[27]
El momento que todos habían estado esperando con ansias, incluso más que la culminación de los exámenes, había llegado por fin: la revelación de los próximos competidores de La Magie des Quatre Maisons. El Gran Comedor estaba repleto de estudiantes expectantes, y el ambiente se sentía cargado de emoción y tensión contenida. En los últimos días, Jimin había visto a muchos estudiantes de tercero y cuarto curso acercarse al Cáliz de Fuego, uno a uno, con el ceño fruncido en concentración mientras depositaban sus nombres escritos en pequeños trozos de pergamino, arrojándolos después a las llamas azules. Aquel simple acto era una muestra de valor, y Jimin los admiraba profundamente. Deseaba, en su interior, poder ser así algún día, tener esa confianza inquebrantable.
El rubio, que había estado sumido en sus pensamientos, desvió la vista hacia Yoongi, preguntándose si él también estaría nervioso o al menos intrigado por todo el alboroto. Sin embargo, como siempre, Yoongi parecía normal, completamente ajeno a la tensión que reinaba en la sala. De hecho, mientras todos observaban el Cáliz con una mezcla de reverencia y nerviosismo, Yoongi se encontraba intercambiando algunas palabras tranquilas con Hoseok, quien, desde que Yoongi se había acercado un poco a ellos, se había llevado de maravilla con el pelirrojo, o así lo veía Jimin.
— ¿No estas emocionado? seria genial si el cáliz te eligiera — exclamó Hoseok — ya eres un genio, así que supongo que esto será sencillo para tí.
— En realidad, no soy un genio... — murmuró Yoongi, evitando la mirada directa de Hoseok.
— ¡No seas modesto! — Hoseok le dio un golpecito amistoso en el hombro, sonriendo ampliamente, lo que hizo que Yoongi lo mirara, un tanto sorprendido. — Todos te llaman el prodigio de primero, y creo que tienen razón. Incluso el profesor...
Antes de que Hoseok pudiera terminar su elogio, sintió un empujón ligero y, de repente, una figura se interpuso entre él y Yoongi. Un brazo familiar y seguro se apoyó sobre los hombros del pelinegro con una naturalidad que solo un hermano podía tener.
— Hey, hermanito. ¿Así que ahora te juntas con los de Gryffindor? — Jungkook, con una sonrisa juguetona, se inclinó sobre Yoongi, acomodándose junto a él con una confianza aplastante. — Yo también quiero unirme a la fiesta. Ah, y perdón por empujarte así, Hoseok.
— Hey hermanito, ¿Así que ahora te gusta juntarte con los de Gryffindor? Yo también quiero— Jungkook le sonrió burlón, a su vez que terminaba de acomodarse — Ah, perdón por empujarte así.
— No te preocupes... — respondió Hoseok con un ligero asentimiento.
— La próxima vez ten más cuidado.
Jungkook giró la cabeza, divertido, al escuchar otra voz familiar detrás de él. — Ya le pedí disculpas, rojito — contestó sin perder su aire burlón.
— ¡No me llames así! — respondió Taehyung, evidentemente irritado.
— ¿Qué dijiste? Perdón, no te escuché bien. — Jungkook lo miró con una sonrisa descarada, fingiendo no haberlo oído, lo que solo sirvió para provocar más a Taehyung.
Taehyung chasqueó la lengua, molesto. — Eres un confianzudo... idiota.
Jimin pudo sentir como una posible discusión se acercaba, sin embargo, el alboroto en el salón, que se cortó casi instantáneamente cuando el profesor SeoJoon entró seguido de Sun-Hee, ambos parecían igual de impacientes y tensos como los demás. Junto a ellos, el profesor Choi y Chanyeol, este último le sonreía y a varios estudiantes. El profesor Choi, en cambio, no parecía nada interesado, sino más bien irritado.
Era de esperarse. Si alguien en toda la escuela tenía fama de ser constantemente irritable, ese era el profesor Choi.
El silencio en el comedor creció aún más profundo cuando el Cáliz de Fuego comenzó a brillar con un resplandor azul más intenso, las llamas saltando con energía. Las miradas de los estudiantes estaban fijas en él, conteniendo la respiración, esperando el momento en que los nombres de los seleccionados fueran expulsados de las llamas. Jimin sintió un nudo formarse en su estómago mientras miraba de reojo a Yoongi. Aunque este seguía aparentando indiferencia, Jimin no podía evitar preguntarse si, en el fondo, también estaría nervioso. ¿Qué pasaría si Yoongi era uno de los elegidos? ¿Lo aceptaría sin dudar, con la misma calma con la que enfrentaba todo, o le afectaría de alguna manera?
— El cáliz por fin ha tomado su decisión, los próximos competidores de "La magie des quatre maisons" serán anunciados en breve — proclamó — Cuando anuncie el nombre de un competidor, por favor acérquense a Chanyeol, quien les dará un obsequio de felicitación.
El ambiente se tornó tenso mientras las llamas azules del cáliz eran lo único que iluminaba la enorme estancia. Las velas que antes danzaban con una luz suave se apagaron por completo, como si quisieran otorgar el protagonismo absoluto al cáliz. Todos en la sala clavaron sus ojos en el fuego, expectantes, conteniendo el aliento mientras esperaban el primer nombre.
Las llamas, que hasta entonces habían sido azules, cambiaron de color súbitamente. Un resplandor rojo intenso se elevó, iluminando los rostros sorprendidos de los estudiantes. La multitud ahogó un grito cuando dos trozos de pergamino volaron desde las llamas, aterrizando rápidamente en las manos de SeoJoon. Sin perder tiempo, los recogió y, con una breve pausa, anunció en voz alta:
— ¡Y los dos campeones de la casa Ravenclaw son... el joven Kenma Kozume y la señorita Chloe!
Los murmullos llenaron la sala mientras Kenma soltaba un suspiro cansado, visiblemente desinteresado. Un chico de cabello oscuro a su lado le daba pequeños empujones para que se levantara, mientras que Chloe, por el contrario, sonreía radiante, recibiendo vítores y chiflidos entusiastas de sus compañeros. Con paso decidido, ambos se acercaron a Chanyeol, quien les entregó un hermoso collar de zafiro.
Los aplausos cesaron, y la atención volvió al cáliz, cuya llama azul refulgente volvió a encenderse solo por unos segundos antes de que un segundo pergamino fuera arrojado.
— ¡Los campeones de Hufflepuff son el joven Sugawara Koushi y la señorita Myoui Mina! — anunció SeoJoon.
Los dos se miraron emocionados, sus rostros iluminados por una mezcla de alegría y orgullo. Caminando juntos, recibieron las felicitaciones de sus compañeros y el collar de ámbar, que brillaba a la luz de las llamas. Cuando los dos se colocaron los collares, un silencio volvió a caer sobre la sala, todos pendientes de los siguientes nombres.
Cuando ambos chicos se coloraron sus respectivos collares, el silencio volvió a reinar. Jimin miro a Yoongi para comprobar si algo en su expresión había cambiado y tal como esperaba, seguía igual de tranquilo.
— Yoongi-hyung — murmuró Jimin, en un intento de captar su atención.
— ¿Sí? — respondió Yoongi, volteando levemente, pero antes de que Jimin pudiera decir algo más, las llamas rojas volvieron a alzarse con fuerza.
SeoJoon atrapó los dos nuevos pergaminos, y después de una breve pausa para relamerse los labios, gritó:
— ¡Los campeones de Slytherin son el joven Min Yoongi y la señorita Nilam Moretti!
El lado de Slytherin explotó en gritos y aplausos. Yoongi, que hasta el momento había permanecido tranquilo, apretó un poco los pantalones, su mano tensándose ligeramente en el dobladillo. Jimin lo miró de reojo, preguntándose si su compañero realmente estaba nervioso o si solo era ansiedad por lo que estaba por venir. El peso de su elección, sin embargo, hizo que algo en el pecho de Jimin se revolviera, como una pequeña punzada que le indicaba que Yoongi, tal vez, tenía miedo.
Nilam, por su parte, se abrió paso entre sus compañeros con elegancia, quitándose los anteojos y sonriendo con confianza. Mientras tanto, los chicos de Gryffindor se sorprendieron al ver salir a Yoongi de su lado, pero le restaron importancia y solo aplaudieron respetuosamente.
— Vaya, parece que están realmente decepcionados — comentó Taehyung, señalando a un grupo de chicos mayores.
La palabra "decepcionados" se quedaba corta. Uno de los chicos, de cabello negro azulado, tenía la cabeza enterrada entre los brazos, mientras un pelinaranja a su lado intentaba consolarlo... aunque parecía más bien que se burlaba de él por no haber sido seleccionado. La humillación de ver cómo un chico de primer año como Yoongi era elegido sobre ellos, quienes eran de tercero, debía de estar golpeando fuerte.
Yoongi, ahora con su collar de esmeralda brillando en su cuello, regresó a su lugar. Los aplausos de Slytherin se apagaron, y la atención de todos volvió al cáliz, cuyo resplandor azul persistente indicaba que aún faltaba un último nombre.
Las llamas volvieron a ponerse rojas, chispeando con una intensidad que llenaba de emoción el aire. De su punta, SeoJoon sacó un nuevo trozo de pergamino. La tensión en la sala era palpable, y cuando desenrolló el papel, solo había un nombre escrito en él.
— ¡La campeona de Gryffindor es Akane Hinata! — exclamó SeoJoon, y la multitud estalló en vítores.
Akane casi saltó de la emoción, trotando rápidamente hacia Chanyeol para recibir su collar de bienvenida. Pero antes de que pudiera siquiera regresar a su asiento, las llamas del cáliz volvieron a brillar, esta vez con una intensidad cegadora. El rojo era tan brillante que la mayoría de los presentes tuvieron que cubrirse los ojos. Cuando la luz finalmente se desvaneció, un último pedazo de pergamino fue lanzado. Sun-Hee, lo atrapó y se lo entregó al director con una expresión de incertidumbre.
SeoJoon tomó el pergamino en sus manos, y por un momento, su rostro palideció. No podía creer lo que veía. Sintió la mano de Sun-Hee en su hombro, como un recordatorio de que debía mantenerse firme. Con el corazón latiendo rápidamente, se aclaró la garganta y leyó el nombre en voz alta:
— Park Jimin.
El aire pareció congelarse. La respiración de Jimin se detuvo por completo. ¿Había escuchado bien? Los murmullos comenzaron a recorrer la sala como olas en un mar de confusión.
¿Él... él era el último campeón?
Miró a Taehyung buscando una respuesta, alguna señal de que todo esto no era más que un malentendido, pero su amigo estaba igual de perplejo. Los ojos de Taehyung brillaban con desconcierto, reflejando la misma incredulidad que Jimin sentía en su pecho.
El silencio del Gran Comedor era casi irreal, espeso, como si nadie pudiera procesar lo que acababa de pasar. El aire estaba cargado, las llamas del cáliz, ahora de un azul apagado, parecían consumir la tensión en la sala. Nadie aplaudía. Nadie se movía. Los susurros se habían apagado por completo.
¿Qué demonios estaba pasando?
Sun-hee y SeoJoon comenzaron a murmurar entre ellos al fondo del salón, las palabras inaudibles, pero sus expresiones revelaban preocupación, casi pánico. Todo se sentía fuera de lugar. Jimin tragó saliva, nervioso, y buscó en la multitud algún rostro familiar que le brindara consuelo. Sus ojos tropezaron con los de Yoongi, que seguía con la boca ligeramente entreabierta, una expresión que jamás había visto en él: incredulidad pura. Eso lo hizo sentir más pequeño. Miró rápidamente hacia Taehyung, quien todavía le sujetaba la mano.
— ¿Por qué pusiste tu nombre en el cáliz, Jimin...? —le preguntó en un susurro tembloroso, con el ceño fruncido.
— Yo no lo hice —respondió Jimin, su voz quebrándose ligeramente mientras intentaba mantener la compostura—. Sabes que no haría algo como eso.
Taehyung lo soltó, su rostro reflejando el mismo desconcierto que el resto de la sala. Pero lo que más le dolió fue ver la duda en sus ojos, la mínima posibilidad de que ni siquiera su mejor amigo pudiera entender lo que estaba sucediendo.
Antes de que pudiera decir algo más, una voz resonó por el comedor, clara y fuerte:
— ¡PARK JIMIN! ¡Acércate aquí inmediatamente!
Sun-hee había tomado el mando, su voz cortante como un látigo. Todos voltearon a ver a Jimin de nuevo, sus miradas intensas, penetrantes. Sentía el juicio en cada una de ellas, y su corazón latía desbocado. Taehyung le dio un par de suaves empujones en la espalda, tratando de animarlo.
— Ve —le susurró, con una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora pero que no alcanzaba sus ojos—. Yo iré a verte pronto.
Jimin se levantó con movimientos lentos, pesados, como si sus piernas fueran de plomo. Su vista permanecía fija en el suelo, incapaz de soportar las miradas inquisitivas que sentía sobre él. Cada paso hacia el frente lo hacía sentir más pequeño, como si la sala entera lo estuviera aplastando con su tensión. Al llegar junto a Chanyeol, el hombre no le sonrió, ni le ofreció el collar de rubí como había hecho con los otros campeones. Simplemente señaló con un gesto brusco el lugar donde debía pararse, junto a su compañera de Gryffindor, Akane Hinata.
Ella lo miró de reojo, claramente incómoda, pero no dijo nada.
— Ustedes —interrumpió Sun-hee de nuevo, dirigiéndose a los campeones—, vayan a la sala de profesores y espérennos allí, por favor. Todo estará bien, lo resolveremos. —El último comentario iba claramente dirigido a Jimin, aunque sus palabras no parecían tener el efecto deseado.
El rubio asintió en silencio, sintiendo que su estómago se encogía aún más. Sin embargo, no tuvo más remedio que caminar junto a los otros campeones. Al salir del Gran Comedor, el peso de las miradas desapareció, pero la presión en su pecho solo aumentaba. Los pasos resonaban en el pasillo vacío, cada uno más ruidoso que el anterior, marcando el inicio de algo que ninguno de ellos había anticipado.
Apenas Jimin cruzó el umbral de la sala de profesores, sus piernas, antes tensas por la presión, cedieron y se dejó caer en una silla cercana. El eco de lo sucedido aún resonaba en su cabeza. Su mente era un torbellino de pensamientos, confusos y caóticos, pero todos apuntaban hacia lo mismo: lo increíble, lo absurdo de lo que acababa de ocurrir. El cáliz de fuego había elegido su nombre, y ahora toda la escuela lo veía como un tramposo, alguien desesperado por la gloria.
Yoongi, que había permanecido en la distancia hasta ese momento, se acercó a él y se sentó a su lado. Sus ojos, serenos pero penetrantes, buscaron los de Jimin.
—¿Te sientes bien? —preguntó en voz baja.
Aunque la pregunta parecía innecesaria, Jimin solo asintió, incapaz de encontrar las palabras correctas. Yoongi no insistió. Lo conocía lo suficiente como para saber que, cuando estuviera listo, hablaría.
Finalmente, Jimin suspiró, el peso en su pecho era demasiado.
—Yo no puse mi nombre en el cáliz —afirmó, con la voz un poco rota—. No tengo por qué hacerlo, Hyung, lo sabes... pero ahora todos piensan que lo hice. Y ahora estoy en problemas otra vez. ¡Agh! —se dejó caer hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas y llevándose las manos al cabello, como si quisiera arrancar el peso de la situación de su mente.
Yoongi le apretó el hombro con delicadeza, un gesto reconfortante que Jimin siempre apreciaba.
—Tranquilo, no te van a dejar competir —le dijo, con la seguridad que solo él podía transmitir—. Eres menor de edad y no tienes experiencia. SeoJoon no va a permitir que participes, ya verás.
Jimin levantó la vista apenas, las palabras de su amigo deberían haber sido un alivio, pero algo en su interior le decía que las cosas no iban a ser tan simples.
—El cáliz está maldito.
La voz de Kenma resonó desde el otro extremo de la sala, donde estaba sentado jugueteando distraídamente con su varita. Ni siquiera se molestó en alzar la vista al decirlo. Su tono era tan frío y neutral que hizo que un escalofrío recorriera la espalda de todos en la sala.
—¿Disculpa? —preguntó Yoongi, girándose hacia él, confundido.
Kenma subió su mirada dejando su varita de lado y con una tranquilidad tenebrosa, respondió.
—El cáliz está maldito —repitió, como si fuera lo más obvio del mundo—. "Todo aquel que ponga su nombre en el cáliz y luego se niegue a participar, morirá a los pocos días". Fue una maldición que un mago loco lanzó hace siglos porque quería asegurarse de que los juegos siempre tuvieran competidores. Todo el mundo lo sabe.
Y sin decir nada más, volvió a concentrarse en su varita, lanzando hechizos pequeños y sin importancia, como si no hubiera soltado una bomba con esa declaración.
Yoongi parpadeó, atónito por la revelación. Miró a Jimin, y lo encontró encorvado, ocultando su rostro entre sus brazos. Lo llamó suavemente, intentando ofrecerle consuelo una vez más.
—Oye... El profesor SeoJoon no dejará que compitas. Encontrará la manera de sacarte de esto, no te preocupes. —Pero Jimin no respondió, seguía inmóvil, como si el peso de la maldición recién revelada le hubiera caído sobre los hombros.
—Voy a morir... —susurró, con un hilo de voz que hizo que el corazón de Yoongi diera un vuelco.
—No vas a morir, Jimin. No digas eso.
Finalmente, Jimin levantó la cabeza, sus ojos enrojecidos de la presión contenida. Miró a Yoongi con una mezcla de esperanza y temor.
—Yoongi hyung... Tú... ¿Tú también crees que yo puse mi nombre en el cáliz? —Su voz temblaba ligeramente.
Yoongi lo miró fijo y negó, revolviéndole el cabello con una sonrisa suave.
—No. ¿Por qué lo harías? —hizo una pausa y agregó con una sonrisa burlona—. ¿Lo hiciste?
—¡No! —Jimin negó rápidamente.
—Entonces, no tienes de qué preocuparte —dijo Yoongi, con esa tranquilidad que solo él podía transmitir.
Akane, que había estado escuchando todo desde el otro lado de la sala, intervino entonces, su tono más casual.
—Bueno... esto ha sido muy extraño —reconoció Akane, interviniendo en la conversación de su nuevo compañero y Min —. Pero, como ya lo había dicho ese teñido de ahí, el cáliz está prácticamente "maldito" — hizo comillas, esquivando la mirada de Kenma por haberlo llamado "teñido" — Y como tú nombre ha salido del cáliz de fuego... Lo que quiero decir, es que no creo que el profesor SeoJoon pueda hacer algo para impedirlo. Lo siento mucho, Jimin, no tienes más remedio que concursar. Por supuesto, estare apoyandote porque ahora seremos compañeros...
Jimin tragó saliva, la desesperación volvía a golpearlo con fuerza. Pero antes de que pudiera responder, la puerta de la sala de profesores se abrió de golpe, dando paso a una multitud: el profesor SeoJoon, Sun-hee, Chanyeol, el profesor Choi y un par de desconocidos, aparentemente funcionarios del Ministerio.
Antes de que nadie pudiera hablar, el profesor Choi avanzó hacia Jimin con determinación, apartando a Yoongi de un empujón suave y tomando el brazo de Jimin con firmeza. De su bolsillo sacó un pequeño frasco con un líquido verde y brillante.
—¡Profesor Choi, por favor, cálmese! —exclamó Sun-hee, intentando controlar la situación.
Choi relajó un poco su agarre, pero aún así acercó el frasco a los labios de Jimin, quien, sin entender del todo, bebió el contenido en silencio. El líquido bajó como fuego, dejando una sensación ardiente en su garganta. Choi asintió hacia SeoJoon.
—Gracias, Choi —dijo SeoJoon, observando a Jimin con una sonrisa tranquilizadora. Jimin lo miró a los ojos, buscando alguna pista de lo que pensaba el profesor. Pero SeoJoon no parecía enfadado, ni siquiera decepcionado.
—Te lo preguntaré directamente —dijo con voz calmada—. ¿Echaste tu nombre en el cáliz de fuego, Jimin?
—No —respondió Jimin de inmediato, con una seguridad que incluso lo sorprendió.
Choi murmuraba algo, evidentemente molesto, pero SeoJoon lo ignoró.
—¿Le pediste a algún alumno mayor que echara tu nombre en el cáliz de fuego? —preguntó SeoJoon nuevamente, su tono era comprensivo, como si quisiera darle a Jimin la oportunidad de explicar cualquier malentendido.
—No —repitió Jimin.
Uno de los hombres del Ministerio dio un paso al frente, frotándose la barbilla pensativamente.
—Ya lo hemos comprobado —dijo—. El chico no está mintiendo. Entonces, ¿qué hacemos, director? Podría competir...
Chanyeol, que hasta ese momento había permanecido en silencio, intervino rápidamente.
—No estoy de acuerdo.
El segundo hombre del Ministerio, más impaciente, cortó a Chanyeol con un gesto.
—Esto no se trata de si está de acuerdo o no. Son las reglas —dijo, lanzando una mirada severa al profesor—. Y no podemos hacer nada respecto a la maldición. El chico competirá.
Yoongi sintió que la tensión en la sala subía de nuevo. Miró a Jimin, y lo vio abrumado por el peso de la situación. Sin dudarlo, se colocó detrás de él, apoyando sus manos con firmeza en los hombros del rubio, brindándole el único apoyo que podía ofrecer en ese momento caótico.
—Profesor SeoJoon, podríamos encontrar otra solución. No deje que Jimin compita — pidió Yoongi.
—No la hay, Joven Min — intervino Choi — Deje de preocuparse, no es culpa de nadie más que de la persona causante de todo este embrollo. Tampoco es culpa de SeoJoon, él puso una barrera de edad, hizo todo lo posible, sin embargo, no hay que negar que desde que Jimin llegó aquí no ha hecho otra cosa que atraer problemas... igual que su padre.
Lo último lo susurro, pero con obvias intenciones paso detrás de Yoongi y Jimin para que el ultimo escuche. En medio de su aturdimiento, Jimin sintió una punzada de ira y confusión: «¿Cómo su padre?» Él estaba seguro que su padre fue un gran hombre.
Estuvo a punto de recriminarle, pero Yoongi forzó su agarre en sus hombros. Jimin volteo, encontrándose al peligris negando con la cabeza. Entendió y se contuvo.
Uno de los señores se volvió hacia SeoJoon —Eso quiere decir, eso es todo, ¿Verdad?
— Supongo que no hay más opción —respondió, con un largo suspiro—. Jimin participará en el torneo. Pero me buscaré al culpable.
Después de eso, los participantes, sumamente callados, salieron de la sala de profesores, Aunque la compañera de Yoongi le ofreció ir juntos a su sala común para la celebración, este la rechazó amablemente, aclarando que prefiere quedarse con Jimin un momento. Los dos hombres también salieron, acompañado de los profesores, en silencio.
— Jimin, Yoongi en cuanto terminen suban a los dormitorios —les dijo su director, serio —. Estoy seguro de que las casas de Slytherin y Gryffindor están ansiosos por su regreso, esta es una excelente excusa para armar alboroto.
Jimin miró a Yoongi una vez que quedaron solos y con la orden de regresar lo más pronto posible a sus salas.
— Así que, al final si competiras —comentó Yoongi y Jimin asistió decaído — Esfuérzate en nuestras próximas clases, entonces.
— ¿Eh? — Jimin estaba incrédulo — Somos rivales ahora Yoongi-hyung, no me puedes ayudar.
— Recuerda que, a pesar de todo, sigo enseñándote y no va contra las reglas — el rubio asintió comprendiendo — Además, eres mi amigo, supongo que eso hacen los amigos.
— Si...
El rubio le dedico una sonrisa sincera, se sentía bien saber que tenía a personas que le apoyaban.
— Realmente es alguien muy amable, Yoongi-hyung.
Los ojos avellana de Jimin le trajeron recuerdos de cierta persona, tan brillantes y bonitos que solo pudo culpar a la iluminada habitación. Un deje de deja vu profanó su mente, no pudo identificar si lo que sentía en ese momento era dolor o felicidad, pero su mente le estaba jugando mal. Parpadeo y se dio cuenta que no era nadie más que Jimin, solo Jimin
— Te lo agradezco, Jimin-ah.
El nombrado abrió un poco sus ojos cuando escucho como Yoongi se había referido a él, sin embargo, no dijo nada y caminaron juntos devuelta.
Las preguntas y alboroto estallaron ante Jimin al ingresar a su sala común, obligándolo a retroceder. Al segundo siguiente, sintió como lo arrastraron hacia la sala común y lo rodearon todos en la casa de Gryffindor, gritando, aplaudiendo y silbando.
—¡¿Por qué no nos dijiste que ibas a participar?! —gritó Nick. Parecía como si lo estuviera regañando como un hermano mayor a su hermano menor.
— Increible — se escuchó a un gryffindor.
—No lo hice —respondió Jimin—. No sé cómo mi nombre apareció...
— Nadie puede sabotear la magia del profesor SeoJoon, Jimin — se cruzó de brazos y preguntó — ¿Cómo metiste tu nombre en el cáliz?
— ¡Yo no lo hice! — Exclamó, empezando a enfadarse.
Pero Taehyung se abalanzaba en aquel momento hacia él, salvándolo, mientras que Alison regañaba a Nick por presionarlo. Ignoro a todos los gritos que pedían por que Jimin se quedara un poco más, lo metió a su dormitorio viendo a YeonJun mordiéndose las uñas y moviendo su pie inquieto.
— Tae...
— Te creo, bueno, te creemos — se señaló a él y YeonJun
Fue como si el peso en sus hombros se alivianara.
— Pero no será fácil convencer a los demás — lo entendía, por supuesto que lo hacía — Esto es malo, Jimin. ¿Quién podría poner tu nombre en el cáliz si no fuiste tu?
— No lo sé Tae, pero estoy asustado, no tengo opción más que participar porque el cáliz tiene una maldición. No se que hare — Jimin oculto su rostro con sus dos manos.
— Alguien te quiere hacer daño, Jiminie, mucho — Taehyung se acercó a abrazar a su amigo, él también estaba asustado.
La habitación quedó en silencio, escuchándose solo el pisoteo ansioso de YeonJun.
— Hyung's, lo mejor sería dormir, ya no tiene caso preguntarse sobre el responsable de esto — Taehyung entendió y llevó a Jimin a su cama y él se fue a la suya.
YeonJun se levantó una vez que verificó que ambos se habían quedado dormidos, algo malo estaba pasando.
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