03
KATHERINA SE MIRABA AL ESPEJO MIENTRAS QUE EL UNIFORME SE CEÑÍA completamente a su cuerpo, preguntándose si era cosa de "ricos" que el uniforme se le viera bien o si había tenido un "glow up"... probablemente la primera, porque toda su vida se había visto como un mamarracho con ese tipo de vestimenta.
Los zapatos negros bien lustrados y su mochila llena de chapitas eran sus complementos, realmente no necesitaba más, no quería ser parte del grupo que estaba lleno de maquillaje, tacones y complementos que valían dinero para aparentar y mejorar el look, de todas maneras, era una escuela, no una pasarela... o bueno, quizás corrector y máscara de pestañas no le harían daño.
Bajó a desayunar y se sentó junto a sus hermanos, comenzando a comer el cereal con leche mientras que Sarah y su padre comentaban algunas cosas sobre la rutina escolar de los tres —y en gran parte de los más pequeños—.
—Katrina, quisiera pedirte que fueras bajo perfil—la mujer habló, llamando su atención— bueno, como tus hermanos van a la primaria de la misma escuela...
—Sarah—su padre decidió hablar— creo que ya te había dejado claro en Australia desde que nos conocimos de que dejes de condicionar a mi hija
—Yo no estoy condicionándola...—se quejó, cruzando sus brazos— ¿Acaso yo he hecho eso, Katrina?
—Es Katherina y toda la vida—volvió a hablar el mayor— pensé que Katty iba a defenderse, pero al parecer me la has cerrado tanto que ni siquiera se atreve a defenderse por si sola, porque piensa que va a traernos problemas, es la última vez...—aclaró, volteando a ver a su primogenita— antes de irte voy a devolverte tu tarjeta y tu switch, después de todo, Sarah no tuvo ningún derecho en priorizar eso para los pequeños
Y asintió, demasiado feliz, pareciera que la vida le había sonreído y volvía a sentirse protegida por su padre.
—Esta bien, muchas gracias papá y Sarah, creo que no deberías preocuparte por mí—se puso de pie— de todas maneras, siempre lo he sido, ¿no crees que ya es tiempo de que me divierta un poco?
EL TRAYECTO FUE BASTANTE ENTRETENIDO, LA MÚSICA SONABA EN SUS AURICULARES y leía nuevamente algún libro de romance adolescente, deseando que realmente la vida vuelva a sonreírle y darse la oportunidad de experimentar todo lo que conllevaba una relación, todo a excepción de la ruptura.
Bajó apenas llegó, despidiéndose de todos agitando la mano y entrando al gran e imponente edificio donde terminaría sus estudios, sintiéndose insegura mientras daba sus pasos, podía ver como algunas hablaban y le apuntaban, otros tomaban fotografías y volvían la vista a su teléfono pero nadie parecía ignorarla, reprimió su cara de disgusto en una cara de poker, buscando su salón.
Eso odiaba de las personas de alta sociedad, tenían la maldita necesitad de apuntarte con sus dedos y querer eliminarte como si fueras un insecto, porque obviamente era mejor vivir de los demás que de logros personales.
—¡La chica nueva ve esos dibujos chinos!—escuchó una chica que había gritado aquello.
Y suspiró, quizás la vida no le estaba sonriendo del todo, pero con haber recuperado la atención de su padre que anhelaba en silencio le había aliviado y era suficiente.
Llegó al aula, entrando y sentándose junto a la chica de la mañana anterior y sin preguntarle, tampoco es que tuviera otro lugar para elegir.
—Esta ocu- ¡oh, hola!—su tono había cambiado tan rápido como un rayo.
—Hola—saludo emocionada— realmente cruce los dedos para quedar contigo y resulto, soy Katherina
—Gorya
Ambas sonrieron, estrechando sus manos como si fuera un pacto silencioso de amistad y poder, como si dos ovejas negras estuviesen en un rebaño de ovejas blancas lideradas por cuatro corderos... porque ambas serían un cambio.
REN HABÍA ESTADO EN LA AZOTEA LUEGO DE LAS LECCIONES QUE SE LES DABA EXCLUSIVAMENTE A los F4, viendo la torre de tomos que había comprado la tarde anterior por mero capricho, sin siquiera abrirlos.
La puerta de la azotea se había abierto y ni se molesto en voltear, probablemente era Gorya o algún estudiante x que subía a tomar aire, debido a que esa azotea no era muy frecuentada.
Escuchó pasos y el ruido de la suela contra el suelo hasta que una mano femenina tomó una de las historias luego de inclinarse, obligándole a voltear casi con violencia, mareándose un poco.
—¿Tu también lo lees?—se sentó en el suelo, teniendo parte de su rostro tapado por las historietas.
La voz, el cabello y el esmaltado de uñas le estaban haciendo pensar en que probablemente la había encontrado, pero lo descartó al instante.
—Realmente Sebastián es muy atractivo—la escuchó hablar— ¿no lo crees?
—Me parecen otro tipo de personas atractivas —se apoyó con sus brazos hacía atrás, inclinado.
Y la vio voltear, meciéndose su cabello como si fuera un comercial de shampoo en cadena abierta, con una cara de sorpresa y sus mejillas rojas.
—¡Ren!—exclamó con emoción— ¿me recuerdas?
—Como no olvidarte, Katrina—sonrió juguetón, sintiéndose feliz, incluso cuando la contraria arrugó su nariz— ya lo se, es Katherina... pero molestarte es más divertido
—Definitivamente el mundo es un pañuelo, Kylo
—¿Kylo?—frunció el ceño— ¿me estás llamando como él de La guerra de las Galaxias?
—Tu me llamaste Katrina, además, dudo que alguien te llame así...
—Esta bien, Huracán Katrina
—Hey!—soltó una risita— no me llames así, me dan ganas de llorar
—¿Por qué?, es bastante peculiar que alguien se llame como un desastre natural
—Realmente eres un ñoño, Kylo
—No me digas así, dime Ren
—Kylo Ren—le sacó la lengua, apoyándose en la pila de tomos— ¿los encontraste todos?
—Bueno, eso fue todo lo que pude conseguir...
—Eres adorable—soltó de repente la fémina, haciéndolo mirar sus zapatos y las mejillas rosadas.
—¿Lo crees?, mis amigos dicen que no lo soy... y la chica que me gustaba también lo decía pero...
—Lo creo—respondió cuando Ren dejó de hablar— además, nunca pensé conocer a alguien que cuando le enseño el único manga que tengo, compre todos los tomos—soltó una risita.
—Bueno... no son tantos, solo que habían versiones en japonés y... la verdad solo compré —se encogió de hombros.
—Bueno, tu podrás releer y seguir, yo perdí mi tomo—suspiró— de todas maneras, espero que quien lo tenga, lo disfrute
—¿Por qué?, ¿no lo quieres de vuelta?—ladeo la cabeza, confundido y dudaba si debía entregárselo.
—Aveces perdemos cosas o personas en lugares comunes, sin saber que le damos una nueva oportunidad a alguien para darles una mejor vida, un mejor uso y todo eso... —sonrió mirando las nubes— esa es mi filosofía de vida, las cosas van y vienen, así como las personas
Y se sintió bastante identificado, quizás debía perder todo chance con Mira para conocerla, Katherina parecía una linda oportunidad para recuperar a su "antiguo yo" y ser feliz.
—¿Quién te hizo daño para pensar así?
—La vida aveces nos da lecciones, creo que desde muy pequeña he tenido que velar por mi misma, ya sabes, no hay tiempo para llorar cuando tienes que curarte tus heridas y levantarte—comentó— hice lo que debían hacer por mí y no me quejé, supongo que dios le da sus peores batallas a sus mejores guerreros por alguna extraña razón
—Ibas tan bien, hasta que terminaste con eso—y Ren soltó una risa sonora junto a ella— ¿y estas bien con eso?
Ren no comprendía mucho de la vida ajena, siempre había vivido bajo su propio torbellino de emociones que Mira le ayudaba a controlar, era callado y sus amigos parecían ser su única compañía junto a Gorya, sin embargo, Katherina había llegado como una mariposa, con aleteos tímidos y preciosos, cual efecto mariposa.
—Realmente nunca comprendí del porque tenía que ser yo misma mi superhéroe cuando todos usaban a sus padres o hermanos mayores—se encogió de hombros— tampoco me lo cuestione, solo lo acepté y fui mis propios "abrazos de mamá", esos que dicen que todo lo curan...
Y fue silencio, ambos ojos tristes mirándose y transmitiéndose tantas cosas, sin decir nada.
—¿Y no te arrepientes de nada?
—En lo absoluto, todo pasa por algo—y le sonrió con honestidad.
Y ahí, esa sonrisa fue el "abrazo de mamá", dándole el consuelo que necesitaba por todo lo sucedido que le abrumaba... porque parecía que Katherina podía borrar las penas con aquella sonrisa brillante.
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