la puerta. Justo cuando estaba a punto de salir, casi chocó con Yeonjun, quien parecía un poco tenso al verlo, aunque rápidamente cambió su expresión a una más relajada.

—Jimin-hyung, vine por una medicina para la picazón —explicó Yeonjun antes de que Jimin pudiera decir algo—. La clase de Animales Fantásticos me hizo darme cuenta de que soy alérgico al polvillo de hadas, algo raaaaro.

—Ya veo... —Jimin asintió, sin poder evitar sentir la incomodad de su compañero — Pasa entonces.

— Ah, sí, sí.

Yeonjun le dio una última mirada antes de entrar en la enfermería, dejándolo solo en el pasillo. Jimin decidió no darle más vueltas al asunto y continuó su camino hacia las escaleras, donde esperó a que una de ellas se moviera en su dirección. Mientras esperaba, sintió algo cálido tocar su mejilla, sobresaltándolo.

—Oh, Yoongi —dijo Jimin, un poco sorprendido, pero sintiendo ese familiar calor al verlo.

Tal vez era la chocolatada caliente que Yoongi sostenía en su mano, la misma que había tocado su mejilla hace unos segundos.

—¿Vienes de la enfermería? —preguntó Yoongi, levantando una ceja—. Taehyung dijo que estabas ahí.

—Sí, fui a ver a Jennie. ¿Y tú? ¿Cómo estás? —respondió Jimin, tratando de ocultar lo nervioso que se sentía al estar tan cerca de él.

—Todo bien —dijo Yoongi encogiéndose de hombros con su usual indiferencia, algo que a Jimin le parecía fascinante—. Toma, es para ti.

Yoongi le tendió la cajilla de chocolatada caliente. Jimin esbozó una sonrisa y la tomó con cuidado, apreciando el calor que le daba en medio del frío del pasillo. Yoongi, en un gesto inesperado, le revolvió el cabello antes de que la escalera finalmente se alineara para que pudieran subir.

Comenzaron a caminar juntos hacia su próxima clase. Jimin sentía cómo su corazón latía cada vez más rápido. Intentaba mantener la compostura, pero no podía evitar robarle miradas rápidas a Yoongi. Había algo en la manera en que el cabello oscuro de Yoongi caía sobre su frente o cómo sus ojos siempre parecían estar evaluando el mundo a su alrededor que lo atraía cada vez más. Se quería morir por pensar esas cosas.

—Ayer lo hiciste bien —dijo de repente, sacando a Jimin de sus pensamientos—. No muchos habrían tenido el coraje de hacer lo que hiciste, pequeño héroe.

Jimin sintió cómo el calor subía a sus mejillas, pero trató de restarle importancia.

— Creo que fuiste el que más resaltó, te ganaste el primer lugar después de todo —dijo con una sonrisa, mirándolo con una mezcla de admiración y afecto.

Yoongi se encogió de hombros, con esa naturalidad que a Jimin siempre le parecía fascinante. —Sí, bueno... tú llegaste primero, podrías haber ganado.

—Fue pura suerte que los encontrara antes —respondió Jimin, girando la cabeza para mirarlo de nuevo, sus ojos brillando con sinceridad— Eres el más joven de los campeones y tienes habilidades que superan a muchos de ellos.

Yoongi dejó escapar una pequeña risa, divertida. —Tú eres menor que yo por un año, prácticamente tú eres el más joven aquí.

— Sabes que yo estoy ahí por mis habilidades, sino porque alguien puso mi nombre en el cáliz por una razón que aún no puedo explicar.

—Pero te has ganado tu lugar —dijo Yoongi, su voz suave pero firme— No muchos pueden hacer lo que tú has hecho en tan poco tiempo. Eres un mago extraordinario, Jimin. Deja de dudarlo.

Jimin sintió un nudo de nervios en su estómago, mientras las palabras de Yoongi resonaban en su mente.

— Gracias, hyung —susurró, su corazón latiendo con fuerza—. Tú eres el que es realmente extraordinario.

Yoongi lo miró con una ceja levantada, una sonrisa juguetona dibujándose en sus labios. —¿Yo, extraordinario?

Jimin, atrapado por la intensidad del momento, tartamudeó. —Ah... bueno...

— ¿Hmm?

Yoongi no apartaba la vista de él, su mirada penetrante haciéndolo sentir aún más nervioso. —Sí...

Yoongi inclinó la cabeza, fingiendo no haber oído bien. —No te escuché

—¿No?

—¿No? —repitió Yoongi, con una expresión de confusión fingida y ojos que parecían inocentes— ¿Ya no soy extraordinario?

Jimin chasqueó la lengua, tratando de ocultar su sonrojo. — Claro que lo eres, hyung, ya para.

Yoongi asintió, aparentemente satisfecho con la respuesta, pero Jimin pudo ver una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios. Ese simple gesto fue suficiente para que su corazón se sintiera más ligero, como si una cálida brisa lo envolviera, haciéndolo sentir más cerca de Yoongi de lo que había estado nunca.

Mientras seguían caminando, giraron una esquina y se encontraron de frente con el profesor Choi. El rostro del profesor se endureció al ver a Jimin, y había algo en su mirada que hacía que Jimin se sintiera incómodo al instante.

—Profesor —dijo Yoongi inclinando la cabeza en un saludo mientras se ponía instintivamente delante de Jimin.

—Park Jimin, necesito hablar contigo —dijo Choi, su tono frío y autoritario, ignorando a Yoongi por completo.

Jimin tragó saliva, sintiendo que la calidez que había sentido al caminar con Yoongi se desvanecía rápidamente. Yoongi frunció el ceño y miró al profesor con desconfianza.

—Tenemos clase, profesor Choi.

—Quiero hablar con Park, joven Min. Usted puede seguir hacia sus clases —respondió el profesor, con una voz que no admitía réplicas.

—Está bien, Yoongi. Nos vemos luego —dijo Jimin, intentando sonreírle para no preocuparlo.

—Te espero allá —respondió Yoongi, lanzando una última mirada a su profesor de pociones antes de seguir su camino.

El profesor Choi observó a Jimin con esos ojos fríos que siempre lograban hacer que Jimin se sintiera como si fuera un niño pequeño otra vez. Una sonrisa sardónica se dibujó en su rostro.

—Así que... el "héroe" del día, igual que tu padre, siempre buscando ser el bueno de la historia —dijo Choi con desdén.

Jimin sintió cómo una chispa de indignación se encendía en su pecho, pero se obligó a mantener la calma. No quería darle al profesor la satisfacción de verlo alterado.

—No sé de qué habla, profesor —respondió con la voz lo más firme que pudo.

—Tu padre siempre fue igual —continuó Choi, cruzándose de brazos—, buscando la manera de destacar, siempre tan... valiente. Pero la valentía y la estupidez están separadas por una línea muy delgada. Y tú, por lo visto, no has aprendido a distinguirla.

Jimin parpadeó, confundido y un tanto sorprendido por la dirección que tomaba la conversación.

—Si tiene algo que decirme, dígalo claramente, profesor —dijo.

Choi lo estaba provocando, tal como lo había hecho en otras ocasiones. Buscaba una excusa para castigarlo, tal vez quitar puntos a Gryffindor (cosa que igual pasaría por estar llegando tarde a clases) o hacer que Jimin perdiera su concentración. Era un juego que el profesor parecía disfrutar demasiado.

—Primero tu nombre en el cáliz... —murmuró Choi en un tono que apenas se escuchó.

—¿Eh? —Jimin frunció el ceño, sin comprender del todo.

Choi entrecerró los ojos, inclinándose un poco hacia adelante, su rostro a pocos centímetros del de Jimin.

—La próxima prueba no será tan facil como la anterior. Tus amigos no estarán allí para ayudarte, ¿sabes a lo que me refiero?

—No, no lo sé —respondió Jimin, cada vez más desconcertado.

Choi sacó de su larga túnica un pequeño frasco casi vacío y lo sostuvo frente a Jimin con ojos acusadores.

Jimin reconoció el frasco de inmediato. Era uno de los que Namjoon había utilizado mientras preparaban la poción para la segunda prueba.

—Creo que SeoJoon te tiene demasiado mimado, joven Park —continuó Choi en un tono tan bajo que solo Jimin podía oírlo—. No me importa la reputación que tengas. Para mí, Park, no eres más que un niño malcriado que cree estar por encima de las reglas.

Las manos de Jimin temblaban, no de miedo, sino de rabia, pero se obligó a no apartar la mirada. Sabía que si lo hacía, Choi ganaría, y no quería darle esa satisfacción.

—Así que te advertiré algo, Jimin —prosiguió Choi, su voz ahora más suave, pero igual de escalofriante—. Creas o no que eres una estrella en este colegio, si me entero de que entraste en mi almacén...

—Yo no entré a su almacén, profesor —replicó Jimin rápidamente con su tono cortante.

No estaba mintiendo; técnicamente, no había sido él quien había entrado en el almacén para robar los ingredientes. Esa misión había sido llevada a cabo por Taehyung y Hoseok, quienes habían asegurado que devolverían lo que sobrara... al menos lo que pudieran.

—Mentiroso, igual que tu padre —escupió Choi entre dientes, y Jimin reprimió el impulso de preguntar por qué el profesor tenía tanto resentimiento hacia él — Escarabajo de oro molido, hongos de duende... y otros ingredientes que desaparecieron de mi almacén, justo los necesarios para preparar la poción que te salvó ayer en la prueba. Así que no me vengas con excusas, sé perfectamente quién los robó.

Jimin le devolvió la mirada desafiante a Choi, negándose a mostrar ni un atisbo de culpabilidad.

—No sé de qué me habla, profesor —contestó fríamente—. Necesito ir a clase, así que si me disculpa...

—¡Kim Namjoon tenía los dedos rojos ayer! —lo interrumpió Choi, su tono más acusador— ¿Por quién me tomas, joven Park? Soy profesor de pociones, sé cuáles son los efectos de cortar hojas de nomu, y también sé que no pudiste hacer esa poción solo, no sin la ayuda de tu amigo Namjoon, que afortunadamente para ti es el segundo mejor de la clase.

—Sigo sin entender a qué se refiere, profesor.

Choi lo fulminó con la mirada.

—No porque seas el favorito de SeoJoon voy a tolerar tu comportamiento atrevido. Descubro qué algo ha desaparecido de mi querido almacén, Park, ¡y lo pagarás!

Jimin lo miró con serenidad, lo que parecía irritar aún más al profesor.

— Lo tomaré en cuenta por si alguna vez tengo intenciones de entrar.

El rostro de Choi se contrajo en una mueca de desprecio mientras se metía la mano en la túnica negra otra vez. Jimin tragó grueso al ver que el profesor sacaba otro frasquito, esta vez con un líquido amarillo que le resultaba familiar.

—¿Sabes qué es esto? —preguntó Choi, agitando ligeramente el frasco.

—No —respondió Jimin, con total sinceridad.

—Es Veritaserum, una poción de la verdad tan poderosa que con unas gotas me revelarías cada uno de tus secretitos —dijo Choi con una sonrisa torcida. Jimin recordó la vez que el profesor lo había usado en él para intentar descubrir si había puesto su nombre en el cáliz—. Por supuesto, usarla en alumnos está prohibido, a menos que se den ciertas situaciones. Pero si sigues con esa actitud, no dudaré en echar un par de gotas en tu desayuno... o en el zumo de calabaza que tomas con tanta felicidad. Y entonces, Jimin... sabremos si tú o alguno de tus amiguitos ha entrado en mi despacho.

Jimin no dudaba de que Choi fuera capaz de hacerlo, y la idea no le hacía gracia en absoluto. No solo podía meter en problemas a sus amigos, sino que también podría revelar otras cosas que preferiría mantener en secreto... como sus sentimientos por Min Yoongi.

—Esté pendiente hasta entonces... —añadió Choi, alejándose finalmente.

— Bien...

—Tenga cuidado, la última prueba no será sencilla. Y mantendré mi almacén protegido con un conjuro que hará que cualquier intruso que se acerque reciba una pequeña visita —dijo Choi, con una sonrisa maliciosa.

Jimin frunció el ceño, preguntándose si eso era legal según las normas del Ministerio e Magia.

—Gracias por el consejo, profesor. Estaré preparado —respondió Jimin, con una cortesía que sabía irritaría a Choi.

El profesor Choi lo miró con desdén, pero no dijo nada más. Se limitó a darle la espalda y marcharse, dejándolo solo en el pasillo viendo como su larga tunica bailaba con el viento.

"Que raro" pensó.

Jimin respiró hondo, sintiendo cómo la tensión comenzaba a disiparse. Se dirigió hacia su próxima clase, tratando de dejar atrás la conversación con el profesor Choi. Pero no podía evitar pensar en las palabras de advertencia que le había dado. Algo en el tono del profesor lo hizo sentir que la prueba que venía no solo pondría a prueba su habilidad, sino también su corazón.











HOLAA!!! volvi, un poco tarde porque ya empecé mi segundo ciclo de la U TT

Los quiero mucho💕  

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