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[19]

— Jiminie, por fin te encontré, ¡necesito contarte algo importante! — exclamó Taehyung mientras se acercaba rápidamente a su amigo — Vamos a comer.

Jimin, quien ya estaba en camino, se mordió el labio, apenado.

— Lo siento, TaeTae, pero hoy voy a almorzar con alguien más — confesó, sintiendo un leve calor en las mejillas. — Te prometo que iré a buscarte después del almuerzo, ¿sí?

— Pero Jim.... bueno.

El rubio le sonrió con esa calidez que solo tenía para su amigo y se giró, dirigiéndose hacia la mesa de Slytherin, donde Yoongi ya lo esperaba. Jimin caminó con cierta incomodidad. Nunca antes había estado en esa parte del comedor, justo en el territorio donde la mayoría de los Slytherin solían reunirse, y la sensación era extraña. Respiró hondo, ignorando las miradas curiosas que sentía sobre su espalda. Al llegar, se sentó frente a Yoongi, quien le devolvió la sonrisa, haciéndolo sentir algo más relajado.

— Yoongi hyung — lo saludó Jimin, agarrando sus palillos para empezar a comer el sushi que había servido en su bandeja — Yo quería...

— No hables con la boca llena, Jimin — rió Yoongi, con un brillo divertido en los ojos al ver cómo el rubio intentaba disimular su vergüenza.

— Lo siento... — Jimin tragó rápidamente antes de continuar, con una pequeña sonrisa. — Estaba pensando, ¿crees que de verdad te dejé en paz cuando...?

Antes de que pudiera terminar la frase, una voz fuerte rompió su conversación.

— ¡Yoonie! — gritó una voz femenina, llena de entusiasmo, que resonó por todo el comedor.

Ambos alzaron la vista justo cuando Joo-hyun, una chica de cabello perfectamente peinado y una sonrisa que al principio parecía radiante, se acercaba rápidamente hacia ellos. Sin embargo, al ver a Jimin sentado frente a Yoongi, su expresión cambió visiblemente, su entusiasmo apagándose en un instante.

— ¿Eh? — soltó, mirando a Jimin con una ceja arqueada en evidente desdén. — ¿Qué haces tú aquí?

Jimin reprimió un suspiro, rodando los ojos internamente. La actitud de Joo-hyun no era nada nueva para él. Sabía perfectamente que a la chica no le caía bien, y tampoco le sorprendía. Le molestaba su tono, como si él solo fuera un intruso que no tenía derecho a estar cerca de Yoongi.

No lo entendía, a pesar de que Yoongi sabía de su comportamiento, seguía a su lado, soportándola.  

Yoongi, notando el evidente malestar de la situación, intervino con la voz calmada que siempre usaba para evitar conflictos.

— Joo-hyun, tengo que enseñarle herbología a Jimin — dijo, y dio un bocado a su comida.

— ¿En el almuerzo? — respondió ella, alzando una ceja en clara incredulidad. No parecía estar muy convencida.

— Tengo entrenamiento de Quidditch por la tarde — añadió Jimin rápidamente, repitiendo la excusa que ambos habían preparado con anterioridad.

Jimin se mantuvo en su lugar, comiendo con tranquilidad, evitando cualquier contacto visual con Joo-hyun, aunque sabía que ella lo observaba con una mezcla de desconcierto y algo más que no podía identificar del todo. Seguramente, se preguntaba desde cuándo él y Yoongi eran tan cercanos. Para ella, solo eran compañeros de clase, y no había razón para que estuvieran almorzando juntos. Sonrió para sí misma, como si hubiera encontrado una respuesta que la tranquilizara. No tenía sentido sentirse celosa de Jimin, ¿verdad? Después de todo, Yoongi jamás se fijaría en un chico. Claro que no.

Con un aire casi satisfecho, Joo-hyun dejó de lado sus dudas y avanzó hacia Yoongi, inclinándose para darle un beso en la mejilla como siempre hacía. Sin embargo, Yoongi, con una rapidez sorprendente, se echó ligeramente hacia atrás, esquivándola con elegancia. La cara de Joo-hyun fue un poema. Su sorpresa fue tan evidente que Jimin tuvo que morderse los labios para no reírse en voz alta. Verla tan descolocada le daba una especie de satisfacción que no había anticipado.

— Adiós, Joo-hyun — dijo Yoongi con una sonrisa amable, dándole un par de palmaditas en el hombro, el tipo de gesto que se reservaba para los amigos más distantes, no para alguien cercano.

— Sí... Yo... adiós, Yoongi — balbuceó Joo-hyun, tratando de recuperar algo de dignidad mientras se despedía con una mano temblorosa antes de irse.

Cuando finalmente desapareció de su vista, Jimin soltó una pequeña carcajada, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y alivio. No podía creer lo bien que había salido todo.

— No lo creo. No es la primera vez que la rechazó amablemente — respondió con tranquilidad, tomando un sorbo de su bebida.

Jimin no pudo evitar fijarse en la manera en que hablaba: sin rastro de incomodidad o preocupación, como si todo en el mundo estuviera en perfecto orden a su alrededor. Volvió la mirada hacia donde Joo-hyun se había ido. Ahora, la chica pelinegra estaba acompañada por una rubia que la abrazaba con cariño. Ambas parecían sumergidas en su propio mundo, aunque Joo-hyun aún lanzaba miradas furtivas en dirección a Yoongi.

— Parece que en verdad le gusta mucho — comentó Jimin con un suspiro leve, sus ojos regresando al plato de sushi que aún no había terminado. — Me siento un poco mal por ella.

Yoongi también suspiró, asintiendo con un ligero gesto.

— Ya le he dejado claro varias veces que no me gusta de esa manera. Ella... se hace falsas ilusiones conmigo, y no puedo cambiar eso. Pero, a pesar de todo, la aprecio como amiga. Estoy seguro de que algún día encontrará a alguien que la haga feliz. Alguien que realmente la valore.

Jimin lo observó en silencio por un momento, admirando la madurez en sus palabras. Esa era la razón por la que Yoongi mantenía una amistad con Joo-hyun, a pesar de sus sentimientos no correspondidos. Apreciaba su amistad, y aunque no compartía sus sentimientos románticos, se preocupaba lo suficiente como para no apartarla de su vida. Había algo profundamente noble en eso.

— Vaya, así que por eso aún son amigos — pensó en voz alta Jimin, impresionado por la manera en que Yoongi manejaba la situación. — Eres un buen amigo, hyung.

Yoongi lo miró con una media sonrisa, pero no dijo nada, simplemente continuó comiendo su comida con calma, como siempre hacía. 

— Ah, por cierto — dijo de repente, con un brillo en los ojos — Chanyeol hyung trajo pie de mandarina para su puesto. 

Los ojos de Yoongi se iluminaron de inmediato. Jimin pudo ver cómo una pequeña sonrisa se formaba en sus labios, y por un segundo, parecía que la seriedad habitual de Yoongi se esfumaba ante la mención del delicioso postre.

— ¿Pie de mandarina? — preguntó Yoongi, su tono más animado de lo usual. — Quiero una rebanada. 

Jimin sonrió ampliamente, disfrutando de ver a Yoongi tan entusiasmado por algo tan simple.

— Le guardaré un poco entonces — dijo con un tono cómplice, casi divertido. 

— Gracias, Jimin — respondió Yoongi, su voz bajando ligeramente mientras su mirada se suavizaba, reflejando un tipo de gratitud que iba más allá de lo habitual. — Extrañaba comerlo... y también extrañaba momentos tranquilos como este.

Esas últimas palabras hicieron que el corazón de Jimin diera un pequeño vuelco. Por más que intentara mantener la compostura, sentía una calidez especial cada vez que Yoongi le dirigía esa mirada que parecía tan íntima, como si fuera un pequeño espacio que compartían solo ellos dos. 

Mientras terminaban de comer, Jimin no pudo evitar sonreír para sí mismo, pensando en lo afortunado que era de poder compartir esos pequeños instantes con alguien como Yoongi. Y aunque aún no sabía a dónde lo llevarían sus sentimientos, sabía una cosa con certeza: quería más almuerzos como ese.

Mientras tanto, Taehyung hacía pucheros, enredando los espaguetis en su tenedor de manera distraída. ¿Por qué parecía que todos ya tenían con quién almorzar ese día? Incluso su hermano, que había mencionado que comería en la biblioteca porque "necesitaba estudiar", lo había dejado solo. Suspiró, sintiendo una pequeña punzada de soledad. Con el ceño fruncido, levantó la mirada y, desde lejos, observó cómo su mejor amigo, Jimin, comía entretenido junto a Min Yoongi.

Después de descubrir ciertos secretos turbios en los que Yeonjun estaba metido, Taehyung ya no confiaba en la familia Min. Y menos en Jennie, esa chica con una actitud altanera que siempre lo sacaba de quicio. Sentía una necesidad urgente de proteger a Jimin, mantenerlo lejos de cualquier problema que pudieran traerle los Min, incluso si eso significaba alejarlo de Yoongi.

— ¿Por qué tan solito, rojito?

La voz burlona lo sacó bruscamente de sus pensamientos, haciendo que soltara el tenedor que sostenía. El utensilio cayó al plato con un tintineo suave. Taehyung parpadeó sorprendido y levantó la mirada para encontrarse con la persona que menos quería ver en ese momento.

— Aquí tienes — dijo Jungkook, sonriendo con aire travieso mientras le devolvía el tenedor.

Taehyung frunció el ceño.

— Vete de aquí — soltó frío, desviando la mirada hacia el lugar donde Jimin seguía conversando alegremente con Yoongi.

Sin embargo, en lugar de irse, Jungkook simplemente ignoró su petición y se sentó a su lado, como si no hubiera escuchado nada. Cinco minutos de un incómodo silencio pasaron, y Jungkook, con su natural curiosidad, no pudo evitar notar cómo Taehyung seguía observando la misma dirección, casi como si su mirada estuviera pegada a su hermano y a Jimin.

— ¿Por qué miras tanto a mi hermano? — preguntó Jungkook, arqueando una ceja con una sonrisa traviesa. — ¿Acaso te gusta?

El rostro de Taehyung se contrajo de horror, su boca abierta en una expresión incrédula. Su reacción fue tan exagerada que llamó la atención de los estudiantes más cercanos, aunque a él no le importó.

— ¡Por supuesto que no! — exclamó, con el estómago retorciéndose solo de pensar en esa idea. La sola sugerencia de estar enamorado de Min Yoongi le parecía absurda.

— Ah... Entonces, ¿te gusta Jimin? — preguntó, esta vez más relajado, pero con un tono aún burlón.

— No, él es mi mejor amigo — respondió Taehyung, rodando los ojos con exasperación. — ¡Yah! No es tu problema, así que métete en tus propios asuntos, Min.

La sonrisa de Jungkook se ensanchó. Molestar a Taehyung estaba resultando más entretenido de lo que esperaba.

— Estaba bromeando, qué susceptible eres — murmuró, tomando su propio tenedor y enrollando espaguetis con tranquilidad. Sin embargo, de repente sus ojos se abrieron con exageración, como si hubiera presenciado un crimen. — Oye, oye, ¿por qué rayos cortas los fideos? ¡Eso es una atrocidad culinaria!

Taehyung suspiró, frustrado, mientras seguía cortando sus espaguetis con un cuchillo.

— Es más fácil así, todo el mundo lo hace. Déjame comer en paz — replicó, fastidiado.

— Tonto — respondió Jungkook, meneando la cabeza en falso desdén. — Es una gran falta de respeto hacia los italianos. Dame ese tenedor, te voy a enseñar a comer de verdad — y sin esperar respuesta, le arrebató el tenedor de las manos.

Taehyung, ahora aún más irritado, agarró otro tenedor, rodando los ojos dramáticamente.

— ¿Desde cuándo crees que tú y yo tenemos tanta confianza, eh? — replicó, furioso. — No necesito que me enseñes a comer. ¡No soy italiano! Déjame cortar mis malditos fideos tranquilo.

Jungkook rió entre dientes, deleitándose con la actitud agria de Taehyung.

— Tienes razón, rojito, no somos amigos. Pero me dio lástima verte aquí solo, así que pensé en hacerte compañía — dijo con una sonrisa burlona.

— Pues no lo sientas — respondió Taehyung, volviendo la vista hacia su plato. — Estoy perfectamente bien solo.

— Como digas, rojito.

— Deja de llamarme así, idiota — murmuró Taehyung, tomando su varita y apuntando a Jungkook. — Puedo hacer que vuelvas a la enfermería ahora mismo si quiero, así que vete.

En lugar de asustarse, Jungkook soltó una carcajada, como si la amenaza le pareciera completamente adorable.

— Vaya, qué agresivo eres — comentó, aún riendo. — Pero no me voy a ir. Tampoco tengo con quién almorzar.

Taehyung no dijo nada más. Solo deseaba terminar de comer lo más rápido posible y escapar de la presencia irritante de Min Jungkook.

— Entonces... ¿él me vio?

Jennie asintió con un gesto tranquilo, pero sus ojos reflejaban una preocupación latente.

— No fue muy disimulado. Pude ver su sombra cuando nos íbamos — dijo, cruzando los brazos con un suspiro —. Eso es malo, tanto para ti como para mí.

Yeonjun, visiblemente inquieto, se mordió las uñas. El pensamiento de que Taehyung hubiera visto algo lo aterrorizaba. Si el pelirrojo le contaba a Jimin o, peor aún, a algún profesor, podría estar en un gran lío. Y no solo él.

— Cálmate, niño — Jennie añadió, con su habitual tono despreocupado, aunque había una nota de seriedad en su voz. Sacó un pequeño frasco marrón de su saco y lo sostuvo entre sus dedos, casi como si fuera la solución a todos los problemas —. Ya encontré la solución.

El pelirrojo la miró con el ceño fruncido, sin entender del todo.

— Esto — explicó Jennie mientras levantaba el frasco a la altura de sus ojos — es una poción que borra un solo recuerdo. El que tú elijas.

— Entonces...

— Sí, exactamente — Jennie le sonrió, y extendió el frasco hacia él —. Tienes que dárselo a Taehyung. Lo que hace especial a esta poción es que puedes elegir cuál recuerdo borrar. Solo necesitas asegurarte de que la beba antes de que abra la boca.

Yeonjun tomó el frasco con manos temblorosas, dudando, mirando a Jennie como si buscara una salida. El simple hecho de pensar en hacerle eso a Taehyung lo llenaba de incomodidad. Quizás incluso podría ayudarle si fuera honesto con él.

— Pero yo... no quiero hacerlo — murmuró con un hilo de voz, su corazón latiendo con fuerza —. Tal vez él podría ayudarme, y si hablamos...

— No tienes opción, Yeonjun — dijo tajante, sus ojos afilados —. Si ella se entera de que Taehyung sabe algo, no solo tú estarás en peligro. Todos lo estaremos. Incluida yo.

Yeonjun tragó saliva, sintiendo el peso de la situación aplastándolo. ¿En qué se había metido? Estaba atrapado, sin escapatoria.

— Está bien — murmuró, resignado, mientras guardaba el frasco en el bolsillo interior de su chaqueta —. Uhm... ¿Puedo preguntar qué te pasó ahí?

Jennie alzó una ceja, sorprendida por la pregunta. Por un breve momento, una sombra de vulnerabilidad cruzó su rostro. Con un movimiento rápido, recogió un mechón de su cabello, revelando un brillante rayo rubio entre su oscura melena, para luego esconderlo detrás de su oreja.

— No es nada de lo que debas preocuparte — respondió seca, cortando cualquier intento de ahondar en el tema —. Ahora, ve a clases. Niño.

Yeonjun la miró un momento más, con un nudo en el estómago, antes de asentir y salir rápidamente de la sala. Mientras caminaba por los pasillos, no podía sacarse de la cabeza la sensación de que todo estaba a punto de ir muy, muy mal.
























Fuerte, la cosa esta fuerte.
Bueno- Yoongi y Jimin van pasito a pasito, aun queda algunas cosas.

¡espero tengan buen día! 💕
Aureus

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