[05]
SeoJoon vertía la leche chocolatada con cuidado en dos tazas humeantes, ofreciendo las bebidas junto con un plato de galletas de chispas de chocolate a los dos pelirrojos sentados frente a él. Sus movimientos eran elegantes, casi ceremoniosos, mientras trataba de ocultar la tensión que sentía.
— Me siento mucho más tranquilo sabiendo que aceptaron ayudarme. De verdad, les agradezco profundamente lo que están haciendo — dijo con una reverencia humilde, mirando a los dos chicos-
— No tiene de qué preocuparse, profesor — respondió la hermana con una sonrisa suave, tomando una galleta. — Mi hermano y yo estamos más que dispuestos a protegerlo. Está en buenas manos, ¿verdad, Hoseokie?
Hoseok, sentado a su lado, asintió rápidamente, aunque su expresión reflejaba una mezcla de incomodidad y nerviosismo. El cuerpo del hombre se relajó ligeramente ante las palabras tranquilizadoras de la chica.
— Gracias, realmente — dijo SeoJoon, soltando un pequeño suspiro de alivio. — Por mi culpa, ni siquiera han podido ir al comedor a almorzar. Por favor, sírvanse sin pena, esto es lo mínimo que puedo hacer.
— Usted es muy amable, solo que... — Hoseok miró a su hermana buscando algún tipo de apoyo, pero ella estaba demasiado ocupada devorando las galletas para notar su nerviosismo. Respirando hondo, continuó — Nos preguntábamos si... bueno... si ya ha llegado lo que le pedimos a Baekhyun.
SeoJoon parpadeó, sorprendido por la pregunta. Se acomodó los anteojos y se levantó rápidamente de su asiento.
— ¡Oh, claro! — respondió, apresurándose hacia un pequeño armario. Revolvió entre algunos frascos antes de sacar dos, entregándoselos a Hoseok con un gesto casi solemne. — Aquí están. Sé lo difíciles que son de conseguir aquí, así que he hecho todo lo posible para tenerlos a tiempo.
— Muchas gracias — dijo Hoseok, casi aliviado al recibir los frascos, los cuales escondió rápidamente en su mochila como si fueran su posesión más preciada. — No sabe cuánto nos ayuda con esto.
— En verdad le agradecemos todo, profesor — añadió su hermana, poniéndose de pie tras terminar su chocolate. Acomodó su bufanda amarilla alrededor de su cuello, dándole un aire casi noble. — Pero debemos regresar a clases.
Hoseok, algo torpe, también se levantó, aunque había dejado su taza a medio terminar. No quería parecer irrespetuoso, pero el tiempo los apremiaba, así que imitó a su hermana rápidamente.
— Ya lo hemos hecho una vez, y lo haremos nuevamente. Esté tranquilo, profesor — dijo con una sonrisa confiada antes de hacer una ligera reverencia. — Nos vemos luego.
Los dos hermanos se despidieron con una ligera inclinación y desaparecieron por la gran puerta de la oficina, dejando a SeoJoon solo en la habitación. El hombre suspiró profundamente, como si todo el peso del mundo estuviera sobre sus hombros, y se dejó caer en la gran silla detrás de su escritorio. Su mirada vagaba hacia el gato negro que se encontraba al lado, quien movía su cola con elegancia. Durante unos momentos, el silencio se asentó entre ellos.
— Buenos días, profesora Sun-Hee — dijo SeoJoon finalmente, su tono ligero pero con una nota de respeto.
El gato negro ya no estaba; en su lugar, una mujer de aspecto sereno y porte imponente se había materializado, como si siempre hubiera estado ahí. Sun-Hee, con su cabello negro recogido en un moño apretado, cruzó los brazos y lo miró con una expresión severa. Estaba claramente disgustada.
— ¿Por qué no me consultaste antes de tomar esa decisión? — preguntó sin rodeos, su voz dura pero controlada.
SeoJoon esbozó una sonrisa juguetona, acomodándose en su asiento como si la tensión que flotaba en el aire no le afectara en lo más mínimo.
— Querida profesora, confío plenamente en esos dos chicos. Sé que hice lo correcto — respondió con naturalidad. — ¿Acaso alguna vez me he equivocado?
Sun-Hee lo miró con escepticismo, aunque no podía refutar sus palabras. Suspiró, negando lentamente con la cabeza, pero la preocupación seguía presente en sus ojos.
— No podría soportar que nos traicionaran — confesó, su irritación palpable. — Eso es lo que me inquieta. Podrías haber esperado un poco más, podríamos haber enviado a Chanyeon o a mí misma para vigilarlos de cerca. Ambos sabemos que «Quien-usted-sabe» no ha desaparecido realmente. Aunque el Ministerio intente convencer a todos de que es así, no somos los únicos que sospechamos que, en cualquier él aparecerá de nuevo. Y lo primero que querrá será acabar con Jimin.
SeoJoon la observaba en silencio, su sonrisa aún presente pero más tenue. Sin perder la compostura, sacó un pequeño envoltorio rojo de su bolsillo y lo sostuvo frente a ella.
— ¿Un caramelo de frambuesa? — preguntó inocentemente, como si la gravedad de la conversación no lo tocara.
Sun-Hee lo miró con incredulidad.
— ¿Qué?
— Es un caramelo muggle que me encanta. Tiene un relleno exquisito — explicó SeoJoon con entusiasmo, desenvolviendo uno para sí mismo. — Chanyeon muy amablemente me los consigue cada vez que puede.
— No, gracias — respondió Sun-Hee, su tono frío, claramente molesta por el intento de distraerla con dulces. — Como decía, aunque sospechamos que... él no se ha ido...
— ¡Llámalo por su nombre! — interrumpió SeoJoon con firmeza, sus ojos clavados en los de ella. — No debemos temer al nombre de Seung Jeong. Eso es lo que él quería, que todos tembláramos al mencionarlo. No le daremos ese lujo.
Sun-Hee lo miró horrorizada, pero SeoJoon simplemente se llevó el caramelo a la boca, disfrutando del dulce sabor en su paladar con una sonrisa de satisfacción.
Después de un momento de silencio, Sun-Hee suspiró profundamente. A pesar de todo, confiaba en SeoJoon más de lo que quería admitir. Con un último vistazo a su colega, decidió que no había nada más que decir. Sin otra palabra, se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a SeoJoon solo nuevamente, con el eco de sus pasos resonando en el aire.
El hombre sonrió para sí mismo, terminándose el caramelo. Luego miró hacia el escritorio, donde el gato negro había vuelto a aparecer, como si nunca se hubiera ido.
— ¿Sabes, Sun-Hee? — murmuró, como si hablara consigo mismo — A veces, la mejor manera de enfrentar el miedo es con un poco de dulzura.
Hoseok entró al aula con una sonrisa ligera, deteniéndose al notar que solo había cinco personas. Al fondo, alguien con una capucha cubría su rostro con un libro.
— Buenos días, Hoseokie — saludó Taehyung. — No te vimos en el desayuno, tampoco a Rose. ¿Dónde estaban? — preguntó con curiosidad.
Hoseok se rascó la nuca, visiblemente incómodo, mientras trataba de encontrar una excusa adecuada.
— Y-yo me demoré un poco esperando a que Rose terminara de arreglarse... ya saben, mujeres — contestó, intentando sonar casual. — Antes de dejarla en su salón, me pidió que los saludara de su parte.
Una risa femenina suave resonó desde el fondo, captando la atención de todos.
— Si mi instinto no me falla, creo que estás mintiendo — dijo la chica, bajando el libro que ocultaba su rostro. — Desde pequeña tengo el don de saber cuándo alguien miente. Por eso, a los seis años, cuando mi papá decía que me compraría un juguete, me ponía a llorar, porque sabía que no era verdad. Pero ese no es el punto ahora. Estás mintiendo, ¿verdad?
— Tú no deberías estar aquí — replicó Hoseok, intentando desviar la atención de la acusación — El salón de brujas está a cinco aulas de aquí.
La chica frunció el ceño y respondió, fastidiada:
— Lo sé, pero me parece ridículo que nos separen por género. ¿Por qué no estamos simplemente todos juntos? A veces creo que ustedes tienen clases más avanzadas que nosotras — se ajustó la capucha, evitando que su oscuro cabello se viera — Por eso estoy aquí. Fingiré ser un chico y les pediré que no me delaten.
Namjoon, sentado cerca, no dijo nada. Sabía que la chica sería descubierta eventualmente, así que optó por mantenerse en silencio.
La clase de encantamientos comenzó poco después. Jimin, como siempre, era el más emocionado. El profesor Lee había anunciado que ya estaban listos para aprender a hacer volar objetos, algo que emocionaba tanto a Jimin que apenas podía quedarse quieto.
El profesor les recordó que trabajaran con las parejas que habían escogido el día anterior. Sin embargo, tanto Jimin como Taehyung se sintieron incómodos, ya que habían llegado tarde (otra vez, para variar) y no habían tenido la oportunidad de elegir a nadie.
— ¡Profesor Lee! — gritó de repente una chica, irrumpiendo en el aula con un portazo.
— ¿Señorita Jihyo? — preguntó el profesor, visiblemente sorprendido.
La prefecta de Gryffindor estaba sin aliento, como si hubiera corrido todo el camino. Su túnica parecía apretarla, dificultando aún más su respiración. Una vez que se calmó un poco, acomodó su flequillo y, con los brazos cruzados y visiblemente molesta, habló:
— Como prefecta de Gryffindor, mi deber es asegurarme de que todo esté en orden — dijo con tono severo. — Al parecer, hay alguien que no debería estar en este aula, profesor.
— Oh, ¿de quién se tratará? Hasta donde sé, todos están...
— ¡Manoban! — interrumpió bruscamente Jihyo.
Una maldición en voz baja escapó de los labios de la chica encapuchada, mientras bajaba el libro, revelando su rostro.
— ¿Lalisa? — preguntó el profesor, claramente sorprendido de que una de sus mejores estudiantes femeninas hubiera roto una de las reglas más importantes.
— Y-yo...
— Debes regresar al aula que te corresponde. Recibirás un castigo por parte de la profesora Sun-Hee. Menos cinco puntos a Gryffindor por tu desobediencia — sentenció el profesor Lee.
Sin protestar, Lalisa recogió sus cosas y se dirigió hacia la puerta, acompañada por la estricta prefecta.
— Disculpen las molestias — dijo Jihyo con una reverencia, cerrando la puerta tras ella y llevándose a la chica rebelde.
— Ahora, ¿por dónde nos quedamos? ¡Ah, sí! — El profesor Lee se ajustó las gafas y dio unos suaves golpecitos con su varita en el escritorio, tratando de llamar la atención de todos. — ¡Todos con sus plumas! Y no olviden: agitar y golpear, recuerden ese movimiento, y pronuncien las palabras mágicas... ¡empiecen!
Jimin agitaba su varita con entusiasmo, pero la maldita pluma no se movía ni un milímetro. Se suponía que debía volar hacia el techo, pero ahí seguía, inmóvil sobre el pupitre, como si se burlara de su frustración.
Detrás de él, Seokjin no lo estaba pasando mucho mejor. — ¡Wingardium leviosa! — gritó, ya cansado de que el hechizo no le funcionara.
— ¡Por la barba de Merlín, Seokjin! — exclamó Namjoon, sobresaltado por el grito de su compañero. — No te sale porque lo estás pronunciando mal.
Seokjin, visiblemente irritado, bajó su varita y lo retó. — Entonces dilo tú, genio.
Namjoon, decidido a demostrar su punto, se arremangó dramáticamente las mangas de su túnica, tomó su varita y, con un elegante movimiento, pronunció: — Wingardium leviosa.
Con precisión perfecta, la pluma se elevó en el aire, flotando por encima de sus cabezas, como si fuera lo más fácil del mundo.
— ¡Oh, miren eso! — exclamó el profesor Lee, aplaudiendo emocionado. — ¡Todos, presten atención! Kim Namjoon lo ha hecho perfecto. ¡Cinco puntos para Ravenclaw!
El aula estalló en murmullos, pero el caos fue interrumpido por un grito ahogado que desconcertó al profesor. Todos giraron la cabeza hacia Hoseok, quien tenía una expresión de puro pánico. Su compañero, al parecer, había pinchado la pluma con su varita en un ataque de frustración... ¡y le había prendido fuego!
— El... se puso tan impaciente al ver a Namjoon que quemó la pluma — explicó un chico de la mesa vecina, apenas conteniendo la risa. — Hoseok la apagó con su libro.
Jimin, que había presenciado el desastre desde su lugar, no pudo evitar soltar una risa. Intentó concentrarse nuevamente, agitando su varita y pronunciando el hechizo, pero la pluma seguía negándose a moverse.
— Lo estás haciendo mal — susurró Yoongi, inclinando la cabeza hacia él para que lo escuchara. — Es Win-gar-dium levi-o-sa, no levio-sá. Pronuncia el "gar" más claro y alarga un poco la "sa" — explicó, haciendo una demostración con un movimiento preciso de su muñeca. — Mira a mi hermano — agregó, señalando a Jungkook, quien, con una mirada de total aburrimiento, hacía que su pluma flotara con una facilidad envidiable.
— ¡Oh, los hermanos Min lo han logrado! — exclamó el profesor Lee con una sonrisa de orgullo. — Honestamente, pensé que el joven Park sería el primero en hacerlo. Ya saben, está en sus genes — comentó, guiñando un ojo.
El comentario dejó a Jimin sintiéndose aún más avergonzado.
Una vez terminó la clase, y todos recogían sus cosas, Jimin permaneció junto a su pupitre, observando la pluma inerte con una mezcla de frustración y vergüenza, seguro que se negaba a cooperar solo para hacerlo quedar mal.
— No te preocupes tanto — dijo Yoongi mientras guardaba su varita.
Jimin lo miró, esbozando una pequeña sonrisa nerviosa. — No es que me preocupe... — empezó a decir, pero luego bajó la voz. — Bueno, un poco sí. Pensé que se me daría mejor.
Yoongi arqueó una ceja, apoyándose casualmente en la mesa de Jimin. — ¿Es porque el profesor mencionó lo de "estar en tus genes"? — preguntó, cruzándose de brazos. — Es una tontería. No te compares con nadie.
Jimin soltó un suspiro, aliviado por las palabras de Yoongi. — Supongo que tienes razón. Aunque, ¿cómo lo haces ver tan fácil?
— Practique mucho, supongo,
— Ya veo...
Bueno, eso era lo que le faltaba.
— Nos vemos en la próxima clase, Park — dijo Yoongi antes de girar sobre sus talones y salir del salón.
Jimin lo siguió con la mirada hasta que desapareció por la puerta. Le causaba un poquito de curiosidad su compañero, pero parecía tan distante que mejor se mantenía al margen con él.
— ¡Jimin-ah! — Taehyung entró en el aula con su usual energía, haciendo que Jimin diera un pequeño salto. — ¿Estás listo? Tenemos que a astronomía.
— ¿Cómo lo sabes? — pregunto el rubio ladeando la cabeza — ¿Qué? Aun no recuerdo el horario..
Taehyung puso los ojos en blanco, riéndose — Por eso me tienes a mi, asi que apurate.
Después de terminar las clases, Jimin, junto con Taehyung y sus amigos, se dirigía al comedor, donde los estudiantes solían reunirse para hacer tareas o practicar hechizos. Sin embargo, en su camino, una voz inesperada los detuvo.
— ¿Puedo acompañarlos? — preguntó una voz dulce.
Lalisa, una chica de la misma casa que ellos, les sonrió tímidamente. Jimin y sus amigos intercambiaron miradas sorprendidas, pero pronto se dieron cuenta de que ella resultaba ser no solo agradable, sino también increíblemente lista. A lo largo del camino, Lalisa les contó cómo sus padres, ambos muggles, habían quedado completamente sorprendidos cuando ella recibió su carta de aceptación en la escuela de magia.
— Aunque, para ser honesta, siempre supe que había algo raro en mí — comentó con una sonrisa traviesa — Mi habilidad para detectar mentiras, por ejemplo. Rose la llama mi "detector de mentiras viviente".
Taehyung, siempre curioso, no tardó en reaccionar. — ¿De verdad? ¿Eso significa que puedes saber cuándo alguien miente sin usar un hechizo? — preguntó con los ojos brillando de emoción.
— Exactamente — respondió Lalisa con orgullo. — No siempre es fácil, pero tengo esa sensación en el pecho cada vez que alguien dice algo que no es cierto.
La conversación continuó de manera animada hasta que llegaron al comedor. Todos tomaron asiento alrededor de una gran mesa, donde se dispersaron libros y pergaminos para comenzar sus tareas. Mientras tanto, Yeonjun, un compañero de cuarto de Jimin y Taehyung, observaba a Jimin con una sonrisa alentadora.
— Deberías intentarlo nuevamente, Jimin — sugirió Yeonjun, inclinándose hacia adelante. — En clase no te salió, pero aquí seguro lo lograrás con nosotros presentes.
Las palabras de Yoongi vinieron a la mente de Jimin, recordando cómo le había corregido su pronunciación. Tomó aire profundamente, se armó de confianza y, con un movimiento preciso de su varita, dijo con claridad:
— Wingardium Leviosa.
Para su sorpresa y alegría, la pluma que antes no se movía, ahora flotaba suavemente sobre su cabeza, elevándose lentamente hacia el techo.
— ¡Felicidades, Jiminie! — exclamó Rose, aplaudiendo junto a Taehyung, quien lo observaba con una amplia sonrisa. — Sabía que lo lograrías, solo era cuestión de práctica.
— Siempre confié en ti, Jimin-ah — añadió Taehyung, dándole una ligera palmada en el hombro.
Mientras todos celebraban el pequeño triunfo de Jimin, una figura conocida se acercó con paso decidido y una expresión de enojo evidente.
— Si no me cambian de pareja ya, me prepararé yo mismo una poción venenosa — refunfuñó Seokjin, azotando sus libros sobre la mesa. Hoseok lo seguía de cerca, tratando de no reírse por lo bajo.
— ¿Está usted bien? — preguntó Yeonjun educadamente, sorprendido por la agresividad de Seokjin. — Disculpe, mi nombre es Yeonjun. Soy compañero de cuarto de Jimin y Taehyung.
Seokjin lo miró por un segundo, todavía con el ceño fruncido, pero luego su expresión se suavizó. — Eh... sí, sí, lo siento. Solo que no tuve un buen día. Por favor, tutéame, soy apenas un año mayor que tú — respondió, algo avergonzado por su propia reacción.
— Ah, claro — asintió Yeonjun, devolviendo su atención a su tarea de "Historia de la Magia", aunque todavía echaba alguna mirada curiosa a Seokjin de vez en cuando.
De repente, Taehyung alzó la cabeza, olfateando el aire de manera exagerada. — ¿Huelen eso? — preguntó, con los ojos brillando. — Galletas... recién horneadas, estoy seguro.
— ¿Galletas? — Seokjin imitó a su hermano, olfateando también. — Yo no huelo nada... pero espera, ahora que lo mencionas, sí, huele delicioso. ¿Estarán haciendo galletas para la cena?
Mientras todos intentaban averiguar de dónde provenía el olor, Jimin entrecerró los ojos, mirando a Rose, quien estaba sentada al lado de él. — Yo huelo algo más... — murmuró. — Rosas. El olor viene de ti, Rose.
Rose se sonrojó de inmediato, mirando hacia otro lado. — ¿D-De mí? — tartamudeó. — Debe ser el perfume que me puse esta mañana.
Lalisa, que estaba sentada frente a ellos, sintió una ligera punzada en su pecho, su habilidad para detectar mentiras activándose. Pero en lugar de decir algo, decidió quedarse callada, observando la situación con una pequeña sonrisa divertida.
De repente, Rose se levantó de golpe, tirando de Hoseok consigo. — Bueno, Hoseok y yo debemos irnos — dijo apresuradamente, tratando de mantener la compostura mientras jalaba a su hermano. — Los veremos más tarde.
Hoseok, que ya estaba empezando a sudar, apenas tuvo tiempo de agarrarse del brazo de Rose para no caerse. Parecía pálido y tembloroso, como si en cualquier momento fuera a desplomarse.
Jimin los siguió con la mirada, frunciendo el ceño. — ¿Alguien notó lo mal que se veía Hoseok de repente? Parecía enfermo.
Seokjin asintió, preocupado. — Sí, lo vi antes de venir. Estaba sobándose la barriga, pero cuando le pregunté, me dijo que no era nada.
— Lo buscaremos luego — dijo Taehyung, mirando la puerta por la que Rose y Hoseok habían salido. — Yo también noté algo raro. Tal vez comió algo que no debía.
Jimin asintió, aún preocupado, pero dejó que la conversación fluyera hacia otros temas. Mientras tanto, no podía dejar de pensar en la extraña salida de sus amigos, y una pequeña parte de él sintió que algo más estaba ocurriendo.
Nota 📌
¡FELIZ NAVIDAD! 🎄 espero la hayan pasado muy bien
No olviden su estrellita.
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