KATH JUGABA SIMPLEMENTE CON LA COMIDA EN EL PLATO, ROMPIENDO LAS ramitas de los brócolis mientras que los gemelos simplemente la observaban en silencio, tratando de leer su lenguaje corporal.

—¿Qué tal la escuela hoy, Katherina?—la voz de su madrastra sonó con curiosidad.

Sin embargo, la castaña seguía en su transe, mirando a un punto fijo, probablemente llevaba así desde que había llegado a casa y revisara el foro escolar, realmente era completamente absurdo las posibles amenazas, pero entre niños ricos solían ser así.

—Katherina—le llamó nuevamente— ugh, ¿estás ignorándome?

Sam se levantó para aplaudir en su cara, haciéndola parpadear y mirar a la mujer pérdida.

—Lo siento, ¿de qué estábamos hablando?, ¿cómo llegué...

—Te preguntaba como te fue—interrumpió— pero veo que nada bien, ¿sucedió algo?

—No es nada, solo me distraje—soltó una risita— ¿qué tal el trabajo?

—Kath, se que... no nos llevamos bien y que no congeniamos, pero puedes contar conmigo—comentó mirándola— ¿alguien te está molestando?

—No, no pasa nada—respondió mientras que se echaba comida a la boca— me fue bien, en serio que si.

—¿Cómo está tu novio?—preguntó Sam, mirándola atento.

—Oh bueno él...—tragó mientras que sonreía— esta bien, ¿por qué preguntas?

—¿Puede ir con nosotros al parque de diversiones?, mamá y papá nos dejaron ir pero no pueden llevarnos—hizo un pucherito.

—Hablaré con él.

KATH MIRABA LA PANTALLA DE SU TELÉFONO MIENTRAS QUE IGNORABA completamente el spam que producían los mensajes, le perturbaba la manera en que las fanáticas de los F4 le atacaban sin razón, sobre todo porque toda la vida había vivido sola, donde nadie solía verle algo positivo y aún así lograba entregarse con el corazón como armadura... y era feliz así, pero ahora, parecía ser su debilidad.

Se abrazó a si misma, sintiendo sus ojos arder de las ganas de llorar que sentía, se estaba odiando por haber decidido ir de salvadora cuando no le correspondía.

—Ser el abogado del diablo nunca termina bien—suspiró hablándose a si misma.

La puerta fue tocada, carraspeando se secó los ojos y sonrió forzada apenas Sarah había entrado.

—Kath, tenemos que hablar—la mujer cerró la puerta tras ella y se aproximó a la castaña y se sentó frente a ella.

—¿Qué sucede?

—Primero, te debo una disculpa—se sinceró— tengo que... admitir que estaba muy distante y recelosa de ti—mordió sus labios— me hubiese gustado tener una hija como tu y no lo sé, veía difícil poder acercarme porque... no lograbas verme como una madre y hace poco comprendí que no tienes que verme así porque yo no soy tu mamá—juntó sus manos— pero no me molesta si... quieres que seamos amigas.

—No te preocupes, se que no lo eres—asintió— y te disculpo, debe ser difícil tener que criar a alguien que no es tu hijo.

—No, Kath, no me justifiques—negó la mujer— he sido una mala persona.

—Esta bien, no lo haré y te disculpo—asintió.

—¿Y qué sucede?, ¿alguien te esta molestando?

—No pasa nada, en serio, Sarah—sonrió tranquila.

—¿Y por qué estabas llorando?—alzó una ceja— ¿qué paso?, yo también sufrí de bullying en el colegio y se lo horrible que se siente... ¿puedes contarme?

Kath suspiró, desbloqueando su teléfono y dudó en mostrarle, pero los ojos brillantes de honestidad que Sarah tenía la hicieron entregar el aparato mientras miraba a otro lado.

—Por un lado, decidí dármelas de héroe y terminé siendo el blanco de la escuela—carraspeó tratando de no llorar, sin embargo, su garganta y ojos picaban— el chico con el que salía me demostró que realmente es alguien que no es bueno....y una supuesta amiga me pidió que lo dejará porque "ya no había química" y porque somos amigas era una buena razón para pedírmelo.

—¿Este chico, qué hacía?

—Nada, simplemente mirar como si fuera el circo.

—¿Es ese tal novio que tus hermanos mencionaron?

—El mismo.

—¿Y por qué crees que no interviene?

—Es un grupo de 4–suspiró— el líder tiene serios problemas y ninguno de sus amigos hace nada.

—¿Los F4?—alzó una ceja mirando el teléfono— ¿cuál es?

—Es ese—apuntó en una de las fotos que habían en el foro de los chicos— Ren.

—Pensé que era inofensivo...—suspiró la mujer— ¿quieres que te cambie de escuela?

—No no, estoy bien—asintió— solo quiero que deje doler.

—¿Qué te duele?

—Aquí—apuntó su corazón—duele aquí.

EL ÁLBUM DE TAYLOR SWIFT NO DEJABA DE SONAR EN SUS AURICULARES, había perdido la noción del tiempo mientras que en la oscuridad de la noche el techo parecía más interesante que dormir, hasta que unos golpes en su ventana llamaron la atención.

Vaciló unos segundos, persinándose del miedo para asomarse y notar que el cristal era golpeado por pequeñas piedritas, obligándola a abrir la ventana y asomar su cabeza.

—¿Qué haces aquí?—quitó sus auriculares y le habló a Ren, quién estaba en ángulo a la ventana.

—No podía permitir que nos fuéramos a dormir así—habló mientras que dejaba caer las piedras— ¿no me odias, verdad?

—Ren son las...—tomó su teléfono para ver la hora— dos de la mañana, ¿no pudiste llamar?

—No contestabas, ni siquiera mis mensajes...—suspiró— trate de subir a la ventana pero no tienes nada para poder escalar, ¿puedo entrar?

—Ren, vete a casa, mañana podemos hablar.

—No vas a querer hablarme mañana.

—Ren, prometo hablarte mañana.

—¿Tienes sábanas?, voy a subir.

—Voy a bajar.

Y el chico sonrió con inocencia al ver como ella simplemente se alejaba y salía de su habitación, y eso le alegraba, porque esta vez no sería tan tonto para dejarla ir.