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Veritaserum: Esta poción obliga al bebedor a responder con sinceridad cualquier pregunta que se le haga
YeonJun llegó al lugar que le habían indicado, una esquina oscura y solitaria en los terrenos prohibidos de Hogwarts. Las sombras que envolvían el sitio hacían que todo pareciera más amenazante, pero él ya estaba demasiado involucrado para retroceder. Respiró hondo, intentando calmar sus nervios, y dio unos pasos hacia la figura que lo esperaba.
— Vaya, hasta que por fin llegas — dijo una voz femenina familiar que se filtró desde las sombras. — ¿Trajiste todo lo que te pedí?
Yeonjun, con las manos temblorosas, extendió el bolso de cuero desgastado que contenía los frascos con ingredientes que había robado del despacho del profesor Choi. Dentro había hierbas oscuras, líquidos viscosos y pequeños pedazos de animales que ni siquiera sabía de qué criaturas provenían. La sola idea de lo que había hecho le revolvía el estómago.
— ¿Está todo completo? — preguntó ella, mirándolo fijamente, aunque su rostro permanecía cubierto por la capucha. Yeonjun solo pudo asentir, tragando con dificultad.
— S-sí, no se preocupe. Me aseguré de conseguir todo lo de la lista — murmuró, intentando que su voz no se quebrara.
Ella dio un paso hacia él, lo suficientemente cerca como para que pudiera ver el destello de una sonrisa cínica. — Fuiste muy útil, Yeonjun. — Su voz era suave, pero cargada de una amenaza implícita. Le dio una palmadita en el hombro, un gesto que hizo que Yeonjun sintiera un escalofrío recorrerle la espalda. — Por cierto, no te felicité por el buen trabajo que hiciste con el mensaje en el muro. Hasta ahora, nadie sospecha de ti, y eso es... bueno.
Yeonjun bajó la mirada, avergonzado por lo que había hecho. El mensaje pintado en el muro había causado conmoción en toda la escuela. Nadie lo sospechaba, pero él se sentía cada vez más atrapado. — Y-yo... creo que debería irme ahora... — balbuceó, deseando escapar de la situación y de la culpa que lo atormentaba.
— Hiciste bien hoy. Recuerda, nunca me viste aquí. — La misteriosa figura desapareció en un abrir y cerrar de ojos, dejando a Yeonjun solo, tembloroso y aliviado de que, por fin, podría irse.
Pero justo cuando dio un paso para marcharse, un fuerte agarre en su muñeca lo detuvo bruscamente.
— ¿A dónde crees que vas? — La voz fría y determinada de Min Jennie lo hizo girar de golpe, encontrándola apuntándolo con su varita. Su mirada era dura, implacable. No podía creer que Yeonjun, quien siempre parecía tan inofensivo, estuviera detrás de algo tan oscuro.
Yeonjun se tensó. "Esto no puede estar pasando", pensó. Hogwarts ya no era el refugio que imaginaba.
— ¿Fuiste tú quien dejó petrificado a ese chico? — Jennie lo miraba con ojos encendidos de rabia, sin soltarlo ni un segundo. — ¡Contéstame!
— M-me está lastimando... — murmuró Yeonjun, ignorando su pregunta, mientras intentaba liberar su muñeca del agarre de Jennie. Pero ella solo apretó con más fuerza.
— ¡Cállate! — espetó. — Vas a contarme todo. Y no me vas a ocultar ni el más mínimo detalle. — Jennie bajó su varita, pero sacó de su bolsillo un frasco pequeño, transparente, que contenía un líquido verde que parecía burbujear con suavidad. — No me obligues a usar Veritaserum.
Los ojos de Yeonjun se abrieron de par en par. — ¿C-cómo conseguiste eso? — preguntó, asustado. El Veritaserum obligaba a quien lo bebiera a decir la verdad.
— Así como tú, yo también sé cómo conseguir cosas de los profesores. — Jennie abrió el frasco con destreza, sosteniéndolo con una mano mientras mantenía su mirada fija en él. — Estoy segura de quién es la persona que te está ordenando hacer estas cosas, pero quiero que seas tú quien me lo confirme. — Se inclinó hacia él, su voz más baja y peligrosa. — Tú eliges: me lo cuentas todo ahora, o lo harás bajo los efectos del Veritaserum.
Yeonjun tragó saliva, pero negó con la cabeza. — No puedo...
— Entonces, tal vez quiera contarle a todos quién fue el que escribió el mensaje en el muro. — Jennie lo miró fijamente, viendo cómo el miedo y la desesperación se reflejaban en su rostro. — ¿Eso es lo que quieres?
— ¡No, por favor! — exclamó rápidamente, temblando. Sabía que si la verdad salía a la luz, su vida en Hogwarts terminaría.
A lo lejos, oculto entre las sombras, Taehyung observaba todo en silencio. Había seguido a Yeonjun, esperando descubrir por qué su comportamiento había sido tan extraño últimamente, pero nunca imaginó que sería algo tan grave. Lo que había presenciado era mucho peor de lo que había anticipado.
"Esto no va a terminar bien", pensó, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho.
Un dragón y un tigre de papel se enfrentaban en el aire, controlados por dos chicos de Gryffindor. Las criaturas de origami realizaban movimientos ágiles, chocando entre sí en un espectáculo que mantenía a sus compañeros al borde de sus asientos. Gritos y risas llenaban el aula mientras los estudiantes alentaban a sus favoritos—el dragón rugía en silencio y el tigre se deslizaba con elegancia, como si tuvieran vida propia.
De repente, con un chasquido brusco, las dos figuras de papel se incendiaron y se desintegraron en cenizas ante los ojos atónitos de todos. El caos se detuvo al instante.
— Abran su libro en la página 58 — anunció el profesor Choi, entrando al salón con su habitual severidad, sin siquiera un saludo.
El salón quedó en silencio, como si el aire se hubiese vuelto pesado de golpe. Los estudiantes corrieron a sus asientos, la diversión apagada de inmediato. Los dos chicos de Gryffindor, responsables de las figuras de papel, hicieron desaparecer las cenizas con un movimiento de sus varitas antes de sentarse.
— Disculpe, profesor — habló un alumno de Ravenclaw desde el fondo, rompiendo la tensión. — Pero... esta es la clase de criaturas extrañas. Pociones toca mañana.
Choi, sin siquiera voltear a verlo, comenzó a caminar lentamente entre los pupitres. — El profesor Vernon no puede estar presente hoy. Por eso estoy aquí. Y les aseguro que el tema de hoy será fascinante. — Sus ojos recorrían los libros abiertos de los estudiantes, como si buscara el menor error. — Hoy aprenderán algo que une pociones y criaturas extrañas, así que no quiero ver a nadie con sus varitas. No las necesitarán.
Justo en ese momento, unos toques suaves en la puerta captaron la atención de algunos. Antes de que alguien pudiera reaccionar, el sonido de una mano golpeando una mesa resonó en todo el salón, haciendo que varios estudiantes saltaran en sus asientos.
— ¡Adelante! — bramó Choi, con voz firme y autoritaria.
La puerta se abrió lentamente, revelando una cabellera rubia que asomaba tímidamente. Los ojos de Park Jimin recorrieron la sala hasta detenerse en su profesor de pociones, y no pudo evitar maldecir su mala suerte. ¿Por qué tenía que ser Choi el que reemplazara a Vernon justo ese día?
— Profesor Choi — saludó Jimin, inclinándose en una reverencia torpe y apresurada.
Choi lo miró con su habitual gesto de desaprobación, sus brazos cruzados sobre el pecho. — Park Jimin, y su costumbre de llegar tarde a clase. — Su voz goteaba sarcasmo. — ¿Cuál es tu excusa esta vez?
Jimin bajó la mirada, avergonzado. — Lo siento, profesor. Las escaleras se movieron y cambiaron mi dirección... luego tuve que correr hasta aquí.
En situaciones normales, su profesor Vernon habría sonreído con comprensión, diciendo que a cualquiera le podía pasar. Pero estaba frente al profesor más malhumorado de Hogwarts, y Jimin sabía que la simpatía no era una de las cualidades de Choi.
Choi lo observó durante un segundo eterno antes de sacudir la cabeza con una expresión de decepción. — Ve a sentarte — ordenó con frialdad, pero sin más reprimendas.
Jimin no pudo evitar sentir un alivio palpable. "Gracias a Merlín," pensó, sorprendido de no haber perdido puntos para su casa o recibir una reprimenda peor.
Caminó rápidamente hacia su asiento, justo al lado de Yoongi, quien estaba sacando un montón de libros del lugar que había ocupado con sus cosas, pensando que Jimin no vendría.
El profesor continuó su lección sin esperar a que Jimin se acomodará del todo. — Como decía, hoy estudiaremos criaturas extraordinarias que...
Pero Jimin, aún agitado por el encuentro con Choi, apenas prestaba atención. En lugar de eso, arrancó un pequeño trozo de pergamino de su cuaderno y escribió con cuidado: "Buenos días, hyung", antes de deslizarlo discretamente hacia Yoongi.
Unos minutos después, la respuesta llegó: "Buenos días, muy creíble excusa, por cierto."
A pesar del ambiente tenso que Choi imponía en el aula, Jimin no pudo evitar sonreír. Inconscientemente, ellos dos habían desarrollado la costumbre de pasarse notas en clase, especialmente cuando las lecciones eran tediosas o cuando Yoongi, en sus momentos de generosidad, le pasaba respuestas en algún examen complicado.
Jimin consideraba que su relación con Yoongi era buena, aunque aún estaban lejos de la cercanía que había alcanzado con Taehyung en poco tiempo. Sabía que les faltaba conocerse más, pero disfrutaba de la extraña conexión que compartían, esa camaradería silenciosa que hacía las clases un poco más llevaderas.
Yoongi, sin dejar de mirar al frente, dejó que una ligera sonrisa se dibujara en sus labios mientras guardaba la nota, fingiendo estar atento a las palabras de Choi. Para él, las bromas silenciosas entre ellos eran su manera de hacer las clases más interesantes. Al menos, hasta que el profesor los sorprendiera, lo cual, tarde o temprano, seguramente pasaría.
— Park Jimin — la voz del profesor Choi resonó por toda la clase.
Como hoy.
Jimin, quien estaba mirando el trozo de papel en sus manos, alzó la vista rápidamente. Sus manos ocultaron con torpeza la nota que acababa de recibir, sus ojos buscando con urgencia una excusa que le salvara.
— Le pregunté si sabía algo sobre los omegas — repitió Choi, con su habitual tono de impaciencia. — ¿Entonces?
El rubio se mordió el labio, claramente perdido. ¿Omegas? ¿Qué clase de criaturas eran esas? Sonaba a algo sacado de las leyendas del Lago Ness. Tragó saliva y respondió con toda la sinceridad del mundo.
— La verdad... nunca había escuchado sobre esa especie.
Algunos compañeros sofocaron risas mientras Hoseok, visiblemente emocionado, alzó la mano. El profesor le concedió la palabra, y el chico de Hufflepuff, explicó:
— Los omegas son seres que, tanto el varón como la mujer poseen órganos reproductores femeninos y su esencia suele ser muy dulce y fuerte. Se caracterizan por ser sumiso y pacíficos, pero actualmente, ese estereotipo ya no es muy válido, ya que el omega puede ser posesivo con su alfa, dominante, entre otras actitudes.
— Muy bien, cinco puntos para Hufflepuff — dijo Choi con una sonrisa de complicidad. — Los omegas viven muy lejos de aquí, junto con los alfas y betas. — Con un ágil movimiento de varita, hizo aparecer un libro en cada mesa. — Con estos libros podrán informarse mejor.
Jimin hojeaba distraídamente el grueso tomo que acababa de aparecer frente a él cuando sintió un suave roce en su codo. Al bajar la vista, encontró un pequeño papel doblado, deslizado con discreción por Yoongi. Curioso, lo abrió con cuidado y leyó el mensaje.
"Lamento esto, pero esta clase se está volviendo jodidamente aburrida. Extraño mi cama."
Jimin contuvo una risa, no queriendo atraer la atención de Choi. Aunque generalmente no le gustaban las malas palabras—siempre le reñía a Taehyung cuando se le escapaba alguna—, había algo divertido en escuchar a Yoongi usarlas tan casualmente. Tomó su pluma y escribió de vuelta.
"También quiero ir a dormir, estoy muy cansado."
Yoongi leyó su respuesta con una pequeña sonrisa de complicidad, pero antes de que pudieran intercambiar más notas, la voz del profesor Choi volvió a resonar en el aula.
— Cada uno de ustedes tomará una poción muy poderosa que es capaz de transformarlos en omegas, alfas o betas — explicó con voz grave, paseando la vista por sus estudiantes. — Sean conscientes de que lo que estamos haciendo es algo riesgoso, por lo que les pido que no se lo tomen a broma. O habrá consecuencias.
Jimin miró el caldero frente a él con renovada atención, pero justo cuando se disponía a concentrarse en lo que Choi estaba explicando, otro pequeño papelito aterrizó suavemente sobre su libro. Lo desdobló con rapidez, deseando saber qué ocurrencia tendría ahora Yoongi.
"Jimin, tal vez esto suene algo extraño, pero... ¿quieres ir a almorzar conmigo mañana?"
Jimin parpadeó, sorprendido por la súbita invitación. Miró de reojo a Yoongi, quien fingía estar absorto en su libro, pero había un ligero rubor en sus mejillas que delataba cierta incomodidad. El rubio tomó su pluma con cuidado y respondió, aunque una parte de él se preguntaba por qué lo invitaba tan repentinamente.
"¿Por qué me lo pides ahora? ¿Hay alguna razón especial?"
Unos minutos después, llegó la respuesta.
"Solo acepta, estoy en riesgo mañana y me estarías salvando la vida con este favor. ¿Eso es un sí?"
Al leerlo, Jimin no pudo evitar sonreír. Estaba claro que Yoongi lo invitaba a almorzar por algo importante, y, aunque no sabía exactamente qué podía estar ocurriendo, decidió que lo ayudaría. Dobló el papelito una vez más y lo deslizó de vuelta.
"Está bien, hyung. Almorcemos juntos."
Yoongi leyó la nota con una expresión de alivio que Jimin solo pudo notar de reojo, pero bastó para que su corazón diera un pequeño brinco en el pecho. Estaba ayudando a su compañero, y aunque aún no entendía del todo por qué, sentía que sería una interesante revelación al día siguiente.
Luego de esto voy a seguir escribiendo. Paciencia porque tengo grandes ideas.
Los amo, muak <3
Aureus ❄
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