04
REN MIRABA SU TELÉFONO MIENTRAS LA CHICA A SU LADO ESTABA leyendo el segundo tomo, dudando si debía pedirle sus redes sociales o simplemente esperar a que ella lo hiciera primero.
—¿Oye, realmente quería preguntarte...
—Si, si tengo
—¿Qué?—el desconcierto en ella fue notable y le provocó un rubor de la vergüenza— quería preguntarte de porqué compraste tanto
—Bueno, realmente me había gustado y bueno, no me gusta leer por las pantallas, soy más tradicional
—Oh... bueno, realmente yo tuve que adaptarme a las pantallas, los libros están carísimos
—¿Si?
—Bueno, los que yo leo en cierta parte si, ya sabes, los libros populares son más caros por la demanda—se explicó— tampoco es tan terrible, digo, la oferta igual lo compensa
Y Ren sonrió, deleitándose con las palabras de la fémina, le gustaba cuando las chicas era inteligentes y todo se lo debía a Mira, gran parte porque las leyes y la abogacía llevaban muchos conocimientos y estudios.
—¿Y qué es eso que lees?
—Romance adolescente, como crepúsculo y esas cosas... soy una romántica empedernida—admitió.
Lo hizo reír, no esperaba que ella fuera de ese tipo de personas que disfrutaban de ese tipo de cosas, no juzgaba pero realmente le daba gracia.
—¿Si?, ¿y qué tal?
—Team Cullen definitivamente—sonrió— aunque Charlie Swan no esta mal...
—¿Qué tal si te digo que no he visto en mi vida ninguna de esas películas?
—¿Qué?, te has pedido la mitad de tu vida—le apuntó, acercándose a él y sentarse a su lado, sacando su teléfono y abriendo line— dame tu id, vamos a ponernos de acuerdo y voy a enseñarte todo lo que se y que cambiará tu vida, pequeño saltamonte
Y Ren le entregó su teléfono con su id, regalándole en bandeja todo el tiempo del mundo en bandeja.
—¿Qué harás el viernes?
—¿Yo?, creo que cuidar a mis hermanos, pero fuera de eso nada, ¿por?
—¿Te gustan los museos?
—Amo los museos—sonrió— ¿quieres que vayamos a uno?
—Solo si quieres, podemos ir a otro lugar
—El museo esta bien.
GORYA ESTABA NERVIOSA, DUDANDO SI DEBÍA ACEPTAR definitivamente a Thyme o intentarlo con Ren, moría nuevamente por aquel silencioso dibujante que le había salvado aquella vez por la tarjeta roja y lo había dejado ir sin saber si volvería, y decidió que lucharía.
Su nueva amiga había desaparecido y agradeció ciertamente que se dieran espacio.
—Escuché que Ren fue rechazado por Mira—unas chicas hablaban a sus espaldas— Siempre supe que Mira iba a romperle el corazón de esa manera, un hombre y una mujer no pueden ser amigos
—Mucho menos cuando ella sabe que el siente algo, Mira era una perra—otra concordó.
Gorya volteó para irlas a encarar, pero se quedó en silencio al ver lo mismo que ellas estaban viendo, Ren estaba pasando por ahí, dándoles simplemente una mirada para seguir su camino.
Gorya trotó a su lado para acompañarlo.
—¿Estás bien?, ellas no debieron decir eso sobre ti y Mira...
—Tienen razón, no funcionó y me rompió el corazón, pero son cosas que suelen pasar—dijo mirándole con una sonrisa amigable.
—Oh bueno, realmente esperaba que las cosas con Mira funcionarán...
—Aveces las cosas pasan por una razón, gente se va y gente llega—soltó las mismas palabras que Katherina.
—Es cierto... —asintió, jugando con sus manos, ocultando su nerviosismo— ¿qué harás este viernes?
—¿Este viernes?, ¿por qué?—volteó a verla, confundido— ¿hay algo importante?
—Oh no no, solo quería... quería invitarte a algún lado, ya sabes, somos amigos y debes contarme como fue Paris...—buscó una excusa.
—Bueno, ya arme planes este viernes, podría ser otro día, ¿no?—preguntó ladeando su cabeza.
—Oh bueno, ¿el sábado?—preguntó esperanzada.
—Mmm... puede ser
Y el chico se alejó, desapareciendo de su campo de visión entre los alumnos, haciéndole a Gorya latir el corazón... adoraba a Ren, era como su salvador.
LA SEMANA HABÍA PASADO DE UNA MANERA BASTANTE PECULIAR Y AL MISMO tiempo, hacía feliz a Katherina porque su padre le había dado libertad absoluta, consiguiendo a su vez una niñera para sus hermanos menores —a lo cual, Sarah se había negado porque supuestamente "es el rol de hermana mayor"—.
Era viernes por la tarde y habían salido temprano debido a una fuga de gas de los laboratorios y eso lo agradecía profundamente, porque debía pensar en cómo iría al museo o si debía cancelar usando una excusa, pero no por algo su padre había peleado con su nueva mujer.
Se acercó a su armario, abriendo la puerta para buscar que podía usar para ir a un museo, optando por un outfit de falda a tablones, una sudadera oversize , zapatillas y un bolso pequeño de color blanco, más que nada, porque era algo casual y bueno, realmente quería verse linda.
Se arregló un poco, dejando pequeños accesorios como aretes en forma de corazones blancos y un collar con un dije de corazón también.
—¡Katherina, mi niña!—Mal, la niñera de sus hermanos había aparecido por la puerta— en la sala hay un jovencito que dijo que llegó por usted
—¿Qué?—chilló tomando su teléfono que estaba cargando— ¿hace cuánto llegó?
—Recién, mi niña... ¿le digo que suba?
—No no, ya bajo Mal—le sonrió afligida, notando un mensaje de que había llegado— mi teléfono no sonó
—No se preocupe y se ve muy linda—le levantó los pulgares para abandonar la habitación.
Se echó perfume y guardó lo necesario en su bolso, desde su teléfono hasta gas pimienta, y dándose una última mirada en su espejo de cuerpo completo, salió dispuesta a bajar.
Notó apenas bajaba como Ren estaba siendo entretenido por los dos diablitos pequeños, mostrándole algo que no supo identificar.
—Ya, dejen a Ren tranquilo—comentó apenas llegó abajo.
—Katty, estas muy linda—Ethan sonrió con sus mejillas con margaritas.
—¿Eres el novio de Katty?—Sam interrogó al chico en el sofá individual.
Sorpresivamente ambos estaban de blanco, combinando sin quererlo, haciéndolos sonreír ante la coincidencia.
—Sam, no seas chismoso—Ethan le golpeó el brazo a su gemelo— se nota que no son novios
—¿Y por qué no?
—Porque el es muy feo para ella—Ethan susurro alto, haciéndole reír.
—¿En serio lo soy?
—Un poco si—Sam respondió ahora— aunque, bueno... mejor vámonos Ethan, Mal dijo que nos daría galletas
Y ambos se fueron, riéndose y empujándose.
—Lo siento por eso, suelen ser un poco... amigables—se acercó para tenderle la mano y ayudarle a levantar.
—No te preocupes, dicen que los niños no mienten—bromeó, tomando su mano para ponerse de pie.
—No les hagas caso, son unos celosos—negó con la cabeza— ¿nos vamos?
—Claro, ¿entonces, aún quieres ir a un museo o cambio de planes?
—Sorpréndeme...
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