[25]
Todos en la escuela hablaban de los dementores fuera del colegio, el profesor SeoJoon tuvo que explicar que fueron enviados por el ministerio de magia por asuntos que no podía mencionar libremente y que eran confidenciales. Por otro lado, un chico Hufflepuff sin querer había expandido por todo el colegio que cierto rubio perteneciente de Gryffindor había sido atacado por una de estas peligrosas criaturas en la biblioteca, ya que aseguraba haber ayudado a Yoongi a llevar al rubio hasta la enfermería.
Taehyung cuando se enteró de esto, junto con su hermano, fueron a ver a Jimin y por supuesto, a pedirle explicaciones de lo sucedido a Yoongi. No fueron los únicos, SeoJoon se veía claramente preocupado.
Cuando cayó la noche, Jimin despertó lentamente, sintiendo su cuerpo pesado y la visión borrosa. Las sombras de las personas que lo rodeaban comenzaban a definirse mientras parpadeaba para despejar la niebla de sus ojos. Antes de que pudiera articular una palabra, escuchó el familiar eco de pasos rápidos acercándose. Era la señora Jones, la enfermera del colegio.
—Estoy bien —murmuró Jimin, alzando una mano hacia su frente en un gesto automático—. De verdad, no necesito nada.
—¿Sabes lo que significa ser atacado por un dementor? —dijo la enfermera con un tono grave que le provocó escalofríos—. Si no fuera por el joven Min, podrías haber muerto. —El peso de esas palabras lo dejó en silencio por un momento, mientras la enfermera continuaba—. Joven Kim, por favor, hazte a un lado. Necesito revisarlo.
—Oh, sí, claro... disculpe —respondió Taehyung rápidamente, dando un paso atrás con evidente timidez.
Jimin sintió que el rubor subía por su cuello hasta sus mejillas. No solo era profundamente embarazoso haberse desmayado, sino que, para colmo, Yoongi lo había salvado. Un nudo se formó en su estómago solo de pensarlo.
—Estás sudando frío —comentó la señora Jones mientras le tomaba la temperatura—. ¿Cómo es que siempre te encuentras en el lugar equivocado, Park? —Añadió en un murmullo, moviendo la cabeza con exasperación—. Al menos esto servirá para que el ministerio vea lo ridícula que es su idea. Son seres temibles y ponerlos en un colegio...
Jimin apenas escuchaba; su mente estaba en otra parte, aunque una voz lo sacó de sus pensamientos.
—¿Está bien? —intervino la profesora SunHee, con preocupación en el rostro—. ¿Debería quedarse esta noche en la enfermería?
—¡Estoy bien! —replicó Jimin rápidamente, levantándose con un impulso repentino. No podía permitir que esa situación lo mantuviera fuera del campo de Quidditch. Solo imaginar que lo apartaran por creer que no estaba en condiciones lo atormentaba.
—Niño, deja de moverte —ordenó la señora Jones, poniéndole una mano firme en el hombro mientras lo examinaba más de cerca.
Resignado, Jimin se quedó quieto mientras la enfermera lo revisaba. Aprovechó el momento para mirar alrededor, tratando de evitar cualquier mirada directa. Pero, inevitablemente, sus ojos se encontraron con los de Yoongi, quien estaba apartado de todos, apoyado contra la pared con los brazos cruzados y su habitual expresión seria. El contacto visual duró apenas unos segundos, pero fue suficiente para que Jimin sintiera que su corazón se aceleraba. Desvió la mirada de inmediato, avergonzado.
Después de unos minutos de chequeo, la enfermera finalmente le dio el visto bueno, aunque con una condición.
—Puedes irte, pero debes comer una barra de chocolate y descansar. Y no quiero escucharte quejarte. —Le advirtió con severidad.
Aliviado, Jimin se puso de pie. Al menos, no lo sacarían del equipo de Quidditch... todavía.
—Agradezco que se preocupen por él —intervino el profesor SeoJoon, con una mirada firme—, pero ambos deben ir a sus casas y descansar. La profesora SunHee los acompañará.
Los mellizos y Hoeok asintieron, aunque Yoongi seguía sin decir palabra, manteniendo su postura distante. SeoJoon esperó a que los tres comenzarán a moverse antes de girarse hacia Jimin y decir:
—En cuanto a ustedes dos, necesito hablar con ambos un momento.
Jimin tragó saliva, intuyendo que la noche aún no había terminado para él.
YeonJun nunca habría imaginado verse envuelto en una situación como aquella. Todo lo que deseaba era disfrutar de su estancia en Hogwarts, hacer algunos amigos y graduarse de una de las escuelas de magia más prestigiosas del mundo. Sin embargo, desde que se había convertido en el objetivo de aquella chica, sus planes se habían desmoronado por completo.
Los días se volvían una agonía interminable. El miedo lo consumía, dejándolo siempre alerta, sin saber qué esperar. Cada paso que daba lo hacía con cautela, sabiendo que sus padres, muggles, estaban en peligro. La amenaza sobre ellos pesaba sobre sus hombros, y cualquier intento de acción por su parte podía significar el fin para ellos. Todo se había complicado demasiado, o al menos eso pensaba. Sin embargo, Jennie, de alguna manera, estaba intentando ayudarlo. Esa ayuda le traía una extraña mezcla de consuelo y terror.
—Estoy segura de que los dementores están aquí porque el ministerio quiere deshacerse del profesor SeoJoon —comentó Jennie, mientras cerraba las cortinas con cuidado, echando un vistazo rápido hacia los pasillos.
YeonJun frunció el ceño ante su afirmación, desconcertado.
—¿Cómo sabes eso? ¿No es información confidencial?
Jennie se encogió de hombros con aire despreocupado y se dejó caer en el sillón frente a él.
—Mi familia está muy involucrada en el ministerio. No soy la única que lo sabe, mis hermanos probablemente también lo sepan. —Su tono era casual, como si hablase de algo trivial—. Pero no hemos venido a hablar de eso. ¿Tienes noticias?
YeonJun negó con la cabeza, sintiendo un nudo formarse en su estómago.
—No he tenido noticias desde la última vez que me ordenó robar en el almacén del profesor Choi.
—Qué raro... —murmuró Jennie, pensativa—. ¿Y qué hay de ese "cabeza de tomate"? ¿Alguna señal de que haya recordado algo?
YeonJun no pudo evitar fruncir el ceño al escuchar el apodo que Jennie había puesto a Taehyung. Su cabello rojo intenso lo hacía el blanco perfecto para los apodos de Jennie, aunque a veces se preguntaba si eso lo convertía a él, con su cabello teñido de un tono similar, en el "cabeza de tomate número dos".
—No, nada —contestó, evitando darle demasiada importancia al apodo.
—Entonces, por ahora todo está bajo control.
—Sí... eso creo —respondió YeonJun, aunque su voz traicionaba su inseguridad. Se removió incómodo en el sillón antes de agregar—: He estado pensando... ¿No sería más fácil si se lo contamos al profesor SeoJoon?
Jennie lo observó con una expresión seria.
—No. Ya te lo he dicho antes, un movimiento en falso y estaremos perdidos. —Sus ojos se oscurecieron al recordar la gravedad de la situación—. Además, creo que sé quién es la chica que te tiene así, y créeme, muero por atraparla... pero no ahora.
YeonJun abrió los ojos con sorpresa.
—¿Por qué no ahora? Si sabes quién es, podríamos idear un plan, y...
—Cálmate —lo interrumpió Jennie con firmeza, alzando una mano—. No será tan fácil. Si lo fuera, ya la habría acusado hace tiempo. Esa chica está protegida por personas increíblemente poderosas y peligrosas. Si la señalamos ahora, tu familia muggle morirá. Y tú probablemente también. En cuanto a mí, terminaría siendo controlada por ellos —dijo, viendo la expresión de asombro y horror en el rostro de YeonJun—. No podemos apresurarnos.
YeonJun se quedó en silencio, sus pensamientos eran un torbellino de miedo e incertidumbre. Había algo más que Jennie no le estaba contando, lo presentía.
—¿De quién sospechas? —preguntó finalmente, su voz baja y tensa—. ¿Cuál es su nombre?
Jennie lo observó detenidamente antes de responder.
—Cuando esté segura de que es ella, te lo diré.
YeonJun bufó con frustración, pero no insistió más. Era evidente que Jennie sabía más de lo que decía, pero la confianza en ese momento era frágil. Jennie frunció el ceño, perdida en sus pensamientos.
—Lo que aún no entiendo —murmuró— es por qué quiere atormentar a todos aquí. ¿Qué busca con esto? No consigo descifrarlo.
—¿Podría ser que su objetivo principal sea el profesor SeoJoon? —aventuró YeonJun, su mente comenzando a conectar los hilos de una trama inquietante—. ¿Y si lo que realmente busca es sacarlo de Hogwarts? ¿Y si el ministerio está detrás de todo esto?
Jennie lo miró, sorprendida por la sugerencia.
—El ministerio no se expondría de esa manera, así que no —respondió con firmeza—. Yo tampoco lo entiendo del todo, pero cuando te mandó a escribir ese mensaje en el muro, más que para asustar a la gente, creo que fue una advertencia. —Jennie lo miró directamente a los ojos, con una chispa de determinación en su mirada—. Tengo una idea. Su próximo movimiento será en la Magie des Quatre Maisons, lo presiento. Tal vez entonces podamos conocer sus verdaderas intenciones.
YeonJun la observaba con atención, su corazón latiendo con fuerza.
—¿Y qué debo hacer?
—Mantente atento —respondió Jennie —. Si te vuelve a contactar, me lo dices inmediatamente.
—De acuerdo —asintió YeonJun, sabiendo que el peligro aún no había pasado.
Jimin mordía la barra de chocolate que el profesor SeoJoon le había dado, dejando que su sabor dulce y reconfortante calmara los restos de la angustia que aún le quedaban tras el encuentro con los dementores. Aun así, su mente no dejaba de pensar en lo ocurrido en la biblioteca. La escena del hechizo de Yoongi lo había impresionado profundamente. Según había escuchado antes de que se marcharan de la enfermería, el profesor SeoJoon lo describió como un encantamiento complejo, especialmente para alguien tan joven. Claro, Yoongi no era cualquier mago. Era un diamante en bruto, un prodigio más allá de las expectativas de cualquiera.
—¿Qué fue ese hechizo que hiciste contra el dementor? —preguntó Jimin, rompiendo el silencio y atrayendo la mirada de Yoongi—. ¿Es tan complicado como dijo el profesor SeoJoon?
Yoongi, quien hasta entonces se había mantenido reservado, levantó una ceja antes de responder, como si no le diera tanta importancia.
—Es el encantamiento Expecto Patronum —dijo con naturalidad.
Jimin lo miraba con ojos brillantes de curiosidad, esperando que Yoongi le explicara más.
—Es un encantamiento defensivo muy poderoso —continuó Yoongi, viendo cómo la intriga de Jimin crecía—. Y sí, es verdad que es difícil. De hecho, hay magos que pasan toda su vida sin lograr invocar un patronus.
—¿De verdad? —Los ojos de Jimin se agrandaron, impresionados—. Pero tú lo lograste siendo tan joven... ¡Eso es increíble! —dijo con una sonrisa que le iluminaba el rostro, sus ojos convirtiéndose en pequeñas líneas curvas de felicidad.
Yoongi sintió una leve sonrisa formarse en sus labios. Era fácil hacer que Jimin se maravillara. A veces se sorprendía de lo sencillo que era impresionarlo. Incluso algo tan mundano como transformar un objeto en fuego habría sido suficiente para que Jimin lo mirara con admiración. Pero por dentro, Yoongi no se sentía tan asombroso como Jimin parecía creer. La verdad era que apenas había logrado ejecutar ese hechizo contra el dementor. Había sido una lucha intensa encontrar un recuerdo feliz en medio de sus pensamientos, algo que, para él, se volvía más difícil con el tiempo.
—¿Y cómo se invoca un patronus? —preguntó Jimin, ansioso por saber más.
— Con un encantamiento que sólo funcionará si te concentras con todas tus fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría —Hizo una pausa, observando la mirada atenta de Jimin—. Pero no puede ser cualquier recuerdo. Debe ser uno que te haga genuinamente feliz, uno que te traiga paz.
—Entonces, ¿la clave es pensar en un recuerdo feliz? —dijo Jimin, reflexionando en voz alta. Yoongi asintió con la cabeza—. ¿Y cuando lo hiciste, en qué pensaste? —preguntó, con la curiosidad brillando en sus ojos.
Yoongi bajó un poco la mirada, sus pensamientos volviendo brevemente a ese momento.
—En momentos con mis hermanos —respondió, su voz más suave de lo habitual. No estaba mintiendo del todo, pero en realidad había pensado en una persona específica que había sido su ancla en medio de la oscuridad.
—Vaya... —dijo Jimin, asombrado—. Me gustaría aprender a hacerlo —confesó, su rostro iluminándose con entusiasmo—. Aunque... sé que aún estoy aprendiendo lo básico, y puede que sea demasiado ambicioso querer hacer algo tan avanzado, pero realmente quiero intentarlo.
Yoongi lo miró, sorprendido por la determinación de Jimin. Enseñar un Expecto Patronum a alguien que apenas comenzaba en el mundo de la magia no era tarea fácil. Sabía que el hechizo estaba fuera del alcance de muchos magos, incluso adultos. No quería desanimarlo, pero también entendía que Jimin podía no estar listo para algo tan complejo.
—¿Podrías enseñarme? —preguntó Jimin, con la esperanza brillando en sus palabras.
Yoongi no esperaba esa pregunta. Lo tomó por sorpresa. Había visto determinación en Jimin antes, pero esta vez notaba algo diferente, una especie de chispa que no podía ignorar.
—Jimin... —empezó Yoongi, intentando elegir sus palabras con cuidado—, este es un hechizo de alto nivel. Apenas estás aprendiendo lo básico, y puede que aún no estés listo para algo tan avanzado. Además, no soy profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Un profesor especializado sería lo más adecuado para enseñarte.
—No sabré si puedo hacerlo hasta que lo intente —insistió Jimin, su voz llena de esperanza—. Si lo logro, podría avanzar mucho en mis estudios. Por favor...
Yoongi suspiró. No podía ignorar la emoción que veía en los ojos de Jimin. Después de todo, si lograba enseñarle aunque fuera un poco sobre el Expecto Patronum, sentiría una satisfacción personal inmensa. No había nada que perder. Y si, por algún milagro, Jimin conseguía siquiera acercarse a realizar el hechizo, Yoongi se sentiría más que orgulloso de él.
—Está bien —cedió finalmente, con una pequeña sonrisa en los labios—. Pero si no puedes hacerlo, no te desanimes. Aún tienes mucho por aprender antes de intentar algo tan avanzado.
—¡Gracias, Yoongi! —exclamó Jimin, su rostro iluminado por la emoción.
Yoongi lo observó por un momento, admirando la pureza en la determinación de Jimin. Quizás había subestimado lo que ese chico era capaz de lograr.
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