[17]
—Seokjin, tengo todas las tareas que me pediste —anunció tímidamente una voz detrás de él.
El castaño dio un brinco al escuchar a su compañero interrumpir su lectura. Estaba tan concentrado en el libro que ni siquiera notó las pisadas que se acercaban.
—¡Cielos, Namjoon! —exclamó, llevándose una mano al pecho mientras sentía su corazón acelerado por el susto.
—Lo siento, no debí aparecer de la nada —se disculpó Namjoon mientras dejaba los libros sobre la mesa—. ¿Te asusté?
—Por supuesto que no —mintió Seokjin, sintiendo cómo el rubor le subía por las mejillas, un poco avergonzado.
Namjoon, con una sonrisa juguetona, asintió y se sentó junto a él sin darle mayor importancia al asunto.
—¿Estudiarás aquí también? —preguntó Seokjin rápidamente, tratando de cambiar de tema para que no se notara lo nervioso que estaba.
—En realidad, vine a dejarte las tareas que me pediste —respondió Namjoon, abriendo libro tras libro frente a él—. Y también te ayudaré a entender lo que no comprendas. No voy a dejar que solo te copies. Empecemos con transformaciones.
Seokjin frunció el ceño, confundido. ¿Tareas? Él jamás había pedido eso. Tenía todo hecho desde ayer, y mucho menos le pediría ayuda a Namjoon. Entendía perfectamente las clases por sí mismo.
—Espera un momento —lo interrumpió justo cuando Namjoon comenzaba a explicarle algo relacionado con aburridas plantas del mar—. Yo nunca te pedí las tareas.
Namjoon lo miró perplejo por un segundo antes de sacar un sobre de su túnica y ofrecérselo.
—¿Entonces quién me envió esta carta esta mañana? Aquí dice que estabas perdido en las clases y necesitabas ayuda.
Seokjin tomó el sobre, extrañado, y abrió la carta. Para su sorpresa, en el papel se veía una supuesta súplica desesperada en su nombre. Pero algo no cuadraba... Esa no era su letra. Su caligrafía era siempre redonda, prolija y perfectamente ordenada, y lo que tenía en frente parecía escrito por alguien con prisa y cero interés en la estética.
—No puede ser... Kim Taehyung —murmuró con frustración al reconocer la inconfundible letra de su hermano menor.
Antes de que pudiera decir nada más, una melena pelirroja apareció por el pasillo. Taehyung se acercaba con una sonrisa traviesa en el rostro, esa que siempre le decía que algo había planeado.
—Muchas gracias por las tareas, Namjoonie —dijo Taehyung con la mayor inocencia posible, mientras con total descaro se hacía de los libros que Namjoon había traído.
—¿Qué? —Namjoon miró entre ambos, sin entender del todo lo que ocurría.
—¡Taehyung! —gritó Seokjin mientras su hermano menor salía corriendo, riéndose por lo bajo—. ¡Vuelve aquí!
Pero Taehyung ya había desaparecido tras la esquina, dejando a Seokjin frustrado y a Namjoon confundido, mientras ambos observaban la estela de caos que Taehyung solía dejar a su paso.
—Me temo que mi hermano te ha jugado una pequeña broma... —explicó Seokjin con un suspiro resignado—. Pero de todos modos, gracias por venir, Namjoon. Aunque esta vez no te necesitaba para las tareas.
Namjoon, sin poder contener una carcajada, simplemente le dio una suave palmadita en el hombro.
—No te preocupes, hyung. De todas formas, me alegra haber venido. Y si necesitas ayuda, de verdad, no dudes en pedírmela.
Y SeokJin solo le sonrio incómodamente mientras se volvía a sentar.
—Muy bien, Jimin —felicitó Yoongi con una sonrisa leve al verlo ejecutar sin problemas un hechizo desarmador—. Por hoy hemos terminado.
El rubio, agotado y con sueño, se dejó caer junto a él en el suelo frío del aula vacía. Sus labios se curvaron en una sonrisa agradecida mientras trataba de recuperar el aliento.
—Gracias, Yoongi.
Jimin había mejorado notablemente en las clases que recibía con Yoongi. Aunque todavía se le complicaba las pociones por culpa del profesor Choi, al menos ya no tenía excusas para desacreditar su trabajo. Esa satisfacción le daba algo de confianza en sí mismo.
Yoongi, por su parte, observaba al chico con una mirada pensativa, su mente daba vueltas a la misma pregunta que lo había atormentado desde hacía días.
—¿Puedo hacerte una pregunta antes de que te vayas a tu sala común? —preguntó al fin, cuidando que su tono fuera casual para no incomodarlo.
Jimin lo miró de reojo, dudando por un segundo antes de contestar.
—¿Tiene que ver con lo que pasó?
Yoongi asintió en silencio. Llevaba tiempo esperando el momento adecuado para preguntarle, la curiosidad lo carcomía.
Jimin, sin embargo, sintió cómo su estómago se encogía. No estaba preparado para hablar de eso, ni siquiera con Yoongi. Apenas podía procesar lo que había vivido, y aún no había tocado el tema con Taehyung. Las voces... esas malditas voces que escuchaba... le causaban demasiado miedo como para mencionarlas.
—Solo pasábamos por ahí y lo encontramos —respondió, desviando la mirada al suelo.
Yoongi entornó los ojos, no del todo convencido. Su intuición le decía que Jimin no estaba siendo honesto, pero decidió no presionarlo más. Sabía que no podía forzar una conversación para la que Jimin aún no estaba listo.
—No quiero ponerte incómodo —dijo al final, suavizando su tono—, pero algo me dice que no estás diciendo la verdad.
El silencio que siguió fue pesado, y Jimin simplemente mantuvo la vista baja, sin atreverse a decir más.
—De acuerdo, no insistiré. Pero desde hoy, te acompañaré a tu sala común —declaró Yoongi de manera firme, cambiando el tema de manera tajante.
Jimin lo miró sorprendido.
—¿Molly ya no me puede acompañar? —preguntó, intentando que su tono no sonara grosero. Estaba genuinamente confundido. Yoongi nunca había mostrado interés en acompañarlo antes.
—Molly está algo enferma y necesita descansar —mintió Yoongi, levantándose para buscar dos abrigos. No le parecía seguro dejar que Jimin deambulara solo, no cuando había rumores sobre un atacante en el castillo. Aunque el profesor Seo-Joon minimizaba la gravedad de la situación, Yoongi no podía ignorar la preocupación que sentía, sobre todo después de haber recibido una solicitud directa del propio profesor para vigilar a Jimin.
Jimin aceptó el abrigo azul marino que Yoongi le ofreció, pero no pudo evitar sentir que algo no encajaba. ¿Había alguien realmente peligroso en el castillo? Quizá debía hablar con el profesor Seo-Joon cuanto antes. Tal vez él podía ayudar a encontrar al responsable de la petrificación del chico de Slytherin.
Salieron juntos de la habitación, el eco de sus pasos resonaba en los pasillos oscuros y vacíos de Hogwarts. Las sombras proyectadas por las antorchas hacían que el castillo luciera mucho más tenebroso de lo habitual. Jimin sentía que el silencio era casi insoportable, por lo que habló por impulso.
—¿Podemos hablar de algo? El silencio me incomoda un poco —dijo en voz baja.
Luego se dio cuenta que había hablado por impulso.
—Claro —contestó—. ¿De qué quieres hablar?
Jimin parpadeó. No esperaba que Yoongi aceptara tan rápido, pero una idea se le ocurrió de inmediato.
—Podemos jugar a preguntas y respuestas —propuso con un tono animado—. Yo pregunto, tú respondes, y luego intercambiamos. Así ambos hablamos.
Yoongi lo observó unos segundos, evaluando la propuesta. El juego le parecía un poco tonto, pero notó la leve emoción en los ojos del rubio, y eso lo hizo ceder.
—Está bien —aceptó al fin—, pero con una condición: seremos completamente honestos. Nada de mentir.
Jimin asintió rápidamente, emocionado de que Yoongi aceptara. No podía evitar sentir una extraña calidez en su pecho por la pequeña complicidad que se estaba formando entre ellos.
—Honestidad total —repitió con una sonrisa.
— Entonces, empieza tú.
— ¿Cuándo es su cumpleaños? — pregunto luego de pensarlo unos segundos.
— Es el nueve de Enero. ¿Cuál es tuyo?
— Trece de abril.
Yoongi parpadeó sorprendido, y una pequeña sonrisa asomó en sus labios.
"Vaya, Jennie también cumple el trece de abril. Que coincidencia" — pensó Yoongi.
—¿Cuál es tu color de cabello natural? —preguntó luego, fijándose en el brillante cabello plateado del chico, que parecía casi resplandecer bajo la luz tenue de las antorchas.
—Negro —respondió Yoongi, llevándose una mano al cabello como si intentara recordar cómo se veía antes—. Pero hacía que mi piel luciera más pálida, así que me lo teñí en un lugar muggle. Dicen que es más seguro que usar magia.
Jimin asintió. Claro, tenía sentido que Yoongi, con su estilo meticuloso, prefiriera hacerlo de esa forma.
—Ahm... ¿Eres rubio natural? Escuché que en tu familia ninguno lo es.
Jimin soltó una pequeña risita que hizo eco en el pasillo.
—No, mi color natural es castaño. Pero antes de venir aquí, tuve un pequeño accidente en el tren que hizo que mi cabello se volviera completamente rubio. —Se señaló el cabello con una sonrisa—. Parece como si hubiera nacido con este color, ¿verdad?
Yoongi alzó una ceja, intrigado.
—¿Alguien te lanzó un hechizo?
Jimin asintió, divertido.
—Kim SeokJin, pero fue uno bueno. Me gusta cómo se me ve.
Yoongi lo miró por unos segundos, evaluándolo.
—Te queda bien el rubio —admitió, algo más cálido de lo que pretendía—, pero me imagino que a veces debes extrañar el castaño.
—A veces sí, pero ya me acostumbré. —Jimin hizo una pausa antes de hacer la siguiente pregunta—. Entre tus hermanos, ¿quién es el mayor?
—Yo soy el mayor.
—¿Por cuánto?
—Le llevo dos años a Beomgyu, y un año a mis dos hermanos menores.
—¿¡Un año!? Pero... en ese caso, deberías estar en un curso más avanzado. ¿Qué haces en primer año?
Yoongi sonrió un poco ante la sorpresa de Jimin.
—El año pasado recibí mi carta, pero decidí ingresar a Hogwarts cuando mis hermanos también lo hicieran —explicó—. Mi padre no estaba muy contento con la idea, pero lo convencí con la condición de que estudiaría el doble todos los días.
Jimin asintió, admirado por la dedicación de Yoongi.
—Pero, ¿por qué lo hiciste? Pudiste haber estado más adelantado.
—Es mi turno de preguntar —interrumpió Yoongi con una leve sonrisa, claramente usando esa excusa para evitar la pregunta—. ¿Qué hacías en el mundo muggle?
Jimin no pudo evitar reír ligeramente ante la evasiva de Yoongi, pero respondió de todos modos.
—Vivía en un orfanato, las hermanas religiosas eran las que cuidaban de mí.
Luego, titubeando por un momento, Jimin lo miró de reojo.
—Cómo eres mayor que yo, ¿puedo llamarte "hyung"?
Desde pequeño, las hermanas del orfanato le habían enseñado la importancia de respetar a los mayores, y aunque nunca había tenido un hermano mayor, siempre había querido usar ese término con alguien.
Yoongi arqueó una ceja, sorprendido por la petición.
—Solo es un año de diferencia... —bromeó con una sonrisa de lado—. ¿Realmente quieres llamarme hyung?
—Lo decía por respeto —contestó Jimin, rascándose la nuca con algo de vergüenza. Ahora se arrepentía un poco de haberlo dicho.
Yoongi, al notar su incomodidad, se sintió un poco culpable. No pensó que Jimin se lo tomaría tan en serio.
—Puedes llamarme hyung si quieres —dijo finalmente, sonriendo mientras desordenaba el cabello rubio de Jimin con suavidad—. A mí no me importa.
Jimin sonrió tímidamente, sintiéndose un poco más cómodo.
—¿Alguna vez imaginaste que eras un mago? —continuó Yoongi, retomando el juego—. ¿Con padres importantes?
Jimin se detuvo un momento, como si sus pensamientos lo arrastraran a un lugar lejano.
—Cuando Chanyeol hyung me lo dijo, me sorprendió —admitió, frunciendo el ceño ligeramente— pero ya sospechaba que algo en mí no estaba del todo bien. Recuerdo que una vez, durante una fiesta de Halloween en el orfanato, un grupo de chicos que siempre me molestaba tiró su jugo sobre mi camisa a propósito. Estaba tan enojado que, sin darme cuenta, deseé que todos se cayeran. Y entonces... lo hicieron. Como si los hubiera empujado con mi mente. No estoy orgulloso, pero en ese momento solo pensaba en vengarme.
Jimin bajó la mirada al suelo, recordando aquellos momentos oscuros de su infancia.
—¿Te molestaban mucho? —preguntó Yoongi, con un destello de indignación en su voz.
—Sí, pero nunca entendí por qué. Yo no les hacía nada.
Yoongi frunció el ceño. Le resultaba difícil entender cómo alguien podría haber maltratado a Jimin, quien le parecía una de las personas más dulces y sinceras que había conocido.
—¿Pediste ayuda? —preguntó, genuinamente preocupado—. No debiste pasar por eso solo.
Jimin negó con la cabeza.
—No tenía amigos en el orfanato. Pero no importa, aquí es diferente. Nadie me intimida, y no lo voy a permitir.
Llegaron a la entrada de la sala común de Gryffindor, y Yoongi se detuvo. Como estudiante de Slytherin, no podía entrar ni saber la contraseña. Lo miró un instante antes de despedirse.
—Gracias por acompañarme, hyung —dijo Jimin con una sonrisa perezosa, claramente agotado—. Te devolveré tu abrigo mañana.
Yoongi sonrió para sí mismo al escucharlo usar "hyung". ¿En serio me va a llamar así desde ahora?
—Buenas noches, Jimin —dijo suavemente antes de girar sobre sus talones, mientras se alejaba por el pasillo oscuro, con una sensación extrañamente cálida en el pecho.
— Eso estuvo muy bueno hijos, los felicito — acaricio la cabeza de los tres niños.
— Papa... ¿Lo hice bien yo también? — pregunto la niña con sus ojitos brillando de la emoción.
Pero ese brillo se fue apagando al escuchar la sonora carcajada que soltó su padre.
— ¿Sientes que lo hiciste bien? — rio nuevamente — ¡No puedes hacer algo tan sencillo como convertir una aguja en un botón! Eres decepcionante...
Sus palabras siempre fueron espinas clavándose en su inocente corazón.
La pelinegra golpeó levemente su cabeza para sacar ese amargo recuerdo de su mente, no era el momento adecuado para pensar en el pasado, no cuando veía su nombre con un dos al costado.
— Padre va a matarme...
Min Jennie, conocida como la hija perfecta de la familia Min, oh bueno, eso era lo que todos veían cuando ella estaba fuera de casa.
Desde pequeña su padre le recordaba que sus hermanos, en especial Yoongi, estaban a un paso adelante de ella.
Al principio eso no le afectaba en lo absoluto, por el contrario, estaba feliz de que sus hermanos sean tan buenos magos, pero a medida que iba creciendo todo dejo de ser felicidad y se volvió en una competencia. Comenzó a sentir odio hacia las personas que creían ser mejores que ella, no lo soportaba ¡Nadie era mejor que ella!
Varias veces intento odiar a sus hermanos también, pero no lo logro, después de todo ellos no tenían la culpa de que su padre la haya tratado de inferior toda su vida y ellos fueron los únicos que la consolaron cuando se desmoronó.
Hasta el momento pensaba tener todo bajo control, sin embargo, ahí estaba ella sintiéndose intimidada por una simple chica de sangre muggle. Su padre moriría de la vergüenza si se enterara que ella no era la mejor de su clase como tanto presumía a sus amistades.
¡Cómo podía ser posible!
— Solo necesito que él no se entere de nada... practicar más... si, si, solo tengo que practicar todas las noches.
De repente frente a ella aparece la causante de su malestar, la hoja que sostenía se fue arrugado a medida que la chica se acercaba.
— Lalisa.
La joven se detuvo y con una sonrisa se acercó a la desconocida chica que le llamaba.
— ¿Necesitas que te ayude en algo? — pregunto al ver el ceño fruncido de la contraria.
— ¿Cuánto quieres para que te vayas de Hogwarts? Pide la cantidad que quieres, te la daré mañana, pero te quiero fuera de aquí — la miro seria.
Lalisa parpadeó desconcertada, luego soltó una carcajada — ¿Estás bromeando? ¿Verdad?
— Las bromas no son lo mío, Manoban — bufó irritada— Ahora ¿Ya decidiste la cantidad?
La chica no tenía señales de estarle jugando una broma, aunque quisiera que lo fuera. ¿Dejar la escuela? Eso jamás, le gustaba estar aquí y no la dejaría por una niña rara.
— Lo siento, ve y dile a otra si es que está interesada — respondió dispuesta a irse, pero su brazo fue tomado con brusquedad.
— ¡Qué es lo que te...!
— ¿No quieres dinero? ¿Es eso? ¡Pide lo sea entonces! Te lo conseguiré — dijo rápidamente.
— ¿No lo entiendes? No me interesa obtener nada a cambio de abandonar Hogwarts — se zafó del agarre — ¿Qué le pasa a esa loca?
A pesar de haber murmurando lo último, Jennie pudo escuchar claramente lo que había dicho.
— ¿¡Acabas de llamarme loca!? — exclamó claramente ofendida pero fue ignorada — ¡Ya veras!
Yoongi y Jimin me dan ternura 😭✋
JSHAKAAJ ¿Como reaccionarían si una chica random les ofrece dinero a cambio de abandonar su colegio?
Los quiero 💕
Aureus ❄
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